JOYCE, James

Exiliados

Ediciones Cátedra S.A., Madrid 1987, 207 pp.

(t. o.: Exiles)

EL AUTOR Y SU OBRA

James Joyce nació el 2 de febrero de 1882 en un suburbio de clase media de Dublín. Era el mayor de 15 hijos de una familia católica. Estudió en los colegios de jesuitas Clongowes y Belvedere. Allí sintió frustración por la pobreza en la que se encontraba, viendo la brillantez evidente de su mente. Destaca ya en esos colegios como un alumno aventajado, consiguiendo diversos premios literarios y mostrando ya, a juicio de sus profesores, ciertos signos de irreligiosidad. Es la época en la que dos personas le dejarán grabada una profunda huella: halla en el noruego Henrik Ibsen y en su producción dramática el ideal ejemplar de sus propias inquietudes literarias; por otro lado, en 1891 muere el líder nacionalista irlandés Charles Steward Parnell, abandonado a su suerte por sus seguidores y, en especial, por la Iglesia Católica irlandesa. La figura de Parnell y la "traición" de que fue objeto quedarían para siempre presentes en las ideas y en la obra de Joyce.

Cuando terminó sus estudios secundarios acudió, en 1898, al University College (Dublín). Durante esos años decisivos (recreados en el capítulo V de "A Portrait"), su espíritu joven y rebelde decide abandonar su patria, hecho que ocurriría en 1902. Joyce ha decidido que el ambiente dublinés no es el más apropiado para su propio desarrollo artístico. De esa manera quiere cortar con los lazos que le unen a su familia, a la Iglesia y a su país.

Marchó a París con el pretexto de iniciar la carrera de Medicina. Allí se dedicó más a frecuentar la Biblioteca Nacional y la vida alegre estudiantil. Tras una breve vuelta a Dublín reniega definitivamente en 1903.

Olvidado de sus propósitos de estudiar Medicina, vivió en varios países europeos, consagrado por entero a su obra y a la tarea de crear un sistema estético (que aparecerá más tarde descrito en "A Portrait").

Son tiempos en los que el renacimiento literario irlandés ocupa la escena literaria e intelectual europea, y es el centro de atención de todos aquéllos con deseos de hacer algo mínimamente importante por la cultura irlandesa. Joyce se mantiene al margen de este movimiento porque considera que mira más hacia el pasado que hacia el futuro. En ese grupo destacan W.B. Yeats, John Synge, Lady Gregory, George Russell y Edward Martyn. El propio Joyce, al marchar a París, se había ya licenciado en lenguas modernas (italiano, francés y alemán, además del latín que ya dominaba y del noruego que aprendió por su cuenta para leer a Ibsen en el original).

En 1904, en París, comenzó a trabajar en "A Portrait of the Artist as a Young Man", reescribiéndolo y revisándolo después durante un periodo de diez años. Se publicó en Inglaterra por primera vez por entregas entre 1914-1915. Volvió a Irlanda de modo pasajero cuando su madre murió. Conoció allí a Nora Barnacle, quien volvió al continente con él para establecerse en esta ocasión en Trieste (Italia). Joyce se oponía al matrimonio y convivieron juntos 27 años; tuvieron dos hijos antes de que se casaran legalmente, al final de su vida, "por motivos testamentarios".

Su carrera profesional se vio marcada por las continuas luchas por conseguir publicar sus obras. En Irlanda le negaban publicar, y lo hubo de hacer en Inglaterra ("Dubliners"), en París ("Ulysses") y en Estados Unidos.

Murió de una perforación de estómago por una úlcera en 1941 en Zurich (Suiza) a la edad de 58.

James Joyce tan sólo escribió seis libros —un delgado volumen de versos, una obra de teatro y cuatro libros de ficción—, pero a pesar de ello es reconocido en el mundo actual de las letras como uno de los grandes escritores de nuestro tiempo.

Pasaba diez años escribiendo cada libro, lo que hace que muchos lo relean encontrando nuevas sugerencias en cuanto al tema, técnicas literarias, etc. Se destacó muy pronto por ser un innovador; las técnicas literarias que introdujo en "Ulysses" señalaron el comienzo de una nueva forma de escribir. Los métodos tradicionales para él estaban ya exhaustos.

Es difícil sin embargo encuadrarle en una línea literaria existente. En sus tempranos trabajos —empezó a escribir desde muy joven— podemos apreciar la influencia de las escuelas literarias del Naturalismo y del Realismo Psicológico (esto último se descubre sobre todo en su libro "A Portrait", que viene a ser una biografía suya introspectiva y muy psicológica de sus primeros 20 años de vida).

Pero al final de su vida no está conectado a ningún género o movimiento literario. Cuando él dejó Irlanda en 1903 era aún joven, cortó con la línea literaria irlandesa del renacimiento y se consagró a la tarea de convertirse en un "artista", siendo él mismo su propio maestro.

"Dubliners" (1914) es un libro de historias cortas, escrito en una prosa clara e inteligible, centrándose sobre todo en lo más sórdido. El material que utilizó para escribirlo está tomado de su propia experiencia en Dublín o en París, o de las historias que le contaba su hermano Stanislaus acerca de la vida de Dublín.

En "A Portrait of the Artist as a Young Man" (1916) comienza a experimentar con técnicas más complejas y con multitud de niveles de significado en la propia novela.

En la época en que escribe el "Ulysses" (1922), su mayor contribución a la literatura, su forma de escribir es lo suficientemente "pesada" como para soportar los contenidos simbólicos y míticos que lleva dicha novela. Joyce presenta directamente la conciencia de sus personajes y cuando éstos cambian, también cambia inesperadamente el estilo. Aparece por ello lo que se ha denominado "el flujo de conciencia" o el monólogo interior, en los que se presenta todo a través de una sucesión de imágenes e ideas aparentemente inconexas, pero unidas por la trabazón de un argumento lógico, o secuencia narrativa. Contenido y estilo, pues, se corresponden.

Su obra final es "Finnegans Wake" (1939). Es demasiado densa y experimental, difícil de entender. Sobre esta obra la crítica se divide. Se trata de un sueño universal acerca de una familia irlandesa. La compuso en un estilo multilingüe, con muchos niveles de significado, y por ello parece ininteligible en una primera lectura. Pero está lleno de sentido poético y de ingenio, con pasajes de gran belleza.

Sus cuatro libros de ficción están unidos temáticamente. Muchos de los personajes y situaciones se repiten o se entrecruzan por los distintos libros.

Su habilidad como novelista y sus francos relatos de la naturaleza humana le han hecho ser muy popular mientras que su maestría sobre el lenguaje y su brillante desarrollo de nuevos métodos literarios le han hecho ser uno de los más influyentes escritores de nuestro siglo.

Joyce no ha sido un autor precisamente prolífico, e incluso se puede decir que toda su obra constituye en última instancia un único libro donde los temas, las inquietudes y preocupaciones del autor aparecen y desaparecen para volver a resurgir más adelante.

Casi todas sus obras son imaginativas reconstrucciones de su propia vida, sobre todo de su temprana juventud. Por ello se dice que el conocimiento de su vida —azarosa y errabunda como la de Ulises— ayuda a entender su obra.

Joyce se ha convertido con el paso del tiempo en la figura fundamental a la hora de entender el desarrollo y la evolución de la literatura moderna. Su influencia es, como cabría esperar, más obvia en el mundo de habla inglesa, pero también los escritores de otras zonas de la cultura occidental han acabado mirando con admiración a la revolucionaria obra del autor irlandés.

EL LIBRO

"A Portrait" significó para Joyce el gran salto a la popularidad dentro de los círculos literarios europeos. Dos años después, en 1918, "Exiles" fue publicada. El autor contaba 36 años de edad y se encontraba ya en plena creación de "Ulysses". A pesar de la aparente sencillez temática y formal de esta obra de teatro —de lo más sencillo de Joyce— es una de las más ricas.

Muchos críticos han calificado esta obra como su "patito feo" por no alcanzar la calidad literaria y el carácter innovador de sus obras en prosa; a pesar de ello el escritor la miró siempre con especial celo, dedicando mucho tiempo y energía a su producción teatral, a su publicación y diversas traducciones.

En 1917 la preocupación que tenía por publicarla era ya una obsesión. Desde 1915 su amigo Ezra Pound (famoso poeta y crítico norteamericano) había estado buscándole un productor o un escritor para publicarla. Pound también la veía muy por debajo de sus otras obras en cuanto a la calidad técnica, pero le fascinaba ver al más brillante de los novelistas de su tiempo ensayar una forma inferior, el teatro. Pero debido a su construcción, el libro no podía ser convertido en una novela.

El título y temática interior de la obra, el exilio, se corresponde con el propio exilio de Joyce y el que experimenta también Stephen Dedalus en "A Portrait" (véanse las connotaciones que trae consigo el mismo nombre elegido: Dedalus). Al final de esa novela, S. Dedalus se enfrenta a la necesidad de romper brutalmente con el orden social y espiritual en que se ha formado para intentar, en el exilio, crear un nuevo orden más acorde con sus necesidades.

En la propia vida de Joyce, como ya he dicho anteriormente, se produjo el exilio. Joyce volvió temporalmente, por segunda vez, a Dublín en 1904 ante la enfermedad grave de su madre (un cáncer que se la llevaría meses más tarde). Allí conoció y comenzó a salir con Nora Barnacle, una joven camarera de hotel, de la que se enamoró y de la que no se separaría jamás. Los dos abandonarían Irlanda para trabajar en Europa: Pola (Suiza), Trieste, Roma y por último de nuevo en Trieste.

En 1909 vuelve a Dublín para visitar a su familia y amigos. Uno de estos viejos amigos, Vicent Cosgrave, al que Joyce creía leal, fue el que más daño le produjo, al insinuarle que Nora solía salir con él en 1904, los días que no estaba con James. Sin duda el propio Joyce se inspiraría en esto al tocar en ésta y en otras obras el tema de la fidelidad, o la traición, en caso contrario. Una vez aclarado el infundio de Cosgrave no dudó en utilizar esta experiencia y reproducirla en su obra de teatro.

De carácter sensible, Joyce podía ver traiciones por cualquier lado y creyó lo que su amigo le decía. Así llegó a escribir una serie de cartas a Nora acusándola de esta traición e incluso llegando a cuestionar la paternidad de su hijo. Afortunadamente para ambos, otro amigo de Joyce le aclaró que no era más que una sarta de mentiras.

Otra experiencia autobiográfica que utilizó fue la relación entre Joyce y el director de 'Il Piccolo della Sera', Roberto Prezioso. Éste, a través de la amistad con Joyce, se fue interesando cada vez más de Nora, haciéndole frecuentes visitas. Todo culminó cuando Joyce en plena calle le afeó su conducta y el abuso de su amistad. Su amigo acabó llorando y pidiéndole perdón por todo lo sucedido.

Además, al comienzo de la obra la situación de Richard y Bertha ofrece un obvio paralelismo con la vida de Joyce y Nora. Estos dos personajes centrales regresan a Irlanda con su hijo en 1912 (que coincide con el último año que Joyce visitó Irlanda). Richard, además, no está casado legalmente con Bertha (al igual que Joyce y Nora). Richard se enfrenta a un viejo amigo, Robert Hand, que desea a su mujer. Al tiempo, se reproducen las dudas creadas por la incertidumbre de si hay o no fidelidad.

En tres de sus escritos (Exiliados, Ulises y Finnegans Wake) el tema de la infidelidad y los celos aparece tratado como componente importante de la conducta de los personajes. En "Exiles" se da la particularidad de que es el asunto central de la obra, no hay otra cuestión además de eso. En las restantes obras se mezcla esto con otros componentes, como el del pretencioso proyecto de convertirse en un artista. Vemos pues la gran cantidad de referencias autobiográficas de las que tomó buena nota.

Richard Rowan, en la obra que nos toca comentar ahora, ha llevado a cabo la ruptura, el exilio, hace mucho tiempo y se encuentra dolorosa e irremediablemente abocado a continuar hasta el fin, aunque ello le cueste la intranquilidad espiritual (Bertha), la pérdida de la amistad con Robert Hand y la renuncia al amor (Beatrice). Pero al final de la obra el exiliado será su amigo Robert.

Se trata de una comedia en tres actos en la que Joyce lo que pretende es representar un conflicto de pasiones y de sexos. Demuestra, a pesar de ser una comedia, una carencia absoluta de humor e imaginación. William Butler Yeats la rechazó en primera instancia porque no se podía representar y porque estaba demasiado lejos del teatro folklórico.

Temáticamente, y en un plano superficial, es una obra sencilla pero se atisba la complejidad de la infraestructura de lo que hay por debajo. Cada gesto, cada palabra, por muy anodina que parezca, hasta la más inocente apariencia, tenía su significado concreto para Joyce. Así, por ejemplo, el hecho de que los dos personajes masculinos lleven nombres que empiecen por "R" y las mujeres tengan nombres que empiecen por "B", es una forma gráfica de identificar el cuadrilátero emocional que da cuerpo a la obra, complicado por los triángulos internos.

Hay también quien ha llegado a descubrir más. Richard, por ejemplo, significa 'riqueza' (del inglés antiguo 'ric') y tiene connotaciones de "gobierno firme". Por otro lado, el nombre de Robert podría hacer referencia a Roberto Prezioso, modelo en el que se fijó al escribir esta obra. Además, existe un curioso paralelismo entre Robert y 'robber' (= ladrón), dadas las situaciones que éste plantea al pretender robar a su mujer.

Contiene además alusiones a Shakespeare, Madame Bovary de Flaubert, Schopenhauer, Paul de Koco, etc., substratos pseudomasoquistas, lésbicos y simbólicos. Todo conduce a dar riqueza y ambición a una obra que, de lo contrario, sería demasiado sencilla para ser de Joyce.

Esta obra es —en palabras de Pound— "peligrosa e irrepresentable". Trata de recordar en estos problemas que se representan por medio del teatro, que los verdaderos problemas de la vida son insolubles. Se tantean, eso sí, unas respuestas. El tanteo aquí es un juego con la 'fidelidad' —que Joyce desprestigia absolutamente desde el momento en que se admiten las dudas— y el adulterio. Lo que busca Joyce es tantear, estudiar el grado en que un individuo inteligente es responsable por la conducta de quienes lo rodean; expone la vieja cuestión de la relatividad de los derechos del intelecto, la emoción y el sentimiento.

Aparte de la temática es importante la forma de orientar la obra y la forma de escribirla. Escritores como Henry James se preocupaban por el punto de vista de la narración o el interés por la psique humana. Así escriben, en un 'monólogo interior', Virginia Woolf y Joyce. Así el punto de vista de la narración se adecúa, con coherencia, a la realidad psicológica que se describe. La narración sigue el flujo que la propia psique genera, la del personaje, y no la que el autor, con su retórica convencional, quiera imponerle.

Joyce detestaba que un escritor se dedicara en sus obras —ya sea directamente o a través de los personajes— a la predicación con fin pedagógico o moralizante. Aborrece esta actitud en el hombre. Le parece lo más superficial del mundo, e impropio de un escritor. No existe para él ningún valor objetivo en las cosas. Por ello rompió con su familia, con su nación y con la Iglesia.

CONTENIDO

Acto I.

Estamos en el verano de 1912, en una quinta de un suburbio de Dublín, concretamente en Merrion, cerca ya de la playa. El comienzo se sitúa en el salón de la casa de Richard Rowan. Es una cálida tarde de Junio y la luz solar empieza a decaer. La pareja Rowan llegó hace tres meses, después de haber pasado ocho años fuera, en Roma.

Brigid, la anciana sirvienta de la familia Rowan recibe a Beatrice Justice en la casa. Ésta es la profesora de música del hijo de la familia, Archie, que tiene ocho años. Beatrice es una joven de unos veintisiete años, morena y delgada. Al llegar a la casa habla con Brigid, ya que la joven profesora acaba de volver de viaje después de mucho tiempo fuera.

Richard también le da la bienvenida y charlan luego a solas, con un tono un tanto de discusión. Beatrice, Richard y Robert —periodista— se conocían desde la infancia. Beatrice se interesó por Richard antes de que se marchara, y también cuando se fue con ciertas cartas que le envió. A la vez, desde pequeña —se lo sonsaca Richard—, amaba y se prometió a su primo Robert. Richard sabía que él mismo era el tercero en discordia. Conocía lo de su amigo Robert y Beatrice ya que su amigo no le ocultaba ningún secreto. Precisamente por eso Richard se fue. Partió a su exilio. Beatrice, después, se fue sumiendo en la intranquilidad. Nada la confortaba y no hallaba la paz por ningún sitio —le dice con amargura—. La relación con Robert se fue enfriando. Fue viendo las cosas de otro modo, sobre todo cuando enfermó y estuvo al borde de la muerte.

Richard hace reconocer a Beatrice que se sentía atraída por Robert, pero que su mente estaba en Richard mismo. Se resistió a Robert y a él también, aunque de un modo distinto. Ella le confiesa que sufría por ella misma, pero que también por la actuación de Richard en el asunto de su madre. Ésta le mandó llamar antes de morir pero él no acudió. No fue porque le advertía, le conminaba a romper con el pasado (es el mismo caso del propio Joyce: renunció a la Iglesia, al matrimonio, a su familia y a su nación). Él no la hizo caso y "murió sola, sin haberme perdonado, y reconfortada por los ritos de la Santa Madre Iglesia" —dice Richard fríamente a Beatrice (p. 82).

A Beatrice le escandalizan estas palabras, el tono con que le habla de su madre, de la muerte..."¿Qué daño pueden causar mis palabras a su pobre cuerpo que se pudre en la tumba?" —refiere Richard—. "Mientras ella vivió, yo luché contra su espíritu hasta el amargo final... Aún sigue luchando contra mí... aquí dentro (dice llevándose la mano a la frente)" (p. 83).

Ella le echó y por su culpa —dice— pasó años en el exilio y en la pobreza. Jamás aceptó las limosnas que le enviaba por el banco. No le comprendió nunca, a su propio hijo, y llegó a llamar a Archie "hijo del pecado y de la vergüenza".

Richard, al igual que el propio Joyce, no estaba realmente casado. Así Joyce, al comunicar a su hermano Stanislaus la noticia del nacimiento de su hijo, Giorgio, algún enemigo suyo en  Yeats extendió el rumor de que el telegrama en realidad terminaba diciendo "la madre y el bastardo bien". Por eso inserta Joyce esto en su obra, en tono agresivo, fuerte, sarcástico. Además Richard no cree lo que Beatrice le dice de que sus padres le querían (ya los dos han muerto).

Sale entonces Richard por el jardín y entra en el salón Robert Hand, hombre de mediana estatura, de entre treinta y cuarenta años de edad. Lleva un gran ramo de rosas rojas. Se encuentra con su prima Beatrice y la saluda sorprendido. Le dice que ha traído las rosas a la señora de la casa (en inglés "mistress", que puede indicar tanto 'señora' como 'amante', otro artilugio originalísimo de Joyce, señalando a Bertha). Hablan con un tono muy cortés y familiar hasta que Archie entra por la ventana. Conversa con los dos con su divertido acento italiano.

Robert pregunta a Archie por su padre, a quien ha venido a ver. ha ido a Correos, le dice, pero su madre viene.

Bertha, mujer joven, con actitud cordial y segura entra en escena. Saluda sorprendida a Beatrice ya que no esperaba que volviera inesperadamente. Ésta se empeña en dar la clase semanal a Archie, a pesar de su viaje agotador, y salen maestra y alumno para un rato de clase.

Bertha entonces le enseña a Robert un papel en el que éste le dio la noche anterior un mensaje y le pregunta por su sentido. Éste le declara que la ama profundamente y le da el ramo de flores. Después Bertha escucha complacida los muchos piropos que le va diciendo. Muchos de esos términos son paralelos a los que luego escribirá en "Ulysses".

La conversación se vierte más tierna cada vez y Robert le besa la mano. Le dice que también ha venido a hablar con Richard para animarle a que acepte la cátedra de Literatura Románica; ella debe ayudarle a convencerle. Para ello debe convencerle para que se quede en Dublín.

A partir de la p. 94 se refiere crudamente la pasión que Robert siente por Bertha, hasta que al final éste le cita en su casa esa misma noche. Ella acepta tal invitación.

En ese instante entra Richard por el jardín. Después de los saludos Bertha se retira para que hablen. Robert le cuenta que el vicerrector ha leído su libro publicado y pretende ofrecerle la cátedra. Le anima a que la acepte y se comprometerá a apoyarle desde la prensa, ya que la opinión general de su pasado le es desfavorable. Todos saben que nueve años antes se había escapado con una muchacha joven que no era la que le convenía. Para todos fue una desaparición misteriosa la de Richard, muy comentada, y el nombre de Robert se vio involucrado, por eso quiere escribir un artículo en el periódico. Pero Richard no quiere aceptar, no quiere renunciar a su pasado, a su orgullo y a su sentido de la 'libertad'. ¿Por qué va a hacer correr esos rumores? —pregunta Richard. "Por cumplir con los convencionalismos sociales y por nuestra amistad de toda la vida" —le responde Robert (p. 102). A la vez le confiesa que lo hace también por Bertha: la dejó sin libertad, no pudo elegir libremente. Aceptó todo lo que le propuso sin darse cuenta.

La conversación se desenvuelve luego muy informal, vulgar, recordando viejos tiempos, sus juergas y sus 'pecados' de jóvenes, como dice Richard (pp. 102-105).

Antes de despedirse Robert le transmite a su amigo la invitación del vicerrector a cenar esa noche en su casa. Le anima a que acuda: "Vivirás aquí y trabajarás aquí, y pensarás aquí y serás reconocido aquí, entre nuestra gente" (p. 106). Además le reafirma su amistad: "Seguiré luchando por ti porque aún tengo fe en ti, la fe del discípulo en su maestro". Se despiden, quedando en la casa del vicerrector esa noche. Luego Robert se despide de Bertha y se va con su prima Beatrice a quien acompaña.

Antes de acabar el Acto I se produce la conversación entre Richard y Bertha. Ésta le cuenta todo el secreto: lo ocurrido con Robert y la cita esa misma noche. Richard deja que Bertha actúe como vea, con 'libertad', y ver las intenciones y sentimientos de Roberts, pero al caer en la cuenta de la coincidencia con la hora de su cena con el vicerrector comienza a insultar el nombre de Robert: "Un mentiroso, un ladrón y un imbécil... ¡Un vulgar ladrón!". Bertha le reprocha su actitud ante ella, ante su hijo Archie, ante su propia madre: "Todo tiene que ser para ti", dice Bertha. "Porque soy una ingenua te crees que puedes hacer lo que quieras conmigo. Ahora ve y síguele. Insúltale. Hazle que se humille ante ti y que me desprecie a mí. ¡Anda y síguele!" (p. 117).

Richard 'recapacita' sobre su actitud y le dice que tiene libertad total para hacer lo que quiera. Bertha le reprocha que le concede eso porque sabe que él mismo se ha concedido la misma libertad con otra, y que después eso es lo que escribe en sus libros. En cambio Robert —le dice— no es un falso y un engañador: "Él no dice una cosa y hace otra; a su manera, es honrado". Richard le concede libertad para acudir a su cita si quiere, y que nunca se lo reprochará.

Acto II.

Se desarrolla en la noche de ese mismo día. Llega Richard al chalet de Robert Hand en Ranelagh, quien está vestido de etiqueta. Al principio Robert disimula pero Richard le cuenta que lo sabe todo, que su mujer se lo ha revelado. El otro intenta explicarse, justificarse, intenta convencerle de que quería cancelar esa cita. Richard le revela que ella no es que estuviera probándole; simplemente le daba lástima. Pero le dice que no le culpa de nada, no le odia. Simplemente, "como todos los hombres, posees un corazón estúpido y vagabundo" (p. 127). Robert se sincera: "Lo siento mucho, pero estoy enamorado de ella, la amo y te la voy a arrebatar como sea, porque la amo". Richard, continuando con su 'filosofía , reconoce que son libres, que él no tiene ningún derecho sobre ella, para nada. Entonces Robert parece que recapacita: "Pero, ¿qué digo?, ¿qué pienso? Ojalá me reprendieras, me maldijeras, me odiaras como merezco. Tú amas a esa mujer" (p. 129). A lo que su amigo le contesta: "temo que el desear poseer una mujer no sea el amor". De lo que hablan es de simple posesión, por pura pasión.

Robert le pregunta si le permitirá actuar libremente. Como un duelo en el que se entrecruzan la fidelidad por un lado y la amistad por otro. Richard le contesta que se libere él solo como vea. Llega Bertha. Son las ocho y media de la noche. Richard al salir se encuentra con su mujer y le cuenta todo lo que han hablado. Discuten, pero al final Richard se va y ella entra en la casa. Robert y Bertha intercambian palabras de amor. Él le asegura "que ninguna ley humana es sagrada ante el impulso de la pasión... no hay leyes contra los impulsos. Las leyes son para los esclavos" (p. 159). Ésa es la filosofía que Joyce propugna en última instancia.

Robert le dice que Richard los ha dejado, en definitiva, para probarlos, y así él liberarse; para saber la verdad para siempre.

Robert busca la afirmación de Bertha pero ella, al final de este segundo acto, le responde que le considera a él simplemente como un hombre de buenos sentimientos, y se va (p.160).

Acto III.

Se desarrolla de nuevo en la casa de Richard Rowan, muy temprano en la mañana siguiente. Bertha ha vuelto a la casa. Entonces Beatrice llega y le enseña el artículo escrito en el periódico por su primo Robert acerca de Richard. "Un Irlandés Distinguido", se titula, y está lleno de grandes alabanzas. Lo escribió esa misma noche, muy tarde. En él alaba, junto a toda la sociedad dublinesa, su vuelta del exilio.

Entonces llega Richard y lee el periódico. Bertha y Richard hablan mientras Beatrice se retira. Bertha le cuenta que ella lo dejó todo por él: religión, familia, y la propia paz. Le confiesa que, sin embargo, no ha sucedido nada en la noche anterior. Richard, en cambio, no puede dejar de dudar. Duda de la verdad, que sabe que nunca jamás saldrá. "Tú podrás decírmelo —dice Richard a Bertha—, pero yo no lo sabré jamás. ¡Jamás en este mundo!" (p. 176). Bertha piensa que si le dejó ir con Robert era para después echárselo en cara. Él vuelve a repetir: "Bertha, eres libre". Ella, claro está, lo toma entonces como a un extraño: "Eres un extraño para mí. ¡Vivo con un extraño!" (p. 178).

Robert llega en ese momento para despedirse antes de abandonar el país, cosa que asombra a todos. Piensa irse a Surrey (al sur de Londres). Le dice a su amigo que ahora es más amigo suyo que antes. Le reconoce su fracaso, que Bertha es suya, como nueve años antes cuando la encontró. Robert le cuenta todo lo que hizo esa noche: su estancia con Bertha y con el vicerrector; el artículo que escribió; después se fue a un club nocturno y luego se puso a preparar las maletas para irse a la mañana siguiente.

Richard le confiesa que para retenerla no quería utilizar lazos, ni siquiera los del amor. Se despiden como amigos. Sin embargo Richard se siente ahora fatigado. Le cansan sus heridas, heridas producidas por las dudas. Bertha le asegura que siempre le ha sido fiel. Que se entregó totalmente a él; por quién dejó todo. Él sabe que las heridas de sus dudas jamás podrán ser cerradas. Aquí acaba la obra.

ANÁLISIS DE LA OBRA

Los tres actos se corresponden con tres escenarios y tres momentos distintos, en el verano de 1912.

El primero y el tercero, en la casa de Richard Rowan en Merrion, suburbio de Dublín. La casa se describe al comienzo. Luego se sitúa en el tiempo: una cálida tarde de Junio.

El segundo acto se localiza en la habitación de la casa de Robert Hand, en Ranelagh. Es el anochecer del mismo día del acto primero.

En el último acto se vuelve a la casa del comienzo, en el amanecer del día siguiente.

En la obra aparecen, además del trío central: Archie (hijo de Richard y Bertha, de ocho años); Beatrice Justice, prima de Robert y profesora de música de Archie; Brigid, la vieja criada de la familia Sowan. Y aparece también de fondo en un momento una pescadera.

Los diálogos son vivos, claros, sencillos, con excesiva ternura en las palabras y en los hechos de los personajes. Joyce suele cuidar mucho su prosa, algo que llama la atención de sus contemporáneos como Pound, que quedaban entusiasmados con sus libros. Pound hizo saber al mismo Joyce esta impresión cuando éste le dejó leer las copias mecanografiadas de "Dubliners" y "A Portrait". Pound no quería sino mostrarse franco y generoso. Sin embargo opinaba que "Exiles" no estaba a la altura de las restantes obras.

A pesar de esto le concedió todos los beneficios de su juicio crítico, al igual que los demás críticos de su tiempo. Pound fue su editor y éste en ocasiones temía la censura. Un cuento de Windham Lewis, por ejemplo, acababa de motivar la incautación de la edición de una revista literaria de 1917. Pound intentó cambiar algunos pasajes de algunas obras de Joyce, pero éste exigió que fueran restituidas a las páginas del libro que se iba a editar. Se oponía totalmente a una alteración de un texto suyo que había con antelación declarado válido.

Ezra Pound fue el amigo fiel de Joyce cuando éste se halló involucrado en la batalla por conseguir que sus obras se publicaran. En una ocasión llegó a perder la fe en conseguirlo hasta el grado de lanzar un manuscrito original de "A Portrait" a un horno. Hubo de reescribirlo.

Fue Pound quien le orientó a que dejase su trabajo periodístico y reuniera todos sus esfuerzos en acabar "Ulysses".

Joyce se presentaba a la crítica del primer cuarto del siglo XX como el nuevo gran escritor urbano, un gran expresador sintético de la conciencia moderna. Todo en sus obras es una expresión de este aspecto. En "Exiles" más que los personajes interesan sus conciencias, y los "flujos de las conciencias".

Joyce estaba simultáneamente perfeccionando el realismo del siglo XIX y desarrollando en la literatura los temas de los experimentos 'avant garde' de Pound. Tenía un ojo agudo para observar la vida y expone en sus libros cómo la ve él, estimándose objetivo en sus apreciaciones. Presencia la superficie urbana de una manera intensa, aportando al mismo tiempo un sentido de belleza abundante que combina el dato objetivo con la reacción sensible.

En "Exiles" se nos presentan las presiones emocionales que unos personajes ejercen sobre otros, tal y como suele ocurrir en la vida ordinaria. Lo penoso es la pretensión que mantiene Joyce por presentarnos continuamente el tema de la infidelidad o del adulterio. Efectivamente, es el argumento central de esta obra y reaparece como uno de los temas centrales en "Ulysses". No le interesa la acción en sí como las conciencias que ven estas situaciones. Naturalmente, son conciencias retorcidas, complicadas, con multitud de problemas. Tanto en este libro como en "Ulysses" el marido conoce la posibilidad o la realidad del adulterio. En ambos casos se opta por la inacción, no queriendo asumir la responsabilidad de las decisiones o actos de los demás. Esta inacción aparece como un deseo casi inconsciente por parte de Richard a Robert.

Robert en ocasiones parece desenfrenado, dejado llevar por la pasión. Sin embargo Joyce mismo, en unas notas que escribió acerca de su libro, nos dice que es "apacible, humilde de corazón con los hombres". En cambio parece que con las mujeres es agresivo, como consecuencia de su pasión sensual, del deseo continuo de placer. Richard en cambio se muestra como el personaje frío cuando se encuentra en los dos primeros actos con Bertha e incluso con su hijo Archie.

VALORACIÓN LITERARIA

Todas las obras de Joyce tienen una elaborada estructura de analogías, correspondencias y asociaciones verbales, según lo que he adelantado en el capitulo II. Las acciones de los personajes se revelan siempre por introspección, como por una especie de evasión.

Por ejemplo, en "A Portrait" la trama está continuamente traspasada por pasajes llenos de soliloquios o meditaciones. En "Exiles" existe —al ser obra de teatro— más acción, y por ello más descripción que en sus novelas, donde la principal cualidad parece ser la de que 'encanta'.

Parece que los defectos que tenía Joyce en la visión le llevaron a agudizar más el oído, y por ello prevalecen en todas sus obras las imágenes auditivas —interiores— sobre las visuales, que para él tienen menos importancia.

Los avances de la psicología moderna han hecho mella en la temprana literatura del siglo XX. Así el drama de la mente del individuo se convierte en el foco de interés del escritor. El término 'flujo de conciencia' al que me referí en el capítulo I es un préstamo del moderno psicoanálisis y describe la libre asociación de ideas en la mente humana. Como los objetos flotantes son llevados por la corriente de un río, así los pensamientos y las imágenes viajan a través de nuestras mentes en una aparentemente inorganizada e ilógica sucesión. Es por ello por lo que hay tantas alusiones filosóficas, literarias...; es por ello por lo que existen distintos niveles de significado. Aquí radica, para Joyce, la riqueza de la obra, en su más íntima profundidad. Así los personajes se hacen reales, más reales; aparece lo más profundo de su sentir, su propia conciencia.

En "Exiles" se presenta perfectamente en cada momento lo que hacen los personajes —algo que cualquiera que se pusiera a escribir podría hacer—, pero además aparece la conciencia en el actuar de cada personaje. Así se conocen hasta las pasiones que surgen en cada uno en todo momento, algo capital en esta obra que se basa en esos conflictos pasionales.

James Joyce y Virginia Woolf fueron los primeros en transferir los fenómenos mentales a la literatura inglesa y explotarlos como técnica literaria.

En lugar de describir lo que el personaje está pensando, el autor escribe como si él estuviera dentro de la mente de ese personaje. El resultado es que sus novelas están cargadas de monólogos interiores, como si tomara nota de lo que pasa por la mente.

En esta obra de teatro pone en juego a estos personajes y también se preocupa de exteriorizar ese mundo interior de cada uno. Es más, la "acción por excelencia" de sus obras es la que tiene lugar dentro de las mentes de los personajes.

En "A Portrait", por ejemplo, las aventuras de Stephen Dedalus son de naturaleza emocional e intelectual. Las verdaderas peleas tienen lugar en la mente, y así los pensamientos llegan a ser como las acciones mismas, iguales en importancia. En otras palabras, lo que él hace y ve no es tan significativo como lo que él piensa que hace y ve.

En resumidas cuentas, la trayectoria que ha seguido Joyce desde su inicio se puede descifrar de la siguiente manera: su comienzo, con influencia del naturalismo y del realismo psicológico, presenta afinidad con las mentes del entonces naciente grupo Imaginista.

De allí en adelante la elegancia latina de su estilo en "Dubliners" y en "A Portrait" lo elevó a la primera fila, y ya no era una cosa que estuviera ni remotamente conectada con un pequeño movimiento. Se encontraba en la gran línea de Flaubert cuando el arco de su obra se elevaba con el contundente "Ulysses". "Exiles" fue un necesario paréntesis donde estaba dirigiendo lo aprendido de Ibsen. Para la mayoría de los críticos las tres grandes obras que aseguran la posición de Joyce son: "Dubliners", "A Portrait" y "Ulysses".

VALORACIÓN DOCTRINAL

En unos cuadernos de notas James Joyce explica su misma obra y expone sus ideas.

"El alma, al igual que el cuerpo, puede tener virginidad. Entregarla, en el caso de la mujer, y tomarla, en el caso del hombre, es el acto del amor. El Amor (entendido como el deseo de lo mejor para el contrario) es un acto antinatural, un fenómeno que difícilmente puede repetirse a sí mismo, dado que el alma es incapaz de ser virgen de nuevo y carece de energías suficientes como para lanzarse otra vez en el océano de una nueva alma. La reprimida consciencia de esa incapacidad y la falta de energía espiritual, explican la parálisis mental de Bertha".

Se trata pues de un ataque al sentido del amor, que deberá liberarse por la pasión, por el desarrollo de la libertad. Ataca el orden social, como consecuencia, y el orden moral "que pretende imponerse en todo". El amor no se entiende bajo este prisma. Lo único que llega a verse es la posesión carnal de la mujer a la que la pasión tiende.

Se entiende así, bajo su 'filosofía' totalmente liberal, una obra tan llena de confusión. El deseo de placer continuo del personaje central, Robert, hace que esta obra sea frívola, sensual, descalabrada; sin llegar a extremos pero sí desagradable.

Richard se nos presenta inactivo cuando conoce la situación de su mujer. No quiere asumir la responsabilidad de la decisión de los actos de los demás y deja libertad. Es Richard el que parece hacer el papel del propio Joyce en esta obra.

Robert deseaba que su amigo usase contra él las armas que las 'convenciones sociales' y morales ponían en manos del esposo. Joyce no cree en esas fuerzas. Participa de la liberalidad de Richard y rehúsa. Sabe de su propio deshonor, pero está íntimamente unido al ser que es el fin de su honor.

Así el exiliado, el que abandona de los tres, es al final Robert Hand. Es el que abandona la nación. Esta es la única salida que se le presenta como en su día se le presentó a Richard o al propio Joyce cuando dejó Irlanda, su familia y su religión.

Para el propio Joyce esta obra exige ser interpretada y comenta él mismo que Bertha lo que desea es la unión espiritual de Richard y Robert —los dos grandes amigos que se conocieron hace nueve años—, y cree que esa unión sólo puede ser lograda a través de su cuerpo —según Joyce—. Como no pueden unirse sin degradación lo hacen a través de Bertha. Así no cabe más remedio que uno se exilie, uno debe partir, y ése es el artista para Joyce. La nueva Irlanda no puede contener a ambos y Robert debe irse. Por todo esto, lo central de la obra, como el propio título sugiere, es la idea del exilio.

Existen ironías contra la visión religiosa de la vida. Joyce salió de esa visión mucho tiempo antes, y a veces los ataques a lo religioso, a la Iglesia, son feroces, si bien no son tan marcados en este libro como en el resto que escribió. El orden moral y el social parecen que no van con la propia que Joyce propugna. Muchas veces copia, en palabras de sus personajes, ideas o palabras de la Biblia para posteriormente desprestigiarlas. Ataca tanto a la religión católica como al protestantismo.

Más allá de todo lo que he expuesto no contiene ningún mensaje. Joyce no quería que sus libros fuesen didácticos (como tampoco lo son el "Ulysses" o "A Portrait"). Huye de las afirmaciones absolutas. Lo que él pretende es, a través de una nueva estética literaria, presentarnos unos personajes como unos héroes de este nuevo siglo que entonces estaba comenzando. Su método es indirecto, es decir, es la imagen junto con la palabra lo que cuenta.

Las vidas que nos relata son vidas 'normales', cotidianas, que es lo que él quería. Pero a la vez tienen la característica común de la falta de toda visión espiritual, trascendente de la vida. Son personajes que, como el propio escritor, se dejan llevar por la liberalidad de principios y, en muchas ocasiones, fuera de lo que se considera como el sentido común. El héroe, para él, debe salir de esa regularidad, de esos cánones pre-establecidos.

El amor humano es exaltado, pero más por la pasión carnal. Como en el caso del desenfreno de Robert en esta obra en dos ocasiones en las que se encuentra con Bertha. Ésta le sigue la corriente sobre todo en la primera ocasión, hasta que se corta la escena repentinamente, quizá para preparar el segundo encuentro. En este segundo caso Bertha le abandona. Estas escenas no llegan a ser obscenas del todo, pero sí parecen propias de un Joyce bastante obsesionado por el tema del sexo (obsesión que se mantiene en todas sus obras, incluso  de forma más brusca que en ésta). Al principio tuvo por ello muchas críticas. Como el Rochester —revista Post-Express de Nueva York— afirmaba, en todas las obras de Joyce "la forma irreverente en que sus relatos tratan a la religión es censurable".

Para tener una idea más completa de Joyce y de su obra se pueden consultar las demás recensiones realizadas sobre el autor ("Ulysses" y "A Portrait of the artist as a Young Man"). Además existe un capítulo extenso sobre este autor en el libro "Grandes figuras de la Literatura Universal y otro ensayos", de Luka Brajnovic. Eunsa, 1973 (pp. 345-372: "La odisea de James Joyce").

Además, en las páginas 68-69 del libro "Exiliados" de Ediciones Cátedra, se enumera un elenco de estudios críticos que existen sobre esta obra de Joyce. En este mismo libro (pp. 11-64) se hace un estudio detallado del autor y de toda su obra, haciendo especial referencia a "Exiliados".

 

                                                                                                            J.L.L.C. (1989)

 

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