VALLE INCLAN, Ramón María DEL

Sonata de primavera

Espasa-Calpe, Colección Austral, 13ª ed., Madrid 1934.

RESUMEN DEL ARGUMENTO POR PÁGINAS

pp. 9-10: El marqués de Bradomín recibe de Su Santidad el encargo de comunicar a Estéfano Gaetani, obispo de Betulia, el nombramiento de Cardenal.

pp. 11-12: Monseñor Gaetani agoniza. Junto al lecho acude Bradomín. Allí se encuentra también su cuñada, la Princesa Gaetani y sus cinco hijas.

pp. 13-15: La Princesa Gaetani le presenta a Bradomín a sus cinco hijas, con edades comprendidas entre 20 y 5 años. Bradomín presta atención al atractivo de María del Rosario, la hija mayor. El obispo desea hablar con Bradomín. La Princesa le comunica a Bradomín que su hija mayor desea ingresar en un convento.

pp. 16-18: Monseñor Gaetani desea que Bradomín traslade su confesión con demanda de perdón, a Su Santidad el Papa: había ambicionado ser Papa y deseado la muerte de éste.

pp. 19-21: Bradomín es conducido por un criado al Palacio de Gaetani. Se queda dormido y se despierta soñando con María del Rosario.

pp. 22-25: Bradomín contempla a las cinco hijas de la Princesa en medio de un jardín típicamente modernista. El obispo muere.

pp. 26-27: Duelo de la Princesa e hijas. Bradomín contempla atraído por la belleza a María del Rosario. Esta le desdeña. Un clérigo de la corte del obispo le hace notar que debe partir para informar a Su Santidad.

pp. 28-29: María del Rosario vela el cuerpo del obispo. Bradomín llega a la sala y se ofrece a acompañar a la hija mayor de la Princesa. En el trayecto —desatada la pasión— intenta besarla, pera ésta le rechaza. Cuando llegan al salón donde está la Princesa, Bradomín piensa: "sentía que en mi corazón se levantaba el amor, ardiente y trémulo como una llama mística. Todas mis pasiones se purificaban en aquel fuego" (29).

pp. 30-32: Bradomín escribe al Cardenal Camarlengo comunicándole la noticia. Vuelve a encontrarse con María del Rosario y se aviva la pasión hacia ella. De nuevo le desdeña pero una conversación entre su criado, Polonio, y la hija mayor de la Princesa, insinúa que ella también está enamorada de él.

pp. 33-34: Larga descripción del entierro de Estéfano Gaetani, con su significación —en el modernismo— de destacar la muerte.

pp. 35-37: Bradomín contempla a María del Rosario repartiendo limosnas. Realiza una breve semblanza y es presentada al lector como santa y princesa. Al final Bradomín exclama: "María Rosario fue el único amor de mi vida. Han pasado ya muchos años y al recordarla ahora todavía se llenan de lágrimas mis ojos áridos" (37).

pp. 38-40: Aunque Bradomín debe partir, la Princesa le pide que se quede y él accede "porque os adoro" (39), dice, refiriéndose a María del Rosario. Ésta es encargada de pedir —de parte de su madre— permiso a Su Santidad para dilatar la estancia. En la hija mayor de la Princesa se contraponen los sentidos (Valle-Inclán lo expresa en una palabra: ruborizarse) entre la decisión de profesar y la inclinación hacia Bradomín que le lleva a "ponerse encendida como una rosa" (38), cuando éste la mira.

pp. 41-42: Bradomín enamorado pasea —en la noche de luna— por un jardín. Todo el capítulo es muy representativo de las relaciones amor-naturaleza, típicamente modernistas. Cuando regresa a casa encuentra levantada a María del Rosario, que al verle huye. El llanto en que está inmersa, adquiere la significación de conflicto interior señalado en el capítulo anterior.

pp. 43-45: Le traen el hábito de carmelita a María del Rosario para que se lo pruebe. Cuando aparece con él en el salón, Bradomín "no pudo contener un grito de angustia" (45).

pp. 46-48: Polonio muestra a Bradomín el Paso de las Caídas, que ha de salir en procesión en Semana Santa.

pp. 49-51: Bradomín quiere "acercarse a María Rosario. Todo fue inútil: Ella adivinaba mis intenciones, y alejábase cautelosa" (49). Ella desaparece y Bradomín vuelve al "jardín nocturno" preguntándose "Qué siente ella por mi? (pues) yo la creía enamorada, y, sin embargo, mi corazón presentía no sé qué quimérica y confusa desventura" (50).

pp. 52-54: "Tentado por el diablo en achaques de amor, quién no ha pecado alguna vez?"(52) Al pasar por el corredor y ver a María del Rosario sola rezando en su cuarto, salta por la ventana. Ella al verle se desmaya y "al verla desmayada la cogí en brazos y la llevé a su lecho" (52). En la oscuridad "con los brazos extendidos camina en la oscuridad" y cuando, tal vez, su pasión le hubiera impulsado a mayores osadías, oye unos pasos y huye. En el jardín es apuñalado en un hombro por "un bergante (que) estaba bajo la protección de la Princesa" (54).

pp. 55-57: La Princesa está enterada del sucedido de la noche anterior. Bradomín se apercibe de ello, pero con osadía le dice que desea contarle cómo le han herido. La Princesa, primero no le hace caso, luego accede. Le comunica ésta que debe marcharse de allí, pero Bradomín resuelve quedarse, pues "el orgullo ha sido siempre mi mayor virtud" (57).

pp. 58-60: Un extraño capuchino se presenta a Bradomín para trasmitirle una misiva: acudir a la casa de una vieja y decidle "que estáis resuelto a recobrar el anillo y cuanto ha recibido con él" (59) (...) "persuadidla ofreciéndola doble dinero ..." (60). Cuando el capuchino se marcha Bradomín observa "con estupor, casi con miedo, (...) que en mi mano faltaba un anillo (...) No pude recordar dónde lo había perdido" (60).

pp. 61-63: Bradomín encuentra a María del Rosario leyendo un libro sobre la "Virgen María". Esta al verle se ruboriza —conflicto deber/amor—, pero en vez de huir espera al Marqués. Este le confiesa que tiene como libro de cabecera las Memorias de Casanova, comparándolas con cierta ironía con las Confesiones de S. Agustín. Aprovechando la ingenuidad de María del Rosario, que desconoce la figura de Casanova, Bradomín le recomienda que las lea pues aprendería mucho de ellas y le propone: "cuando estéis en el convento, no seréis mi amiga" (63). María del Rosario le rechaza y le avisa de que su "vida peligra... Salid hoy mismo" (63).

pp. 64-65: Bradomín acude a ver a la hechicera y le reclama su anillo. La vieja se niega a dárselo, cuando —para obtenerlo— el Marqués le ofrece el doble de dinero, ésta le dice: "nunca os hubiera hecho morir, pero os hubiera quitado la lozanía" (65) y, a continuación, pasa a un cuarto "con olor de azufre" (65). (Las fuerzas satánicas al estilo modernista se esconden tras la hechicera y el cuarto mágico del descrito olor de azufre).

pp. 66-67: En el cuarto mágico de la hechicera se encuentra el anillo que se lo habían llevado de allí para que realizara el sortilegio para "privaros de toda vuestra fuerza viril" (66). Bradomín le ofrece la suma prevista y ella le devuelve el anillo a la par que le ofrece, si le da más dinero, hacer "delirar por vuestros amores a la señora Princesa" (67). Bradomín se niega y se marcha.

pp. 68-70: Bradomín siente el rechazo de la Princesa, que le invita a marcharse. El se retira y cavila de forma obsesiva sobre la conducta a seguir y siente que su "voluntad era impotente para vencer la tentación de hacer alguna cosa audaz, irreparable. ¡Era aquello el vértigo de la perdición...! (69). Su espíritu se aquieta al contemplar el paso de una procesión.

pp. 71-72: De Roma, por escrito, llega la orden de partir. Bradomín se dispone a cumplirla de inmediato. Le regala el anillo a Polonio, que éste rehúsa mientras le grita: "con este anillo queréis embrujarme" (72) y le amenaza con delatarle al Santo Oficio.

pp. 73-75: Bradomín se despide de María del Rosario, que está enamorada de él pero firme en su convicción, y le pide un beso. Intenta seducirla y cuando más próxima parece a ceder (sin descripciones procaces), ella se separa de él y le dice "que todo es imposible" (74), a lo que Bradomín responde: "yo nunca esperé conseguir vuestro amor... ya sé que no lo merezco (...) os contemplo tan alta, tan lejos de mí, tan ideal (...) mi corazón agoniza sin esperanza (...) Este amor habrá sido para mi como un fuego purificador" (74). María Rosario tras dejarse abrazar (abrazo insinuado más que descrito) pide que le deje, "porque sois el Demonio" (75) (la tentación).

pp. 76-77: Mientras María del Rosario está llorosa y sonrojada entra en la habitación la hermana menor. Bradomín piensa de la hija de la Princesa: "aquellos ojos como no he visto otros hasta ahora, ni los espero ver ya, tuvieron para mí una mirada tímida y amante" (76). María del Rosario le pide que se marche porque "mañana entraré en el convento" (77), a lo que Bradomín responde: "quiero que mis ojos (...) lloren cuando os vistan el hábito (...); Quién sabe, si al veros sagrada por los votos, mi amor terreno no se convertirá en una devoción" (77).

pp. 78-80: María del Rosario claramente enamorada de Bradomín, pero fijamente decidida a ingresar en el convento porque "mi amor no es de este mundo" (79), le pide al Marqués su regreso a Roma, porque su vida allí peligra. Bradomín consciente del estado interior de la hija de la Princesa le dice: "vos me pertenecéis. Hasta la celda del convento os seguirá mi culto mundano. Solamente por vivir en vuestro recuerdo y en vuestras oraciones, moriría gustoso" (79). La hermana pequeña presencia la escena y en ella se refugia María del Rosario para resistir las seducciones de Bradomín, pero María Nieves, la pequeña, sentada en el alféizar de la ventana cae.

pp. 81-82: Bradomín recoge del suelo a la hermana muerta mientras María Rosario grita de modo obsesivo que fue Satanás quien empujó a su hermana. La novela acaba: "me contaron que ahora, al cabo de tantos años, ya repite sin pasión, sin duelo, con la monotonía de un viejo que reza: ¡Fue Satanás!"

VALORACIÓN DOCTRINAL

En mi opinión, en Sonata de primavera no existen descripciones procaces o pornográfica en las relaciones entre Bradomín y María Rosario. Las relaciones amorosas están viciadas por el carácter libertino del Marqués que "confieso (...) tengo predilección por aquellas otras que primero han sido grandes pecadoras" (30); por el carácter erótico (reducción del amor al instinto carnal referido en expresiones como: "cuantas veces os he visto en mis sueños pecadores" (40), en la referencia a Casanova (cfr. pp. 62), y a las proposiciones deshonestas (cfr. pp. 63). Frente a él, María Rosario, una joven honesta, sentimental, enamoradiza, firme en su decisión de ingresar en el convento, en continua lucha entre el deber y la fuerza de la pasión amorosa. Si se proyecta sobre el relato "la ideología modernista" y se lee entre líneas, puede entenderse que la caída por la ventana de la hermana pequeña de María Rosario (pp. 75) y el grito de ésta, "fue Satanás", representa el acto sexual, que el autor no menciona, ni insinúa.

Las ceremonias mágicas de la hechicera, en la línea esotérica tan del gusto modernista se describe en los siguientes términos:

"Siguió revolviendo en la ceniza y descubrió una figura de cera toda desnuda, acostada en el fondo del brasero. Aquel ídolo, esculpido sin duda por el mayordomo, tenía una grotesca semejanza conmigo. Mirándole, yo reía largamente, mientras la bruja rezongaba:

—¡Ahora os burláis!; Desgraciado de vos si hubiese bañado esa figura en sangre de mujer, según mi ciencia...! ¡Y más desgraciado cuando la hubiese fundido en las brasas...!" ( 66).

Me parece que los inconvenientes mas importantes no se derivan de aspectos formales (p. ej.: escenas escabrosas) sino del pensamiento que sustenta al modernismo, que asume Valle-Inclán y protagoniza el Marqués de Bradomín: negación de lo causal y de toda norma religiosa o social) que oprima; vida a expensas de los sentidos y, por tanto, cierto irracionalismo en las actuaciones; gusto por lo que pueda producir sensaciones nuevas, y con ello búsqueda de lo esotérico, lo mistérico; deseos de romper con la civilización anterior (en este sentido se interpretan los largos cortejos fúnebres de antepasados eminentes); decadentismo, melancolía en la conducta derivada de una concepción pesimista, determinista y aquejada del mal del "fin de siècle" de finales del XIX, y búsqueda del lenitivo en la belleza (jardines, noches de luna ...), en el placer (relaciones amorosas no-estables).

Nota: Los numeros entre paréntesis corresponden a las páginas de la edición manejada.

 

                                                                                                               J.G.L. (1988)

 

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