LATOURELLE, René

Théologie, science du salut

Desclée de Brouwer, Bruges 1968, 286 pp.

(Trad. Castellana: Teología, ciencia de la salvación, ed. Sígueme, Salamanca 1968).

 

CONTENIDO DE LA OBRA

El libro está estructurado en cinco partes: I. Naturaleza de la Teología; II. Método de la teología; III. Las disciplinas teológicas; IV. Teología y vida cristiana; V. Orientaciones actuales de la Teología.

Las dos primeras partes son una exposición de los temas clásicos de la Introducción a la Teología, poniendo de manifiesto su enraizamiento en la Revelación: “La Teología como ciencia es la obra del creyente que se sirve de su razón para comprender mejor lo que posee ya por la fe” (p. 26). Se estudia ahí el objeto formal de la teología, superando la separación entre teología y economía; su carácter científico, como ciencia subordinada a la ciencia divina; así como la división y método teológico, subrayando la unidad de toda la Teología, especialmente con referencia a la distinción entre teología positiva Y especulativa.

La tercera parte está dedicada a describir con amplitud las diversas disciplinas teológicas de acuerdo con las concepciones más recientes, comentando las orientaciones que, en este sentido, hizo el Concilio Vaticano II, al que cita con frecuencia, añadiendo también abundante bibliografía al final de cada capítulo.

Trata luego, en la cuarta parte, de las relaciones entre Teología y vida cristiana, en un intento de comprensión de la función de la Teología en la Iglesia.

Finalmente, la última parte se ocupa de la actual situación de la teología, señalando los principios de orientación que, a juicio del autor, la caracterizan: valoración de lo histórico, importancia de la persona humana, preocupación por unificar en una visión sintética los distintos aspectos del misterio, etc. Para terminar, el autor hace un bosquejo sobre los temas generalmente más tratados en la teología actual: la Palabra de Dios, problemas cristológicos, eclesiología, relaciones de la Iglesia con el mundo, la gracia, los sacramentos y la escatología.

VALORACIÓN CIENTÍFICA

Se trata de un manual de introducción a la Teología, claro, ordenado y bien escrito, que se lee con facilidad. Tiene, en su base, un corte tradicional, enriquecido por la doctrina del Vaticano II. La terminología es actual, dentro de un estilo hasta cierto punto sobrio. Sin embargo, en ocasiones pueden observarse algunas exageraciones, juicios poco matizados e incluso claramente incorrectos.

La exposición en las dos primeras partes es bastante densa. La dependencia del saber teológico con respecto a la fe y a los dones se trata con claridad; si bien hubiera sido de desear una mayor profundidad al tratar del carácter sapiencial de la Teología, a la que considera “entre las ciencias de tipo más bien positivo, ya que la teología es la ciencia del dato revelado...  pero siempre con la condición de que no se considere la función propiamente reflexiva de la teología como función de segunda importancia... en ese caso, quedaría desnaturalizada la teología como inteligencia de la fe” (p. 70).

Quizá el estudio del método teológico sea la parte más lograda de todo el libro. Sus funciones positiva y especulativa quedan enmarcadas en la unidad de la Teología y descritas como dos momentos esenciales del método propio de esta ciencia, entre los que hay como una ósmosis constante; y caracterizadas por una síntesis del camino regresivo y del genético. A su vez, resulta interesante la visión que da el autor de las diversas tareas de la función especulativa, que enriquecen este aspecto, demasiado rígidamente presentado a veces por otros manuales.

El estudio de las disciplinas teológicas, está ampliamente documentado. Destaca bien la necesidad de tratar la Revelación no sólo desde el punto de vista apologético, sino también dogmático; y el carácter propiamente teológico de la historia de la teología. Con respecto al Derecho Canónico, ofrece una postura de decidido aprecio, reclamando para él una mayor base teológica; defiende, sin embargo, con poca consistencia que el CIC no descuida el tema de los laicos: con el argumento de que éste ha recibido ya un notable reconocimiento con la Acción Católica.

La cuarta parte es de valor desigual. Aunque breves, son bastante realistas las consideraciones que hace el autor sobre Teología y vida interior; sin embargo, otros capítulos adolecen de menor categoría científica, e incluso de cierta superficialidad, como el titulado Laicos y teólogos.

La altura científica no logra remontarse tampoco en la última parte del libro, en la que intentando lograr un equilibrio entre teología “tradicional” y “postconciliar”, entra a veces en confusas vacilaciones y en planteamientos sin mucho fundamento, o no exentos de cierta unilateralidad (cfr. valoración doctrinal).

Siendo ésta una obra que puede considerarse buena y útil, sin errores doctrinales, ofrece sin embargo algunos reparos. Hasta cierto punto no es fácil distinguir en muchas de sus afirmaciones menos claras, hasta dónde llegan las raíces de la confusión: si sólo afectan al modo de expresarse, o si alcanzan a lo que en realidad se dice.

De ahí que esta obra, si bien hay que decir que sustancialmente es correcta (principalmente las dos primeras partes, que pueden ser incluso útiles para introducirse en los estudios teológicos), contiene abundantes afirmaciones ‑especialmente en las tres últimas partes— que, aun siendo generalmente marginales, no dejan por eso de exigir ciertas reservas. A continuación se señalan algunas de esas afirmaciones, como ejemplo.

Al hablar de Fidelidad y libertad del teólogo (pp. 80-83), si bien afirma el autor que “buscar la verdad lejos del Magisterio, por caminos inéditos o arbitrarios, sería exponerse al peligro de trabajar en vano”, resulta un tanto ambigua la valoración que, en una cita de Hans Küng, hace de los llamados teólogos “de vanguardia”. Se echa en falta una distinción entre trabajo de investigación, de docencia y de divulgación.

No es del todo adecuado hablar —cfr. pág. 110— de “purificar las etapas ulteriores de la formulación dogmática, de las imperfecciones que podrían haberse deslizado en ellas en el pasado”; no lo es, por lo menos, en el sentido que directamente se desprende de esas palabras, conforme a la doctrina de la infalibilidad del Magisterio de la Iglesia, en general; y a lo que ha venido llamándose evolución homogénea del dogma, en particular.

Tampoco resulta oportuno —ni justo, por la generalización— tachar a la apologética de los tres últimos siglos de “oportunista”, de “ortodoxia que tiene las uñas afiladas, siempre en postura agresiva” (p. 148).

Tomada en sentido literal (el autor no parece dar pie para otra interpretación), es insostenible la afirmación según la cual la vida divina nos comunica toda su realidad sin reservarse nada para sí (cfr. p. 88 del original francés); considerando sólo lo que el modo de decir sugiere —generosidad, liberalidad, etc.—, una expresión como ésta podría admitirse en sentido metafórico; pero considerando lo que se dice, tal afirmación o aparece como contradictoria, o recuerda demasiado un planteamiento inmanentista, incorrecto.

Es algo confuso decir que no debe ponerse el mismo acento en la pastoral de la Asunción que en la de la Trinidad (cfr. p. 173 del original francés), al menos esta idea debiera ir matizada por el reconocimiento de la unidad indisoluble que forman todos los dogmas de la fe católica.

Queda también confusamente trazado el resumen de la investigación actual sobre la ciencia de Cristo (cfr. pp. 350-351).

Al tratar de la moral se echa en falta una insistencia más clara en la norma objetiva de moralidad (cfr. pp. 191 ss. y 208 SS.).

No son acertadas expresiones como Iglesia pecadora (p. 356), la Iglesia como consejera del mundo secular (p. 359), etc.

Otro motivo de posible confusión —teniendo en cuenta que la obra es un manual de introducción, dirigido por tanto a estudiantes— lo constituyen algunas citas y juicios de valor, diseminados a lo largo de todo el libro; por ejemplo, las citas que hace de católicos y protestantes indiscriminadamente; sus elogios a algunos teólogos de doctrina poco segura o claramente errónea; la valoración excesivamente positiva del influjo de Heidegger en el tratado teológico del tema de la muerte (cfr. p. 365), etc.

No parece tampoco satisfactorio el modo de tratar del ecumenismo; se echa en falta una mayor precisión y quizá una mayor referencia a la realidad sobrenatural. Más adelante, dice el autor: “esta orientación ecuménica permite a la teología católica recuperar algunos aspectos de la fe que habían quedado no ya olvidados, pero sí envejecidos, y que las comunidades separadas han vivido a veces mejor que nosotros” (p. 337).

Resulta exagerado afirmar que el recurso a la historia que hacían los medievales carecía tan absolutamente de sentido histórico, que no era científico (cfr. p. 115).

Las observaciones que hace Latourelle sobre la teología bíblica, recogen quizá los lugares comunes más actuales, pero falta una apreciación ponderada de la cuestión (cfr., por ejemplo, pp. 194, 206, 254 del original francés).

Es claramente insuficiente su concepción de la figura de los laicos, tanto en el campo del derecho canónico, como en el del apostolado seglar. Afirma, por ejemplo: “el laicado ha recibido, en los documentos de la Acción Católica, universales o diocesanos, un derecho que ha servido de preparación al decreto sobre el apostolado de los laicos” (p. 248). Muestra, por otra parte, un cierto desconocimiento de la realidad, cuando afirma que hoy la mayoría de los cristianos, gracias a la prensa, la radio y la televisión, poseen una amplia cultura religiosa (cfr. p. 27).

En resumen, constituyendo el libro en su conjunto un buen manual, especialmente por lo que se refiere a las dos primeras partes, requiere sin embargo una base de sólido criterio para su lectura, o en su caso la guía y explicación de un profesor que vaya compensando las afirmaciones que podrían dar lugar a confusión.

L.C. y J.F.

 

Volver al Índice de las Recensiones del Opus Dei

Ver Índice de las notas bibliográficas del Opus Dei

Ir al INDEX del Opus Dei

Ir a Libros silenciados y Documentos internos (del Opus Dei)

Ir a la página principal