LENIN

El izquierdismo. La enfermedad infantil del Comunismo

Fecha: 27 de abril de 1920. Cinco apéndices se le añadieron en mayo de 1920. Edición: Traducción del ruso, contenido en el volumen 31 de las obras de Lenin, publicadas por Laurence and Wishart, Londres, en colaboración con Progress Publishers, de Moscú. El volumen 31 contiene los escritos de Lenin entre abril y diciembre de 1920. Fue publicado en 1966, con edición a cargo de Julius Katzer. Katzer fue también el responsable de la traducción revisada de Leftwing Communism, editada como panfleto por primera vez en junio de 1920.

 

Según Katzer en esta obra, Lenin desarrolla a partir de la experiencia de la historia del Bolchevismo, de las tres revoluciones rusas, y de los primeros años del estado soviético:

― un ulterior desarrollo de la teoría de la revolución proletaria y de la dictadura del proletariado;

― la estrategia y táctica del Leninismo;

― el significado en campo internacional de la revolución de octubre y la experiencia revolucionaria de los bolcheviques; que el oportunismo internacional era el enemigo más importante del proletariado; que la II Internacional era cómplice de los imperialistas; una severa crítica del antirracismo de los comunistas de 'izquierda'.

 

CONTENIDO

La obra está dividida en diez partes, con cinco apéndices sin mayor importancia, con excepción tal vez del apéndice IV.

Las cuatro primeras partes tratan del tema desde un punto de vista teórico; las cinco siguientes son aplicaciones prácticas de la teoría. La última parte consiste en algunas conclusiones generales.

I. ¿En qué sentido podemos hablar de la repercusión internacional de la revolución rusa?

Por repercusión internacional de la revolución rusa, Lenin quiere significar:

a) que «no sólo algunos, sino todos los rasgos principales de nuestra revolución, y muchos secundarios» (p. 21) tendrán algún efecto en todos los países, particularmente en los países desarrollados de Europa occidental;

b) algunos rasgos fundamentales de la revolución rusa, por ejemplo: la idea del poder soviético y las ideas esenciales de la teoría y tácticas bolcheviques, se repetirán en otros países a causa de la inevitabilidad histórica.

El modelo de la revolución rusa «revela a todos los países algo ―y algo de gran importancia― de su próximo e inevitable futuro» (p. 22). Según Lenin, los trabajadores de países desarrollados hace tiempo que se habían dado cuenta de esto, pero muy a menudo «lo han entendido con su instinto de clase revolucionaria» (p. 22) y no de una forma explícita.

En este segundo punto se basa la repercusión internacional de la revolución rusa.

Esta afirmación de Lenin también había sido reconocida por Kautsky, «cuando aún era marxista y no un renegado», con la teoría de que «el movimiento de la revolución rusa que ahora está surgiendo, probablemente probará que es el medio más importante para exorcizar al débil espíritu filisteo y a las frías Políticas calculadoras, que están comenzando a extenderse entre nosotros, y tal vez ocasione el resurgir del espíritu de lucha y la devoción apasionada hacia nuestros grandes ideales,» (p. 23).

II. Una condición esencial del éxito de los bolcheviques.

Se enumeran las principales razones por las cuales lo bolcheviques han podido mantener el poder, que ganaron con la revolución: .

a) «La más verdadera y rigurosa disciplina férrea de nuestro Partido» (p. 23), y

b) «El completo apoyo sin reservas» si no de la entera clase trabajadora, al menos «de todos 'sus elementos' que piensan, son honestos, devotos e influyentes» (p. 23).

La «absoluta centralización y la disciplina rigurosa en, el proletariado, son condiciones esenciales para la victoria sobre la burguesía» (p. 24), y sin ellas la dictadura del proletariado" «que significa una guerra absolutamente decidida y sin miramientos, de la nueva clase, contra un enemigo más poderoso, que es la burguesía» (pp. 23‑24), sería imposible.

Lenin procede a analizar cómo se ha logrado esta disciplina, estableciendo tres condiciones necesarias para mantener, probar y reforzar la disciplina del partido revolucionario del proletariado, y sin ellas «todos los intentos para establecer una disciplina, inevitablemente, caen por su propio peso y terminan en charlatanería y payasadas» (p. 25).

Las condiciones son:

1. La conciencia de clase del proletariado de vanguardia, su devoción a la revolución, su intensidad, sacrificio y heroísmo.

2. Su habilidad para unirse, mantener un estrecho contacto y aun fundirse con las grandes masas de la clase obrera, especialmente el proletariado, pero también con los trabajadores no proletarios.

3. La exactitud de la dirección política que ejercita esta vanguardia. La experiencia ha demostrado que su estrategia y sus tácticas son correctas.

Estas condiciones se habrían cumplido en Rusia, gracias «a un número de peculiaridades históricas» (p. 25).

1. De 1840 a 1900 el pensamiento progresista en Rusia «buscó con ahínco una correcta teoría revolucionaria» (página 25), «y con la experiencia de una atormentada y sacrificada agonía, adquirió una riqueza de lazos internacionales y excelente información, en los modos y teorías del movimiento mundial revolucionario» (p. 26), y así echó cimientos sólidos para extender la teoría marxista.

2. Desde 1903 a 1917 el bolchevismo experimentó una «historia práctica» de las tácticas revolucionarias usando una rápida y variada sucesión de diferentes formas del movimiento: legal e ilegal, pacíficas y violentas, clandestina o abiertamente, círculos locales y movimientos de masa, y formas parlamentarias y de terrorismo» (p. 26).

III Principales etapas en la historia del bolchevismo

1. 1903, 1904 y 1905 fueron años de preparación para la revolución. Tres corrientes principales, políticas e ideológicas, se hacen sentir a través de «órganos de prensa, partidos, facciones y grupos» (p. 27), y preparan sus armas para las futuras batallas.

Se enumeran las siguientes corrientes:

a) la burguesía liberal;

b) la pequeña burguesía democrática (social democrática, o social revolucionaria);

c) la revolución proletaria.

Todas eran conscientes de las agrias campañas que se iban a emprender, y todas desarrollaron sus programas y tácticas para los levantamientos armados que tuvieron lugar de 1905 a 1907 y de 1917 a 1920.

Este período de 1903 a 1905 era un embrión de los dos períodos revolucionarios posteriores, ya que todos los problemas fundamentales de la revolución estaban ya presentes.

2. Los años 1905‑1907 fueron años de revolución y disturbios, y resultaron ser un ensayo general para la revolución de 1917. En esta época, «todas las ideas de táctica y programa fueron probadas por las acciones de las masas» (p. 27); la huelga económica se convirtió en huelga política, y a su vez ésta en insurrección; y se comprobaron las relaciones entre el proletariado (los líderes) y los campesinos (los dirigidos).

Las controversias esenciales del período 1917‑1920 se hicieron sentir también en estos años. Estas se presentaron como:

I) tipos de lucha parlamentaria y no parlamentaria;

II) tácticas de boicot, o de participación en parlamento;

III) uso de métodos de lucha legales e ilegales;

IV) se comprendió la importancia real de los soviets.

«En cuanto a la enseñanza de los fundamentos de la ciencia política a las masas y a los líderes, a las clases y a los partidos, cada mes de este período fue equivalente a un año entero de desarrollo pacífico y constitucional» (p. 27).

3. Los años 1907‑1910 fueron años de reacción, del zarismo victorioso. Los partidos y la clase revolucionaria, sin embargo, habrían aprendido «una lección real y muy útil, una lección de dialéctica de la historia, una lección para entender la lucha política y el arte y ciencia de poner en práctica esa lucha» (pp. 27‑28).

La lección consistió en que, además de saber cómo atacar había que saber cómo retirarse, con una retirada que consistiera fundamentalmente en participar «en los parlamentos más reaccionarios, en los más reaccionarios sindicatos, cooperativas, asociaciones de seguros y organizaciones similares» (página 28).

Los bolcheviques «se retiraron de forma ordenada, con pocas pérdidas, con un mínimo de desmoralización, a base de ir desenmascarando y expulsando (del partido) a los charlatanes revolucionarios» (p. 28), y se prepararon así, para comenzar a luchar en cuanto llegase la hora.

4. Los años 1910‑1914 fueron años de supervivencia: «Sobreponiéndose a dificultades sin precedente, los bolcheviques arrojaron fuera a los mencheviques, cuyo papel de agentes. burgueses dentro del movimiento de la clase obrera fue claramente entendido por la entera burguesía a partir de 1905, y a quienes, por tanto, apoyaron de mil modos diversos en contra de los bolcheviques» (p. 28).

Durante este período los bolcheviques hicieron uso de actividades ¡legales, combinándolas con una utilización legal de las oportunidades que se les presentaron.

5. Los años de la Primera Guerra Mundial «fueron muy útiles para los bolcheviques» (p. 29), porque mientras la mayoría de los diputados bolcheviques fueron expulsados a Siberia, las diferentes facciones social‑imperialista, social‑chauvinista y social‑patriótica no consiguieron organizar «nada que se aproximase siquiera a ese libre (ilegal) intercambio de ideas y a esa libre (legal) evolución de las ideas acertadas, como lo hicieron los revolucionarios rusos» (p. 29).

Como resultado, las masas quedaron «más y más convencidas, por propia experiencia, de que las ideas bolcheviques eran correctas» (p. 29).

6. El período de la segunda revolución rusa (febrero-octubre 1917) llevó rápidamente a los bolcheviques al Poder.

El zarismo «fue una increíble fuerza destructora dé sí mismo»,(p. 29), y Rusia se transformó en una «república burguesa democrática» (p.29). Los, líderes revolucionarios (mencheviques y socialistas‑revolucionarios) establecieron un gobierno estrictamente parlamentario, pero debido a su falta de habilidad para apreciar y entender el significado y poder de los soviets, «fracasaron completamente, y se hundieron a sí mismos» (p. 30).

A estas alturas, Lenin hace dos afirmaciones categóricas:

a) «Hoy en día, la idea del poder soviético ha surgido en todo el mundo, y se está extendiendo entre el proletariado de todos los países con extraordinaria rapidez» (pp. 301‑31).

b) «La experiencia ha demostrado que, en ciertas cuestiones capitales de la revolución proletaria, todos los países harán inevitablemente lo que Rusia ha hecho» (p. 31). «

También afirma que en ese momento los bolcheviques no atacaron a los mencheviques directamente, ni buscaron el derrocamiento del gobierno, teniendo en cuenta que una república burguesa con una asamblea constituyente era mejor que una sin parlamento, y que de hecho esto era un escalón en el camino ascendente hacia una república soviética de obreros y campesinos.

IV. La lucha contra aquellos enemigos' que dentro del movimiento de la clase obrera ayudaron al bolchevismo se desarrolló, ganó fuerza y se enreció.

El principal enemigo del bolchevismo, según Lenin, sería el «oportunismo», que: generalmente se pone del lado de la burguesía. Hay, sin embargo, otro enemigo igualmente poderoso, a saber: «la revolución de la pequeña burguesía», a la que le faltan «las condiciones y requisitos de la lucha de clase prevalentemente obrera» (p. 32) y es«incapaz de perseverancia, organización, disciplina y estabilidad» (p. 32). Esta «revolución de la pequeña burguesía», ―muy a menudo― se alía con el anarquismo.

La lucha entre este fingido tipo de revolución, sostenido por el partido Socialista‑Revolucionario, y el verdadero espíritu revolucionario de los bolcheviques se mantuvo en estas tres cuestiones:

1. Rechazando el marxismo, el partido Socialista‑Revolucionario tercamente renunció a entender la necesidad de una valoración objetiva dé, las fuerzas de clases y su alienación, antes de emprender la acción política.

2. Aprobó el terrorismo individual y los asesinatos, mientras qué los marxistas los rechazaron, no por principio, sino por razones de convivencia.

3. Su actitud hipócrita hacia el partido Social‑Demócrata que condenaban, al mismo tiempo que ellos cometían «pecados oportunistas» aun peores.

Además de estos enemigos externos, el bolchevismo tuvo que combatir (en dos ocasiones: 1908 y 1918) desviaciones «hacia la izquierda», dentro de sus propias líneas. Estos izquierdistas iban en contra de todo compromiso, es decir, se oponían a toda participación marxista en parlamentos reaccionarios y sociedades legales de obreros.

El boicot de la Duma en 1905 por los bolcheviques, según Lenin, fue correcto, porque consiguió la destrucción del parlamento más reaccionario y de los mencheviques, en la revolución de octubre de 1905. Este boicot «enriqueció al proletariado revolucionario, con una experiencia política de gran valor, y mostró que es a veces beneficioso y aun esencial el combinar formas de lucha: legales e ilegales, parlamentarias y no parlamentarias, para rechazar las formas parlamentarías (p. 35).

En 1908 los bolcheviques de izquierda trataron de boicotear el parlamento, y por esto fueron expulsados del movimiento, pues los tiempos habían cambiado, y ahora era oportuno participar en el parlamento, por dos razones:

a) «un ascenso muy rápido de la marea revolucionaria, aunque su conversión en un levantamiento no era de esperar»;

b) «la entera situación histórica servil a la renovación de la monarquía burguesa pedía que se combinasen las actividades legales e ilegales» (p. 36).

De nuevo en 1918 los bolcheviques hicieron un compromiso al firmar el tratado Brest‑Litovski. Esta vez el ala izquierda del partido vio lo erróneo de su camino, y comprendieron que en esas circunstancias ese compromiso era necesario.

El valor del compromiso con los imperialistas alemanes., firmando el tratado, se verá claro con los desarrollos subsiguientes. «La absoluta exactitud ―dice Lenin― de este compromiso, hecho por tal partido en tal situación, es cada día más clara y más obvia» (p. 39).

A lo que Lenin quiere llegar aquí es que «rechazar la permisibilidad de compromisos en general, sin tener en cuenta su tipo, es infantilismo ... ; sería, sin embargo, muy equivocado el aplicar esta experiencia (del boicot de 1905) ciegamente, por imitación y sin una actitud crítica a otras situaciones y con otras condiciones» (p. 37).

Algunos «casos concretos de compromiso... son inexcusables y son una expresión del oportunismo y traición» (p. 37), mientras que otros son un medio para ganar tiempo y prepararse para volver al ataque lo antes posible.

V. Comunismo «de izquierda» en Alemania. Los líderes, el partido, la clase, las masas.

Lenin ahora procede a analizar y criticar las diferencias entre el comunismo izquierdista de los comunistas alemanes y su propio movimiento bolchevique.

Los comunistas alemanes rechazaron en principio todo compromiso, porque las medidas del partido, su organización, métodos de lucha, estrategia y tácticas están dirigidas a establecer la dictadura del proletariado y el derrocamiento de la burguesía, «todos los compromisos con otros partidos, toda reversión a formas parlamentarias de lucha, que hístórica: y políticamente se ―han quedado anticuadas, y toda― política de intriga y compromiso deben ser rechazados enfáticamente» (p. 40).

Lenin descarta esta actitud como «infantilismo de izquierda», porque es un intento de crear una distinción artificial entre.,«.dictadura de. partido y dictadura de clase; dictadura (partido) de los líderes y dictadura (partido) de las masas» (página 41), haciendo uso de los términos de moda «lideres y masas» como si fuesen dos entidades en conflicto.

El resultado final de esta actitud ha sido «el repudio de principio del partido..., y esto es equivalente a desarmar completamente al proletariado en favor de la burguesía. Todo esto, sumado a la dispersión e inestabilidad, a la capacidad de esfuerzo. continuado, de unidad y acción organizada, la cual, si se fomentara, destruiría inevitablemente cualquier movimiento revolucionario del proletariado», (pp. 43‑44).

Lenin opina que, «sin un partido fuerte, templado en la lucha, sin un partido que goce de la confianza de toda la gente honesta de la clase en cuestión, sin un partido capaz de vigilar e influenciar el capricho de las masas» (p. 44), la lucha para transformar y reeducar a la pequeña burguesía ―que es una labor extensa, lenta y cuidadosa― no puede llevarse a efecto con éxito.

La disciplina y centralización más estrictas dentro del partido son necesarias para prevenir que el proletariado recaiga en la «falta de cohesión y de unidad, en el individualismo y en los caprichos de la pequeña burguesía, que alternan entre la exaltación y el abatimiento» (p. 44).

Para Lenin el repudio del partido, en principio, implica el querer progresar a saltos, y no querer pasar por los estadios intermedios antes de alcanzar una etapa más alta del comunismo.

VI. ¿Deben trabajar los revolucionarios en sindicatos?

«Los izquierdistas alemanes consideran que, en cuanto a ellos respecta, la respuesta es negativa completa» (p. 46).

Lenin dice que su propia experiencia le enseña que este punto de vista es, erróneo, y expone a continuación un cuadro general de las conexiones entre los líderes, partido, clase y masas, y de la actitud de la dictadura del proletariado y de su partido con los sindicatos.

Sólo se desea gente dedicada al partido; charlatanes y oportunistas deben ser excluidos. El Comité Central del Partido es una oligarquía que interviene en todas las cuestiones políticas y organizativas que dependen del Estado. El partido usa los sindicatos, que en teoría no son instituciones del partido, pero que están afiliados al centro sindical general de toda Rusia, formado por comunistas, y que llevan a la práctica las directivas del partido. De esta forma el partido está aliado íntimamente con las masas, y con su «enérgico apoyo y devotos esfuerzos» (p. 48) le es posible gobernar el país. económica y. militarmente.

También se organizan conferencias para obreros y campesinos no miembros del partido, como un medio para mantener un estrecho lazo con las masas, y dirigirlas en sus esfuerzos por erradicar a los mencheviques y sus inclinaciones contrarrevolucionarias.

El partido también gobierna al proletariado urbano y a los campesinos, a través de los soviets, que serían instituciones democráticas, que envuelven a todos los trabajadores con independencia de sus ocupaciones.

Intentar gobernar sin esas instituciones que no son del partido, dice Lenin, como los izquierdistas alemanes quieren hacer, negándose a trabajar en sindicatos reaccionarios, retirándose y formando sus propios sindicatos, es algo imposible, porque siempre se ha de comenzar a construir un nuevo socialismo, sobre la herencia del capitalismo. El comunismo alcanzará su fin: eliminar las divisiones de trabajo entre la gente; educarla y enseñarla; darles una formación y un entrenamiento total, que les permita hacer todo lo que se desea, sólo al cabo de bastantes años.

Es más, «tratar hoy, en la práctica, de alcanzar este resultado futuro ―un comunismo totalmente desarrollado, completamente estabilizado y constituido, extenso y maduro― sería como tratar de enseñar matemáticas avanzadas a un niño de cuatro años» (p. 50).

Los sindicatos son útiles en cuanto son los rudimentos de la organización de clases; son una indispensable «escuela de comunismo» y una escuela preparatoria que enseña al proletariado a ejercitar su dictadura, una organización indispensable de los trabajadores para el traspaso gradual de la dirección de toda la vida económica del país a la clase obrera... y después a todos los trabajadores» (p. 51). Por esta razón los marxistas deben estar activamente metidos aun en el más reaccionario de los sindicatos.

A pesar de los beneficios que emanan del movimiento sindical, los sindicatos muestran ciertos rasgos reaccionarios (estrechez de miras, tendencia a no ser políticos, inercia) cuando el partido revolucionario del proletariado, que es la forma de organización más alta de la clase proletaria, es creado. Sin embargo, «un cierto “reaccionarismo" en los sindicatos es inevitable bajo la dictadura del proletariado» (p. 51).

Urgido por el deseo de trabajar con las masas, en el sitio donde se encuentran, Lenin se pone en contra de los comunistas izquierdistas, que sostienen que es necesario abandonar los sindicatos y crear nuevas y artificiales formas de organización del trabajo, dado que la dirección de estos sindicatos tiene un carácter reaccionario y contrarrevolucionario.

Lo que Lenin quiere hacer es «continuar con la agitación y propaganda, sistemática, perseverante, persistente y pacientemente, en estas instituciones, sociedades y asociaciones ―aun en las más reaccionarias― en las que se encuentran masas proletarias y semiproletarias» (p. 53). De esta forma, espera ganarse el apoyo, soporte y simpatía de esas masas.

Para alcanzar este fin, todos los medios están justificados: «Debemos... aceptar cualquier sacrificio, y aun ―si fuese necesario― acudir a estratagemas, engaños y métodos ilegales, a evasiones y subterfugios, siempre que consigamos meternos en los sindicatos, permanecer en ellos y llevar a cabo la labor comunista dentro de ellos, a cualquier precio» (p. 55).

VII. ¿Debemos participar en parlamentos burgueses?

Los comunistas alemanes de izquierdas son totalmente contrarios a participar en parlamentos burgueses, porque dicen que «toda vuelta a formas de lucha parlamentaria, histórica y políticamente anticuadas, debe ser categóricamente rechazada...» (p. 56).

Lenin procede analizando la frase «histórica y políticamente anticuadas». Dice que mientras el parlamentarismo históricamente está anticuado en cuanto a propaganda, en la práctica no lo está, así como el capitalismo históricamente está anticuado, pero debe aún ser empujado hasta el límite, hasta su destrucción final.

Por lo que respecta a «políticamente anticuado», dice que ellos (los comunistas de izquierda) deben probarlo aún, pues realmente no lo está, y ellos lo admiten; al aceptar el hecho de que millones de trabajadores en Alemania están a favor del parlamentarismo, y por esta misma razón los izquierdistas los tildan de contrarrevolucionarios.

Según Lenin, los comunistas izquierdistas han confundido «su deseo, su actitud ideológico‑política, con la realidad objetiva» (p. 58): aunque a los comunistas de Alemania se pueda decir que el parlamentarismo está anticuado, sin embargo, no se puede decir a las masas en general.

Ya que «el parlamentarismo en Alemania todavía no se ha consumido a sí mismo políticamente.... la participación en elecciones parlamentarias y la. lucha desde el estrado político son obligatorias para el partido del proletariado revolucionario, con el propósito específico de educar a los estratos retrasados de su propia clase, y con el propósito de despertar e iluminar las masas rurales subdesarrolladas, maltratadas e ignorantes» (pp. 58‑59).

Las tácticas de los bolcheviques en las elecciones de la Asamblea Constituyente, el parlamento ruso burgués del 1917 y su participación en la Asamblea, que eventualmente llevó al proletariado a conquistar el poder político, ponen también los fundamentos para la teoría del boicot de los izquierdistas. Por tanto, según Lenin, el izquierdismo incurre en dos errores:

a) no ver que «la acción de, las masas es más importante que la actividad parlamentaria en todo momento, y no solamente durante una revolución o en una situación revolucionaria» (pp. 60‑61);

b) la experiencia enseña que la presencia de los bolcheviques en el parlamento burgués abrió el camino para una revolución con éxito, en octubre de 1917, facilitando la desunión y la destrucción de ese cuerpo.

Sin embargo, Lenin no condena totalmente la teoría del boicot, porque en algunos momentos puede ser correcta y en otros incorrecta. Participar o boicotear depende, en definitiva, de si se es capaz de prever qué tipo de acción política ayudará más rápidamente a la revolución bolchevique.

Lenin ataca las teorías izquierdistas de boicot total y de no compromiso, con este mordaz comentario: «tratar de evitar esta dificultad (de crear las necesarias condiciones revolucionarias) pasando por alto el arduo trabajo de utilizar parlamentos reaccionarios para propósitos revolucionarios es absolutamente infantil. Se quiere crear una nueva sociedad; sin embargo, se tiene miedo a las dificultades que lleva consigo el formar un buen grupo parlamentario formado por comunistas convencidos, devotos y heroicos. ¿No es eso infantil?» (p. 64).

Aduce, además, cuatro, razones que justificarían. el éxito de la revolución bolchevique en Rusia:

a) la revolución tuvo lugar al final de una guerra imperialista «que había cansado a los trabajadores y campesinos hasta un Estado increíble» (p. 64);

b) los bolcheviques pudieron aprovecharse del conflicto entre las dos naciones más imperialistas;

c) los bolcheviques pudieron soportar una guerra civil comparativamente larga, «en parte debido a –la enorme extensión del país y de la pobreza de los. medios de comunicación» (p. 64);

d) el partido del proletariado supo adoptar, de modo rápido y eficiente, las reivindicaciones. revolucionarias del anterior partido (el partido Socialista‑Revolucionario) y llevarlas a cabo.

VIII. ¿No compromisos?

En general, siguiendo los argumentos de Engels en contra de los «Blanquist Communards», Lenin no rechaza directamente la idea de compromiso. Todo depende del tipo de compromiso.

«Cada proletariado... ve la diferencia entre un compromiso impuesto por condiciones objetivas... un compromiso que de ninguna forma minimiza la devoción y la prontitud revolucionaria, para continuar la lucha a favor de los trabajadores, los cuales han aceptado tal compromiso y, por otra parte, un compromiso hecho por, traidores que tratan de atribuir a causas objetivas sus propios intereses... su cobardía, su deseo de adular a los capitalistas, y prontos para ceder frente a la intimidación, algunas veces a la persuasión, algunas veces a sobornos y algunas veces a la adulación de los capitalistas» (p. 68).

Por esta razón Lenin supone absurdo formular una regla general prohibiendo totalmente los compromisos, porque inevitablemente la regla general no convendrá en todos los casos particulares.

En la lucha para derrocar la burguesía internacional, Lenin reitera una y otra vez que se debe estar preparado para cualquier cambio de táctica, para utilizar cualquier conflicto de intereses entre sus enemigos, para cualquier compromiso. Este tipo de tácticas debe usarse aun después de la victoria del proletariado, porque las clases trabajadoras proletarias permanecen por bastante tiempo más débiles que las clases burguesas, pues éstas se refuerzan con sus extensos lazos internacionales, y la generación espontánea de capitalismo de los pequeños productores.

Un ejemplo típico de la clase de compromiso defendido por Lenin es el que hicieron los bolcheviques uniéndose con los mencheviques en un partido social‑demócrata, sin dar tregua a su lucha ideológica y práctica contra los mismos mencheviques, «oportunistas y vehículos de influencia burguesa dentro del proletariado» (p. 72) y aceptando las políticas agrarias presentadas, para atraerlos sutilmente a sus ideas proletarias.

IX Comunismo izquierdista en Gran Bretaña

Lenin analiza ahora el estado actual del incipiente partido comunista de Gran Bretaña, lo alaba por su celo revolucionario, pero lo critica por rechazar abiertamente la posibilidad de alcanzar una victoria soviética sobre el parlamento, a base de meter en él políticos pro soviéticos y trabajando desde dentro para su destrucción. Para lograr esto, todo comunista debe estar preparado a colaborar con todos los diferentes socialistas, aun con los reaccionarios. Y esto no significa actuar de forma traicionera, contra los intereses de los revolucionarios de la clase trabajadora.

Una vez más es cuestión de saber ser oportuno. Saber cuándo colaborar y cuándo boicotear es el arte de la política para el verdadero marxista.

En este momento Lenin es de la opinión que participar en el parlamento es el camino más seguro para que los trabajadores, al menos los más conscientes del principio de clases, y políticamente activos, se den cuenta de la necesidad de la revolución y de producir una crisis de gobierno, que facilite las cosas para que los revolucionarios lo derroquen.

La colaboración con los socialistas en Gran Bretaña es sencillamente un ardid, un medio para vencer a los conservadores y al mismo tiempo un camino de preparación para la eventual derrota de los mismos socialistas.

X. Varias conclusiones

1. El movimiento huelguista durante la revolución burguesa de 1905 en Rusia habría mostrado «que la importancia del proletariado es infinitamente mayor que su proporción en la población total; mostró una combinación de huelga económica y huelga política, transformándose esta última en levantamiento armado; y el nacimiento de los soviets, una nueva forma de lucha y organización de masa de las clases oprimidas por el capitalismo» (p. 90).

2. Las revoluciones de febrero y octubre de 1971 permitieron a los soviets cumplir su histórica misión «de enterrador, heredero y sucesor del parlamentarismo burgués y de la democracia burguesa en general» (p. 90).

3. Este mismo proceso ocurriría en otros países, desarrollándose de forma diversa en cada país, pero siempre más rápidamente que la revolución bolchevique en Rusia.

4. «Los comunistas de cada país deben tener en cuenta, muy conscientemente, tanto los objetivos fundamentales de la lucha contra el oportunismo y las doctrinas "de izquierda" como los rasgos concretos que esta lucha asume, y que más inevitablemente asume en cada país en consonancia con el carácter específico de su economía, política, cultura y composición nacional» (p. 91).

De esta forma se alcanzarán:

a) la victoria sobre el oportunismo y doctrinas izquierdistas;

b) la derrota de la burguesía, y

c) el establecimiento de una república soviética y la dictadura del proletariado.

La victoria final sólo llegará:

a)  cuando todas las fuerzas de las clases hostiles al marxismo sé debiliten por guerras intestinas y sean incapaces de resistir a los bolcheviques;

b) cuando todos los elementos intermedios, vacilantes e inestables, es decir: la pequeña burguesía y los demócratas burgueses, se den cuenta de que están moralmente en bancarrota;

c)  cuando dentro del proletariado aparezca y crezca con vigor un sentimiento de masa que favorezca la acción revolucionaria más determinada, clara y constante, contra la burguesía.

5. Mientras que las diferencias entre conservadores, liberales y socialistas no tienen importancia desde el punto de vista del puro y abstracto comunismo, sí la tienen desde el punto de vista práctico: «tener debidamente en cuenta estas diferencias, y determinar el momento en que tendrán lugar los inevitables conflictos entre estos "amigos"... es la preocupación, la tarea de un comunista que quiere ser no solamente consciente de su clase sino un convencido propagandista de ideas y un líder práctico de las masas en la revolución» (página 951)

6. Para vencer a todos ellos ―conservadores, liberales y socialistas especialmente― todo comunista debe:

a) hacer uso de todos los necesarios compromisos, cambios de táctica, artimañas, zig‑zags y retiradas, para conseguir primero que, los socialistas se hagan con el poder político y luego que lo pierdan;

b) ilustrar a las masas con ideas marxistas y empujarlas en la dirección del comunismo, mostrando la ineficacia y práctica de los socialistas;

c) fomentar fricciones, peleas y conflictos entre todos los partidos no marxistas;

d) elegir el momento preciso para derrotarlos a todos y hacerse con el poder político, por medio de una ofensiva decisiva.

7. La revolución será un éxito si la clase revolucionaria:

a)      domina a fondo todas las formas de actividad social, y

b) está lista para la brusca sustitución de una forma por otra.

8. Todos los medios deben emplearse en la lucha, legales e ilegales. «Revolucionarios que son incapaces de combinar tipos ilegales de lucha con cualquier tipo de lucha legal son verdaderamente pobres revolucionarios» (pp. 96‑97).

9. Lenin está absolutamente convencido de que el resultado de la futura lucha será la victoria del marxismo, a pesar de que la lucha inmediata, que «más servirá para incitar, encender y excitar a la lucha a las grandes masas» (p. 97) no se conozca.

«Los comunistas deben saber que, en cualquier caso, el futuro les pertenece; por tanto, podemos (y debemos) combinar la pasión más intensa en la gran lucha revolucionaria con la más fría y sobria valoración de las extravagantes locuras de la burguesía» (p. 101).

10. Debe haber completa dedicación a esta tarea, aun en las situaciones aparentemente más desesperadas. Sólo así los comunistas estarán enteramente preparados y tendrán en su poder todas las armas necesarias para aplastar a la burguesía.

11. Lenin va al extremo de desear la persecución del bolchevismo, porque, en su opinión, ése es un medio para reforzarlo.

12. Sobre todo, los comunistas necesitan flexibilidad en sus tácticas para alcanzar la victoria final.

 

CRITICA

Dado que este panfleto fue escrito para atacar a un cierto tipo de comunismo, «de izquierda», no podemos esperar una exposición y un desarrollo sistemático de las ideas de Lenin.

De hecho, Lenin, para atacar a sus oponentes, da por probados una serie de principios, que en realidad son falsos (por ejemplo, el principio dialéctico aplicado a la historia), y sobre esa base procede a demoler a sus enemigos y sus argumentos.

Pero, a pesar de lo corto que es este panfleto, muchas de las ideas básicas del marxismo‑leninismo aparecen y se muestran claramente como son.

I. El método empleado y el estilo del panfleto son muy característicos. El lenguaje usado está destinado a despertar las emociones y poner al lector inmediatamente del lado de Lenin y en contra de los comunistas «de izquierda», sin tener mucho en cuenta la verdad o falsedad de lo que se dice.

Unos cuantos ejemplos de la habilidad de Lenin en el uso de este tipo de lenguaje son:

a) El mismo tipo de título usado. Marcar al comunismo izquierdista como infantil está inteligentemente calculado para poner al lector en contra de ese tipo de comunismo, aun antes de intentar un análisis de su significado y contenido.

b) A los de la clase trabajadora que soportan a los bolcheviques se les llama «hombres pensadores, honestos, devotos e influyentes», lo que claramente implica que todos los que se oponen a ese movimiento revolucionario son sencillamente lo contrario, es decir: «necios, deshonestos, inestables, versátiles y de poca importancia».

De una forma sutil y astuta, el lector es llevado a ponerse del lado de Lenin y, en contra de las teorías y grupos que se le opongan, no necesariamente porque esté convencido intelectualmente por los argumentos de Lenin, sino porque no quisiera que se le dijese que no piensan, o que se le califique de reaccionario.

c) Para quitarse de encima el izquierdismo, afirma que éstos, en último análisis, lo que pretenden evitar es el duro trabajo para salvar las graves dificultades: que se encuentran en el camino, para formar «comunistas convencidos, devotos y heroicos».

Los comunistas izquierdistas son llamados «charlatanes y payasos». En consecuencia, para ser un buen comunista uno tiene que seguir el curso marcado por Lenin, el cual se pone como el único intérprete del marxismo.

d) Para justificar su tipo de compromiso, que es, como veremos, un compromiso pragmático, Lenin llama a los otros compromisos el resultado de la cobardía, interés, y falta de devoción y preparación revolucionarias.

e) Y, finalmente, para impulsar sus propias ideas y teorías y darles un mayor empuje, Lenin hace dos afirmaciones categóricas acerca de la idea del poder soviético y de la inevitabilidad de la revolución proletaria, claramente con la idea de inducir a otros a subirse al carro del marxismo‑leninismo y así terminar con los vencedores, pero sin ninguna consideración en cuanto a la verdad de esas afirmaciones.

II. Las teorías marxistas que Lenin da por demostradas en este panfleto son:

a) La inevitabilidad de la revolución, proletaria, que, necesariamente tendrá lugar en: todos los países, además de Rusia, siguiendo los pasos dados por el poder soviético y la teoría bolchevique.

b) Lenin habla del instinto de clase revolucionaria como algo dado, por el cual el proletariado entiende intuitivamente la importancia de la revolución bolchevique en Rusia.

c) Disciplina de hierro y centralización son indicados. como el único camino. para que . el partido venza a sus enemigos. Así que una de las peores cosas que se puede decir de los izquierdistas es que, rechazando toda posibilidad de compromiso, quebrantaron aquella disciplina de hierro y, en consecuencia, debilitaron el movimiento revolucionario.

En otras palabras, no hay sitio para el pensador individual, y no hay posibilidad para. que se guíe por su conciencia y actúe de manera personal. Todos deben seguir las indicaciones del partido.

d) Hay que seguir la dialéctica a toda costa: no se pueden eliminar pasos. Es en esta línea en la que el comunista de izquierda rechaza moverse de su posición a ultranza de hostilidad a toda institución burguesa y capitalista, en la que Lenin los rechaza.

e) El papel del partido comunista está bien definido: un grupo de gente intensamente dedicada y entrenada, que interviene en todas las cuestiones de política y organización, dirige los movimientos sindicales (que en teoría no son organizaciones del partido) y gobierna el país económica y militarmente.

No hay sitio para los disidentes.

f) La infiltración como un medio para ganar el control es totalmente justificada, aun en el caso de los grupos más reaccionarios. Esto se basa en el principio de que todos los medios ―estratagemas, métodos ilegales, engaños, evasiones y subterfugios― están justificados si ayudan para lograr los fines comunistas.

g) Es interesante remarcar que aunque el marxista parezca que está dispuesto cuando es necesario a trabajar con todos los otros grupos, no por eso pierde de vista el fin, es decir, destruir el orden de la sociedad e implantar la dictadura del proletariado. El siempre hace «trabajo comunista», aun en las situaciones más difíciles. El mismo Lenin da ejemplo de esto: colaboración con los mencheviques, como medio para destruir el parlamentarismo y a los mismos mencheviques que creen en ese sistema.

h) Agitación y propaganda de los ideales comunistas han de ser empleados «sistemáticamente, con perseverancia, con persistencia y pacientemente».

i) Terrorismo y asesinatos son armas políticas, que no se deben usar indiscriminadamente, sino sólo cuando las circunstancias los pidan. En el panfleto en cuestión, Lenin niega que los izquierdistas puedan usar estos medios: no por una razón de principio, sino porque opina que no es el momento oportuno para utilizarlos.

III. La cuestión del compromiso.

Esta es la cuestión central del panfleto, y la contestación a esta pregunta de si se permite o no es muy simple: a veces sí, a veces no (en contra de los izquierdistas, que se oponen a todo compromiso por principio). Lenin juzga la cuestión únicamente en el terreno de la conveniencia política.

Para Lenin, la idea de principio no juega ningún papel para decidir esta cuestión. El uso o el no uso del compromiso, como una táctica, está basado exclusivamente en el terreno práctico. Si el compromiso empuja y acelera el desarrollo de la revolución, hacia la cual se dirigen todas las tácticas marxistas, si intensifica la guerra contra la burguesía, una guerra siempre de actualidad, entonces el compromiso es válido. Lenin, de hecho, llega a decir que algunas circunstancias y situaciones pueden obligar al marxista a comprometer, a meterse en formas y estructuras parlamentarias, a unirse a sindicatos dominados por la burguesía, etc.

El partido puede emplear todos los medios a su disposición, ya sean o no legales: lo que importa es el resultado.

Es muy importante no olvidar nunca por qué acepta un marxista compromisos: para ganar tiempo, para causar confusión al enemigo y debilitar su resistencia, mitigar sus ataques y permitir a los marxistas que se reorganicen y planeen su estrategia futura.

El marxista nunca compromete sus fines. Sus tácticas pueden cambiar, pero su fin es siempre el mismo: la implantación de la dictadura del proletariado.

Un curioso detalle de Lenin en este panfleto es que llame «oportunistas» a los izquierdistas, cuando de hecho nadie es más oportunista que el mismo Lenin, que utilizará cualquier instrumento con tal que éste acelere el paso de la inminente revolución.

La actualidad de este escrito de Lenin es sorprendente. Quien conozca, por ejemplo, las actividades «legales» de algunos partidos comunistas occidentales notará fácilmente que se están siguiendo al pie de la letra las tácticas leninistas. Lo triste es la ingenuidad de gran cantidad de gente que todavía cree en un nuevo marxismo, más democrático, pluralista, etcétera, que el bolchevique, y, por eso, como si fuese posible asumirlo ya como colaborador. Con razón todos los partidos comunistas se llaman a sí mismos «marxistas‑leninistas».

CH.C.

 

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