KLINGHOLZ, Reiner

Wahnsinn Wachstum

GEO Verlag, Hamburg 1994.

El objetivo de este libro alarmista es escandalizar al lector, para que se dé cuenta de que está participando en una locura comunitaria —la explosión demográfica—.

 "Der Menschheit ist entgangen, dass die Ära des unbeschwerten Zugewinns langst voruber ist. Sie hat die Stunde des rechtzeitigen Eingreifens verpasst. Sie vermag sich nur noch an die Folgen von Bevolkerungsexplosion und Uberkonsum anzupassen und kann bestenfalls verhindern, dass alles noch schlimmer kommt" (cf. Vorwort, p.5).

 (La humanidad no se ha dado cuenta de que ya hace tiempo que se ha acabado la era de los beneficios libres de todo inconveniente. No ha sabido aprovechar el momento preciso en el que se podía intervenir. Ahora no puede hacer más que adaptarse a las consecuencias de la explosión demográfica y del "sobreconsumo", y evitar, en el mejor de los casos, que lleguen cosas peores (Introducción, p. 5)).

El tono escogido es periodístico —el autor se define como periodista científico, autor y redactor de la revista GEO—, de divulgación, se lee como si fuese una novela, tiene muchos gráficos y muchas fotografías que hablan por sí solas. Manteniendo un modo de argumentación dialéctico —en el que quiere presentar "las dos posturas", para darse así los aires de "neutro" y de "objetivo"— no puede dejar de caer en un dogmatismo feroz, obligando al lector a aceptar, sin demostrarlas, las tesis que propone. P. ej. al hablar de Malthus, dice:

"Der fromme Mann sollte mit seinen Theorien Recht und Unrecht zugleich behalten. Vollig falsch eingeschatzt hatte er das Potentail der immer weiter intensivierten Landwirtschaft, denn bald schon wuchsen fast uberall auf der Erde die Ertrage schneller, als die Menschheit es tat. Nicht vorhergesehen hatte er, dass zwischen 1815 und 1914 beispielsweise aus Grossbritannien, dem Mutterland der industriellen Revolution, rund ein Drittel aller Menschen in die gerade erschlossenen Kolonien auswanderten.... Falsch war auch Malthus' moralisch, aber nicht wissenschaftlich begrundete Vorstellung, zuviel Nachwuchs lasse sich nicht mit Verhütung, sondern nur durch Enthaltsamkeit vermeiden. Doch richtig lag er in seiner Annahme, dass Bevolkerungswachstum in einer endlichen Welt irgendwann im Chaos enden muss." (p. 34)

(Con sus teorías, el piadoso hombre —se refiere a Malthus— tuvo y no tuvo razón al mismo tiempo. Se equivocó totalmente al prever el potencial de la agricultura desarrollada de un modo cada vez más intensivo, puesto que pronto la cantidad de productos agrícolas producida superó al crecimiento de la humanidad en casi todas las partes del planeta. No pudo prever tampoco que entre 1815 y 1915, por ejemplo en Gran Bretaña, la madre de la revolución industrial, emigraran a las colonias recientemente urbanizadas alrededor de un tercio de la población. También se equivocó Malthus —hay que comprender que su óptica se basa en la moral y no en la ciencia— a la hora de pensar que bastaría con la continencia, sin hacer uso de la contracepción, para evitar ese crecimiento extraordinario. En cambio acertó con su hipótesis de que el crecimiento de la población en un mundo finito tendría que terminar, alguna vez, de modo caótico. (p. 34)).

Las dos últimas afirmaciones de este parágrafo son, desde el punto de vista puramente lógico, "dogmáticas". A cada una de ellas el lector podría responder: "¿por qué?".

Cada capítulo del libro está organizado de un modo parecido al de los reportajes televisivos: primero se da a conocer la historia real de alguien (una historia en la que quedan muy patentes los problemas que se quieren mostrar). Después se pretende hacer creer que este caso se está resolviendo de modo ejemplar. Luego se impone al lector el hecho de que todos los demás casos son como el presentado (es, evidentemente, un error lógico de inducción incompleta). El paso final está claro pero no aparece de modo explícito (de modo que el lector crea "que es él quién ha descubierto la solución"): todos tienen que hacer como el modelo presentado. La carga demagógica es tal que el que no piensa como el autor queda ridiculizado (o es un fanático, o es un ignorante, o es un dictador, o es un irresponsable, etc.).

Un capítulo muy gráfico es el dedicado a la mujer (pp. 222-239): las historias presentadas son reales; los errores manifiestos (la falta de paternidad responsable, el machismo, etc.) son también reales. Pero a la hora de proponer soluciones, en vez de buscar mejorar a la gente (p.ej. que sean más castos), se presentan como únicas posibles todas aquellas que son inmorales (esterilización, píldora, preservativo, etc.). Y lo peor es que, por el modo de presentarse, el que no está de acuerdo queda ridiculizado. En concreto, las mujeres "que hacen algo por la sociedad" —como p.ej. la Dr. Rahman— o están esterilizadas (es su caso) o ven con desconfianza el tener niños. Pretende, además, que las mujeres cultas, con éxito, o no se casan o tienen pocos niños:

"Es ist gewiss kein Zufall, dass zwei der drei Ingenieurinnen noch unverheiratet sind und die dritte lediglich ein Kind hat" (p. 235).

(No es, pues, una casualidad, que dos de las tres ingenieras no estén casadas y que la tercera tenga sólo un hijo. (p. 235)).

El autor es un decidido neo-maltusiano: el mundo está próximo a la catástrofe; el único modo de arreglar el problema de la sobrepoblación es utilizando el control artificial de la natalidad (especialmente haciendo uso de la píldora y del preservativo).

Para evitar las críticas de que hay poca gente en el mundo, propone un concepto relativo de sobrepoblación:

"Es gibt also auf der Welt zwei separate Probleme unter derselben Bezeichnung "Überbevolkerung". Das erste besteht darin, dass die Menschen im Norden zuviel konsumieren. Das zweite, dass die Massen im Suden immer zahlreicher werden..." (p. 47)

(Hay dos problemas separados bajo el concepto único de "sobrepoblación". El primero consiste en que los hombres del hemisferio norte consumen excesivamente. El segundo que los hombres del hemisferio sur son cada vez más numerosos... (p. 47)).

Está convencido de que la contracepción es una cosa natural que todas las tribus, desde siempre, han practicado (da algunos ejemplos: p.ej. los indios norteamericanos, la tribu de los Yanomami (Amazonas), la tribu de los Yap (Papua)). Evidentemente no ve el error lógico que tiene su modo de argumentar: para que una cosa sea buena no basta con que "todo el mundo" y "desde siempre" lo haga. También esas tribus han hecho guerras, masacrado gente, etc. y no es por eso que las guerras y los masacres sean algo "naturalmente bueno, que haya que respetar". Dentro de este marco, el autor pretende imponer la idea de que el cristianismo ha sido nefasto "para el equilibrio africano":

"Afrika leidet wie keine andere Region der Erde unter dem Erbe der Kolonialisten, Missionare und Entwicklungshelfer. Sie waren es, die den "Eingeborenen" eine christlich-abendlandlische Sexualmoral aufdrängten und alle traditionellen Methoden der Empfangnisverhütung oder Abtreibung kurzerhand als Sunde deklarierten..." (p. 45).

(Africa es la región del mundo que más sufre de la herencia del colonialismo, de los misioneros y de los cooperadores al desarrollo. Fueron ellos los que obligaron a los "nativos" a aceptar una moral sexual de corte cristiano-europea, y los que declararon sin más que los métodos tradicionales de contracepción o de aborto eran pecado... (p. 45)).

El autor desprecia abiertamente todo el aspecto religioso del problema. Para él, la religiosidad de la gente no es más que superstición, falta de cultura, falta de "racionalismo serio". Hablando de los problemas que conoce el Bangladesh termina un capítulo diciendo:

"Wovon sie alle spater einmal leben sollen, weiss keiner. Nicht die Eltern, die sie ahnungslos in die Welt gesetzt haben. Vermutlich weiss es nicht einmal Allah, der Allmachtige" (p. 63)

(De lo que van a vivir más tarde —los niños que acaban de nacer— no lo sabe nadie. No lo saben los padres, los cuales les han puesto en el mundo sin haberse dado cuenta. Probablemente no lo sabe ni siquiera Alá, el todopoderoso (p. 63)).

A veces el tono de la argumentación es especialmente provocativo (y así da a entender mejor su modo superficial y banalizado de ser y de pensar):

"Wenn ich morgens aus der Bahn den Verkehrsinfarkt auf dem Asphalt der Grossstadt sehe, sinniere ich manchmal daruber, warum noch niemand eine Geburtenplannung fur Autos erfunden hat —eine Pille fur Opel oder das Kondom fur Volkswagen..." (p. 13)

(Cuando veo, por la mañana, desde el tren el "infarto del tráfico proveniente del asfalto" me pregunto en mi interior alguna vez, porqué aún no se ha inventado un control de la natalidad para automóviles —una píldora para Opel o un preservativo para Volkswagen—... (p. 13)).

Es muy interesante leer la descripción que el autor hace de "un día normal" suyo (pp. 8-17). Después de leerla uno entiende mejor por qué dice lo que dice, según el dicho: "dime cómo vives y te diré como piensas". El personaje presentado es individualista, sin hijos, con conciencia ecológica, burgués, consumidor, no le falta de nada (fax, computer, coche, etc.).

El libro quiere ser completo y moderno. Por eso incluye los últimos argumentos en contra del control de la natalidad, como p.ej. el hecho de la epidemia del SIDA y las teorías del economista Julian Simon (pp. 69-72).

El caso del SIDA lo "resuelve" haciendo una referencia superficial a Nafis Sadik:

"Fur ein Nullwachstum musste fast die Halfte aller Menschen mit dem Virus angesteckt sein, meint Nafis Sadik, die Direktorin des UN-Bevolkerungsfonds. Das sei jedoch unwahrscheinlich" (pp. 186-187).

(Según Nafis Sadik, la directora del fondo de las naciones unidas para la población, para que hubiese un crecimiento cero tendrían que contagiarse casi la mitad de todos los hombres. Pero eso parece poco probable (pp. 186-187)).

Las teorías de Simon pretende refutarlas diciendo "que también el Papa y Marx piensan así":

"Bei dieser Betrachtung wundert es kaum, dass Julian Simon grosse Hoffnungen auf die vehementeste Gegnerin der Geburtenkontrolle setzt, die katholische Kirche. Sie sei die einzige Institution, die "sich der Idee verschrieben hat, dass mehr Leben etwas Gutes ist und die Menschen ermutigt, so viele Kinder zu bekommen, wie sie ordentlich grossziehen konnen". Erstaunlicherweise kann sich der rechtskonservative Gelehrte auf einen Gleichgesinnten vom ganz anderen Ende des politischen Spektrums berufen: auf Karl Marx, Vater von acht Kindern und leidenschaftlicher Kritiker seines Zeitgenossen Thomas Malthus..." (p. 72).

(No es de extrañar que Julian Simon, en sus consideraciones, ponga muchas esperanzas en la iglesia católica, el enemigo más vehemente del control de la natalidad. Es la única institución que se ha propuesto como objetivo que más vida es algo bueno y que anima a los hombres a tener tantos hijos como puedan educar. Es muy interesante que este sabio de la derecha conservadora pueda apoyarse en otro personaje que tiene ideas parecidas, pero que se encuentra en el otro extremo del espectro político: Carlos Marx, padre de ocho hijos, que fue un apasionado crítico de su contemporáneo Thomas Malthus... (p. 72)).

El autor compara la Iglesia católica con los dictadores modernos (Hitler, Mao, Ceaucescu, etc.) (cfr. pp. 73-74).

El autor afirma que la opinión de Juan Pablo II es un escándalo para la humanidad:

"Trotz sinkenden Einflusses der romischen Kirche auf die Sexualmoral der Glaubigen bleibt ein Ärgernis... Sowohl die Lehren des Islam als auch die des Hinduismus und Buddhismus dulden die modernen Formen der Geburtenregelung und verbieten auch nicht die Abtreibung..." (p. 203).

(A pesar de la influencia cada vez menor que tiene la iglesia católica en el campo de la moral sexual, su posición no deja de ser un escándalo... Tanto las doctrinas del islam como las del hinduísmo o del budismo toleran las formas modernas de la regulación de la natalidad y no prohíben tampoco el aborto... (p. 203)).

Especialmente amargo es el capítulo en el que se hace todo tipo de acusaciones contra el Papa y en el que el autor pretende hacer creer que Juan Pablo II está manipulando la Iglesia. Indirectamente le hace responsable de las masacres en Ruanda (cfr. p. 200).

 

                                                                                                                  L.C. (1995)

 

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