TAFURI, Manfredo

Storia dell'architettura italiana (1944-1985)

Einaudi ed., Torino 1986

INTRODUCCIÓN

En 1982, el Autor preparó una historia de la arquitectura italiana desde 1944 a 1980, que fue incluida en el volumen VII, Il Novecento, de la Storia dell'arte italiana dirigida por Federico Zeri. El texto actual reproduce ese estudio, al que añade como segunda parte unos capítulos que abarcan los años 1980-85. La edición incluye 167 ilustraciones en blanco y negro, y un apéndice bibliográfico (pp. 243-256), bien estructurado y completo, pero referente exclusivamente a originales editados después de 1981; la bibliografía anterior, también amplia, sólo aparece en las notas del texto; se añade además un completo índice onomástico.

CONTENIDO

El volumen se divide en dos partes de desigual extensión, que tienen su origen en el proceso de redacción señalado arriba: diez capítulos (pp. 3-179) dedicados al periodo 1944-80; y cinco más (pp. 181-242) al periodo 1980-1985. A lo largo de todo el texto queda presente el peculiar enfoque crítico del Autor dirigido a la comprobación de la absorción ideológica de la Arquitectura por parte del capital; en definitiva la Storia aparece como una ilustración en el ambiente italiano de sus tesis historiográficas tal como fueron formuladas principalmente en Progetto e Utopia (Laterza, Bari, 1973).

Tafuri realiza una amplia revisión de la bibliografía crítica, con especial atención a las discusiones historiográficas producidas en los años que estudia, y con una constante toma de posición en el debate. Resulta así un texto especialmente brillante, carácter al que colabora un lenguaje vivo y plástico y el frecuente uso de citaciones implícitas; por el contrario el discurso pierde claridad y adquiere, tal como la crítica ha señalado para el conjunto de su obra (Llorens, T., Architecture and Utopia, en Architectural Design, 1981, vol. 51, pp. 85 y 93), el aspecto de un palimpsesto en que cada nueva capa oculta parcialmente la anterior. Este aspecto complejo y fragmentario aumenta en la medida que avanza el texto y que nos aproximamos al pasado más reciente, en el que incluye algunos capítulos especialmente breves y monográficos. Tampoco la estructura del libro proporciona especial claridad, pues junto a capítulos enunciados y desarrollados cronológicamente, otros responden a temas o autores concretos.

Estas características del texto y la extensión del periodo estudiado hacen difícil realizar una síntesis de su contenido, que supere una mera referencia a los temas presentados en cada capítulo. En todo caso en este apartado se procura reflejar literalmente algunos de los juicios del Autor; por otra parte algunos capítulos —que por su contenido se han estudiado con más detenimiento— se exponen con mayor amplitud.

Parte primera, 1944-1980. I. Los años de la reconstrucción.

El Autor sigue una línea básicamente cronológica desde el abandono por parte de Italia de la alianza alemana hasta el fin del primer septenio de INA-Casa (por tanto entre 1944-1955). No obstante, a lo largo de esa exposición se presentan tres líneas de acción de la arquitectura italiana, líneas de algún modo interrelacionadas pero con caracteres específicos. Se trata del organicismo propuesto por Bruno Zevi, a través de la APAO (Associazione per l'architettura organica); el neorrealismo tal como fue desarrollado principalmente por Ridolfi y Quaroni; y una tercera orientación diversificada pero con especial atención a lo formal.

A lo largo del capítulo está presente, con relativa insistencia, una crítica a la política italiana de aquellos años: por su parte el territorio italiano escapa a toda planificación (se refiere propiamente a varias propuestas urbanísticas de los años cuarenta, pero la afirmación parece válida para todo el periodo) ...mientras el progresivo derrumbamiento de las esperanzas que siguen a la lucha de liberación impulsa a los arquitectos —especialmente a los septentrionales, en presencia de una clientela más dinámica y de un aparato industrial rápidamente restablecido— a concentrar en mensajes formales sus aspiraciones a nuevos ordenamientos civiles (p. 11).

Éste es, en definitiva, el juicio que se desprende, o quizá mejor que ilumina, la exposición por parte del Autor del neorrealismo italiano y su relación con el INA-Casa (el organismo gestor de la construcción planteada a través de la ley Fanfani de 1949: Provvedimenti per incrementare l'ocupazione operaia, agevolando la costruzione di case per lavoratori). Después de exponer sus antecedentes, se presenta lo que puede considerarse el manifiesto neorrealista, el barrio Tiburtino (1949-54) en que intervienen Ridolfi y Quaroni, con la colaboración de varios arquitectos jóvenes, entre ellos Aymonino y Fiorentino. El barrio supone la definitiva fundación de la escuela romana, afirmando los caracteres de pureza popular campesina, vitalidad, espontaneidad, humanidad.

Zevi denuncia esta postura como una huida del Movimiento Moderno. Su Storia dell'architettura moderna (1950), en que sistematiza los conceptos anticipados en Verso una architettura organica (1945) y Sapere vedere l'architettura (1948), no reconoce al neorrealismo una incardinación, ni siquiera parcial en la arquitectura orgánica (p. 29). Por otra parte en la misma disgregación de la APAO influye la complejidad de la investigación llevada a cabo por Ridolfi.

Otra obra histórica, en este caso Walter Gropius e la Bauhaus (1951) de Argan, pone también de manifiesto la particularidad de la cultura arquitectónica italiana, nada receptiva a unos planteamientos —como los de Argan— que apuestan, dentro de una herencia protestante tamizada de ascetismo, al rigor de la racionalidad como modo de salvar la civilización. Una llamada que puede formar una élite de jóvenes historiadores, pero, como la de Zevi, no modifican substancialmente el curso de la Arquitectura (p. 30).

En distintas ocasiones el Autor se refiere al peculiar carácter que la práctica arquitectónica adquiere en el norte (Milán, Florencia): por ejemplo, al referirse a los antecedentes del neorrealismo contrapone el Manuale dell'architetto (1946), obra colectiva en la que intervienen entre otros Ridolfi y Zevi, y Problema sociale costruttivo ed economico dell'abitazione (1948) de Diotallevi e Marescotti. La primera alcanza una gran difusión, aunque la concreción de la tradición constructiva que (...) exalta es fruto de una media de cultura regional no inmune de intelectualismo: el esperanto vernacular que asume en forma tecnológica se liga a la celebración del regionalismo revestido del "folk" que había sido uno de los ingredientes del New Deal (p. 18); clara referencia a la influencia americana aportada por Zevi.

La obra de los milaneses, sin embargo, queda convertida en una rareza bibliográfica con sus análisis sociológicos y tipológicos con referencias explícitas a los modelos de la Alemania de Weimar (p. 19) bien lejanos, e incluso opuestos, al culto de los detalles constructivos propio del Manuale. En todo caso Problema sociale continuaba una línea relacionada con el movimiento obrero y cooperativo, su limitada repercusión es consecuencia de la derrota de la izquierda en las elecciones del 48 y la llegada de la política centrista, pero también de la propia utopía interna (p. 19).

Una segunda fase del neorrealismo puede distinguirse a partir de 1952 (ley sobre el resaneamento de los Sassi), cuando el problema del Sur pasa a un primer plano de la política de vivienda. Coincide, por otra parte, con una precisión de la actitud de Quaroni que, mientras va concluyendo el barrio del Tiburtino, se empeña en una confrontación con la realidad social, en una búsqueda de instrumentos eficaces (un breve periodo en el Grupo de técnicos socialistas, el contacto con la Comunità de Olivetti, participación en la investigación parlamentaria sobre la miseria).

En este punto se sitúa, entre abundantes obras urbanísticas, la Martella de Quaroni y el Plan regulador de Matera de Piccinato. Los resultados prácticos demuestran la ambigüedad de una postura que políticamente debería entenderse como "tercera fuerza" y la impotencia ante los intereses existentes. En todo caso, estas experiencias contribuyen a alimentar indirectamente la ideología comunitaria y descentralista (p. 35). Para el Autor los resultados son consecuencia del sentido de las obras públicas y constructivas del Sur que suministran medio de contención del paro e instrumento de primer adiestramiento para el trabajo de la clase agrícola dirigiéndola hacia la emigración en las regiones desarrolladas, para formar un ejército de reserva apto para contener los niveles salariales (p. 35).

La vía neorrealista no consigue enderezar esta situación, más bien al contrario: la ciudad y los terrenos periféricos son sede de la más desenfrenada especulación, como consecuencia colateral de la política neoliberal impuesta por los centros de poder (pp. 35-36).

En las ciudades se extienden los "palazzina", edificios residenciales con propiedad horizontal, y esta tipología suministra el campo de experimentación en que se sitúa esa tercera y amplia vía en que el Autor sitúa por una parte a Moretti (la Palazzina del Girasole en Roma, varios edificios en Milán, dirección de la revista Spazio de 1950 al 53), quien traduciendo a lengua abstracta las formas clásicas se apropia "por la derecha" de la herencia lingüística de la vanguardia (p. 37), sin que sus obras puedan ocultar el lazo que las une a la veleidad de los encargos. Se trata, en definitiva, de una postura que puede ser calificada de formalista.

En otros arquitectos, apartados por igual del organicismo y del neorrealismo, se descubre una superación dialéctica del "racionalismo": sin clamor, pero persistentemente, la nueva calidad es buscada en variaciones basadas en la exaltación de la materia, en la cordialidad y en la indeterminación de las formas, en un empirismo asumido como metáfora de una condición artesanal que fuerza a producir obras únicas disimuladas bajo una pátina de modestia (p. 38). Aquí pueden incluirse algunas obras de Samonà, Gardella, Albini, BPR (Belgiojoso, Peressutti y Rogers) y Michelucci.

Esta línea conduce a un diálogo con el ambiente, aunque éste no era considerado como estructura histórica en sentido propio; prevalece el gesto impresionista, el "ensayo", en definitiva instrumental a una suspensión del juicio (p. 39).

En las obra de Michelucci que se presentan —entre otras la reconstrucción de la zona de Ponte Vecchio en Florencia (1945), la iglesia de Collina en Pontelungo (1947-50), Borsa Merci en Pistoia (1949-50)— el Autor extrae como consecuencia —aunque claramente no todo Michelucci está en ello (p. 42)— que el "ambiente", al que la poética de los años cincuenta rinde homenaje es en cualquier caso inconsciente metáfora de una aspiración a la contemplación de la estaticidad retractada por espejos en movimiento. La consolación que se deriva de ello, es ciertamente insatisfactoria; no obstante, es éste el valor perseguido. En las actuaciones urbanísticas se persigue una clásica utopía regresiva, la de la comunidad contrapuesta al anonimato de una metrópoli, "en que se va como en tierra extranjera. Se vuelve así a la ideología olivettiana, al fantasma de Tönnies, al Mumford más romántico" (p. 41). El Autor hace ver que encuadrada esta actitud en su marco histórico se descubre una implícita crítica al "prospectivismo" del concepto mismo de proyecto (id.).

Queda conectada así de algún modo esta línea con la neorrealista. Sin embargo, la unidad de vecindad, la misma sociología, no es más que material de composición utilizado como instrumento de control figurativo; sistematizado en códigos, el neorrealismo pierde toda su "vis" polémica, para convertirse más bien en instrumento de simulación (p. 43). Una mímesis de las formas, sustituye a lo autobiográfico y una mala interpretación del genui loci explica las variaciones. De este modo Albini, Albricci, BPR, Gardella y Samonà son capturados por esta domesticación.

Se trata, en definitiva, de una sublenguaje populista, del que se salvan pocas experiencias: Danari construye en Génova el barrio de Villa Bernabó (1950 y ss,) y Libera l'unitá di habitazione en Tuscolano (Roma; 1950-51). Pero incluso estas actuaciones, aceptadas por el urbanismo oficial, en su cerco por parte de la ciudad especulativa —fenómeno previsto y calculado, por otra parte— deja patente bien pronto que el diseño de los arquitectos ni siquiera llega a producir islas de utopía realizada: el realismo se mostraba lo que era, fruto de un compromiso inútil (p. 46).

II. Aufklärung I (Ilustración, en alemán en el original). Adriano Olivetti y la comunidad del intelecto.

Se refiere a la tercera vía indagada por Adriano Olivetti (empresario italiano de familia judía) para conseguir un acuerdo entre la empresa y la sociedad. Especial atención a los trabajos urbanísticos, encomendados primordialmente a Quaroni, y con los que se busca, sin éxito, una urbanística para la unidad de la cultura (p. 52).

III. El mito del equilibrio. El plan Vanoni y el INA-Casa segundo septenio.

El capítulo se inicia con una presentación —desde la óptica de la izquierda socialista— del planteamiento económico que el gobierno de la Democracia Cristiana presenta a finales de 1954 con el Plan económico del ministro Vanoni. Coincidiendo con ese periodo el urbanismo abandona la ideología del quartiere, sustituida por una indagación del lugar, una investigación tipológica o metodológica en las que sobrevive a sí misma la ideología del habitar. El baño en el realismo (característico del primer septenio de INA-Casa) produce así el sueño de la razón. Las muestras no se harán entender. Se tratará de la inversión del estado de ánimo de la inmediata postguerra: el realismo como ideología se sustituirá enseguida por la recuperación de la utopía (p. 63).

IV. Aufklärung II. El museo, la historia, la metáfora.

El autor se refiere a la atención específica al diseño y a la museografía que aparece en la arquitectura italiana entre 1951 y 1967, y la presenta como una reacción ante el fracaso del diseño del barrio. En este sentido expone algunos trabajos de Albini, Scarpa, BPR, Gardella; el fenómeno neo-liberty; la atención a las preexistencias y a las formas como rechazo a la arbitrariedad; el inicio de la corriente neorracionalista.

V. Nuevas crisis y nuevas estrategias (1968-1975).

Las tendencias presentes en la arquitectura italiana de estos años se presentan por el autor como respuesta a la crisis social y económica, especialmente presente en el ambiente profesional y universitario relacionado con la construcción. Así se describe la arquitectura radical de los grupos Archizoom, Superstudio, Strum, 9999, o de Ettore Sottsass: Por una parte heredan la veleidad evasiva viva desde comienzos de los 60 en el ambiente florentino; por otro, se decoran con intentos anti-institucionales, apelando a la raíz 'negativa' de las vanguardias históricas (p. 125). Respuesta de algún modo opuesta la del rigorismo de la composición como 'recuperación de la tonalidad' que ya había estado presente en Muratori y que en los mismos años es perseguido por las primeras obras importantes de Aldo Rossi y Giorgio Grassi y se colora de diversas entonaciones en las obras y en los proyectos del grupo GRAU, del estudio Stass, de Vittorio De Feo (pp. 126-127).

VI. Dos maestros: Carlos Scarpa y Giuseppe Samonà.

Ante los problemas que explotan a comienzos de los 70, la dispersión de los órganos culturales, la inflación de publicaciones, la desmedida dedicación a la literatura arquitectónica, el Autor presenta la obra de estos dos maestros porque precisamente en las obras de quienes se apartan, de quienes se protegen de los estruendos, es donde se puede encontrar el máximo nivel de coherencia lingüística. El distanciamiento del 'inactual' ilumina su situación subjetiva y colectiva que permiten (¿o estimulan?), 'el coraje de hablar de las rosas' (p. 139).

VII. El fragmento y la ciudad. Investigación y ejemplos de los años 70.

Cuando acaba el decenio de los 60 el Autor comprueba el fin de un ciclo, también de unas esperanzas y unas estrategias (las enunciadas por Samonà, Scarpa y Quaroni). Frente a las estrategias, experimentaciones, y así expone cuatro ejemplos de influjo internacional.

Giancarlo De Carlo, abierto a la metodología del análisis estadounidense, pero haciéndolo reaccionar con la realidad italiana por medio de la participación de los usuarios, conectado con el Team X, pero más con la experimentación de los Smithson que con la certeza de Bakema. El barrio Matteotti construido para la Acciaierie Terni (1969-1975) aparece como una malla tridimensional, utilizada como red de referencia para los deseos de los usuarios reflejados en distintas tipologías.

Carlo Aymonino experimenta en el complejo Monte Amiata en el Gallaratese en Milán (1969-75), una nueva dimensión que permita la construcción de la ciudad por partes completas. Un monumento, ante todo, al 'rumor', a la inagotable riqueza del fragor: exilado de la metrópoli, el fragmento se carga de un exceso de valores metropolitanos (p. 153).

El Corviale en Roma (del grupo de Mario Fiorentino, 1973 y ss.) se extiende por cerca de un kilómetro en el intento de constituirse en magneto reorganizadora de un sitio urbano disgregado y como modelo de integración entre residencia y servicio (p. 153). De este modo las experiencias de Fiorentino y Aymonino aparecen como los extremos de un arco que manifiesta la amplitud de la escuela romana de Ridolfi y Quaroni en que ambos se formaron.

Vittorio Gregotti en su barrio Zen en Palermo (1970 y ss.), presenta otra respuesta al difícil coloquio con el conjunto urbano, un coloquio que aquí se ha de establecer con una naturaleza rica de valencias emocionales y con la estratificación histórica del tejido ciudadano. El barrio aparece como una fundación en malla rigurosa sobre la prolongación geométrica, que no real, de la principal vía palermitana, la exaltación de la 'ciudad amurallada': una ciudad que se defiende, principalmente, del asalto de la naturaleza pero también de aquel, previsible, de la disgregación de la periferia (p. 156).

VIII. Arquitectura como coloquio y arquitectura como invectiva civil.

El Autor presenta la línea seguida por los protagonistas del neo-liberty de finales de los cincuenta. Por una parte la arquitectura como coloquio de Gabetti e Isola; por otra la arquitectura como invectiva civil de Canella, Gae Aulenti, Achilli y Brigidini.

IX. El caso Aldo Rossi.

Tafuri expone el discurso rossiano desde los 60 a los 80, destacando su caracterización en esos años como el 'caso' italiano e internacional más seguido y discutido, el único 'caposcuola' capaz de alimentar continuamente, en torno a la propia obra y a la propia figura, una polémica y un interés que alcanza al fin al mismo concepto de arquitectura (p. 166).

Su investigación se dirige, posiblemente como reacción al desengaño de la arquitectura de los 60, a los elementos primeros del hacer arquitectura: una investigación que obliga a desvincularse de contextos definidos y a transmigrar hacia una línea de horizonte en el que se funde el pasado privado y el colectivo (p. 166). Sin embargo la investigación de una esencia primigenia queda constantemente frustrada. Esto le impulsa a renovar sin reposo el juego de transformaciones de los materiales reducidos al grado cero (pp. 168-169). En la búsqueda de la memoria colectiva y autobiográfica desarrollada por Rossi en los años 70 Tafuri destaca que el imaginario es nueva necesidad colectiva en un universo que tiende a expropiar el hacer individual de cualidades fantásticas. Pero quien hoy se sumerge en él (...) está constreñido a anular el espacio y el tiempo, a hacerlo precipitarse en la nada del 'espacio literario'. Indecente y provocativo —dictamina Tafuri— tal anulación (p. 169). El rigorismo de Rossi es condición de su imaginario: lo que parece querer mostrar que el extrañamiento es narrable, que la condena de la afasia es conjurable por quien sepa volverse niño. Precisamente un sublime irresponsable (p. 170).

X. El rigorismo y la abstención. Hacia los años 80.

Junto a la obra de Rossi y Grassi se presenta la del GRAU, Purini, Thermes. El rigorismo de buscar las leyes de la forma; intento de hacer hablar a la arquitectura sólo con sus instrumentos y sólo de sí (p. 174).

Segunda parte, 1980-1985

I. Transformaciones estructurales y nuevas experiencias del planeamiento.

El Autor detecta una incomunicabilidad entre el mundo del proyectista y una nueva problemática colectiva: por una parte la postmodernidad, con el abandono de los grands rècits (las justificaciones globales); por otra la complejidad de la vida política con el abandono de la distinción neta entre derecha e izquierda, con la aparición de estímulos culturales desde las distintas posturas. Es en este ámbito en el que aparecen los planes de la tercera generación: sus motivaciones están en el análisis concreto de las transformaciones estructurales que, a partir de los primeros años setenta, han configurado de un modo nuevo las exigencias colectivas y su relación con las exigencias de cada uno de los grupos y sectores sociales: la detención del crecimiento de la población, en consecuencia su envejecimiento relativo, los procesos de descentralización y reubicación industrial, los fenómenos conexos a la reconversión de los establecimientos urbanos, la división de los sistemas productivos, la nueva demanda de terciario, extremadamente articulado especialmente en las ciudades mayores, la emergencia como prioritario del tema de la reutilización, de la refuncionalización y de la recapitalización de los espacios construidos, la innovación tecnológica en el campo de las comunicaciones y de los transportes, los procesos de reestructuración del sistema de decisiones políticas (pp. 187-188). Del examen de diversos planes, en especial los de Florencia (Astengo y Campos Venuti, 1985) y Bolonia (Campos Venuti, 1984) el Autor extrae algunas características comunes: contra zoning, polifuncionalidad y aun un "zoning figurado", ejemplificado con indicaciones tipológicas a nivel arquitectónico con el paso de una normativa vinculante a otra metodológica (p. 194), la cualidad como objetivo, la intervención en zonas intersticiales y la atención al contexto.

II. Los paradigmas del pluralismo.

Como características del debate arquitectónico de los últimos quince años el Autor señala la insistencia en el concepto del lugar, del contexto, de la modificación, del retejido (riammagliamento), de relación entre intervención y condiciones del contorno, de continuidad (tipológica y morfológica)... temas muy afines a aquellos puestos en el centro de la atención de los "planes de la tercera generación" (p. 208). Son precisamente esas comunes preocupaciones lo que facilita el coloquio entre la arquitectura y el urbanismo, además proporcionan una centralidad al debate arquitectónico, que nace de una larga gestión colectiva, de una prolongada crítica al logocentrismo de las vanguardias históricas. En la relación con el lugar y con el contexto se pone en crisis el "pathos de lo nuevo", recordando siempre que el lenguaje se transforma no se inventa"; a la misma transformación se le atribuye sentido en relación con "el mundo tal como se ha encontrado" (p. 209); el Autor como aclara usa intencionalmente frases de Wittgenstein).

Sin embargo, dentro de esas comunes preocupaciones es evidente una gran pluralidad: reunificación de los paradigmas, multiplicación de hipótesis. No se trata de un contradicción, sino de una respuesta consecuente a uno de los problemas más urgentes de nuestro tiempo: la individualización del orden en ausencia de "Nomos" (p. 208). Desde esta perspectiva el capítulo examina las últimas obras de Rossi, Grassi, Canella, Gabetti, Isola y Caniggia, entre otros.

III. Venecia 1985. Biennale Architettura.

El Autor presenta en este breve capítulo (pp. 227-229) el significado que desde su perspectiva crítica adquiere la Bienal de Venecia que, por encargo de Portoghesi —presidente del ente de la Bienal— y bajo la dirección de Rossi, se desarrolló en 1985: la muestra se plantea sobre falsos problemas para celebrar "una abstracta necesidad de proyectación" (p. 227), que falsea la misma atención a Venecia reducida a un contenedor totalmente disponible: una Venecia privada de identidad, identificada con el reino de la máscara del frívolo discurrir, meta de "viajes" libertinos y de arbitrarias recomposiciones (p. 228), en definitiva, un lugar en el que disimular un incontenible deseo de desacralización y violencia bajo la máscara del "amor por lo antiguo" y de la "continuidad reencontrada" (p. 227).

IV. La "gaia erranza": Hipermodernos (postmodernos).

La introducción de la tendencia postmoderna en Italia es, sin duda, obra de Portoghesi, por una parte a través de una extensa bibliografía en la que destaca Dopo l'architettura moderna; por otra, con la muestra de la Bienal de Venecia de 1980, la Strada Novissima. Según el Autor voluntad de hedonismo y gusto de la citación, de la libre asociación, del 'pastiche', se compensan entre sí en las propuestas de Portoghesi que acompaña su actividad teórica con una intensa actividad profesional y una hábil actividad de promoción (p. 231). La presentación del postmoderno realizada por esta producción teórica exige la aceptación de un mito historiográfico —el Movimiento Moderno tal como fue teorizado por Pevsner en 1936—; sólo a este mito se le se puede oponer en bloque el postmoderno de Portoghesi; en realidad los elementos negativos presentados como novedosos —la misma apelación a la "liberación de las inhibiciones"— están ya presentes en la vanguardias históricas: "carácter del moderno es la constante autocrítica: una inquietud destructiva acompaña todo el discurso de la modernidad y la crítica al concepto de historia lineal y de progreso es interior al universo del siglo XIX, y también del  (p. 231).

Más que de postmoderno, habría pues que hablar de hipermoderno, no hay en él ningún cambio substancial. Al contrario, los caracteres más superficiales del moderno —el culto de las tendencias, el pathos de lo nuevo, la superación de lo trágico— vienen llevados a su exceso. No "gaya ciencia, sin o gaya erranza" (p. 233).

V. El umbral y el problema.

En este último capítulo, el Autor presenta un juicio sumario de la situación actual y de las perspectivas abiertas a la arquitectura italiana. Intentando identificar la situación, Tafuri indaga el significado de los síntomas analizados en los últimos capítulos: Emerge, ante todo, el enfriamiento del concepto de 'novedad', es decir, de uno de los valores motores de la modernidad. Enfriamiento, sin embargo, no significa anulación. Lo que viene eliminado es, más bien, el 'pathos' atribuido (...) a aquella novedad; comprometido queda su pretendido carácter absoluto por su efecto catártico o regenerador (p. 235). De este modo la arquitectura postmoderna italiana, menos efímera que la experimentación estadounidense, tiende a anular la distancia entre la afirmación del proyecto y la sutil deconstrucción de sus presupuestos (...). Ni proyecto puro ni pura deconstrucción: más bien un entrelazarse de prospectiva y diseminación, de 'eidos' aún proyectado a exorcitar lo imprevisto del futuro, y un reagruparse de memorias dejadas en suspenso. Es este el híbrido que forma siempre la plataforma de los nuevos "relatos arquitectónicos": y es sobre este umbral conceptual sobre el que se asientan Aldo Rossi, Gabetti e Isola, Caniggia, pero también Francesco Venezia y algunos jóvenes "neo-ridolfianos" (p. 236).

Continuando su interpretación del postmoderno como hipermoderno, Tafuri identifica en este umbral la aspiración al "nihilismo completo" previsto por Nietzsche, y cuyo espíritu, en opinión de Cacciari, en ninguna otra técnica se ha desplegado como en la arquitectura (p. 238). Por lo demás, nombrando el nihilismo como centro motor de la 'edad de la técnica', y suponiendo el tema de su cumplimiento, vienen de golpe anulados, como regresiones románticas, todos los intentos de "reintegración' y de "retorno". Con absoluta coherencia, la forma del moderno —de la reducción a la nada de los valores en el flujo equivalente de la metrópoli o del universo telemático— es reconocido como terreno que compromete a un "cumplimiento" no a una "superación" (p. 239).

Ante este umbral el Autor considera positiva la formación de una pluralidad de "vías posibles" confrontables entre sí sobre la base de los interrogantes —no de las soluciones— por ellas propuestas. Enseguida muestra la perspectiva que, desde ese umbral, se abre a los arquitectos: Componer o proyectar: la alternativa no se presenta como ingenua elección entre el uso de materiales preformados y "elogio de la retórica". Como han demostrado de modo diverso los "grandes modernos", componer significa dar valor a lo 'trágico', proporcionando un lugar a las "diferencias" sin caer en lo cómico del bricolage y de la mezcla (p. 240).

VALORACIÓN DOCTRINAL

El texto tiene un claro interés para el conocimiento de la arquitectura italiana contemporánea y de su crítica; doble visión que en los años estudiados reviste especial sentido en cuanto en esa época en Italia hay una íntima conexión —a veces identidad personal— entre crítica y producción arquitectónica. Sin embargo, tal como se ha avanzado al exponer el contenido de la obra, pesa en su contra los objetivos críticos y argumentativos del Autor que debilitan la validez de su crítica, ahogada frecuentemente en su planteamiento metacrítico (la reducción ideológica de la arquitectura); de este modo la explicación "ideológica" de determinados autores y tendencias parece excusar una identificación más cabal y una crítica más ajustada de su producción arquitectónica.

Estos inconvenientes podrán paliarse con un conocimiento reflejo y crítico del pensamiento del Autor —tal como lo expuso en Teorías e historia de la arquitectura y en Architettura e Utopia— y de sus presupuestos marxistas presentes y activos, aunque sea de un modo más implícito que explícito, a lo largo de la obra. Si no se dispone de recensiones amplias de esos textos puede consultarse LLORENS, Tomas, Architecture and Utopia. Manfredo Tafuri: Neo-Avant-Garde and History, en Architectural Design, 1981, vol. 51, nn. 6-7, pp. 82-95, en especial las primeras páginas, 82-86.

 

                                                                                                               J.L.V. (1996)

 

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