JOYCE, James

Ulysses

Shakespeare and Company, 1ª ed., Paris 1922.

CONTENIDO

Ulysses, como su título indica, se basa en los viajes del protagonista de la Odisea. Joyce se sirve de la obra de Homero como plataforma para construir una odisea moderna acerca de la vida contemporánea, en la que la mayoría de las aventuras son internas: ocurren dentro de la mente. Estas aventuras ocupan unas dieciocho horas de un día en Dublín: el 16 de junio de 1904. Joyce parece haber escogido esa fecha por su mujer, como tributo al día en que se conocieron. El libro fue escrito entre 1914 y 1921 y finalmente fue publicado íntegramente en 1922.

Los acontecimientos de Ulysses sin consecuencias a primera vista, son bastante sencillos. Stephen Dedalus, protagonista de A Portrait of the Artist as a Young Man, ha vuelto a Dublín para estar a la cabecera de su madre moribunda. Sufre remordimientos de conciencia: su rebeldía contra el catolicismo había sido tan fuerte que se había negado a acceder al último deseo de su madre: que rezara por ella. Los primeros tres episodios se centran en actividades de Stephens desayunando en Martello Tower, donde vive; dando una clase de historia en la escuela de Mr. Deasy; y paseando por la playa de Sandymount. Los doce episodios siguientes cuentan el día de Leopold Blooms: su desayuno en su casa de Eccles Street; los funerales en el cementerio de Glasnevin; la oficina del periódico; la taberna de Dave Byrnes; la biblioteca; las calles de la ciudad y la cabalgata del virrey; la música en el hotel (Ormond; la disputa con el Ciudadano en la taberna de Barney Kiernan; el encuentro con Gerty MacDowell en la playa; el hospital de maternidad donde se encuentra finalmente con Dedalus; y su llegada al burdel de Bella Cohen. Los tres últimos episodios hacen contrapeso a los primeros tres —Bloom y Dedalus en el cobijo de los cocheros, la vuelta a Eccles Street, y en el dormitorio de Molly Bloom. En la primera parte nos encontramos, sobre todo, dentro e la mente de Stephen. En la parte intermedia entramos y salimos de la conciencia de Bloom, y en el episodio final presenciamos los pensamientos íntimos de Molly Bloom.

I. Telémaco

Stephen Dedalus, vuelto a Dublín para estar junto al lecho de su madre moribunda, vive ahora en Martello Tower en el puerto de Sandycove con un amigo suyo, Buck Mulligan, estudiante de medicina. Tienen un huésped, Haines, un inglés de Oxford que colecciona folklore irlandés. La acción de este episodio, como la de la mayor parte de Ulysses, es mínima: Mulligan pide la llave de la torre, Stephen se la echa, se vuelve y deja a su amigo para siempre, diciéndose para sí la palabra "usurpador".

Destacan varias ideas centrales. Mulligan entra elevando un recipiente con espuma de jabón, entonando frases que parodian el comienzo de la Misa, e imitando el papel de Stephen como "sacerdote de la imaginación eterna". Stephen define a Mulligan como uno de "la raza de burladores", entendiendo la burla en sentido peyorativo. Mulligan, de hecho, es el antitipo de Stephen. Ha sido descrito como el espíritu de la negación, a imitación del Mefistófeles de Goethe. Stephen, mientras tanto, se niega a servir lo que él considera las fuerzas negativas, tanto en el orden secular como en el espiritual: la iglesia católica y el imperio británico. La palabra "usurpador" enlaza a Stephen con Telémaco —rodeado de pretendientes a casarse con su madre, en la Odisea—, con Hamlet, protestando por la usurpación del reino hecha por su tío, y con el tema del hijo en búsqueda del padre. Joyce se desliza entre estos mitos casi imperceptiblemente. Otro tema importante es el antisemitismo de Haines (que sugiere que los judíos son los responsables de los problemas de la Inglaterra moderna).

II. Néstor

En la Odisea, Telémaco pide a Néstor noticias de su padre desaparecido, aquél le cuenta la historia del asedio de Troya. El encuentro de Stephen con su jefe, el director de escuela Mr. Deasy, recuerda la visita de Telémaco a Néstor. Es de advertir que en Ulysses Joyce trabaja con semejanzas, y no con paralelos exactos. Las correspondencias, aunque establecidas firmemente, permiten una cierta flexibilidad. Así, por ejemplo, Mr. Deasy ha escrito una carta urgiendo una acción mas fuerte contra la glosopeda y espera que Stephen, a través de sus amigos de la prensa, la publicará. Stephen piensa que ahora Mulligan podrá burlarse de él —con un epíteto homérico— como el "bardo patrocinador de bueyes".

Stephen da una clase de historia que le conduce a pensar en la opresión de los irlandeses y de los judíos, una conexión subrayada constantemente en el libro. Stephen afirma de nuevo su desprecio de la autoridad espiritual y secular, haciendo constar que no dará nada, ni a Dios ni al César. Mr. Deasy, como Haines, inculpa a los judíos de los problemas de Inglaterra (es partidario firme del Norte de Irlanda). La respuesta de Stephen, "Mercader... es el que compra barato y vende caro, sea judío o gentil..." prepara la entrada de Bloom en el capítulo cuarto.

III. Proteo

En el texto de Homero, Menelao narra como capturó a Proteo, el dios del mar que cambia constantemente de forma. El cambio es, de hecho, el tema de este episodio. Como decía Joyce, "Todo cambia —el mar, el cielo, el hombre, los animales. Las palabras cambian también." El animal proteico es el perro: "Hocicó en la arena, chapoteando, ahondando, y se paró para escuchar el aire, raspó de nuevo la arena con la furia de sus garras, cesando pronto un pardo, una pantera cogida in fraganti, buitreando los muertos". Las partes de la oración cambian también llegando el adverbio a ser verbo: "Recuerda. Harún al Raschid. Lo estoy casi-ando. Ese hombre me condujo, habló..." El lector esta aquí completamente absorbido en seguir la senda de los pensamientos de Stephen. Los otros personajes que se mencionan o que aparecen lo hacen sólo como parte del contenido de la mente de Stephen. Stephen anuncia, al comienzo del episodio, que ha venido a la playa de Sandymount para leer las firmas de todas las cosas, "de la freza, de las algas del mar", del nacimiento, de la muerte. Define el tiempo como "la modalidad ineluctable de lo audible", y el espacio como "la modalidad ineluctable de lo visible", conceptos basados en las filosofías de Aristóteles y Berkeley.

IV. Calipso

Joyce decidió que los tres episodios siguientes trataran de las mismas horas —de las ocho hasta las doce— ya descritas en los tres primeros. Esta estructura le permite señalar el tema doble del hijo que busca al padre y el padre que busca al hijo. Stephen queda de lado, para introducir a un hombre de raza, edad y temperamento diferentes: Leopold Bloom. Es un judío húngaro, de edad madura, que tiene una historia de fácil conversión al protestantismo y al catolicismo y, finalmente, al libre pensamiento. Joyce quiso que su Ulises moderno fuera un buen hombre sin pretensiones. Quiso también que fuese un hombre completo. Con eso quería decir que su personaje principal tenía que ser tridimensional, que tanto sus flaquezas como sus virtudes deberían estar completamente a la vista. En una palabra, el lector habría de saber todo acerca de él. Bloom esta visto como hijo, padre, marido, amante, amigo, trabajador y ciudadano. Sus diecisiete horas fuera de casa y lejos de su mujer, dan la analogía, si bien es tenue al principio, de los viajes de Ulises.

Bloom y Stephen son a la vez semejantes y distintos. Bloom, por ejemplo, se inclina hacia las ciencias; Stephen, a las artes liberales. Stephen es mas bien introvertido; Bloom, extrovertido. Estas diferencias, además de otras, refuerzan la individualidad de los dos personajes, pero Joyce también quiso que se complementasen, para que, mientras progresa el libro, Bloom y Stephen se acerquen figuradamente a lo que el llamo "fusión".

Joyce estira la analogía homérica en este episodio, ya que Molly, la mujer de Bloom, sirve al mismo tiempo como Penélope y Calipso, la diosa que mantuvo a Ulises como preso amoroso durante siete años. La característica más destacada de Bloom es su tendencia hacia lo concreto y lo físico, en oposición a Stephen que tiende hacia lo abstracto. Su manera de hablar se caracteriza por lo que se ha descrito como "bloomismos", un amontonar afirmaciones parcialmente correctas. Bloom, por ejemplo, piensa en las ciudades bíblicas de la planicie como "Sodoma, Gomorra, Edom". Pero Bloom se equivoca al incluir a Edom como una de esas ciudades, puesto que Edom era el nombre dado a Esaú en el Génesis. Aunque Bloom es judío y simpatiza con el sionismo, no lo apoya.

V. Lotófagos

La atmósfera de este capítulo es de languidez y de dolce far-niente, en imitación de la inercia de los hombres de Ulises cuando desembarcaron entre los lotófagos. Bloom anda a través de la tierra de los dublineses, y medita sobre lo que él considera como el efecto narcotizante de las religiones tanto orientales como occidentales, especialmente el cristianismo. Un incidente, que resulta tener malas consecuencias para Bloom, es su encuentro con Bantam Lyons. Lyons quiere pedirle prestado su periódico para comprobar algún detalle de la carrera Copa de Oro, de Ascot, de ese día. Bloom dice que Lyons puede quedarse con el periódico,puesto que iba a tirarlo (en inglés, throw it away). Lyons interpreta la respuesta de Bloom, cono un informe sobre la carrera, puesto que uno de los caballos se llama Throwaway. Cuando unas horas después en el capítulo Cíclope Bloom se ausenta por unos momentos de la Taberna de Barney Kiernan, Lyons cree que va a cobrar su apuesta sobre Throwaway, y ese hecho aumenta su hostilidad contra él. Este capítulo presenta graves inconvenientes morales.

VI. Hades

El infierno al que descienden Bloom y sus conciudadanos es el Cementerio de Glasnevin, donde van a asistir a los funerales de Paddy Dignam. Bloom está en uno de los coches del duelo, con Jack Power, Martin Cunningham y Simon Dedalus, el padre de Stephen. En un momento determinado del viaje, Bloom ve a Stephen e indica a Simon la presencia de su hijo. Simon maldice el mal influjo que el cree que Mulligan ejerce sobre Stephen. Los pensamientos de Bloom, mientras tanto, vagan hacia su propio hijo, Rudy, que murió a la edad de once días. El tema de la relación padre-hijo se solidifica aquí. Joyce en éste episodio subraya también la variación entre las ideas de Bloom y la idea cristiana de la muerte. Bloom prefiere, por ejemplo, la cremación al entierro, aunque sabe que la iglesia se opone a aquella. Bloom, cuyo padre se suicidó, no es capaz de comprender la actitud cristiana hacia el suicidio. Doctrinas tales como "la resurrección de la carne" no provocan en Bloom más que una respuesta burlona, y hace una apología de este mundo: "No me gusta ese otro mundo del que ella escribió. Ni a mí tampoco. Hay todavía mucho que ver y que oír y que sentir". El funeral tiene su propio misterio ya que uno de los que están en el duelo, desconocido por el resto del grupo, es identificado solamente como un hombre con impermeable.

VII. Eolo

Este episodio desarrolla la analogía entre la prensa diaria y el palacio de Eolo en la Odisea. Eolo había ayudado a Ulises a llegar a su casa, entregándole los vientos desfavorables a su viaje en un saco cerrado. Ya a la vista de Ítaca, la tripulación de Ulises, llevada por la curiosidad, abrió el saco y la tempestad resultante llevó de nuevo el velero mar adentro. Cuando Ulises pide por segunda vez ayuda a Eolo, éste le rechaza. El guardián irlandés de los vientos, es Myles Crawford, redactor-jefe del diario, que accede primero a concluir felizmente un acuerdo propuesto por Bloom, vendedor de anuncios, pero que cambia de decisión al tratar el tema por segunda vez.

Bloom y Stephen, actuando con independencia el uno del otro, perforan el odre del viento de la retórica dublinense. Tres discursos en concreto son comentados en la oficina del periódico. El primero es de Dan Dawson, publicado en el periódico local y en el que se lee: "la luminiscencia transcendente y traslúcida de nuestro dulce crepúsculo irlandés cuya vista se despliega por todas partes hasta que el orbe luminiscente de la luna resplandece irradiando su fulgor plateado". "Presuntuoso" y "odres de viento" piensa Bloom. J.J. O'Molloy cita el discurso de Seymour Bushe sobre el caso del homicidio Childs, como una excepción a la observación de Crawford sobre la decadencia de la elocuencia: "esa efigie pétrea en música helada, cornuda y terrible, de la divina forma humana, ese símbolo eterno de sabiduría y profecía que merece vivir, si hay algo que merece vivir entre lo que la imaginación o la mano de un escultor ha plasmado en mármol de "almatransfigurada" y de "almatransfigurante"'. Bushe describe el Moisés de Miguel Angel, pero no se llega a establecer la relación de ese pasaje con el caso de homicidio.

El discurso de John F. Taylor en defensa de la restauración del idioma irlandés es alabado por MacHugh como "el mejor despliegue de oratoria que ha escuchado jamás". Este último discurso tiene matices políticos. Taylor supone una comparación entre la invitación hecha a Moisés, por el sumo sacerdote egipcio para que aceptara la cultura, la religión y la lengua de Egipto, y la hecha a los irlandeses, por los ingleses. (MacHugh, de hecho, compara la conquista británica con la romana, y prefiere la civilización griega.) El rechazo de la oferta por: Moisés contiene una lección para Irlanda: la liberación del pueblo de la esclavitud o, en términos irlandeses, la independencia de Inglaterra. La oratoria de Taylor es, para Stephens —que ha entrado en la oficina con la carta de Deasy—, nada más que "ruido muerto". Narra su propia "Parábola de las Ciruelas", que desinfla la comparación que Taylor hizo entre judíos y irlandeses. Irlanda no es ninguna tierra prometida y, en lugar de Moisés sobre Pisga, hay dos viejas comiendo ciruelas y escupiendo los huesos sobre Dublín desde lo alto de la columna de Nelson. (Bloom había puesto en duda anteriormente si los judíos fueron, de hecho, liberados por Moisés: "Dios mío: Todo ese largo asunto sobre que nos sacó de Egipto y nos llevó hasta la casa del cautiverio aleluya").

El texto de este episodio esta dividido en secciones breves, cada una con título a modo periodístico. Por ejemplo, una sección en la que se describe uno de los personajes ofreciendo cigarrillos se encabeza: EL CALUMET DE LA PAZ. Esta innovación estilística es paralela al contenido del episodio.

VIII. Lestriqonienses

Los pensamientos inarticulados de Bloom mientras va a almorzar corresponden a la aventura de Ulises con los caníbales. Se ensayan varias metáforas relacionadas con el canibalismo. Bloom condena, por ejemplo, la teología que estimula las familias grandes, basándose en que no se puede siempre dar de comer a los niños en hogares pobres "Los niños se lo comen todo". También habla de una alianza secreta y sedienta de sangre entre iglesia y estado. El hecho de que George Russell (designado por las iniciales A.E.) está saliendo de un restaurante vegetariano ayuda a Bloom a explicar porque A.E. es un esteta: "No me sorprendería que ese tipo de alimento, ves, produzca en el cerebro ondas poéticas". Abundan las conexiones entre alimento y sensualidad, mientras Bloom se acuerda de cuando hacia la corte a Molly.

Se presenta a Bloom, a través de todo Ulysses, como alguien de fuera, como un extranjero, cuyos valores están en discordia con la comunidad en la que vive y se mueve. No obstante, Joyce hace que otros personajes indiquen, de tanto en tanto, que Bloom es hombre bueno: "No es tan malo," dice Nosey Flynn, "Se sabe que ha extendido la mano para ayudar a otro. Conceded al diablo lo que se le debe. Oh, Bloom tiene sus puntos buenos."

En este capítulo, hay un paralelo también entre lenguaje y tema. Bloom piensa, en varios momentos: "siento como si hubiera sido comido y vomitado"; "Por ejemplo, de uno de esos policías sudando estofado irlandés en su camisa, no podrás sacar ni una línea de poesía.'

IX. Escila y Caribdis

En Homero, Ulysses sobrevive al encuentro de su barco con el remolino de Caribdis y con Escila, el monstruo de muchas cabezas. Aquí Escila y Caribdis son metáforas de los peligros filosóficos —idealismo y materialismo— que amenazan tanto al individuo como al artista.

El episodio comienza en la Biblioteca Nacional donde Stephen expone su teoría favorita acerca de Hamlet, delante de una audiencia de cuatro personas. La opinión general es que Shakespeare se identifica con el príncipe Hamlet en la obra del mismo nombre. Stephen sostiene, por el contrario, que Shakespeare debería identificarse con el fantasma del rey asesinado, papel que Shakespeare mismo se dice que representó. Paralela a esta teoría está la concepción de la naturaleza mística de la paternidad. Esta interpretación biográfica de Hamlet es atacada por dos adversarios: George Russell y Buck Mulligan. Russell sostiene que la vida personal de Shakespeare no tiene nada que ver, pues el único criterio es la profundidad espiritual de la obra. Mulligan, por el contrario, hace una parodia de Hamlet.

Uno es místico, el otro brutal. Para Stephen, esas interpretaciones son solo aspectos aislados de la experiencia y se resiste a aceptarlas. Su teoría implica más bien la relación más íntima entre la vida del escritor y su obra.

X. Escollos Vagantes

Este episodio, que consta de diecinueve escenas cortas, sirve como descanso entre las dos partes del libro de Joyce y representan, además, el microcosmos del conjunto. Aunque aparecen la mayoría de los personajes de Ulysses, el foco principal se centra en Dublín mismo. Los dublinenses van de un sitio a otro, entre las tres y las cuatro de la tarde, teniendo como telón de fondo los viajes del Padre Conmee y del Conde de Dudley, los representantes de la autoridad espiritual y secular respectivamente. Estas dos autoridades son presentadas como complementarias, y son así consideradas por los dublinenses que les saludan y por quienes son, a su vez, saludados. Dos ciudadanos se destacan como excepciones a la norma. Bloom —que es cumplimentado por Lenehan por su aire de artista— y Stephen muestran su negativa a servir a Dios o al Rey haciendo caso omiso del Padre Conmee y del desfile del Virrey británico. (Esta acción evasiva proporciona una ligera correspondencia con la Odisea en donde Ulises evita los escollos vagantes, que son un peligro para la navegación.) Se apoya al individualismo contra los modelos de comportamiento respaldados por la autoridad civil y religiosa.

El logro técnico de este episodio fue descrito así por Frank Budgen, amigo de Joyce: "Joyce escribió Escollos Vagantes con un mapa de Dublín delante, en el que estaban trazados en rojo los caminos del Conde de Dudley y del Padre Conmee. Calculó hasta al minuto el tiempo necesario para que sus personajes recorriesen una distancia determinada en la ciudad." Las acciones de los personajes se ven, de hecho, separada y simultáneamente, en primer plano y a distancia. Se nos da una perspectiva general de la ciudad, a vista de pájaro, mientras se nos describe, en un momento determinado, algún personaje en primer plano y, de repente, sin preaviso, se introduce otro personaje a una milla de distancia. Al igual que con los personajes, se hace con los objetos. El cartel desechado por Bloom a la hora de la comida se describe en su viaje desde Dublín hacia afuera: "Elías, barquichuela, arrugado resultado de haberlo tirado sin consideración, navegó hacia el este por los costados de barcos y pesqueros, en medio de un archipiélago de corchos, mas allá de la calle New Wapping, paso el transbordador de Benson, dejando de lado la goleta de tres mástiles Rosvean, que había llegado de Bridgewater con ladrillos."

Otro análogo homérico es evidente en la habilidad para distinguir entre nombres e identidades. Mr. Bloom no debe confundirse con Bloom el dentista, el Padre Conmee con Don Jon Conmee, o Ben Dollard con Dollard el impresor.

XI. Sirenas

En la Odisea, Ulises hace que sus compañeros se tapen los oídos con cera para resistir el encanto de las sirenas, creaturas medio mujer, medio ave. Ulises está atado al mástil y es el único que oye el canto de las sirenas pero no cede a la tentación.

Otra vez en este episodio Joyce procede por analogía y no por correspondencia directa. La escena se desarrolla en el hotel Ormond donde dos camareras, Miss Douce y Miss Kennedy sirven como encantadoras sirenas. El estilo se basa en una imitación muy elaborada, en palabras, de las formas musicales. La sección introductoria, por ejemplo, parece una obertura, ya que Las frases y oraciones escritas señalan muchos de los temas tratados en el cuerpo del episodio.

Hay mucha canción sobre el amor y el patriotismo, representados, sobre todo por Love's Old Sweet Song (Vieja y Dulce Canción de Amor) y The Croppe Boy. Ambas tocan una y otra vez la fibra sentimental, atractivo que Bloom se esfuerza en resistir. Ve a Blazes Boylan (a quien había llamado el peor hombre de Dublín, en Hades) y es el único que sabe que Boylan va a una cita con Molly,la mujer de Bloom, a las cuatro. Bloom decide no hacer nada, basándose en sus propias y curiosas razones: su apego a su mujer, su reconocimiento de que tiene ella sus derechos, y su sentido de insuficiencia. Bloom desinfla el patriotismo sentimental al final del episodio, cuando, al leer las últimas palabras de Robert Emmet en la base de la estatua de ese rebelde irlandés, ventosea.

XII. Cíclope

El encuentro de Ulises con el Cíclope de un sólo ojo, Polifemo, proporciona el paralelo homérico. La escena es la taberna de Barney Kiernan, donde se está discutiendo la cuestión irlandesa (Irlanda estaba todavía bajo el dominio británico en 1904). El Ciudadano es el cíclope irlandés. Es un patriota militante del Sinn Fein (partido nacionalista irlandés), que no ve más que su propio punto de vista y es metafóricamente monocular. Para él, todo lo irlandés es bueno; todo lo extranjero (especialmente lo británico) es vil. La ironía es que el Ciudadano no es tan buen patriota como pretende, pues ha roto el código patriótico al haber comprado la tierra de un arrendatario expulsado.

En este episodio, Joyce hace que Bloom, cuyos pensamientos íntimos por primera vez no se nos revelan, vaya directamente en contra de la violencia y del prejuicio arrogante del Ciudadano. Cuando el Ciudadano le insulta por su supuesto sionismo, Bloom responde firmemente: "Estoy hablando de injusticia... Pero no vale la pena... "Fuerza, odio, historia, todo eso" El insulto y el odio no es vida para hombres y mujeres. Y todo el mundo sabe que es precisamente lo opuesto a eso lo que es verdaderamente vida." "¿Que?" se le pregunta. "Amor, quiero decir lo opuesto a odio." Se permite que Bloom haga una afirmación ética superior a la práctica de los que le rodean. Al afirmar que es judío, Bloom experimenta el odio del Ciudadano que blasfema contra Jesucristo y en cuyo nombre ataca a Bloom. El Ciudadano tira a Bloom un bote de bizcochos vacío (paralelismo con la piedra que Polifemo tira a Ulises mientras éste zarpa) y Bloom es rápidamente conducido fuera de la taberna de Barney Kiernan por Martin Cunningham.

El testimonio de Bloom no resulta menos genuino, incluso si Joyce permite que sea objeto de burla. El intento de dos narradores sin nombre por sentimentalizar o hacer basto el amor resulta poco convincente. Uno de los narradores, referido solamente como "yo" ejemplifica también la estrechez de la visión monocular. Su chismorreo se motiva en el odio, la violencia y la falta de caridad. La narración esta interrumpida por comentarios en varios estilos que caricaturizan la jerga científica, periodística y de otros tipos. Estos estilos inflados hacen que el sentido común de Bloom destaque y prevalezca.

XIII. Nausica

Después de su choque con el Ciudadano que le insulta, encontramos a Bloom en el ambiente más sereno de Sandymount, la playa donde Stephen andaba horas antes. Ahora son las ocho de la tarde. Bloom mira a Gerty MacDowell, que está sentada en las piedras junto a Cissy Caffrey y Edy Boardman. En el fondo está la iglesia parroquial de Nuestra Señora, Estrella del Mar. No obstante, hay una mezcla o confusión impía entre la espiritualidad y la sensualidad. Este encuentro (a distancia) con Gerty proporciona un crudo paralelo con la aventura de la Odisea en la que Nausica, hija del rey de los Feacios, encuentra a Ulises naufragado en la playa, le limpia, le viste y finalmente le conduce a su casa. En el libro de Joyce, se presenta como heroico el pecado de Onán.

La técnica de este episodio cambia, ya que estamos, sobre todo, en la mente de Gerty. Joyce imita el estilo sentimental de las revistas románticas para muchachas, y se ha sugerido que se burla del argumento de Samuel Butler en The Authoress and the Odyssey (La autora y la Odisea): que Nausica y no Homero escribió ese libro.

XIV. Bueyes del sol

En la Odisea, los compañeros de Ulises desobedecen el mandato de Palas, al matar —para comérselos— los bueyes del dios sol. Como consecuencia, todos perecen ahogados excepto el prudente Ulises. Joyce interpreta el matar los bueyes sagrados como el crimen que se comete al hacer infecunda la unión sexual, por medios contraceptivos.

Bloom se va de la playa de Sandymount para llamar y preguntar por la Sra. Mina Purefoy, que ha estado de parto durante tres días en la maternidad de la calle Holles. Mientras habla con la enfermera, Dixon —un joven cirujano interno— le invita a unirse a un grupo de estudiantes de medicina que están tomando cerveza con Stephen. Pronto llega Buck Mulligan y su amigo Alec Bannon, el novio de Millicent, la hija de Bloom. La conversación es muy clamorosa y soez, y tiene como tema central los modos de evitar la fecundidad del amor (de ahí el paralelo con los compañeros de Ulises) según los principios de Malthus y las teorías eugénicas. Sólo Bloom se abstiene de tal discurso. Aunque consciente de sus propias contravenciones al mandato de crecer y multiplicarse, Bloom piensa en su mujer y sus dos hijos como para absolverse, hasta cierto punto, de su culpabilidad. El autor ha hecho que, en este primer encuentro de Bloom y Stephen, Stephen se abstenga de participar en la burla de mujeres encintas. Joyce indica así indirectamente el acuerdo que hay entre Stephen y Bloom en cuestiones fundamentales, una indicación confirmada en Ítaca. Hacia finales del episodio la Sra. Purefoy da a luz, y los estudiantes de medicina se trasladan a la taberna de Burke.

Los bueyes del sol es notable por su innovación estilística. Después de un comienzo breve, la acción procede a través de nueve partes hasta el nacimiento del hijo de la Sra. Purefoy, en una sucesión cronológica de los diversos estilos de literatura inglesa, desde el inglés primitivo hasta el argot contemporáneo. Esta tradición literaria de la que nace Ulysses proporciona un paralelo ingenioso al nacimiento de una criatura.

XV. Circe

Joyce ambienta este episodio en la zona de burdeles de Dublín, para crear una correspondencia con la cueva de Circe en la Odisea. La atmósfera es alucinante, ya que la abdicación de la razón humana, que resulta en la perversión bestial, hace contrapunto con la transformación de los hombres en cerdos, obrada por la hechicera de Homero. Otra vez la técnica de Joyce es muy llamativa y concreta en forma dramática lo que ocurre en la mente, exteriorizando lo interno. Los objetos materiales toman voces humanas. Las metamorfosis de este capítulo se han comparado con las del Fausto de Goethe y con las del Ovidio, entre otras.

Bloom está obsesionado por sus transgresiones, se imagina como el reformador mas grande del mundo y sueña en proyectos utópicos que deberán concretarse en lo que llama la nueva "Bloomusalén". Stephen esta asediado continuamente por el fantasma de su madre difunta , que le exhorta a arrepentirse y le amenaza con el fuego del infierno. Stephen resiste al ataque, levanta su bastón y destruye un candelabro, indicando así su emancipación espiritual del influjo de la Iglesia. Cuando Stephen va hacia la calle, Bloom le sigue. Stephen se implica en un altercado con dos soldados británicos, Carr y Compton. Stephen hace guerra mental contra la autoridad espiritual y la secular señalándose la frente y diciéndose "Aquí está que tengo que matar al cura y al rey." Los soldados interpretan esta afirmación como un insulto a su rey, y Carr inmediatamente da un puñetazo en la mandíbula de Stephen. En este momento Bloom viene en su ayuda, se agacha junto a él y trata de reanimarle. Stephen murmura "Quién ... conduce ... Fergus ahora,/ Y perforar ... sombra tejida del bosque", frases que Bloom entiende mal: "Su cara me hace recordar a su pobre madre. En el bosque sombreado. El profundo pecho blanco. Ferguson, me parece haber captado. Una chica. Alguna chica. Lo mejor que le podría ocurrir..." Es curioso cómo Bloom interpreta mal las palabras de un poema de Yeats (¿Quién va con Fergus?) que Stephen solía cantar a su madre moribunda: "Ella lloraba en su mísera cama. Para esas palabras, Stephen, el misterio amargo del amor." Por un momento, Bloom tiene una visión de su hijo Rudy, que murió a los once días pero que ahora es "un encantador niño de once años", como hubiera sido, de haber vivido. Joyce se muestra circunspecto por temor a aparecer sentimental, pero registra genuinamente el tema del amor del padre por el hijo.

XVI. Eumeo

Después que Bloom ayuda a Stephen a ponerse en pie, Stephen pide beber algo. Bloom sugiere que vayan al refugio de los cocheros cerca del puente de Butt. Ya es medianoche pasada y el estilo refleja la atmósfera de la madrugada. En la conversación hay mucho tópico, y las frases saltan sin llegar a concluir. El comienzo sirve como anticlímax al final del episodio precedente. "Antes de nada, el Sr. Bloom le limpió la mayor parte de las virutas, le pasó su sombrero y su bastón, y le dio ánimos, a modo de buen samaritano ortodoxo, lo que realmente necesitaba." El acto de Bloom se conecta con la parábola del buen samaritano, para sacarse inmediatamente fuera de contexto por el "modo de buen samaritano ortodoxo" en el que se hace. Las frases son absurdas pero se subraya el acto de modesta bondad de un desconocido, en contraste con los amigos de Stephen que le abandonaron.

Cuando volvió Ulises a Ítaca, llegó disfrazado de mendigo a la choza del porquero Eumeo. Ulises inventa una larga historia para explicar su llegada, pero revela su identidad cuando llega Telémaco. El refugio de los cocheros corresponde aquí a la choza de Eumeo. Un viejo marinero, que dice llamarse W.B. Murphy, actúa como el falso Ulises. Cuenta un montón de mentiras, entre ellas la pretensión de tener una mujer fiel que le ha esperado durante siete años, y de haber conocido al padre de Stephen. Bloom califica todo eso como "pura invención". La reunión entre Ulises y Telémaco se figura aquí por la afinidad entre Bloom y Stephen, a pesar de la diferencia de raza, edad y temperamento: "Aunque no estaban enteramente de acuerdo en todo," musita Bloom, "cierta analogía había, como si ambas mentes viajasen, por decir así, en el mismo tren de pensamiento." Puesto que Stephen se había decidido el día anterior a no volver a Martello Tower, Bloom le invita a venir a su casa en la calle Eccles, para tomar una taza de cacao.

XVII. Ítaca

Joyce escribió este episodio en forma de lo que llamo "catecismo matemático". Está narrado de manera completamente fría, y el lector se encuentra con hechos, cifras y juicios en forma de pregunta y respuesta. El agua que sale del grifo, la micción en el jardín y los pensamientos de Bloom acerca de la infidelidad de su esposa, todo esta transmitido en el mismo tono indiferente.

Bloom y Stephen sorben el cacao y hablan de varios temas, como los idiomas irlandés y hebreo, el homicidio ritual, etc. Se subrayan sus semejanzas, además de sus diferencias. Ambos comparten "una heredada tenacidad de resistencia heterodoxa" que les lleva a profesar una "falta de creencia en muchas doctrinas religiosas, nacionales, sociales y éticas ortodoxas." Stephen se opone abiertamente al interés de Bloom por las obras benéficas, mientras Bloom objeta tácitamente la afirmación de Stephen que la literatura es la afirmación eterna del espíritu del hombre. Bloom invita a Stephen a pasar la noche en su casa, pero Stephen se niega.

Joyce vio la matanza, por Ulises, de los pretendientes a la mano de su esposa como impropio de un hombre que vive con astucia. Por tanto Bloom evita cualquier reacción emotiva por la transgresión moral de su esposa, y mata incruentamente a sus amantes aniquilando sus escrúpulos y dando al acto concreto de "ultraje matrimonial" una importancia solamente relativa, desde una perspectiva cósmica.

XVIII. Penélope

Molly Bloom (una Penélope infiel) yace despierta en la cama y es quien tiene la última palabra en Ulises. Sus pensamientos inarticulados se presentan en ocho frases sin puntuación, de unas cinco mil palabras cada una, un flujo casi ininterrumpido que contrasta con la forma seca, abstracta e impersonal del episodio precedente. Simboliza la madre tierra fructífera en todos sus aspectos, especialmente en lo físico. Da a conocer un aspecto de su marido del que él no es consciente, y se revela de una manera desconocida a su marido. Sus recuerdos de previos apegos románticos se mezclan con el de la propuesta de matrimonio que le hizo Bloom, y se duerme. Su monólogo es una crónica de los acontecimientos del "día-de-Bloom" desde otra perspectiva.

VALORACIÓN LITERARIA

La tendencia en Ulysses hacia el funcionamiento interior de la mente y de los sentidos ha ejercido una influencia inmensa en la literatura moderna. Todos los esquemas corrientes acerca de cómo presentar una historia —derivadas de la lectura de novelas escritas en la forma tradicional— deben ponerse de lado al acercarse al libro de Joyce. Joyce presenta directamente la conciencia de sus personajes, sin explicar a quién pertenece la conciencia que se presenta. Cambios inesperados de estilo y de contenido son la marca de fábrica de la obra. Esta técnica se describe como "flujo de conciencia" o, más exactamente desde el punto de vista de Joyce, como "monólogo interior", en el que se presenta todo a través de una sucesión de imágenes e ideas aparentemente inconexas, pero conectadas más por asociación que por argumento lógico o por secuencia narrativa. La acción y la trama se desarrollan a través de las mentes de los tres personajes principales, y su "flujo de conciencia" refleja todas las fuerzas de las que son conscientes o que les afectan en un momento determinado, presentándose más o menos simultáneamente el acontecimiento externo y las asociaciones mentales y los recuerdos que esto estimula. En Proteo, por ejemplo, Stephen va por el camino que conduce a la casa de sus tíos, pero decide no visitarles. No obstante, imagina el tipo de conversación que hubiera tenido lugar, de haber ido y, a la vez, oye la voz de su padre en su casa comentando burlonamente una tal visita:

"Aflojó el paso. Aquí. ¿voy a casa de la tía Sara o no? La voz consustancial de mi padre. ¿has visto a tu artista hermano Stephen recientemente? ¿No? ¿Seguro que no está en Strasburg Terrace con su tía Sally? ¿Acaso no podrá volar mas alto que eso? Y y y dinos Stephen, ¿cómo está el tío Si? ¡Oh,Dios lloroso!,las cosas con que me he casado".

"Aflojó su paso" es la voz del narrador, o el punto de vista de una tercera persona. "Aquí. ¿Voy a la casa de la tía Sara o no? La voz consubstancial de mi padre" son los pensamientos de Stephen. En las próximas tres frases, se oye la voz de Simon Dedalus, preguntando por el paradero de Stephen. La frase "Y y y dinos Stephen, ¿cómo está el tío Si? es de Simon Dedalus imitando el tartamudeo de su cuñado, y la última frase es otra vez de Simon. El impacto de la psicología y de la "asociación libre" de la psiquiatría es bien aparente. Ulysses abunda en equívocos, juegos de palabras y experimentos estilísticos para evocar las respuestas mentales complejas y las actitudes de los personajes. Es útil emplear la expresión "flujo de conciencia" como un modo genérico de denominar las técnicas empleadas para representar el proceso de la conciencia en un personaje. Pero hablar de "Monólogo interior" define con más precisión el método de Joyce, ya que la presentación de los pensamientos de cada personaje está controlada conscientemente y a un nivel más cercano a la sintaxis gramatical del hablar corriente. Las interferencias del autor son sin consecuencias, como hemos visto en el pasaje citado más arriba.

Joyce acentuó todavía más su método estableciendo una correspondencia directa entre contenido y estilo. Como dijo en una carta (21 septiembre 1920): "Cada aventura (es decir, cada hora, cada órgano, cada arte entrelazado e interrelacionado en el esquema estructural del todo) no sólo debería condicionar sino también crear su propia técnica." El episodio situado en la oficina del periódico, por ejemplo, está plasmado en forma de periódico, y el pasaje sobre la doncellez sentimental está escrito en el estilo de las novelas por entregas. Esta correspondencia funciona también a nivel verbal. Cuando Bloom llega al cementerio, los días de la semana asumen en su mente un aspecto fúnebre: "cada viernes entierra a un jueves, ya que lo pienso." Bloom se siente momentáneamente deprimido a la hora del almuerzo y los pensamientos que transmiten su estado de ánimo están condicionados por el manjar: "Es ésta la peor hora del día... Odio esta hora. Siento como si hubiera sido comido y vomitado." Para Joyce los procesos mentales y fisiológicos están entrelazados. En Lotófagos Bloom piensa del lejano oriente:

Debe ser un sitio bonito: el jardín del mundo, grandes hojas perezosas en las que se puede flotar, cactus, praderas florecidas, lianas serpentinas las llaman. Pregúntome si es así. Esos cingaleses paseándose bajo el sol en dolce far-niente. No haciendo nada en todo el día... Aletargamiento. Flores de ocio. El aire alimenta a la mayoría. Azoes. Invernadero en jardines botánicos. Plantas sensitivas. Nenúfares. Andar sobre hojas de rosa.

El "lenguaje de las flores" al que Bloom hace referencia indirecta más adelante, expresa la clase de sus pensamientos y ayuda a crear la naturaleza del episodio y el motivo oriental.

Joyce decía que había recibido la idea del día interior de Les lauriers sont coupes de Edouard Dujardin (1887). Es difícil, no obstante, señalar con exactitud los predecesores que han influido a Joyce. Dorothy Richardson, Poe y Dostoievski, la filosofía de Bergson, el ejemplo de Proust, entre otros, han contribuido de alguna manera a la difusión del flujo de conciencia, como método literario. Esta técnica radical, en todo caso, capacitó a Joyce para establecer el paso hacia una nueva concepción del carácter y de la manera de escribir en la novela moderna. William Faulkner en The Sound and the Fury (El sonido y la furia) se consideró, por ejemplo, heredero de los métodos de Joyce. Las tres primeras partes de la novela de Faulkner son todo monólogos, mientras la cuarta parte es narrativa indirecta. El libro progresa desde la infancia hasta la vejez a través de las conciencias de cuatro personajes, representados por las mentes de un niño, un adolescente, un adulto y un anciano respectivamente. Los recuerdos de Benjy, en la primera sección, por ejemplo, se revelan en frases que recuerdan acontecimientos de tres o cuatro períodos diferentes, todos expresados en la misma frase. La Mrs. Dalloway de Virginia Woolf también se modela en muchos aspectos sobre Ulysses. Woolf entreteje los pensamientos supuestamente "normales" de Clarissa Dalloway con la conciencia "anormal" de Septimus Smith para sugerir una conexión entre los dos personajes y, más importante, para esclarecer la vida de Clarissa. La influencia de Joyce se extiende hasta escritores contemporáneos como Samuel Beckett, Anthony Burgess y Thomas Pynchon.

VALORACIÓN DOCTRINAL

Ulysses no contiene ningún "mensaje", y esto no debería sorprender, porque Joyce estaba decidido a que su libro no fuera didáctico. En Stephen Hero, obra más temprana, había escrito que el artista moderno huye de hacer afirmaciones absolutas. El método de Joyce es indirecto, basándose en la sugerencia más que en el comentario explícito; en la imagen, más que en la afirmación. Su descubrimiento de lo ordinario como sujeto del arte llama la atención, aunque debe algo a Wordsworth y a la tradición Romántica. Joyce destaca una cierta dimensión heroica en la situación ordinaria de la vida cotidiana pero da a sus personajes principales una vida interior desprovista de la presencia de Dios. En la sección trece de Escollos vagantes, por ejemplo, Stephen medita sobre la dinamo y el corazón, símbolos del mundo externo e interno del macrocosmos y del microcosmos:

Latido siempre por fuera y el latido siempre dentro. De tu corazón cantas. Yo entre ellos. ¿Dónde? Entre dos mundos rugientes donde se arremolinan, yo. Estréllalos, uno y ambos. Pero aturdirme a mí mismo también con el golpe. Estrélleme quien pueda. Alcahuete y carnicero eran las palabras. ¡Digo! Todavía no. Una mirada alrededor.

Aunque de momento retira su blasfemia, la retirada es falsa. Stephen ataca desenfrenadamente lo que él considera una acción creadora mecánica, la del dios de fuera, y lo que se considera como dispensador de la vida, el dios de dentro, al que insulta groseramente en su discurso a lo Hamlet. En Lestrigonenses Bloom también desarrolla el concepto de Dios-verdugo: "Dios quiere víctima de sangre". En Circe Stephen es mas directo, y tomando su característica postura luciferiana, desafía la exhortación de su madre a arrepentirse: "Non serviam... No! No! No! Rompedme el espíritu todos, si podéis! Os domaré a todos" No se someterá a ninguna autoridad externa, especialmente a la iglesia que, según él, tiraniza al espíritu humano. Su condición espiritual está analizada en un pasaje de Bueyes del sol que parodia el estilo alegórico de John Bunyan. Habiendo perdido la Botella de Santidad en su juventud, le falta la Gracia para recuperarla. Pio trata de ayudarle hablándole del cielo, y Casto le señala el camino. En cambio Stephen se enreda y vacila en la Concupiscencia Carnal. La visión del mundo que tiene Bloom no deja sitio para la moralidad basada sobre la Ley Divina. Su aceptación de la infidelidad de su mujer —a través de la conclusión racionalista de que la fidelidad y la infidelidad coinciden—, aunque es caritativa en la superficie, está más bien destinada a estimular la impureza. La vida consiste en una serie de sensaciones sexuales, de manera que nadie puede jamás esperar que su esposa haya preservado su inocencia antes del matrimonio, o que guarde la castidad después, sugiere Bloom en Ítaca. Cometer adulterio es, en todo caso, "menos reprensible que el hurto, el robo, la crueldad hacia los niños o hacia los animales, la obtención de dinero con pretextos falsos", etc. Joyce reduce subrepticiamente la gravedad de la transgresión moral haciéndola trivial a través del lenguaje cómico. El mundo interior del hombre, por tanto, está dominado por lo sórdido y lo sexual, y se presenta la delectación amorosa como si fuera un pensamiento heroico. El pecado, o "error" como Joyce prefería llamarlo, llega a ser medio de liberación. Los episodios Nausica, Circe y Penélope son especialmente crudos y ofensivos. Aunque Joyce dice haber recogido ambos lados de la naturaleza humana, lo físico y lo espiritual, hay una negación y un reto constante del orden sobrenatural y de la autoridad de la Iglesias por parte de sus personajes principales. Si en Ulysses hay una espiritualidad es, paradójicamente, una espiritualidad al revés, un misticismo de la carne, por así decir. Los vicios y las virtudes llegan a confundirse mientras se echan de lado las normas cristianas de la conducta, para desplegar un universo relativista.

Como se puede suponer, no se admite la Providencia divina obrando en las vidas de los hombres. En Ítaca se nos dice que Bloom es escéptico referente a la vida futura, ya que no hay método alguno para pasar de la tierra conocida al cielo desconocido.

Bloom, siente "el frío del espacio entre las estrellas" y "la apatía de las estrellas". Estamos aquí bien lejos del testimonio espléndido de Dante al "Amor que mueve al sol y a las demás estrellas" (L'amor che move il sole e l'altre stelle). El acto de bondad de Bloom hacia Stephen, el punto central del libro, es recomendable, pero debe juzgarse desde una perspectiva sobrenatural. Aunque este gesto sin presunción podría librar el universo de Joyce de la incertidumbre del vacío y del aislamiento humano, la caridad resulta enteramente expoliada de su sentido cristiano, para convertirse en mera buena voluntad humanitaria. En otras palabras, hay amor del prójimo, pero no hay amor de Dios. El amor humano es exaltado al precio del amor divino en toda la novela. Como consecuencia, Ulysses está empapado de ambigüedad —por no decir subversión— ética y moral.

 

                                                                                                                 D.M. (1982)


JOYCE, James

Ulysses

Shakespeare and Company, Paris 1922 (First edition).

CONTENT

Ulysses, as its title indicates, is based on the wanderings of Odysseus. Homer's book serves Joyce as a ground plan for launching a modern odyssey about contemporary life in which most of the adventures are internalized, or occur inside the mind. These adventures take no more than eighteen hours of a day in Dublin, 16 June 1904. Joyce appears to have chosen this date in relation to his wife, as a tribute to the occasion on which they had first met. The book was written between 1914 to 1921, and finally published as a whole in 1922.

The actual events of Ulysses, inconsequential on the surface, are simple enough. Stephen Dedalus, the protagonist of A Portrait of the Artist as a Young Man, has returned to Dublin to be at the deathbed of his mother. He suffers from remorse of conscience, his revolt against Catholicism being so strong that he refused to grant his dying mother's wish that he pray for her. The first three episodes concentrate on Stephen's activities, having breakfast in the Martello Tower where he lives, giving a history lesson at Mr Deasy's school, and walking along Sandymount strand. The next twelve episodes relate the day of Leopold Bloom, his breakfast in his Eccles Street home, the funeral at Glesnevin cemetery, the newspaper office, Davy Byrnes' pub, the library, the streets of the city and the viceregal cavalcade, the music at Ormond Hotel, the clash with the Citizen at Barney Kiernan's, the encounter with Gerty MacDowell on the beach, the maternity hospital where Bloom finally meets Dedalus, and their appearance at Bella Cohen's brothel. The final three episodes balance the first three--Bloom and Dedalus at the cabman's shelter, the return to Eccles Street, and in the bedroom of Molly Bloom. In the first section we are for the most part inside the mind of Stephen. In the middle section we move in and out of Leopold Bloom's consciousness, and in the final episode we are presented with Molly Bloom's inner thoughts.

I. Telemachus

Stephen Dedalus, called back to Dublin to be at the bedside of his dying mother, is now living in the Martello Tower at Sandycove with his friend, Buck Mulligan, a medical student. They have a guest with them, Maines, an Englishman from Oxford who is a collector of Irish folklore. The action in this episode, as in most of Ulysses is minimal.

Mulligan asks for the key to the tower; Stephen throws it on Mulligan's shirt, turns and walks away from his friend for good, uttering to himself the word 'usurper'. A number of central ideas are introduced here. Mulligan makes his entrance holding a bowl of lather aloft, intoning words which parody the beginning of the Mass, and mimicking Stephen's role as 'priest of eternal imagination'. Stephen characterizes Mulligan as one of 'a brood of mockers'--mockery being a negative force. Mulligan is, in fact, Stephen's antitype. He has been described as the spirit of denial, in imitation of Goethe's Mephistopheles. Stephen, meanwhile, refuses to serve what he considers to be negative forces in the spiritual and secular orders: the Roman Catholic Church and the British empire. The word 'usurper' links Stephen to Telemachus, surrounded by suitors in the Odyssey, to Hamlet, objecting to his uncle's usurpation of the kingdom, and to the theme of the son in search of a father. Joyce glides in and out of myths almost imperceptibly. Haines' anti-Semitism (he suggests that the Jews are responsible for the troubles of modern England) sounds another important theme.

II. Nestor

In the Odyssey Telemachus seeks news of his lost father from Nestor, who recounts the story of the siege of Troy. Stephen's encounter with his headmaster and employer, Mr Deasy, recalls Telemachus' visit to Nestor. Joyce is working with near-identities throughout Ulysses, and not one-for-one parallels. The correspondences, although firmly established allow for a certain flexibility. Mr Deasy has written a letter urging stronger action against foot-and-mouth disease and hopes that Stephen, through his friends in the press, will publish it. Stephen now muses that Mulligan will be able to mock him with an Homeric epithet as the 'bullockbefriending bard'.

Stephen gives a history lesson which leads him to think about the history of oppression of the Irish and the Jews--a connection which is constantly emphasised in the book. Stephen once again registers his defiance of spiritual and secular authority by intimating that he will render nothing unto God or Caesar. Mr Deasy, like Haines, blames the Jews for England's troubles (Mr Deasy is a staunch Ulsterite). Stephen's reply, 'A merchant...is one who buys cheap and sells dear, jew or gentile, is he not?', prepares the way for Bloom's entrance in the fourth chapter.

III. Proteus

In Homer, Menelaus narrates his capture of Proteus, the god of the sea who constantly changes shape. Change is, in fact, the theme of this episode. As Joyce said, 'Everything changes--seas sky, man, animals. The words change too.'

The Protean animal is the dog: 'He rooted in the sand, dabbling, delving and stopped to listen to the air, scraped up the sand again with a fury of his claws, soon ceasing, a pard, a panther, got in spousebreach, vulturing the dead.' Parts of speech change, too, as adverb becomes verb: 'Remember. Haroun al Raschid. I am almosting it. That man led me, spoke...' The reader is here wholly absorbed in following the trail of Stephen's thoughts. Other characters that are mentioned or appear do so only as part of the content of Stephen's mind. Stephen announces at the beginning of the episode that he has come to Sandymount strand to read the signatures of all things, of 'seaspawn and seawrack', of birth and death. He defines time as 'the ineluctable modality of the audible', and space as 'the ineluctable modality of the visible', concepts based on the philosophies of Aristotle and Berkeley.

IV. Calypso

Joyce devised the next three episodes to cover the same hours, from eight to twelve, already covered in the first three. This structure enabled him to draw attention to the dual theme of son searching father and father searching son. Stephen is kept waiting in the wings to introduce a man of different race, age, and temperament. Leopold Bloom is a middle-aged Hungarian Jew who has a history of easy conversion to Protestantism and Catholicism, and finally to free thought. Joyce wanted his modern Ulysses to be an unassuming, good man. He also wanted him to be a complete man. By this he meant that his principal character was to be three-dimensional, that his foibles as well as his good points were to be exposed. In short, the reader should know everything about him. Bloom is seen as son, father, husband, lover, friend, worker and citizen. His seventeen hours away from home and his wife provides the analogy, tenuous at first, with the wanderings of Ulysses.

Bloom and Stephen are at once alike and different. Bloom, for example, leans to the sciences, Stephen to the arts. Stephen is inward-looking, Bloom outward. These differences, as well as others, only reinforce the individuality of the two characters, but Joyce intended that they should complete each other, so that, as the book progresses, Bloom and Stephen should move figuratively towards what he termed 'fusion'.

Joyce stretches the Homeric analogy in this episode by having Bloom's wife, Molly, act both as Penelope and Calypso, the goddess who held Odysseus in amorous captivity for seven years. The most characteristic feature of Bloom is his tendency towards the concrete and the physical, in opposition to Stephen who tended towards the abstract. His manner of speaking is characterised by what have been described as 'bloomisms'--a lumping together of factual near-misses. Bloom, for instance, thinks of the cities of the plain: 'Sodom, Gomorrah, Edom'. Bloom is here mistaken in including Edom as one of the cities, since Edom was the name given to Esau in Genesis. Although Bloom is a Jew and feels a slight sympathy for Zionism, he is not in favour of it.

V. Lotus-Eaters

The atmosphere of this chapter is one of languor and dolce far niente, in imitation of the inertia of Ulysses' men when they landed among the lotus-eaters. Bloom walks among the land of Dubliners and meditates on what he considers to be the narcotizing effect of Eastern and Western religions, especially Christianity. An incident here which turns out to have dire consequences for Bloom is his meeting with Bantam Lyons. Lyons wants to borrow Bloom's newspaper in order to check some detail about the Ascot Gold Cup race that day. Bloom says Lyons can keep the newspaper since he was about to 'throw it away'. Lyons misconstrues Bloom's reply as being a betting tip, since Throwaway is the name of a runner in the race. When Bloom leaves Barney Kiernan's for a moment in Cyclops, he is believed to be cashing in on his bet on Throwaway and engenders further hostility towards him on account of this.

VI. Hades

The underworld into which Bloom and his fellow-Dubliners descend is Glasnevin cemetery, there they are to attend the funeral of Paddy Dignam. Bloom sits in a mourners' coach with Jack Power, Martin Cunningham and Simon Dedalus, Stephen's father. At one point in their journey, Bloom spots Stephen and draws Simon's attention to his son. Simon curses the bad influence that he believes Mulligan is exerting on his son. Bloom's thoughts meanwhile, stray to his own son, Rudy, who died when he was 11 days old. The father-son theme is here solidified. Joyce also emphasises in this episode Bloom's variance with Christian ideas of death. Bloom prefers, for instance cremation to burial but knows that the Church is against it.  Bloom, whose father took his own life, is unable to understand the Christian attitude towards suicide. Doctrines such as 'the resurrection of the body' elicit only a comic response in Bloom, who affirms life in this world: 'I do not like that other world she wrote. No more do I. Plenty to see and hear and feel yet.' The funeral entails its owm mystery as a mourner unkown to the gatherings is identified simply as a man in a macintosh.

VII. Aeolus

The analogy in this episode is between the daily press and Aeolus' palace of the winds in the Odyssey. Aeolus had helped Ulysses on his way home by giving him the winds unfavourable to his voyage sealed in a bag. Within sight of Ithaca, however Ulysses' crew opened the bag out of curiosity and the tempest drove them back to sea. When Ulysses asked Aeolus for help a second time, he was rebuffed. The Irish keeper of the winds is Myles Crawford, editor of the daily newspaper, who intimates at first a successful conclusion to a deal proposed by Bloom, an ad salesman, only to change his mind on being approached a second time.

Bloom and Stephen, acting independently, puncture the windbags of Dublin rhetoric. Three speeches in particular are referred to in the editorial office. The first is the one by Dan Dawson reported in the local paper from which Ned Lambert reads: 'the transcendent translucent glow of our mild Irish twilight that mantles the vista far and wide till the glowing orb of the moon shines forth to irradiate her silver effulgence.' 'High falutin' stuff' and 'Bladderbags' thinks Bloom. J.J. O'Molloy cites Seymour Bushe's speech on the Childs murder case as an exception to Crawford's remark about the decay of eloquence: 'that stone effigy in frozen music, horned and terrible, of the human form divine, that eternal symbol of wisdom and prophecy which if aught that the imagination or the hand of the sculptor has wrought in marble of soultransfigured and of soultransfiguring deserves to live, deserves to live.' Bushe is describing Michelangelo's Moses, but its relevance to the murder trial is never established.

John F. Taylor's speech in defense of the Irish language revival is praised by MacHugh as 'the finest display of oratory he ever heard'. This last piece has political overtones. Taylor implies a comparison between the invitation made by the Egyptian high priest to Moses to accept the culture, religion, and language of Egypt and the one made by the English to the Irish. (MacHugh, in fact, compares the British conquest to the Roman, and prefers the Greek civilisation.) Moses' rejection of this offer holds a lesson for Ireland: the deliverance of the native people from bondage or, in Irish terms, independence from Britain. Taylor's oratory is for Stephen, who has come to the office to bring Deasy's letter, nothing but 'dead noise'. He narrates his own 'Parable of the Plums' which deflates Taylor's parallel between the Jews and the Irish. Ireland is no promised land and, instead of Moses on Pisgah, there are two old women eating plums and spitting out the stones on Dublin £rom the top of Nelson's pillar. (Bloom had earlier questioned whether the Jews were in fact freed by Moses: 'Dear, O dear! All that long business about that brought us out of the land of Egypt and into the house of bondage alleluia!')

The text of this episode is divided into brief sections each having a caption head in the journalistic manner. For instance, a section in which a character is described handing out cigarettes is headed: THE CALUMET OF PEACE. This stylistic innovation parallels the content of the episode.

VIII. Lestrygonians

Bloom's unspoken thoughts on the way to lunch correspond to the adventure of Ulysses with the cannibals. Various metaphors for cannibalism are explored. Bloom condemns, for instance, the theology that stipulates large families on the grounds that poor children cannot always be fed: 'Eat you out of house and home.' He also perceives in the bloodthirstiness of Church and State a secret alliance. The fact that George Russell (known as A.E.) is coming out of a vegetarian restaurant helps Bloom explain why A.S. is an aesthete: 'I wouldn't be surprised if it was that kind of food you see produces the like waves of the brain the poetical.' Connections between food and sensuality abound as Bloom remembers his courtship of Molly.

Bloom, throughout Ulysses, is presented as an outsider, a stranger whose values are at variance with the community he moves and lives in. Yet Joyce has some of his other characters point out at intervals that Bloom is a good man: 'He's not too bad,' Nosey Flynn says, 'He has been known to put his hand down too to help a fellow. Give the devil his due. O, Bloom has his good points.'

There is a parallel in this chapter as well between language and subject matter. Bloom thinks at different moments, 'Feel as if I had been eaten and spewed'; 'For example one of those policemen sweating Irish stew into their shirts; you couldn't squeeze a line of poetry out of him.'

IX. Scylla and Charybdis

In Homer, Odysseus manages to survive his ship's encounter with the whirlpool Charybdis and the many-headed monster Scylla. Here Scylla and Charybdis are metaphors for the philosophical perils —idealist and materialist— which threaten the individual and artist alike.

The episode begins in the National Library where Stephen is expounding his pet theory on Hamlet before an audience of four. General opinion has it that Shakespeare identifies himself with Prince Hamlet in the play that bears his name. Stephen argues, on the contrary, that Shakespeare is to be identified with the ghost of the murdered king--the part that Shakespeare himself is said to have played. Parallel with this theory is Stephen's conception of the mystical nature of fatherhood. This biographical interpretation of Hamlet comes under attack from two adversaries: George Russell and Buck Mulligan. Russell maintains that Shakespeare's personal life is of no consequence, spiritual depth being his sole criterion. Mulligan, on the other hand, parodies Hamlet as a play of self-abuse. The one is mystical, the other brutish. For Stephen these are only isolated aspects of experience, and he resists both. His theory implies instead the closest relation between the writer's life and his work.

X. Wandering Rocks

This episode, consisting of nineteen short scenes, serves as an entr'acte between the two halves of Joyce's book as well as a microcosm of the whole. Although most of the characters in Ulysses appear, Dublin itself is the principal focus. Dubliners move about between the hours of three and four against the background of the journeys taken by Father Conmee and the Earl of Dudley, representatives of spiritual and secular authority respectively. These two authorities are presented as being complementary, and are so considered by the Dubliners who salute them and are in turn saluted by them. Two citizens stand out as exceptions to the norm. Bloom, who is complimented by Lenehan as having a touch of the artist about him, and Stephen indicate their refusal to serve God or King by tactfully ignoring Father Conmee and the British viceregal procession. (This evasive action provides the slight correspondence with the Odyssey where Ulysses avoids the wandering rocks which are a danger to navigation.) Individuality is affirmed against the patterns of behaviour endorsed under both forms of authority.

The technical feat of this episode was described by Joyce's friend Frank Budgen: 'Joyce wrote Wandering Rocks with a map of Dublin before him on which were traced in red ink the paths of the Earl of Dudley and Father Conmee. He calculated to a minute the time necessary for his characters to cover a given distance of the city.' The characters' actions, in fact, are seen separately and simultaneously, close-up and from afar. We are given a general overhead view of the city, as at one moment a character is described at close range, and suddenly, without warning another character a mile distant is introduced. As with people, so with objects. The handbill thrown away by Bloom at lunchtime is described on its journey outward from Dublin: 'Elijah, skiff, light crumpled throwaway, sailed eastward by flanks of ships and trawlers, amid an archipelago of corks, beyond new Wapping Street, past Benson's ferry, and by the three-masted schooner Rosevean from Bridgwater with bricks.'

Another Homeric analogue is evident in the ability to distinguish between names and identities. Mr Bloom must not be confused with Bloom the dentist. Father Conmee with Don Jon Conmee, or Ben Dollard with Dollard the printer.

XI. Sirens

In the Odyssey Ulysses has his companions stuff their ears with wax in order to resist the charms of the sirens, creatures half woman and half bird. Ulysses himself is lashed to the mast and is the only man on board who hears the sirens, but does not yield to them.

Joyce proceeds again by analogy in this episode, not by exact correspondence. The setting is the Ormond Hotel where two barmaids Miss Douce and Miss Kennedy, serve as the charming sirens. The style is based on an elaborate imitation of musical form in words. The introductory section, for instance, resembles an overture, as the phrases and sentences put on paper signal many of the themes to be taken up in the body of the episode.

There is much song about love and patriotism, represented in the main by 'Love's Old Sweet Song' and 'The Croppy Boy'. Both harp on sentimentality, allurements which Bloom attempts to withstand. He sees Blazes Boylan (whom he had dubbed the 'worst man in Dublin' in Hades) and is the only one who knows that Boylan is on his way to a rendezvous with his wife, Molly, at four o'clock. Bloom decides not to do anything about the af£air for his own curious reasons: his attachment to his wife, his recognition that she has her own rights, and his sense of his own inadequacy. Bloom deflates sentimental patriotism at the end of the episode where, upon reading Robert Emmet's last words on the Irish rebel's statue, he breaks wind.

XII. Cyclops

Ulysses' encounter with the one-eyed Cyclops, Polyphemus, in the Odyssey provides the Homeric parallel. The setting is Barney Kiernan's, where discussion takes place on the Irish question (Ireland was still under British rule in 1904). The Citizen is the Irish Cyclops. He is a militant Sinn Fein patriot who sees only his own point of view and is metaphorically one-eyed. For him everything Irish is good, everything foreign (especially English) is vile. The irony is that the Citizen is not as patriotic as he pretends, since he has broken the patriotic code by buying the holding of an evicted tenant.

In this episode Joyce has Bloom, whose inner thoughts are not revealed for the first time, counter the Citizen's violence and arrant prejudice head-on. The Citizen taunts him for his supposed Zionism, Bloom responds firmly, 'I'm talking about injustice...But it's no use...Force, hatred, history, all that. That's not life for men and women, insult and hatred. And everybody knows that it's the very opposite of that is really life.' 'What?' he is asked. 'Love... I mean the opposite of hatred.' Bloom is permitted to deliver an ethical statement which is superior to the practice of those around him. For asserting that he is a Jew, Bloom experiences the hatred of the Citizen who blasphemes against Christ in whose name he attacks Bloom. The Citizen throws an empty biscuit tin at Bloom (parallel to the rock Polyphemus hurls at Ulysses as he sails away) who is quickly escorted from Barney Kiernan's by Martin Cunningham.

Bloom's testament does not seem the less genuine even if Joyce allows it to be mocked. The attempt of the two unnamed narrators in this episode to sentimentalise or coarsen the meaning of love remains unconvincing. One of the narrators referred to simply as 'I' exemplifies the narrowmindedness of one-eyed vision as well. His gossip is motivated by hatred, violence, and uncharitableness. The narration is punctuated by commentaries in different styles caricaturing scientific, journalistic and other jargon. These inflated styles allow Bloom's commonsense to prevail.

XIII. Nausicaa

After his run-in with the vituperative Citizen, we find Bloom in the more peaceful surroundings of Sandymount strand, along the beach where Stephen walked earlier in the day. It is now eight o'clock in the evening. Bloom eyes Gerty MacDowell who is sitting on the rocks along with Cissy Caffrey and Edy Boardman. In the background is the parish church dedicated to Our Lady as Star of the Sea. There is an unholy mixture or confusion, however, between spirituality and sensuality. This encounter with Gerty (from a distance) provides a crude parallel to the adventure in the Odyssey where Nausicaa daughter of the King of Phaeacia finds the storm-tossed Ulysses on the beach, cleans and clothes him, and finally leads him home. In Joyce's book the sin of Onan is made to seem heroic.

The technique in this episode changes, as we are for the most part in Gerty's mind. Joyce imitates the sentimental style of magazines of romance for young women, and it has been suggested that he is mocking Samuel Butler's argument in The Authoress of the Odyssey that Nausicaa, not Homer, wrote that book.

XIV. Oxen of the Sun

In the Odyssey the companions of Ulysses disobey the commands of Pallas as they slay the oxen of the sun god for food. As a result, all are drowned save the prudent Ulysses. Joyce interpreted the killing of the sacred oxen as the crime against fecundity by sterilising the act of coition.

Bloom has left Sandymount strand to call and inquire after Mrs Mina Purefoy, who has been three days in labour in the lying-in hospital in Holles Street. While he is talking to the nurse, Dixon, a young house surgeon, invites Bloom to join a group of medical students who are drinking ale with Stephen. They are soon joined by Buck Mulligan and his friend Alec Bannon, the beau of Bloom's daughter, Millicent. The conversation is loud and coarse, and revolves around the means of preventing the fruitfulness of love (hence the parallel with Ulysses' companions), in adherence to Malthusian and eugenic principles. Bloom alone abstains from such discourse. Although aware of his own contraventions of the command to increase and multiply, Bloom thinks of his wife and two children as if to absolve himself from guilt to some extent. It is appropriate for this first meeting of Bloom and Stephen that Stephen refrain from taking part in the mockery of women in pregnancy. Joyce obliquely indicates their underlying agreement on basic issues, an indication certified in Ithaca. By the end of the episode Mrs Purefoy gives birth and the medical students adjourn to Burke's pub.

Oxen of the Sun is noted for its stylistic innovation. After a brief opening, the action proceeds through 9 parts to the birth of Mrs Purefoy's child in a chronological sequence through progressive styles of English literature, from early English to contemporary slang. This literary tradition out of which Ulysses is born provides an ingenious parallel to the birth of a baby.

XV. Circe

Joyce sets this episode in the Dublin brothel area to correspond to Circe's den in the Odyssey. The atmosphere is hallucinatory, as the abdication of man's reason resulting in bestial depravity forms the metaphorical counterpart to Homer's enchantress transforming men into swine. Joyce's technique is again striking, concretizing in dramatic form what occurs in the mind, making external what is internal. Material objects assume human voices. The metamorphoses in this chapter have been compared to those in Goethe's Faust and in Ovid, among others.

Bloom is haunted by his misdemeanours, imagines himself as the world's greatest reformer and envisages his utopian schemes realised in what is called the new Bloomusalem. Stephen is besieged continually by the ghost of his dead mother who exhorts him to repent, and threatens him with the fires of hell. Stephen resists this onslaught, lifts his ashplant and smashes the chandelier, thereby indicating the emancipation of his spirit from the influence of the Church. When Stephen makes for the street, Bloom follows. Stephen is involved in an altercation with two British soldiers, Private Carr and Private Compton. Stephen makes mental warfare on spiritual and secular authority by pointing to his forehead and declaring, 'In here it is I must kill the priest and king.' The soldiers misinterpret this statement as an insult to their king, and Private Carr promptly bashes Stephen in the jaw. At this point Bloom comes to the rescue, bends down by Stephen and tries to wake him. Stephen murmurs, "Who...drive...Fergus now, / And pierce...wood's woven shade' which Bloom mishears: 'Face reminds me of his poor mother. In the shady wood. The deep white breast. Ferguson, I think I caught. A girl. Some girl. Best thing could happen him...' Bloom amusingly misunderstands the words of a poem by Yeats ('Who goes with Fergus?') which Stephen used to sing to his dying mother: 'She was crying in her wretched bed. For those words, Stephen: love's bitter mystery.' For a moment Bloom experiences a vision of Rudy, his son who died at eleven days but is now 'a fairy boy of eleven' as he would have been had he lived. Joyce is circumspect for fear of being sentimental.

XVI. Eumaeus

After Bloom helps Stephen to his feet, Stephen asks for a drink. Bloom suggests they go to the cabman's shelter near Butt Bridge. It is now after midnight, and the style reflects the languorous mood of the early morning hours. Clichés abound, and sentences ramble on inconclusively. The opening here serves as an anticlimax to the ending of the previous episode: 'Preparatory to anything else Mr Bloom brushed off the greater bulk of the shavings and handed Stephen the hat and ashplant and bucked him up generally in orthodox Samaritan fashion, which he very badly needed.' Bloom's act is placed in the context of the parable of the good Samaritan, only to be placed immediately out of context by the 'orthodox Samaritan fashion' in which it is done. The phrasing is absurd, but the unassuming act of kindness of a stranger in contrast to Stephen's friends who left him in the lurch, is nevertheless emphasised.

When Ulysses returned home to Ithaca he came in the disguise of a beggar to the hut of the swineherd Eumaeus. Ulysses concocts a long mendacious story to account for his coming, but reveals himself when Telemachus arrives. The cabman's shelter here corresponds to Eumaeus' hut. An old sailor, who says his name is W. B. Murphy, acts as a false Ulysses. He is armed with a host of sailor's yarns, among them his claim to have a faithful wife who has been waiting for him for seven years and to have known Stephen's father. Bloom labels all these 'genuine forgeries'. The reunion of Ulysses and Telemachus is paralleled here by the affinity between Bloom and Stephen despite their differences in race, age, and temperament: 'Though they didn't see eye to eye in everything,' Bloom muses, 'a certain analogy there somehow was, as if both minds were travelling, so to speak, in one train of thought.' Since Stephen had decided earlier the previous day not to return to the Martello Tower, Bloom now invites him to come to his home on Eccles Street for a cup of cocoa.

XVII. Ithaca

Joyce wrote this episode in the form of what he termed 'a mathematical catechism'. It is narrated in the coldest way so that the reader is presented with facts, figures, and judgments in a question and answer method. Draining water from the tap, micturition in the garden, and Bloom's thoughts on his wife's infidelity, are conveyed in the same unemotional tone.

Bloom and Stephen sip their cocoa and discuss various topics such as the Irish and Hebrew languages, ritual murder and the like. Their similarities as well as their differences are stressed. Both share 'an inherited tenacity of heterodox resistance' which leads them to profess 'their disbelief in many orthodox religious, national, social and ethical doctrines.' Stephen dissents openly from Bloom's interest in civic self-help, while Bloom tacitly demurs at Stephen's assertion that literature is the eternal affirmation of the spirit of man. Bloom invites Stephen to stay the night, but Stephen declines.

Joyce viewed Ulysses' slaughter of his wife's suitors as uncharacteristic of a man who lived by his wiles. Accordingly, Bloom here suppresses his emotional reaction to his wife's moral transgression, and slaughters her suitors bloodlessly in his mind by assigning the particular act of 'matrimonial outrage' a relative importance from a cosmic perspective.

XVIII. Penelope

Molly Bloom (an unfaithful Penelope) lies awake in bed and has the last word in Ulysses. Her unspoken thoughts are delivered in eight unpunctuated sentences of about five thousand words each in almost uninterrupted flow that counter the dry, impersonal abstract manner of the previous episode. She symbolises fruitful mother earth in all its aspects, especially its physicality. She reveals a side of her husband of which he is unaware, and reveals herself in a way unknown to her husband. Her memories of previous romantic attachments mingle with that of Bloom's proposal to her and she falls asleep. Her monologue is a recording of 'Bloomsday' events from a different perspective.

LITERARY EVALUATION

The tendency towards the inner workings of the mind and senses in Ulysses has exerted a tremendous influence on modern literature. All preconceptions derived from reading novels written in the traditional manner about the way a story is to be presented must be set aside when approaching Joyce's book. Joyce presents the consciousness of his characters directly, without explanation as to whose consciousness is being rendered. Unexpected shifts in style and content are its trademark. This technique is described as 'stream-of-consciousness' or, more accurately from Joyce's point of view, as 'interior monolgue', in which everything is presented through an apparently unorganised succession of images and ideas connected by association rather than by logical argument or narrative sequence, The 'action' takes place and the plot develops through the minds of the three principal characters, and 'their stream of consciousness' reflects all the forces of which they are aware as they affect them at any one moment-- an external event and the associations and recollections it triggers being presented more or less simultaneously. In Proteus, for example, Stephen passes by the road that leads to the house of his uncle and aunt, but decides not to pay them a visit. And yet he imagines the kind of conversation that would take place if he had gone and hears at the same time his father's voice commenting mockingly at home on such a visit:

"His pace slackened. Here. Am I going to Aunt Sara's or not? My consubstantial father's voice. Did you see anything of your artist brother Stephen lately? No? Sure he's not down in Strasburg terrace with his aunt Sally? Couldn't he fly a bit higher than that, eh? And and and tell us Stephen, how is uncle Si? O weeping God, the things I married into."

"His pace slackened' is the narrator's voice, or the third person point of view. 'Here. Am I going to Aunt Sara's or not? My consubstantial father's voice' are Stephen's inner thoughts. In the next three sentences the voice of Simon Dedalus inquiring after Stephen's whereabouts is heard. 'And and and tell us Stephen, how is uncle Si?' is Simon Dedalus mimicking his brother-in-law's stutter, and the final derisive statement is Simon's own once again. The impact of psychology and 'free association' by psychiatry is readily apparent. Ulysses abounds in puns, word play and various stylistic experiments to evoke a character's complex mental responses and attitudes. It is useful to employ 'stream of consciousness' as an inclusive term to denote all the various techniques to represent the process of consciousness in a character. 'Interior monologue' defines more precisely Joyce's approach, as the presentation of a character's thoughts are consciously controlled and on a level closer to the grammatical syntax of normal speech. There is negligible interference by the author, as we have seen in the passage quoted above.

Joyce accentuated his method further by establishing a direct correspondence between subject matter and style. As he said in a letter (21 September 1920), 'Each adventure (that is, every hour, every organ, every art being interconnected and interrelated in the structural scheme of the whole) should not only condition but even create its own technique.' The episode set in a newspaper office, for instance, is cast in the form of a newspaper, or the episode on sentimental girlhood is written in the style of popular romances. This correspondence works on the verbal level, too. When Bloom arrives at the cemetery, the days of the week take on a funereal aspect in his mind: 'Every Friday buries a Thursday if you come to think of it.' Bloom feels momentarily depressed at lunch time, and the thoughts which convey this mood are conditioned by food: 'This is the very worst hour of the day...Hate this hour. Feel as if I had been eaten and spewed.' For Joyce mental and bodily processes are interrelated. In Lotus-Eaters Bloom thinks of the far east:

"Lovely spot it must be: the garden of the world, big lazy leaves to float about on, cactuses, flowery meads, snaky lianas they call them. Wonder is it like that. Those Cinghalese lobbing around in the sun, in dolce far niente. Not doing a hand's turn all day...Lethargy. Flowers of idleness. The air feeds most. Azotes. Hothouse in botanical gardens. Sensitive plants. Waterlilies...Walk on roseleaves."

The language of flowers, to which Bloom makes a passing reference later on, expresses the nature of his thoughts and helps create the nature of the episode and the oriental motif.

Joyce claimed he received the idea for the interior monologue from Edouard Dujardin's Les Lauriers sont coupé (1887). It is difficult, however, to pinpoint the predecessors who have influenced Joyce. Dorothy Richradson, Poe and Dostoevsky, the philosophy of Bergson, the example of Proust, among others, all contributed in some way to the diffusion of the stream-of-consciousness method. This radical technique, in any case, enabled Joyce to set the pace for a new conception of character and way of writing in the modern novel. William Faulkner, for example, considered himself the heir of Joyce's methods in The Sound and the Fury.

The first three parts of Faulkner's novel are entirely monologues, while the fourth part is indirect narrative. The book moves from childhood to old age through the consciousness of four characters, each representing the minds of a child, adolescent, adult, and older adult respectively. Benjy' s memories in the first section, for instance, are revealed in phrases which recall incidents from three or four different periods, all expressed in the same sentence. Virginia Woolf's Mrs. Dalloway also is patterned in many respects after Ulysses. Woolf interweaves Clarissa Dalloway' s supposedly 'normal' thoughts with the 'abnormal' consciousness of Septimus Smith in order to suggest a connection between the two characters and, more importantly, to illuminate Clarissa's life. Joyce' s influence extends to such contemporary writers as Samuel Beckett, Anthony Burgess and Thomas Pynchon.

DOCTRINAL EVALUATION

That Ulysses does not contain any 'message' should not surprise, for Joyce was determined that his book should not be didactic. In Stephen Hero, an earlier work, he had written that this diffidence before absolute statements characterised the modern artist. Joyce's method is indirect, relying on suggestion rather than explicit commentary, on image rather than assertion. His discovery of the commonplace as subject matter for art is striking, even if it owes something to Wordsworth and the Romantic tradition. Joyce elicits an heroic dimension from the ordinary situations of everyday life, but gives his major characters an interior life which is devoid of the presence of God. In the thirteenth section of Wandering Rocks, for instance, Stephen meditates on the dynamo without and the heart within, symbols of external and internal worlds, of macrocosm and microcosm:

"Throb always without you and the throb always within. Your heart you sing of. I between them. Where? Between two roaring worlds where they swirl, I. Shatter them, one and both. But stun myself too in the blow. Shatter me you who can. Bawd and Butcher were the words. I say! Not yet awhile. A look around."

Although he temporarily withdraws his blasphemy, such withdrawal is disingenuous. Stephen lashes out at the machine-like creation, the god without, and presumably the dispenser of life, the god within, the God whom he called 'Bawd and Butcher' in his Hamlet discourse. This concept of 'dio boia, hangman god' is one which Bloom concurs with in Lestrygonians: 'God wants blood victim.' In Circe, Stephen is more direct, and striking his characteristic Luciferian pose, he defies his mother's exhortation to repent: 'Non serviam'...No! No! No! Break my spirit all of you if you can! I'll bring you all to heel!' He will not submit to any external authority, especially the Church which he claims tyrannizes the human spirit. His spiritual condition is analysed in a passage £rom Oxen of the Sun parodying the allegorical style of John Bunyan. Having lost the bottle Holiness in his youth, he lacks the Grace to recover it. Pious tries to help by telling him about heaven, and Chaste points him to the way. Instead Stephen is beguiled by and flounders in Carnal Concupiscence. Bloom's world view also allows no room for morality based on the Divine Law. His acceptance of his wife's infidelity by coming to the rationalistic conclusion that fidelity and infidelity coincide, charitable on the surface, is intended more as a barb against purity. Life consists of a series of sexual sensations, so that no one could ever expect his spouse to have preserved her virtue before marriage, or to safeguard her chastity afterwards, Bloom suggests in Ithaca. Committing adultery, he says, is, in any case 'less reprehensible than theft, highway robbery, cruelty to children and animals, obtaining money under false pretences' and so forth. Joyce reduces on the sly the seriousness of the moral transgression by trivializing it under the cloak of comic language. The inner world of man, then, is dominated by the sordid and the sexual, morose delectation being paraded as heroic thought. Sin, or 'error' as Joyce preferred to call it, becomes a means of 'liberation'. Nausicaa, Circe and Penelope are particularly indelicate and offensive; Although Joyce claims to have recognized both sides of human nature, the physical and the spiritual, there is a constant denial and defiance of the supernatural order and the Church's authority on the part of his major characters. If there is a spirituality, it is, paradoxically, spirituality in reverse, a mysticism of the flesh as it were. Vices and virtues become indistinguishable as Christian norms of conduct are discarded in order to unfold a relativistic universe.

Divine Providence is, predictably, not recognized as working in the lives of men. In Ithaca we are told that Bloom remains skeptical of an afterlife, there being no method of proceeding from the known earth to the unknown heaven. This assumption denies Aquinas' 'five ways' of proving God's existence, especially the teleological proof which leads to an architect of the universe by observing that even the inanimate things of the world act in an ordered, purposeful way. Bloom feels instead 'the cold of interstellar space' and 'the apathy of the stars'. We are here far removed from Dante's splendid testimony to 'the love that moves the sun and the other stars' (l'amore che muove il sole e l'altre stelle). Bloom's act of kindness towards Stephen, the central moment in the book, is commendable but must be judged from this supernatural perspective. Although the unassuming gesture might save the Joycean universe from the incertitude of the void and human isolation, charity is stripped entirely of its Christian meaning being converted to mere humanitarian good will. In other words, there is love of neighbour, but there is no love of God. Human love is exalted at the expense of divine love throughout the novel. Consequently, an ethical and moral ambiguity, if not subversiveness, pervades Ulysses.

 

                                                                                                                 D.M. (1982)

 

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