TEILHARD DE CHARDIN, Pierre

El fenómeno humano

Taurus, 4ª ed., Madrid 1967, 383 pp.

(t.o.: Le phénomène humain)

INTRODUCCIÓN

Esta recensión se refiere exclusivamente al libro El fenómeno humano, prescindiendo de otras obras del mismo autor. Es importante no perder esto de vista. En efecto, el Monitum de la Congregación del Santo Oficio (de fecha 30 de junio de 1962) afirma que los escritos de Teilhard contienen "ambigüedades y errores graves" acerca de la creación, las relaciones entre Dios y el mundo, la Encarnación, la materia y el espíritu, el pecado, y la vida cristiana, pero en El fenómeno humano se evitan cuidadosamente esos temas; el autor afirma repetidamente que en esta obra adopta una perspectiva «fenoménica», no metafísica ni teológica: no trata directamente esos temas, e incluso advierte expresamente, tanto en general como en casos concretos, que sus afirmaciones son compatibles con lo que afirman la metafísica y la teología cristiana sobre ellos.

Por estos motivos, si lo que se desea es determinar exactamente el pensamiento del autor, será preciso tener en cuenta el resto de sus obras. Aquí no se aborda esa tarea, que ya está realizada en la recensión de las opera omnia de Teilhard. Por tanto, esta recensión se limita a El fenómeno humano tomado en su tenor literal.

La obra está fechada: Pekín, junio de 1938 — junio de 1940. El "Resumen" y el "Apéndice" finales están fechados: Roma, 28 de octubre de 1948, e incluyen aclaraciones sobre puntos que han suscitado dificultades a quienes tuvieron acceso a la obra antes de su publicación. La obra fue publicada por vez primera en 1955 (poco después de la muerte del autor en ese mismo año).

Las citas se refieren a la edición castellana que se menciona en el título (Taurus, Madrid 1967). Esta edición contiene un amplio prólogo (pp. 11-31) de Miguel Crusafont, conocido catedrático de Biología, que es una defensa apasionada del autor y de su obra.

Esta recensión incluye:

— el Índice del libro (n. 2);

— breve exposición del contenido (n. 3);

— valoración científica (n. 4);

— valoración doctrinal (n. 5);

— exposición más detallada de algunos aspectos centrales de la obra, con las citas correspondientes (n. 6);

— Conclusión (n. 7).

ÍNDICE DE LA OBRA (no se incluyen subapartados)

                                                                Página

Prólogo (M. Crusafont)                                          11

Introducción (N. M. Wildiers)                                   33

Advertencia                                                     39

Ver                                                             43

I. LA PREVIDA

Cap. I. La Trama del Universo                                   53

1. La Materia elemental                                         54

2. La Materia total                                             57

3. La evolución de la Materia                                   61

Cap. II. El interior de las cosas

1. Existencia                                                   69

2. Leyes cualitativas del crecimiento                           75

3. La energía espiritual                                        79

Cap. III. La Tierra juvenil                                     85

1. El Exterior                                                  86

2. El interior                                                  90

II. LA VIDA

Cap. I. La Aparición de la Vida                                 97

1. El Paso de la Vida                                           99

2. Las apariencias iniciales de la Vida                         112

3. La Primavera de la Vida                                      119

Cap. II. La Expansión de la Vida                                127

1. Los movimientos elementales de la Vida                       128

2. Ramificaciones de la masa viviente                           138

3. El Arbol de la Vida                                          150

Cap. III. Demeter                                               173

1. El hilo de Ariadna                                           174

2. La ascensión de Consciencia                                  179

3. La proximidad de los tiempos                                 186

III. EL PENSAMIENTO

Cap. I. El nacimiento del pensamiento                           199

1. El Paso de la Reflexión                                      200

2. Las Formas originarias                                       223

Cap. II. El Despliegue de la Noosfera                           233

1. La fase ramificada de los Prehomínidos                       234

2. El haz de los Neandertaloides                                240

3. El Complejo "Homo sapiens"                                   243

4. La metamorfosis neolítica                                    247

5. Las prolongaciones del neolítico y la ascensión del Oeste    251

Cap. III. La Tierra moderna                                     259

1. El descubrimiento de la Evolución                            262

2. El problema de la Acción                                     275

IV. LA SOBREVIDA

Cap. I. La Salida Colectiva                                     287

1. La Confluencia del pensamiento                               289

2. El Espíritu de la Tierra                                     296

Cap. II. Más allá de lo colectivo: lo Hiperpersonal             307

1. La Convergencia de lo Personal y el Punto Omega              311

2. El Amor-energía                                              319

3. Los Atributos del Punto Omega                                323

Cap. III. La Tierra final                                       331

1. Pronósticos a eliminar                                       332

2. Las Cercanías                                                335

3. El Término                                                   345

Epílogo. El Fenómeno Cristiano                                  353

Resumen o Postfacio. La Esencia del Fenómeno Humano             363

Apéndice                                                        375


 

CONTENIDO

El autor afirma que la evolución biológica es un hecho definitivamente establecido, aunque existan lagunas acerca de sus mecanismos, e intenta explorar sus implicaciones. Piensa que la ciencia sólo ha considerado hasta ahora la «exterioridad» de la naturaleza, y pretende completarla considerando la «interioridad»: éste es el planteamiento de toda la obra

Desarrolla ese planteamiento en torno a la «ley de la complejidad-consciencia», que considera bien establecida sobre la base de la experiencia. Según esta «ley», a los progresivos grados de organización de la materia (exterioridad) les corresponden sucesivos grados de consciencia (interioridad).

Sobre esa base, el autor afirma que en todos los niveles de la naturaleza existe alguna forma de consciencia («panpsiquismo»), y que la evolución consiste en el progresivo despliegue de una «energía espiritual» que, en determinados puntos críticos, produce saltos cualitativos: especialmente en el origen de la vida y más aún en el origen del hombre, en el que aparece la reflexión consciente con sus consecuencias específicamente humanas. Se trata de una evolución que posee una dirección ascendente hacia formas superiores de organización material (exterioridad) y de consciencia (interioridad).

Finalmente, proyecta sus ideas hacia el futuro: afirma que nos encontramos en una nueva era de la humanidad, que tiende hacia un nuevo punto crítico de integración en torno a un centro personal y trascendente que denomina «Punto Omega», que posee un carácter divino.

El autor advierte que se sitúa en un nivel fenoménico, en continuidad con la ciencia, y que su planteamiento no se extiende a los problemas metafísicos o teológicos.

La intención del autor es apologética, pues pretende mostrar que el cristianismo es la única doctrina capaz de integrar la nueva situación en que se encuentra la humanidad como consecuencia de los avances científicos y de los cambios sociales de la época moderna. A este tema dedica el "Epílogo" (pp. 353-361).

Cuando trata del origen de la vida y del origen del hombre, el autor se extiende en consideraciones acerca de los datos científicos disponibles, para mostrar la realidad de la evolución. Este tipo de reflexiones abundan en la parte I (la pre-vida), en la parte II (la vida) y en los dos primeros capítulos de la parte III (el pensamiento). A partir del capítulo tercero de la parte III y hasta el final, el autor centra sus reflexiones en torno a la situación actual de la humanidad y a su futuro.

VALORACIÓN CIENTÍFICA

1. El autor advierte, clara y explícitamente, que en esta obra se limita a los "fenómenos", sin considerar las causas más profundas propias de la filosofía y la teología, y que sólo propone hipótesis tentativas.

El título mismo de la obra está escogido para indicarlo.

Subraya con fuerza este punto en la "Advertencia" inicial (fechada: París, marzo de 1947: pp. 39-41), puesta al comienzo de la obra de modo destacado, donde dice que no se ocupa de "relaciones ontológicas y causales", que se trata de una "primera reflexión científica" que deja abierto un amplio margen para las reflexiones del filósofo y del teólogo, que no es una metafísica.

En otras ocasiones repite la misma idea, y explícitamente cuando se trata de puntos doctrinales más delicados:

— Lo repite en diversas ocasiones (p. 47: "no se busque, pues, aquí una explicación última de las cosas —una metafísica—"; p. 75: no investiga el "ser profundo" ni la "causalidad ontológica", sino la "sucesión experimental": "tal es, no hay que olvidarlo, el único fin del presente estudio"; p. 372: "Por lo que se refiere al valor del Espíritu, observo que, desde el punto de vista fenoménico, en el que sistemáticamente me encierro....");

— Vuelve a subrayarlo cuando trata cuestiones especialmente relacionadas con la metafísica y la teología (pp. 205-206, nota 3, donde habla del origen del pensamiento humano; pp. 225-226 con la nota 5, sobre el origen del hombre y el monogenismo).

En diferentes ocasiones, alude al carácter tentativo e incompleto de sus opiniones; por ejemplo, entre otras: p. 48: "los puntos de vista que intento expresar aquí son ampliamente tentativos y personales"; pp. 79-80, al abordar la integración de la energía física y espiritual: "Las consideraciones que siguen no tienen, naturalmente, la pretensión de aportar una solución verdaderamente satisfactoria al problema de la Energía espiritual. El fin que se proponen es simplemente el de mostrar, como un ejemplo, lo que debería ser, tal como lo concibo, la línea de investigación adoptada y el género de explicación perseguido por una ciencia integral de la Naturaleza".

2. Sin embargo, la obra se resiente de una falta de precisión con respecto a su auténtico estatuto epistemológico. Por este motivo, fácilmente pueden surgir equívocos.

En efecto, aunque el autor insiste en que se limita al nivel de los fenómenos, sus afirmaciones parecen encontrarse, en importantes aspectos, en un nivel propiamente filosófico, lo cual es una fuente de ambigüedades y equívocos.

Por ejemplo, las afirmaciones acerca de la interioridad presente en todo lo natural, que implican un cierto panpsiquismo (p. 109), parecen afirmaciones ontológicas. Cuando habla de la ley de complejidad-consciencia y de los saltos cualitativos (pp. 110-111), habla de saltos de naturaleza. Cuando habla de la ortogénesis (p. 175), afirma que la interioridad se refiere a la esencia de lo Real. La noción de «interioridad», central para toda la argumentación de la obra, es un tanto ambigua: afirma la ubicuidad de la interioridad en la naturaleza, pero falta una delimitación más exacta de esa interioridad, que parece equipararse tanto a la consciencia como al psiquismo y al espíritu. Sobre la consciencia, escribe: "la consciencia, definida experimentalmente como el efecto específico de la complejidad organizada..." (pp. 364-365); afirma que la consciencia es efecto de la complejidad organizada, pero intercala que sólo se refiere a la definición "experimental". Como es frecuente este tipo de afirmaciones, y falta una delimitación clara de los distintos ámbitos de conocimiento (ciencias, filosofía de la naturaleza, metafísica, poesía, predicción histórica), es fácil que surjan equívocos.

A esto se añade que, cuando se refiere al nivel humano y al futuro de la humanidad (es la parte final, muy amplia, de la obra), el estilo se hace cada vez más etéreo y apasionado, porque el autor propone unas especulaciones de amplio alcance cuyo valor es difícil de determinar: desde luego, no son ciencia en el sentido habitual, pero tampoco son filosofía en sentido estricto, e incluyen fuertes dosis de una especie de misticismo, poesía y profecía. Al hablar de la convergencia de la humanidad hacia el Punto Omega, parece claro que el autor está proponiendo una especulación cuasicientífica que se basa deliberadamente en las ideas cristianas.

Con razón advierte los límites de la ciencia centrada en lo "exterior" y subraya la existencia, en toda la naturaleza, de dimensiones "interiores": el paralelismo entre ambos aspectos es el eje de la obra; pero parece presentar sus reflexiones como ciencia, afirmando que la verdadera ciencia deberá acabar por incluir ese tipo de reflexiones, lo cual es dudoso: más bien parece situarse en el ámbito de la filosofía de la naturaleza, pero subraya de tal modo que no se ocupa de lo ontológico, de las causas, de la metafísica, que no parece advertir la existencia de un espacio epistemológico —el de la filosofía de la naturaleza— que es el propio de sus reflexiones.

Parece tener una idea muy personal de lo que es y será en el futuro la ciencia: "Ha llegado el momento de darse cuenta de que toda interpretación, incluso positivista, del Universo debe, para ser satisfactoria, abarcar tanto el interior como el exterior de las cosas —lo mismo el Espíritu que la Materia—. La verdadera Física será aquella que llegue algún día a integrar al Hombre total dentro de una representación coherente del mundo" (pp. 48-49). Parece que esa "verdadera Física" sería más bien una filosofía de la naturaleza y del hombre, pero lo que de ella se dice parece dar entender que la Física misma deberá transformarse radicalmente, cosa que no está nada clara

3. Las ideas centrales de la obra se presentan como si estuvieran probadas por los argumentos que se exponen, pero en realidad esos argumentos no son concluyentes.

El autor parece ser consciente de esta debilidad, cuando afirma que presenta hipótesis, formulaciones tentativas que sólo indican una dirección. Pero, por otra parte, las presenta con una fuerza, entusiasmo y convicción, que no parecen corresponder a esas cautelas metodológicas.

a) Imprecisión de la noción de interioridad.

El propio autor la reconoce. Pero, como se trata del eje argumentativo de la obra, los razonamientos que la utilizan (son continuos y forman la parte principal de la obra) quedan bastante debilitados.

b) Debilidad de las pruebas sobre la evolución ascendente.

No está claro sobre qué bases puede afirmarse que existe en la evolución una direccionalidad necesaria ascendente. El autor argumenta tomando como base la organización del sistema nervioso y la cerebralización como criterio: pero parece un argumento típico «post hoc ergo propter hoc». De hecho, muchos autores actuales critican las ideas del autor sobre la evolución necesariamente ascendente y la ortogénesis.

c) La proyección hacia el futuro es muy «especulativa».

Se trata de la conclusión de la obra, y parte muy importante de ella. Se trata de ideas sugestivas, pero al mismo tiempo muy especulativas. Afectan a todo lo relativo al «Punto Omega» y al futuro de la humanidad.

VALORACIÓN DOCTRINAL

1. La intención de la obra, tal como queda reflejada en el texto, es positiva, y muchas de sus conclusiones también lo son.

Frente a quienes presentan al hombre como un puro resultado del azar evolutivo y critican la postura contraria acusándola de antropocentrismo ilegítimo, defiende un antropocentrismo equilibrado (en el Prólogo: pp. 43-49).

Afirma que sólo el cristianismo es capaz de integrar la nueva situación teórica y práctica en que nos encontramos.

Las ideas acerca de la evolución ascendente, centrada esencialmente en torno al espíritu, son positivas en su intención. Incluso podría lamentarse que los argumentos que las apoyan no sean sólidos, porque se trata de un punto clave en la actualidad.

2. El autor pretende expresamente salvar los puntos doctrinales que podrían resultar conflictivos.

Ya se ha señalado que el autor afirma clara y expresamente que el ámbito de sus reflexiones se limita a lo fenoménico, y que cuando trata acerca de los aspectos doctrinales más delicados, señala expresamente también cómo sus reflexiones dejan lugar para lo que exige la doctrina católica.

Así lo hace con respecto al origen del espíritu humano (pp. 205-206, nota 3: cfr. texto recogido en 6.4.b).

Con respecto al monogenismo, afirma: "El Hombre entró sin ruido... Desde el punto de vista de la Ciencia, pues, que, desde lejos, no puede aprehender más que los conjuntos, el 'primer hombre' es ya y no puede ser otra cosa que una multitud y su juventud se desarrolló durante miles y miles de años" (pp. 225-226). Y aquí añade, en la nota 5: "He aquí por qué parece escapar a la Ciencia como tal el problema del monogenismo en el sentido estricto... Dadas las profundidades del Tiempo en que se coloca la hominización, es indudable que la presencia y los movimientos de una pareja única son absolutamente inaprehensibles a nuestra directa mirada y en cualquier momento. De tal manera que se puede afirmar que existe un lugar, en este intervalo, para todo aquello que viniera a exigirnos una fuente transexperimental del conocimiento".

Con respecto a la trascendencia divina, varias veces alude al posible peligro de panteísmo, afirmando explícitamente el carácter personal y trascendente de Dios: siempre señala que la convergencia hacia el Punto Omega no elimina la personalidad individual de cada hombre, sino que la potencia, y que tampoco implica ninguna especie de disolución de la divinidad.

Para salir al paso de posibles confusiones de su posición con algunas ideas marxistas y panteístas, el autor se refiere expresamente, de modo crítico, al colectivismo marxista (p. 315) y al panteísmo (pp. 316-317), que significan la desaparición de los individuos.

En el "Resumen o Postfacio" se defiende de los posibles equívocos con respecto al lugar de la libertad y, por tanto, de un posible fracaso del mundo; a las relaciones entre espíritu y materia; y a la distinción entre Dios y el mundo (pp. 371-374).

3. No se encuentran, en esta obra, afirmaciones explícitas que sean incompatibles con la doctrina católica.

Lo que en esta obra se dice sugiere más bien que el autor sostiene ideas positivas y que los posibles equívocos podrían ser eliminados con una cierta dosis de buena voluntad.

4. Sin embargo, debido al planteamiento de la obra, a la ambición y generalidad de las tesis que se sostienen, así como a la falta de rigor metodológico, es fácil que se planteen dificultades y equívocos.

Aunque se acepte, tal como lo dice el autor, que la obra se sitúa en un plano puramente fenoménico, y aunque en los puntos claves el autor incluya algunas aclaraciones, una adecuada clarificación de los problemas exigiría reflexiones filosóficas más profundas que no se encuentran en la obra.

Pueden surgir equívocos debido a que el autor defiende apasionadamente una cosmovisión evolucionista y, aunque señala expresamente en varios puntos claves que se limita a un nivel compatible con la metafísica y la teología, se trata sólo de alusiones esporádicas que quedan bastante marginales con respecto al hilo de la obra.

Por ejemplo, en p. 65 se habla de "la génesis del Espíritu"; en pp. 73-74, nota 3, se incluye una cita de J.B.S. Haldane que puede inducir a equívocos. El autor introduce expresamente en diferentes lugares las matizaciones oportunas, pero debe hacerlo precisamente porque su modo de expresarse podría inducir a equívocos.

Se dice, sin añadir matizaciones o explicaciones, que todo está sometido a la evolución: "La Evolución, ¿una teoría, un sistema, una hipótesis? De ninguna manera, mucho más que esto: una condición general a la cual deben doblegarse y, además, para ser posibles y verdaderas, todas las teorías, todas las hipótesis, todos los sistemas".

De paso, el autor habla de la adopción de la «eugenesia» como algo conveniente y proporcionado al avance científico actual. La alusión es sólo genérica, pero puede desconcertar según como se interprete: "Se ha dicho que deberíamos enrojecer al comparar nuestra Humanidad, tan llena de sujetos endebles, con esas sociedades animales... Es cierto que hasta ahora hemos dejado crecer nuestra raza al azar y hemos reflexionado de manera insuficiente sobre el problema de saber por medio de qué procedimientos terapéuticos y morales es necesario, si las suprimimos, reemplazar las fuerzas brutales de la selección natural. Es indispensable que en el curso de los siglos venideros se descubra y se desarrolle, a la medida de nuestras personas, una forma de eugenismo noblemente humana" (pp. 341-342: las cursivas son del libro).

Como el autor propone especulaciones muy personales, que no siempre son rigurosas y que no van acompañadas de una clarificación paralela de los aspectos doctrinales, quien no posea una sólida formación doctrinal puede verse envuelto en un tipo de problemas y soluciones que pueden producir desconcierto.

EXPOSICIÓN MÁS DETALLADA DE ALGUNOS ASPECTOS

Se recogen en este apartado algunas citas a propósito de los temas principales tratados en la obra, sin comentarios críticos, con el fin de que se pueda advertir más en concreto cuáles son las ideas que sostiene el autor y cómo las expone.

1. La evolución.

a) La evolución es un hecho definitivamente establecido.

En las pp. 168-171, defiende el hecho de la evolución, como algo definitivamente adquirido, a pesar de las incertidumbres en torno a los mecanismos.

b) La evolución sigue una dirección ascendente, y en su desarrollo aparecen, de modo necesario, novedades radicales.

p. 107: " Ningún cambio profundo puede producirse en la Naturaleza sin un largo período de maduración. Como contrapartida, una vez aceptado un tal período, es fatal que se produzca lo completamente nuevo".

p. 185: "resultaba inevitablemente esperado un acontecimiento de orden nuevo, una metamorfosis... Ahora habremos de señalar los primeros síntomas de ese gran fenómeno terrestre que culmina en el Hombre".

c) Se afirma la «ortogénesis» (direccionalidad ascendente de la evolución) como tesis central.

p. 171 (nota 29), después de afirmar el hecho de la evolución como definitivamente establecido: "Todo cuanto podemos lamentar aquí (no sin extrañeza) es que, a pesar de la claridad de los hechos, no exista todavía unanimidad en reconocer que la 'galaxia' de las formas vivas dibuja (tal como se admite en estas páginas) un vasto movimiento 'ortogenético' de enrollamiento sobre una siempre mayor complejidad y consciencia".

Intenta fundamentar la ortogénesis (en el cap. III de la parte II: pp. 173-195), examinando el aspecto «interior» de la evolución.

p. 173: "Todos los investigadores, decía yo, están hoy de acuerdo acerca del hecho general de la existencia de una evolución. Por lo que respecta a la cuestión de saber si esta evolución está dirigida, la cosa cambia. Preguntad en la actualidad a un biólogo si admite que la vida vaya hacia algo al filo de sus transformaciones; nueve veces sobre diez os responderá: 'No', e incluso de una manera apasionada".

La dificultad consiste en encontrar una escala para apreciar el valor ascendente de las construcciones naturales. En p. 174 propone su intención: "Quisiera hacer comprender aquí el porqué, dejando aparte cualquier antropocentrismo o cualquier antropomorfismo, creo ver la existencia de un sentido y de una línea de progreso en el seno de la Vida, sentido y línea tan perfectamente marcados, incluso, que su realidad, estoy convencido de ello, será admitida por la Ciencia del mañana".

En p. 175 afirma que, para resolver el problema, hay que volver a las relaciones entre lo exterior y lo interior. "La esencia de lo Real, decía, podría ser representada por lo que el Universo contiene, en un momento dado, de 'interioridad', y la Evolución en este caso no sería otra cosa, en el fondo, que el acrecentamiento continuo de esta Energía 'psíquica' o 'radial' en el curso de la Duración, bajo la Energía mecánica o 'tangencial', prácticamente constante a la escala de nuestra observación". Y ambas energías están enlazadas experimentalmente por "la ordenación a cuyos sucesivos progresos corresponden interiormente, según lo podemos verificar, un crecimiento y una profundización continuos de consciencia".

En pp. 175-176, sobre esa base, advierte que algunas organizaciones están orgánicamente asociadas a una variación positiva de psiquismo: tomando como referencia el sistema nervioso y la cerebralización, se establece de manera automática el orden buscado: en los Cordados-Mamíferos y en los Artrópodos-Insectos. Este criterio "da un sentido, y, por consiguiente, prueba que existe un sentido de la evolución. Esta será mi primera conclusión" (p. 178).

d) La evolución es un proceso de «ascensión de consciencia».

pp. 179— 185. Vista desde la perspectiva de lo interior, la evolución aparece como un movimiento de "ascensión de consciencia". "De Capa en Capa zoológica algo pasa y crece sin cesar, por sacudidas, en el mismo sentido. Y este algo es lo más físicamente esencial en el astro en que vivimos" (p. 180). Sin negar la perspectiva de los biólogos centrada en la exterioridad, "El 'ímpetu' del Mundo, traducido por el gran empuje de la consciencia, no puede hallar su primer manantial, no encuentra explicación a su marcha irreversiblemente tendida hacia más altos psiquismos, más que en la existencia de un principio interior al movimiento" (p. 182). No conocemos bien cómo sucede todo esto.

e) La evolución no se explica por el azar, aunque lo incluya: es básicamente un despliegue de fuerzas psicológicas.

En pp. 182-183, nota 1, afirma que su postura supone un anti-azar lamarckiano, que se da especialmente en los complejos mayores, y que es compatible con el azar darwiniano (lo utiliza, se complementa con él), que parece predominar en los vivientes pequeños. "Cuanto más me he enfrentado y he manejado este problema, tanto más se ha impuesto a mi espíritu la idea de que nos hallamos, en este caso, ante un efecto no ya de fuerzas externas, sino de psicología... A primera vista, la explicación hace pensar en las 'virtudes' escolásticas" (p. 184). Pero "Esencialmente sólo hay un acontecimiento en curso: la Gran Ortogénesis de todo cuanto vive hacia una mayor espontaneidad inmanente" (p. 184). Se trata de "una ascensión de savia interior germinando en un bosque de instintos consolidados. En lo más hondo de sí mismo, el mundo viviente está constituido por consciencia revestida de carne y hueso. De la Biosfera a la Especie, pues, todo no resulta ser más que una inmensa ramificación de psiquismo que se va buscando por entre las formas" (pp. 184-185). La Vida "corresponde a un proceso dirigido" (p. 185).

2. Interioridad y exterioridad.

a) Pan-psiquismo: todo lo natural posee alguna forma de consciencia.

pp. 72-73: "La conciencia aparece con evidencia en el hombre... y, por tanto, entrevista en este único relámpago, tiene una extensión cósmica.... Dado que en un punto determinado de ella misma la Trama del Universo posee una cara interna, resulta indiscutible que es bifaz por estructura, es decir, en toda región del espacio y del tiempo... coextensivo a su Exterior, existe un Interior de las Cosas".

p. 109: "Si en la larga cadena de los átomos, después de las moléculas, después aún de las megamoléculas, hemos colocado las oscuras y lejanas raíces de una actividad libre elemental, se debe explicar psíquicamente la revolución celular no como un inicio absoluto, sino como una metamorfosis".

b) Existen grados de interioridad, aunque es muy difícil explicar los inferiores al hombre.

p. 110: "¿Existen, pues, varias maneras de que un ser posea un Interior? En este punto, lo confieso, es difícil ser claro" (se refiere al psiquismo en el nivel celular, nivel en el que, dice, nos hemos de contentar con analogías lejanas). En cambio, más adelante, "en el caso del pensamiento, aparecerá posible, al primer golpe, una definición psíquica del 'punto crítico humano', porque el Paso de la Reflexión lleva en sí algo de radicalmente definitivo, y también porque para medirlo no tendremos más que leer en el fondo de nosotros mismos".

c) La interioridad es la perspectiva y el eje de toda la obra.

Es algo que se repite con frecuencia a lo largo de la obra. Por ejemplo, en pp. 199-200 (cuando comienza a tratar acerca del pensamiento): "Salto morfológico íntimo y al mismo tiempo increíble conmoción de las esferas de la Vida, toda la paradoja humana... Y, por consiguiente, evidencia absoluta de que en sus reconstrucciones del Mundo, la Ciencia desdeña un factor esencial, o por mejor decir, una dimensión entera del Universo. Conforme a la hipótesis general que nos guía desde el inicio de estas páginas... quisiera demostrar en esta nueva Parte consagrada al Pensamiento, que para asignar al Hombre su situación natural en el mundo experimental, es necesario y suficiente que hagamos entrar en juego el Interior al propio tiempo que el Exterior de las cosas ".

Se abunda en este aspecto a continuación, al tratar acerca de la "ley de complejidad-consciencia".

3. La ley de complejidad-consciencia.

a) Sentido e importancia de esta ley.

Afirma la correspondencia entre la complejidad de organización (síntesis material, exterioridad) y la perfección espiritual (consciencia, interioridad): "no son sino las dos caras o mitades entrelazadas de un mismo fenómeno" (p. 77); y advierte: "Todo el desarrollo posterior de este Ensayo no será otra cosa, en suma, que... aplicación, a todo lo largo del mismo, de la gran Ley de complejidad y de Consciencia"(p. 78).

La tesis del libro, en resumen, gira en torno a esa ley: "En efecto, reducida a su meollo más puro, la sustancia de las largas páginas que preceden, conduce por completo a la afirmación de que... (el Universo) se presenta ante nosotros, desde el punto de vista físico-químico, como en vías de enrollamiento orgánico sobre sí mismo (de lo más simple a lo más extremadamente complicado), y este enrollamiento particular de 'complejidad' se halla ligado experimentalmente a un aumento correlativo de interiorización, es decir, de psyché o consciencia" (p. 364).

La relación entre complejidad y consciencia es "experimentalmente irrefutable y conocida desde siempre dentro del estrecho dominio de nuestro planeta". Lo original del libro es "situar en el punto de partida la idea de que esta propiedad particular que poseen las sustancias terrestres... no es más que la expresión local de una deriva tan universal..." (p. 364): o sea. mostrar que esa ley es un caso particular de una ley general (p. 366: "dar a la Vida un valor de función universal de orden cósmico").

b) Se trata de integrar el dualismo espíritu-materia: la energía es esencialmente psíquica. pero se divide en un componente «tangencial» (físico) y otro «radial» (relacionado con la interioridad).

p. 79: "...las dificultades en las que aún nos hallamos para agrupar, dentro de una misma perspectiva racional, Espíritu y Materia... la necesidad urgente de tender un puente entre las dos orillas, física y moral, de nuestra existencia, si queremos que se animen mutuamente las dos facetas, espiritual y material, de nuestra actividad".

p. 82: "Para escapar a un dualismo de fondo imposible y anti-científico... yo propondría, pues, la siguiente representación que va a servir de telón de fondo a todo el resto de nuestros desarrollos. Admitimos que, esencialmente, cualquier energía es de naturaleza psíquica. Sin embargo, añadiremos que, en cada elemento particular, esta energía fundamental se divide en dos componentes distintos: una energía tangencial, que hace al elemento solidario de todos los elementos del mismo orden... y una energía radial, que le atrae, en la dirección de un estado cada vez más complejo y más centrado, hacia adelante". Al asociarse con otras partículas, se aumenta la complejidad interna y, por tanto, automáticamente su centreidad y su energía radial, y así sucesivamente. En nota advierte: "Sería necesario, indudablemente, distinguir dos especies de energía tangencial: una de radiación (máxima para los valores radiales muy pequeños, caso del átomo); otra de ordenación (únicamente sensible para los grandes valores radiales, caso de los seres vivos, del Hombre". Añade: "la energía tangencial representa la 'energía" a secas, habitualmente considerada por la Ciencia" (pp. 82-83).

c) La ley complejidad-consciencia explica los saltos cualitativos.

p. 110-111 (trata del origen del psiquismo a nivel celular): "es perfectamente concebible que sea posible un salto esencial entre dos estados o formas, incluso inferiores, de consciencia... Ya sea por ordenación de sus partes, ya sea por adquisición de una nueva dimensión, nada impide que el grado de interioridad propio de un elemento cósmico pueda variar hasta el punto de elevarse de manera brusca hasta un peldaño más alto. Ahora bien: que tal mutación psíquica haya debido precisamente acompañar al descubrimiento de la combinación celular, he aquí lo que resulta inmediatamente de la ley que hemos reconocido más atrás como reguladora del interior y del exterior de las Cosas en sus relaciones mutuas. Acrecentamiento del estado sintético de la Materia, y con ello, de manera correlativa, decíamos, aumento de la consciencia para el medio sintetizado. Transformación crítica en la ordenación íntima de los elementos —eso es lo que debemos añadir ahora—, y por ello, ipso facto, un cambio de naturaleza en el estadio de consciencia de las parcelas del Universo".

d) El universo está en proceso continuo de interiorización.

p. 89: "...el motivo sobre el cual se ha construido todo este libro: 'En el Mundo nada podría estallar un día como final a través de los diversos umbrales (por críticos que sean) traspasados sucesivamente por la Evolución, que no ha sido primero oscuramente primordial"'.

p. 365: "El Universo... se halla en su conjunto y en cada uno de sus puntos, en una continua tensión de repliegue orgánico sobre sí mismo, y, por tanto, de interiorización".

4. El hombre.

a) La naturaleza del hombre

pp. 201-202: Frente a la opinión de la mayoría de los "sabios", afirma que entre animal y hombre existe "No sólo simple cambio de grado, sino cambio de naturaleza, resultado de un cambio de estado", manifestado en la Reflexión, que "es el poder adquirido por una conciencia de replegarse sobre sí misma y de tomar posesión de sí misma como de un objeto...; no ya sólo conocer, sino conocerse; no ya sólo saber, sino saber que se sabe". Así existe por primera vez un "centro puntiforme" donde se enlazan las experiencias, y nace un nuevo mundo: abstracción, lógica, elección, invenciones, matemáticas, arte, ansiedades, amor... ("vida interior").

b) Origen del pensamiento.

En el origen del hombre, habla de "el poder adquirido por una conciencia de replegarse sobre sí misma" (p. 201), "transformación" (p. 201), "supercreación" y "renacimiento" (p. 202), "la Vida, por ser ascensión de consciencia, no podía continuar avanzando indefinidamente en su línea sin transformarse en profundidad" (p. 202), "se podría decir que toda forma de instinto tiende a convertirse en 'inteligencia', a su manera; pero sólo sobre la línea humana (por razones extrínsecas o intrínsecas) la operación ha tenido éxito al fin. El Hombre representaría, pues, llegado al estado de reflexión, una sola de las innumerables modalidades de consciencia ensayadas por la vida en el mundo animal" (p. 204 nota 1). En el paso al hombre se da "la conciencia, brotando, efervescente, en un espacio de relaciones y de representaciones supersensibles, y, simultáneamente, la consciencia, capaz de percibirse a sí misma en la simplicidad conjunta de sus facultades, todo ello por vez primera" (p. 205).

Al final de la cita anterior, se encuentra una nota que tiene gran importancia para situar el alcance de las afirmaciones anteriores: "¿Necesito repetir, una vez más, que me limito aquí al Fenómeno, es decir, a las relaciones experimentales entre Consciencia y Complejidad, sin prejuzgar en nada la acción de Causas más profundas que dirigen todo el juego? En virtud de las limitaciones impuestas a nuestro conocimiento sensible por el juego de las series temporo-espaciales, parece que sólo bajo las apariencias de un punto crítico nos es posible aprehender experimentalmente el paso huminizante (espiritualizante) de la Reflexión. Pero una vez sentado esto, nada impide al pensador espiritualista —por razones de orden superior y en un tiempo ulterior de su dialéctica— colocar, bajo el velo fenomenológico de una transformación revolucionaria, la operación 'creadora' y aquella 'intervención especial' que quiera (cf. 'Advertencia'). Que existan para nuestro espíritu planos diferentes y sucesivos de conocimientos, ¿no es éste precisamente un principio universalmente aceptado por el pensamiento cristiano en su interpretación teológica de la Realidad?" (pp. 205-206, nota 3).

c) En el origen del pensamiento existe, a la vez, continuidad y discontinuidad con respecto a los grados inferiores de consciencia.

p. 206: "Discontinuidad de continuidad. Tal es como se define y se presenta ante nosotros, en la teoría de su mecanismo, e igual que en la aparición primera de la Vida, el nacimiento del Pensamiento".

¿En qué se manifestó esa metamorfosis? "esta representación, de la cual estamos ávidos, quedará, probablemente para siempre, tan imposible para nuestro espíritu como el origen mismo de la Vida, y por las mismas razones..." (p. 207); "en puro rigor científico, nada nos impide suponer que la inteligencia ha podido (y aun incluso ha debido) ser tan poco perceptible exteriormente, en sus orígenes filéticos, como lo es todavía a nuestros ojos en cada recién nacido en el estadio ontogenético... Retengamos, pues, solamente, sin intentar representarnos lo que es inimaginable, que el acceso al Pensamiento representa un umbral, que debió ser franqueado de un solo paso" (p. 209).

d) Por encima de la Biosfera se encuentra la Noosfera.

Se trata de la esfera en la que predomina la inteligencia: pp. 219-222.

Ahí se centran los problemas humanos. El hombre se encuentra sumergido en el proceso general de la evolución, que sigue actuando en la Noosfera.

5. La nueva era de la humanidad

a) Nos encontramos en una nueva era, marcada por la conciencia de la evolución que todo lo atraviesa.

Desde el comienzo del Capítulo titulado "La Tierra moderna" (pp. 259 ss), el libro da un vuelco: se proyecta directamente sobre la humanidad actual y su futuro.

"Estamos pasando, en este mismo momento, por un cambio de Edad" (p. 260), marcada por el descubrimiento de la evolución: no se trata sólo de un conocimiento más amplio de las inmensidades del espacio y del tiempo, y de una teoría científica, sino de la conciencia de que todo está arrastrado por el flujo de la evolución, que es "una condición general a la cual deben doblegarse y, además, para ser posibles y verdaderas, todas las teorías, todas las hipótesis, todos los sistemas. Una luz esclareciendo todos los hechos, una curvatura a la cual deben amoldarse todos los rasgos: he aquí lo que es la Evolución. Desde hace siglo y medio está a punto de realizarse en nuestros espíritus el acontecimiento tal vez más prodigioso jamás registrado por la Historia: el acceso definitivo de la Conciencia hacia un cuadro de dimensiones nuevas, y como consecuencia, el nacimiento de un Universo completamente renovado" (p. 266).

Describe los grandes rasgos de la transformación actual, dando cierta sensación de un devenir impersonal imparable ("En la conciencia de cada uno de nosotros es la Evolución la que se percibe a sí misma al hacerse reflexiva": p. 268), en el que se pierden las distinciones entre lo natural y artificial, lo físico y lo moral, lo orgánico y lo jurídico (p. 269), y que muestra la estrecha relación entre la Biología y mil fenómenos sociales que incluyen la propagación de las doctrinas filosóficas y religiosas (p. 270). "El Fenómeno Social: culminación, que no atenuación del Fenómeno Biológico" (p. 271).

b) El futuro: la convergencia hacia el "Punto Omega".

Sobre esa base plantea "las exigencias del futuro": "en el porvenir existe para nosotros, bajo alguna forma, por lo menos colectiva, no ya una sobrevivencia, sino una sobrevida... para imaginar, descubrir y alcanzar una tal forma superior de existencia, no tenemos más que pensar y andar siempre más allá en aquellas direcciones por las que las líneas pasadas de la Evolución alcanzaron su máxima coherencia" (p. 284: así acaba la parte III y va a empezar la IV: "La sobrevida").

En la parte IV, expone su visión del futuro: una convergencia cada vez mayor de la humanidad, atraída por lo que denomina "Punto Omega", hacia la unidad y el amor. El "Punto Omega" tiene un carácter personal y trascendente. Al hablar en el "Apéndice" de "El Fenómeno Cristiano", intenta mostrar la coherencia de sus ideas con el puesto central de Cristo en el universo y en la historia.

CONCLUSIÓN

La obra tiene cierto interés para quien se ocupa de la filosofía de la naturaleza y de las ciencias, porque está centrada en torno a las relaciones entre «interioridad» y «exterioridad», que ocupan un lugar central en la interpretación de la ciencia y de la naturaleza, porque la idea de la evolución ascendente dirigida por el espíritu es muy citada como uno de los principales intentos cristianos para afrontar los problemas sugeridos por la evolución, y porque contiene la exposición de las principales ideas del autor acerca de la naturaleza y la evolución.

Parece que esta obra podría leerse sin grandes inconvenientes si se dispone de una formación sólida y se está al tanto de los posibles equívocos.

 

                                                                                                                 M.A. (1995)

 

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