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 Correos: Numeromorfismo y perdón.- Robredal

077. Numerarias auxiliares
robredal :

Existe el antropomorfismo, que es lógicamente muy “humano”. También existe el masculomorfismo, que también era, y sigue siendo, muy frecuente. Incluso ahora empieza a existir el feminimorfismo. Pero en quienes son o hemos sido numerarios y, supongo, numerarias, existe el numeramorfismo (o numerarimorfismo). Los tres primeros se puede decir que vienen más o menos de serie y desde luego los dos de género se suelen pillar en seguida. El último, en cambio, se aprende con esfuerzo y se incrusta con fuerza...

Resumiendo mucho, es el hecho de que todo lo veamos desde la perspectiva que nos ha construido el criterio o criterios recibidos en el opus (dei). Todo lo encajas, ordenas, evalúas y juzgas a través de esos parámetros y de ello queda un rastro, a veces involuntario y no percibido, que nos acompaña siempre. En temas morales, en temas políticos, sociales y, sobre todo, en nimiedades. No tanto en el contenido en sí, sino en el propio hecho de conformarlo al criterio de los criterios como “abstracción”, como necesidad de orden, conveniencia o pauta. Lógicamente, cuantos más años como numeraria/o, más profundo es el morfismo.

No proviene de los vademécums o de las instrucciones, ni siquiera de la serie Cuadernos o de los libros matutinos de meditaciones, crónicas, etc. Tampoco de haber pasado con mejor o peor gloria por el centro de estudios. No solo. También y sobre todo viene de las miles de anécdotas en tertulias con curas numerarios, con numerarios pistón, de la convivencia, círculos, meditaciones, tonos y tonillos, correcciones fraternas, conversaciones de pasillo, convivencia ordinaria, planes apostólicos, confidencias, círculos breves, exámenes general y particular, comidas y cenas siendo servido, etc, etc, etc.

Hace unos días desperté (un poco) y hablando de un tema profundo con otras personas creí desprendidos esos mis juicios morales opusísticos por otros más, digamos, abiertos y humanos. Pero quien estaba enfrente me dijo: tú, como lo que eres (y fuiste) no tienes ni idea ni posición, ni fondo ni experiencia para saber qué siento y qué puede o no puede sentir una mujer en este tema y debes verlo así para ver cuál es tu posición antes… de seguir hablando. Podríamos debatir mucho, pero la realidad es que lo que estaba pasando era fruto del numeramorfismo puro y duro y mi amiga tenía razón.

Esto es lo que nos ocurre, ya en un caso particular, cuando tratamos de hablar sobre las mujeres que son o fueron numerarias auxiliares y, por tanto y en gran medida, de la propia “administración” (la propia conversión de un conjunto individualizado de personas trabajando sometidas a través de un vínculo moral-sobrenatural en ese concepto dice mucho de las bases que sostienen el numeramorfismo). Es muy difícil tomar postura o hablar sin caer en esa actitud. Más aún, quizá esté cayendo en tal. Si es así lo siento.

En este ámbito se manifiesta como una mezcla de saberes moralizantes, de excusas y de condescendencia impregnadas del rastro que dejó lo que fuimos, su adoctrinamiento e incluso de las justificaciones de cómo tratamos de evitar algunos de los efectos perversos que, según valoramos ahora, nos vino en cuanto señoritas/os atendidos por la administración. O, incluso, de justificar cómo evitamos los efectos más feos: pelos, ropa interior sucia, ropa de cama sobada, una conversación “inadecuada”, etc.

Sin ánimo de ofender ni de imponer –no quiero en este punto, de nuevo, caer en este lugar- algunas recientes entradas, no todas, me resuenan, salvando todo lo que hay que salvar, a lo ocurrido con algunas autoridades civiles alemanas con respecto al nazismo; recogimos las nueces pero “no nos dimos cuenta, ni oímos ni, por tanto, consentimos”. No pudimos hacer otra cosa, vamos. Fuimos tontos, ciegos, sordos…

No sé si pudimos o no darnos cuenta (allá cada uno y el juicio que haga de sí). Pero la realidad pura y dura es que no hicimos otra cosa que ser servidos y consentir, aceptar y reforzar ese régimen. Colectivizamos a esas personas como administración y de vez en cuando brindamos o nos portamos con esmero; quizá encomendamos (para que vinieran otras y siguieran atendiéndonos tan bien). El sistema lo reforzó con el canal unidireccional que era el telefonillo del señorito (numerario) director con la señorita (numeraria) directora en el caso de los centros de varones. Así no solo no había peligros afectivos, sino que se siguen las divinas regulae de la kommandatur a través de la dirección que llama a la jefa de pasillo de los pabellones de sirvientas. Sin nombres, ni apellidos, ni origen, ni raza, ni personificación. Lamentable.

Podemos hablar mil veces de lo maravilloso que hicisteis y lo bien que estaba todo. Eso es verdad y va de sui. Pudimos tener detalles y valorar mejor o peor. Pero consentimos y aceptamos. Nos vimos capturados y dejamos capturar a otros y otras para esos círculos de servidos/as y sirvientas. Dowtown Abbey o The Crown nos pueden explicar el pasado; pero no pueden servir para justificar más el presente.

Cada quien tendrá que analizar y ventilar su vida. Yo solo puedo hacer una cosa: agradecer (lo hago), pedir perdón y no exculparme en nada. No puedo ya ni siquiera hablar de lo maravilloso que era sin saber que eran diamantes de sangre hechos con vidas humanas. Por eso solo puedo dar gracias y pedir perdón a todas y cada una de vosotras. A las que me sirvieron y a las que no. A las que vi y a las que no vi. A las que se lo creen y a las que no se lo creen. A las que consideran ser parte del “juego divino de la entrega” y las que saben que era el juego escrivariano del montaje. A todas.

A quienes creyeron hacer este servicio por Dios y, así, haber sido rescatada de algo, hacer(se) y hacer(me) un honor con ese servicio, por lo que sea o por más que pensara que era lo que querían o aspiraban, o todos creyéramos que eso era algo divino, solo puedo decir ahora, con convicción profunda, que eso era fruto de una construcción que no puedo aceptar más y que, por lo tanto, solo puedo borrar, al menos de mí, con una petición de perdón profundo y radical.

Robredal




Publicado el Friday, 23 April 2021



 
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