Querida Triste:
¡Siento
muchísimo lo que te sucede! Pienso que el haberlo contado, sin embargo, es un
primer paso para encontrar una solución. Cuando alguien tiene un problema
muchas veces lo más difícil es asumirlo –darse cuenta que algo anda mal-; una
vez que tomas conciencia de ello y tienes la valentía y la fuerza de pedir
ayuda, déjame decirte que has dado los primeros pasos hacia tu mejoría. En este
sentido me alegro por tí, ya que demuestras que tienes ganas de cambiar y debes
dar gracias a Dios por ello. Una persona que busca es una persona que a la
larga encuentra.
En primer
lugar, respondiendo a tu pregunta, yo creo que sí puedes escribir al Padre y
contarle lo que te sucede. No sé si le llegará tu carta, o si la responderá,
pero el solo hecho de escribirla te servirá para desahogarte, y por ello solo
ya vale la pena que lo hagas.
En cuanto
a que lloras “sin venir a cuento”, déjame decirte que las lágrimas no son una
enfermedad en sí mismas sino el síntoma de algo que te está sucediendo, aunque
tú no alcances a comprender qué te está pasando. Cuando el alma sufre
(digámoslo así) el cuerpo lo expresa como puede, y en tu caso a través del
llanto.Es decir que algo no está bien contigo, y por eso lloras. Y por eso
mismo no me parece bien lo que hacen tus hermanas en la Obra al dejarte sola;
es más, el hecho de aislarte (para que sufras a escondidas) no da muestras de
caridad cristiana en absoluto. Cuando un ser humano sufre (no digamos ya un
“hermano”) otro ser humano no puede simplemente dar vuelta la cara, hacer oídos
sordos y pedirle que se esconda para “no dar mal ejemplo”. ¿Mal ejemplo de qué?
¿Es acaso motivo de escándalo pasar por un mal momento; enfermarse; sentirse
triste?
Por favor
amiga (no me gusta llamarte “triste”), no caigas en el error de creer que tú
eres el problema, que tú eres la culpable de lo que te sucede, que tú estás
equivocada, que tú que tú que tú. ¿Te has planteado la posibilidad de que en
este caso tú estés en lo cierto y tus hermanas sean las equivocadas? ¿Te has
planteado que, como miembro de la Obra, a quien le dedicas tu vida entera, tú
tienes el derecho (sí, el DERECHO) a que te cuiden; a que te acompañen; a que
te escuchen? Tú no eres un trapo al que se usa mientras limpia bien y luego se
relega a un rincón. Tú eres importante, muy importante, tú eres nada menos que
hija de Dios. ¡Recuérdalo siempre! Sobre todo cuando te invada la tristeza.
Dicho
ello, me gustaría darte algunas ideas sobre lo que puedes hacer para sentirte
mejor. En primer lugar sería bueno que visites a un médico. Yo no sé qué tipo
de pastillas tomas ni qué enfermedad tienes. ¿Y tú? ¿Sabes qué enfermedad
tienes y qué pastillas tomas? Tal vez peco de ingenua al ponerlo en duda (ojalá
me equivoque), pero no haría daño consultar a otro especialista que no te
conozca de nada y pedir una segunda opinión respecto de tu enfermedad. Sé que
es difícil en la Obra, pero nadie puede reprocharte que quieras tener otra
visión respecto a tu estado de salud. Es perfectamente válido. En todo caso no
pierdes nada con intentarlo.
Los
consejos que te dio Dionisio
tómalos muy en cuenta. La risa, se ha comprobado, tiene efectos muy positivos
en el tratamiento de cualquier enfermedad. No cura en sí misma pero es una
perfecta aliada. Realmente, intenta reírte mucho. Si tienes acceso a internet
(y puedes sacar algo de tiempo) en la red hay muchas emisiones divertidas; y si
no te hacen reír al menos te apartarán de la tristeza por un momento.
En fin, me encantaría poder ayudarte, cuanto menos con estas palabras.
Te repito que has hecho muy bien en compartir lo que sientes. Ya verás que todo
se irá solucionando poco a poco. El Señor no te deja sola nunca. Y además...
pues lee muchas veces Lucas 1:37. Él sabrá mostrarte el camino.
Que Dios
te guarde,
Luciana
PD: por
supuesto pide mi correo si crees que puedo serte útil.