POPPER, Karl Raimund

Conoscenza oggettiva. Un punto di vista evoluzionistico

Armando, Roma 1975, 493 pp.

(t.o.: Objective Knowledge, An Evolutionary Approach, Clarendon Press, Oxford 1972).

El libro comprende 9 ensayos, algunos ya publicados en otros sitios, que desarrollan las ideas de Popper en cuestiones de filosofía de la ciencia, gnoseología y antropología. Exponemos una breve síntesis de su contenido.

1. Conocimiento conjetural: mi solución al problema de la inducción (1971). En este trabajo Popper expone su tajante crítica a la inducción. Hume vio claramente que por el hecho de que algunos casos se repitan no se justifica pensar que eso va a suceder siempre. Su error fue caer, como consecuencia, en un fideísmo irracionalista. Para Popper es mejor evitar el planteamiento psicologista de Hume, examinando el problema objetivamente, mediante la lógica. La repetición, si la hay, no garantiza nada: por ej., la proposición de que todos los vivientes son mortales ha sido refutada porque las bacterias no mueren (su multiplicación por división no es una muerte).

En respuesta al problema de Hume, Popper piensa que una teoría universal nunca puede ser justificada por la experiencia, pero sí falsificada por ella. Entre varias posibles teorías, se escoge como válida a título conjetural la no refutada hasta ahora, dejando de lado las teorías refutadas. Si varias teorías se mantienen a la vez inconfutadas, se busca durante años cuál resiste más a los controles. Esta actitud ya se da en los animales cuando actúan instintivamente por ensayos y eliminación de errores. La diferencia entre una amiba y Einstein es que este último intenta eliminar errores conscientemente y con crítica (racionalidad).

No existe ninguna base para la pretendida ley inductiva. Salvo la tierra, el resto del cosmos es irregular (casi vacío y atravesado por radiaciones caóticas). Las regularidades son muy improbables, duran poco tiempo. Las regularidades del mundo terrestre son un caso muy raro del cosmos. Por eso las actuales teorías controladas no garantizan para nada su verdad[1].

2. Dos caras del sentido común: una argumentación en favor del realismo del sentido común y contra la teoría del conocimiento del sentido común (ensayo no publicado). Popper afronta en este trabajo el problema filosófico del realismo y del sentido común (o conocimiento de fondo previo a la ciencia).

En primer lugar declara su convicción en pro del realismo gnoseológico. Aunque no sea demostrable ni refutable, el realismo se puede discutir y los argumentos a su favor son aplastantes: testimonio fortísimo del sentido común; la ciencia lo presupone y casi todos los científicos son realistas; el lenguaje supone una realidad de la que hablamos; nuestros conceptos de verdad y error se volverían irrelevantes si todo fuera un sueño; el idealismo implica que creamos el mundo y esto choca contra nuestras convicciones más profundas. El positivismo, el fenomenismo, la fenomenología, el idealismo, son posturas irrelevantes que derivan de una búsqueda insensata de certeza. Propone el realismo como la mejor conjetura frente a las demás alternativas opuestas[2].

Seguidamente Popper considera el tema de la verdad, siempre fiel a su inspiración en Tarski (la verdad como correspondencia de una proposición a los hechos). No existe una certeza absoluta de verdad: "somos buscadores de verdad pero no sus posesores" (p.73). El avance de las teorías consiste en un aumento de verosimilitud o del "contenido de verdad" de una teoría en comparación con otras[3]. Notemos que la idea de Popper de comparar los grados de verosimilitud de las teorías, un poco teórica, es posible si se tiene presente la ciencia sólo en su expresión cuantitativa (pone el ejemplo ilustrativo de que si son las 21.50 horas, es menos falso o más cercano a la verdad decir que son entre las 21.45 y las 21.50, que decir que son entre las 21.30 y las 21.50).

A continuación se pasa al tema del valor cognoscitivo del "sentido común" (al que pertenecen la convicción de realidad y verdad examinadas anteriormente). Para Popper aquél tiene el valor de un punto de partida, con tal de que vaya seguido de la crítica filosófica o científica (sentido común crítico). No se admiten verdades intangibles del sentido común, como han pensado muchos filósofos llevados por un desmedido afán de certeza (Aristóteles, Descartes, Locke, Berkeley, Hume, Reid, Russell). No existe una percepción "inmediata" de la realidad porque todo nuestro conocimiento se va aprendiendo progresivamente, al modo de una decodificación de datos (como cuando uno lee: en realidad ha aprendido a leer, aunque le parezca que lo hace inmediatamente).

Popper critica la "teoría del conocimiento del sentido común", que busca ante todo certezas primarias e incontrovertibles sobre las que fundamentar el conocimiento y la ciencia. Esa actitud tiene una serie de manifestaciones subjetivistas: preocupación excesiva por la certeza, por los fundamentos de las creencias; búsqueda de criterios segurísimos de verdad, de demostraciones lógicas perfectas. La certeza subjetiva puede ser muy relativa y no hay modo de medirla objetivamente. A veces depende de las situaciones: estamos ciertos de que unas monedas son auténticas, pero si de esto dependiese nuestra vida iríamos a un banco para verificarlo.

Más correcto es partir sencillamente de nuestra situación cognoscitiva de hecho, con su complejidad, y someterla a ensayos-correcciones para ir mejorando poco a poco en puntos concretos. Pero en las ciencias hay que distinguir entre el plano lógico y el psicológico o genético. La primacía corresponde al plano lógico (una teoría debe ser examinada a la luz de la lógica), si bien cabe a continuación pasar al orden psicológico para describir el proceso de nuestros conocimientos. En este segundo sentido cabe hablar de una "epistemología evolucionista" que encuentra una correspondencia con los mecanismos evolutivos de la vida (método de prueba-correcciones), si bien el hombre no busca sólo adaptarse a la realidad sino conocer la verdad.

En este momento Popper propone su célebre distinción de "tres mundos": el mundo 1 es la realidad física; el mundo 2, nuestros actos subjetivos; mundo 3, los contenidos lógicos de nuestros pensamientos o incluso sus expresiones culturales (ideas, teorías, libros). El mundo 3 es en cierta manera autónomo respecto al mundo 2; es más, lo determina: por ejemplo, uno adquiere conciencia de sí mismo sólo cuando elabora teorías lingüísticamente formuladas. La filosofía de Popper se concentra sobre el mundo 3 y se desinteresa del mundo 1 (para evitar el subjetivismo)[4].

En la parte final del trabajo vuelve sobre la inducción, reafirmando las ideas expuestas en el ensayo anterior. Después de su crítica a la inducción, Hume pretendía que nosotros no obramos racionalmente sino por costumbre. Para Popper en cambio obramos racionalmente mediante las teorías mejor controladas. Queda así en salvo la racionalidad.

3. Epistemología sin sujeto cognoscente (1967). Este ensayo está destinado a ilustrar la importancia del "mundo 3" de Popper, el mundo de los contenidos objetivos del pensamiento (en ciencia, arte, filosofía, etc.). En cierto modo es el ámbito de los productos culturales del hombre. Insiste en su autonomía relativa respecto al sujeto, gracias a los símbolos: las ideas trascienden la subjetividad de cada uno, tienen su propia lógica, e inciden en el sujeto al cambiarlo o perfeccionarlo. Los filósofos de la creencia ( belief philosophers : Descartes, Locke, Berkeley, Hume, Kant, Russell) plantean todo desde el punto de vista de los actos subjetivos (origen psíquico de las ideas, fe, opinión y otros estados de la mente), relegando el mundo 3 a una mera expresión simbólica del mundo 2. Pero estudiando el acto psíquico no se accede bien a los contenidos: para estudiar matemática hay que entrar en sus problemas, no provocar en la mente ciertos actos psíquicos.

La epistemología tradicional criticista está equivocada. Igualmente son subjetivistas los planteamientos sólo psicológico o sociológico de la ciencia. No se trata de que Popper niegue la existencia del sujeto, sino que prefiere plantear la filosofía de la ciencia desde el lado objetivo. El mundo 3 es un producto del hombre que interacciona con él ( feed back ), análogamente a como la araña produce una tela que condiciona sus actos. Muchas cosas que aparecen en el mundo 3 el hombre no las ha pretendido: el sujeto las produce y éstas le crean nuevos problemas, le ponen nuevas finalidades que él no se esperaba (por ej. el hombre inventa los números naturales y luego descubre que éstos son pares o impares).

El mundo 3 en cierto modo es el mundo de las Ideas de Platón, sólo que éste era estático y esencialista. No hay que preocuparse de las definiciones exactas de los términos, de los problemas del significado (esencialismo, vicio platónico) sino usar los conceptos en su sitio normal, que son las teorías. El mundo 3 se parece también al "espíritu objetivo" de Hegel, pero a la vez es muy distinto porque el desarrollo de las ideas para Popper se basa en el proceso pruebas-errores-correcciones. Reconoce que su idea del mundo 3 más bien tiene que ver con las "proposiciones objetivas" de Bolzano o con las contenidos objetivos del pensar de Frege.

A continuación desarrolla una polémica con el matemático intuicionista Brouwer sobre la naturaleza de la matemática. Brouwer insistía en la importancia de la intuición constructiva del pensamiento matemático y de alguna manera pretendía rescatar la concepción kantiana de la matemática (basada en la intuición espacio-temporal). Popper, aun apreciando a Brouwer, intenta eliminar el subjetivismo que se podría deducir de esta postura. El error de la filosofía de la matemática de Kant está precisamente en su excesiva confianza en la intuición como fuente de conocimiento. La intuición es muy relativa, tiene muchas modalidades y manifestaciones culturales, y además puede fallar. Brouwer hizo bien en criticar el formalismo vacío de otras corrientes de la filosofía matemática, pero es demasiado estrecho y subjetivo al acentuar la intuición (esto es, lo que la mente ve, lo que se puede construir en la intuición, lo que se puede demostrar con métodos intuitivos). Más decisivo es el pensamiento racional que se enfrenta con problemas.

En el resto del ensayo Popper extiende su crítica a otros planteamientos subjetivistas en la ciencia contemporánea: la lógica epistémica (estudio de las expresiones S cree que p, sabe que p, etc.) es irrelevante para las ciencias. Las intepretaciones subjetivistas de la probabilidad (cálculo bayesiano, estudio del grado de ignorancia o de incerteza) son un error. En física el subjetivismo entró con ciertas interpretaciones de la teoría cuántica que hacen intervenir al observador en las cuestiones científicas.

En las últimas páginas vuelve a insistir en que la ciencia crece cuando se plantean objetivamente problemas, a los que siguen teorías conjeturales, eliminación de errores y propuesta de nuevas teorías conjeturales.

4. La teoría del pensamiento objetivo (1968). En esta conferencia pronunciada en Viena, Popper continúa desarrollando su teoría sobre el "mundo 3". El hombre modifica el mundo físico con sus ideas: el mundo 3 influye sobre el 1 mediante el mundo 2. Entre los antiguos, los estoicos advirtieron con claridad la existencia de la objetividad lingüística, no quedándose meramente en los actos subjetivos. Un error de Aristóteles, Plotino y Hegel fue asignar el mundo 3 a una conciencia (Aristóteles y Plotino: las Ideas están en la Mente divina; Hegel: la Idea se atribuye en definitiva a una conciencia en desarrollo)[5] Insiste en que este mundo trasciende al hombre, a sus creadores: es como un producto no planificado de las acciones humanas, involuntario, con muchas potencialidades que uno descubre más que crea, con problemas insolubles que el individuo no consigue controlar.

Seguidamente afronta el tema de la comprensión, punto importante de las actuales filosofías hermenéuticas. Para Popper la comprensión se ha de ver objetivamente, no psicológicamente: comprender es una actividad semejante a solucionar un problema. Así, comprender una ecuación aritmética es tratar de resolverla superando los errores. Propone un ejemplo historiográfico: la teoría errónea de Galileo sobre las mareas se comprende no cuando se atiende a si Galileo tenía prejuicios, o era celoso, etc., sino tratando de reconstruir históricamente la situación problemática objetiva en la que investigaba. Los actos creativos del hombre no se pueden explicar, pero al menos se pueden entender relacionándolos con la situación problemática en la que emergen: así puede entenderse lo que sucede en la historia de la ciencia, del arte o de otras actividades humanas.

En consecuencia, no cabe una división rígida entre las ciencias naturales y las ciencias humanas o del espíritu. La comprensión problemática y conjetural vale igualmente para estos dos sectores. A menos que se tenga un concepto positivista de la ciencia natural, en ésta se da alguna comprensión de la naturaleza.

5. El objetivo de la ciencia (1957). Es un breve ensayo de carácter metodológico, sin ideas particularmente nuevas. El objetivo de la ciencia es encontrar explicaciones satisfactorias de problemas. Es satisfactoria la explicación de un hecho en términos de leyes universales controlables y falsificables y a partir de ciertas condiciones iniciales. La ciencia nunca llegará a explicaciones últimas (esencialismo). La esencia sería la explicación última de algo, como cuando Descartes creía que los cuerpos eran fundamentalmente extensión. Newton no era esencialista: dejó abierta la cuestión de la causa de la gravitación. No hay que preguntarse "qué es esta cosa", como buscando su naturaleza o su esencia absoluta. Es falsa la idea aristotélica de que las cosas tienen propiedades comunes que las hacen semejantes. Las teorías científicas no surgen de la observación o de la experiencia, aunque sí chocan con ella, presuponiendo así la realidad.

6. Nubes y relojes. Ensayo sobre el problema de la racionalidad y de la libertad del hombre (1965). Aquí Popper afronta el problema del indeterminismo y luego pasa al estudio de la interacción mente-cuerpo.

El reloj, el péndulo, etc., son objetos precisos, exactos, que al menos en apariencia actúan determinísticamente. La nube, los fenómenos atmosféricos, un conjunto de pájaros en vuelo, son fenómenos elásticos, en los que hay regularidades de conjunto e irregularidades en los detalles. Para la física clásica, "las nubes eran como relojes", todo se producía de modo determinado y el indeterminismo se reducía a nuestra ignorancia. Popper en cambio piensa que en la realidad física existe objetivamente una indeterminación: los relojes son también "como nubes". Aunque las leyes generales puedan ser determinadas, no lo son en su aplicación concreta espacio-temporal. El indeterminismo físico es la doctrina según la cual los eventos del mundo físico no están predeterminados con absoluta precisión, en todos sus detalles infinitesimales. No significa esto dar una preeminencia a la casualidad o al puro desorden. El indeterminismo relativo es compatible con el principio de causalidad (todo evento es causado).

Respecto al obrar humano, el determinismo rígido aplicado al psiquismo eliminaría la libertad: el hombre sería como un robot o un computer. No existiría ninguna creatividad en los seres humanos. Esta posición es absurda y justifica el totalitarismo (el mundo de Orwell).

El indeterminismo físico, en un sistema abierto (es decir, influíble desde fuera), permite la libertad humana (la acción de la mente sobre el cuerpo), aunque no la explique suficientemente. Los actos humanos se comprenden si consideramos los propósitos, las intenciones, las decisiones, los valores, las teorías. Por una parte, las ideas o significados abstractos influyen sobre la mente; a su vez los estados mentales actúan sobre el cuerpo humano (problema de Descartes, que para Popper es real porque los estados mentales existen). Según la terminología que comenzará a ser empleada en otros ensayos posteriores: el mundo 3 actúa sobre el mundo 2 y éste sobre el mundo 1.

El resto del trabajo expone cómo se produciría la interacción mente-cuerpo. Es una sección compleja aunque contiene ideas originales. La idea fundamental es que la parte superior del hombre ejerce un "control plástico" (no férreo) sobre la parte inferior o material. Se opone a Descartes, para quien la mente controlaba al cuerpo de manera rígida ("modelo de control por interruptor central").

En primer lugar, los significados influyen sobre el comportamiento: las funciones argumentativa (raciocinio) y descriptiva (verdad) del lenguaje humano controlan plásticamente las funciones inferiores expresiva y comunicativa (que se dan en los lenguajes animales). Esto es posible porque la evolución orgánica de los animales se continúa en el hombre de otro modo, no ya mejorando órganos, sino creando máquinas, instrumentos,cultura. En definitiva, la conducta libre del hombre está guiada por sus teorías sometidas a prueba.

Introduce ahora Popper su versión de la teoría evolutiva, que le servirá en las explicaciones sucesivas. La selección natural se puede entender a la luz del procedimiento de ensayo/corrección de errores. Todo organismo animal siempre actúa buscando solucionar sus problemas (sobre todo, sobrevivir) mediante intentos, eliminación de formas inadecuadas, desarrollo de formas más aptas. Cuando no se tiene éxito, se acaba muriendo (en el caso del hombre, en cambio, el error no lleva a la muerte física, sino a la muerte de una teoría).

Sobre esta base, un organismo viviente complejo sería un sistema jerárquico de "controles no rígidos": un sistema superior (con sus mecanismos de ensayo, error, etc.) modera o controla hasta cierto punto una serie de subsistemas inferiores (con sus propios mecanismos de pruebas). De este modo las pequeñas desviaciones de un sistema inferior son controladas por el superior. A la vez se produce un influjo del subsistema sobre el sistema de control (interacción a modo de feed-back ).

Aplicando esto al hombre, cabe decir que nuestros estados mentales controlan nuestros movimientos físicos, con interacción por feed-back. Así se resuelve el problema de Descartes, aunque no hay que hablar de un influjo entre "dos substancias" (y mucho menos de paralelismo). Por otra parte, la relación alma-cuerpo no debe limitarse a la de un yo plenamente consciente con el cuerpo[6].

Acaba señalando que la interacción que ha descrito no se circunscribe a la mera utilidad de supervivencia. En el hombre el desarrollo de las teorías (lo que en otros ensayos llama mundo 3) va creando nuevas finalidades que producen nuevos problemas (arte, religión, etc.). Las dificultades para explicar esos modos de interacción se deben a que no disponemos de una teoría general de la causalidad (después del derrumbe de la teoría cartesiana que reducía la causalidad a impulso mecánico).

7. La evolución y el árbol del conocimiento (1961). En este trabajo Popper propone una interpretación propia de la teoría evolucionista, en el cuadro del neodarwinismo o de las "teorías sintéticas", si bien reconoce que no es un experto en biología (es más, un especialista le aconsejó no publicar este ensayo: cfr. p. 370).

En los organismos una parte controla el comportamiento y otra es ejecutiva ("dualismo genético"). Las mutaciones favorables que sobrevienen en la zona central de control, abriéndose paso por selección natural, crearían nuevas propensiones y finalidades y así controlarían la evolución general del organismo, orientándola en una determinada dirección[7].

Para llegar a esta propuesta se ha inspirado en la evolución del lenguaje y del conocimiento del hombre. De todos modos, mientras la evolución biológica tiende a formas siempre más especializadas, el "árbol del conocimiento" en cambio procede hacia teorías más y más abarcantes. La ciencia no es un mero instrumento para sobrevivir: responde a un deseo profundo de conocer, a la tendencia a la verdad entendida como correspondencia con la realidad.

Addendum (1971). Menciona favorablemente la teoría de R.B.Goldschmidt de las mutaciones puntuales importantes (no graduales), que podrían entenderse a la luz de la hipótesis expuesta anteriormente.

8. Una concepción realista de la lógica, la física y la historia (1970). En las primeras páginas de este ensayo Popper se declara "emergentista": en el mundo emergen novedades, en un contexto de procesos indeterminados; no todo puede preverse. Algunas ciencias se reducen a otras (la química a la física), pero la biología es irreductible a la física: la vida es una cualidad emergente. Análogamente, los estados mentales no son idénticos a los fenómenos físicos. Los behavioristas reducen los actos mentales a hechos físicos de un modo verbal y forzado, sólo porque dejan de considerar una tipo de hechos, pero no porque hayan conseguido una verdadera traducción del lenguaje mental al físico. Contra los reduccionismos artificiales operados por el positivismo, el fenomenismo, el materialismo, el behaviorismo o el idealismo, Popper sostiene un "realismo pluralista". Esas reducciones no proceden de la ciencia, sino de una dudosa filosofía (o de una ciencia anticuada) (cfr. p. 390).

Respecto a la historia, el realismo pluralista consiste en ver los sucesos históricos esencialmente como evolución del conocimiento objetivo, no según el ritmo dialéctico hegeliano, sino según el esquema de problemas-teorías-eliminación de errores-nuevos problemas. La historia de la humanidad "es de un modo bastante amplio la historia de nuestro conocimiento, de nuestras teorías sobre el mundo" (p. 391) y de sus repercusiones en la vida del hombre. Es un grave error la reducción psicologista del pensamiento objetivo. Los procesos lógicos son distintos de los procesos mentales. Por otra parte, las teorías tienen una vida propia que trasciende la persona que las inventa: es más, el que propone una teoría nueva nunca la comprende del todo; la comprensión de las teorías (como la de las personas) es una tarea inagotable, porque ellas tienen aplicaciones diversas en situaciones diversas que van apareciendo de modo indeterminado.

Con relación a la física, la introducción del observador propuesta con ocasión del principio indeterminista de Heisenberg supone una flexión subjetivista.

La lógica, por último, está enraizada en el realismo porque es esencialmente una teoría de la derivabilidad o deducción: la verdad se transmite a las conclusiones, o bien la falsedad de las conclusiones invalida las premisas (este último es el procedimiento característico de las ciencias empíricas).

Sobre la verdad existen tres teorías: la verdad sería la correspondencia del lenguaje a la realidad; o la coherencia del conocimiento; o su utilidad (pragmatismo). El tema no debe plantearse preguntándose: ¿qué es la verdad?, porque se caería en esencialismo, en análisis de significados, en una vana cuestión verbal[8].

Para Popper no hay ninguna duda de que la verdad es la correspondencia a los hechos: así lo indica el sentido común y la tradición realista de las ciencias. Es cierto que no se ha aclarado con precisión el problema de la "correspondencia", que no es biunívoca o pictórica (una frase, por ejemplo, puede corresponder a muchos hechos). Popper se declara satisfecho, de todos modos, con la solución de Tarski, pese a que algunos estiman que tiene poca importancia filosófica. La proposición p es verdadera tiene porque el lenguaje puede hablar de sí mismo (distinción entre lenguaje-objeto y metalenguaje)[9]. El realismo está asegurado. Pero como Tarki ha probado, para teorías suficientemente complejas no existe un criterio de verdad[10]. Por consiguiente, la verdad no puede ser más que una idea regulativa (en p. 417 reconoce incluso que ni siquiera de la falsedad de algo se puede estar completamente seguros). De ahí justifica Popper su rehabilitación de la idea de verosimilitud.

9. Comentarios filosóficos sobre la teoría de la verdad de Tarski (1971). El autor explica que en un principio estaba perplejo ante la noción de verdad, a causa de las discusiones de los filósofos y porque creía que para poder hablar de la verdad era indispensable poseer un criterio de verdad. La propuesta técnica de Tarski le convenció de que tiene sentido hablar de verdad aunque uno no disponga de tales criterios. Su solución es uno de los raros casos en que un conflicto filosófico clásico ha sido resuelto con un teorema lógico (cfr.p. 422) (esta afirmación es ciertamente ingenua). De aquí Popper ha sacado una conclusión realista, aunque desconoce al respecto la actitud de Tarski. Su realismo se basa en el fondo en el sentido común crítico.

El ensayo adquiere a continuación un tono muy técnico. Según la noción de verdad tarskiana, la realidad se podría definir como "aquello a lo que corresponden las proposiciones verdaderas" (p.429). Al final se introduce la idea de verosimilitud, ya explicada en otros sitios.

Addendum 1955). Breve apéndice de carácter puramente técnico, en que se intenta mejorar la definición tarskiana de verdad mediante la noción de satisfacción aplicada a secuencias finitas.

 Apéndice. El recipiente y el faro: dos teorías del conocimiento (1948). No aparecen ideas particularmente nuevas en este último trabajo. La gnoseología del conocimiento del "recipiente" es el empirismo que ve el conocimiento como un acumular observaciones pasivamente. El "faro" alude en cambio a la tesis de Popper de que la observación se hace a la luz de teorías, con planes y expectativas. Algo análogo ocurre en los animales, que se enfrentan a los estímulos con predisposiciones y expectativas y van cambiando sus reacciones a medida que éstas son decepcionadas. El hombre primero empezó con explicaciones míticas, hasta que apareció la tradición científica crítica. El esquema explicativo de la ciencia es siempre el mismo, si bien la explicación se traduce luego en otros dos objetivos de la ciencia: predecir y encontrar aplicaciones técnicas. Insiste en el carácter negativo de las leyes científicas: más que afirmar, prohíben ciertos hechos, siendo así falsificables. La falsificación es el contacto con la realidad, como un ciego es consciente de que existe la realidad cuando choca contra obstáculos.

 Comentarios críticos[11]

Popper presenta en esta obra una concepción más madura de su pensamiento, en la que se desarrollan algunas de sus ideas a veces solo incoadas en publicaciones anteriores, siempre sobre la base de sus reflexiones metodológicas y su crítica al positivismo.

I. Un primer punto fundamental en este trabajo es la unidad analógica que Popper encuentra entre la evolución de la vida y del conocimiento científico: en ambas se procede según el esquema de "problemas-teorías (o expectativas en la vida animal)—prueba por la experiencia-eliminación de errores-propuesta de nuevas teorías". La semejanza es sólo proporcional porque Popper distingue esencialmente entre el hombre y el animal: es exclusivo del hombre la racionalidad y el afán especulativo de conocer la verdad (el animal busca simplemente adaptarse al medio y sobrevivir, mediante mecanismos instintivos).

Hay cierta unilateralidad en la propuesta de ese esquema: todas las cuestiones se reconducen siempre a esa clave interpretativa, que por otra parte es formal o metodológica (nada dice sobre los contenidos, sobre la naturaleza positiva de la vida o del conocimiento). No entramos aquí a juzgar sobre si ella es definitiva en biología. En el campo gnoseológico, parece que deja en la sombra, por ejemplo, la importancia de los datos en el crecimiento del conocimiento, o se le puede objetar que no explica bien porqué se escogen algunas teorías. Popper ciertamente ha explicitado con eficacia una estructura de la racionalidad suficientemente universal (captación de problemas, corrección con ayuda de la experiencia), pero esto no quiere decir que sea ésa la última palabra sobre el tema. En todo caso, si el esquema vale de modo bastante concreto para las ciencias empíricas, no puede decirse que valga sin más matices para las ciencias del hombre o para la filosofía.

No se observa de todos modos en la filosofía de Popper una desembocadura historicista. Aunque la evolución de la vida se continúa en la evolución progresiva de las teorías científicas, en Popper la filosofía tiene también un sentido y no se reduce a ciencia ni a lógica. A ella no le ha aplicado el concepto de mejoramiento continuo por correcciones, aunque sí la exigencia de criticabilidad racional. Para él en las ciencias existe un criterio seguro de progreso (no que se progrese necesariamente), criterio que en cambio no vale para la filosofía[12].

II. El segundo punto central de esta obra es la importancia que se da a la vertiente objetiva del conocimiento, como se ve en la conocida propuesta popperiana de los 'tres mundos". Las críticas de Popper al subjetivismo, a los planteamientos psicologistas de las ciencias, al criticismo filosófico que se centra absolutamente en la cuestión de la certeza subjetiva, han sido saludables y orientan para que los problemas se enfoquen en sus aspectos objetivos.

La existencia del "mundo 3" ha sido interpretada por algunos como una posición casi platónica (afirmación de ideas subsistentes). Nada de eso se ve en esta obra. Es un hecho que el hombre tiene ideas objetivas y la insistencia de Popper en que la vida humana se orienta desde las ideas y realizaciones culturales pertenece a la tradición intelectualista de la filosofía, en contraposición a las versiones materialistas de la existencia humana.

La tesis acerca del mundo 3 abre el problema de su relación con el sujeto y con el mundo real. En esta obra se afirma la existencia del yo y de los procesos subjetivos ("mundo 2"), aunque no se estudie de modo particular (salvo el ensayo que trata de la interacción entre la mente y el cuerpo). Sobre la relación del mundo 3 con la realidad física ("mundo 1"), la opinión de Popper es conocida: las teorías pueden ser verdaderas, pero el hombre no conoce con certeza completa si está en la verdad.

III. A continuación exponemos algunos comentarios sobre otros aspectos específicos de la filosofía de Popper que aparecen en este libro:

a) Realismo y verdad : la argumentación en favor del realismo metafísico que se hace el ensayo n.2 es convincente, pese a que quede mitigada por su carácter filosóficamente conjetural, ya que no se admite una verdad absolutamente evidente.

Más endeble aparece la noción de verdad de Tarski que Popper incorpora a su doctrina, pues si bien está en un marco realista (es más, Tarski se inspiró en Aristóteles para proponerla), ella no supera el ámbito de la lógica. Como señala A. Rossi en el prefacio de esta edición italiana de la obra, aquí Popper "no va más allá del nivel lógico-formal, obviamente importante e indiscutible, pero evidentemente insuficiente" (p.10).

La verdad como correspondencia de la mente con la realidad queda al nivel de una idea regulativa que no permite conocer con certeza indiscutible verdades concretas, aunque sí conjeturarlas y argumentarlas. En las ciencias experimentales se cuenta con la ventaja del control negativo de la experiencia, que permite hablar de verosimilitud creciente. De este modo la idea metafísica de verdad realista no consiente a Popper superar los límites del falibilismo.

b) Antiinductivismo : la oposición sin matices de Popper a la inducción es muy exagerada. Es cierto que muchas teorías científicas pueden ser construcciones ideales que se confrontan a posteriori con la experiencia, pero no puede extenderse esto a toda idea universal. Habría que distinguir entre la abstracción de algunos contenidos inteligibles reales (que puede introducir, a veces, elementos idealizadores), de la creación constructiva de altos principios teóricos en la física o ciencias empíricas. Por otra parte, aún en el terreno científico Popper descuida la importancia positiva de la experiencia no sólo a posteriori sino también en el origen de las teorías. Si rechaza la inducción científica es solo porque la ve en términos de estricta demostración lógica, pagando en esto un cierto tributo al dogmatismo positivista que él tanto critica. Aunque no demuestre, la experiencia muchas veces juega un papel importante en el origen de las ciencias (salvo en las grandes teorías sofisticadas o matemáticas donde la experiencia es escasa o muy ambigua)[13].

c) Negativismo : hay en Popper una excesiva insistencia en los aspectos negativos del conocimiento, a consecuencia sin duda de su racionalismo crítico. Así, la racionalidad para él se nota principalmente en detectar problemas o criticar teorías; la función de la experiencia es exclusivamente negativa (falsificar teorías); las proposiciones universales que constituyen las teorías son prohibiciones (decir todos son... equivale a decir no se da ningún caso en que...); la realidad se manifiesta golpeando; necesidad continua de corregirse, aunque no haya seguridad de estar en la verdad.

d) Antiesencialismo : el fuerte antiesencialismo de Popper tiene dos aspectos, uno relativo al análisis del significado, otro respecto a las teorías últimas.

Popper rehúye siempre analizar el significado de los conceptos o de los términos, y mucho menos quiere proponer definiciones, cosa que considera un vicio platónico. Su actitud se justifica como una reacción contra el racionalismo o la filosofía analítica lingüística (Wittgenstein), centrados respectivamente en el análisis perfecto de los conceptos o en la atención al sentido o al uso de las expresiones lingüísticas. Pero también se puede exagerar en el extremo contrario, pues algunas aclaraciones terminológicas o conceptuales son útiles. Una posible causa de esta aversión a los significados es que Popper algunas veces parece compartir la idea, frecuente en los lógicos modernos, de que cualquier definición, aunque sea parcial, es nominal o convencional (esto es, consiste sólo en ponerse de acuerdo sobre el sentido que se la va a dar a una palabra). Distinto es el caso cuando la definición intenta expresar la comprensión imperfecta de una naturaleza real.

En segundo término, Popper considera que es esencialismo la pretensión de llegar a teorías últimas acerca de las cosas. De todos modos, en su propuesta filosófica del esquema problemas-eliminación de errores-correcciones él también pretende dar una explicación última acerca del método científico o de la racionalidad (precisamente por eso es un filósofo y no un simple metodólogo), y lo mismo cabe decir de muchos otros temas que él ha abordado, aunque sea conjeturalmente, a título de filósofo.

Las explicaciones de las ciencias experimentales ciertamente no son últimas. La filosofía, en cambio, aspira a decir algo sobre las cuestiones últimas, aunque sin pretender que el hombre pueda conocer de modo definitivo todas las cosas. Por ejemplo, en la filosofía de Santo Tomás las especies naturales, salvo el hombre, no se conocen en sus diferencias específicas exactas: el conocimiento de la esencia de las cosas naturales es imperfecto e incompleto.

En definitiva, el antiesencialismo de Popper vale para las ciencias pero no tanto para la filosofía, o en todo caso se aplica a las filosofías racionalistas.

e) Crítica de las filosofías subjetivistas : no obstante la insistencia de Popper en la criticabilidad, su filosofía se opone frontalmente a las tradicionales doctrinas criticistas que comienzan dudando de todo y buscando en el sujeto una primera certeza (Descartes, Locke, Hume). Para Popper se comienza con los conocimientos normales del sentido común, de las opiniones tradicionales, en el punto que cada uno prefiera, para detectar problemas y proponer soluciones concretas. Esta posición puede considerarse substancialmente correcta. Más problemática es su crítica a toda forma de evidencia. En el realismo aristotélico hay conocimientos primarios inmediatos, si bien es posible profundizar en ellos y argumentarlos racionalmente. La evidencia que Popper parece tener presente en sus críticas es la del racionalismo, que él atribuye a Descartes, Hobbes, Locke, Hume, Reid, y que de pronto extiende a Aristóteles (cfr. p.17). En una gnoseología realista, además, los conocimientos evidentes son compatibles con una complejidad en el proceso psicológico de su adquisición y no suponen que en determinadas ocasiones no puedan quedar oscurecidos.

f) Indeterminismo : es éste un aspecto positivo de la obra de Popper con el que sostiene la libertad del hombre y la contingencia de los procesos sociales e históricos. Sus ideas indeterministas en física o en biología han de discutirse a nivel científico. En cualquier caso, Popper se opone al determinismo de la filosofía racionalista. No ve una incompatibilidad entre el indeterminismo y la causalidad.

g) Antireductivismo : otro punto que Popper subraya en esta obra y que concuerda con la filosofía aristotélica es su antireductivismo o "emergentismo", como se puede ver en los diversos ensayos que hemos recensionado. En particular insiste en que la vida es irreductible a los cuerpos inorgánicos, y en que los procesos mentales del hombre no pueden reducirse a actos físicos o al comportamiento externo.

h) Mente-cuerpo : ya hemos señalado que las afirmaciones de Popper sobre la existencia de la mente y sus relaciones con el cuerpo se colocan en la tradición aristotélica-tomista y constituyen una valiosa argumentación contra el materialismo. Aunque algunos le han acusado de cartesianismo en este sentido, téngase en cuenta que hoy es un prejuicio frecuente en algunos sectores tildar de cartesiano a cualquiera que hable de "mente".

En conclusión, Popper en esta obra reafirma sus convicciones fundamentales en filosofía de la ciencia, antropología y gnoseología, ampliando sus opiniones filosóficas con más detalles en campos como el realismo, la verdad, el sentido común, la estructura mente-cuerpo del hombre, la consistencia de las ideas objetivas y su influjo en la vida del hombre, la naturaleza relativamente indeterminada de la vida y la historia. Son importantes en este trabajo sus criticas a las filosofías subjetivistas. En sus tesis filosóficas se pueden detectar, como hemos hecho en estas observaciones, algunos puntos débiles y ciertas exageraciones, pero también sugerencias y argumentaciones interesantes y compatibles con el realismo tradicional. La filosofía de Popper, por otra parte, es bastante parca y no es sistemática. Su punto más problemático, como hemos señalado en la recensión a Conjeturas y refutaciones, es el falibilismo, aunque en esta obra se insiste menos en este aspecto y más en la objetividad del conocimiento.

 

                                                                                                                 J.J.S. (1992)

 

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[1] Estas afirmaciones no están exentas de una exigencia demasiado racionalista: Popper no encuentra en el mundo una necesidad absoluta y por esto no comprende la posibilidad de una ciencia inductiva. La verdad es que en la naturaleza hay repeticiones reales, aunque no sean absolutas y puedan tener una duración limitada. Dadas ciertas condiciones, se siguen ciertos efectos (necesidad condicionada), aunque esas condiciones puedan cambiar (o podamos conocerlas mejor). Las ciencias experimentales se basan en un orden o en regularidades empíricas de las cosas materiales. La inducción de las ciencias naturales no tiene por qué llevar a una necesidad metafísica o lógica. Así, el hombre es mortal según las condiciones de la vida actual: la fe cristiana enseña que después de la resurrección ya no lo será, sin que por eso vaya a cambiar de naturaleza.

[2] Se trata de un realismo compatible, en Popper, con la idea de que nuestras teorías científicas son invenciones (al modo de Kant) que la realidad va mejorando (cfr. p. 145, nota 31). El realismo de Popper consiste en la conjetura filosófica de que existe una realidad independiente de nosotros.

[3] El contenido de verdad de una teoría es el conjunto de sus consecuencias verdaderas (se trata de una noción técnica que Popper elabora con ayuda del simbolismo para traducir la idea intuitiva de verosimilitud). Así, la teoría de Einstein permite explicar más hechos, deducir más proposiciones verdaderas (siempre revisables) en comparación con el sistema de Newton: es pues más verosímil o se acerca más a la verdad.

[4] Esta distinción se encuentra, con ligeros matices, también en Max Planck y en Frege, y en el fondo se remonta a la filosofía clásica. Los escolásticos distinguían entre el concepto formal (dimensión psíquica: acto del pensar) y el concepto objetivo (contenido objetivo de nuestros pensamientos).

[5] Para Popper el mundo 3 no es sólo el pensamiento objetivo de una persona, sino de toda la humanidad, en su desarrollo problemático. Aunque este mundo existe solo en las personas, las trasciende a todas. De algún modo esta noción coincide con la "estructura" anónima de las filosofías estructuralistas.

[6] La tesis de Popper sobre la relación entre el psiquismo y el cuerpo ciertamente está en una línea aristotélica, si bien en un contexto evolutivo.

[7] La hipótesis, en definitiva, recurre a un principio organizador que guiaría la evolución de una manera indeterminista. Estas ideas se completan con las del ensayo anterior, preparado algunos años más tarde.

[8] Aquí el autor se deja llevar por el prejuicio de muchos lógicos que confunden toda definición con la definición nominal.

[9] Es evidente que Popper no advierte la complejidad del problema y parece evitar entrar en más profundidades, prefiriendo atenerse al sentido común. Es exagerado decir que la propuesta de Tarski, que al fin y al cabo es bastante formal, "elimina todas las dudas sobre el significado de la cuestión de la correspondencia de una proposición a un hecho" (p.414).

[10] En realidad. no existe un tal criterio de verdad demostrada o formal.

[11] Cfr. nuestras observaciones a Conjeturas y refutaciones, complementarias a las que se hacen aquí, junto a las notas a pie de página de la precedente exposición.

[12] La concepción de Popper de la filosofía es pobre o, al menos, es una cuestión que ha tematizado poco. Cfr. nuestra recensión a Conjeturas y refutaciones, en la que algunos ensayos están dedicados a la filosofía.

[13] A. Rossi señala precisamente estos defectos en la epistemología de Popper (cfr. pp.8-9). El presupuesto de que la ciencia deba tener siempre una estructura lógico-deductiva es demasiado rígido y hace que la propuesta de teorías por parte de los científicos se vea demasiado fácilmente como "obra del genio", sin más explicaciones. El límite de Popper, afirma Rossi, está "en hacer uso en este análisis sólo de instrumentos de indiscutible validez, como la lógica formal, pero insuficientes, que dejan una excesiva parte del proceso científico sin explicar, sin tematizar, sin indagar ulteriormente, con un recurso demasiado genérico a una intuición no racionalmente garantizada, o al genio o a otras semejantes accidentalidades individuales" (p.9).