MARITAIN, Jacques

La philosophie morale

Gallimard, Paris 1960, 588 pp.

 

CONTENIDO DE LA OBRA

El plan completo de la obra, como hubiera deseado desarrollarlo Maritain, comprende dos tomos: uno primero, que llevaría como subtítulo Examen historique et critique des grands systèmes; y un segundo, que tendría en cambio el de Examen doctrinal des grands problèmes. El libro, publicado en 1960, comprende el primero de esos tomos.

El libro es un intento de examinar críticamente los diversos sistemas de filosofía moral que se han dado a lo largo de la historia. No es meramente histórico, sino de reflexión sobre la historia, y eso por dos razones. En primer lugar, porque la intención última de la obra es, mediante el análisis de los diversos sistemas estudiados, poner de relieve los problemas que afectan a una fundamentación de la filosofía moral. En segundo lugar, porque ese análisis es realizado a partir de un sistema de referencia claramente precisado: “Je ne prétends pas -escribe en el prólogo— aborder mon sujet sans faire usage d'aucun équipement philosophique préalablement acquis, ni d'aucun système de référence philosophique; ce qui importe est d'être conscients de ce fait lui-même et d'être en état de juger librement notre propre philosophie. Mon système de référence est celui qu'on peut s'attendre a rencontrer chez un philosophe inspiré toute sa vie de la pensée de Thomas d'Aquin” (p. 7).

Esta idea se refleja en la estructura del libro, que está dividido en tres partes: primera, las aventuras de la razón; segunda, las grandes ilusiones; tercera, la crisis de reorientación de la filosofía moral.

Bajo el título Las aventuras de la razón, comienza Maritain examinando las diversas etapas del desarrollo del pensamiento griego. Sócrates, Platón, Aristóteles, estoicos y epicúreos, son analizados con detalle. Al mismo tiempo que va describiendo las líneas generales de cada autor, pone de relieve cómo, a su parecer, la filosofía moral de los griegos se debate en una tensión entre fin y valor (o con otras palabras, bienaventuranza, virtud y placer), que no consigue siempre armonizar. De otra parte -y esta cuestión está íntimamente ligada con la anterior- subraya que los griegos perciben claramente el problema de destino y de salvación, hasta el punto de que su moral se presenta frecuentemente como un saber salvífico, pero al mismo tiempo están constantemente tentados por el naturalismo.

Esa realidad nos ayuda a entender la originalidad, la importancia y la trascendencia de la revelación cristiana, que señala con toda claridad que el hombre ha sido creado por Dios y que su fin es cumplir su Voluntad. Entre las diversas implicaciones que, con respecto a la filosofía moral, derivan de la revelación cristiana, Maritain señala tres en especial: a) la importancia concedida al amor y a la voluntad; b) la afirmación de un orden sobrenatural, de una gracia y de unas virtudes que trascienden las fuerzas naturales; c) la existencia de una ley moral promulgada por Dios.

De ese análisis del impacto del cristianismo sobre la filosofía moral, Maritain salta directamente al examen de las teorías de Kant. La perspectiva bajo la que lo considera es la de ver en el filósofo alemán un intento de síntesis entre dos tradiciones que le preceden: de una parte, la tradición cristiana; de otra, el proceso racionalista que separa razón y fe, y que desemboca en un culto a la Razón Pura. La operación realizada por Kant “a ainsi consisté a construire une éthique purement philosophique, une éthique de la Raison Pure qui fût en même temps un accomplissement définitif -et un substitut- de l'éthique traditionnelle inspirée par la foi chrétienne. En d'autres termes il a transféré en les laïcisant les caractères de l'éthique révélée, et de la moralité chrétienne telles qu'elles avaient été comprises au cours des vicissitudes d'une expérience humaine séculaire, dans une théorie morale purement philosophique où la raison, souveraine organisatrice et législatrice de la vie humaine, n'avait regard à la croyance religieuse que pour fixer elle-même la légitimité et les conditions de son existence et la portée de son contenu” (p. 129).

De ahí el carácter contradictorio de la moral kantiana, que dependiendo de hecho del cristianismo, supone implícitamente su negación. De ahí también que sea una moral absolutamente a priori, y por tanto no fundada. Finalmente, ese planteamiento conduce, como de hecho ha sucedido, a una situación de confusión y de crisis permanente de la reflexión sobre la moralidad. El intentó de describir esa crisis es lo que inspira las dos siguientes partes del libro.

En la segunda, estudia las grandes ilusiones, es decir los autores que han intentado, a partir de Kant, dar una visión sintética y total de la moral: se refiere concretamente al idealismo de Hegel y al positivismo de Compte. Ambos sistemas son analizados con detalle, dedicándoles mucho espacio (el estudio de Hegel ocupa las pp. 159-262; y se prolonga con un estudio sobre el marxismo: pp. 263-324; el análisis de Compte abarca las pp. 327-436).

Todo ese estudio lleva a una conclusión neta: esos sistemas son, efectivamente, “grandes ilusiones”, es decir intentos fallidos, ya que la misma naturaleza de las cosas los condena al fracaso, pues su punto de partida es inadecuado. Ambos han percibido que la moral kantiana era una moral no fundada, y han intentado encontrar un fundamento. Pero, como han excluido el verdadero fundamento (Dios), y no han superado el inmanentismo, esa empresa está abocada a la contradicción. El resultado inevitable es la negación de la moral misma, ya que se niega la persona humana y, de una manera o de otra, se acaba llegando a un totalitarismo. La ética superior o Sittlichkeit de Hegel “revient pratiquement à offrir avec joie a l'Etat le sacrifice de la conscience. Elle revient aussi a offrir vertueusement à l'Etat (ou à la communauté élue par l'histoire) le sacrifice des innocents, parce qu'ils sont, s'ils nuisent à l'Etat (ou à la communauté élue par l'histoire), plus coupables que les criminels” (p. 261).

El juicio sobre el positivismo es igualmente neto: “le positivisme pris en général, du fait même que pour lui l'intelligence et la philosophie sont enfermées dans le domaine des phénomènes et ne peuvent rien voir au-delà, est purement et simplement incapable d'établir une philosophie morale proppement dite. Ou bien -positivisme messianique—, il absorbe la morale dans la religion (dans une religion athée adorant le grand Tout Social); ou bien-positivisme sécularisé—, il la fait disparaitre dans la science (dans la science des phénomènes, et avant tout dans la sociologie)” (pp. 435-436).

Esa crisis, esa imposibilidad de fundamentar la moral, que manifiestan esos sistemas, es lo que explica la situación de gran parte del pensamiento a partir de finales del siglo XIX; nos encontramos ante una crisis “de réorientation par laquelle la philosophie morale essaie aujourd'hui de se retrouver elle-même, en retrouvant, contre Kant, son caractère réaliste et cosmique, et, contre Hegel, Marx et Comte, les vérités premières sur lesquelles elle repose dans les recés de la personne humaine” (p. 439).

Tal es el tema de la tercera y última parte. En ella Maritain analiza una serie de autores, de valor muy diverso, pero que todos presentan, a su juicio, esa nota común de conciencia de una crisis y de deseo de superación. Se refiere concretamente a Kierkegaard, Sartre, Dewey y Bergson. Es interesante notar que esos autores son considerados en cuanto testimonio de una situación espiritual, y no como filósofos que aporten una solución: en realidad, afirma Maritain, ninguno de ellos la aporta, y algunos incluso se mueven en una línea que los separa radicalmente de la verdad (como es especialmente patente en el caso de Sartre).

VALORACIÓN CIENTÍFICA

En el resumen que se acaba de hacer, se ha procurado seguir la línea central del libro. Es oportuno hacer constar que esa reflexión general sobre la historia de la filosofía moral, se acompaña, en el momento de estudiar a cada autor, por un intento de descubrir su pensamiento, haciendo que el lector adquiera así una visión de sus líneas fundamentales.

Se puede decir que esos análisis están bien hechos, y que manifiestan una madurez de pensamiento en el autor y un buen conocimiento de las fuentes. No todos, sin embargo, están hechos con el mismo detalle, y a veces se percibe que hay aspectos que han sido menos estudiados; pero en ningún momento le falta dignidad científica.

Este libro, como se decía al principio, está concebido como la primera parte de una obra más amplia. Su finalidad es, pues, la de poner de relieve, mediante una reflexión sobre la historia, cuáles son las auténticas características de la moral. Maritain contrapone dos actitudes filosóficas fundamentales ante la ética: una, que está de algún modo incluida por la filosofía griega, y que es la que han desarrollado los pensadores cristianos, otra, que deriva de Kant. La primera es una ética que se puede calificar de experimental-normativa, y más profundamente cósmico-realista; es una ética metafísicamente fundada, ya que el bien moral se fundamenta sobre la realidad extramental. La kantiana es, en cambio, una ética deductivo-normativa o acósmico-idealista, que no está metafísicamente fundada, ya que el bien moral consiste sólo en la universalidad de la razón práctica (pp. 150-154). En torno a esas categorías son juzgadas las otras doctrinas a fin de poner de relieve la importancia del fundamento: una ética fundada, y para ser verdadera ha de estar fundada sobre el verdadero bien, es decir en Dios.

Esta conclusión teorética explica una laguna que quizá a primera vista pueda extrañar: el hecho de que Maritain no analice la filosofía moral de la época patrística y de la escolástica y salte directamente, de una referencia general al cristianismo, a Kant. En realidad ese salto está impuesto por la estructura y la intención misma de la obra y por la consideración subyacente de que es la filosofía escolástica (y especialmente Santo Tomás de Aquino) la que ha desarrollado las implicaciones filosóficas del cristianismo, y es por tanto allí donde encontramos una adecuada fundamentación de la ética.

El pensamiento tomista hubiera, en efecto, constituido el eje y la orientación del volumen segundo , es decir del estudio de los grandes problemas de la ética y de su solución. Ese volumen no ha sido publicado (un esbozo de ese segundo volumen, según afirma el propio Maritain, lo constituye una obra publicada años antes: Neuf leçons sur les notions premières de la philosophie morale, Paris 1950).

VALORACIÓN DOCTRINAL

Esta obra no contiene ninguna afirmación contraria a la enseñanza católica. El pensamiento de los diversos autores examinados deja, en ocasiones, mucho que desear. Maritain los expone de una manera crítica; reconociendo —cuando lo ve de justicia— sus méritos, señala siempre con claridad sus límites y los puntos, con frecuencia fundamentales, en que resultan incompatibles con el dogma católico.

Es un libro útil para personas que estudian filosofía o teología moral.

J.L.I.

 

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