HAWKING, Stephen

A Brief History of Time

(trad. cast.: Historia del Tiempo. Del Big-Bang a los agujeros negros)

ANÁLISIS DE LAS TESIS FILOSÓFICAS

Mucho se ha escrito recientemente sobre la controvertida aportación del físico británico Stephen Hawking a las teorías del origen del universo, cuyo interés se ha extendido más allá del ambiente de los físicos o los filósofos. En estas líneas presento un comentario crítico a su obra "Historia del Tiempo". En primer lugar expongo algunas ideas sobre física. En segundo lugar, presento las reflexiones filosóficas de Hawking al respecto; finalmente formulo mi propia crítica a esa aportación filosófica.

LA RELATIVIDAD GENERAL, EL "BIG-BANG" Y LA PROPUESTA DE HAWKING

Empecemos recordando, aunque no sea estrictamente necesario, el mínimo de ideas sobre física conveniente para entender las tesis filosóficas de S.Hawking, en su best-seller "Historia del Tiempo".

Hasta el más recalcitrante enemigo de las Ciencias ha jugado alguna vez a las canicas. Cuando la bola pasaba cerca del hoyo su trayectoria era desviada por la curvatura de este, y si pasaba por el hoyo llegaba a entrar en él, describiendo elipses cada vez más pequeñas en torno a su centro. Quien observase el hoyo desde arriba —con luz vertical, sin sombras— perdería la dimensión de verticalidad y no vería el hoyo ni relieve alguno, pero sí ese efecto de su curvatura como "atracción" de las bolitas.

Lo mismo ocurre con un cuerpo celeste que entra en el campo gravitatorio de la Tierra. Puede ser simplemente desviada su trayectoria o puede quedar atrapado describiendo elipses como satélites entorno a la Tierra. Nosotros no podemos "ver" la fuerza de la gravedad, pero sí sus efectos sobre la dirección y la velocidad de los cuerpos.

Ahora bien, Einstein descubrió que la gravedad no es sino la curvatura, el relieve en la gran superficie tetradimensional "espacio-tiempo" en que vivimos: esta es, en esencia, la Teoría de la Relatividad General. Hay cuatro dimensiones: tres que "vemos" y una cuarta, el tiempo, que no "vemos". La aceleración de un cuerpo producida por un campo gravitatorio no es otra cosa que la progresiva disminución del tiempo empleado en su desplazamiento, es decir, un cambio progresivo en la dimensión tiempo. Si pudiéramos representar plásticamente el "espacio-tiempo", de modo que las tres dimensiones del espacio quedaran reducidas a las dos de un plano, y la profundidad representara el tiempo, el resultado sería un relieve lleno de curvaturas, en que los campos gravitatorios aparecerían como "hoyos". Así, "no ver la gravedad" se puede traducir por "no ver el tiempo". Si miráramos el relieve verticalmente no podríamos ver el "hoyo" que la gran masa terrestre crea alrededor de sí misma, pero sí los efectos de su curvatura sobre otros cuerpos, es decir, los efectos de la gravedad.

Cuantitativamente, esta relación entre la geometría  (de la curvatura) y la física (gravitatoria) se expresa por la ecuación de campo G = 8*pi*T que relaciona la Geometría, es decir, el objeto matemático (tensor) que codifica los datos de curvatura del espacio-tiempo, con la Física, es decir, con el objeto (tensor) T que codifica los datos físicos (energía, impulso, etc.).

Sin embargo, Einstein escribió al principio esta ecuación en la forma G = 8*pi*T+&, es decir, añadió una "constante cosmológica" & para evitar que en su teoría el "espacio-tiempo" tuviera un "lugar instante" inicial. Poco después, la evidencia experimental —concretamente el distanciamiento de las galaxias descubierto por Hubble en 1920— le llevó a él y a la comunidad científica a admitir que el universo se expande y que por tanto hubo un Big-Bang o "lugar-instante" inicial, es decir, & = 0.

De este hecho tenemos desde 1965 otra evidencia experimental: la teoría del Big-Bang precedía unos 3º de temperatura en todo el universo, por encima del cero absoluto (-273ºC). Penzias y Wilson encontraron que existe de hecho 2,7º de temperatura (radiación de fondo), lo que supuso una brillante confirmación experimental de la teoría del Big-Bang galardonada con el premio Nobel.

Sin embargo, Stephen Hawking se encuentra intelectualmente incómodo con la actual teoría del Big-Bang como punto singular, pues el "estado inicial del universo tendría que haber sido elegido con mucho cuidado". En efecto, "en el modelo del Big-Bang caliente no hubo tiempo suficiente para que el calor fluyese de una región a otra del universo primitivo. Esto significa que en el estado inicial del universo tendría que haber habido exactamente la misma temperatura en todas partes, para explicar el hecho de que la radiación de fondo de microondas tenga la misma temperatura en todas las direcciones en que observemos. La velocidad de expansión inicial también tendría que haber sido elegida con mucha precisión, para que la velocidad de expansión del universo fuese todavía tan próxima a la velocidad crítica necesaria para evitar colapsar de nuevo". "Sería muy difícil explicar por qué el universo debería haber comenzado justamente de esa manera, excepto si lo consideramos como el acto de un Dios que pretendiese crear seres como nosotros".

Como contrapartida, Hawking propone recientemente otra teoría del Big-Bang en la que este aparecía como un punto no singular, es decir, no puntiagudo sino liso, igual que los demás: como el polo norte de una superficie esférica. Los paralelos que son mayores al alejarse de este proporcionan la imagen del universo en expansión en esta nueva versión. (No es realmente contradictoria con la anterior, pues en esta teoría el tiempo estaría medido en unidades imaginarias —artificio muy frecuente en la física actual).

EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO DE HAWKING

Hawking empieza recordando que "de acuerdo con distintas cosmologías primitivas y con la tradición judeo-cristiano-musulmana, el universo comenzó en cierto tiempo pasado finito, y no muy distante. Un argumento en favor de un origen tal fue la sensación de que era necesario  tener una "Causa Primera" para explicar la existencia del universo. (Dentro  del universo, uno siempre explica un acontecimiento como causado por algún otro acontecimiento anterior, pero la existencia del universo en sí sólo podría ser explicada de esta manera si tuviera un origen)".

Ya dijimos que en la teoría actual del Big-Bang este aparece como un punto singular. En estos puntos no existe un sistema de coordenadas, y por ser estos sistemas un instrumento habitual en Física suele parafrasearse este hecho, afirmando que en un punto singular fallan las leyes físicas.

Hawking entiende que, siendo el Big-Bang singular inabordable para los físicos, los filósofos lo han reclamado como objeto propio de su estudio.

Como el universo evoluciona desde su origen de modo necesario, determinado por la leyes físicas, los filósofos han visto reducido su discurso al solo tema de su origen.

"Primero, están las leyes que nos dicen cómo cambia el universo con el tiempo. (Si conocemos cómo es el universo en un instante dado, estas leyes físicas nos dirán cómo será el universo en cualquier instante posterior). Segundo, está la cuestión del estado inicial del universo. Algunas personas creen que la ciencia se debería ocupar únicamente de la primera parte: consideran el tema de la situación inicial del universo como objeto de la metafísica o de la religión. Ellos argumentarían que Dios, al ser omnipotente, podría haber iniciado el universo de la manera que más le hubiera gustado.

De hecho, Hawking llega a entender como prohibición papal las palabras que Juan Pablo II dirigió a él y a otros científicos en la audiencia que siguió a la conferencia sobre Cosmología organizada por los jesuitas en el Vaticano, en 1981: "Nos dijo que estaba bien estudiar la evolución del universo después del Big-Bang, pero que no debíamos indagar en el Big-Bang mismo, porque se trataba del momento de la Creación y por lo tanto de la obra de Dios. Me alegré entonces de que no conociese el tema de la charla que yo acababa de dar en la conferencia. La posibilidad de que el espacio-tiempo fuese finito pero no tuviese ninguna frontera, lo que significaría que no hubo ningún principio, ningún momento de Creación. ¡Yo no tenía ningún deseo de compartir el destino de Galileo, con quien me siento fuertemente identificado en parte por la coincidencia de haber nacido exactamente 300 años después de su muerte!"

Hawking explica a continuación que si su nueva propuesta del Big-Bang como punto no singular tuviera éxito, la situación cambiaría radicalmente: al no poderse hablar propiamente de inicio, ¿qué papel queda a la filosofía en la interpretación del universo?, ¿qué lugar para un creador?

Para aclarar el término "frontera" cuando Hawking expone su propuesta de Big-Bang no  singular, quisiera advertir que el físico estudia a menudo los puntos singulares, evitándolos, es decir, cortando (con unas tijeras) justo el vértice del cono. Así, el vértice queda reemplazado por un pequeñísimo borde o frontera. Se llega, pues, a llamar frontera a los puntos singulares y, así, Hawking afirma que él propone un modelo de universo "cerrado sobre sí mismo", esto es, sin fronteras: "En tanto en cuanto el universo tuviera un principio, podríamos suponer que tuvo un creador. Pero si el universo es realmente autocontenido, si no tiene una frontera o borde, no tendría principio ni final, simplemente SERÍA. ¿Qué lugar queda entonces para un creador?

CRÍTICA A LA FILOSOFÍA DE HAWKING

En su aspecto divulgador, creo que S. Hawking carece de una idea clara  de lo que en filosofía se entiende por Causa Primera, ya que él la entiende como causa cronológicamente primera y no como ontológicamente primera. Es decir que la ve como primera en el tiempo y no como primera en el ser. Así, pues, él cree que la Causa Primera es aducida como en argumento a favor de un origen temporal del Universo.

Sin embargo, es malentender la «Causa Primera» el verla como prueba de un tal origen. De hecho Tomás de Aquino dedica su artículo "Razones con las que algunos se empeñan en demostrar la no eternidad del mundo" a rebatir tales razones para probar lo que sólo es dato revelado. Así, pues, si llega en sus vías a Dios, «Causa Primera», es como ser necesario que debe existir dada la contingencia de los seres, es decir, la no explicabilidad de éstos en sí mismos: una cadena infinita de causas sería admisible en el tiempo, pero no para la causación en el ser. En efecto, todo quedaría sin razón de ser si se prescinde de una causa primera incausada invalidando la pregunta de Russell y Hawking «¿quien creó al creador?».

De hecho, consultadas las actas, éstas fueron las palabras exactas del Papa: «Toda hipótesis científica sobre el origen del mundo, como la de un átomo primitivo, del que procedería todo el universo físico, deja abierto el problema referente al comienzo del universo. La ciencia no puede por sí misma resolver esa cuestión; hace falta ese saber del hombre que se eleva por encima de la física y la astrofísica y lleva el nombre de metafísica». Cuál sea este problema o cuestión lo aclara citando a Pío XII: «No se puede negar que una mente iluminada y enriquecida con los conocimientos científicos modernos y que investiga con serenidad el problema es llevada a romper el cerco de una materia totalmente independiente y autónoma —bien por ser increada o haberse creado ella a sí misma— y a elevarse hasta un Espíritu Creador». Asimismo no es cierta la afirmación de Hawking de que «la Iglesia católica se apropió del modelo del Big-Bang y en 1951 proclamó oficialmente que estaba de acuerdo con la Biblia». Aparte del hecho anecdótico de que la hipótesis del Big-Bang la formuló el sacerdote astrofísico Lemaitre, probablemente se refiera a la no contradicción de esta hipótesis con la Biblia.

Del mismo modo, si la filosofía no se apropia la demostración de la no eternidad del universo, mal puede reclamar para sí el estudio de sus condiciones iniciales. Lo único que puede observar es la no contradicción de temas propios como la libertad humana o la libertad creadora o providente de Dios con las diferentes hipótesis sobre el universo, tales como la postulación indeterminista de la Mecánica Cuántica según la cual conocido el estado inicial del universo no conoceríamos su historia. Recalquemos que la indeterminación cuántica lo es sólo para nosotros, para los observadores humanos, pues como expone W. Heisenberg en «Physik und Philosophie», para un observador que pudiera medir durante tiempo infinito no habría indeterminación. (¿«Es el hombre la medida del universo»?).

En contradicción con su anterior afirmación: «Si conociéramos el estado inicial del universo conoceríamos su historia completa», expone Hawking que «con el advenimiento de la Mecánica Cuántica hemos llegado a reconocer que los acontecimientos no pueden predecirse con completa precisión, sino que hay siempre un grado de incertidumbre. Si se quiere puede atribuirse esa aleatoriedad a la intervención de Dios, pero se trataría de una intervención muy extraña, pues no hay ninguna evidencia de que esté dirigida hacia ningún propósito».

Un contrapunto filosófico sería la observación de Anaxágoras y Aristóteles de que «En la naturaleza hay un Entendimiento que es la causa del mundo y del orden del todo». Este es también el sentir de muchos científicos desde J. Keppler (en su tratado «De la armonía del Mundo» que dio origen a la Física Newtoniana) hasta Fred Hoyle (en «The intelligent universe»).

Al proponer Hawking que sólo una situación inicial —la de no singularidad— y quizá sólo una teoría física de evolución podrían dar lugar a un universo como el nuestro en que existieran seres humanos, él cree contradecir la libertad de un posible Dios al que sólo le que daba «completa libertad para decidir lo que sucedió y cómo comenzó el universo».

El sentir de bastantes filósofos que debatieron determinismo y libertad disiparía la contradicción observando que bien podría haber querido esta situación inicial y esas leyes físicas de evolución precisamente por querer crear seres humanos «Todo lo que no implica contradicción cae bajo la potencia divina, según se ha mostrado. Muchas cosas encontramos que no hay entre lo creado que no implicaría contradicción (...). Es así que quien, de entre las cosas que puede hacer, hace unas y otras no, obra por elección voluntaria y no por necesidad de naturaleza, sino por voluntad» (Tomás de Aquino, Summa contra gentiles).

En suma, creo que la filosofía que Hawking deduce de su propuesta sería una eliminación superficial de un creador, las vías de cuyo acceso sólo quedan cortadas (al estilo de Hume) por la negación de la causalidad —no por la causalidad física, determinista, cronológica, abatida afortunadamente por la Mecánica Cuántica —sino la causalidad en el ser. O también estas vías quedan cortadas por la negación misma del ser, esto es, de la existencia del universo, reduciendo su entidad a sus puras ecuaciones matemáticas en una reminiscencia del panlogismo de Hegel para quien «es esencial en la naturaleza de la Idea el desarrollarse y sólo a través del desarrollo llegar a la comprensión de sí misma y a ser lo que es» (G.Hegel, «Introducción a la Historia de la Filosofía»). Sin embargo, la vía hacia Dios está abierta para el hombre que entiende que las cosas son y que tienen una causa, una razón de ser, es decir, que no sólo pregunta cómo es el universo, sino por qué existe el universo. Por qué el ser y no la nada. Esto es, por ejemplo, el sentir de Heisenberg y otros científicos como De Broglie y Jordan en su interpretación filosófica de la Mecánica Cuántica que ellos mismos crearon.

 

                                                                                                                I.S.L. (1989)

 

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