VARGAS LLOSA, Mario

El Pez en el agua. Memorias

Ed. Seix Barral, Bogotá 1993, 540 pp.

INTRODUCCIÓN

El Pez en el agua contiene, en capítulos alternos, las memorias de dos etapas decisivas de la vida de Mario Vargas Llosa: la comprendida entre fines de 1946, época de su infancia en que se le comunicó que su padre no había muerto, sino que estaba separado de su madre, y le fue presentado, y 1958, año

parte; y por otra, la campaña presidencial peruana que, tras la derrota electoral en la segunda vuelta ante Fujimori, concluye el 13 de junio de 1990 con otro viaje a Europa, que debe dar inicio, como antaño, a otra etapa de la vida del autor en la que la literatura pasa nuevamente a ocupar el lugar central" (contracarátula).

En este libro autobiográfico se aprecia con bastante precisión el perfil humano de Mario Vargas Llosa. En tanto que testimonio histórico del período que narra tiene las limitaciones de los escritos que se hacen en primera persona, con la carga de subjetividad que impide al escritor distanciarse en trasto de los hechos propios y ajenos, a fin de lograr una mejor apreciación de los sucesos. Más interesante resultan las 541 páginas del libro para entender a su autor, adentrándose en las métricas y en los rasgos que marcan su propia historia personal.

Mario Vargas Llosa es una figura importante en la narrativa hispanoamericana. Es reconocido también como intelectual que tiene especial resonancia en la opinión pública, cuyo pensamiento se suma a la creciente oleada neoliberal de estos tiempos. El Pez en el agua, en este sentido, además de ser otra de las piezas importantes de la narrativa, es un buen espejo que refleja las razones profundas que explican la orientación que han seguido sus novelas y da cuenta del peso específico de sus autor en los aciertos y desaciertos de su vida.

A continuación, se presenta un resumen secuencial de estas Memorias, recogiendo algunos párrafos significativos para la comprensión del perfil ético e intelectual de Mario Vargas Llosa. Los párrafos están precedidos de unas breves sumillas que pueden ser de ayuda para resaltar el contenido del texto. La frase en cursiva tiene esta misma finalidad.

CONTENIDO

I. ESE SEÑOR QUE ERA MI PAPÁ

1. "Pero la verdadera razón del fracaso matrimonial no fueron los celos, ni el mal carácter de mi padre, sino la enfermedad nacional por antonomasia, aquella que infesta todos los estratos y familias del país y en todos deja un relente que envenena la vida de los peruanos: el resentimiento y los complejos sociales. Porque Ernesto J. Vargas, pese a su blanca piel, sus ojos claros y su apuesta figura, pertenecía —o sintió siempre que pertenecía, lo que es lo mismo— a una familia socialmente inferior a la de su mujer." (p. 11).

2. "Es un grave error, cuando se habla de prejuicio racial y de prejuicio social, creer que éstos se ejercen sólo de arriba hacia abajo; paralelo al desprecio que manifiesta el blanco al cholo, al indio y al negro, existe el rencor del cholo al blanco y al indio y al negro, y cada uno de estos tres últimos a todos los otros, sentimientos, pulsiones o pasiones, que se emboscan detrás de las rivalidades políticas, ideológicas, profesionales, culturales y personales, según un proceso al que ni siquiera se puede llamar hipócrita, ya que rara vez es lúcido y desembozado." (p. 12).

3. Pero la lectura no me impedía los juegos y era capaz de invitar a toda mi clase a tomar el té a la casa, excesos que la abuelita Carmen y la Mamaé, a quienes si Dios y el cielo existen espero hayan premiado adecuadamente, soportaban sin chistar, preparando con afán los panes con mantequilla, los refrescos y el café con leche para todo ese enjambre. (p. 17)

II. LA PLAZA SAN MARTÍN

4. "Fueron las clases medias las que llenaron esas plazas. No los ricos, pues, en ese país misérrimo en que los malos gobiernos han vuelto al Perú, ellos no alcanzarían a llenar un teatro y acaso ni un salón. Y tampoco los pobres, campesinos o habitantes de los llamados pueblos jóvenes, que escuchaban el debate entre estatismo y libre empresa, como si no les concerniera. Esas clases medias —empleados, profesionales, técnicos, comerciantes, funcionarios, amas de casa, estudiantes-se encogían cada vez más." (p. 45)

5. PROGRAMA POLÍTICO DE MARIO VARGAS LLOSA: "El tema recurrente de mis tres discursos fue: no se sale de la pobreza redistribuyendo lo poco que existe sino creando más riqueza. Para ello hay que abrir mercados, estimular la competencia y la iniciativa individual, no combatir la propiedad privada sino extenderla al mayor número, desestatizar la mentalidad rentista, que lo espera todo del Estado, por una moderna que confíe a la sociedad civil y al mercado la responsabilidad de la vida económica." (pp. 45-46)

6. EL LIBERALISMO DE MARIO VARGAS LLOSA: "Así comenzó esta historia. Desde entonces, cada vez que me han preguntado por qué estuve dispuesto a dejar mi vocación de escritor por la política, he respondido: "Por una razón moral. Porque las circunstancias me pusieron en una situación de liderazgo en un momento crítico de la vida de mi país. Porque me pareció que se presentaba la oportunidad de hacer, con el apoyo de una mayoría, las reformas liberales que, desde comienzo de los años setenta, yo defendía en artículos y polémicas como necesarias para salvar al Perú". (p. 46)

7. NACIONALISMO: "No es fácil explicarlo, sin caer en el lugar común o la estupidez sensiblera. Aunque nací en el Perú ("por un accidente de la geografía", como dijo el Jefe del Ejército peruano, general Nicolás de Bari Hermoza, creyendo que me insultaba) mi vocación es de un cosmopolita y un apátrida, que siempre detestó el nacionalismo y que, desde joven, creyó que, si no había manera de disolver las fronteras y sacudirse la etiqueta de una nacionalidad, ésta debería ser elegida, no impuesta. Detesto el nacionalismo, que me parece una de las aberraciones humanas que más sangre ha hecho correr y también sé que el patriotismo, como escribió el doctor Johnson, puede ser el "el último refugio del canalla". (p. 47)

8. MERCADO LIBERAL: "Uno de los mitos más dañinos de nuestro tiempo es el que los países pobres lo son por una conspiración de los países ricos, que se las arreglan para mantenerlos en el subdesarrollo a fin de explotarlos. No hay mejor filosofía para eternizar en el atraso. Porque aquella teoría es, ahora, falsa. En el pasado, cierto, la prosperidad dependía casi exclusivamente de la geografía y de la fuerza. Pero la internacionalización de la vida moderna —de los mercados, de las técnicas, de los capitales— permite a cualquier país, aun al más pequeño y menos dotado de recursos, si se abre al mundo y organiza su economía en función de la competencia, un crecimiento rápido."(p. 49)

III. LIMA LA HORRIBLE

9. RELACIÓN CONFLICTIVA CON SU PAPÁ: "Entonces, junto con el terror, me inspiró odio. La palabra es dura y así me lo parece también, entonces, y de pronto, en las noches, cuando, encogido en mi cama oyéndolo gritar e insultar a mi madre, deseaba que le sobreviniera todas las desgracias del mundo —que, por ejemplo, un día, el tío Juan, el tío Lucho, el tío Pedro y el tío Jorge lo emboscaran y le dieran una paliza-me llenaba de espanto, porque odiar a su propio padre tenía que ser un pecado mortal, por el que Dios me castigaría." (p. 54)

10. "Cuando me pegaba, yo perdía totalmente los papeles, y el terror me hacía muchas veces humillarme ante él y pedirle perdón con las manos juntas. Pero ni eso lo calmaba. Y seguía golpeando, vociferando y amenazándome con meterme al Ejército de soldado raso apenas tuviera edad reglamentaria, para que me pusieran en vereda." (p. 56)

11. ATEÍSMO JUVENIL: "A partir de entonces, de una manera gradual, fui dejando de interesarme en la religión y en Dios. Seguía yendo a misa, confesándome y comulgando, e incluso rezando por las noches, pero de una manera cada vez más mecánica, sin participar en lo que hacía, y, en la misa obligatoria del colegio, pensando en otra cosa, hasta que un día me di cuentas de que ya no creía. Me había vuelto un descreído. No me atrevía decírselo a nadie, pero, a solas, me lo decía, sin vergüenza y sin temor. Sólo en 1950, al entrar al Colegio Militar Leoncio Prado, me atrevía a desafiar a la gente que me rodeaba con el exabrupto: "Yo no creo, soy un ateo". (p. 76)

IV. EL FRENTE DEMOCRÁTICO

12. VIEJA POLÍTICA: La mala imagen de los viejos políticos se puede borrar con un plan de reformas profundas que no tendrán nada que ver con el populismo de AP ni el conservadurismo del PPC, sino con un liberalismo radical nunca antes postulado en el Perú. Son estas ideas las que darán novedad y frescura al Frente. (p. 83)

13. IRRACIONALISMO POLÍTICO: Votaron, como se vota en una democracia subdesarrollada, y, a veces, en las avanzadas, por imágenes, mitos, pálpitos, o por oscuros sentimientos y resentimientos sin mayor nexo con la razón. (p. 84)

14. LA DERROTA DEL FRENTE: La vinculación con AP y PPC no fue la razón principal de la derrota en las elecciones. Esta se debió a varios factores y, sin duda, yo tuve mucha responsabilidad en el fracaso, por centrar toda la campaña en la defensa de un programa de gobierno, descuidar los aspectos exclusivamente políticos, denotar intransigencia y mantener, de principio a fin, una transparencia de propósitos que me volvió vulnerable a los ataques y a las operaciones de descrédito y que asustó a muchos de mis iniciales partidarios. Pero la alianza con quienes habían gobernado entre 1980 y 1985 contribuyó a que la confianza popular en el Frente —que existió a lo largo de casi toda la campaña— fuera precaria y, en un momento dado, se eclipsara. (p. 85)

15. PODER E IDEALES: "Ya metido en la candela, en esas reuniones tripartitas hice un descubrimiento deprimente. La política real y no aquella que se lee y escribe, se piensa y se imagina —la única que yo conocía—, sino la que se vive y practica día a día, tiene poco que ver con las ideas, los valores y la imaginación, con las visiones teleológicas —la sociedad ideal que quisiéramos construir— y, para decirlo con crudeza,con la generosidad, la solidaridad y el idealismo. Está hecha exclusivamente de maniobras, intrigas, conspiraciones, pactos, paranoias, traiciones, mucho cálculo, no poco cinismo y toda clase de malabares. Porque al político profesional, sea de centro, de izquierda o de derecha, lo que en verdad lo moviliza, excita, mantiene en actividad es el poder: llegar a él, quedarse en él o volver a ocuparlo cuanto antes." (p. 90)

16. RECHAZO AL PODER: "Era mi caso. El poder me inspiró desconfianza, incluso en mi juventud revolucionaria. Y siempre me pareció una de las funciones más importantes de mi vocación, la literatura, ser una forma de resistencia al poder, una actividad desde la cual todos los poderes podían ser permanentemente cuestionados, ya que la buena literatura muestra las insuficiencias de la vida, la limitación de todo poder para colmar las aspiraciones humanas. Era esta desconfianza hacia el poder, además de mi alergia biológica a cualquier forma de dictadura, lo que, a partir de los años setenta, me había hecho atractivo el pensamiento liberal de un Raymond Aron, un Popper y de un Hayek, de Friedman o de Nozik, empeñado en defender al individuo contra el Estado, en descentralizar el poder pulverizándolo en poderes particulares que se contrapesen unos a otros y en transferir a la sociedad civil las responsabilidades económicas, sociales e institucionales en vez de concentrarlas en la cúpula." (pp. 90-91)

17. FREDEMO: "El Frente Democrático no llegó a ser una fuerza coherente e integrada, en la que el objetivo común prevaleciera sobre los intereses de los partidos que lo formaban. Sólo en la segunda vuelta, luego de la gran sorpresa —el elevadísimo porcentaje alcanzado por el desconocido Alberto Fujimori y la certidumbre de que en la elección final el voto aprista e izquierdista lo apoyaría—, hubo un sobresalto que acercó a militantes y dirigentes y los indujo a cooperar sin la mezquindad partidista que predominó hasta el 10 de abril de 1990." (p. 92)

V. EL CADETE DE LA SUERTE

18. TRISTEZAS, LECTURAS: "Aunque, ninguno de los apodos que yo tuve fue el de "loco"; me decían Bugs Bunny, El Conejo de la Suerte, o Flaco; pues lo era, y a veces Poeta, porque escribía y, sobre todo, porque me pasaba el día, y a veces la noche, leyendo. Creo que nunca leí tanto y con tanta pasión como en esos años leonciopradinos." (p. 114)

19. "En las salidas, compraba libros y mis tíos me tenían lista alguna nueva provisión para traerme al colegio. Cuando comenzaba a caer la noche del domingo e iba acercándose la hora de cambiar las ropas de civil por el uniforme para volver al internado, todo comenzaba a malograrse: la película se volvía fea, el partido soso, las casas, los parques y le cielo se entristecían. Surgía un difuso malestar en el cuerpo. A esos años debo el odio al tardecer y la noche del domingo. Recuerdo muchos libros que leí en esos años —Los Miserables, por ejemplo, de efecto imperecedero—, pero el autor al que más agradecido le estoy es Alejandro Dumas. Casi todo él estaba en las ediciones amarillas de la editorial Tor o en la de cartulinas oscuras, con solapa, de Sopena: El Conde de Montecristo, Memorias de un médico, El collar de la reina, Angel Pitou, y la serie larguísima de los mosqueteros que terminaba con los tres volúmenes de El Vizconde de Bragelonne." (pp. 115-116)

VI. RELIGIÓN, MUNICIPIOS

20. DESCONOCIMIENTO DE LA DOCTRINA SOCIAL: "En otras ocasiones, y siempre con sus finísimas maneras, don Ernesto me había hecho llegar las encíclicas de la Iglesia sobre el tema social, y sus propios escritos. Aunque dichos textos solían provocar en mí más reticencias que entusiasmo —la teoría Social Cristiana de la supletoriedad, además de un trabalenguas, siempre me pareció una puerta por la que podía filtrarse, de contrabando, un encubierto control de toda la vida económica—, estas iniciativas de don Ernesto me causaron una grata impresión. He aquí, entre los políticos peruanos, alguien desinteresado en ideas y doctrinas, que entendía la política como hecho cultural." (p. 126)

21. RELIGIÓN: "El no ser un creyente fue motivo de preocupación, acaso de angustia, para los católicos que me apoyaban, en el Movimiento Libertad y en el Partido Popular Cristiano, sobre todo aquellos que no eran, como la mayoría de los que yo conocía, creyentes rutinarios, laxos, puramente sociales, sino que se esforzaban por vivir en coherencia con los dictados de su fe. Conozco pocos católicos de esta índole y don Ernesto Alayza Grundy es uno de ellos." (pp. 126-127)

22. AGNOSTICISMO Y SUBJETIVISMO ÉTICO: Al comenzar mi actividad política, adelantándome a lo que, era evidente, mis adversarios tratarían de explotar a fondo en los meses y años siguientes, expliqué en una entrevista con César Hildebrandt que yo no era creyente, tampoco un ateo, sino un agnóstico, pero que no discutiría en la campaña sobre religión. Pues las creencias religiosas, como las amistades, la vida sexual y sentimental pertenecen al dominio de lo privado, deben ser rigurosamente respetadas y en ningún caso convertidas en materia de debate público. Precisé también que, como era obvio, quien gobernase el Perú, cualesquiera que fuesen sus convicciones, debía ser consciente de que la gran mayoría de peruanos eran católicos, y actuar con el debido respeto para con esos sentimientos. (p. 127)

23. NO INSTRUMENTALIZACIÓN DE LA RELIGIÓN: Es cierto que, en coherencia con lo que postulábamos sobre el respeto a la privacidad, nunca discutimos en el Movimiento Libertad asuntos religiosos. Tampoco salió alguno de mis amigos a hacer públicamente su condición de católico para contrarrestar los ataques: eran, ya lo he dicho, creyentes que trataban de vivir de acuerdo a sus creencias, para quienes no eran concebible traficar con la fe ni para atacar al adversario ni para promoverse a sí mismos. (p. 129)

VII. PERIODISMO Y BOHEMIA

24. SARTRE EN LA FORMACIÓN INTELECTUAL DE M.V.LL.: Mi educación literaria debe a Carlitos Ney más que a todos mis profesores de colegio y que a la mayoría de los que tuve en la universidad. Gracias a él conocí algunos de los libros y autores que marcarían con fuego mi juventud —como el Malraux de La condición humana y La esperanza, los novelistas norteamericanos, de la generación perdida, y sobre todo, Sartre, de quien, una tarde, me regaló los cuentos de El muro, en la edición de Losada prologada por Guillermo de Torre. A partir de este libro iniciaría una relación con la obra y el pensamiento de Sartre que tendría un efecto decisivo en mi vocación. (p. 147)

VIII. EL MOVIMIENTO LIBERTAD

25. LIBERTAD: "La libertad había que entenderla como indivisible, en lo político y en lo económico. El Movimiento Libertad debía ganar para estas ideas un mandato electoral que nos permitiera materializarlas en un régimen civil y democrático. Una gran reforma liberal era posible en democracia, a condición de que una mayoría votara por ella. Por eso era imprescindible ser transparentes, explicando lo que queríamos hacer y su precio." (p. 160)

26. SERVILISMO, CACIQUES: "Lidiar con los caciques, servirme de los caciques, fue algo que nunca supe hacer. El disgusto que me producían, ellos, que representaban a nivel provinciano, todo lo que no hubiera querido que no fuera la política en el Perú, sin duda me lo leían en la cara. Pero ello no impidió que en muchas provincias los comités del Movimiento Libertad cayeran en manos de caciques. ¿Cómo algo tan visceralmente incorporado a nuestra idiosincrasia?" (pp. 164-165)

27. CORRUPCIÓN: "Yo me había prometido acabar con ese epifenómeno del subdesarrollo peruano. Porque sin la moralización del poder la democracia no sobreviviría en el Perú o seguiría siendo una caricatura. Y por una razón más personal: los pillos y la pillería asociada a la política me dan náuseas. Es una debilidad humana con la que no soy tolerante. Robar desde el gobierno en un país pobre, donde la democracia está en pañales, siempre me ha parecido un agravante del delito. Nada desprestigia y trabaja tanto por el desplome de la democracia como la corrupción. Algo en mí se subleva desmedidamente frente a esa utilización delictuosa del poder obtenido con los votos de gente ingenua y esperanzada, para enriquecer a los compinches. También por eso mi oposición a Alan García fue tan dura: porque con él en el poder la pillería se generalizó en el Perú a extremos del vértigo." (p. 169)

28. RAZÓN Y DISCURSO vs. EMOTISMO POLÍTICO: "La lógica, el orden racional, la coherencia, la conciencia crítica de lo que está diciendo es un estorbo para lograr aquel efecto, que se consigue sobre todo con imágenes y metáforas impresionistas, latiguillos, figuras y desplantes. El buen orador político latinoamericano está más cerca de un torero o de un cantante de rock que de un conferencista o un profesor: su comunicación con el público pasa por el instinto, la emoción, el sentimiento, antes que por la inteligencia." (pp. 172-173)

29. IDEAS Y EMOCIONES: Pero no tuve mucho éxito en ninguna de las dos cosas. Porque los peruanos no votaron por ideas en las elecciones y porque, a pesar de mis prevenciones, muchas veces noté —sobre todo cuando la fatiga me vencía— que, de pronto, resbalaba también por el latiguillo o el exabrupto para arrancar el aplauso. (p. 173)

IX. EL TÍO LUCHO

30. EL TÍO LUCHO Y EL VOLUNTARISMO EXISTENCIAL: Él solía recitármelo, a la vez que me animaba a seguir mis inclinaciones literarias sin pensar en las consecuencias, porque —es una lección que aprendí y que he tratado de transmitir a mis hijos— la peor desgracia para un hombre es pasarse la vida haciendo cosas que no le gustan en vez de las que hubiera querido hacer. (pp. 185-186)

31. EROTISMO: Mi generación vivió el canto del cisne del burdel, enterró a esa institución que iría extinguiéndose a medida que las costumbres sexuales se distendían, se descubría la píldora, pasaba a ser obsoleto el mito de la virginidad y los muchachos comenzaban a hacer el amor con sus enamoradas. La banalización del sexo que eso trajo consigo es, según psicólogos y sexólogos, muy saludable para la sociedad, la que, de este modo, se desahoga de abundantes represiones neuróticas. Pero ha significado, también, la trivialización del acto sexual y la extinción de una fuente privilegiada de placer para el ser humano contemporáneo. Despojado de misterio y de los tabúes religiosos y morales seculares, así como de los elaborados ritos que rodeaban su práctica, el amor físico ha pasado a ser para las nuevas generaciones lo más natural del mundo, una gimnasia, un pasajero entretenimiento, algo muy distinto de ese misterio central de la vida, de ese acercarse a través de él a las puertas del cielo y del infierno que fue todavía para mi generación. El burdel era el templo de aquella clandestina religión, donde uno iba a oficiar un rito excitante y arriesgado, a vivir, por unas pocas horas, una vida aparte. (pp. 191-192)

X. VIDA PÚBLICA

32. POPPER Y OTRAS LECTURAS: "Así, releí algunas novelas queridísimas, como La condición humana, de Malraux, Moby Dick de Melville, Luz de agosto, de Faulkner y los cuentos de Borges. Un poco asustado al descubrir lo poco de intelectual —de inteligente— del quehacer político cotidiano, me impuse lecturas difíciles, que me obligaran a leer rumiando y tomando apuntes. Desde que en 1980 cayó en mis manos La sociedad abierta y sus enemigos, me había prometido estudiar a Popper. Lo hice en esos tres años, cada día temprano en la mañana, antes de salir a correr, cuando empezaba a clarear y la quietud de la casa me recordaba la era prepolítica de mi vida." (p. 211)

33. PAÍS PLURAL: "El Perú no es un país, sino varios, conviviendo en la desconfianza y la ignorancia recíprocas, en el resentimiento y el prejuicio, en un torbellino de violencias. De violencias en plural: la del terror político y la del narcotráfico; la de la delincuencia común, que, con el empobrecimiento y el desplome de la limitada legalidad estaba barbarizando cada vez más la vida diaria, y, desde luego, la llamada violencia estructural: la discriminación, la falta de oportunidades, el desempleo y los salarios de hambre de vastos sectores de la población." (pp. 212-213)

34. EL SUBDESARROLLO: "Un país siempre puede estar peor. Para el subdesarrollo no hay fondo". En los últimos treinta años el Perú había estado haciendo todo lo necesario para que hubiera cada vez más pobres y para que sus pobres se empobrecieran más. ¿No era evidente, ante esos peruanos que se morían de hambre, en esa cordillera con el potencial minero más rico del continente, de la que salieron el oro y la plata gracias a los cuales el nombre del Perú fue sinónimo de munificencia, que la política debía orientarse a atraer inversiones, abrir, activar el comercio, revalorizar las tierras, desarrollar la minería, la agricultura, la ganadería?. (p. 217)

35. POSICIÓN LIBERAL FRENTE A LAS POLÍTICAS REDISTRIBUTIVAS: "El principio de la redistribución de la riqueza tiene una fuerza moral indiscutible, pero impide ver a sus propugnadores que ella no favorece la justicia si las políticas que inspira paralizan la producción, desalientan la iniciativa y ahuyentan las inversiones. Es decir, si se traducen en el caso de los Andes, la miseria, como hacía Alan García, no alimenta a quienes enfrentan el problema en términos de vida o muerte." (p. 218)

36. CRÍTICA LIBERAL A LAS ECONOMÍAS IGUALITARIAS: "Pero las economías igualitaristas basadas en la solidaridad nunca han sacado a un país de la pobreza; siempre lo han empobrecido más. Y, a menudo, han recortado o hecho desaparecer las libertades, ya que el igualitarismo exige una planificación rígida, que comienza siendo económica y se va extendiendo al resto de la vida. De allí resultan una ineficiencia, una corrupción y unos privilegios para quien gobierna que contradicen la noción misma de igualdad. Los contados casos de despegue económico en el Tercer Mundo han seguido, todos, la receta del mercado." (p. 219)

XI. CAMARADA ALBERTO

37. AÑOS 1953-1954: ÉPOCA EN LA UNIVERSIDAD DE SAN MARCOS: "Pero la atmósfera y el funcionamiento de la universidad no eran creativos ni exigentes. Había un desmoronamiento anímico e intelectual, todavía discreto, aunque generalizado; los profesores faltaban una clase sí y otra no, y junto a algunos competentes, otros eran de una mediocridad anestésica. Antes de entrar a la Facultad de Derecho y a la doctoral de Literatura, había que hacer dos años de estudios generales, en los que uno seleccionaba varios cursos electivos. Todos los que yo elegí fueron de literatura." (p. 235)

38. EMPIEZA EL MARXISMO: "Desde que Félix se unió a nosotros los demás temas quedaron relegados a un lugar secundario y la política —o más bien, el socialismo y la revolución-fue el centro de nuestras conversaciones. Charlábamos en los patios de San Marcos —instalada todavía en la vieja casona del Parque Universitario, pleno centro de Lima— o en cafecitos de La Colmena o Azángaro, y Lea nos llevaba a veces a tomar un café o una Coca-Cola en el sótano del Negro-Negro, en los portales de la plaza San Martín. A diferencia de lo que habían sido mis visitas a ese local, durante mi bohemia de La Crónica, ahora no bebía una gota de alcohol y hablábamos de cosas muy serias: los atropellos de la dictadura, los grandes cambios éticos, políticos, económicos, científicos, culturales que estaban forjándose allá en la URSS , o en esa China de Mao Ze Dong que había visitado y sobre la que había escrito tantas maravillas ese escritor francés —Claude Roy—, en Claves para China, libro que nos creíamos al pie de la letra." (p. 238)

39. FILIACIÓN MARXISTA: "Félix y yo dijimos que queríamos ser simpatizantes pero Lea pidió su afiliación inmediata. El juramento que le tomó Washington Durán en una media voz de monaguillo era solemne —"¿Juráis luchar por la clase obrera, por el partido

seudónimos. El mío fue camarada Alberto." (p. 242)

40. COMUNISMO Y LIBERTAD: "Y, sobre todo, porque había en mi manera de ser —en mi individualización, en mi creciente vocación por escribir y en mi naturaleza díscola— una incapacidad visceral para ser militante revolucionario paciente, incansable, dócil, esclavo de la organización, que acepta y practica el centralismo democrático —una vez tomada la decisión todos los militantes la hacen suya y la aplican con fanática disciplina— contra el que, aunque aceptara de boca para afuera que era el precio de la eficacia, todo mi ser se rebelaba." (p. 250)

XII. INTRIGANTES Y DRAGONES

41. EMPRESARIO Y POLÍTICA: "Aborrecido (el empresario) y atacado sin tregua por la izquierda, en cuya demonología aparecía siempre como el gran responsable de la explotación y la injusticia social, y como el antipatriota aliado o sirviente del capital extranjero; obligado, por el sistema mercantilista, a transgredir continuamente la ley sobornando funcionarios y evadiendo impuestos para tener éxito; acostumbrado a la inseguridad de leyes y disposiciones contradictorias y cambiantes según los vaivenes de un mundo político arbitrario; temeroso de las nacionalizaciones y confiscaciones y por ello impedido de planear operaciones de largo aliento y siempre tentado de asegurarse invirtiendo parte de su patrimonio en el extranjero, el empresario peruano estaba lejos de ser aquel capitán de empresa audaz, protagonista de la gran revolución industrial de los países desarrollados. Pero, también, de ser ese chivo expiatorio en quien socialistas y populistas veían al responsable de nuestro subdesarrollo. Su participación en política había sido nula o vergonzante, se había limitado a tratar de influenciar a los políticos, es decir, en muchos casos, a corromperlos." (p. 263)

XIII. EL SASTRECILLO VALIENTE

42. LUIS ALBERTO SÁNCHEZ: "A diferencia de Basadre o de Porras, ese tercer mosquetero de la célebre generación del diecinueve, Luis Alberto Sánchez (el cuarto, Jorge Guillermo Leguía, murió muy joven, dejando apenas el esbozo de una obra), que, como dirigente del APRA, había vivido muchos años en el destierro, era el más internacional y el más fecundo del trío, pero también el más improvisado y criollo y el menos riguroso a la hora de publicar. Que escribiera libros de un tirón, confiando en la memoria (aún si se tenía la formidable memoria de Luis Alberto Sánchez), sin verificar los datos, títulos, nombres, como ocurría con frecuencia en sus torrentosas publicaciones, ponía a Porras fuera de sí. Las inexactitudes y ligerezas de Sánchez —más aún que las malevolencias y desquites contra adversarios políticos y enemigos personales que abundan en sus libros— exasperaban a Porras por una razón que, a la distancia, creo entender mejor, una razón más elevada de lo que, entonces, me parecía simple rivalidad generacional. Porque esas libertades que Sánchez se tomaba con su oficio presuponían el subdesarrollo de sus lectores, la incapacidad de su público para identificarlos y condenarlos. Y Porras —como Basadre y Jorge Guillermo Leguía, y, antes que ellos, Riva Agüero—, aunque escribió y publicó poco, lo hizo siempre como si el país al que pertenecía fuera el más culto e informado del mundo, exigiéndose un rigor y una perfección extremas, como correspondería al historiador cuyas investigaciones van a ser sometidas al examen de los eruditos más solventes." (p. 275)

43. FAULKNER Y DE NUEVO SARTRE: Aunque en esos años leí mucho a los novelistas norteamericanos —Erskin Caldwell, Steinbeck, Dos Passos, Hemingway, Waldo Frank—, fui leyendo Santuario, Mientras agonizo, ¡Absalón, Absalón!, Intruso en el polvo, Estos 13, Gambito de caballo, etcétera, que descubrí lo dúctil de la forma narrativa y las maravillas que podía conseguir en una ficción cuando se la usaba con la destreza del novelista norteamericano. Junto con Sartre, Faulkner fue el autor que más admiré en mis años sanmarquinos; él me hizo sentir la urgencia de aprender inglés para poder leer sus libros en su lengua original. Otro narrador un tanto huidizo que hacía apariciones de fuego fatuo por San Marcos era Vargas Vicuña, cuya delicada colección de relatos Nahuí, publicada en esos días, hacía esperar de él una obra que, por desgracia, nunca surgió." (p. 283)

44. FUNDAMENTALISMO DEMOCRÁTICO DE MARIO VARGAS LLOSA: "En efecto, durante esos "Tres años de lucha por la democracia en el Perú" —como se titula el libro-testimonio que escribió en el exilio—, Bustamante y Rivero gobernó como si el país que lo había elegido no fuera bárbaro y violento, sino una nación civilizada, de ciudadanos responsables y respetuosos de las instituciones y las normas que hacen posible la coexistencia social. Hasta el hecho de que se hubiera tomado él mismo el trabajo de escribir sus discursos, en una clara y elegante prosa de sesgo finisecular, dirigiéndose siempre a sus compatriotas sin permitirse la menor demagogia o chabacanería, como partiendo del supuesto que todos ellos formaban un auditorio intelectualmente exigente, yo veía en Bustamante y Rivero a un hombre ejemplar, un gobernante que si llegaba alguna vez el Perú a ser ese país para el que él gobernó —una genuina democracia de personas libres y cultas— los peruanos recordarían con gratitud." (pp. 288-289)

45. INCOMPRENSIÓN DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA: "Y las cosas empeoraron cuando, gracias a Antonino Espinoza, pude leer algún material sobre la doctrina social de la Iglesia y la famosa encíclica de León XII, Rerum Novarum, que los democristianos citaban siempre como prueba de su compromiso con la justicia social y su voluntad de reforma económica en favor de los pobres. La famosa encíclica a mí se me caía de las manos mientras la leía por su retórica paternalista y sus sentimientos gaseosos y sus vagas críticas a los excesos del capital." (p. 300)

XIV. EL INTELECTUAL BARATO

46. INTELECTUALES ESQUIZOFRÉNICOS: Antes me devanaba los sesos tratando de adivinar por qué entre nuestros intelectuales, y sobre todo los progresistas —la inmensa mayoría—, abundaban el bribonzuelo, el sinvergüenza, el impostor, el pícaro. Por qué podían, con tanta desfachatez, vivir en la esquizofrenia ética, desmintiendo a menudo con sus acciones privadas lo que promovían con tanta convicción en sus escritos y actuaciones públicas. (p. 307)

47. INTELECTUAL BARATO: "Podría citar cien casos más, variantes todos de esta práctica: fingir una persona pública, unas convicciones, ideas, valores por conveniencia profesional y, al mismo tiempo, desmentirlas alegremente con la conducta doméstica. El resultado de semejante inautenticidad es, en la vida intelectual, la devanación del discurso, el triunfo del estereotipo y de la vacua retórica, de la palabra muerta de eslogan y el lugar común sobre las ideas y la creatividad. Por eso, no es accidental que, en los últimos treinta o cuarenta años, el Perú no haya producido en el dominio del pensamiento casi nada digno de memoria, y, sí, en cambio, un gigantesco basural de palabrería populista, socialista y marxista sin contacto con la realizada de los problemas peruanos." (p. 309)

XV. LA TÍA JULIA

48. "Julia acababa de llegar y estaba aún desempacando. Reconocí su voz ronca y su risa fuerte, su esbelta silueta de largas piernas. Hizo algunas bromas al saludarme —"¡Cómo! ¿Tú eres el hijito de Dorita, ese chiquito llorón de Cochabamba?"—, me preguntó qué hacía y se sorprendió cuando el Tío lucho le contó que además de estudiante de Letras y Derecho, escribía en los periódicos y hasta había ganado un premio literario. "¿Pero que edad tienes ya?" "Diecinueve años". Ella tenía treinta y dos pero no los aparentaba pues se la veía joven y guapa. Al despedirnos, me dijo que si mis "pololas" (enamoradas) me dejaban libre, la acompañara al cine alguna noche. Y que, por supuesto, ella pagaría las entradas." (pp. 323-324)

49. EL SELLO DEL EROTISMO LITERARIO: "Pero no tardé mucho —es decir, alguno años— en comprender que, con la permisividad moderna, en la sociedad abierta e industrial de nuestros días, el erotismo cambiaba de signo y contenido, y pasaba a ser un producto manufacturado y comercial, conformista, convencional a más no poder, y, casi siempre, de una atroz indigencia artística. Pero el descubrimiento de la literatura erótica de calidad, que hice en los inesperados anaqueles del Club Nacional, ha tenido una influencia en mi obra y dejado un sedimento en lo que he escrito. De otro lado, el prolijo y abundante Restif de la Bretonne me ayudó a entender una característica esencial de la ficción: que ella sirve al novelista para recrear el mundo a su imagen y semejanza, a recomponerlo sutilmente de acuerdo a sus secretos apetitos." (p. 336)

50. FAULKNER Y EL FORMALISMO LITERARIO: En esa época, por mi deslumbramiento con la obra de Faulkner, yo vivía fascinado por la técnica de la novela, y todas las que caían a mis manos, las leía con un ojo clínico, observando cómo funcionaba el punto de vista, la organización del tiempo, si era coherente la función del narrador o si las incoherencias y torpezas técnicas —la adjetivación, por ejemplo— destruían (impedían) la verosimilitud. A todos los novelistas y cuentistas que entrevisté los interrogaba sobre la forma narrativa, sobre sus preocupaciones técnicas, y siempre me desmoralizaban sus respuestas, desdeñosas de esos "formalismos". Algunos añadían "formalismos extranjerizantes, europeístas" y otros llegaban al chantaje "telúrico": "Para mí, lo importante no es la forma, sino la vida misma", "Yo nutro mi literatura de las esencias peruanas". (p. 345)

51. CRÍTICA A LA LITERATURA TELÚRICA: "La palabra "telúrica" llegó a ser para mí el emblema del provincialismo y el subdesarrollo en el campo de la literatura, esa versión primaria y superficial de la vocación de escritor de aquel ingenuo que cree que se pueden escribir buenas novelas inventando buenos "temas" y no ha aprendido aún que una novela lograda es una esforzada operación intelectual, el trabajo de un lenguaje y la invención de un orden narrativo, de una organización del tiempo, de unos movimientos, de una información y unos silencios de los que depende enteramente que una ficción sea cierta o falsa, conmovedora o ridícula, seria o estúpida. Yo no sabía si llegaría a ser un día un escritor, pero sí supe desde esos años que nunca sería un escritor telúrico." (p. 346)

XVI. EL GRAN CAMBIO

52. EDUCACIÓN Y MITO IDEOLÓGICO: "Esta controversia fue para mí muy instructiva sobre la fuerza del mito ideológico, capaz de sustituir totalmente a la realidad. Porque la gratuidad de la educación pública que con tanto ahínco defendían mis adversarios era inexistente, letra muerta. Desde hacía tiempo, las condiciones ruinosas del erario impedían al Estado construir colegios y la inmensa mayoría de las aulas que se levantaban en barrios marginales y pueblos jóvenes para atender la demanda creciente, las construían los propios vecinos. Y los padres de familia, también, se encargaban del mantenimiento, limpieza y refacción de las escuelas y colegios nacionales por la incapacidad del Estado para asumir los gastos." (p. 356)

53. EMPLEO Y DESEMPLEO EN EL PROGRAMA DEL FRENTE: "Pero la transferencia del sector público al privado de las decenas o centenas de miles de sobrantes no se iba a hacer mediante despidos intempestivos. Eramos conscientes del desempleo y mi gobierno, no sólo por razones legales y éticas, también prácticas, no cometería la insensatez de inaugurar su gestión multiplicando este problema. Nuestro designio era la reubicación indolora de la burocracia sobrante. El trasvase iría ocurriendo a medida que, con las reformas, comenzara el crecimiento económico, hubiera nuevas empresas y las existentes pudieran trabajar a plena capacidad. Sería acelerado, por parte del gobierno, con incentivos para lograr renuncias voluntarias o jubilaciones adelantadas. Sin atropellar los derechos de nadie, tratando de que el mercado efectuara la reubicación, pasaría al sector civil buena parte de la burocracia." (pp. 360-361)

54. LA RACIONALIDAD POLÍTICA DEL LIBERALISMO: "Desde muy joven he vivido fascinado con la ficción, porque mi vocación me ha hecho muy sensible a ese fenómeno. Y hace tiempo que he ido advirtiendo cómo el reino de la ficción desborda largamente la literatura, el cine y las artes, géneros en los que se la cree confinada. Tal vez porque es una necesidad irresistible que la especie humana trata de aplacar de cualquier modo y aun por conductos inimaginables, la ficción aparece por doquier, despunta en la religión y en la ciencia y en las actividades aparentemente vacunadas contra ella. La política sobre todo en países donde la ignorancia y las pasiones juegan un papel importante en ella como el Perú, es uno de esos campos abonados para que lo ficticio, lo imaginario echen raíces. Tuve muchas ocasiones de comprobarlo en la campaña, y, sobre todo, en el asunto del medio millón de burócratas amenazados por mi hacha liberal." (p. 361)

XVII. EL PAJARO MITRA (pp. 383-408)

XVIII. LA GUERRA SUCIA

55. EXCESO PUBLICITARIO DEL FRENTE: "Todos los canales de televisión privados vomitaban desde la mañana hasta la noche las caras de nuestros candidatos, en avisos donde el derroche se conjugaba a menudo con el mal gusto, y en los que muchos ofrecían todo lo imaginable y concebible, sin importarles que ello estuviera en flagrante contradicción con los principios más elementales de aquella filosofía liberal que, decía yo, era la nuestra. Unos prometían obras públicas y otros controlar los precios y crear nuevos servicios, pero la mayoría no hacía referencia a idea alguna y se limitaba a promocionar su cara y su número, de manera chillona y machacante. A un aspirante a senador lo ensalzaba un aria de zarzuela cantada por un barítono y un candidato a diputado, para mostrar su amor al pueblo, aparecía entre grandes traseros de mulatas que bailaban ritmos afros; otro, lloraba rodeado de ancianitos cuya suerte compadecía con voz trémula." (p. 410)

56. EL LLAMADO ANTI-NACIONALISMO DE MARIO VARGAS LLOSA: Arma importante de la guerra sucia era mi "anti-militarismo" y "anti-nacionalismo". El APRA, sobre todo, pero también parte de la izquierda —que desde los tiempos de la dictadura de Velasco se había vuelto militarista— recordaban que el Ejército había quemado en un acto público en 1963, mi novela, La ciudad y los perros  por considerarla ofensiva para las Fuerzas Armadas. La oficina del odio encontró, escarbando en mi bibliografía, muchas declaraciones y citas mías en mis artículos y entrevistas atacando el nacionalismo como una de las "aberraciones humanas que más sangre ha hecho correr en la historia" —frase que, en efecto, suscribo— y las difundía masivamente, en volantes anónimos, pero impresos en la Editora Nacional. En uno de ellos, se advertía a los electores que el Ejército no permitiría que su "enemigo" tomara el poder y que si yo ganaba las elecciones habría un cuartelazo.

Esto era, también, algo temido por dirigentes del Frente Democrático, que me aconsejaban gestos públicos y reuniones privadas con jefes militares para tranquilizarlos respecto al "antimilitarismo" de mis libros y algunas tomas de posición de veinte o treinta años atrás (por ejemplo, a favor de la revolución cubana y del intento guerrillero del MIR, de Luis de la Puente y Guillermo Lobatón, en 1965). (pp. 428-429)

57. EL PATRIOTISMO: "Es un error confundir el nacionalismo con el patriotismo. Éste es un legítimo sentimiento de amor por el suelo donde uno nació; aquél, una doctrina decimonónica, restrictiva y anticuada, que en América Latina había enfrentado a nuestros países en guerras fratricidas y arruinado nuestras economías. Siguiendo el ejemplo de Europa, había que acabar con aquella tradición nacionalista y trabajar por la integración con los vecinos. Mi gobierno se esforzaría, desde el primer día, en remover todas las barreras económicas y políticas que impedían una estrecha colaboración y amistad con los países latinoamericanos, principalmente nuestros vecinos." (pp. 433-444)

58. FUJIMORI: "¿Quiénes sino podían votar por un desconocido, sin programa, sin equipo de gobierno, sin la menor credencial política, que casi no había hecho campaña fuera de Lima, improvisado de la noche a la mañana como candidato?. Dijeran lo que dijeran las encuestas, no se me pasaba por la cabeza que una candidatura tan huérfana de ideas y personas pudiera pesar frente al monumental esfuerzo desarrollado por nosotros a lo largo de casi tres años de trabajo. Y, en secreto, sin decírselo a Patricia, todavía albergaba la esperanza de que los peruanos me dieran ese domingo el mandato para el "gran cambio en libertad". (p. 446)

XIX. EL VIAJE A PARÍS: 1958 (pp. 455-474)

XX. PUNTO FINAL

59. A muchos dirigentes del Frente y amigos de Libertad, la nueva estrategia, más humilde y popular, menos ideológica y polémica, les pareció una oportuna rectificación, y pensaron que de este modo recuperaríamos el electorado perdido, aquel que había votado por Fujimori. Pues nadie se hacia ilusiones sobre el voto aprista o el de las variantes socialista y comunista. También nos alentaba el cada vez más decidido apoyo de la Iglesia. ¿No era el Perú un país católico hasta la médula?. (p. 494)

60. DISCRIMINACIÓN RACIAL Y SOCIAL: Esa minúscula minoría blanca o emblanquecida por el dinero y el ascenso social no ha ocultado jamás su desprecio hacia los peruanos de otro color y otra cultura, al extremo de que expresiones como "indio", "cholo", "negro, "zambo", "chino" tienen en su boca una connotación peyorativa. Aunque no escrita, ni amparada por alguna legislación, siempre ha habido es esa pequeña cúpula blanca una tácita actitud discriminatoria hacia los peruanos, que, a veces, generaba pasajeros escándalos, como, por ejemplo, uno célebre, en los años cincuenta, cuando el Club Nacional baloteó, impidiéndole el ingreso a la institución a un destacado agricultor y empresario iqueño, Pedro Guimoyi, por su origen asiático, o cuando en el Congreso fantoche de la dictadura de Odría, un parlamentario de apellido Faura intentó hacer aprobar una ley a fin de que los serranos (en verdad, los indios) tuvieran que pedir un salvoconducto para venir a Lima. (En mi propia familia, cuando yo era niño, la tía Eliana fue discretamente segregada por casarse con un oriental). (p. 505)

XXI. COLOFÓN (pp. 531-538)

VALORACIÓN DOCTRINAL

En las Memorias se encuentran las claves para entender el rumbo y sentido (forma y contenido) de la obra de Mario Vargas Llosa: su narrativa es continuación de su propia historia personal.

Este relato autobiográfico presenta la vida a galope de Mario Vargas Llosa. Hay tiempos vividos con sosiego (su infancia antes del encuentro con su padre en Lima) y tiempos vividos a sobresaltos en experiencias vitales que marcaron profundamente su personalidad.

El precepto bíblico de honrar padre y madre es lesionado en muchas páginas de las memorias noveladas del autor. Es natural en todo hijo respetar a sus padres, venerar su memoria y callar sus vergüenzas, sean ellas de la índole que fueran. Nada más lesivo al honor de los padres que dar a conocer a todo el mundo las cosas malas que hicieron o que les pasaron a lo largo de sus vidas. Eso hace Mario Vargas LLosa. Hay otra cualidad humana,de la que se ocupa la ética, el derecho y la justicia: la intimidad de las personas. ¿Cabe entonces, convertir en tema de un libro la vida privada de dos seres humanos, que son sus propios padres, que se enamoran, se casan, se separan, se vuelven a unir, se vuelven a separar, y lógicamente hacen sufrir a su hijo con esas complicaciones de sus relaciones conyugales ? No, sin duda, porque lesionan la intimidad de ese matrimonio ciertamente maltrecho, que el autor conoce en su calidad de hijo.

Los recuerdos que Mario Vargas Llosa recoge en este libro entremezclan hechos y juicios sobre personas, instituciones y sucesos, en general. El tono de la narración es más bien descarnado y con tendencia a la intemperancia por exceso. Lo propio lo muestra sin mayor pudor y recato y es fácil precisar sucesos sobre los que una conciencia medianamente fina hubiese guardado silencio, cualidad que no es, precisamente, un atributo en Mario Vargas Llosa.

Queda manifiesta una vida personal que se suscita en episodios excitantes que Mario Vargas Llosa presenta a modo de agregado vital, con un reconocimiento aprobatorio implícito. Una especie de ascenso y crecimiento personal, en franco indiferentismo moral, en donde el criterio ético de bueno/malo desaparece.

El perfil vital de Mario Vargas Llosa es una curiosa simbiosis de racionalismo liberal que da consistencia a un fuerte voluntarismo existencial. Es libertad hacia adelante, sin fundamento, sin más límite que la propia afirmación de su proyecto personal. De allí, su incapacidad para reconocer instancias trascendentales que escapan a la propia autocomprensión: es proyecto personal, estructurado en clave liberal, el que mide la realidad de las cosas.

Aunque la simplificación pueda ser estrecha, pareciera que en Mario Vargas Llosa su alma es sartriana y popperiana su estructura mental. En cualquier caso, compañeros precarios para el camino personal, que lo atenazan en un horizonte sin verdad, sin Dios, sin trascendencia.

Mario Vargas Llosa se declara expresamente agnóstico. Las creencias religiosas son para él una cuestión que tiene su reducto en la conciencia privada. Cordialmente respetuoso con la Religión, no lo es así con las expresiones históricas del Cristianismo. Por eso, es frecuente encontrar en otros escritos suyos de crítica literaria, histórica y política comentarios ácidos respecto a ciertas instituciones inspiradas en la fe cristiana, que revelan su poco conocimiento en esta materia, que no es sino sesgo y expresión intelectual de su opción agnóstica.

Intelectualmente sigue la línea liberal de Hayek y Popper. No hay verdad absoluta ni firme. Todo es consenso. El estatuto mismo de la verdad es precario; ella misma es sospechosa. Este liberalismo originario nutre sus posturas en el campo cultural y político: economía de mercado, reducción del Estado, amplitud para la iniciativa privada, libertad económica y política, etc.

El vitalismo y racionalismo adoptado corroe todo principio trascendente (Dios, norma moral,...) y firme que Vargas LLosa traslada hacia el liberalismo democrático, que en él asume el carácter de valor absoluto, de ahí su fundamentalismo maniático en la defensa de la democracia. En este sentido, el énfasis de su discurso se torna autoritario.

El libro contiene constantes referencias históricas, descritas con viveza, en las que se retrata acontecimientos que tuvieron importancia en la vida de los peruanos, unas para beneficiarlos y otras —demasiadas— para hacerles daño.

Difamar es divulgar algo verdadero que daña la fama de una persona, por muy real que sea, pero desconocido para la gente. Un libro escrito por un candidato derrotado que iba favorito corre el riesgo de respirar por la herida, sentir lesionado el orgullo personal, buscar causas y explicaciones para el fracaso político. MVLL hace un esfuerzo por superar esta tentación, se defiende con la claridad literaria de su estilo pero muchas veces aflora el resentimiento y agravia a viejos amigos, los involucra en responsabilidades en base a consideraciones parciales, terminando por deformar la realidad de las cosas. Las desavenencias entre los líderes de los partidos, Fernando Belaúnde Terry y Luis Bedoya Reyes con él; las de sus publicistas Jorge Salmón y Daniel Vinitsky con él; o —la más famosa— de Hernando de Soto con él; son tres ejemplos de asuntos de tipo privado, que ocurrieron en un clima de confianza íntima, en la que se presupone reserva de oficio, que luego aparecen en las páginas de la novela como personajes de ficción, con las consecuencias fáciles de imaginar para gente que tiene una actuación vigente en la vida pública o profesional del país.

 

                                                                                                               F.B.R. (1994)

 

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