GROSSE, Rudolf; NEUBERT, Albrecht

Aportaciones a la sociolingŸ’stica

(t. o.: BeitrŠge zur Soziolinguistik)

CONTENIDO

O. Introducci—n

1. En torno a la teor’a materialista de la reproducci—n en un espejo

        1.1Tesis fundamentales

        1.2El doble sentido del concepto de praxis

                1.2.1Praxis como acontecer objetivamente-necesario

                1.2.2Praxis como comportamiento subjetivo-individual

                1.2.3La incompatibilidad de ambas componentes

        1.3Clase, conocimiento y lengua

2. La teor’a del conocimiento marxista-leninistay la socio-lingŸ’stica soviŽtica

        2.1La dif’cil comprobaci—n sociolingŸ’stica de la teor’a marxista de lareproducci—n en un espejo

        2.2La sociolingŸ’stica soviŽtica a la luz de su sujeci—n ideol—gica

                2.2.1En torno a la psicolog’a de Pawlow

                2.2.2Los cuatro per’odos de la sociolingŸ’stica soviŽtica segœn Girke/Jachnow

                2.2.3El per’odo sociol—gico-marxista

                2.2.4El per’odo marr’stico y la t‡ctica del poder pol’tico

                2.2.5El per’odo estalinista

                2.2.6El per’odo post-estalinista

                2.2.7Conclusiones generales

3. En torno a la colecci—n deGrosse/Neubert

        3.0Consideraciones previas

        3.1En torno a la parte program‡tica

        3.2En torno a la parte pr‡ctica

        3.3Observaciones finales

O. Introducci—n

La sociolingŸ’stica se divide en dos partesdesde el punto de vista geogr‡fico: hay una sociolingŸ’stica en los pa’sessocialistas y otra en los occidentales. Ambas son s—lo comprensibles desde susrespectivas posiciones de principio, aunque indirectamente estŽn relacionadasentre s’. En las siguientes p‡ginas se pretende enjuiciar el libro"BeitrŠge zur Soziolinguistik", aparecido en Halle (Alemania oriental)en 1974, editado por Rudolf Grosse y Albrecht Neubert, no s—lo desde laperspectiva de la sociolingŸ’stica occidental, sino tambiŽn desde la evoluci—nde la socialista y m‡s concretamente la soviŽtica. Para ello ser‡ necesariohacer una amplia presentaci—n de la historia y del condicionamiento ideol—gicode esta rama de la ciencia.

1. En torno a la teor’a materialista de lareproducci—n en un espejo.

1.1 Tesis fundamentales.

Grosse/Neubert se apoyan con toda claridady exclusivamente en la teor’a marxista-leninista de la sociedad. Esto comporta,siguiendo la ortodoxia mas pura, la teor’a del conocimiento de la"reproducci—n en un espejo", segœn la cual la realidad material poseeel primado "ontol—gico" respecto al mundo "del esp’ritu",es decir el mundo del conocer y pensar.

Esta gnoseolog’a tiene aparentemente unagran afinidad con la concepci—n realista, representada por Arist—teles y Tom‡sde Aquino. La afinidad se limita sin embargo a "fenot’picas"manifestaciones superficiales; desde el punto de vista "genot’pico",es decir a partir de los primeros presupuestos, ambas concepciones de la teor’adel conocimiento Ñla hist—rico-materialista y la aristotŽlico-realistaÑ sontotalmente opuestas e incompatibles.

En este sentido, la diferencia fundamentalconsiste en que para el materialista no existe propiamente un "mundo delesp’ritu". Es una pura reflexi—n de lo existente con una estructura realexterna. Toda reflexi—n, puesto que no es f’sica y por eso no puede existircomo tal, debe basarse en un sustrato f’sico, no simplemente como mero datosino tambiŽn en cuanto a su contenido espec’fico. Pero puesto que existenfen—menos como la fantas’a, la memoria, el pensamiento l—gico Ñindependiente deuna situaci—n concretaÑ, la reflexi—n no puede depender solamente de larealidad reflejada, sino que debe ser sostenida por otro sustrato f’sico queposea una din‡mica propia.

Este sustrato, hablando en general, es elpropio, estructurado comportamiento del organismo. La estructura delcomportamiento refleja por tanto la estructura de la realidad.

Lo que en ningœn caso Ñen contraste con elautŽntico realismoÑ se puede considerar es la posibilidad de que elconocimiento (el intelecto, el pensamiento) como tal posee una din‡mica propia,por principio independiente de la materia, precisamente porque debe estarsometido a la materia, principio necesariamente b‡sico de la doctrina marxista.El comportamiento debe recibir su din‡mica propia de otra parte tambiŽnmaterial y esta "otra parte" puede ser solamente el individuo mismoentendido como organismo complejo psico-fisiol—gico. La estructura delcomportamiento es al mismo tiempo imagen concretizada y realidad representada.

El conocimiento debe por tanto producirseexclusivamente a partir d la confrontaci—n del organismo con el ambiente, esdecir dos realidades materiales. En el hombre esta confrontaci—n se canaliza deun modo sustancial indirectamente a travŽs del conocimiento, esto es la lengua.(TambiŽn desde esta perspectiva se comprende el primado absoluto de la praxis:el conocimiento como tal, dado que no existe, no puede desarrollar ningunaactividad cognoscitiva propia, por lo cual el hecho de conocer s—lo puedeproducirse en dependencia del comportamiento material, es decir la praxisactuante). Aqu’ se presenta el problema central: c—mo es posible que un mundoexclusivamente material Ñan‡logo por ejemplo al de HegelÑ se pueda desarrollarcualitativamente y en orden a un fin Ñde un modo din‡micoÑ mientras que elmaterialismo desde siempre se ha mantenido est‡tico-mec‡nico. Con otraspalabras: Àc—mo a partir de algo material ya existente, sin intervenci—n dealgo externo (inmaterial) puede resultar algo m‡s elevado, m‡s complejo? Elmarxismo cl‡sico se apoya aqu’ en el materialismo dialŽctico de Engels, segœnel cual una multiplicaci—n cuantitativa se convierte en un determinado momentoen un cambio cualitativo y los opuestos se niegan y se combaten y as’ seorigina el progreso. (No se trata por tanto de explicaciones sino de lapostulaci—n de principios inmanentes). En la base del materialismo dialŽcticohay tambiŽn un evolucionismo que explica el desarrollo de los seres vivos a partirde la dialŽctica entre la necesidad de autoafirmarse y adaptarse.

En estos puntos radican sin duda losmayores fallos del marxismo. El hombre debe de haber evolucionado lentamentedel estadio de mono al de ser cognoscitivo, a la forma consciente de laproducci—n. Segœn Hartig (1981), la lengua (que tiene el valor de unconocimiento real, espec’fico) debe haberse presentado de repente. El hecho deque el hombre pueda tener conciencia de s’ mismo, es una cualidad completamentenueva respecto al animal. Es una facultad que est‡ a un nivel totalmentediferente y que no puede constituir un desarrollo continuo (evolutivo) a partirde una potencia sensitiva.

Por este motivo apenas es imaginable que sepueda encontrar alguna vez un camino que pueda aclarar suficientemente elconocimiento del hombre s—lo con categor’as materialistas. Hablando de un modogr‡fico, el espejo material deber’a poder reflejar su propia imagen nomaterial. Esto es imposible por principio y cualquier aserci—n que se refierareflexivamente al propio conocimiento inmaterial del hablante y por tantotambiŽn a s’ mismo (a su propio "ser") debe ser descalificada comocarente de contenido, como vac’a de significado o como sin sentido como hizo eljoven Wittgenstein con sus propias aserciones, Segœn esto los materialistastampoco pueden hacer aserciones filos—ficas (metaf’sicas). Quiz‡ es Žste elmotivo profundo por el que se defiende con tanta vehemencia el primado de lapraxis (porque la praxis, en las condiciones que acabamos de exponer, no puedeser legitimada filos—ficamente y por tanto debe legitimarse a s’ misma) yporque lo "cient’fico" (y esto significa no  s—lo lo no-cient’fico sino tambiŽn lo no-filos—fico) espuesto tanto de relieve en la doctrina comunista. (Una tendencia muy similar ala "descientificaci—n de la filosof’a se detecta tambiŽn en elconstruccionista Piaget, en quien Lucien Goldmann ha encontrado grandesafinidades con el marxismo).

1.2 El doble sentido del concepto de praxis

En el concepto de praxis, que debe estarpor encima de cualquier otra categor’a, se revela la t’pica apor’a de unreduccionismo, representado aqu’ por el marxismo en su absolutizaci—n de lomaterial.

1.2.1 Praxis como acontecer objetivamentenecesario

Praxis de una parte se define como la"praxis pasajera", es decir la realidad material que se mueve. Larealidad socio-econ—mica posee su din‡mica propia, absolutamente necesaria consu inflexibilidad hist—rico-dialŽctica. Es decir, los grandes cataclismossociales de la historia no dependen sustancialmente de la voluntad de losindividuos sino que son fen—menos inevitables a los que deben doblegarse losindividuos tarde o temprano. "Praxis" es en principio todo sucesoperceptible.

Entendiendo as’ el concepto, se pone elacento sobre el aspecto objetivo del conocimiento. Ahora bien, dado que"praxis" es una absoluto, se debe intentar no reducir el conocimientodel sujeto a una pasiva reproducci—n del ambiente y de la propia realidadf’sica. El conocimiento no material en cuanto tal no puede desarrollar ningunaactividad autŽnticamente propia.

La consecuente conclusi—n cient’fica (!) deeste aspecto del primado de la praxis est‡ unida sobre todo al nombre dePawlow, un investigador del comportamiento que significativamente encabeza unarica tradici—n empirista-behaviourista. Pawlow intenta reducir a una meraasociaci—n no s—lo la percepci—n sensitiva sino tambiŽn todo el pensamiento yconocimiento humanos. As’ pretende definir la lengua como el grado m‡s alto dela confrontaci—n econ—mica del organismo f’sico con la realidad f’sica. De estemodo el conocimiento se convierte en un "black box", es decir, en unamera construcci—n indescriptible cient’ficamente (s—lo ser’a posible unadescripci—n "filos—fica", es decir, Áninguna!) En base a su carenciade conocimiento propio el hombre est‡ completamente condicionado por elambiente, teniendo en cuenta tambiŽn sus innatas estructuras de comportamiento.Esto significa que las estructuras socio-econ—micas determinan por completo suconocimiento en cuanto comportamiento. El desarrollo de la sociedad no puedepor tanto depender de su voluntad, de su libre y planificadora decisi—n sinoque est‡ sometido a la ley material-inmanente de la dialŽctica.

El hombre no es por eso menos responsabledel desarrollo social-hist—rico, concretamente, segœn la idea del marxismocl‡sico, como colectividad, m‡s exactamente, como clase luchadora.

1.2.2 Praxis como comportamientosubjetivo-individual.

Pero segœn esta concepci—n, las grandesrevoluciones, que juegan un papel de postulados, deber’as producirse por s’mismas cuando llega el momento adecuado. Las revoluciones deber’an"irrumpir". Es decir: el individuo humano est‡ como tal completamentedeterminado por el ambiente (de clase) social. Sin embargo, como representantede una clase es cien por cien activo y se iguala a la naturaleza misma, esdecir a las estructuras de su conocimiento o mejor de su comportamiento y as’el ambiente del individuo como tal se convierte en un ambiente social, declase. La realidad sin embargo es otra: de facto son s—lo unos pocos los quedesarrollan un activo sentido de clase, es decir un sentido revolucionario. Esefue el caso de la revoluci—n francesa y ya antes de 1900 todo hac’a presumirque una posible revoluci—n proletaria s—lo pod’a surgir de una peque–a Žliterevolucionaria. Adem‡s, se vio que esos convencidos revolucionarios proced’ancasi exclusivamente de capas sociales que te—ricamente no pod’an contarse comoclase obrera, la clase que, segœn Marx deb’a dar origen a la decisivatransformaci—n hist—rica.

Estos datos han llevado a Lenin a modificarla doctrina ortodoxa. ƒsta ense–a que no es el proletariado por s’ mismo quienpuede llegar a la verdadera conciencia revolucionaria, sino s—lo un peque–opero combativo grupo de revolucionarios profesionales que deb’an provocar larevoluci—n e inculcar al pueblo la nueva conciencia. Las revoluciones por tantodeben "ser hechas". (Aqu’ debe buscarse el motivo y la legitimaci—npara el hecho de que los dominadores en los pa’ses socialistas mantengan acualquier el papel preponderante del partido, como se ha visto de nuevorecientemente en Polonia).

La "ilustraci—n" socialista delpueblo por medio de la propaganda se entiende muy bien con la teor’a delreflejo de Pawlow. Puesto que el hombre es perfectamente condicionable seadaptar‡ a las nuevas estructuras sociales impuestas por los profesionalesrevolucionarios y a la propaganda correspondiente. Lo que queda fuera delhorizonte de Pawlow es la circunstancia de que hay hombres singulares que de lanada reciben una conciencia revolucionaria completamente nueva (y a travŽs deella est‡n llamados a la revoluci—n, al progreso de la historia). Ellos son losautŽnticos portadores de la din‡mica hist—rico-dialŽctica y reciben, por mediode esa elecci—n, casi rasgos divinos: no deben justificar lo que hacen sino quesus acciones justifican la teor’a (que precisamente es una teor’a de la acci—n,de la revoluci—n, de la lucha de clases); adem‡s construyen una estructuracompletamente nueva, m‡s alta, cuya cualidad esencial crean de la nada, porqueno se encuentra en la historia hasta el momento. Su comportamiento es con esoespejo y a la vez lo reflejado.

En este punto cobra importancia el segundoaspecto del concepto de praxis. Se refiere al actuar del sujeto, sobre todo alhecho revolucionario, a la confrontaci—n dialŽctica con los adversariossocial-pol’ticos. Aqu’ por tanto no se contempla el sujeto como producto de lahistoria sino como su motor, como momento material del principio dialŽcticoÑmejor, como el principio dialŽctico existenteÑ. Desde esta perspectiva sepuede hablar tambiŽn de rasgos divinos en los revolucionarios  que han sido "llamados".Estos, como ya se ha dicho, no necesitan justificarse porque ellos mismos,pormedio de su praxis, son su propia justificaci—n. No deben preocuparse desituaciones reales, de argumentos, ni siquiera de contradicciones (y si lohacen, lo har‡n por motivos exclusivamente t‡cticos) sino que tiene el derechode amoldar las situaciones a s’ mismos, a sus estructuras de pensamiento puestoque, segœn su teor’a, poseen el conocimiento "correcto", "m‡salto", "verdadero". As’ en definitiva se inmunizan a s’ mismoscontra la cr’tica. Present‡ndose como cient’ficos neutrales,pueden interpretarsu propia praxis para legitimar su teor’a y para legitimar su praxis puedeninvocar su propia teor’a; en ambos casos aparecen como observadores neutrales,cient’ficos y sin embargo al mismo tiempo quieren representantes de una claseque, como tales per definitionem no quieren interpretar sino transformar larealidad. Se presentan como ap—stoles mesi‡nicos y realizadores de unaanti-religiosa, pero no a-religiosa buena nueva. Son profetas que al mismotiempo contemplan como neutrales observadores del mundo la necesidad de undeterminado desarrollo hist—rico objetivo y se preocupan, como extremistastransformadores de partido, de que esa profec’a se cumpla. Con ello la realidadya no es lo que de un modo pasivo refleja el conocimiento humano sino lo queŽste transforma de un modo activo y establece una vez transformado.

1.2.3 La incompatibilidad de ambascomponentes

El concepto de praxis abarca por tanto doscomponentes: una "objetivo-pasiva" y otra"subjetivo-activa". La apor’a del reduccionismo marxista-leninista,de la que ya hemos hablado, consiste por tanto en que esas dos componentesdeben fundirse en un solo concepto compacto y que esto es imposible teniendo encuenta la diametral oposici—n de ambas. Se sume uno en un dilema inmanentista:o la imagen del hombre es materialistas, est‡tica (a-hist—rica), determinista ypasiva; o es construccionistas, dialŽctica-din‡mica (hist—rica), voluntarista yactivista. Puesto que ambas versiones comprenden un rasgo esencial del marxismoy dejan de lado otro (dialŽctica o materialismo respectivamente), deben serv‡lidos a la vez.Pero esto en œltimo tŽrmino s—lo es posible si se prescindedel principio de no contradicci—n y se postula el principio de contradicci—n,una medida que quiz‡ evita la citada apor’a pero al precio de caer en unamayor, el suicidio intelectual: admitiendo que un juicio pueda designar almismo tiempo un contenido y su contrario se desautorizan las propiasaseveraciones y se las condena a una perfecta anfibiolog’a.

1.3 Clase, conocimiento y Lengua

Estos contrasentidos dentro del materialismodialŽctico aparecen de un modo espec’fico en la teor’a del conocimiento llamada"de la reflexi—n" que, como ya hemos dicho, es de inmediatarelevancia para la sociolingŸ’stica.

Hemos visto que todo lo espiritual y portanto tambiŽn el conocimiento humano, que primaria y esencialmente es unconocimiento de clase de ningœn modo posee todav’a una genuina actividad en s’mismo. El conocimiento,  en lorelativo a su contenido, se apoya en la realidad total, experimentada desde unaperspectiva de clase (incluido el organismo subjetivo propio en sucomportamiento consigo mismo), sin embargo ontol—gicamente se apoya en elcomportamiento externo, que se desarrolla a partir de la confrontaci—n delorganismo con el ambiente.

Puesto que el hombre ocupa un lugar especialdentro de los organismos en raz—n a su capacidad de conocer en sentido estricto(es decir conocerse a s’ mismo), inmediatamente se plantea la pregunta de enquŽ forma especial del comportamiento existe este grado m‡s alto deconocimiento. La respuesta se encuentra en la lengua. La lengua es un rasgoesencial del hombre y puede ser descrita como comportamiento que refleja larealidad como estructura. As’ la lengua es el pensamiento. Un pensamiento queest‡ unido cono un sustrato f’sico de comportamiento y por eso es una realidadexistente espec’ficamente humana. El pensar se concluye s—lo en el hablar(Wygotski); la lengua es el conocimiento realmente existente (Marx).

Pero puesto que de una parte el pensamientoexiste s—lo en la forma de un espec’fico conocimiento de clase y de otra se daexclusivamnete en la lengua de sustrato f’sico, esto significa que el sujetoÑcon todos sus rasgos individuales y propios de la situaci—nÑ habla de una"lengua de clase". Y como consecuencia de que la clase es la agrupaci—nm‡s alta y est‡ por encima de todos los dem‡s grupos, el car‡cter de clase debedar su impronta a la lengua. Por ejemplo, la diferencia lingŸ’stica entrenaciones, culturas o tŽcnicas. Por citar otro ejemplo, la pertenencia a unaclase exigir’a que la lengua se desarrollara, de acuerdo con la historia, asaltos o por oleadas. En la sociedad socialista, puesto que en ella no existenclases y por tanto est‡ unida cognoscitivamente, no puede existir una variaci—nsociolectal. A su vez los revolucionarios profesionales, en raz—n de su nuevoconocimiento, deber’a emplear una lengua diversa a la burgues’a e incluso delproletariado revolucionario.

2. La teor’a del conocimientomarxista-leninista y la sociolingŸ’stica soviŽtica

2.1 La dif’cil comprobaci—n sociolingŸ’sticade la teor’a marxista de la reflexi—n.

Desde los primeros comienzos de lainvestigaci—n sociolingŸ’stica se ha comprobado que las pretendidasconcatenaciones no se producen o al menos no con la intensidad suficiente en laexperiencia controlable. No hay correspondencia directa entre la estructurasocioecon—mica y la estructura lingŸ’stica. Se han establecido Ñconcretamenteen occidente...Ñ algunas relaciones que son en buena parte muy dŽbiles y adem‡sdudosas por mœltiples motivos metodol—gicos.

A partir de esos resultados la teor’amaterialista de la reflexi—n se rechaza a s’ misma. Su contradicci—n consisteen resumen en lo siguiente:

a) la estructura socioecon—mica determinael conocimiento del hombre.

b) Ese conocimiento no puede existir como tal,como esencia espiritual, no material, sino solamente como lengua. Pensamiento ylengua son dos aspectos de la misma realidad y por tanto deben coincidir en suscaracter’sticas (en la estructura).

c) La experiencia demuestra sin embargo quela estructura lingŸ’stica refleja la estructura socioecon—mica de modo muylimitado e indirecto.

As’ la teor’a materialista del conocimientose ve obligada a la siguiente alternativa: o el conocimiento no esprimariamente un reflejo de las condiciones socioecon—micas o la estructuralingŸ’stica no coincide con la estructura del conocimiento.

Puesto que toda teor’a y de modo especialla inmanentista est‡ obligada a ser consecuente, es decir a mantenerse fiel asus principios primeros, no es sorprendente que se haya optado por la segundasoluci—n como el mal m‡s peque–o. Porque admitir la tesis de que elconocimiento refleja de un modo muy limitado la realidad socioecon—micasupondr’a renunciar a la fe hist—rico-materialista.

No por eso deja de ser la "segundasoluci—n" un mal muy grande, aunque sea el menor, del que dif’cilmente sepuede decir que la teor’a materialista lo haya superado. M‡s bien se ha evitadoordinariamente con m‡s o menos elegancia, tambiŽn en la sociolingŸ’stica.

En realidad es dif’cilmente imaginable quela lengua haya podido crear estructuras regulares, con din‡mica propia, siŽstas no dependen ni de la realidad material ni del conocimiento ni delcomportamiento receptivo puramente org‡nico, simplemente asociativo. Mantenerel primado de lo material convierte a este problema en una apor’a mientras quela visi—n realista del mundo puede en este punto apartarse de un  reduccionismo monocausal para hablar deuna cooperaci—n de principios espirituales y materiales. Por estos motivos lahistoria de la investigaci—n marxista en este terreno, sobre todo en losdogm‡ticos, firmemente unidos estados comunistas, es la historia de losintentos por esquivar este dilema impuesto por la teor’a reduccionista de lareflexi—n lingŸ’stica.

2.2 La sociolingŸ’stica soviŽtica a la luzde su sujeci—n ideol—gica.

2.2.1 A prop—sito de la psicol—gica dePawlow.

En este contexto son interesantes losacontecimientos en una disciplina cercana a la lingŸ’stica, la psicolog’a. Denuevo Pawlow desempe–a un papel importante en la primera Žpoca. Se ha acudido aŽl a pesar de que este investigador del comportamiento desarroll— su teor’a delcondicionamiento aœn en la Žpoca de los zares sin ninguna pretensi—n derevoluci—n social y adem‡s fundament— en el behaviourista. Esa doctrina Ñcomoya hemos visto m‡s arribaÑ ofrec’a la ventaja de negar la realidad espiritual yde otra dejaba abiertas todo tipo de interpretaciones sobre el conocimiento; deeste modo pod’a proporcionar a la filosof’a marxista un punto de apoyocient’fico.

Pero para la sociolingŸ’stica deorientaci—n marxista era interesante sobre todo porque pretend’a explicar lalengua a partir de causas puramente materiales: la lengua expresaexclusivamente el resultado de la confrontaci—n de un organismo sensiblealtamente desarrollado con un ambiente captado a travŽs de los sentidos. (Quiz‡es este el motivo por el que la sociolingŸ’stica soviŽtica, que ocupa unaposici—n clave en la filosof’a dialŽctico-materialista, no ha sido puesta enrelaci—n con la investigaci—n de los sistemas lingŸ’sticos Ñconcretamente lateor’as gramaticalesÑ donde el problema de la relaci—n con la"realidad" y el "conocimiento" puede ser soslayado. TambiŽnen la DDR la irrupci—n de la ciencia lingŸ’stica orientada hacia la praxis socialha condenado al silencio hasta entonces muy activa lingŸ’stica sistem‡tica).Por m‡s que la doctrina de Pawlow haya pasado despuŽs a un segundo plano, suadaptaci—n por parte de los ide—logos rusos arroja una luz muy significativasobre la problem‡tica del conocimiento materialista.

2.2.2 Los cuatro per’odos de lasociolingŸ’stica soviŽtica segœn Girke/Jachnow

El ya citado dilema se muestra todav’a deun modo m‡s evidente en el mismo desarrollo de la sociolingŸ’stica soviŽtica.En este punto volvemos a la presentaci—n de Girke/Jachnow.

        Estosautores distinguen "cuatro per’odos en la ciencia lingŸ’stica orientadahacia la sociedad":

        Ñelper’odo sociol—gico-marxista;

        Ñelper’odo marristas;

        Ñelper’odo estalinista;

        Ñelper’odo post-estalinista.

No queremos simplemente sintetizar aGirke/Jachnow sino intentar explicar los datos que all’ aparecen desde laperspectiva de la voluntad de poder de los l’deres pol’ticos. Partimos de queefectivamente existe si es el caso una pretensi—n autocr‡tica de poder.

Pero nos parece importante constatar que laideolog’a marxista no se reduce a una cubierta de pretensi—n de poder pol’tico.Aqu’ se trata solamente de una de las mœltiples variantes de una actitud deesp’ritu que podr’a denominarse brevemente como orgullo intelectual. Es lapretensi—n de la creatura a explicar y dominar el mundo completamente. Esteorgullo no quiere ser herido y una vez suprimida la resistencia, se convierteen "pr‡ctico" primero en palabras (de la "teor’a pr‡ctica")y despuŽs en hechos (de la "praxis revolucionaria"). En todo esteproceso el intelecto debe procurar ordenar la praxis en un sistema coherente,lo cual entre otras cosas hace necesaria la negaci—n de Dios.

2.2.3 El per’odo sociol—gico-marxista

El per’odo "marxista-sociol—gico"que sucedi— a la revoluci—n de octubre (en parte seguramente por falta desistemas de control estatal que funcionaran) era heterogŽneo pero prometedor encuanto a sus posibilidades de desarrollos cient’ficos. En Žl se establecieronideas fundamentales program‡ticas, que todav’a hoy mantienen su validez, peroque se han puesto poco en pr‡ctica. En investigaciones comparativas respecto ala era de los zares se lleg— a la conclusi—n de que la lengua cambia con menosrapidez que las condiciones sociales, concretamente s—lo con la rapidez quepermite el mantenimiento de su capacidad comunicativa. Se hicieron tambiŽn ya(pocas) investigaciones emp’ricas que pretend’an poner en relaci—n rasgoslingŸ’sticos con rasgos propios de grupos espec’ficos. Al lado se foment— sobretodo una pol’tica lingŸ’stica activa (alfabetizaci—n, planificaci—nlingŸ’stica). Precisamente esto y el (excesivo) Žnfasis en el cambiolingŸ’stico debieron de ser las razones por las que en la Uni—n soviŽtica aœnhoy esta direcci—n se alaba como ejemplar (quiz‡s tambiŽn para hacer olvidarlos per’odos intermedios). Pues tambiŽn hoy , como veremos m‡s adelante, estosaspectos dominan la sociolingŸ’stica soviŽtica.

2.2.4 El per’odo marr’stico y la t‡cticadel poder pol’tico

A partir de 1930 domin— una nuevadirecci—n, capitaneada por el lingŸista Marr. Era m‡s homogŽnea que la anteriory hasta 1935 pudo desterrarla totalmente gracias al apoyo estatal, m‡s graciasa una despiadada, dura y eficaz polŽmica que por medio de poder persuasivo cient’fico.En este sentido, la Žpoca marr’stica es un s’ntoma de un aparato estatal firme,organizado y vencedor desde un punto de vista propagand’stico. En todo caso noes pura casualidad que comenzara poco despuŽs de las purgas de Stalin contralos disidentes de izquierda y derecha y al comienzo de su dictaduraautocr‡tica.

Los marristas part’an de la doctrinaortodoxa marxista-leninista y practicaban una lingŸ’stica deductiva. Pretend’ansobre todo adaptar la lingŸ’stica al materialismo hist—rico y estructurarlacomo una de sus bases cient’ficas. La tesis fundamental era que las relacionessociales de la producci—n informan la conciencia colectiva y que Žsta a su vezcondiciona las estructuras de la lengua. La lengua fue por tanto declarada comoun puro fen—meno supraestructural. Esto llev— a la hist—rica correlaci—n desituaciones lingŸ’sticas y situaciones socio-econ—micas que (teniendo en cuentalos estrictos prejuicios ideol—gicos) necesariamente actuaban de un modo tanmec‡nico que la mayor parte de las veces era mec‡nica y permanec’a sinfundamentaci—n cient’fica. Esto tuvo necesariamente como consecuencia que seignor— completamente la sociolog’a anal’tica, que el interŽs pas—unilateralmente a la diacron’a (desarrollo hist—rico) de la lengua y que huboque adherirse a una tesis m’stica, la de la monogŽnesis de la lengua (deacuerdo con la teor’a de la evoluci—n del materialismo dialŽctico). Como culmendel futuro se profetiz— una especie de Creole que seguir’a a un socialismoextendido por todo el mundo. Actividad cient’fica pr‡ctica en sentido estrictoÑmucho m‡s que hasta entoncesÑ hubo s—lo en el campo de la planificaci—nlingŸ’stica. Con esta actitud dogm‡tica, codificada, la sociolingŸ’sticasoviŽtica se aisl— definitivamente de la occidental.

Significativo en la doctrina de Marras esno s—lo su fundamentaci—n y problem‡tica intr’nseca sino tambiŽn su actitud"al servicio" de los detentadores del poder leg’timo para loscomunistas. Con toda claridad (y por lo mismo con toda desfachatez) aparece unat‡ctica coordinada que opera a distintos niveles y que por eso s—lo es visiblepara esp’ritus cr’ticos y bien informados, que mantienen la visi—n de conjunto.

El autŽntico m—vil de cualquier actividad(por ejemplo la planificaci—n lingŸ’stica) que se legitima a s’ misma y a cuyoservicio se desarrolla toda la t‡ctica, debe aplicarse (no puede ser de otramanera en el caso de Stalin) al nivel del poder pol’tico. Respecto a laideolog’a se intercambian fin y medios: remitiŽndose a las nuevas posibilidadeste—ricamente fundamentadas por Lenin la ideolog’a se convierte en medio delpoder del partido (en definitiva del poder personal), mientras que "locorrecto" ser’a que el poder sirviera al partido como medio para laimplantaci—n de la ideolog’a. En el ‡mbito de la ciencia lingŸ’stica esto semanifiesta en la ya citada gran actividad en el campo de la pol’ticalingŸ’stica. Se desarrolla Ñsegœn Girke/JachnowÑ en dos etapas: primero, todaslas lenguas del estado que abarca mœltiples pueblos (no son menos de 130!) sereducen a una sola. DespuŽs las lenguas de los diferentes etnias son sometidasa una estandarizaci—n, es decir, enriquecidas con nuevos elementos y fijadaspor la ley como lenguas habladas y escritas oficialmente v‡lidas. La estandarizaci—nse produce sobre todo por medio infiltraci—n rusa. Apenas se forman nuevaspalabras en el seno de la misma lengua (como por ejemplo,"Sach-zwang" en alem‡n), sino que se toman del ruso como lengua cultareconocida como la m‡s desarrollada. Sobre todo a partir de 1935 se introduce–a formaci—n de un fondo lexicol—gico comœn sobre una base rusa, acompa–ada porla clase obligatoria de ruso, medida que provoca la pŽrdida de funci—n de lasdem‡s lenguas Žtnicas o al menos la cataliza. El fin œltimo de la pol’ticalingŸ’stica no es, por ejemplo, la mejora y la consiguiente optimaci—n de lacomunicabilidad entre la poblaci—n. Ese fin consiste, como m‡ximo, enproporcionar al pueblo la sensaci—n de estar informado y de participar en lacomunicaci—n pœblica, mientras que en la realidad se cortan en la medida de loposible las comunicaciones independientes. Esta sensaci—n colabora con el finapetecido por el poder pol’tico: mantener el mejor control posible de lapoblaci—n mediante el igualitarismo y una utilizaci—n manipulada del lenguaje.

Es f‡cil de comprender que este fin delpoder pol’tico es inalcanzable a la larga si aparece con claridad. Por tantodebe disfrazarse. Y es eso precisamente lo que logra la t‡ctica empleada.Objetivo de la t‡ctica es legitimar la propia manera de actuar, es decirjustificarla como supraindividual, "intersubjetiva", como surgida deuna causa no arbitraria. Legitimaci—n es el Alpha y el Omega de la pol’tica depoder que tiene Žxito. El mŽtodo de esta t‡ctica consiste en proporcionar a losniveles m‡s diversos de la formaci—n de la opini—n posibilidades plausibles deinterpretaci—n del propio proceder. Con esto se consigue que una parte de lapoblaci—n adopta sin protesta una o varias de las interpretaciones secundariasy que en c’rculos m‡s amplios de la opini—n, que ciertamente dudan pero que nopueden probar que esas interpretaciones son t‡cticas y secundarias, funciona elprincipio (de ningœn modo s—lo aplicable a la justicia) "in dubio proreo". Finalmente, un tercer grupo, convencido de la arbitrariedad, puedeser controlado por medio del terror, el aislamiento o procedimientossemejantes. Las espec’ficas argumentaciones de justificaci—n est‡n puessometidas al fin del poder pol’tico y pueden cambiar Ñcomo la historia demuestrauna y otra vezÑ en el caso de que lo pidan "intereses m‡s elevados".

Pues bien, para legitimar las medidaslinguoÑpol’ticas, tal como han sido descritas m‡s arriba, son relevantes tresniveles de la formaci—n de la opini—n: el ideol—gico, el linguoÑcient’fico y elde la "formaci—n del pueblo" (propagand’stico).

a) la masiva irrupci—n linguo-pol’ticaexige en primer lugar una legitimaci—n ideol—gica, puesto que se fomenta uncambio en la lengua que, de acuerdo con la doctrina marxista-marrista deber’aproducirse necesariamente y por s’ mismo. Aqu’ los gobernantes comunistas est‡nen una posici—n envidiables respecto a otros dictadores porque el comunismo,sobre todo en su forma leninista, ofrece una oportunidad extraordinaria por susolidez. El punto central sin embargo lo constituye lo que hemos expuesto comoejemplo, el doble sentido de la palabra "Praxis". El cl‡sico primadode la praxis puede ser llenado simplemente de un contenidosubjetivo-voluntarista (y precisamente este doble sentido permite y oculta elarriba citado intercambio entre medios pol’ticos y fin ideol—gico): el partidoy sobre todo sus cabezas (es decir los revolucionarios profesionales) seentienden a s’ mismos como los permanentes caudillos de la revoluci—n, losœnicos que tienen la plena conciencia revolucionaria y por tanto los autŽnticosportadores del principio din‡mico de la historia. Se quiere ayudar a quetriunfe el pensamiento socialista y por tanto la verdad, incluso no se puedequerer otra cosa. Y precisamente se apela a la praxis, ahora entendida comodesarrollo hist—rico objetivo y necesario al que a la larga no se puede oponerningœn enemigo del socialismo. As’, las medidas de la pol’tica lingŸ’stica, quemuchas veces rayan en la violencia, ya no son arbitrariedad sino que sondescritas como necesidad hist—rica que se muestra en la acci—n voluntaria dedeterminados individuos sobresalientes. Pero puesto que al mismo tiempo lapraxis se justifica a s’ misma gracias a su primac’a, el gobernante comunistaÑdesde el punto de vista de la ideolog’aÑ recibe un espacio casi ilimitado parael ejercicio del poder ejecutivo. Leg’timamente puede perfectamente adaptar lavoluntad de los dem‡s a la suya propia.

La justificaci—n ideol—gica no essuficiente en la pr‡ctica, de una parte porque intelectualmente es demasiadoambiciosa para la amplia masa sin cultura y por tanto no es comprensible,adem‡s choca con concepciones m‡s antiguas, firmemente enraizadas y en partem‡s autŽnticamente legitimadas (sobre todo el cristianismo) y de otra parte porquesu dogm‡tica en cosas temporales conduce a prejuicios en el terreno cient’ficoy eventualmente a contradicciones con resultados emp’ricos de la investigaci—n.Aqu’ el ‡mbito ideol—gico se ve de nuevo limitado de hecho. Para no perder lafama de la legitimaci—n, deben buscarse argumentaciones secundarias en otros‡mbitos.

b) A nivel cient’fico, a partir de 1930 seintent— eliminar la direcci—n "marxista-sociol—gica" porquerelativizaba la dependencia de la lengua de los condicionamientos sociales a partirde descubrimientos cient’ficos, porque adaptaba la lingŸ’stica occidental,porque utilizaba mŽtodos emp’ricos (que pod’as llevar a resultados "que nocuadraban") y sobre todo porque amenazaba con desarrollar una din‡micapropia, incontrolada y ajena a la ideolog’a. La t‡ctica no consisti— enencontrar mejores argumentos lingŸ’sticos en el mismo terreno (por ejemplo, enel de la correlaci—n emp’rica entre lengua y datos sociales), porque al parecerfue considerado de entrada como poco interesante. En vez de esto, se puso elacento en una nueva tesis en otro aspecto del terreno lingŸ’stico, quepresentaba las siguientes propiedades:

        Ñsellegaba a ella ideol—gicamente a partir del materialismo dialŽctico pordeducci—n;

        Ñtocabaun terreno que pod’a hurtarse ampliamente a la comprobaci—n emp’rica y quedabaabandonado a la especulaci—n cient’fica;

        Ñestabaen marcada contraposici—n a la tesis representada por los lingŸistas"sociol—gico-marxistas".

Se trataba de una serie de globales hip—tesisen torno al origen de la lengua, una especie de teor’a especulativa que remit’atodas las lenguas del mundo a una œnica fuente (lingŸ’stica), es decir a unalengua original comœn. En contraposici—n hasta ese momento, del mismo modo queen occidente, se hab’a defendido una teor’a poligenŽsica.

Con esto se hab’a creado una posici—n desalida ideal para la ya citada dura pero a-cient’fica polŽmica. La gŽnesis dela lengua interes— de un modo desorbitado mientras que la sociolog’a anal’ticalo mismo que la sociolingŸ’stica que de ella parte fueron dejadas de lado conla consecuencia de que se radicaliz— la en s’ misma accidental contraposici—nentre teor’a sociol—gico-marxista y marr’stica y se convirti— en criterio parala posici—n ideol—gica del cient’fico. Los marristas condenaron la teor’a delorigen indogerm‡nico de la lengua, aceptada por los soci—logos marxistas, comouna teor’a puramente cuantitativa, cuasibiol—gica, formal, incluso racista ypor tanto antimaterialista, imperialista y reaccionaria (es interesante hacernotar que no la calificaron de falsa). Con este desplazamiento de la cuesti—nse imposibilit— a los no-marristas una discusi—n cient’fica. Se enfrentaba unaafirmaci—n con la contraria y s—lo la ideolog’a, ya no la realidad experimental,pod’a aportar un criterio: en este sentido eran superiores los marristas. Yas’, hasta 1935 no s—lo se impuso una nueva tesis sobre la gŽnesis de la lenguasino que se conden— al silencio, con este sanbenito, toda una esperanzadoratradici—n de investigaci—n al convertir en un exp—sito la sociolingŸ’sticaanal’tica y ba–arlo en el agua de la poligŽnesis lingŸ’stica. Quiz‡s no esdesacertado pensar que se planeaba permitir de nuevo la investigaci—n emp’ricauna vez que se hubiera dado Ñmediante la planificaci—n lingŸ’sticaÑ a larealidad a investigar la deseada y nueva apariencia (sin clases y sin claseslingŸ’sticas). Una meta que, aœn en el caso de que haya existido en esa forma,no ha llegado a imponerse.

c) Al nivel de la "formaci—npopular" finalmente deb’a encontrarse una fundamentaci—n que pusiera derelieve el inmediato provecho de las medidas lingŸ’stico-pol’ticas para elindividuo. En este sentido cobra una importancia de primer orden naturalmentela funci—n comunicativa de la lengua, mientras que desde el punto de vista delpoder pol’tico propiamente dicho el interŽs se concentra en la funci—ncognitiva de la lengua (concretamente en la posibilidad de la transformaci—ndel conocimiento), a este nivel se argumenta en tŽrminos de comunicaci—n: a travŽsde la alfabetizaci—n cada individuo ser‡ capaz de participar en el cada vez m‡simportante intercambio de ideas por escrito en todos los aspectos de la vida;el enriquecimiento de la lengua Žtnica con palabras rusas har‡ posible lacomunicaci—n tambiŽn sobre temas de m‡s interŽs; el conocimiento del ruso poneal ruso en condiciones de comunicarse a nivel internacional entrando encontacto con una innumerable masa de hombres. Todos estos argumentos tienenatractivo en s’ mismos y con ellos se pueden lograr con el tiempo Žxitos nopeque–os. Tanto m‡s se prestan tambiŽn para encubrir las intenciones de hacersecon el poder. El interŽs por lograr una mejor’a en la comunicaci—n resulta tanautŽntico porque coincide en buena parte, en sus medidas concretas sobre lapol’tica de la lengua, con la preocupaci—n por una mejor’a en el control delconocimiento. Se pude hablar de las dos caras de una medalla: una es la yamencionada mejora de la comunicaci—n, cuya utilidad es f‡cilmente comprensible,la otra es la preparaci—n de la base para una eficaz manipulaci—n de la lengua(desinformaci—n). Sin embargo, se mantienen separadas exprofeso las dos caras.

        ÑHemos situado aqu’ el excurso sobre la t‡ctica del poder pol’tico porque esaqu’ donde se muestra con m‡s claridad y en los dem‡s campos continœa siendo lamisma en cuanto a sus fines y a sus mŽtodos sustanciales pero tambiŽn porqueaqu’ por primera vez se produce la colaboraci—n sistem‡tica de la lengua y sepone en pr‡ctica su estrecha relaci—n con la filosof’a marxista-leninista.

        ÑPareceque la t‡ctica marr’stica no tuvo todos los Žxitos que los jefes el partidoesperaban de ella. De una parte no cuaj— a todas luces el cambiar por medio demedidas pol’tico-lingŸ’sticas en un plazo razonable la realidadsociolingŸ’stica de modo que ya no hubiera necesidad de temer una verificaci—nemp’rica de la tesis fundamenta de la teor’a marxista-marrista. De otra a lolargo de 20 a–os fue cada vez m‡s dif’cil apartar a los lingŸistas de unasemejante falsificaci—n, puesto que no solamente se impon’a cada vez m‡s esatarea sino que adem‡s desde la perspectiva del marrismo no se pod’a uno oponerpor principio a ella. El leninismo y la ambici—n de poder que ocultaba habr’andebido mostrar a la larga su verdadero rostro (la arbitrariedad de unos pocos ode uno solo) para parar las no deseadas comprobaciones emp’ricas.

2.2.5 El per’odo estalinista

Ahora se quiso actuar antes de que seprodujera el propio desenmascaramiento. La interpretaci—n secundaria de lapraxis pol’tica respecto a la lengua y sociedad se hab’a vuelto precaria anivel cient’fico; deb’a ser sustituida por una nueva, construida de tal modoque por s’ misma (esto es fundada cient’ficamente sin necesidad de apoyarse porprincipio en autoridades extra-cient’ficas) descartara la investigaci—nemp’rica de la relaci—n entre estructura lingŸ’stica y estructura social, abase de quitarle el fundamento te—rico.

Ningœn otro que Stalin en persona fue quienen este sentido intervino en la discusi—n de la ciencia lingŸ’stica en 1950.Public— un escrito lingŸ’stico en el que presentaba una interpretaci—n de lalengua completamente nueva. Rechazaba la monogŽnesis de la lengua, un hecho quedebe interpretarse como simb—lico, incluso como expresi—n del deseo de arreglarcuentas para siempre con el marrismo. Pues debe recordarse que precisamente lateor’a de la monogŽnesis lingŸ’stica fue con la que el marrismo se hab’aperfilado y contra la que hab’an luchado los soci—logos marxistas. Este campo,impenetrable desde el punto de vista emp’rico, era adem‡s propicio como medidade acompa–amiento para adornar con una ornamentaci—n de camuflaje, la nuevateor’a que era la verdaderamente importante.

Pero la nueva teor’a, que Stalin hizoobligatoria para la lingŸ’stica, deb’a necesariamente causar sensaci—n enoccidente mientras que en el este era totalmente revisionista. En efecto, eldictador dec’a que la lengua sirve como medio de comunicaci—n a toda lasociedad porque si no Žsta estar’a condenada a la ruina. Esta tesis lleva a unasconsecuencias lingŸ’sticas cuya cuestionabilidad ÑtambiŽn teniendo en cuenta laminœscula competencia de Stalin como lingŸistaÑ no vamos a detenernos enprecisar mientras no afecte a la investigaci—n sociolingŸ’stica. De unaextraordinaria importancia son las enormes consecuencias ideol—gicas que setuvieron en cuenta. Porque se efectivamente la lengua por definici—n espropiedad de todo el pueblo, no puede depender de la diversa formaci—n social,de las estructuras socio-econ—micas. Con otras palabras: la lengua es la"realidad inmediata del pensamiento", que refleja la base. La lenguano pertenece a la base ni es un "fen—meno intermedio"; se la sacacompletamente del esquema base-superestructura y se la define como algoexistente de por s’ (esta vez se trata no ya de una osad’a cient’fica sinofilos—fica).

Todo esto carga Stalin sobre sus hombrosbuscando el efecto pol’tico-cient’fico-lingŸ’stico. Puesto que la lengua nopuede adscribirse ni a la base ni a la superestructura, tampoco puede presentarrasgo alguno de clase, mucho menos reflejar una estructura de clase. Un bruscocambio en la formaci—n social (sobre todo por medio de una revoluci—n) no puedeprovocar cambio alguno en el estadio de la lengua: Žsta permanece como el mediode entendimiento que pertenece a todos y que se desarrolla con leyes propias yexclusivas. Pero bajo estos presupuestos una investigaci—n sociolingŸ’sticaqueda sin objeto, Si la estructura lingŸ’stica no presenta ningœn rasgo propiode clase no hay raz—n alguna para investigar esos rasgos desde un punto devista emp’rico. Y efectivamente a partir de 1950 la sociolingŸ’stica no s—lofue canalizada por la presi—n puramente pol’tica sino que fue bloqueada porŽsta, que adem‡s pod’a justificarse con argumentos cient’ficos.

A la vista de la t‡ctica que se adopt— eneste terreno se puede observar el intento de trasladar la argumentaci—nsecundaria a prop—sito de la comunicaci—n (tal como se llev— a cabo a nivel decampa–a formativa, propagandista popular), bien que de un modo diferente alnivel cient’fico, para all’ arrinconar la hasta entonces vigente forma deargumentaci—n cognoscitiva que se hab’a vuelto problem‡tica. De nuevo, como yahab’a ocurrido en el per’odo marr’stico, se estrecha el ‡ngulo de visi—n y seabsolutiza un aspecto de la lengua.

La doctrina marrista, enemiga de laempirista fue sustituida de este modo por la meta.doctrina de Stalin, en parteinmune a la emp’rica. Para salvar la discontinuidad entre teor’a y empiria,vigente hasta entonces en el programa marrista, Stalin se permiti— otro corte,no menos grave, como ya hemos visto, entre las interpretaciones secundarias deciencia e ideolog’a. Stalin traicion—, para permanecer en el poder, laideolog’a que le legitimaba, lo cual equivale a firmar un pacto con el "demoniocapitalista". Hasta ahora los ide—logos comunistas no han logrado aclararde un modo satisfactorio, sirviŽndose de su concepci—n del mundo, c—mo esposible que un revolucionario profesional, como detentador del principiodialŽctico de la historia, se retire tambiŽn te—ricamente a la llegada delœltimo grado de marxismo-leninismo.

2.2.6 El per’odo post-stalinista

Parece como si Stalin creyera que no era sudeber, ya en sus œltimos a–os, mirar al futuro (o que en su poder absolutodeb’a temer m‡s a los datos cient’ficos que a los hombres ideologizados) y quehizo suya la filosof’a del "despuŽs de m’ el diluvio". En cualquiercaso, es apenas imaginable que la nueva doctrina, con sus graves quiebras,fuera capaz de convencer m‡s que los dogmas marristas a los cient’ficoscr’ticos e ideol—gicamente formados. Las contradicciones eran simplementedemasiado ostentosas. La doctrina fue v’ctima por tanto de la desestalinizaci—na partir de 1956. Era obligado intentar salir al encuentro del deseo deinvestigar de un modo experimental cient’fico Ñincluso a partir derazonamientos de formaci—n pol’ticaÑ y al mismo tiempo preocuparse de que elmarxismo-leninismo permaneciera firme como œltimo fundamento. Era esta unaempresa extraordinariamente dif’cil y es el motivo m‡s profundo por el quehasta 1960 no hubiera ningœn problema sociolingŸ’stico propiamente dicho. Hastaese momento solamente se hab’a elaborado las l’neas generales de la teor’a dela lengua.

Significativas para esta l’neas generalesson las consideraciones de la teor’a lingŸ’stica de Zvegincev (1956), que dejanentrever una vuelta flexible al materialismo ortodoxo, dialŽctico e hist—rico.La lengua vuelve a integrarse en la superestructura y es, de acuerdo con Marx,un fen—meno secundario, dependiente del mundo material.

Pero al mismo tiempo es tambiŽn categor’ab‡sica. En cuanto fen—meno supraestructural tiene la lengua dos funcionesesenciales: sirve al intercambio de pensamientos (comunicaci—n) y a larealizaci—n de los mismos. Su relaci—n con el pensamiento se formula de un modom‡s cauteloso, no ya simplemente como un pensamiento real-material sino como"necesariamente unido al pensamiento" y surgiendo juntamente con Žl.El fundamento de su desarrollo es el desarrollo de la sociedad. An‡logamente seperfecciona constantemente en diversas dimensiones. En cuanto a fen—meno debase la lengua se transforma de acuerdo con leyes propias; sobre todo sediferencia en muchas lenguas concretas, por ejemplo a travŽs de diversascomposiciones f—nicas, etc.

S—lo en 1961 se hicieron las primerasinvestigaciones emp’rico-sociol—gicas, sobre todo por interŽs de estado. Hasta1963 estos mŽtodos de investigaci—n encontraron acogida en la sociolingŸ’stica.En m‡s de 30 a–os en los que se hab’a vivido alejado, tambiŽn cient’ficamente,del mundo comunista, la emp’rica occidental lo mismo que la teor’a cient’fica,hab’an hecho progresos tan grandes que no se pod’a evitar abrirse ampliamente aoccidente y pedirle prŽstamos precisamente en un momento en que el shock de lossputniks hab’a llevado a occidente a amplios planes de formaci—n. En esteambiente la sociolingŸ’stica, con su teor’a de las barreras lingŸ’sticasconoci— un crecimiento mete—rico.

Naturalmente esa apertura constitu’a untema muy dif’cil porque Ñcomo ya se ha dicho m‡s arribaÑ la ideolog’a no pod’allegar a conclusiones que contradijeran el cuadro ideal de la sociedad sinclases encarnado por el socialismo desde ya casi 50 a–os existente en Rusia.Por tanto, la sociedad soviŽtica pod’a ser diferenciada lingŸ’sticamente s—loen cuanto se trata de la lengua como categor’a de base, pero deb’a mostrar unagran unidad en cuanto pertenece a la superestructura y depende de loscondicionamientos social-cognoscitivos.

La sociolingŸ’stica se dividi— porconsiguiente en tres direcciones que tienen pocas relaciones entre s’:

        a)socialfilos—fica. Esta direcci—n parte del materialismo hist—rico y trabaja conun mŽtodo deductivo. Prescinde completamente de la empiria, el"micronivel" (es decir el comportamiento lingŸ’stico propio de lasituaci—n) y la discusi—n de las teor’as gramaticales, tan relevantes desde unpunto de vista cognoscitivo. Es t’pico su rechazo del estructuralismo quepretende relacionar todos los cambios lingŸ’sticos con factores comunicativos(econom’a de la lengua, comprensibilidad, etc), es decir que entiende la lenguacomo un fen—meno de base sin ninguna relaci—n con la conciencia espec’fica declase del hablante. TambiŽn se recogen las actividades de planificaci—nlingŸ’sticas.

        b)An‡lisis del corpus lingŸ’stico. Estas investigaciones de material lingŸ’sticoconcreto son decepcionantes desde el punto de vista sociolingŸ’stico porqueapenas trascienden la tradicional dialectolog’a, teniendo en cuenta que lascategor’as sociol—gicas de descripci—n son muy limitadas. Se pone el acento enel proceso hist—rico de la lengua literaria que en la sociedad socialista debeocupar un lugar preminente mientras limita al dialecto a un papel meramentefuncional. Probar que esta evoluci—n (an‡loga al desarrollo de la sociedad)supone un perfeccionamiento y es de importancia hist—rica, es una empresaextraordinariamente dif’cil y no es sorprendente que as’ sea.

        c)An‡lisis emp’rico tanto sociol—gico como lingŸistico. Aunque esta œltimadirecci—n es la propia y prometedora sociolingŸ’stica, se practica muy poco. Elinflujo de occidente es en este terreno naturalmente grande. Se analizan y sevaloran cr’ticamente los mŽtodos de la obtenci—n representativa de datos. Elprincipal representante de esta direcci—n , Sveicer, publica en 1971 unhomenaje cr’tico a la sociolingŸ’stica americana, donde entre otras cosas,defiende los mŽtodos anal’ticos y critica, en parte con raz—n, el positivismo yel relativismo cognoscitivo.

Estos datos son a primera vista positivosporque hacen pensar en un fuerte progreso dentro de la ciencia. Sin embargo hayindicios, en relaci—n con acontecimientos en otros campos de la formaci—n de laopini—n soviŽtica, que llevan a sospechar que es s—lo la t‡ctica pol’tica quese ha refinado y que por lo que respecta a la sociolingŸ’stica se trata de unaparcial y controlada liberalizaci—n para que sirva de desahogo con el efecto deque tanto hacia dentro como en el exterior se crea la impresi—n de que se est‡al mismo nivel de investigaci—n y no hay porquŽ temer la comparaci—n con lasociolingŸ’stica occidental: se es superior a ella.

Entre los rasgos negativos hay que citar enprimer lugar en general la tendencia a desviar en la medida de lo posible losaspectos hacia campos perifŽricos de la sociolingŸ’stica y hacer lo m’nimoimprescindible en el terreno de la sociolingŸ’stica propiamente dicha (es decirla correlaci—n entre par‡metros sociol—gicos y lingŸ’sticos). Especialmente dosde estos campos perifŽricos despiertan un llamativo interŽs.

El primero es el cambio lingŸ’stico, sobretodo a prop—sito de la evoluci—n de la lengua literaria (cfr. o., Punto b). Apesar del interŽs que despierta el tema faltan definiciones claras. AmenuodÑdebido a la canonizada teor’a del perfeccionamientoÑ se formulanesteriotipados postulados de causa-efecto. El hablante, de un modo que resultaproblem‡tico, libera y fija la lengua. Una de las tesis principales postula queel cambio lingŸ’stico es provocado por factores internos (adecuaci—n a lafisiolog’a, manteniendo la capacidad de comunicaci—n, etc) y que Žstos a su vezson puestos en marcha por factores externos, de naturaleza socioecon—mica. Essignificativo que se concentran mucho m‡s en los "inofensivos"factores internos, que durante mucho tiempo Ñsin preguntarse porquŽÑ se handefinido como exclusivamente psicol—gicos cuando en realidad al menos en partedeber’an haber sido entendidos como factores externos porque intr’nsecamentedependen de variables o social-psicol—gicas (propias del conocimiento). Bugadovha reconocido esto en 1971 y ha intentado construir una tercera categor’a decausas del cambio lingŸ’stico: los llamados factores "internosÑexternos" que surgen de la contraposici—n entre necesidad del hablante ysituaci—n lingŸ’stica de hecho. Esto lleva consigo naturalmente una profundacomplicaci—n en la teor’a de la reflexi—n porque se considera el conocimientocomo independiente de la lengua por principio. En este punto la situaci—nlingŸ’stica influye en el conocimiento que a su vez es sustancialmente limitadoen su dependencia de las condiciones socio-econ—micas. Pero al mismo tiempo elconocimiento debe influir en la econom’a de la situaci—n lingŸ’stica. Esto esalgo que s—lo se explica con la existencia por s’ mismo de un principioespiritual o precisamente con el principio dialŽctico inmaterial-material. Engeneral, la situaci—n de la lengua en la descripci—n de la realidad segœn losconceptos de base y superestructura se ha convertido en un tema antip‡tico yevitado. Los "factores externos" del cambio lingŸ’stico, que deb’anser con raz—n el objeto principal de la sociolingŸ’stica han sido menosinvestigados y se limitan a una contabilidad asistem‡tica. Por lo general sehace hincapiŽ en la aparici—n de nuevas palabras (por ejemplo, "ComitŽcentral").

Una segunda ‡rea de interŽs secundario, quepor razones obvias goza de mayor interŽs, es la planificaci—n lingŸ’stica tantoa nivel monoŽtnico como a nivel multinacional. En el primero se echa en faltala insuficiente fundamentaci—n te—rica as’ como la problem‡tica aplicabilidad omejor aplicaci—n desde un punto de vista pedag—gico. En el segundo, de un modoparad—gico, precisamente falta de fundamentaci—n te—rica ha hecho posiblegrandes Žxitos en los que, ahora como antes, la mejora de la comunicaci—n llevaconsigo la pŽrdida de funci—n de la lenguas Žtnicas a favor del ruso.

ÑEl miedo ideol—gico o de poder pol’tico aque la sociolingŸ’stica pudiera detectar diferencias sociales se muestra enotros rasgos:

Ñ Predomina un gran desinterŽs por lasociolog’a y sus mŽtodos; ella misma se desinteresa de la lengua y esdeficiente en s’ misma.

Ñ No se toma postura en la controversiafundamental de occidente entre la teor’a del dŽficit o la diferencia, es decira prop—sito de la relaci—n entre la lengua espec’fica de clase y la capacidadcognoscitiva. La raz—n est‡ en que, de acuerdo con la doctrina marxista, sedeber’a declarar el conocimiento expl’citamente como independiente de lalengua, lo cual har’a problem‡ticos no s—lo los sustanciales progresos en laformaci—n de la teor’a del cambio lingŸ’stico sino tambiŽn sobre todo laarriesgada obligatoria y dominada por la pol’tica ciencia lingŸ’stica. TambiŽnse echan de menos las teor’as gramaticales modernas.

Ñ Permanece rudimentaria la investigaci—nemp’ricoÑ estad’stica. No es satisfactoria la correlaci—n entre par‡metrossociales y lingŸ’sticos.

Ñ All’ donde las investigaciones pueden sercomprometedoras para el edificio ideol—gico, se prescinde adrede de objetos deestudio neur‡lgicos. As’, en la direcci—n social-filos—fica, se exige que ladialectolog’a se cultive siempre como sociolectolog’a; pero en este terreno lasreferencias se limitan a la forma social burguesa y de hecho (como ya se hadicho m‡s arriba) la dialectolog’a soviŽtica sigue siendo tradicional. Todav’am‡s llamativo es que precisamente la direcci—n sociol—gico-emp’rica, que pod’aen realidad verificar las tesis deductivas sociolingŸ’stica, prescinde porsistema de la investigaci—n de la lengua de los trabajadores.

2.2.7 Conclusiones generales

En general debe decirse a prop—sito de laevoluci—n de la sociolingŸ’stica soviŽtica que continuamente ha sido impedidapor la ideolog’a que no pod’a ser tocada porque es la base de la legitimaci—npara los detentadores del poder comunista, y esto incluso en el per’odopost-stalinista. Girke/Jachnow aluden a menudo a falta de formaci—n de teor’acient’fica; y es que Žsta deb’a pararse all’ donde entraba en conflicto con laopini—n ideol—gica y esta sigue siendo la situaci—n teniendo en cuenta lasamplias servidumbres deductivas del materialismo hist—rico.

A lo m‡s, desde el per’odo marrista seintenta bloquear cuando no canalizar la autŽntica sociolingŸ’stica. Se haimpuesto un doble juego t‡ctico. En el per’odo marrista consisti— en la diversaargumentaci—n a los distintos niveles de la formaci—n de opini—n. DespuŽs deStalin, las comunicaciones transversales hab’an llegado a ser excesivas y seintrodujo el principio del doble juego incluso en los niveles de la formaci—nde la opini—n, tambiŽn en la ciencia: la sociolingŸ’stica "no sabenada" de los mŽtodos sociol—gicos; la relaci—n entre la lengua de clase ycapacidad de cognici—n permanece abierta, etc.

Sin embargo s—lo en parte funciona el doblejuego en la ciencia respecto al grado de formaci—n de los investigadores, demodo que antes y ahora deben emprenderse maniobras de apartarlos de campos deinvestigaci—n no deseados. En este sentido, se ha conseguido empeque–ecer esoscampos y hacerlos pasar desapercibidos tanto m‡s cuanto que se ha atribuido elinterŽs por esos campos a las sociedades burguesas.

La sociolingŸ’stica propiamente dichaaparece m‡s bien como un mal necesario, que viene impuesto por occidente.Formulado de un modo exagerado, actœa como arma de defensa, como antisŽpticocontra corrientes cient’ficas hostiles a la ideolog’a (alcanza su m‡ximo nivelen la cr’tica a esas corrientes), como la hoja de higuera con la que elmarxismo-leninismo intenta cubrir su desnudez (lingŸ’sticoÑ)cient’fica.

3. En torno a la colecci—n deGrosse/Neubert

3.0 Consideraciones previas

La repœblica democr‡tica alemana pasa porser el pa’s que con m‡s fidelidad sigue la l’neas pol’tico-ideol—gica de laUni—n soviŽtica. Su todav’a joven tradici—n sociolingŸ’stica se apoyafirmemente en muchos aspectos a la del gran pa’s hermano. En primer lugar hayque citar aqu’ la vinculaci—n ideol—gica de la teor’a y praxis cient’fica quelleva problem‡ticas situaciones de pol’tica investigadora muy semejantes. As’tambiŽn el volumen de Grosse/Neubert debe incluirse en el panorama de lasconsideraciones anteriores.

Este libro brinda una panor‡micaespecialmente representativa de la actividad sociolingŸ’stica en la DDR. Estopor los siguientes motivos:

        ÑElvolumen contiene art’culos cuyas ideas fundamentales fueron expuestas cincoa–os antes en una sesi—n de trabajo a nivel nacional. De ello se puede concluirde una parte que en Žl se refleja una l’nea a largo plazo, reconocida por todaspartes y de otra que hasta este momento no ha habido muchas novedades en lasociolingŸ’stica de la DDR (esto tambiŽn a prop—sito de la escasa bibliograf’ade ese pa’s citada).

        ÑElvolumen contiene aportaciones tanto te—rico-program‡ticas como de investigaci—npr‡ctica; tiene por tanto car‡cter representativo, lo que permite valorar larelaci—n entre teor’a y praxis en este campo y constatar eventualesdiscontinuidades.

3.1 En torno a la parte program‡tica

Vayamos primero al programa de la m‡s jovendisciplina de la lingŸ’stica en la DDR. Es presentada de forma concentrada porambos autores en el primer art’culo bajo el t’tulo: "Tesis sobre lasociolingŸ’stica marxista-leninista".

La primera tesis dice con toda claridad:"Fundamento de una sociolingŸ’stica cient’fica s—lo puede ser la teor’amarxista-leninista de la sociedad". (p. 9)

La aclaraciones que siguen a esta tesis sonextraordinariamente consecuentes y deber’an ser comentadas con m‡sdetenimiento.

1) Se habla expresamente de la dependenciade la "ciencia soviŽtica" que puede "proporcionar apoyossustanciales". Esta dependencia no se justifica por ejemplo por el altonivel de la investigaci—n sociolingŸ’stica sino por el hecho de que all’ seconserva la verdadera doctrina ideol—gica.

2) Esta estrecha dependencia setransparenta de nuevo cuando una se ha convencido de la primac’a de laideolog’a sabre los resultados cient’ficos: "Los resultados cient’ficosconcretos se muestran totalmente v‡lidos, cuando correspondes a las l’neasfundamentales del materialismo dialŽctico e hist—rico. Por eso hay queesperarlos sobre todo all’ donde el marxismo-leninismo es fundamento de laformaci—n de la teor’a." (p. 9).

Aqu’ se muestra ya con asombrosa crudezaque resultados cient’ficos, por m‡s que estŽn bien fundamentados, no sontotalmente v‡lidos, y esto no significa sencillamente que no son verdaderos(cfr. punto 3) o al menos totalmente despreciables si van en contra de losprincipios fundamentales ideol—gicos. Aqu’ no solamente est‡ predeterminada laactitud concreta ante la investigaci—n occidental (cfr, punto 4) sino tambiŽnla elecci—n de campos de trabajo para la propia investigaci—n. TambiŽn para elpapel del lingŸista tiene consecuencias esta actitud. Puesto que la verdad delsocialismo ya est‡ demostrada (cfr. punto 3) es para Žl completamenteanecd—tico encontrar verdades sobre una base cient’fica porque Žstas s—lopueden ser peque–os aspectos de la total verdad, ya conocida, del materialismodialŽctico e hist—rico. Respecto al hallazgo de la verdad lo sustancial ya est‡hecho. ÀCu‡l es entonces el papel del lingŸista?

"Las sociedad socialista espera de loslingŸistas que concentren su actividad anal’tica en elaborar fundamentoscient’ficos que hagan posible un camino hacia una comunicaci—n lingŸ’stica m‡seficaz en la sociedad socialista. Al mismo tiempo la sociolingŸ’stica marxistatiene que descubrir las limitaciones de las teor’as burguesas y sobre tododirigir la confrontaci—n con el abuso de la lengua al servicio de la ideolog’aimperialista". (p. 7)

Los paralelos con las directricessoviŽticas son evidentes. TambiŽn aqu’ se traza una separaci—n entre el aspectocomunicativo y cognoscitivo de la lengua y se hace dominar a aquŽl cuando es lapropia realidad social el objeto de investigaci—n y a Žste cuando se trata dela sociedad burguesa. Hacia dentro el cient’fico debe ser edificante (casi uninstrumento œtil), pero completamente acr’tico, el contrario hacia afuera debeser destructivo (casi nocivo) y nada m‡s que cr’tico. Los principios"te—ricos burgueses" son de entrada limitados y no est‡n a la alturade la teor’a de la sociedad socialista. La posibilidad del abuso sobre lalengua en forma de una manipulaci—n de la misma con fines propagand’sticosÑŽsta es una implicaci—n t‡citaÑ s—lo se utiliza por principio en occidente(una condici—n previa que deriva deductivamente de la teor’a de la alienaci—n).Por eso se puede uno dedicar dentro de la sociedad socialista exclusivamente alos problemas pr‡cticos de la mejora de la comunicaci—n. La "parcialidaddistributiva" respecto al objeto formal cognitivo ("externo a lalengua") y comunicativo ("interno a la lengua") de lasociolingŸ’stica se muestra aœn con m‡s claridad en la tesis 8.1:

"La sociolingŸ’stica aplicada apoyapor medio de an‡lisis cient’ficos y de indicaciones en torno a la mejora de lacomunicaci—n social, de un modo directo la configuraci—n de la sociedadsocialista. La sociolingŸ’stica aplicada desenmascara la reglamentaci—n de lalengua hostil al progreso y la manipulaci—n de la opini—n propia del capitalismodel estado monopolizador" (p. 21).

3) La ideolog’a en la que se apoyan estasl’neas comportamiento se basa a su vez en su pretensi—n de validez absoluta:

"Por medio de la praxis de lasrevoluciones sociales en los pa’ses socialistas ha revelado su verdad elsocialismo". (p. 9)

Esta es una frase muy digna de tener encuenta porque condensa la totalidad de la doctrina marxista. Punto central esnuevamente la cabeza de Jano del concepto de praxis (cfr. cap. 1.2). El aspecto"objetivo-pasivista" est‡ incluido necesariamente porque en otro casono se podr’a hablar de una prueba intersubjetiva de la verdad de una teor’a. Esdecir, si yo profetizo mis propios actos y luego los llevo a efecto hedemostrado en el mayor de los casos visi—n de cosas que pueden realizarse perode ninguna manera la esencia o la bondad del orden social (por cierto que Žstees exactamente el mal que aqueja al empirismo). En la frase citada el aspecto"objetivo-pasivista" de la praxis parte de la base de que lasrevoluciones socialistas han sido predichas por un te—rico como acontecimientonatural necesario y de que en consecuencia se han producido sin influencia deese te—rico. S—lo as’ se puede hablar realmente de una "verdadrevelada" (por supuesto de una verdad parcial; la pretensi—n de unaabsoluta validez es infundada). Ahora ocurre que efectivamente ha habido tantoun te—rica como las revoluciones por Žl profetizadas. Por el contrario no sepuede decir que se hayan producido sin influencia alguna por su parte. M‡sbien, entran en escena por medio de ÑpocosÑ hombres que se han apropiado de unadoctrina con extraordinaria lucidez y la han hecho evolucionar en un sentidototalmente subjetivo (mediante la aplicaci—n propicia del primado de la praxisy la pretensi—n de que los fil—sofos deben cambiar el mundo). Eran por tanto,al mismo tiempo profetas y realizadores de sus profec’as, concretamente deaquellas que tocan esencialmente sus propias actuaciones. Por tanto, la praxistiene al mismo tiempo un sentido "subjetivo-activista". Estadiscrepancia ase exterioriza en la frase citada de un modo lingŸ’sticointeresante. Efectivamente, no s—lo es equ’voco el tŽrmino praxis, tambiŽn loes el tŽrmino socialismo. De una parte aparece en el campo sem‡ntico de"verdad" como "neutral", una teor’a que no influye suobjeto. Pero de otra parte es significativo que el concepto aparece en la frasecomo sujeto, como agente; por tanto s—lo puede significar la praxistransformadora de los revolucionarios profesionales. Pero esto parte a su vezde la base de que los revolucionarios han "mostrado la verdad" de suteor’a a travŽs de hechos, con otras palabras: que su praxis (subjetiva) selegitima a s’ misma. Se agarran a su propia coleta para salir de la marisma dela mentira. La expresi—n de "verdad revelada" debe ser calificada eneste contexto como farisaica. Aœn m‡s: la doctrina defendida aparece como unapseudo-religi—n de la revelaci—n, en la que el "socialismo" (y estosignifica en concreto los revolucionarios profesionales que transforman elmundo) toma el lugar del Dios que se revela.

4) Por œltimo, el comentario a la primeratesis de Grosse/Neubert refleja tambiŽn la actitud lingŸista de la DDR ante laciencia lingŸ’stica no marxista:

"Las mœltiples descripcionessociolingŸ’sticas de los pa’ses capitalistas o evitan por lo general unafundamentaci—n filos—fica de las ciencias sociales o no ocultan en absoluto suactitud inicial positivista. De ah’ que las mœltiples observaciones parciales ylas explicaciones de cuestiones de detalle y problemas lim’trofes no tenganninguna relevancia como para introducirlas en la teor’a de la lenguamarxista-leninista." (p. 9)

Es verdad sin duda que la mayor parte delas investigaciones occidentales tienen una dŽbil (o incluso ninguna) basefilos—fica. Muchos sociolingŸistas no se plantean las consecuenciasextralingŸ’sticas de sus teor’as logradas de un modo inductivo o de suspresupuestos adoptados inconscientemente. Sin embargo, la cr’tica deGrosse/Neubert no puede aceptarse sin m‡s porque mide lo criticado exclusivamentecon la medida de la acr’ticamente adoptada teor’a de la sociedad marxista que,como hemos intentado mostrar, no est‡ situado en absoluto por encima decualquier cr’tica. Por el contrario, se evita con sangre fr’a una confrontaci—na nivel puramente cient’fico. Importante es que los resultados de lainvestigaci—n posean "relevancia para su introducci—n en la teor’alingŸ’stica marxista-leninista"; esto puede querer decir simplemente (cfr.punto 2) que un resultado es tanto m‡s relevante cuanto mejor y de un modo m‡scentral se deja insertar en la doctrina marxista y que (verdaderos) resultadosque contradicen esa doctrina , aunque sea en un punto central, son tachadossimplemente de "irrelevantes" problemas lim’trofes y de detalle y noson considerados dignos de una ulterior investigaci—n cient’fica. En la praxisesto se manifiesta, por decirlo de antemano, en que se toma en cuenta labibliograf’a occidental (a pesar de que Žsta aparece con frecuencia en lasobservaciones) o bien s—lo en general (por ejemplo por medio de un rechazogeneral) o s—lo en un punto concreto en la medida en que no se deja"insertar o asimilar".

Las siguientes tesis de Grosse/Neubert, m‡spropiamente lingŸ’sticas explican otros acentos program‡ticos que a su vezrecuerdan fuertemente la l’nea soviŽtica. As’, por ejemplo, en contraposici—nal occidente, se mantienen casi siempre en segundo plano la situaci—n concretaen la comunicaci—n y el acento investigativo se pone en "la lengua en lacolectividad", en el llamado macronivel.

"La lingŸ’stica de acuerdo con laposici—n de su tarea espec’fica no est‡ ordenada al individuo sino alconsorcio..." (p. 11)

Se intenta concretizar el principio de ladialŽctica al campo del objeto sociolingŸ’stico:

"La variaci—n sociolingŸ’stica y lanorma sociolingŸ’stica se muestran... como categor’as dialŽcticas." (p.16)

"El car‡cter sistem‡tico de lasociedad es... la causa de que la diversificaci—n lingŸ’stica no se extiendasin l’mites sino que se mantengan diferenciaci—n e integraci—n en una relaci—ndialŽctica." (p. 19)

Se reconoce que cambio lingŸ’stico y socialno coinciden plenamente (al menos en el tiempo):

"El sistema social se transforma segœnleyes propias; el sistema lingŸ’stico reacciona segœn el sistema de lossubc—digos, pero no directa e inmediatamente" (p. 19), porque lacomunicaci—n debe seguir funcionando. "Por eso la explicaci—n causal de laformaci—n de grupos tiene siempre un aspecto hist—rico." (ibid.)

El aspecto social-hist—rico de la lengua esmuy valorado: "La dimensi—n sociolingŸ’stica es una caracter’sticaesencial de la lengua." (p. 22)

Por consiguiente tambiŽn la sem‡ntica y lateor’a del conocimiento tienen un aspecto sociolingŸ’stico. Aqu’ se echa demenos (lo mismo que en la lingŸ’stica soviŽtica) una referencia a Basil Bernsteinque ha desarrollado la teor’a del c—digo, precisamente desde el punto de vistasocial-cognitivo, hoy todav’a defendible.

El siguiente art’culo de Neubert, quetodav’a puede incluirse en la parte program‡tica del volumen, se concentra todoen el aspecto cognoscitivo de la lengua. Neubert, al parecer uno de los"jefes ide—logos" en el tema sociolingŸ’stica, pone el acento no s—loen atacar la manipulaci—n de la lengua por parte de occidente sino que seesfuerza por contraponerla a la regulaci—n lingŸ’stica socialista, explicandoŽsta como un positivo progreso de la situaci—n social. Naturalmente alaba sinl’mites la construcci—n de la red de conceptos, cuyos miembros singulares(Lexemas) se organizan en la jerarqu’a de los llamados "Ideologemas"(p. 37), es decir, "invariantes lingŸ’sticas con un sentido de relevanciasocial" (p. 36) (Ejemplos ser’an "del pueblo", "delestado" y "socialista" que pueden entrar siempre en nuevasfunciones morfol—gicas y sint‡cticas y pueden, por tanto integrar nuevos contextosen un campo ideol—gico-sem‡ntico). Es significativo el hecho de que Neubertpresupone pero no prueba la tesis de la "falsa lengua de laburgues’a" y al mismo tiempo de la regulaci—n lingŸ’stica fomentadora delprogreso en la DDR. Sin hablar ni siquiera de pasada de la necesidad deprincipio por ejemplo de una verificaci—n sociol—gica de la situaci—n social enel este y en el oeste, parte de la base de que all’ est‡ la sociedad sinclases, unida, mientras que aqu’ est‡ la sociedad marcada por la contraposici—nentre la oprimida clase trabajadora y la burguesa que se encuentra en unaprofunda divisi—n. Compara desde un punto de vista puramente lingŸ’stico camposlŽxicos relevantes desde una perspectiva social, es decir, jerarqu’as deideologemas, sin poder explicar lo mas m’nimo que en un caso esa jerarqu’arefleja "un aspecto decisivo de la realidad social" mientras que enel otro debe presentar "un ocultamiento de las verdaderas relaciones declase". No se admite ni siquiera te—ricamente la posibilidad de que unapalabra, por ejemplo "polic’a popular" sea un eufemismo "paraapoyo y protecci—n" de las ambiciones de poder de un peque–o grupo (si seadmitiera se impondr’a la prueba emp’rica). El trabajo lingŸ’stico que haceNeubert, entre otras cosas con la introducci—n del concepto ideologema, esdigno de tener en cuenta (aunque como Žl mismo reconoce a nivel de art’culo derevista; pero all’ donde al menos deber’a aportar una prueba cient’fica enapoyo de su tesis, se contenta con una simple deducci—n de la ya conocidaideolog’a. En su categorizaci—n de la sociedad que est‡ en discusi—n no seapoya en investigaciones cient’ficas (m‡s o menos neutrales) sino en el modo dehablar de la forma de estado que se llama a s’ misma socialista. Un ejemplo:

"Las expresiones "delpueblo", "del estado", "socialista" dan testimonio Ñenel marco de su contextoÑ de nuestro estado socialista, que, como dice nuestraconstituci—n socialista, es la organizaci—n de los trabajadores". (p. 37,el subrayado es del autor). Este es un nuevo ejemplo de la incestuosajustificaci—n de explicaciones, propia de todo tipo de inmanentismos.

TambiŽn es de notar que el mismo Neubertorganiza su estilo lingŸ’stico de modo que el orden social socialista aparecesiempre en la mejor perspectiva. Para eso se sirve tambiŽn discretamente Ñlocual no es imprescindible para un cient’ficoÑ de momentos apasionados. Citemoss—lo un pasaje: Neubert se esfuerza siempre que le es posible, por hablar denuestra sociedad socialista, nuestro estado socialista, nuestra constituci—nsocialista. "Socialista" es para Žl una de las "descripcionespositivas... que no poseen un gran valor ideol—gico"; la frecuencia del"nuestro" pretende despertar sin duda un sentimiento de solidaridad patri—tica.Socialismo y patriotismo se unen sem‡nticamente de modo refinado con unaintenci—n persuasiva.

3.2 En torno a la parte pr‡ctica

Los once art’culos restantes hay queentenderlos como trabajo pr‡ctico de investigaci—n dentro de las l’neasgenerales program‡ticas. Si se tiene en cuenta su amplio espectro tem‡ticoposiblemente no es injusto considerar el conjunto como un corte seccional de laproducci—n sociolingŸ’stica en la DDR.

De una disciplina tan joven como lasociolingŸ’stica de la DDR (es 10 a–os m‡s joven que la occidental) no se puedeexigir que se presente ya con resultados totales. En realidad ocurre as’.Muchas cosas est‡n todav’a en un estadio de lo deseable. Los mejores logros sehan obtenido en campos tradicionales como la dialectolog’a (concretamente larelaci—n mutua entre lengua literaria y dialecto Ñque de hecho se cultiva de unmodo no sustancialmente diferente al tradicionalÑ, la fonolog’a y la sem‡ntica(lexicolog’a). Esto significa, entre otras cosas, que el mŽtodo de trabajo noes original, sino que se convierte en "sociolingŸ’stica s—lo gracias adesplazamientos accidentales (por ejemplo, trasladando investigacionessem‡nticas a campos de palabras con contenido social). Espejo de estaperifŽrica sociolingŸ’stica es la bibliograf’a a pie de p‡gina. LossociolingŸistas occidentales son citados s—lo para puntos concretos, bien seaen general, desde un punto de vista filos—fico (cr’tico) o cient’fico. Noaparece nunca una referencia a las teor’as cient’ficas en su contexto general.Esto aumenta naturalmente la sospecha de que la sociolingŸ’stica en la DDRtiene la funci—n de una hoja de higuera (cfr. cap. 2.2.7).

Esta "sociolingŸ’stica defachada" es muy comprensible si se tiene en cuenta la program‡tica. Sihemos dicho m‡s arriba que en esta sociolingŸ’stica muchas cosas est‡n enestadio de desideratum hay que a–adir que la mayor parte de esos desiderata(sobre todo la correlaci—n entre caracter’sticas sociales y lingŸ’sticas) no serealizar‡n nunca porque lo prohibe un desideratum principal en forma de miedosideol—gicos. As’ se presenta una situaci—n de la investigaci—n muy semejante ala de la Uni—n soviŽtica.

De una parte predomina un excesivo Ñencomparaci—n con lo normal en sociolingŸ’sticaÑ interŽs por cuestiones dediacron’a. De modo especial por la historia de las lenguas literarias en lospa’ses socialistas. Pero aqu’, salvo algunas generalidades, no se alude aposibles especificaciones de clase.

Esto indudablemente debe de estar enrelaci—n con la supervaloraci—n de la planificaci—n lingŸ’stica, porque sepueden lograr valiosos resultados en este terreno. Sobre todo se explorancampos lexicales en cuanto tales y su activo cambio y fijaci—n.

Un art’culo hace una clara referencia aldesarrollo lingŸ’stico en el tercer mundo, no s—lo de un modo indirecto por elhecho de que investiga la formaci—n de lenguas nacionales en çfrica, sinotambiŽn por el directo reconocimiento y fundamentaci—n del "gran interŽscient’fico" de la "ciencia marxista-leninista sobre çfrica" porese proceso. El autor, Siegmund Brauner, da dos razones:

        a)"La formaci—n de lenguas nacionales en çfrica es un proceso... que est‡’ntimamente unido al desarrollo Žtnico-hist—rico concreto de una comunidad, asu situaci—n y al desarrollo de los factores de producci—n"; pero elmarxismo "hace hincapiŽ desde el principio sobre todo la unidad de losprocesos social-econ—micos y espiritual-culturales en el desarrollosocial", con otras palabras, cree encontrar en çfrica su propiaconfirmaci—n, un fundamento de legitimaci—n en una praxis"pasivo-objetivista".

        b)a pol’tica leninista de las nacionalidades, que defiende "el derecho decada naci—n a una decisi—n propia en la pol’tica y la cultura" tiene en elbloque de pa’ses orientales una larga tradici—n. Con ello los pa’sessocialistas disponen de una rica experiencia y pueden ayudar; y precisamenteah’ se ofrecen a los lingŸistas nuevas ‡reas de trabajo y "posibilidadesde proporcionar un consejo cient’fico inmediato" (p. 50). Aqu’ de nuevo lapraxis se convierte en algo "activo-subjetivo". (por lo dem‡s aBrauner se le olvida advertir que para Lenin el nacionalismo es s—lo un estudiointermedio hacia el internacionalismo comunista). La dialectolog’a essustancialmente tradicional, como en la Uni—n soviŽtica, y sociolingŸ’sticas—lo de un modo muy perifŽrico. Los dialectos se ponen en relaci—n con laslenguas literarias con lo cual se establecen tesis muy interesantes desde elpunto de vista lingŸ’stico (por ejemplo, la de Lerchner de que hay una fronterasuperior en la aproximaci—n a la lengua literaria, lo cual lleva a una peque–acontroversia con Bergmann; una "Sociolectolog’a", como en occidente,no aparece por ninguna parte.

Algo fuera de lugar aparece el (en s’ no"malo") art’culo de Lorenz Wotjak sobre las "relaciones entreestructuras de significado y de semejanza". Se trata de una colaboraci—nde teor’a lingŸ’stica; sin embargo s—lo se puede hablar con propiedad de una"colaboraci—n a la lingŸ’stica" cuando uno es consciente de que lasociolingŸ’stica es siempre lingŸ’stica y construye a partir de ella.

El art’culo debe considerarse ante todo unintento de aportar un apoyo lingŸ’sticamente te—rico a la teor’a materialistade la reflexi—n en un espejo. En la apelaci—n expl’cita al positivismo semanifiesta una filosof’a hist—rico-construccionista:

El sujeto es "determinado por lahistoria". "El modo como el hombre se enfrenta con su entorno, lascondiciones y situaciones concretas en las que el hombre produce, determinan elcontenido de su conocimiento. As’ el hombre comprende el mundo, no en forma dela simple contemplaci—n de la naturaleza como es en s’ misma, sino siempre deun modo subjetivo". (p. 103) Junto a la habitual paradoja de la"praxis" se plantean aqu’ problemas de gran envergadura sobre lateor’a del conocimiento en forma de un par de frases cortas que, a pesar de sercuestionables, ni son discutidas ni se ofrecen a discusi—n. No podemosdetenernos en ellas en este momento.

Ñ Si hasta ahora nos hemos ocupado de loque en este volumen se encuentra en abundancia, no debe pasarse por alto lo quebusca inœtilmente en Žl un sociolingŸista "normal". Dig‡moslobrevemente.

Junto a la deficiente presencia deimportantes teor’as occidentales, de la que ya hemos hablado, llama la atenci—nsobre todo la ausencia de determinados campos de interŽs y mŽtodos queconstituyen precisamente la pieza angular de la sociolingŸ’stica. De una parteno se encuentra ninguna investigaci—n sobre vocabulario de las clasestrabajadoras, ni siquiera en las sociedades burguesas. De otra, faltan porcompleto mŽtodos sociol—gicos. De ah’ que la estad’stica (a excepci—n de tablasde preguntas muy sencillas en Brauner) no tenga ninguna acogida; se desconocenlas correlaciones. Incluso el programa pasa por encima con el silencio ese modode trabajo o lo critica, de pasada, completamente en general.

3.3 Observaciones finales

Se observa que, en oposici—n a lasociolingŸ’stica "burguesa", el aspecto "sociol—gico" de lasociolingŸ’stica cient’fica es sustituido por la ideolog’a marxista de la sociedad.Una coexistencia de ambas en torno al fen—meno de la lengua parece imposible.La ideolog’a se ha expuesto mucho en este terreno y f‡cilmente puede serdiscutida. Aunque es justa una postura cr’tica ante la sociolingŸ’sticaoccidental (tanto en la teor’a como en la empiria), sin embargo hay queescucharla y tomarla en serio. S—lo as’ puede pensarse en nuevos resultados yen posibilidades sustanciales de desarrollo. Pero todo esto es imposiblemientras uno se apoye en una doctrina que se llama a s’ misma cient’fica peroque parlotea de un modo hostil a la ciencia.

 

                                                                                                                  B.M.(1982)

 

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