SCHELER, Max

El resentimiento en la moral

José Gaos, Revista de Occidente, Madrid 1927, 245 pp.

(t.o.: Das Ressentiment im Aufbau der Moralen, Vol. III de las 'Gesammelte Werke', Francke Verlag, Berna 1955, pp. 33-147.

I. CONTENIDO DE LA OBRA

El objeto de esta obra es estudiar la función que puede tener el resentimiento en la génesis de determinadas formas de moral. Más concretamente, el autor quiere examinar y criticar la tesis de Nietzsche según la cual la moral cristiana y, en particular, la caridad "es la flor más fina del resentimiento".

En el capítulo I Scheler trata del resentimiento como fenómeno psicológico; después trata del papel que puede desempeñar ese fenómeno en la génesis de la moral en general. El capítulo III examina la tesis de Nietzsche, criticándola como falsa e inmotivada. El capítulo IV analiza el papel que el resentimiento tiene en el nacimiento de la filantropía universal y de la moral burguesa y, por último, el libro se cierra con un capítulo dedicado al análisis de otras deformaciones debidas al resentimiento.

El resentimiento es un fenómeno complejo, basado en la conciencia de la propia incapacidad y flaqueza, principalmente cuando es incapacidad de llevar a cabo la venganza deseada. Su importancia en la génesis de la moral es que puede dar lugar a una inversión de la jerarquía de valores, juzgando como superiores los valores que se pueden realizar y como despreciables los valores que son inaccesibles para el sujeto. Nietzsche piensa que la caridad, la castidad, la humildad y la paciencia son vistas como valores sólo por los débiles, por los que no tienen fuerza para superar la opresión y las situaciones de injusticia, etc.

Scheler afirma que, aunque pueden darse de hecho desviaciones, la moral cristiana en sí misma nada tiene que ver con el resentimiento, porque el amor cristiano no es un movimiento que va desde lo imperfecto a lo perfecto, no es un desear lo que no se tiene, sino que es el darse y el donarse por parte de quien tiene y se siente lleno de valor y de felicidad. Tal es el amor de Dios hacia los hombres, que no busca en ellos algo que El no tenga, sino que es comunicación de lo que Dios posee en plenitud. El perdón cristiano no es un no poder vengarse, sino un acto cuyo valor positivo y autónomo es vivido por el cristiano. Lo mismo sucede con la castidad: no se basa en el desconocimiento o en la incapacidad de experimentar y vivir ciertas realidades, sino en la aprehensión de un valor positivo superior. Son actitudes que tienen sentido y valor en sí mismas, y no por su relación a un estado de debilidad o insatisfacción.

Scheler hace después un largo análisis de cómo muchas formas de la moderna moral burguesa, de la filantropía, etc. dependen del resentimiento. Se sitúa en la óptica de los estudios de Max Weber, Sombart, etc. sobre los orígenes de La mentalidad capitalista, pero manteniendo una tesis distinta.

II. VALORACION

Me parece que lo mejor del libro son los capítulos I y II. Scheler realiza, un análisis psicológico muy fino, lleno de observaciones acertadas y de referencias que captan hondamente el fondo de ciertas actitudes humanas. No cabe duda que el resentimiento es un fenómeno real.

La crítica a Nietzsche parece sustancialmente válida. Tiene además la ventaja de que a un escritor vivaz y de mucha 'garra', como es Nietzsche, se opone un pensamiento, como el de Scheler, lleno de fuerza, convincente por la pasión con que expresa sus ideas y por las continuas referencias a actitudes que todo hombre ha encontrado alguna vez en sí o en las personas con que trata habitualmente.

Sin embargo, siempre queda la duda de hasta qué punto Scheler ha entendido bien en todos sus aspectos el espíritu del cristianismo. Aparecen detalles claramente debidos a la influencia del vitalismo o filosofía de la vida, que dan como resultado un cristianismo demasiado aristocrático, como si el cristiano fuese siempre un hombre superior en lo humano (más fuerte, más rico, más inteligente, etc.). Su análisis del amor tiene aspectos de verdad, pero habría que revisarlo, desde una perspectiva metafísica, para ver si es completamente acertado. No faltan algunas referencias falsas o, al menos, inoportunas: acusaciones a la "moral jesuítica", afirmación de que los sacerdotes son los más expuestos a caer en el resentimiento, ligereza al hablar de la Iglesia y la Biblia, etc.

Los dos últimos capítulos, que critican la moral moderna y la mentalidad capitalista, tienen sugerencias acertadas, atisbos de luz, hipótesis interesantes, pero no quedan claros los principios especulativos en que se apoyan. De hecho, tienen un tono de ensayo más que de razonamiento filosófico. Sería muy difícil dar un juicio global; lo más correcto es decir que se trata de hipótesis de trabajo interesantes, que difícilmente serán todas verdaderas y que, en todo caso, habría que comprobar una por una, ya que en el texto se presentan como intuiciones.

En resumen, se trata de un libro interesante, que requiere una buena capacidad crítica en la lectura y que quizá podría ayudar a quien tenga que trabajar sobre Nietzsche o esté influido por sus ideas. Pero hay que advertir que este libro de Scheler no es un exponente seguro del espíritu cristiano, que contiene afirmaciones no bien fundamentadas y que, en algunos detalles, se manifiestan errores filosóficos y metafísicos que aparecen explícitamente en otras obras de Scheler.

 

                                                                                                              A.R.L. (1984)


 

 

 

                                                                                                                       ANEXO

SCHELER, Max

El resentimiento en la moral

José Gaos, Revista de Occidente, Madrid 1927, 245 pp.

(t.o.: Das Ressentiment im Aufbau der Moralen, Vol. III de las 'Gesammelte Werke', Francke Verlag, Berna 1955, pp. 33-147.

Contenido

Se trata de una de las obras más interesantes de Scheler. En ella analiza el fenómeno del resentimiento y su influjo, ya sea en el conocimiento y comportamiento morales de la persona singular, ya en la aparición de la moral burguesa que comenzó a desplazar a la moral cristiana en Europa ya desde el siglo XIII (cfr. pp.83-84).

Scheler define el resentimiento como una autointoxicación psíquica que surge por reprimir sistemáticamente las descargas emocionales y afectos que son normales, ante nuestra propia miseria o ante una humillación. No es un impulso de venganza natural e inmediato, sino que, incluyendo también la conciencia de la propia impotencia, lleva a refrenar ese impulso espontáneo, se va acumulando y retrasa el contraataque. En estos casos, dice Scheler, la crítica pretende resolver solo el propio desahogo, es negativa y provoca la envidia (pp.16-31).

Describe Scheler los tipos del "distinguido' y del "vulgar". El distinguido tiene una conciencia espontánea del propio valor, lo cual le da seguridad y le permite aceptar el valor de los demás, también cuando son superiores a él. El vulgar, por el contrario, juzga sólo por relación de su valor al valor de los demás. Si es de carácter fuerte, surge un tipo ansioso, que sólo quiere ser más que los otros, sin importarle cuál sea el valor en liza. Si se trata en cambio de un tipo débil, en lugar de reconocer esos valores y resignarse, los rebaja, negando la bondad de aquello mismo que envidiaba. Surgen entonces unos contravalores, que exaltan los envidiosos, para olvidar los valores verdaderos. Pero sigue presente la conciencia de la falsedad de esa pantalla y la conciencia de impotencia frente a los valores verdaderos (pp. 32-44).

En las páginas siguientes, Scheler define con gran agudeza una serie de tipos humanos o de situaciones en las que se corre mayor peligro de caer en el resentimiento, y explica la dinámica de estos fenómenos. Se trata de pasajes verdaderamente ilustrativos que demuestran una gran capacidad de penetración psicológica en el autor. En algunos casos hay afirmaciones demasiado expeditivas, como cuando comenta algunos pasajes de la Sagrada Escritura (cfr. pp.65-ss).

El tercer apartado de la obra mantiene la posibilidad de una variación histórica de la apreciación de los valores. Esto supone que la escala de valores es distinta en cada época y que, por tanto, lo que ahora es considerado un mal grave, en otros momentos no lo era tanto. De aquí surgiría el pretendido relativismo de la moral: considerando las cosas con los actuales criterios de valoración, lo que antes se hacía sería malo. Pero en aquel momento la escala de valores no era la misma y ellos pensaban que hacían bien obrando así, afirma Scheler. Con este discurso, Scheler pretende salvar el escollo del relativismo moral, pero él mismo cae en otro tipo de relativismo, pues no tiene criterio para juzgar cada uno de esos sistemas de valoración, a los que reconoce una validez propia, si bien de hecho los critica (pp. 79-85).

El resentimiento y la moral cristiana

A pesar de lo dicho, Scheler se enfrenta con la tarea de mostrar hasta qué punto haya influido el resentimiento en la génesis de la moral cristiana y de la moral burguesa. Y mantiene una postura opuesta a la de Nietzsche: la moral cristiana no esta inspirada en absoluto por el resentimiento, aunque haya habido deformaciones posteriores que la degradaron y provocaron el negativo juicio nietzscheano. Es más bien la moral burguesa la que tiene su origen en el resentimiento y ha transformado los verdaderos valores del amor cristiano (pp.84-138).

Scheler va mostrando en detallados análisis el carácter del amor cristiano, que está libre de todo resentimiento y —a diferencia del amor griego, que era un movimiento desde lo inferior hacia lo superior— consiste en un movimiento que brota de la íntima seguridad en la plenitud del propio ser y se dirige hacia el pobre o el enfermo, por ejemplo, no porque lo sean —como si quisiera negar el valor del bienestar o de la riqueza— sino que se dirige hacia ellos a pesar de esa ausencia de valores, porque reconoce en esas personas otros valores positivos superiores. Del mismo modo que el acto de desprendimiento de las riquezas no conlleva una negación de su valor positivo por parte del cristiano, sino un reconocimiento de la bondad intrínseca de ese acto de desprendimiento de algo que se considera valioso (pp.85-112).

Por todo esto, Scheler afirma que el amor cristiano no puede ser interpretado como un simple socialismo igualitarista, o como la búsqueda de una simple paz externa o de un ideal social, sino que es ante todo algo interior (pp.103-104, 130-136).

En la interpretación scheleriana hay también algunos aspectos negativos. Interpreta ese amor de un modo demasiado humano o psicológico, mostrando el carácter de donación espontánea, de despreocupación —no os preocupéis por el qué comer o el qué beber—, pero le falta penetrar más a fondo en el núcleo sobrenatural de esa actitud: a veces parece que lo asimila a una simple seguridad vital (cfr. pp.97-98). Hace también juicios apresurados: le parece descubrir una apariencia de resentimiento en el modo en que se formulan las bienaventuranzas, aunque lo achaca al estilo de exposición de san Lucas (p.113).

El resentimiento y la filantropía moderna

La moral burguesa, afirma Scheler, ha transformado el amor cristiano en pura filantropía sentimental, que lo reduce a la simpatía, la emoción o a un sentimiento de lástima. Defiende Scheler con fuerza la gran diferencia que existe entre la misericordia cristiana auténtica y la moderna lástima sensiblera (pp.141-150). La moderna filantropía tendría su origen en el resentimiento e incluiría en su esencia un movimiento de repulsa contra Dios (p.152). Critica también muy duramente el sentido moderno del altruismo, mostrando el sentido del amor cristiano al prójimo, que es totalmente distinto de ese otro movimiento típico del filántropo que, en tantas ocasiones, no es sino huida de sí mismo (pp. 152-160).

La filantropía, afirma Scheler, rebaja el amor hasta convertirlo en un simple medio para el bienestar general; y transforma a los santos en servidores del placer de las masas, en lugar de considerarlos prototipos a los que imitar (pp.161-162). Aun reconociendo el acierto de esta crítica scheleriana, hay que decir que es muy simplista y no considera en profundidad todos los aspectos del amor, como ya hemos indicado. Afirma también Scheler que ese principio filantrópico entró en el cristianismo a través de los jesuitas (p.163).

A continuación, Scheler establece una interpretación exagerada de la oposición entre hombre carnal y hombre espiritual. El hombre carnal, afirma, era entendido como mero animal. La diferencia entre el carnal y el espiritual es mayor y hace irrelevante la diferencia entre racional e irracional. Que el hombre tiene un alma racional que lo diferencia de los animales ya antes de recibir la gracia, no es una idea cristiana, afirma (pp.165-166). Según nuestro autor, la tesis de la igualdad de la naturaleza humana era, para san Agustín, un principio meramente práctico-pedagógico: consideremos a todos los hombres como si no estuvieran predestinados a la condenación, ya que eso no lo sabemos. Pero en realidad los antiguos cristianos tendrían las mismas ideas que los modernos evolucionistas: el hombre sería sólo un animal superior; y sobre eso se añadiría la gracia y el reino de Dios transforman do al hombre animal en espiritual. La Iglesia hizo mas tarde, de lo que era sólo un principio pragmático, un dogma metafísico. Esta sería la base en que se apoya el moderno filantropismo (pp.165-168).

Scheler describe lo que considera el verdadero ascetismo cristiano, en el que reconoce un poder y dominio sobre el cuerpo, al tiempo que una valoración positiva y un amor a la vida. Este ascetismo pretende una liberación que haga posible una actuación máximamente libre. Y lo compara con ese falso ascetismo que es en realidad un odio al cuerpo y que busca un pretendido nuevo y mas elevado tipo de conocimiento, mediante la supresión de todo lo vital y la sumisión absoluta a la autoridad por sí misma, sin otro fin posterior. Este no sería ascetismo cristiano, sino helénico. Y considera que los "Ejercicios" de san Ignacio inauguran un ascetismo de este tipo, que se orientaría a extender la idea militar de la disciplina y la obediencia ciegas hasta la relación del yo con sus ideas, tendencias y sentimientos, sin que tenga esto ningún fin positivo (pp.175-176).

A pesar de todas estas desviaciones, afirma Scheler, el núcleo de la verdad cristiana se mantiene, con la confesión de la resurrección de la carne, que santifica la idea de cuerpo, incluyéndola en el Reino de Dios. En filosofía, la doctrina de santo Tomás sobre la unión del alma y el cuerpo está lejos de todo dualismo. Sólo Descartes caería en este error, cuando considera al cuerpo como un objeto externo cualquiera (pp.176-177).

El resentimiento y otras desviaciones de la moral moderna

En la última parte de la obra, Scheler muestra la relación entre el resentimiento y algunas desviaciones de los valores en la moral moderna. En primer lugar, considera rasgo típico de la moral moderna la apreciación exclusiva de aquello que procede del propio esfuerzo o trabajo. Sólo esto tendría verdadero valor moral. Se negaría, en cambio el valor de cualquier tipo de don, de gracias o de virtudes, sean naturales o infusas. Todos los hombres serían moralmente iguales: no hay nadie superior a los otros. Otro rasgo de la moderna moral, íntimamente ligado al anterior, sería la radical desconfianza en el otro, que se opone radicalmente a la solidaridad moral característica de la comunión de los santos. Estos rasgos serían fruto del resentimiento de quienes no tienen virtudes y se sienten inferiores. Para combatir esa inferioridad niegan que haya valores superiores que otros hayan recibido gratuitamente, por naturaleza o por gracia. Esta tendencia se manifestaría incluso en lo económico, con la negación de todo derecho hereditario: sólo vale el propio trabajo. Todo esto, afirma Scheler, no es sino fruto de la envidia (pp. 179-192).

Otro fruto característico del resentimiento sería la moderna tendencia a considerar todos los valores como simples fenómenos subjetivos. Esta actitud brotaría de la no aceptación del propio juicio negativo sobre sí mismo, lo que lleva a rechazar esa medida objetiva de valor. Se sustituye la objetividad de los valores por la universalidad de la opinión: la comunidad en el mal justifica así su propia conducta en la apariencia de bien (pp. 193-197). Este mismo mecanismo de resentimiento reduce lo objetivo a lo "demostrable"; es decir, a lo que pueda entrar por los sentidos y en el intelecto del último imbécil, apostilla Scheler (pp.199-200).

El último punto de la obra es el estudio de la inversión de valores típica de la moral moderna, entre lo útil, lo agradable y lo vital. Lo útil, afirma Scheler, es un simple medio, sea para lo agradable como para los valores vitales. Y por otra parte, lo vital es siempre superior a lo agradable. Los modernos, afirma, han invertido esta jerarquía. Todo se centra ahora en el trabajo útil, y desaparece el tiempo para gozar. Surge un falso ascetismo del trabajo por el trabajo. Hay una gran abundancia de cosas agradables pero no hay tiempo para gozar de ellas, y ni siquiera se sabe gozarlas. En la Edad Media, en cambio, afirma, la situación sería la inversa: un mínimo de medios y una gran capacidad de gozar de ellos. Incluso el ascetismo de aquella época provocaba una mayor capacidad de goce con el mínimo de cosas agradables (pp.207-212).

Por otra parte, encontramos la subordinación de los valores vitales o lo útil como fin en sí. Y tanto esta inversión como la anterior se deben a un resentimiento originario: el de los inferiores del siglo XIII (la burguesía) y luego de la revolución francesa. Ellos exaltaron los valores que servían para el triunfo del comerciante: el autodominio, el cálculo, la astucia; y rebajaron otros valores como la valentía, el riesgo, la nobleza del alma. La justicia se transforma por obra suya en igualitarismo; la templanza, de dominio de los instintos, se transforma en moderación que permite triunfar sobre el concurrente; y así pasa con otras virtudes como la veracidad o la fidelidad y tantas otras.

El ahorro, por ejemplo, pasa de ser una necesidad y un sacrificio a ser una virtud en sí misma, actitud que provoca la inutilización de esos medios económicos. De este modo, se mantienen las mismas palabras, pero el auténtico sentido de estas virtudes se ha perdido, transformándose en otro que tiene su origen en el resentimiento de los que no tenían nada pero querían triunfar (pp.212-217).

Otro rasgo de la mentalidad moderna, nos dice Scheler, es el olvido de la peculiaridad y consistencia propia del mundo de la vida y de los organismos vitales. Toda comunidad de vida sólo es valorada si sirve a otra más amplia. Y se interpreta el organismo como un conjunto de partes, con una visión mecanicista, ya que sólo sobre lo que es mecánico se puede trabajar y dominar. A nivel social, esto se nota en la desaparición de la solidaridad propia de las unidades vitales. Ya no hay una verdadera comunidad de vida, sino un simple contrato entre individuos aislados, que constituyen así una sociedad democrática. Y por la misma razón, así como se subjetivizan todas las formas, así se hace con las formas de la comunidad vital, como son la familia y el matrimonio: sólo se busca en ellas la suma de la felicidad de los individuos que la componen; se vacía en cambio de valor propio a esas formas vitales (pp.217-233).

Las últimas páginas nos hablan de la falsa identificación entre órgano e instrumento, que no reconoce la peculiaridad del ser vivo: en él es el todo quien actúa, mientras en un mecanismo el movimiento original es de las partes. Hay que hacer máquinas que favorezcan la vida, no que la dominen, como sucede ahora, exclama Scheler. Todos estos aspectos son manifestaciones diversas del profundo derrocamiento de los valores que ha brotado del resentimiento originario que da lugar a la transformación de la moral cristiana en la moral burguesa moderna (pp.234-242).

VALORACION DOCTRINAL

Este libro es un verdadero caudal de intuiciones geniales y de gran sentido común sobre cuestiones psicológicas y morales de fondo. Tiene en muchas ocasiones una verdadera inspiración cristiana, aunque tantas veces no llegue al fondo de la cuestión y otras se deje llevar de su idea, acabando por dar en exageraciones unilaterales. La parte más interesante es la primera, cuando analiza el fenómeno y las manifestaciones del resentimiento en la vida moral de las personas.

En algunos puntos falta una fundamentación de fondo, como sucede siempre en Scheler, pero los análisis son en su mayoría acertados. Tiene en cambio errores metafísicos graves, como su teoría del hombre animal frente al espiritual. Y a veces enjuicia errónea y desenvueltamente a la Iglesia o a la Sagrada Escritura. Por todo esto, siendo un libro que puede enseñar mucho, requiere una buena formación doctrinal y las suficientes cautelas, también para espigar lo acertado de entre las evidentes exageraciones o simplificaciones en las que cae a veces el autor.

 

                                                                                                                M. S. (1984)

 

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