KANT, Immanuel

Prolegómenos a toda Metafísica futura que quiera presentarse como Ciencia

OBSERVACIONES

l. Se ha utilizado la versión adaptada de la obra, publicada por editorial Alhambra, por ser ésta la que se decidió utilizar para la prueba de selectividad (acceso a la Universidad). Por tanto, las páginas que figuran citadas corresponden a dicha edición.

2. La versión de Alhambra es una selección de textos; en realidad recoge íntegra la parte equivalente a la "Dialéctica Trascendental" de la "Crítica de la razón pura".

Faltando por tanto los capítulos correspondientes al análisis de la sensibilidad y del entendimiento.

La división en capítulos corresponde a la versión de Alhambra, no coincidiendo con el original.

LA FILOSOFÍA CRÍTICA: KANT

1. Introducción

Kant nació en Prusia en 1724 y murió en 1804. Filosóficamente se formó en el racionalismo, siendo alumno de Wolff, que a su vez era discípulo de Leibniz. En el prólogo de "Prolegómenos" confiesa que la lectura de Hume le sacó de "su sueño dogmático" y le puso en guardia contra las concepciones racionalistas, a a las que dirige su crítica.

Sus obras más importantes son "Crítica de la razón pura", donde se plantea la posibilidad de la metafísica como ciencia equiparable a las matemáticas y a la física; escrita en 1781. Y la "Crítica de la razón práctica", escrita en 1788, donde intenta resolver los problemas que se le plantean en la primera obra citada. En 1790 publica "La crítica del juicio", pero antes (1785) publica una breve obra donde resume los contenidos fundamentales de la "Crítica de la razón pura", para rebatir críticas que se habían hecho a la complejidad y difícil lenguaje de dicha obra: "Prolegómenos a toda metafísica futura que quiera presentarse como ciencia". Por último, escribió "Fundamentación de una metafísica de las costumbres".

2. Crítica de la Razón Pura. Introducción y conceptos previos

La obra consta de una introducción, en la que se plantea el problema y se explican los conceptos previos; a la que siguen tres partes:

        — Estética trascendental, en la que se tratan el valor y límite del conocimiento sensible.

        — Analítica trascendental, donde estudia el entendimiento y sus conceptos.

        — Dialéctica trascendental, en la que estudia la posibilidad de la metafísica como ciencia, al analizar la razón y su función unificadora de los conceptos del entendimiento mediante las ideas.

Kant pretende hallar una vía intermedia entre el racionalismo y el empirismo. De ahí que afirme, de una parte, la necesidad del conocimiento sensible como punto de partida del conocimiento. Mientras que, por otra, desconfía de los mismos (de hecho el primer tema que se plantea es la fiabilidad de los sentidos), siendo esto una clara herencia racionalista.

Kant distingue entre noumeno o cosa en sí, y fenómeno o cosa para mí. El primero hace referencia al objeto tal como es en realidad; mientras que el segundo se refiere a lo que del objeto llega a conocer el sujeto.

Según el esquema kantiano, en todo conocimiento concurren dos componentes: los datos procedentes del objeto (materia), y los esquemas cognoscitivos a través de los cuales el sujeto se hace con el objeto (forma). Lo primero procede del noumeno, la suma de materia y forma, compone el fenómeno. De ahí que el conocimiento que poseemos de los objetos parte de datos procedentes de los sentidos, pero es informado, y en cierta medida deformado, por el sujeto que conoce. Kant distingue tres niveles de formalización: la sensibilidad (interna y externa), el entendimiento y la razón. Cada uno tiene sus FORMAS "A PRIORI" que aplica al conocimiento procedente del objeto.

"A priori" (anterior a la experiencia) y "a posteriori" (posterior a la experiencia) son términos utilizados por Kant para clasificar los diferentes tipos de juicios que la mente humana emplea. Los juicios analíticos son aquellos en los que el predicado está implícito en el sujeto. Por el contrario, los juicios sintéticos son aquellos en los que el predicado aporta datos no incluidos en el sujeto. De su misma definición se deduce que: los juicios analíticos no significan ningún avance para el conocimiento, mientras que en los juicios sintéticos se da un avance. De aquí que a la ciencia sólo le interesen los juicios sintéticos.

Pero por otro lado los juicios, simplemente sintéticos, aunque aporten nuevo conocimiento, si sólo pueden ser a posteriori, no sirven para "predecir" y dominar la realidad, que es uno de los fines del conocimiento científico. Por tanto el tipo de juicio idóneo para la ciencia, es el juicio sintético a priori. Ya que con él se aumenta el conocimiento al mismo tiempo que se puede prever con anterioridad a que ocurran los fenómenos.

Así, tenemos que Kant denomina a priori a aquel conocimiento cuya validez no depende de la experiencia, mientras que todo conocimiento a posteriori depende de la experiencia. El conocimiento a priori es necesario y universal, de ahí que lo llame conocimiento puro. El conocimiento a posteriori es contingente y limitado. El problema se plantearía así: ¿cómo es posible un conocimiento necesario y universal, de una realidad contingente y singular? A esta pregunta intentará responder en esta obra.

Además del anterior problema, y como pasos previos a su resolución, Kant intenta resolver las siguientes cuestiones: ¿cómo es posible la ciencia matemática, física o metafísica? y ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en matemáticas, física y metafísica?

La división de la obra responde a la última pregunta, ya que en la Estética abordará la posibilidad del a priori en las matemáticas; en la Analítica tratará del a priori en la física, y en la Dialéctica estudiará si es posible este tipo de conocimiento en la metafísica.

El principio fundamental de la filosofía Kantiana se podría resumir así: TODO CONOCIMIENTO COMIENZA EN LA EXPERIENCIA, PERO NO TODO LO QUE HAY EN EL CONOCIMIENTO PROCEDE DE LA EXPERIENCIA.

Además, Kant distingue entre entendimiento y razón:

ENTENDIMIENTO (VERSTAND), es la primera síntesis de orden racional que el sujeto aplica a los datos procedentes del conocimiento sensible. Es la facultad de juzgar, de pensar el objeto que nos presenta la INTUICIÓN SENSIBLE (Kant sólo admite este tipo de intuición; contra Descartes, que sólo admitía la intuición intelectual). El conocimiento procedente de la intuición sensible es subjetivo y por tanto particular, es el entendimiento quien hace de él un conocimiento universal. Kant no considera conocimiento —en sentido estricto— al conocimiento sensible; de ahí que hasta que no interviene el entendimiento, ordenando los contenidos de la sensibilidad, mediante los conceptos y los juicios, no hay conocimiento.

RAZÓN (VERNUNFT), es la segunda síntesis y la tercera formalización a la que el sujeto somete los datos procedentes de la sensibilidad. Es la facultad de los principios; su función es conferir unidad a los juicios dispersos del entendimiento.

Esta facultad tiene dos usos: la razón teórica —a la que Kant denomina razón pura— que tiene por objeto regular el funcionamiento de las categorías o juicios del entendimiento. La razón práctica, tiene como finalidad regir la conducta humana, su función consiste en determinar las condiciones a priori del valor moral de la conducta.

Otros conceptos importantes en Kant:

TRASCENDENTAL[1], este término equivale al uso de la razón pura. Se opone a trascendente, que es el uso acrítico que la metafísica anterior a Kant hacía de la razón, extrayendo conclusiones no fundamentadas en la experiencia. Trascendental equivale a conocimiento a priori, pero referido siempre a la razón, no al entendimiento ni a la sensibilidad.

METAFÍSICA, término que tiene en Kant dos acepciones diferentes:

a) disposición natural innata del ser humano (todo hombre intenta tener una cosmovisión, una respuesta al problema de la libertad humana, de la inmortalidad y de Dios);

b) ciencia o pretensión —fallida hasta Kant— de dar una respuesta racional a los problemas anteriores (alma, mundo y Dios).

Estas dos acepciones aparecen en Prolegómenos.

Toda la obra de Kant está encaminada a la elaboración de una metafísica científica, que dé una respuesta rigurosa y cierta a los problemas planteados por el hombre de todos los tiempos. Kant se sorprende de que, tras tantos siglos de especulación filosófica, no haya una respuesta unívoca a estos problemas. Tacha de dogmáticos a los racionalistas, y de escépticos a los empiristas, en especial a Hume. Pero él mismo, al final de la Crítica de la razón pura, se encuentra con un problema: los objetos propios de la metafísica, no proceden de la experiencia, como los objetos de las restantes ciencias. Por tanto, si todo conocimiento, para ser válido y no dogmático, ha de proceder de la experiencia... no cabe un conocimiento científico de los objetos de la metafísica. La "Crítica de la razón práctica" intentará encontrar el modo de fundamentar, desde la ética, lo que desde el conocimiento científico resultó imposible.

PROLEGÓMENOS A TODA METAFÍSICA FUTURA QUE QUIERA PRESENTARSE COMO CIENCIA

CONTENIDO

l. Prólogo

"Estos prolegómenos no son para el uso de escolares, sino de futuros maestros, a quienes les tienen que servir no para ordenar la exposición de una ciencia ya existente, sino, ante todo, para forjar esta ciencia misma".

Así comienza el prólogo, señalando la finalidad de la obra: dar las pautas para elaborar la metafísica como ciencia. A continuación se lamenta del estado en el que la metafísica ha permanecido durante siglos, "mientras las demás ciencias progresan sin cesar, sea ésta, que pretende ser la sapiencia misma, cuyo oráculo todos consultan, donde se esté permanentemente en un punto muerto".

Señala como punto decisivo en la historia de la metafísica el ataque de Hume al concepto de causalidad, en particular; y a los conceptos de la razón, en general: "Hume demostró irrefutablemente que a la razón le es absolutamente imposible concebir a priori y por medio de conceptos una relación semejante (causalidad)". Aquí vemos cómo niega la posibilidad de que la razón conciba este tipo de relaciones, lo que implica la imposibilidad de la metafísica, por ser todos sus conceptos de este tipo.

Kant se lamenta de que Hume no fue comprendido por sus contemporáneos, ya que de lo contrario, su crítica hubiese sido un estímulo para acelerar la necesaria reforma de la metafísica. Las críticas a Hume se centraron en el "sentido común", pues resulta evidente que el concepto de causa es el más usado por el hombre en todos los niveles de conocimiento. Esto para Kant era desenfocar el tema, ya que Hume lo que proponía se centraba en tomo al origen del concepto; no se refería a su realidad ni a su uso.

"En primer lugar intenté ver si la objeción de Hume era válida en general, y pronto descubrí que la noción de relación de causa y efecto estaba lejos de ser la única relación por medio de la cual el entendimiento establecía a priori relaciones de las cosas e, incluso más, descubrí que la metafísica consiste única y exclusivamente en esto". En este texto vemos cómo es Hume el que centra la temática del estudio kantiano sobre el origen de los conceptos de la razón.

A continuación Kant arremete contra los detractores de su "Crítica de la razón pura" (obra donde lleva a cabo un estudio exhaustivo de la razón y todos sus "productos"; con el fin de establecer si es posible la metafísica como ciencia). Dichas críticas se centraban en la oscuridad de sus términos, así como en lo árido de la exposición. Kant califica de superficiales estas críticas, y argumenta que la empresa de cimentar una ciencia rigurosa, requería la utilización de vocablos precisos, etc. Pero una vez culminada su obra cumbre, en la que no sólo expone un método o un proyecto para la metafísica, sino que realiza paso a paso la revisión de dicha ciencia; en "Prolegómenos" pretende satisfacer a sus críticos, dando una síntesis asequible de todo el desarrollo de la "Crítica de la razón pura". Por último, invita —a aquellos que con esta simplificación no consigan entenderlo— a que abandonen los estudios metafísicos.

2. Capítulo I: "Pregunta general de Prolegómenos: ¿Es, en general, la Metafísica posible?"

"Si hubiera una metafísica que se pudiera declarar ciencia, se podría decir: "aquí está la metafísica, no tenéis más que estudiarla y os convencerá de un modo irresistible y constante de su verdad"; en este caso, esta pregunta sería innecesaria...". En este texto Kant plantea de nuevo la necesidad de una metafísica dotada de una evidencia, semejante a la de las restantes ciencias. Acusa a las elaboradas hasta entonces, de ausencia de rigor a la hora de aplicar las proposiciones sintéticas —como el principio de razón suficiente— con que de hecho cuenta. Esto explica las contradicciones que se han dado a lo largo de la historia de la metafísica, ya sea en los contenidos o en las demostraciones de los mismos. Lo que ha originado bastante escepticismo respecto a la fiabilidad de la metafísica.

La metafísica, al ser una tendencia natural del hombre, ha estado presente desde los primeros tiempos. Mientras que las ciencias experimentales, requieren un mayor esfuerzo para descubrir las leyes de la naturaleza, etc.; de ahí que brotaran más lentamente y con mayor orden. Esto no ha beneficiado a la metafísica, ya que con el tiempo, se han ido superponiendo las distintas interpretaciones, sin que ninguna diese una solución satisfactoria. La filosofía se redujo, para muchos, a "recoger codiciosamente" los productos contradictorios de los diferentes sistemas.

Prolegómenos pretende "indicar lo que se tiene que hacer" para elaborar correctamente esta ciencia. El método que propone es analítico: tiene que partir de algo conocido con certeza, a partir de lo cual uno puede remontarse a lo aún no conocido.

Como punto de partida también contamos con la certeza de que hay conocimientos del tipo del que queremos investigar: científico. A saber: la Ciencia natural pura y la Matemática pura.

Así, llegamos a la pregunta general que se plantea Kant en este libro: ¿Cómo es posible el conocimiento procedente de la razón pura? (que sería la segunda parte del primer capítulo).

En la primera parte del capítulo, se había establecido la diferencia entre juicios analíticos y sintéticos, así como la necesidad de proposiciones sintéticas a priori para elaborar la ciencia. Aquí se vuelve a parar en estos conceptos básicos, y plantea que hay que verificar la existencia y posibilidad de los juicios sintéticos a priori, aunque no es la primera tarea a llevar a cabo dado el carácter analítico del método. Así, lo primero que se tiene que estudiar es: cómo es posible un conocimiento semejante —sintético puro— por parte de la razón, para deducir a partir de los principios que lo hacen posible, las condiciones de su uso, su alcance y sus límites.

Toda filosofía que no responda previamente a este problema es totalmente inútil. Toda la metafísica anterior ignoraba toda esta problemática; sólo Hume intuyó, y no con la profundidad que aquí se expone, este tema. Hume planteó cómo de un concepto dado se podía derivar otro que no estuviera contenido en el primero (causa-efecto), de modo que el segundo parecía formar parte necesariamente del primero. Para Hume sólo la experiencia puede suministrar semejantes vinculaciones, y desechó el principio de causalidad, afirmando que el supuesto conocimiento a priori, no era más que una extendida "costumbre".

Tras "suspender en sus funciones" a todos los metafísicos en tanto no hayan resuelto este problema, Kant pasa a explicar lo que entiende por "filosofía trascendental": "Es la que precede necesariamente a toda metafísica (...) la resolución íntegra de la pregunta aquí formulada en un orden sistemático y con minuciosidad". Kant concluye que no ha existido hasta entonces ninguna filosofía trascendental, ya que lo que había recibido este nombre con anterioridad, no era más que una parte de la metafísica no científica. Mientras que tal como lo plantea Kant, debe ser una disciplina previa, que justifique la posibilidad de la Metafísica como ciencia.

Termina el capítulo haciendo una nueva referencia al método analítico, en el que se parte de un presupuesto: "que estos conocimientos que provienen de la razón pura son reales". Partiendo de los conocimientos de este tipo que utilizan la Matemática pura y la Ciencia natural pura, remontándonos desde éstos, al estudio del fundamento de su posibilidad.

Por último distingue dos conceptos de metafísica:

a) la Metafísica como ciencia;

b) la metafísica como conocimiento "a priori" surgido de un modo natural, aunque "no exento de dudas respecto a su verdad".

Para solucionar la crisis de ésta última, es necesario responder a la pregunta trascendental, la cual puede dividirse a su vez en otras cuatro preguntas:

l) ¿Cómo es posible la matemática pura?

2) ¿Cómo son posibles las ciencias naturales puras?

3) ¿Cómo es en general posible la metafísica?

4) ¿Cómo es posible la Metafísica en cuanto ciencia?

3. Capítulo II: "Tercera parte de la cuestión principal trascendental: ¿Cómo es posible la Metafísica en general?

La matemática pura se basa en su propia evidencia, la ciencia natural pura, en la experiencia y en la constante ratificación de ésta; por tanto por ninguna de ellas sería necesario llevar a cabo una deducción como la que aborda esta obra.

Pero como la Metafísica, además de los conceptos de la naturaleza —procedentes de la experiencia— se ocupa también de los conceptos de la razón, que no proceden de la experiencia, ni de suyo son evidentes —como los conceptos matemáticos—; por tanto sus contenidos no pueden ser comprobados por medio de ninguna experiencia. Pero por otro lado, esta parte de la metafísica es la culminación de toda la obra de la razón. Sin ella sería imposible la síntesis de conocimientos, hacia la que la razón tiende de modo natural.

Del mismo modo que el entendimiento necesitó de las categorías para unificar y ordenar los datos de la experiencia; así, la razón requiere de las ideas para alcanzar la síntesis final de toda experiencia, de ahí que este conocimiento sea trascendente, por rebasar el campo de toda experiencia posible.

Estas ideas se hallan en la naturaleza de la razón, igual que las categorías lo están en la del entendimiento. Podría ocurrir que llevasen en sí una cierta capacidad de engaño o ilusión, pero esto es lo que se debe impedir mediante el conocimiento de la razón en su uso trascendente. Así quedarán al descubierto, si existen, los errores en los que la razón incurre, al aplicar al objeto en sí, lo que únicamente concierne al propio sujeto.

A continuación pasa a diferenciar las "ideas" de las "categorías". Todos los conocimientos puros de entendimiento se dan en la experiencia, y sus principios son confirmados por ella. Los conocimientos trascendentales de la razón, ni se dan en la experiencia, ni sus proposiciones son jamás confirmadas por ella.

Esta distinción entre categoría e idea es uno de los máximos objetivos de Kant en la "Crítica de la razón pura", así como diferenciar los tipos de conocimiento, y todos los conceptos pertenecientes a cada uno de ellos, para por último determinar con total seguridad su uso correcto.

Kant sitúa el origen de las "CATEGORÍAS" en las cuatro funciones lógicas de todo juicio del entendimiento. Y el origen de las "IDEAS" en las tres funciones de los silogismos. De ahí que a los tres tipos de silogismo (categóricos, hipotéticos y disyuntivos) les correspondan las tres ideas de la razón:

l) La idea psicológica: la idea de "sujeto completo", como síntesis de todos los fenómenos subjetivos.

2 ) La idea cosmológica: el mundo síntesis de todos los fenómenos de la naturaleza.

3) La idea teológica: como síntesis total de todo lo posible.

Con todo esto Kant concluye como ya lo había hecho en la Crítica de la razón pura, que las ideas de la razón son conceptos a los que no corresponde objeto alguno procedente de los sentidos. De donde se deriva que no es posible el conocimiento científico de los objetos propios de la metafísica.

Pero por otro lado dichas ideas tienen como tarea la de unificar el conocimiento disperso, procedente del entendimiento. Y esta función unificadora es necesaria, además de ser una tendencia innata en el hombre.

Recoge en este capítulo las contradicciones a las que se llega, al analizar racionalmente las tres ideas de la razón. Citando los paralogismos de la razón pura que surgen a partir del análisis de la idea psicológica; las antinomias resultantes de la idea cosmológica; y por último critica el ideal de la razón pura: la idea de Dios[2].

El capítulo finaliza con una "observación general sobre las ideas trascendentales", en la que vuelve a resaltar que la finalidad de éstas es dotar de unidad al conocimiento de la inteligencia (entendimiento). Pero esa unidad no procede de los objetos que conocemos, es un producto de la razón.

4. Capítulo III: CONCLUSIÓN: De la determinación de los límites de la razón pura.

Kant comienza el capítulo afirmando que sería absurdo pretender conocer más de lo que pertenece a la experiencia. De manera que si se diese el caso de aplicar los conceptos puros del entendimiento sobre algún objeto, que no procediese de la intuición sensible y de la experiencia, dichos conceptos perderían toda significación.

Tan absurdo es el no admitir la cosa en sí, como afirmar que nuestra experiencia es el único modo de conocer, extremos en los que racionalistas y empiristas incurrieron, respectivamente.

El escepticismo, al que llegan los empiristas, y en especial Hume, se debe a la indisciplina que reinaba en la metafísica. El uso incorrecto de los principios a priori de la razón originó los excesos del racionalismo, y la correspondiente reacción empirista. Frente a esto, Kant recomienda una actitud crítica, que sin caer en el escepticismo, señale los límites dentro de los que se debe usar la razón.

Niega que la experiencia sensible sin más sea la única fuente fiable de conocimiento; ya que la experiencia de por sí no satisface la curiosidad natural humana. La razón tiene como finalidad unificar los datos procedentes de la sensibilidad. Pero no le es lícito a la razón tener por objeto aquello que no proceda previamente de la intuición sensible. Esta es la limitación fundamental de la razón, que de suyo tiende a plantearse temas que rebasan estos límites.

Las ideas trascendentales, son los límites de la razón. Kant plantea una posibilidad, el uso trascendente de la razón: "ya que nunca podremos conocer estos seres del entendimiento por lo que ellos pueden ser en sí, es decir de un modo exacto, pero no obstante debemos admitirlos en relación al mundo sensible y combinarlos a éste por medio de la razón, por eso podemos por lo menos concebirlos (...) por medio de sus propiedades, que están tomadas del mundo sensible, entonces no es más que un ser del entendimiento, se concibe como uno de los fenómenos y pertenece al mundo sensible". Pone como ejemplo el concepto deísta de Hume. En este concepto se elabora la idea de Dios —como concepto racional totalmente puro— pero partiendo de un antropocentrismo, que es lo que Hume critica; ya que la idea de Dios se elabora aplicándole nuestra noción de entendimiento, voluntad, etc. Conceptos todos ellos inadecuados para Dios, ya que tanto el entendimiento como la voluntad humanas requieren de la experiencia sensible, y esto no es aplicable a Dios.

Contra esta crítica de Hume, Kant afirma que se puede dar un deísmo que no caiga en estos errores. Propone un antropomorfismo moderado o simbólico, que no concierne al objeto del que se habla sino solamente al lenguaje empleado. Justifica la posibilidad de este conocimiento de la siguiente manera: "Si limitamos nuestro juicio a la relación que el mundo puede tener con un ser cuyo concepto mismo esté fuera de todo este conocimiento del que somos capaces dentro del mundo".

Un conocimiento como el anterior es un conocimiento por analogía, no en el sentido empleado por autores anteriores, que entendían por analogía una semejanza imperfecta, entre dos cosas. Para Kant la analogía significa una semejanza perfecta de dos relaciones, entre cosas totalmente diferentes. Gracias a esta analogía podemos obtener un conocimiento bastante determinado del Ser Supremo.

Afirma que con este argumento los ataques que Hume dirige al deísmo, no atañen a esta nueva elaboración. A continuación plantea cómo de este deísmo se puede pasar al teísmo, ya que nada nos impediría atribuir al Ser Supremo una causalidad respecto al mundo. Con todo esto, lo que sea el Ser Supremo en sí, nos sigue siendo desconocido; por tanto no hemos sobrepasado los límites de la razón, pues sólo hemos abordado la relación de dicho Ser con el mundo, lo que entra dentro del campo de la experiencia posible.

Así Kant se sitúa en una postura intermedia entre el dogmatismo, combatido por Hume, y el escepticismo en el que este autor cae.

A continuación Kant se detiene a considerar la noción de límite aplicada al conocimiento racional. Señala tres campos del conocer humano: la sensibilidad, el entendimiento y la razón. La última abarca los dos anteriores. La sensibilidad, aunque parte de la experiencia, no se limita a ella (utiliza formas a priori), de manera que sus límites son "exteriores" a ella misma... Kant define esta noción: "un límite es algo positivo que pertenece tanto a lo que está incluido en este límite como al espacio que le rodea exteriormente" (p. 74).

La teología natural es un concepto, situado en el límite de la razón humana, que para orientarse adecuadamente en su conocimiento de los fenómenos —cuyo conocimiento obtiene por medio de la experiencia sensible— se ve obligada a "elevar su mirada hasta la idea de un Ser Supremo" (p. 74); no para determinar algo respecto a dicho Ser, sino para ordenar su conocimiento del mundo sensible, dotándolo de una unidad que de otra manera no existiría. La unidad a la que se refiere, es la dependencia que todo lo sensible tiene respecto al Ser Supremo como causa última.

El resultado de toda la crítica se resume: "la razón con todos sus principios a priori nunca nos enseña más que objetos de experiencia posible, y de éstos, tampoco nos enseña más que lo que puede ser conocido en la experiencia; pero esta limitación precedente no impide que la razón nos lleve hasta el límite objetivo de la experiencia, es decir, a la relación con algo que no debe ser objeto de la experiencia, pero sí sin embargo, el principio supremo de todos estos objetos de experiencia posible, sin darnos a conocer, no obstante, nada del objeto en sí, sino sólo en relación al propio uso íntegro de la razón encaminado a fines más elevados..." (p. 75).

Por último, plantea la inutilidad de la metafísica, en lo que respecta al conocimiento de la naturaleza. Pero como reconoce que es una tendencia natural que se da en el hombre, y asegura que en la naturaleza no hay nada que sea absolutamente inútil, afirma que "continúa siendo un problema digno de investigar, el descubrir los fines de la naturaleza a los que pueda servir esta disposición de nuestra razón" (p. 76).

"Cuando examino todas las ideas trascendentales, cuya esencia constituye el problema propiamente dicho (...) creo descubrir que esta disposición natural aspira a liberar nuestro concepto de las cadenas de la experiencia y de las limitaciones de la mera observación de la naturaleza (...) sino para que los principios prácticos que (...) no podrían alcanzar esta universalidad que necesita absolutamente la razón para su fin moral" (p. 76). Con esto Kant relega a la metafísica al campo de la razón práctica negando su calidad de conocimiento científico, justificando su existencia como necesaria pero exclusivamente para justificar el comportamiento moral. La metafísica, como conocimiento del ser real de la realidad, es rechazada de plano.

Además su finalidad es fundamentalmente "defensiva": la idea psicológica nos aparta del materialismo; las ideas cosmológicas sirven para apartarnos del naturalismo, que quiere hacernos ver la naturaleza como suficiente a sí misma; la idea teológica libera del fatalismo, y nos plantea el concepto de una causa libre y de una inteligencia suprema.

Así, las ideas trascendentales sirven, no para instruirnos positivamente en el conocimiento de la naturaleza, pero sí para suprimir el materialismo, el naturalismo y el fatalismo. Y con esto le "hacen un sitio a las ideas morales (...) y esto me parece que explicaría, en cierto modo, esta disposición natural. La utilidad práctica que puede tener una ciencia puramente especulativa está fuera de los límites de esta ciencia; por tanto se puede considerar simplemente como un escollo (...) el uso especulativo de la razón en la metafísica debe necesariamente formar una unidad con su uso práctico en la moral" (p. 77).

Por tanto la metafísica se justifica en base a la moral, no a la ciencia.

5. Capítulo IV: Solución de la pregunta general de Prolegómenos: ¿Cómo es posible la Metafísica como ciencia?

En este capítulo Kant expone las condiciones que debe reunir una metafísica científica. En el capítulo anterior el concepto de metafísica al que se refirió era el de tendencia natural de la razón. Esa acepción de metafísica ya quedó relegada al ámbito de la razón práctica. Pero para Kant, hay una posibilidad aún no desarrollada: una metafísica científica, que tome como punto de partida para su elaboración rigurosa, una crítica de la razón, semejante a la elaborada por él. La crítica es un paso previo para elaborar la metafísica científica, en la que ningún contenido se acepte dogmáticamente, y toda afirmación aparezca correctamente fundamentada.

"Siempre existirá en el mundo una metafísica (...) una metafísica que a falta de un patrón común cada uno se la cortará a su medida. (...) Lo que hasta ahora se ha llamado metafísica no puede satisfacer a ninguna persona que piense" (p. 82).

Kant señala dos condiciones para la nueva metafísica: no partir de hipótesis, cosa que sólo se le permita a la ciencia empírica de la naturaleza; y un no recurrir al sentido común, como conocimiento equiparable al entendimiento o a la razón. Define sentido común como la facultad del conocimiento y del uso de las reglas "in concreto" por oposición al entendimiento especulativo, que es la facultad del conocimiento de las reglas "in abstracto". El sentido común se limita a la experiencia sensible, por tanto es inadecuado utilizarlo para la especulación abstracta. Por tanto no se puede apelar nunca al sentido común en Metafísica que es la ciencia de la razón pura.

6. Capítulo V: Apéndice. "De lo que se puede hacer para constituir la Metafísica como ciencia".

Kant dedica el apéndice a criticar a Christian Garve, que había publicado un artículo, en la "Revista erudita de Göttingen", en el que atacaba el contenido de la "Crítica de la razón pura".

Las críticas se centraban en lo oscuro del lenguaje y en la inutilidad de sus conclusiones. Kant lo resume así: "algo así como si alguien que, no habiendo oído ni visto nunca nada de geometría, encontrara un ejemplar de Euclides y le solicitaran que diera un juicio sobre este libro y, tras haber observado muchas figuras, dijera: 'este libro es un método sistemático de dibujo; el autor utiliza un lenguaje particular para dar reglas oscuras e incomprensibles que al final no logran más que lo que cada uno puede conseguir mediante un buen golpe de vista natural'." (p. 91).

Uno de los ataques consiste en cifrar la teoría kantiana como "idealismo trascendental". Ataque que Kant aprovecha para aclarar lo que él entiende por idealismo: "El principio de todo auténtico idealista, desde la escuela eleática hasta Berkeley, está contenido en esta fórmula: Todo conocimiento que proviene de los sentidos y de la experiencia no es más que ilusión, y tan sólo en las ideas del entendimiento puro y de la razón pura se encuentra la verdad. El principio que constantemente rige y determina mi idealismo es, por el contrario: Todo conocimiento de las cosas, que proviene únicamente del entendimiento puro o de la razón pura, no es más que ilusión; no hay verdad más que en la experiencia". (p. 91).

El idealismo de Kant se reduce a considerar al espacio y al tiempo como formas a priori de la sensibilidad. Distingue tres tipos de idealismo: idealismo dogmático (Berkeley), idealismo escéptico de Descartes, e idealismo formal o crítico (Kant).

A continuación exige de su crítico que demuestre científicamente una sola de las proposiciones de la metafísica clásica; si lo consigue, Kant se ofrece a reconsiderar lo expuesto en la Crítica de la razón pura y en Prolegómenos.

Anima a los pensadores a lanzarse a la tarea de constituir una metafísica realmente científica, que puede ser útil, tanto a las restantes ciencias como incluso a la Teología.

VALORACIÓN DOCTRINAL

Prolegómenos, como resumen que es de la doctrina kantiana recogida en la "Crítica de la razón pura", incurre también en los mismos errores teóricos.

En primer lugar, el principio en el que Kant basa toda su crítica ("TODO CONOCIMIENTO COMIENZA EN LA EXPERIENCIA, PERO NO TODO LO QUE HAY EN EL CONOCIMIENTO PROCEDE DE LA EXPERIENCIA") limita las posibilidades del conocimiento, restringiéndolas a dos ámbitos:

a) conocimiento procedente de los sentidos;

b) conocimientos a priori, inherentes al propio sujeto.

Al reconocerse sólo estos modos de conocer como válidos, el conocimiento queda encerrado en los límites del SUJETO.

Esto se agrava con la afirmación de Kant de que el OBJETO lo constituye el propio sujeto, al aplicar sobre el "fenómeno" la categoría correspondiente. Las mismas leyes racionales recogidas tanto en las matemáticas como en la física, no son otra cosa que la formulación concreta de aquello que en realidad el sujeto poseía como formas a priori. De ahí que para Kant tanto el OBJETO como la LEY científica son constituidos por el sujeto, en base a dos formas a priori del entendimiento: las categorías para el objeto, y los principios para la ley.

Si a esto añadimos que en la definición de noumeno Kant deja claro que la cosa en sí es totalmente inaccesible para el sujeto, ¿a qué se refiere cuando habla de que todo conocimiento ha de partir de la experiencia? Esta experiencia queda reducida al fenómeno, que a su vez es una "creación" del sujeto, que Kant no aclara en ningún momento qué tipo de relación posee con el noumeno o cosa en sí.

La filosofía kantiana queda así totalmente encerrada dentro del sujeto, que es quien pone la materia de conocimiento, las leyes y los límites del conocimiento.

También es discutible su empeño —propio del afán cientifista del siglo XVIII, en el que el rápido progreso de las ciencias empíricas y de las matemáticas, hizo ver en estas disciplinas y en su método el modelo ideal de conocimiento— por hacer de la metafísica una ciencia, al modo de la física o las matemáticas. Ya que éstas deben su exactitud y rigor —más que a su método, que es una consecuencia— a que los objetos sobre los que versan ambas, tienen entre otras cualidades la de ser CUANTIFICABLES, se pueden reducir a cantidades, y de ahí a formularlos mediante relaciones matemáticas y poder predecir o dominar su acontecer, no hay mucha distancia. Por tanto estas ciencias deben su rigor a que abordan los aspectos más sencillos —por materiales y cuantificables— de la naturaleza (la complejidad que atribuimos y de hecho tienen estas ciencias procede del complejo aparato formal, que el sujeto elabora). Pero no todos los objetos que el conocimiento humano aborda, son reductibles a cantidades o cualidades sensibles. Este es el caso de los tres temas que Kant propone como objetos de la metafísica: Dios, la inmortalidad del alma, el cosmos.

De ahí la invalidez del planteamiento kantiano por varios motivos:

a) Pretender aplicar el método de las ciencias empíricas a objetos no cuantificables.

b) Reducir el ámbito del conocimiento al "experimental" y a priórico.

c) Privar a la razón de su ámbito de conocimiento, reduciendo su papel al uso "trascendental".

Dificultades del kantismo:

l. Escepticismo. Toda la ambición de Kant fue escapar del escepticismo de Hume, y fundar de una manera indudable la ciencia y la moral. Admite la postura de Hume de limitar el poder del conocimiento al fenómeno (lo que aparece a nuestra sensibilidad) e intenta liberarse de la crítica disolvente de Hume, descubriendo los principios trascendentales que fundan la ciencia. Por tanto, la postura de Kant no es escéptica, sino idealista: un idealismo que él llama trascendental.

Sin embargo se presenta una dificultad, que Jacobi —contemporáneo de Kant— la percibió enseguida: "Sin la cosa en sí no puedo entrar en ese sistema; con la cosa en sí no puedo permanecer en él". En efecto; admite cosas en sí más allá de los fenómenos, puesto que todo nuestro conocimiento parte de las impresiones que son recibidas pasivamente por la sensibilidad; pero la cosa en sí es incognoscible: para afirmarlas hay que hacer un uso trascendente del principio de causalidad, cuando la crítica de Hume —y que él comparte— sólo permite un empleo inmanente de este principio. Tampoco es lógico declarar a las cosas en sí incognoscibles, pues si sabemos que existen, ya sabemos algo muy importante de ellas.

La postura kantiana está el equilibrio inestable entre el idealismo y el realismo:

— puesto que las cosas en sí nos son incognoscibles, para nosotros son como si no existieran; por tanto lo más práctico es olvidarnos de ellas y hablar sólo de lo que podemos conocer: el espíritu y sus leyes. Idealismo.

— otro modo de escapar del kantismo es el realismo: el fenómeno es el mismo ser desvelado. No es evidentemente todo el ser, pero sí un aspecto del ser; puesto que nuestro conocimiento no se queda en las meras representaciones de nuestra sensibilidad, sino que se dirige directamente a las cosas.

2. Juicios analíticos y sintéticos. La tendencia más común es que esta clasificación es invención de Kant, y poco consistente. Un mismo juicio puede ser analítico o sintético, según la definición que se dé del sujeto, o el grado de conocimiento que tenga la persona que lo formula sobre el Sujeto de la proposición. Así, por ejemplo: "todos los cuerpos son extensos", es un juicio analítico para Kant, pues en la definición de "cuerpo" está incluida el ocupar una extensión. Sin embargo, "todos los cuerpos son pesados", es un juicio sintético, pues el concepto "peso" no está incluido en la definición de "cuerpo". Evidentemente, sería analítico para aquél que defina el "cuerpo" como aquello que pesa. El juicio "hombre, animal racional", sería analítico, pero para aquel que no sepa lo que es el hombre, sería sintético.

Por otra parte, todo juicio es sintético, pues hace la síntesis de dos conceptos distintos al afirmar que son idénticos en la realidad.

3. Crítica a la Metafísica. La concepción que tiene Kant de Metafísica es muy discutible. Es la de Wolff, no conoce otra, y no tiene noticia de la metafísica de Aristóteles ni de la de Santo Tomás. Por eso, se puede decir que ninguna de las críticas que lanza a la metafísica alcanza a Aristóteles; y sí que tiene razón al criticar la metafísica de Wolff, pues un conocimiento del ser en sí a priori, es imposible.

Sobre la crítica de que la Metafísica no ha alcanzado aún el camino seguro de una ciencia, habría que decir:

— Kant considera como ciencia, sólo un tipo de ella: la física matemática de Newton, y pretende aplicar este método a todas las ciencias. Cae en un cientifismo, olvida que cada ciencia tiene su método, al explicar un determinado campo de la realidad, y por tanto tener objetos distintos. Lo que dice Kant, es que la metafísica no es una ciencia matemática, y en eso estamos de acuerdo, puesto que su objeto no es la cantidad, sino el ser, pero eso no impide que sea ciencia.

— La prueba que muestra que la metafísica no es ciencia, es que es incapaz de establecer una verdad que satisfaga a todos los filósofos, como sucede en matemáticas o en física. Es el antiguo argumento escéptico de las "contradicciones de los filósofos". Se cae en una falacia, pues si se dice que todos los sistemas tienen el mismo valor, es porque se consideran desde fuera, sin preocuparse de penetrar en ellos, mediante el estudio; pero entonces no es lícito sostener que ninguno es válido, puesto que no han sido examinados. Este mismo argumento se puede esgrimir en todas las ciencias de la naturaleza: pensemos, por ejemplo, en las diferentes teorías sobre la naturaleza de la luz, la estructura de la materia, etc. Por otra parte hay que considerar que a la vuelta de 200 años, parece que los papeles se han cambiado: después de la revolución que han supuesto en el campo de la Ciencia las Teorías cuánticas y relativistas, la mecánica clásica de Newton —que tanto influyó en la filosofía de Kant— ha quedado superada. Difícilmente un científico actual nos sabrá dar una verdad que satisfaga a todos sobre la estructura de la materia, el espacio o el tiempo; sin embargo las verdades metafísicas siguen siendo válidas: el ser, la libertad, el Bien, la Verdad, etc.

— No explica por qué se da esta tendencia natural en todo hombre a la metafísica, a plantearse temas que rebasan los límites de la experiencia. En realidad, la metafísica estaba sentenciada, desde el momento que Kant no admite más que los fenómenos de experiencia, es decir, desde que admite el principio de inmanencia negando la posibilidad de conocer el ser en sí, ha negado la metafísica, puesto que ha negado su objeto.

4. Llevado de su afán de escapar del escepticismo, sitúa la Crítica del conocimiento como ciencia primera, y la que dará carta de ciudadanía a la metafísica y a todo saber que quiera presentarse como Ciencia. En definitiva, el saber cómo conocemos es previo a saber qué conocemos: el modo del conocimiento prima sobre el mismo conocimiento. Con ello pretende escapar tanto del escepticismo de Hume como del dogmatismo de Wolff.

La Crítica no puede ser la Ciencia primera. Lo primero es conocer la realidad y sólo después podemos preguntarnos cómo conocemos, sin olvidar lo que es evidente —y por tanto no necesita demostración—: que conocemos cosas.

Si la Crítica se convierte en la ciencia primera, sucede que es una reflexión en el vacío, pues sin conocer el objeto, no podemos preguntamos cómo lo conocemos.

Consecuencia de esto será que gozará de libertad para determinar a priori, puesto que no está medido por la realidad, sobre qué es lo que podemos conocer, en función de las categorías que sitúe en el conocimiento humano. Es algo semejante a un científico que determine a priori los aumentos que va a tener su lente, y no admita más realidad que la que pueda ver con su microscopio. Ciertamente verá distintas especies de microorganismos, pero se le escaparán otros muchos, que él declarará incognoscibles o sin explicación posible. Esto es lo que parece suceder a Kant: limita su campo de conocimiento, a priori, a las experiencias de las sensibilidad; en consecuencia la cosa en sí y todo aquello que escape los límites de la experiencia sensible, como Dios, la causalidad, la Moral, etc. será incognoscible.

 

                                                                                                                 C.A. (1987)

 

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[1] "Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupa en general no tanto de objetos, como de nuestro modo de conocerlos, en cuanto éste debe ser posible a priori" (Crítica de la razón pura, pp. 43-44).

[2] Estas nociones aparecen explicadas con gran claridad en el capítulo dedicado a la Dialéctica trascendental, de la obra: R. VERNEAUX, "Immanuel Kant: Crítica de la razón pura". Ed. Magisterio español. Colección Crítica filosófica nº 20. Por ser estas nociones las más complejas e importantes del libro aconsejamos estudiarlas con detenimiento por dicha obra. Ya que, en Prolegómenos, Kant hace una síntesis rápida de lo que había expuesto detenidamente en la "Crítica de la razón pura", que es donde realmente explica estas ideas.