SINGER, Peter

Ética práctica

Editorial Ariel S.A., Barcelona 1991

Bajo el título Practical Ethics se publicó, en 1979 (Cambridge University Press), la versión inglesa del libro objeto de este comentario. Libro que ha tenido mucho éxito entre los lectores de habla española (así lo demuestran las tres ediciones en nuestra lengua), cuyo tema es la aplicación de la "ética" o "moralidad" (dos palabras que Singer utiliza "indiferentemente") a problemas "prácticos" (el "tratamiento de las minorías raciales", la "igualdad para las mujeres", el "uso de los animales con fines de alimentación o investigación", el "aborto", la "eutanasia" y la "obligación que tienen los ricos de ayudar a los pobres") (p.ll) y cuya lectura produce asombro: ¿cómo es posible —cabe preguntar— que el autor, tras manifestarse en contra de flagrantes agresiones a derechos humanos (discriminación por razón de raza o sexo, por ejemplo), se pronuncie a favor de otras agresiones no menos flagrantes (aborto o eutanasia, por seguir con casos concretos)? La respuesta a esta pregunta es bien sencilla: porque la "ciencia" de Singer no le lleva a Dios, aunque el universo entero da testimonio fehaciente de su Creador[1].

Vamos a demostrar la veracidad de esta respuesta. Y para ello, nada mejor que comenzar por el principio, esto es, por analizar el Capítulo 1 de Ética práctica que, según el autor, constituye "el montaje escénico del resto del libro" (p.ll).

1. ¿Cuáles son los "apoyos" de ese "montaje escénico"?. La "ética" —dice Singer en dicho Capítulo— ni es "relativa o subjetiva", ni consiste en "un conjunto de prohibiciones referidas particularmente a cuestiones sexuales" o en "un sistema ideal nobilísimo en teoría, pero que de nada sirve en la práctica" o en "algo que sólo sea inteligible en el contexto de una religión". ¿Qué es entonces la "ética" para el autor?

En un primer intento de distinguir lo ético de lo no ético —explica— descubrimos "que debemos conceder que quienes se adhieren a creencias éticas anticonvencionales viven igualmente de acuerdo con normas éticas, si, por la razón que fuere, creen que esta bien actuar como actúan".Así, "es posible que alguien haga toda clase de cosas que consideramos malas y esté, sin embargo, viviendo según normas éticas, si está dispuesto a defender y justificar lo que hace". Y aunque la justificación nos parezca inadecuada, "el intento de justificación, tenga o no éxito, es suficiente para incluir la conducta de la persona dentro del dominio ético, por oposición al no ético". Por otra parte, cuando una persona no puede ofrecer justificación alguna de lo que hace, "podemos rechazar su afirmación de que está viviendo de acuerdo con normas éticas, aun cuando lo que hace esté en concordancia con los principios morales convencionales".

Pero Singer quiere llegar más lejos por este camino. "Si hemos de aceptar que una persona está viviendo según normas éticas —continúa—, la justificación debe ser de cierta clase". No basta una justificación planteada solamente en términos de "interés egoísta" ya que la "ética" adopta "un punto de vista universal". Lo cual significa, no que un determinado juicio ético deba ser aplicable "universalmente" —las circunstancias "alteran las causas"— sino que "al formular juicios éticos vamos más allá de lo que personalmente nos gusta o nos disgusta". La "ética" nos exige que trascendamos el "yo" y el "tú" para pasar "a la ley universal, al juicio universalizable, al punto de vista del espectador imparcial, del observador ideal o como sea que decidamos llamarle". El aspecto universal de la "ética" proporciona una razón "convincente" —aunque "no concluyente"— para adoptar una posición "ampliamente utilitarista".

Y el autor abunda en los motivos que le han llevado a elegir esta posición, a la par que intenta aclararla:

"Al aceptar que los juicios éticos deben ser formulados desde un punto de vista universal —manifiesta—, estoy aceptando que mis propios intereses no pueden, por el solo hecho de que son mis intereses, contar más que los intereses de cualquier otro...Imaginemos ahora que intento decidir entre dos secuencias posibles de acción, en un caso cualquiera. Imaginemos también que tengo que decidir en un completo vacío ético...¿Cómo tomaría mi decisión? Una cosa que no habría dejado de tener importancia sería la forma en que las posibles secuencias de acción afectaran a mis intereses. De hecho, si damos una definición de intereses lo suficientemente amplia, y consideramos que cualquier cosa que la gente desee va en su propio interés (a menos que sea incompatible con otro deseo o deseos), parecería entonces que en este estadio pre-ético, lo único que puede pesar en la decisión son los propios intereses.

"Supongamos que entonces empiezo a pensar éticamente, hasta el punto de reconocer que mis propios intereses no pueden contar más, por el simple hecho de ser míos, que los intereses ajenos. En lugar de mis propios intereses, ahora tengo que tener en cuenta los intereses de todos aquellos a quienes mi decisión afecta. Esto me exige que sopese todos esos intereses y adopte la línea de acción que tenga más probabilidades de considerar al máximo los intereses de todos los afectados. Así pues, debo escoger la línea de acción que, pensándolo bien, tenga las mejores consecuencias para todos los afectados. Esta es una forma de utilitarismo, que difiere del utilitarismo clásico en que, al hablar de mejores consecuencias, lo entiende en el sentido de aquello que, habida cuenta de todas las circunstancias, favorece los intereses de todos los afectados y no solamente en el sentido de aquello que aumenta el placer y reduce el dolor".

Singer se muestra satisfecho de militar en las filas del utilitarismo: "si aplicamos el aspecto universal de la ética a una simple toma de decisiones de nivel pre-ético —escribe— llegamos muy rápidamente a una posición inicialmente utilitaria. Y "si hemos de persuadirnos de que debemos trascender el utilitarismo para aceptar ideales o normas morales no utilitaristas, necesitamos que nos den buenas razones para dar este nuevo paso. Mientras no nos ofrezcan tales razones, tenemos fundamentos sobrados para seguir siendo utilitaristas"(pp.11-26).

Hasta aquí, pues, el contenido del Capítulo 1 de Ética práctica, que, en frase de Singer —digámoslo de nuevo— constituye "el montaje escénico del resto del libro". Sin embargo, y aunque el autor no lo reconozca así, en ese "resto del libro", aparecen de manera dispersa —intencionadamente dispersa, pienso— más "apoyos" del mismo "montaje".

2. Vamos a tratar ahora de estos otros "apoyos", comparándolos con una serie de verdades irrefutables. La comparación es necesaria para entender por qué son erróneas las soluciones que propone Singer para los ya citados problemas "prácticos".

A) Dios "hizo de la nada el universo, y en él derramó los tesoros de su sabiduría y de su bondad"[2]. Por eso, el salmista alaba al Creador con estas palabras: "¡Qué numerosas son, Señor, tus obras; todas las has hecho con sabiduría, la tierra está llena de tus criaturas"[3].

Por su parte, Singer rechaza expresamente "la creencia en un dios" (p.268). En consonancia con este rechazo, mantiene que la vida se inició "en una combinación aleatoria de gases, y evolucionó después por obra de mutaciones azarosas y de la selección natural" (p. 268).

B) Dios, que es un Ser inteligente, lo hace todo con una finalidad. ¿Cuál es la finalidad de la Creación?

En sus acciones exteriores, los "agentes imperfectos", aparte de proyectar algunas de sus perfecciones, reciben siempre algún efecto de su acción. Pero Dios no puede recibir nada (ya lo tiene todo) ni perder nada. El fin que Él persigue con el acto de crear, fin que consigue plenamente, sólo puede ser comunicar sus perfecciones a los seres que crea.

De otro lado, toda criatura tiende a su propia perfección, que consiste en poseer lo más plenamente posible su semejanza a la perfección divina. Dicho en otros términos: el fin de cualquier criatura coincide con el fin de Dios al crear: manifestar las perfecciones divinas. Esto es lo que significa "dar gloria a Dios"

De lo expuesto se desprende que el fin del acto de crear no es algo sobreañadido a este acto, sino inseparable de él. Si no hubiera sido con vistas a este fin, Dios no habría creado. Esta finalidad no es tampoco algo sobreañadido al ser de las criaturas, sino un componente esencial de dicho ser y, por lo tanto, también de su actuar. De esta manera, el fin del hombre, como el de cualquier otra criatura, es la gloria de Dios, y la finalidad última objetiva de sus acciones, manifestar las perfecciones divinas[4].

A este respecto, la posición de Singer es coherente con su ateísmo: el inicio y la evolución de la vida —indica— ocurrió "simplemente", y no "en función de ningún propósito general" (p. 268). Lo cual implica, lógicamente, afirmar que las criaturas no tienen tampoco el fin señalado.

C) Existe una naturaleza humana,común a todos los hombres de todos los tiempos y lugares. ¿En qué consiste esta naturaleza? En que el hombre es un animal racional,—un ser compuesto de cuerpo y alma espiritual, una persona que de algún modo participa también de la condición de cosa[5].

De tal naturaleza derivan unas inclinaciones naturales que, en definitiva, están dirigidas hacia el último fin del hombre. Así, éste tiende: en cuanto viviente, a la conservación de su vida, a la integridad corporal, al bienestar; en cuanto animal, a la conservación de su especie a través de la unión sexual y la procreación; en cuanto racional, al conocimiento de la verdad, a vivir en sociedad, a participar en la vida pública, a rendir culto a Dios[6].

Los derechos naturales nacen de estas inclinaciones, que constituyen la ley natural en tanto en cuanto ellas son asumidas racional y libremente, presentándose entonces como preceptos. Por eso, aunque los animales irracionales tienen también inclinaciones naturales, coincidentes en parte con las del hombre, no tienen derechos en sentido estricto. Los derechos son propios del hombre porque únicamente el ser racional y libre puede asumir sus propias inclinaciones naturales y presentárselas a sí mismo en forma de ley.

La ley (o inclinación) interna por la cual cada cosa tiende a su fin es un reflejo de la ley eterna de Dios. Esta ley puede definirse como la ratio divinae sapientiae, secundum quod est directiva omnium actuum et motionum (razón de la divina sabiduría en cuanto dirige todos los actos y movimientos)[7]. De la ley eterna se deriva cualquier otra ley y, por supuesto,la ley natural o participatio legis aeternae in rationali creatura (participación de la ley eterna en la criatura racional)[8].

Por tener todos los hombres una misma naturaleza, existe entre los mismos una igualdad esencial o fundamental[9] En esta igualdad se basan la solidaridad y la hermandad entre los hombres y los pueblos[10], y en virtud de la propia igualdad, todos los hombre tienen idénticos derechos naturales[11], que son, además de universales, inviolables e irrenunciables[12].

Estos derechos "están unidos en el hombre que los posee con otros tantos deberes". Y tanto aquéllos como éstos tienen "en la ley natural", no sólo "su origen" sino también "su mantenimiento y vigor indestructible". ¿Consecuencia que se deriva de ello? Que, en la sociedad humana, a un determinado derecho natural de cada hombre corresponde en los demás "el deber de reconocerlo y respetarlo"[13].

Así, al derecho del hombre a la existencia corresponde el deber de respetarla[14]. Todas las prácticas que atentan contra la vida —aborto, infanticidio, eutanasia...— "son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador"[15].

¿Cuál es la opinión de Singer sobre estas cuestiones? El autor empieza por decir que el relato de "nuestra creación por Dios, hechos a su imagen y dotados de un alma inmortal" perdió credibilidad a raíz del "descubrimiento darwiniano de nuestros orígenes animales" (p.85). Lo cual, además de traer consigo la negación de las leyes eterna y natural, plantea un interrogante: ¿Qué es el ser humano para Singer?

Este compone un "interludio terminológico" con el fin de responder a tan importante interrogante. Oigamos, pues, dicho "interludio":

 

"Es posible —expone— dar un significado preciso a la expresión ser humano. Podemos usarla — como equivalente a miembros de la especie homo sapiens... En este sentido, no cabe duda de que, desde los primeros momentos de su existencia, un feto concebido por padres humanos es un ser humano, y esto es válido también para el más grave e irreparable retardado de los vegetales humanos.

Hay otro uso del término humano, que fue propuesto por Joseph Fletcher, teólogo protestante...Fletcher ha compilado una lista de lo que él llama indicadores de la condición humana, que incluye los siguientes: conciencia de sí, dominio de sí, sentido del futuro, sentido del pasado, capacidad de relacionarse con otros, de preocuparse por otros, de comunicación y de curiosidad...

Estos dos sentidos de ser humano se superponen pero no coinciden. El feto, el vegetal humano gravemente retardado, incluso el recién nacido, son todos indiscutiblemente miembros de la especie homo sapiens, pero ninguno de ellos tiene conciencia de sí, ni sentido del futuro, ni la capacidad de relacionarse con otros...

Con el fin de evitar cualquier petición de principio, y de expresar claramente lo que quiero decir, dejaré...por el momento, el engañoso término humano y usaré en cambio dos expresiones diferentes, correspondientes a los dos sentidos de humano. Para el primer sentido, el biológico, usaré simplemente la expresión, incómoda pero precisa, miembro de la especie homo sapiens, en tanto que para el segundo sentido me valdré del término persona.

Lamentablemente, el uso del término persona es, en sí mismo, susceptible de despistar, ya que es una palabra que se usa con frecuencia como si quisiera decir lo mismo que ser humano. Sin embargo, los términos no son equivalentes:podría haber una persona que no fuera miembro de nuestra especie. También podría haber miembros de nuestra especie que no fuesen personas...

En todo caso, lo que propongo es usar persona, en el sentido de ser racional y autoconsciente, para abarcar aquellos elementos del sentido popular de ser humano que no entran en el concepto de miembro de la especie homo sapiens" (pp.99-101).

 

De este "interludio" se deduce —y Singer no tiene reparos en reconocerlo expresamente— que ni los fetos, ni los recién nacidos, ni los que él denomina —de modo cruel— "vegetales humanos" retardados son "personas" (véanse, en especial, pp.99, 151, 156 y 165 ss.) y que, por el contrario, pueden ser "personas" ciertos "animales no humanos", como los chimpancés y los gorilas (pp.121 ss.).

A pesar de que el autor considera que su "interludio" es clarificador, yo pienso que no lo es porque, entre otras muchas cosas, quedan sueltos cabos importantes. Por ejemplo, ¿cómo hay que entender el término "racional"? Decir que la "persona" es un ser "racional" es caracterizarla mediante un predicado que, a su vez, requiere explicación[16]. Más, clarificador o no, ese "interludio" le sirve a Singer para llevar el agua a su molino,que es lo que le interesa.

Por lo que se refiera a la igualdad, el autor dice que toda forma de discriminación debe ser eliminada por atentar contra el "principio" de igual consideración de los intereses" que, a su entender, es aplicable tanto a los "seres humanos" (pp.27 ss.) como a los"animales no humanos" (pp.68 ss.).

En cuanto al derecho a la existencia, Singer mantiene que la injusticia de matar a un ser vivo no puede depender de la especie a que éste pertenezca ya que los hechos biológicos sobre los cuales se traza el límite de nuestra especie "carecen de significación moral". Esta conclusión —sigue diciendo— difiere "sorprendentemente" de la actitud predominante en nuestra sociedad, que considera "sagrada" la vida de todos los miembros de nuestra especie. ¿Cómo puede ser entonces —pregunta— que se haya llegado a aceptar este punto de vista? Y él mismo responde de la siguiente manera:

 

"Nuestras actitudes actuales se remontan al advenimiento del cristianismo. La insistencia cristiana en la importancia de la pertenencia a la especie se funda en una motivación teológica específica: la creencia en que todo ser nacido de padres humanos es inmortal y está destinado a una eternidad de bienaventuranza o de inacabable tormento. Con esta creencia, la matanza de homo sapiens cobraba una significación aterradora, puesto que en virtud de ella un ser era entregado a un destino eterno. Una segunda doctrina cristiana, que llevaba a la misma conclusión, fue la creencia de que, al haber sido creados por Dios, somos de su propiedad, y por ende, matar un ser humano es usurpar el derecho divino a decidir cuándo hemos de vivir y cuándo hemos de morir...

Durante los siglos de dominación cristiana en el pensamiento europeo, las actitudes éticas basadas sobre estas doctrinas llegaron a ser parte de la ortodoxia moral aceptada sin cuestionamiento por la civilización europea. En la actualidad, la aceptación de las doctrinas ha dejado de ser general, pero las actitudes éticas que en ellas se originaron coinciden con la arraigada creencia occidental en la peculiaridad de nuestra especie y sus especiales privilegios, y ha sobrevivido".

 

Y Singer concluye animando a sus lectores a reevaluar la "creencia en la santidad de la vida de los miembros de nuestra especie", al igual que se está "reevaluando" la —a su juicio— desfasada "visión de la naturaleza", herencia que el cristianismo ha dejado, entre otros, a los países de la vieja Europa (pp.101-103).

D) Otro extremo al que hemos de referirnos necesariamente si queremos comprender el pensamiento de Singer en toda su extensión, es el de la"conciencia".

En el contexto en que nos estamos moviendo, se llama así al "dictamen de la inteligencia sobre la bondad o malicia de algún acto que vamos a hacer o que hemos hecho". La conciencia, como indica Enrique Moliné

 

"No es...una facultad, ya que la única facultad espiritual de conocer que tiene el hombre es su inteligencia. No es tampoco una predisposición o un hábito de la inteligencia ...Es un acto, un juicio o dictamen, fruto de la aplicación de unos conocimientos generales a una acción concreta...

Este juicio es de índole práctica y sobre algo que se quiere hacer o se ha hecho. No es una apreciación especulativa o una opinión o un juicio sobre principios generales...

Es además un juicio sobre la bondad o malicia de la acción, no sobre su utilidad u otras consideraciones prácticas. Incluye por tanto una indicación moral sobre el acto que se quiere hacer, o bien la aprobación o desaprobación morales del acto que ya se ha hecho"[17].

¿Qué dice Singer acerca de la conciencia? Intentemos poner de manifiesto su pensamiento,del modo más sintético y claro posible.

Al hablar de "seguir su conciencia" —determina— algunos se refieren solamente a hacer "lo que, tras haber reflexionado, uno considera justo". Otros no entienden por "conciencia" algo que dependa de un juicio reflexivo y crítico sino "una especie de voz interior que nos dice que algo es injusto, y que puede seguir diciéndonos lo mismo a pesar de nuestra cuidadosa decisión reflexiva, basada en todas las consideraciones éticas del caso, de que la acción no es injusta".

Decir que debemos seguir los dictados de nuestra conciencia —continúa— es "inobjetable" cuando ello significa "hacer aquello que, tras haber reflexionado, uno considera justo". Pero cuando "seguir la propia conciencia" significa hacer lo que a uno le indica su "voz interior", seguir "la propia conciencia " es "abdicar de la propia responsabilidad como agente racional"; es "no llegar a tener en cuenta todos los factores del caso ni a actuar de acuerdo con nuestro leal saber y entender qué es lo justo y qué es lo injusto en la situación dada". En su opinión, lo más probable es que la "voz interior" sea producto "de la educación y la crianza" y no "de una auténtica fuente de visión ética" (pp.229-230).

Entre otras cosas, Singer no tiene en cuenta que la conciencia ha de suponer la norma moral y juzgar a partir de ella.

3. Los errores en que incurre Singer (errores acerca de Dios, el último fin, la ley eterna, las leyes que derivan de ésta y la conciencia) hacen que también sea errónea la "ética" o "moralidad" defendida por el propio autor. Porque —esto es algo que hemos de tener bien claro— lo que hace buena o mala una acción es que conduzca o no conduzca al hombre a su último fin (que es ese Dios en el que no cree Singer) y una acción conduce a dicho fin sólo si está de acuerdo con las citadas leyes y es correcta la aplicación que de todas ellas hace el hombre, en el caso concreto, mediante la conciencia[18].

4. El "montaje escénico" llevado a cabo por Singer no puede menos de conducir a soluciones disparatadas, o incluso aberrantes, para los problemas "prácticos" enumerados en la página inicial de este trabajo. Ciertamente, disparatado o aberrante es sostener, como lo hace el autor:

Que la "única base posible" para la pretensión de que todos los seres humanos son iguales es "el principio de igual consideración de los intereses", un principio "que proscribe toda forma de discriminación racial y sexual que dé menos peso a los intereses de aquellos contra quienes discrimina" (p.61).

Que, a menos que estemos seguros de que la carne destinada a la alimentación ha sido producida sin sufrimiento para los animales, el mismo "principio" sobreentiende "que fue injusto sacrificar importantes intereses del animal con el fin de satisfacer intereses nuestros, menos importantes" (p.78).

Que los investigadores muestran "un prejuicio en favor de su propia especie", toda vez que llevan a cabo experimentos con "animales no humanos" con fines "que no les parecerían justificados si para lograrlos hubieran de usar seres humanos de igual o inferior nivel de sensibilidad, conciencia, percatación, etc." (p.81)[19].

Que el aborto practicado antes de que el feto tenga dieciocho semanas "pone término a una existencia que no tiene absolutamente ningún valor intrínseco" (p.151).

Que el aborto practicado después de que el feto tenga las semanas indicadas acaba con "una vida de cierto valor intrínseco y por ello no se lo ha de tomar a la ligera" pero que, aun así, los intereses "importantes" de una mujer "tendrían, normalmente, prioridad sobre los intereses rudimentarios del feto" (p.151).

Que el infanticidio es equiparable al aborto "cuando quienes están más próximos al niño no quieren que éste viva" (p.160).

Que la eutanasia es justificable si aquellos a quienes se da muerte "carecen de la capacidad de consentir en su muerte, porque no tienen la capacidad de comprender la opción entre su existencia continuada y la no existencia" (caso de los niños mayores "defectuosos" y de los adultos "cuya edad mental siga siendo la de un infante") o "tienen la capacidad de escoger entre la continuación de su vida o su muerte, y de tomar la decisión consciente, voluntaria y firme de morir" (véanse, en especial, pp.161 ss.).

Que tenemos obligación de ayudar a los países que, por estar superpoblados, se encuentran en situación de pobreza absoluta, excepto en el supuesto de que dichos países se nieguen a aminorar la rapidez de su crecimiento demográfico mediante "el uso de anticonceptivos" y "la esterilización" (pp.220-221).

En 1961, Juan XXIII decía que, cuando está separado de Dios, el hombre "se torna inhumano para sí mismo y para sus semejantes"[20]. Pues bien, la "ética práctica" (así, con una minúscula inicial bien significativa) de Singer confirma que el Papa estaba en lo cierto.

 

                                                        A.F.L. (1992)


 

 

 

                                                                                                                       ANEXO

SINGER, Peter

Ética práctica

PREFACIO

El autor de la obra, Peter Singer, explica al comienzo de la misma que los problemas que va a tratar han sido seleccionados debido tanto a su importancia, como a que el razonamiento filosófico en cierta medida pueda ayudar a su esclarecimiento. Un problema ético es importante cuando cualquier persona debe enfrentarse a él. El desacuerdo sobre lo que hay que hacer en un caso determinado origina un conflicto entre puntos de vista éticos diversos. El filósofo entonces puede actuar analizando los puntos de vista adoptados.

Capítulo I: Sobre la ética.

Singer entiende la denominación "Ética práctica" como la aplicación de la ética o moralidad a problemas prácticos. Dice que la ética no es lo que hacen los moralistas tradicionales, ya que lo único que pretenden es defender un código de moral determinado; tampoco es ética un sistema ideal que no sirva para la práctica, ni un "conjunto" de "prohibiciones sexuales".

El punto de vista teleológico o consecuencialista, que no pretende dar reglas morales sino que consista en objetivos, sería el único válido. Esta ética evaluaría las acciones en función del cumplimiento o no de los fines propuestos. Así, Peter Singer va a utilizar el punto de vista de la filosofía utilitarista para analizar todos los problemas éticos que se plantearán a lo largo de este libro. La acción será buena si produce un aumento de felicidad en todos aquellos a los que la acción afecte, igual o mayor que la que pudiera producir cualquier otra acción alternativa.

El tratamiento ético de los temas lo hará fuera del contexto de una religión, ya que critica el hecho de que lo bueno sea aquello que Dios apruebe, el autor lanzará la siguiente cuestión: "¿Qué pasaría si los dioses hubiesen aprobado la tortura y desaprobado la ayuda al prójimo?", ¿Qué quieren decir algunos teístas con la aseveración de que Dios es bueno, luego no habría hecho esto?, ¿Qué quieren decir con que Dios es bueno, que cuenta con la aprobación de Dios?.

En contra también de la relación religión-ética expone que la diaria observación de los demás demuestra que el comportamiento ético no exige la creencia en un cielo e infierno.

En relación al subjetivismo moral, Singer opina que solo es válido en un determinado sentido: las acciones que estén mal en una situación debido a sus malas consecuencias, pueden llegar a estar bien, debido a su vez a las buenas consecuencias que producen. Singer está de acuerdo con el subjetivismo moral individualista y no el social, cultural o de clase como afirman los marxistas; cualquiera que toma una decisión ética sabe que su decisión queda tomada no porque así opine la sociedad sino que tiene que asumir su propia decisión. Las creencias morales en que hemos sido educados tendrán influencia, pero cuando empezamos a reflexionar sobre ellas podemos decir si actuamos de acuerdo con ellas u oponiéndonos a su imperio. Singer está de acuerdo con un subjetivismo en el que quepa la crítica y la discusión, niega que cualquier juicio pueda ser tan válido como otro. El razonamiento ético es posible.

Así pues, esboza Singer una visión de la ética que según él deja un importante margen a la razón en las decisiones éticas que haya que tomar. Habrá que distinguir lo que es vivir de acuerdo con normas éticas y vivir de acuerdo con normas éticas convencionales. Existen personas que actúan de forma no convencional y sin embargo actúan éticamente porque creen que está bien actuar como lo hacen; el intento de justificación de una conducta es suficiente para incluir la conducta de una persona dentro del dominio ético. Y esto no quiere decir que tenga que demostrar que la motivación de su actuar ha sido algo más elevado que meros intereses egoístas.

Singer, analizando el aspecto universal que los filósofos a través de la historia han dado a la ética, llega a la conclusión de que la ética tiene que trascender de lo particular a lo universal, y este aspecto universal le proporciona una razón más para mantener una posición utilitarista ya que pensando éticamente nos damos cuenta de que el interés particular no puede contar más que el interés del resto de los seres a quienes mis decisiones afecten, por tanto exige sopesar los intereses y adoptar una decisión que tenga mayor probabilidad de afectar favorablemente a todos los interesados. (Singer dice que demuestra la validez de la opción utilitarista en el nivel pre-ético).

En los sucesivos capítulos irá analizando con un método aparentemente racional y lógico una serie de problemas morales que se presentan comúnmente.

Capítulo II: La igualdad y sus implicaciones.

Peter Singer someramente analiza cual es la base del principio de igualdad. Utiliza la obra de John Rawls "A Theory of Justice", donde se fundamenta la igualdad sobre una característica natural de los seres humanos: "la personalidad moral", es decir, las personas a las cuáles se les puede hacer una apelación moral con la esperanza razonable de que sea atendida. Según Singer los problemas de esta teoría es el dejar fuera a dos tipos de sujetos: los niños y los seres anormales. Según Rawls los niños son morales de manera potencial, pero en el caso de los retrasados mentales no se encuentra solución. Por otro lado tampoco ve razonable el que la personalidad moral sea una cuestión de grado.

Para Singer el principio básico de igualdad es el de "igual consideración de intereses": asignación de igual peso a los intereses de todos aquellos a quienes nuestras acciones afecten.

Analiza en base a este principio algunos problemas que plantea la exigencia de igualdad:

La igualdad y la diversidad genética. Entre negros y blancos existe una diversidad genética que influye, según experimentos, en el nivel de coeficiente intelectual a favor de los blancos. Sin embargo bajo el principio de igual consideración de los intereses, al ser estos intereses humanos más importantes —la evitación del dolor y el desarrollo de las propias cualidades, entre otros—, no será posible ningún tipo de discriminación porque dichos intereses no se ven afectados para nada por el diverso grado de coeficiente intelectual.

Las diferencias sexuales entre hombres y mujeres. Singer responde que estas diferencias no pueden explicar y justificar las desigualdades reales que existen entre hombre y mujer en nuestra sociedad.

La discriminación inversa, que es la que trata de evitar que los individuos con mayor agresividad y coeficiente intelectual más alto llegaran a los estratos superiores de la sociedad, considera que no atenta al principio de igualdad si es adecuadamente aplicado ya que compensaría desigualdades que afectarían a colectividades y no solo a individuos.

Capítulo III: Igualdad para los animales.

Nuestro autor confirmará en este capítulo que aplica el principio de "igual consideración de intereses" a los animales, ya que se ha de aplicar a todos los seres sin tener en cuenta las capacidades que posean y tampoco hay que tener en cuenta si son o no de nuestra especie, llamando "prejuicio de especie" a la apelación que los hombres hacemos a la pertenencia de un sujeto a la especie homo sapiens para dotarle de unos derechos que negamos a otros seres. Para Singer, el dolor y el sufrimiento deben ser evitados o reducidos al mínimo independientemente del sexo, raza o especie del sujeto.

Sabemos que los animales sufren porque tienen un sistema similar al nuestro y también por el modo de comportarse.

El hecho de que un animal se diferencie del hombre porque éste tiene conciencia de sí mismo no le da derecho a una consideración prioritaria, ya que esto no implica que sufra más.

El tratar mal a los animales con experimentos que les hacen sufrir y utilizar sistemas de crianza antinaturales no está justificado y propone que todos deberíamos ser vegetarianos en la medida de lo posible. Alega Singer que el hecho de respetar la vida de retrasados mentales y de personas sin conciencia de sí y sin embargo maltratar a los animales estando ambos en igualdad de capacidades es debido a un prejuicio de especie que según él no se puede justificar.

Capítulo IV: La vida humana

Singer no entiende que un ser humano sea un miembro de la "especie homo sapiens" ni tampoco, como dice Joseph Fletcher, que sea aquél sujeto con conciencia de sí, sentido de futuro y capacidad de relacionarse.

El derecho a la vida tiene que estar vinculado no tanto con los deseos reales de vida sino con la capacidad de tener deseos relacionados con el derecho a la vida. Para Singer la vida que no tenga experiencias conscientes no tiene ningún valor intrínseco.

Capítulo V: Quitar la vida a los animales

En este capítulo rechaza la idea de que sea ético quitar la vida a los animales porque está demostrado científicamente que son capaces de autoconciencia y tienen sentido de pasado y futuro.

Según el modelo utilitarista clásico, la matanza de animales cuando ésta no es dolorosa está bien ya que estos utilitaristas tienen en cuenta sólo la producción de placer total para calificar una acción como moralmente buena o mala, así consideran que los animales son reemplazables y la pérdida de uno para alimento de los carnívoros supone a su vez la producción de otro animal que no sería criado si no existiera gente que comiera animales. Este tipo de utilitaristas consideran a los animales como seres conscientes y por tanto reemplazables unos por otros, a la vez que no niegan que los intereses de los animales no cuenten.

Capítulo VI: El aborto.

No da mayor valor a la vida de un feto que a la de un animal no humano situado en un nivel similar de racionalidad, autoconciencia, percepción, capacidad sensitiva, etc.

Las mismas razones que se dan para matar fetos se aplican a los infantes:

— Su matanza no nos produce el temor de que nosotros podamos morir ya que hemos superado esa edad.

— No puede el niño verse como un ser que pueda o no tener futuro, por lo tanto no tiene deseo de seguir viviendo.

— No son ni el feto ni el niño un ser autónomo.

Así pues, la protección de la vida de los niños es una tradición judeo-cristiana, y no un valor ético universal. Normalmente es mayor la pérdida que se infringe a quienes lo aman y cuidan que la pérdida de la vida del sujeto en sí misma, por esto el infanticidio o el aborto solo puede justificarse cuando quienes están más próximos al niño no quieren que viva.

Capítulo VII: La eutanasia.

Singer distingue tres casos de eutanasia, que denomina:

Eutanasia no voluntaria: casos en los que no pueden tomar la decisión de morir o seguir viviendo; en los casos en que la persona lleve una vida desdichada no hay razones para mantenerla con vida, salvo motivaciones extrínsecas como pueden ser el cariño de sus familiares. La supervivencia en estado comatoso no tiene valor intrínseco.

Eutanasia voluntaria: Tiene como finalidad poner fin al sufrimiento. En el caso de las personas conscientes según estos utilitaristas, tienen derecho a la vida porque tienen la capacidad de desear el derecho a la vida y hay que respetar sus decisiones autónomas.

El matar a un ser consciente que quiere morir, no produciría temor en la gente, ni tampoco inseguridad dado que no tenemos causa para temer que nos maten sin nuestro consentimiento. Los utilitaristas, al contar con el deseo de vivir para darle el derecho a la vida, también van a contar con su deseo de morir para otorgarle la capacidad de renunciar a ese derecho a la vida.

El respeto a la autonomía nos impone que permitamos a los sujetos racionales que vivan su propia vida de acuerdo con su propia decisión autónoma, libre de coerción e interferencias, Si un sujeto autónomo y racional toma la decisión nos lleva al respeto a su autonomía y por tanto a ayudarle a morir según su decisión.

Eutanasia involuntaria: Es la única que Singer no justifica. Es la que llevaría a matar a un ser que desea vivir y esto es así porque tiene buenas razones para estimar que su vida vale la pena ser vivida por mucho que el resto pensemos lo contrario.

En el único caso en que se justificaría la eutanasia involuntaria es en aquellas circunstancias en que la persona no se de cuenta de los sufrimientos que le esperan y que si no se le da muerte en ese momento, tendría que soportarlos hasta el final de su vida.

Capítulo VIII: Ricos y pobres.

Una vez analizada la situación mundial en relación al tema del hambre y la pobreza en el mundo, Singer llega a la conclusión de que existe frente a la "pobreza absoluta" la "opulencia absoluta" en la cual la cantidad de ingresos es significativamente superior al nivel necesario para satisfacer las necesidades básicas. El problema no es que el mundo no pueda producir lo suficiente para alimentar y dar alojamiento a su población, es un problema de distribución. Esta situación de desequilibrio solo se puede cambiar si se transfiere parte de la riqueza de las naciones desarrolladas a los pobres de los países subdesarrollados.

Singer va a preguntarse y tratar de responder si el no ayudar a los pobres de estos países es equivalente al asesinato. Al no dar lo que deberíamos y gastar nuestro dinero en lujos, y el hecho de ir a la India a matar gente hay las siguientes diferencias morales:

— Existe una motivación diferente: en el primer caso es el egoísmo y la comodidad y en el segundo, matar directamente motivados por la mera maldad u odio.

— El cumplir a entera satisfacción el deber de no dejar morir a tantos como fuera posible requiere un heroísmo moral absolutamente diferente a la mera evitación de matar.

— Existe una mayor certidumbre en el matar a alguien directamente que en la ayuda que se va a prestar por medio de dar dinero.

— En el caso de ir a matar existe una víctima identificable, confiriéndole este hecho mayor maldad a la acción.

— Por último, los que mueren de hambre se estarán muriendo aunque yo no hubiese existido, sin embargo los que yo mato directamente no.

No matar es un estándar mínimo de conducta aceptable que podemos exigir a todos; salvar a todos los que uno podría es una exigencia que no se puede plantear con realismo.

El argumento resumido que defiende la obligación de ayudar sería el siguiente:

Primera premisa: Si podemos evitar algo malo sin sacrificar nada de significado comparable, debemos hacerlo.

Segunda premisa: La pobreza absoluta es mala.

Tercera premisa: Hay parte de la pobreza absoluta que podemos evitar sin sacrificar nada de significación moral comparable.

Conclusión: Debemos evitar parte de la pobreza absoluta. No ayudarles sería algo injusto, sea o no comparable al hecho de darles muerte.

Las objeciones que según el autor se pueden presentar son las siguientes:

— La caridad empieza por casa, para los casos en que se nos proponga ayudar a países extranjeros.

— Los derechos de propiedad privada; aunque sea moralmente bueno, nadie puede imponerme que ayude a esos países, ni siquiera por medio de impuestos.

— Los ricos deben dejar a los pobres que se mueren de hambre, porque de otra manera los pobres arrastrarán consigo su pobreza. Ayudar a los pobres y hambrientos solo asegura que en el futuro habrá más pobres y hambrientos ya que son éstos los que tienen más hijos. Cuando nuestra capacidad de ayudarles se vea finalmente excedida — como habrá de suceder algún día —, el sufrimiento será mayor de lo que sería si los dejásemos de ayudar ahora.

Singer rechaza esta teoría diciendo que al ayudar a estos países más subdesarrollados y pobres no se están creando nuevos pobres porque el nivel demográfico de los países pobres no aumentará progresivamente de forma ininterrumpida, sino que llegará un momento en que el nivel descenderá; está comprobado que a más nivel de vida, la tasa demográfica desciende. Por tanto propone el autor la ayuda para el progreso de los países más pobres para que superen lo que él llama la "transición demográfica". El suministro de anticonceptivos, siguiendo este razonamiento, se resolverá para Singer como la ayuda más eficaz.

El argumento resumido que defiende la obligación de ayudar sería el siguiente:

Primera premisa: Si podemos evitar algo malo sin sacrificar nada de significado comparable, debemos hacerlo.

Segunda premisa: La pobreza absoluta es mala

Tercera premisa: Hay parte de la pobreza absoluta que podemos evitar sin sacrificar nada de significación moral comparable. Conclusión: Debemos evitar parte de la pobreza absoluta. No ayudarles sería injusto, sea o no comparable al hecho de darles muerte.

Las objeciones que según el autor se pueden presentar son las siguientes:

— la caridad empieza por casa, para los casos en que se nos proponga ayudar a países extranjeros

— Los derechos de propiedad privada; aunque sea moralmente bueno nadie puede imponerme que ayude a esos países, ni siquiera por medio de impuestos.

— Los ricos deben dejar a los pobres que se mueran de hambre porque de otra manera, los pobres arrastraran consigo su pobreza. Ayudar ahora a los pobres y hambrientos sólo segura que en el futuro habrá más pobres y hambrientos ya que son estos los que tienen más hijos. Cuando nuestra capacidad de ayudarles se vea finalmente excedida como habrá de suceder algún día — el sufrimiento será mayor de lo que sería si los dejásemos de ayudar ahora.

Singer rechaza esta teoría diciendo que al ayudar a estos países más subdesarrollados y pobres, no se están creando nuevos pobres porque el nivel demográfico de los países pobres no aumenta progresivamente de forma ininterrumpida, sino que llegará un momento en que el nivel descenderá; está comprobado que a más nivel de vida la tasa demográfica desciende. Por tanto propone el autor la ayuda al progreso de los países pobres para que superen lo que Singer llama "transición demográfica". El suministro de anticonceptivos, siguiendo el razonamiento anterior, se resolverá para Singer como la ayuda más eficaz.

No existirá obligación de ayudar a aquellos países cuyos gobiernos profesan una política que quitará efectividad a nuestra asistencia: países que se niegan a aceptar anticonceptivos y los compara con países que se niegan a otro tipo de reformas como la de la propiedad o mobiliaria ... etc. La objeción de que es el gobierno quien se tiene que ocupar de estos temas, haciendo la caridad privada que el gobierno eluda sus obligaciones, sólo sería válida cuando el particular demostrara que al negarse a dar donaciones privadas hace efectivamente que el gobierno ayude más.

Si se pidiera como moralmente justo que la gente diera aquello que realmente reduzca la pobreza absoluta, defenderíamos un un estandar tan elevado, que la gente podría pensar "Ya que de todas maneras no puedo hacer lo que moralmente se me exige, no me molestaré en dar nada", por esto Singer propone en aras de la eficacia y dejando de lado lo justo un estandar inferior de lo moralmente exigible; el estandar convencional aceptado vendría a ser un diez por ciento de los ingresos del sujeto. Es el patrón mínimo a cubrir, y somos injustos si hacemos menos. (Aquí se ve con claridad cómo para este autor lo justo o moral puede ser igual a eficaz)

Capítulo IX: Los fines y los medios

Acerca del uso de los medios ilegales para conseguir los fines buenos llega a las siguientes conclusiones:

— Hay razones para las cuales debemos aceptar normalmente el veredicto de un método pacífico y establecido para resolver conflictos.

— Estas razones anteriores son especialmente fuertes cuando el procedimiento de toma de decisiones es democrático y el veredicto representa una opinión auténticamente mayoritaria.

— Sin embargo hay situaciones en que se puede justificar el uso de medios ilegales, situaciones en que infringir la ley resulta un medio legítimo de obtener un fin ético.

La Democracia para el autor es la mejor base para el ordenamiento pacífico de la sociedad en una era igualitaria y este gobierno es portador de un peso moral sustancial, sin embargo este respeto a la mayoría no implica una obediencia ciega a sus decisiones. Desobedecer sólo se justifica en circunstancias extremas.

Situaciones en las que se puede justificar el uso de los medios ilegales para obedecer un fin ético:

— La decisión a que uno se opone no es una expresión auténtica de la oposición mayoritaria: desobediencia civil. Se caracteriza la desobediencia civil por no resistir la fuerza de la ley, por una actitud no violenta y por aceptar la penalización legal. la desobediencia civil intenta informar a la mayoría, persuadir a los parlamentarios... es un medio apropiado para lograr objetivos cuando han fracasado los medios legales, porque aún no siendo legales, no amenazan a la mayoría ni intenta coaccionarla, pone de manifiesto se respeto al derecho y a los principios fundamentales de la democracia.

— La decisión es expresión pero su punto de vista es tan gravemente injusto que se justifica la actuación en contra de la mayoría. En estos casos se justifica el recurso a cualquier medio que sea eficaz. El problema se presenta a la hora de delimitar los casos en que se justifica este uso de medios ilegales incluso en contra de las mayorías, y los otros casos en que no se encuentra justificación para tales recursos. También hay que preguntarse quién será el que decida en cada caso. Singer entiende que debemos decidir por nuestra propia cuenta en cada caso particular ya que el método que tiene la sociedad para resolver dificultades ha tomado ya su decisión. Si pensamos que la decisión de la mayoría es injusta, debemos tomar nuestra propia decisión en lo que toca a la gravedad de la injusticia.

En relación con la primera cuestión, debemos cada uno equilibrar que la magnitud del mal que tratamos de evitar con la probabilidad de que nuestra actuación conduzca a una declinación drástica del respeto por el derecho y la democracia. También tener en cuenta de que nuestras acciones fracasen en el logro del objetivo y provoquen una reacción que pueda reducir las probabilidades de éxito por otros medios, pone el ejemplo de los ataques terroristas contra un régimen opresor que puedan producir el encarcelamiento de los opositores políticos más moderados.

La violencia tiene diversas manifestaciones, un tipo de violencia que actualmente asola las sociedades es el terrorismo; se dice que la violencia lleva implícito un cierto daño que está justificado por la perspectiva de los bienes futuros. Sin embargo los beneficios futuros pueden no llegar nunca,incluso en los pocos casos en que efectivamente la violencia produce resultados deseables, rara vez podemos estar seguros de que no hubiera sido posible con la misma rapidez por medios no violentos.

Otros tipos de violencia no se pueden excluir de manera tan convincente, como por ejemplo el asesinato político de un tirano o la violencia contra la propiedad. Al justificar la muerte de un tirano se tiene que demostrar que la violencia se limita a poner término a una violencia mucho mayor, el éxito de ese acto de violencia debe ser sumamente probable y que no haya otra manera de poner término al gobierno del tirano.

Singer considera esta pregunta como la pregunta por la misma ética. El quiere responderla sin tener para nada en cuenta la religión.

Las respuestas dadas a esta pregunta las divide en dos grandes bloques:

I. Los que intentan demostrar que actuar racionalmente es actuar éticamente y será Kant el máximo exponente.

II.El actuar moralmente satisface nuestros interés a largo plazo. Se puede simplificar diciendo que la ética está en función del interés egoísta.

Señala Singer que en nuestra idea de ética se acentúan los motivos y el valor moral de hacer el bien por sí mismo y por tanto sentiremos que respaldarnos en consideraciones de interés egoísta para hacer lo que está bien, es despojar a la acción de su valor moral.Sólo se atribuye valor moral a la acción realizada porque es buena, sin ningún otro motivo ulterior.

Pero quienes se dejan llevar por esta clase de ética de hacer las cosas porque están bien sin plantearse ninguna razón, se convierten en víctimas de una especie de estafa. Para este punto de vista la moralidad no es fin mas racional que cualquier otra práctica que supuestamente se autojustifica como la etiqueta o el tipo de fe religiosa que sólo es accesible a quienes empiezan por dejar de lado todas las dudas escépticas.

Por todo lo dicho anteriormente, debemos abandonar la noción kantiana de la ética, esto no significa que jamás debamos hacer lo que consideramos justo simplemente porque lo consideremos justo, sin ninguna razón ulterior. Es necesario distinguir como hace Hare entre el pensamiento intuitivo y el pensamiento crítico (?).

En relación con la siguiente concepción ética que ha sido hecha, se pregunta si existe una justificación de la ética en función del interés egoísta: Aristóteles, Platón, Santo Tomás, Hegel, hicieron algunas afirmaciones sobre la naturaleza humana y las condiciones en que se es feliz. Algunos piensan que la virtud será recompensada pero que actualmente los filósofos no pueden valerse de este argumento si quieren ser convincentes y por otro lado tampoco se podrán adoptar teorías psicológicas. ¿ Qué hecho de la naturaleza humana podría demostrar que la ética y el interés egoísta coinciden?.

— Las inclinaciones a la benevolencia

— La conciencia natural que genera sentimientos de culpa. La aceptación de estándares éticos significa que no nos sentiremos satisfechos si nuestra vida no está a esa altura.

Singer dice que la naturaleza es tan diversa que cabe dudar de que ninguna generalización referente al tipo de carácter que conduce a la felicidad puede ser válida para todos los seres humanos. Por ejemplo los psicópatas son personas asociales, impulsivas, egocéntricas, carente de sentimientos, de remordimientos y de todo tipo de vergüenza o culpa;dan la impresión de que disfrutan constantemente de la vida. La existencia de psicópatas contradice la afirmación de que la benevolencia, la compasión y los sentimientos de culpa se encuentran presente en todo ser humano. También parece desmentir los intentos de relacionar la felicidad con la posesión de tales inclinaciones.

Se suele decir que la vida de los psicópatas carece de sentido. Pero, ¿no tenemos que aceptar, en ausencia de una creencia religiosa, que la vida no tiene realmente sentido no sólo para el psicópata sino para todos nosotros?. Hemos llegado a la pregunta que con frecuencia se considera la cuestión filosófica fundamental. Si hemos sido creados por un ser divino, al conocer su propósito al crearnos sabríamos el sentido de nuestra vida, todo eso si aceptásemos su propósito (aunque habría que explicar porque al hacerlo conoceríamos el sentido de la vida). Si rechazamos la idea de un Dios debemos rechazar la idea de que la vida tiene algún sentido predestinado. La vid, según nos enseñan las teorías más prestigiosas de que disponemos, se inició en una combinación aleatoria de gases y de la selección natural. Todo esto sucedió no en función de ningún propósito general. Sin embargo ahora que el proceso ha desembocado en la existencia de seres que prefieren algunas instituciones a otras, es posible que determinadas vidas sean significativas. En este sentido los ateos pueden encontrar un sentido en la vida. Nosotros buscamos el sentido de nuestra vida mas allá de los placeres. Alcanzamos la felicidad y nos sentimos realizados yendo en pos de nuestros objetivos y alcanzándoles. Nuestra felicidad es un subproducto del intento de alcanzar algo más, y no algo que se obtenga poniendo como meta la felicidad solamente.

Por esto la vida de un psicópata carece de sentido de una manera que no se da en la vida de un normal. No tiene sentido porque mira para adentro en la búsqueda de los placeres del momento presente. Las vidas más normales tienen sentido porque son vividas en función de un propósito más amplio.

No basta con encontrar un significado perdurable sino que tenemos que ir más allá de los planes a largo plazo referidos a nuestros propios intereses. Si lo que buscamos es un propósito más vasto que nuestros propios intereses la solución es adoptar un punto de vista ético. El punto de vista ético nos exige que alcancemos el punto de vista de un espectador imparcial, tenemos que identificarnos con el punto de vista más objetivo posible y trascender de nuestros propios intereses.

La racionalidad que incluye la conciencia de sí y la reflexión sobre la naturaleza y el sentido de nuestra existencia, puede impulsarnos hacia preocupaciones más vastas que la calidad de nuestra propia existencia. Quienes no participan de él, ni son irracionales, ni viven en el error "¿Por qué se ha de actuar moralmente? "no se puede dar una respuesta que proporcione a todos razones contundentes para la actuación moral".

 

                                                                                                               M.J.P. (1989)

 

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[1] El Salmo 19 (Vg. 18), 1 dice: "Los cielos narran la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos". Los textos que se citan del Antiguo Testamento están tomados de la Santa Biblia, Ediciones Paulinas, Madrid 1989.

[2] Encíclica Pacem in terris, 3. Los textos de ésta, de las demás encíclicas y de la Constitución Gaudium et spes, citados a lo largo de estas páginas están tomados de Ocho grandes mensajes, 12a ed., Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1981.

[3] Salmos 104 (Vg. 103), 24.

[4] Enrique Moliné, Curso de formación doctrinal-religiosa. Moral fundamental, Roma, 1984, p. 10

[5] "...lo que da al hombre el que lo sea y se distinga de las bestias —dice León XIII— es la razón o inteligencia (Encíclica Rerum Novarum, 4).

        "En la unidad de cuerpo y alma —expresa la Constitución Gaudium et Spes, 14—, el hombre, por su misma condición corporal, es una síntesis del universo material, el cual alcanza por medio del hombre su más alta cima y alza la voz para la libre alabanza del Creador. No debe, por tanto, despreciar la vida corporal... Por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones y donde él, personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino".

        "...todo hombre —se señala en la Encíclica Pacem in terris, 9— es persona, esto es, naturaleza dotada de inteligencia y de libre albedrío"

[6] S. Th., I-II, q. 94, a. 2.

[7] ibid, q. 93, a. 1

[8] ibid, q. 91, a. 2.

[9] La Constitución Gaudium et Spes dice así:

        "La igualdad fundamental entre todos los hombres exige un reconocimiento cada vez mayor. Porque todos ellos, dotados de alma racional y creados a imagen de Dios, tienen la misma naturaleza y el mismo origen. Y porque, redimidos por Cristo, disfrutan de la misma vocación y de idéntico destino.

        Es evidente que no todos los hombres son iguales en lo que toca a la capacidad física y a las cualidades intelectuales y morales. Sin embargo, toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona... por motivos de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión, debe ser vencida y eliminada por ser contraria al plan divino".

[10] Encíclicas Rerum Novarum, 30 y Mater et Magistra, 158

[11] Constitución Gaudium et spes, 29

[12] Encíclica Pacem in Terris, 9

[13] ibid, 28 y 30

[14] ibid, 29

[15] Constitución Gaudium et spes, 27

[16] Al final del libro, como de pasada, se dice que la "racionalidad" en sentido "amplio" incluye la "conciencia de sí" y "la reflexión sobre la naturaleza y el sentido de nuestra existencia" (p. 270). Pero la cuestión sigue en pie porque, ¿qué es o en qué consiste la "racionalidad" en sentido "estricto"?

[17] Curso..., p. 35

[18] Moliné, E.: Curso..., p, 55

[19] En relación con esta "solución" y con la que le precede, hay que destacar que, como Singer no cree en la existencia de Dios, tampoco puede creer que, según dice el Génesis (1, 29-30 y 9, 1-3), Dios ha puesto a los animales bajo el dominio del hombre. Ello, unido a la peculiar concepción que de "persona" tiene el autor, le permite llegar a las citadas "soluciones" para los problemas que plantea "el uso de animales con fines de alimentación e investigación".

[20] Encíclica Mater et magistra, p. 215.