HAAG, Herbert

Abschied vom Teufel

Benziger Verlag, Einsiedeln 1969.

(Trad. it.: La liquidazione del diavolo?, Ed. Queriniana, Brescia 1970, 83 pp.)

 

CONTENIDO DE LA OBRA

Se trata de un breve ensayo, en forma de meditaciones, sobre el mal, su naturaleza, su origen, su sentido, etc. El índice es, en la edición italiana, el siguiente:

Il nemico è il diavolo (p. 9) Trovato come un uomo qualsiasi (p. 14) Malvagio fin dalla giovinezza (p. 19) Tutti muoiono in Adamo (p. 26) E Satana istigò Davide (p. 33) L'invidia del diavolo (p. 42) Non fate posto al diavolo (p. 52) E se n’andò fuori (p. 60) Morte, dov'è la tua vittoria? (p. 66) L'ultimo Adamo (p. 74).

Como puede verse, tanto por el título como por el índice, el personaje central es el diablo. De hecho, las diversas cuestiones que aborda el autor en torno a la existencia del mal giran alrededor de la tesis central del libro: el diablo no existe, sino que es la personificación mítica del mal que el hombre encuentra en el mundo y en sí mismo.

VALORACIÓN CRÍTICA

Este libro carece de valor científico. Por una parte, no está concebido como un estudio riguroso de los diversos temas, sino como un ensayo, y no pasa del nivel divulgativo. Falta cualquier fundamentación crítica y bibliográfica. Por otra parte, está escrito con notable ligereza, haciendo afirmaciones axiomáticas de lo que —a lo sumo— son hipótesis poco o nada fundamentadas. Son frecuentes los pasos ilegítimos, las generalizaciones inexactas, etc.

En el fondo, está presente una concepción de interpretación bíblica directamente dependiente de las teorías de la desmitización, y el criterio de la “inteligibilidad para el hombre moderno” como regla hermenéutica de la fe. Igualmente, el autor se aproxima mucho al criterio de la sola Scriptura, propia del protestantismo. Estas ideas básicas, que explican los errores a que ha llegado Haag, están más explícitamente expuestas en su libro Biblische Schöfungslehre und kirchliche Erbsündlehre, en el que llega a afirmar tajantemente que la función del exégeta es “no interpretar la Biblia a la luz del Dogma, sino el Dogma a la luz de la Biblia” (Biblische..., p. 40)[1].

VALORACIÓN DOCTRINAL

Esta obra es doctrinalmente rechazable, no sólo por los planteamientos que están en su base, sino por contener graves errores doctrinales, algunos de los cuales son herejías explícitas. Rara es la página del libro donde no se encuentran esos errores. No es necesario interpretar el pensamiento del autor para descubrirlos; basta leer sus inequívocas afirmaciones.

Ya en la p. 9 puede encontrarse una confusa descripción del mal que tiende a reducirlo al mal físico (guerras, violencias, injusticia social, miseria, hambre, duda, enfermedad, desilusión, muerte), sin hacer mención del mal moral, formalmente tal (pecado). Simplemente el autor se interroga sobre la causa de aquellos males. A continuación (p. 10), se dice que la Redención ha destruido el poder del mal sobre el mundo; pero que sin embargo seguimos experimentando el poder del pecado y de la muerte (parece como si el pecado, por la reducción anterior, tuviese sólo una entidad intramundana y no de separación y ofensa de Dios). Enseguida, de la afirmación de que el Mal no existe en sí, sino sólo en “l'uomo cattivo, l'uomo che opera il male” (p. 10), se deduce la tesis principal del libro: el demonio no existe, sino que “si tratta del Male fatto persona, del Male che ha assunto forma concreta” (p. 11).

Para llegar a esa conclusión, Haag pretende interpretar algunos pasajes bíblicos. Aunque no trata directamente ese tema, da la impresión de negar la inspiración e inerrancia de la Sagrada Escritura, dando un valor determinante a los posibles influjos de la mentalidad del tiempo, de mitos tomados de pueblos vecinos, etc. Por ejemplo, afirma que la figura de Satanás entró en la Biblia por influencia del dualismo persa (Dios del bien y dios del mal), que al chocar con el fuerte monoteísmo judío, el “dios del mal” se redujo a criatura mala: el demonio (p. 40 s). Poco más adelante, Haag da como segura una interpretación evolucionista sorprendente, por ingenua e infundada: mientras al principio el pueblo judío había experimentado a Dios como próximo e inmediato, poco a poco lo habría ido experimentando más lejano, creando un espacio vacío, que luego fue colmado con intermediarios entre Dios y los hombres (los ángeles). “A prima vista sembra che così si sia ottenuto un arricchimento del concetto di Dio; una sublimazione del modo di concepirlo”. “In realtà, l'immagine di Dio che ne risulta viene ad essere così notevolmente depauperata” (p. 43). Después, sigue el autor, para explicar que algunos de esos espíritus intermedios sean malos, se supuso que “alcuni di essi avrebbero peccato e perciò sarebbero stati puniti e ripudiati da Dio, diventando così spiriti malvagi (p. 44). Y, más adelante: “Accade così che d'ora in poi dietro il peccato del paradiso terrestre si vede un'astuzia di Satana, e Satana viene identificato nel serpente”. “Anche l'Autore del libro della Sapienza condivide questa ingenua opinione (p. 50).

En fin, el diablo es una personificación, un artificio: “E'un artificio abbondantemente usato in tutta la letteratura dagli scrittori di ogni tempo quello della personificazione per rendere più vivace e drammatica una scena” (p. 51).

En consecuencia: “Dopo tutto quello che abbiamo visto, dovremmo ormai aver capito chiaramente che tutto quanto si afferma su Satana nel Nuovo Testamento non appartiene al messaggio vincolante della Rivelazione, ma solo a quell'immagine del mondo caratteristica degli scrittori biblici ossia della mentalità della loro epoca” (p. 52). Por tanto, “In tutti i passi del Nuovo Testamento nei quali compare il nome di Satana o del diavolo, possiamo tranquillamente sostituire a tali termini “il peccato” o “il male”. Questa personificazione serve soltanto a rendere il pensiero che si vuole esprimere più intuitivo e più incisivo” (p. 53).

    Esta interpretación llega hasta el extremo siguiente: “Abbiamo già compreso che nel Nuovo Testamento il concetto: “diavolo” sta semplicemente per quello di “peccato”. “Possiamo però ricavare dall'ammonimento “Non fate posto al diavolo” (Ef. 4, 27) anche questo insegnamento: non lasciatevi turbare da alcuna credenza sul diavolo” (p. 58). La tergiversación total del texto, dictada exclusivamente por una postura previamente adoptada, es patente.

Además de este argumento principal (“La teoría di un peccato angelico e di una caduta degli angeli si fonda su un mito”: p. 57), el autor afirma otros muchos errores de modo explícito.

En relación con el pecado original, afirma por ejemplo que el correspondiente pasaje del Génesis “deve essere considerato alla stregua di una parabola. Questa storia non si è mai svolta così, non è affatto una storia vera”. Y sigue: “perciò anche Adamo non è una determinata personalità storica, ma semplicemente il tipo dello uomo” (p. 21). Y, por tanto: “Occorre dunque, come conseguenza di quanto si è detto, lasciar cadere tutto quanto si è dedotto da questa concezione di un primo peccato originale” (p. 22). Es de notar el pueril argumento que Haag emplea en la p. 23 para negar toda la doctrina católica sobre el pecado original y, concretamente, el carácter hereditario de ese pecado, que supondría, según él un “Dios vengativo y cruel” que la mentalidad “moderna” rechaza.

Después de exponer algún pasaje de San Pablo (Rom. 5, 15; I Cor. 15, 21 s), dice que en esas concepciones “Paolo è figlio del suo tempo. Abbiamo già visto che questa concezione non è più compatibile con l'immagine che oggi ci facciamo del mondo e perciò abbiamo il diritto di non accettarla” (p. 30). “Si tratta dunque d'un equivoco e di un fraintendimento quando si afferma che ogni uomo nasce peccatore e deve essere purificato da un peccato attraverso il Battesimo” (p. 31).

Lo erróneo en ocasiones herético de este libro es más que patente, y no merece la pena detenerse en mostrarlo. Sin embargo, es interesante comprobar hasta qué extremos de aberración doctrinal puede llegar un teólogo católico, cuando prescindiendo totalmente de la Tradición y del Magisterio pretende determinar el contenido de la fe estudiando la Sagrada Escritura con determinadas reglas hermenéuticas: prescindir del carácter inspirado y poner la “aceptabilidad de la doctrina para el hombre moderno” como criterio de verdad.

Además, no es de admirar que si una filosofía determina las características de una exégesis, y esa exégesis ha de determinar después cuál sea el verdadero contenido de la Revelación, al final esa exégesis nos presente como único verdadero contenido de la Revelación lo que estaba contenido en aquella filosofía. Eso no es acomodar con sentido pastoral la expresión de nuestra fe a la mentalidad contemporánea, sino sencillamente querer determinar a priori qué es lo que puede creerse por quien sustenta aquella filosofía: pero ya no se trata, como es obvio, de la fe sobrenatural, sino de una simple creencia humana. Haag da prueba de eso cuando con palmaria arbitrariedad se apoya en unos textos de la Sagrada Escritura mientras rechaza otros de igual o mayor importancia, y trata de explicarlos por procesos de evolución, de influjos culturales, de mitologías, etc., por la única razón fundamental de que, desde su punto de vista previamente adoptado, no puede admitir que aquello sea verdad

C.C.

 

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[1] Vid. Recensión a ese libro.