HOMBRES DEL OPUS DEI EN LA TRANSICION ESPAÑOLA.

Ruedo Ibérico.

Comentado por Ana Azanza, 2 de octubre de 2006

 

 

Mucho se ha hablado de la “modélica” transición española a la democracia que tuvo lugar en la mitad de los años setenta, una vez fallecido Franco en noviembre de 1975. Hay un editorial de Ruedo Ibérico de 1975 en la revista que aglutinaba los números 46, 47 y 18 titulado “El franquismo sin Franco y la oposición democrática” en el que se habla largamente de esa transición política de una dictadura a una democracia.

 

La impresión general que se puede sacar de ese texto es que lo único que desapareció en 1975 fue la persona del dictador. Los que habían sido colaboradores estrechos del régimen siguieron donde estaban. Arias Navarro que presidía el gobierno había sido una fiera represora no hacía mucho, Fraga, que todavía hoy sigue dando que hablar, había sido ministro de Información, el encargado de la censura. El rey Juan Carlos entronizado nada más muerto Franco, representa una monarquía restaurada también por obra de Franco, que dejó claramente su sello, “aquí mando yo”, al impedir que don Juan de Borbón, padre de Juan Carlos, accediera al trono. España es el único país europeo que ha conocido cuatro restauraciones monárquicas.

 

En estos días, septiembre de 2006, se ha estrenado en España la película “Salvador”. En ella se habla de Salvador Puig Antich última víctima propiciatoria del franquismo, último condenado a muerte, que de alguna forma pagó con su vida el asesinato de Carrero Blanco en diciembre de 1973.

 

Lamenta el editorial que no se pidan responsabilidades políticas a los culpables de la represión. Los que habían estado en los gobiernos de Franco se organizaron para formar partidos democráticos, y los que llevaban años en la oposición al franquismo, socialistas, comunistas… se “desmovilizaron” y se avinieron a entenderse con los que hasta ayer habían sido sus perseguidores.

 

¿Qué hicieron los hombres del Opus Dei en esta situación?

 

1. Personajes opus en la transición

 

El primer presidente español de la democracia, Adolfo Suárez, era un hombre que tenía un pasado falangista, fue vicesecretario general del Movimiento Nacional. Y, ignoro si llegó a pertenecer al Opus Dei en algún momento pero estuvo estrechamente relacionado con ellos. Primero porque en falange estaba al lado de Herrero Tejedor. Herrero Tejedor fue supernumerario con al menos una hija numeraria a la que conocí en Pamplona en 1985, Pilar, como directora del centro de estudios, colegio Mayor Goroabe. A este respecto quiero señalar que es mucho más cómodo para acceder al poder no ser un partido político, como ocurre en el caso del Opus Dei. De esta forma, sin mojarse directamente, siempre tienen hombres colocados en el lugar que interesa, mientras la estructura opusdeísta queda en la sombra. En otros envíos he explicado como los enemigos que tuvieron los hombres del opus en su llegada a los gobiernos de Franco fueron los falangistas. Podría por tanto parecer una contradicción que un hombre de Falange como Herrero Tejedor perteneciera al opus, pero no lo es, porque ese es el tipo de juego que tanto gusta al opus para demostrar su pluralismo, y que son mucho más tolerantes que nadie. Además desde el punto de vista ideológico hay confluencias evidentes entre un partido de corte fascista como falange y el opus. Todavía no he visto un opusiano en el partido socialista o más a la izquierda, creo que ahí está la frontera de su “tolerancia” política. El socialismo para el opus es el enemigo con el que hay que llevarse bien cuando está en el poder. Nadie me ha contestado aún ¿Cómo han conseguido los colegios opus prosperar en Andalucía en estos 25 años de “reinado” del socialista Chaves?

 

Adolfo Suárez, era también una persona de confianza del almirante Carrero Blanco, el protector de los ministros Opus. Y Adolfo Suárez tras su etapa de presidente, se hizo célebre en España por las enfermedades que azotaron a su familia. Su hija Marian, aquejada de cáncer, fue hospitalizada en la clínica universitaria de Pamplona. La familia Suárez al completo pasaba temporadas en esta clínica del Opus en la que las supernumerarias hacían su “apostolado” con tan ilustres visitantes. Eran las supernumerarias del centro del que yo era directora.

 

El partido de Suárez era la Unión de Centro democrático, en él vinieron a confluir “muchos representantes de la derecha católica corporativista de los años 30”. Otro nombre de UCD relacionado con el opus es Jaime Ignacio del Burgo, actualmente creo que diputado del PP por Navarra y que recientemente se señaló en la investigación parlamentaria sobre el 11 de marzo. Seguramente en la UCD recalaron muchos más personajes opus. Muchos católicos que se hicieron demócratas en ese tiempo dirigían el partido de Suárez. Concretamente los que llegaban de la Asociación católica nacional de propagandistas.

 

Oscar Alzaga, otro hombre de UCD, hacía estas declaraciones al diario Informaciones de Madrid, el 24 de junio de 1978: “Entendemos que sería un juego peligroso no para nuestro sector, sino para el país en general e incluso para la UCD en su conjunto, el intentar que los vidrios rotos del franquismo, o si se quiere el papel de cabeza de turco, que en la historia de la salida de toda dictadura parece que tiene que jugar alguien, se intente adjudicar a los sectores sociales de creencias más firmemente católicas[1]”.

 

Cuando en un correo anterior sobre Ruedo Ibérico afirmaba que la connivencia de la iglesia con la dictadura fue un error, me refería a esto. Los vidrios rotos del franquismo fueron familias perseguidas y rotas por condenas a muerte en un país occidental en pleno siglo XX. Muerto Franco los católicos que habían sido cómplices necesitaban sacudirse el polvo de su pasado, entre ellos estaban los “católicos” del opus dei. Pero a diferencia de otros, lo único que ocurrió con esos ex ministros opus (como López Rodó o López Bravo) es que se tomaron la jubilación política tranquilamente. López Rodó formó parte del partido fundado por otro ex ministro franquista, Manuel Fraga, Alianza Popular, y llegó a ser diputado por Cataluña. Pero en 1979 se dio de baja, fundó una asociación conservadora, en 1990 publicó sus memorias y ya jubilado de la política, la muerte le llegó en 2000.

 

En cuanto a López Bravo, también diputado de AP en las primeras elecciones democráticas, dimitió cuando se aprobó la constitución española de 1978. Murió en un accidente de aviación en Bilbao en 1985, el avión chocó con las antenas de un monte cercano al aeropuerto.

 

Pienso que estas son las incongruencias de la “modélica” transición española, ¿qué pintaban personajes que habían sostenido la dictadura y la represión hasta el último minuto sentados en un parlamento elegido democráticamente? Por eso mantengo que los miembros del opus dei tienen una habilidad especial para estar siempre en el poder, para congraciarse con quien manda. López Rodó tuvo desacuerdos con la directiva de AP en Cataluña y acabó fuera del partido, en 1979 sospecho que sería visto como un carcamal por sus colegas de AP.

 

He encontrado unos informes en foro por la memoria hechos por el servicio americano de inteligencia sobre estos dos ministros de Franco. ¿Qué pensaban los americanos de ellos?

 

El perfil de Laureano López Rodó es de la época Nixon. Del 20 de noviembre de 1969 y de septiembre de 1970 y apunta alto. "Es el líder de los tecnócratas que hay en el gobierno. Es un monárquico que cree que la mejor manera para restaurar la monarquía es trabajar dentro del régimen de Franco", dijeron de este barcelonés del que igualmente pensaron que podría llegar a presidente de gobierno. "Rodó ha sido fiel a Franco pero en más de una ocasión han discrepado abiertamente sobre políticas a seguir. Por ejemplo, cuando Franco impuso en enero de 1969 el estado de excepción, Rodó urgió al Caudillo a que pusiera fin a la medida antes de los tres meses que tenía previsto.

 

Por otra parte, en Washington también pensaban que López Rodó se encargaba de colocar a gente del Opus en el gabinete y matizaban que, según él mismo, esta circunstancia no afectaba su independencia a la hora de tomar decisiones políticas. "Nosotros concluimos que incuestionablemente sus decisiones políticas vienen marcadas por las ideas del Opus Dei", afirmaban. En otros escritos de Ruedo he demostrado que López Rodó fue una pieza clave para colocar a mucha gente del opus dei.

 

Para EE. UU. López Rodó fue "un hombre a observar desde que en 1957 llevara a cabo una reforma administrativa en el gabinete" y dado que "su posición en el gobierno" continuaba siendo muy fuerte, "quizá Franco tenga la intención de que algún día sea presidente". Hasta la fecha, decían "ha sido suficientemente ortodoxo para contentar a Franco, pero todavía piensa llevar a cabo una paulatina política de liberalización, principalmente económica. Debido a su manera de hablar tan suave, se han hecho bromas sobre el hecho de que el no es solamente el cerebro gris de Franco. Esto es una mentira” dejaron escrito.

 

A López Bravo lo consideraban ambicioso, muy listo e intrigante y a López Rodó, poderoso, inteligente, monárquico y cerebro gris de Franco.

 

A Gregorio López Bravo de Castro, tal como figura su nombre en el perfil secreto trazado el 24 de mayo de 1967, durante la presidencia de Lyndon B. Johnson, lo consideraban más importante que a López Rodó. Del que fuera uno de los ministros preferidos de Franco - "No concibo una crisis de gobierno prescindiendo de usted" le dijo en una ocasión el Caudillo-los norteamericanos pensaban que "su ambición, su audacia e inteligencia lo han colocado en su actual poderosa situación". Y como norma interna de la Administración Johnson, cuando por la razón que fuese un funcionario norteamericano se relacionaba con López Bravo debía tener en cuenta que "personifica, incluso más que otros ministros, como López Rodó, a los tecnócratas del Opus Dei en el gobierno español, agriamente vistos por la vieja guardia del movimiento y los sindicatos". Evidentemente EE. UU. también sabía, o mejor dicho, suponía, que al dinámico y ambicioso ministro "la vieja guardia del régimen" le detestaba porque temía que "su estrella permanezca creciendo con el respaldo de Franco".

 

Pero al mismo tiempo que conocían sus méritos, también señalaban quién había sido su valedor para ascender dentro de la escala del poder franquista. "Entró en el gobierno gracias a sus contactos en el Opus Dei, principalmente merced a su cercana relación con Alberto Ullastres, el ministro de Comercio. Una vez en el gobierno, su habilidad para pensar rápido, su audacia a la hora de sugerir soluciones a incipientes problemas sin miedo a pillarse los dedos, y su afilada inteligencia, le han ayudado a llegar tan alto. Franco le ve con muy buenos ojos", escribieron en su perfil.

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"López Bravo es un maestro en el dominio de los engaños políticos, incluido el uso de las generalizaciones fáciles y tiene la capacidad de llegar lejos con declaraciones contradictorias, adaptando su discurso para satisfacer a su audiencia en cada momento", escribieron los funcionarios americanos que no se dejaron engañar por el hábil López, del que también sabían que no se llevaba bien con el príncipe Juan Carlos, tal como se evidencia en otros varios documentos desclasificados por EE. UU.

 

"López Bravo ha impresionado a los oficiales de la embajada y a otras personas con las que se ha reunido a lo largo de estos años. Por un lado, parece demostrar una actitud amigable y cordial, pero, por otro, es capaz de estar profundamente en contra de la postura de EE. UU. si considera que no es favorable a España", reza uno de los informes.

 

"Dinámico, flexible y pragmático, ha mantenido un intenso trabajo diplomático para conseguir que España tenga mayor peso internacionalmente" y, se dice en otro documento similar, "ha conseguido reemplazar el problema de Gibraltar de la primera preocupación de la política exterior española. Gran defensor de mantener una relación con la URSS, siempre ha puesto mucha atención en la expansión de las relaciones de España con los países de Europa del Este. Y al mismo tiempo que ha trabajado para ensanchar los lazos de unión con EE. UU. y sus relaciones con Latinoamérica y el mundo árabe. Con su labor de primer ministro quizá haya estado construyendo también una base doméstica y haya realzado su posición con vistas a ser presidente del gobierno.”

Así de alto vieron el futuro del malogrado López Bravo (muerto el 19 de febrero de 1985 al estrellarse un avión de Iberia cerca de Bilbao) del que pensaban que "su mayor punto débil, hasta la fecha, es una excesiva tendencia a estar demasiado pendiente y cuidar en exceso su imagen”, un defecto muy opus por otra parte.

 

2. Financieros opus en la transición

 

En otro artículo de Ruedo Ibérico de 1976 titulado “Franquismo y oligarquía” se menciona a muchos personajes Opus como los hombres más ricos y poderosos de España. Para hacer el listado se basan en las declaraciones a Hacienda, en un estudio sobre la fiscalidad.

 

“En los últimos años, los banqueros, como ya se ha señalado, han acentuado su poder en cifras absolutas, aunque en términos relativos se observa una ligera disminución del poder de la Banca a favor del capital extranjero.

 

Un orden jerárquico dentro de la clase dominante española nos sitúa en primer lugar a los bancos y banqueros y en segundo el capital extranjero, ocupando lugares más secundarios la aristocracia y la tecnocracia así como los latifundistas. También es fácilmente observable que son relativamente escasos los miembros del ejército que aparecen en los Consejos de Administración de las grandes empresas (…)

 

En cuanto a la presencia de otra fuerza tradicional como es la Iglesia en este mundo de los grandes negocios es difícilmente detectable. Hasta mediados de los años cuarenta se consideraba a Valentín Ruiz Senén como el representante o testaferro de los jesuitas en el alto mundo de las finanzas españolas. Actualmente personajes encuadrados en el Opus Dei como los Valls, Molins, Ferrer Bonsoms, López Bravo, etc…, o en los propagandistas como los Martín Artajo, Sigués Urbiola, Poza (…) han escalado posiciones prominentes en el mundo de los negocios, en tanto que las organizaciones tradicionales (jesuitas, la Iglesia directamente…) parecen haber perdido posiciones.

 

(…) Entre los 300 capitalistas anteriormente aludidos, el gremio que lógicamente aparece representado en mayor medida, con 177 representantes, es el de banqueros y por supuesto el de las llamadas “grandes familias”, la mayoría de las cuales deben su poder a la herencia. Por supuesto hay algunas “novedades”, pero son las menos. Así, en esta relación aparecen también –como se ha señalado- numerosos representantes de la Obra de Dios, de los propagandistas de la Fe que han ascendido en el mundo de los negocios manejando sabiamente la infraestructura religiosa y la superestructura política. En efecto también es fácilmente comprobable hasta qué punto estos personajes han estado integrados en el régimen. Son numerosos los grandes capitalistas que han sido consejeros y procuradores en Cortes o los que han formado parte del Consejo de Economía Nacional e incluso han sido ministros del gobierno.”

 
 

 

 



[1] Alberto Hernando, Juan Martínez Alier, “La reforma política, el ejército y la representación orgánica”, Cuadernos de Ruedo Ibérico, 61-62, 1979.

 

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