Sobre un escrito de Gustavo de hace dieciocho años

Rosarigasino, 13/06/2022

 

Inmediatamente luego de mi última colaboración de mayo entré en contacto con un outsider, alias Gustavo en esta web, y nos juntamos al final de esa misma semana para tomar un café. 

Fue de las últimas personas con las que estuve en contacto en el Opus Dei en 1990, y como desde que me fui mi trato con insiders prácticamente no existió y con outsiders “ex” fue nulo, esa cordial charla fue el primer encuentro personal en más de tres décadas, ni casual ni al paso ni contacto no solicitado, con alguien que vivió lo que yo y que también lo resolvió tomándose el buque.  

Alias Gustavo, unos 3 años mayor que yo, en 1990 ya era profesional y con una atractiva carrera en derecho en los tribunales; tenía no más de un año en el opus y los últimos meses de 1990 fue a hacer su primera experiencia de vivir en una residencia universitaria abierta (bastante disfuncional por cierto ese centro) antes de ir al centro de estudio. (Esa casa que en su momento albergó al centro de estudios ahora está vacía y es sólo un inmueble más de una sociedad testaferro del opus.) En cambio yo en ese tiempo estaba en medio de la terapia "una de cal y otra de arena" con el vocal de san miguel y con el consiliario de la delegación que terminó en mi decisión de irme, definida en la cara misma del consiliario cuando éste me apuró; alias Gustavo se quedó algunos años más.

¿Cómo pudo darse mi desconexión de décadas?  Es algo bizarro que luego de cuatro años viviendo en centros del opus, rodeado de gente del opus buena parte del día, sin solución de continuidad todo vínculo se cortara de raíz (el seguimiento "en frío" que me hizo un numerario conocido por mí y que conté en mi última colaboración, definitivamente no cuenta por lo estrafalario, por lo raro.) 

¡Con mis propios ojos pude ver y puedo dar testimonio de la santa ley del silencio, la ley del hielo vivida en grado heroico por estos santos varones!

Bueno, una explicación plausible es que la ciudad en la que vivo es realmente enorme; tal vez en mi ciudad natal a estos tipos me los hubiese cruzado con mayor frecuencia, pero sólo si hubiese frecuentado la catedral o ciertas iglesias o caminado ciertas calles a ciertas horas, nunca la calle peatonal que en opinión de los del opus es de tan mal gusto. 

Seguro que el desencuentro también se explica porque la gente, no yo que me considero un tipo atípico, suele ser repetitiva en sus hábitos de desplazamiento y la probabilidad de cruzarse con un insider del Opus Dei aumenta dramáticamente en ciertos barrios, en ciertas calles, en ciertas celebraciones de misa vespertina en ciertas parroquias. 

Fuera de esos circuitos, y más con la demanda de gente para colegios y para la universidad corporativa que fue creciendo con los años, no te los vas a cruzar; garantizado.

Esto de los lugares tan previsibles por los que se mueven los del opus es un hecho muy llamativo, pero del que caés en la cuenta recién con la perspectiva del outsider.  Es un análogo de los lugares comunes en las tertulias y de lo repetitivo de los contenidos en los medios de formación; de lo pasmosamente rutinaria que termina siendo la vida de un numerario. Rutina de movimientos que pienso también es instrumental a la organización para mejor controlar a las personas. 

Por supuesto que los años posteriores a irme sí estaba bien al tanto de la gente del opus ocupando progresivamente posiciones en el organigrama del gobierno nacional, en la corte suprema de justicia, muy en consonancia con el espíritu fundacional que dejó por escrito el no-santo-de-mi-devoción escrivá. Era gente que mayormente yo había conocido personalmente, en el centro de estudios, realizando encargos de recepcionista en la delegación.  Y eso me revolvía las tripas, por la agenda encubierta que sabía que existía detrás.

(Por lo que me enseñaron tempranamente en los medios de formación como vocación reciente y que pude confirmar leyendo artículos de esta web, escrivá dejó escritos sobre el propósito de que sus numerarios "cristianizaran" la sociedad ocupando puestos de poder, en documentos que siempre pretendieron que fuesen oficiales pero inaccesibles, ocultos, secretos en algún archivo del obispado de madrid, y por eso merecieron la atención de Francisco Franco, que quería saber lo que hubiera detrás de esos trepadores.)  

También recuerdo en el centro de estudios a algunos numerarios diciendo más en chiste o más en serio cómo construirían si pudieran un muro en el barrio más exclusivo de la ciudad para mantener afuera a la chusma; el hipotético muro tendría un perímetro que dejaría afuera sin dudas el barrio adonde yo me había mudado (que supo ser el centro de la ciudad antes de la epidemia de fiebre amarilla del siglo XIX.) En los hechos era y sigue siendo muy improbable cruzarse con un numerario fuera de ese límite de muralla imaginaria. (caramba, ¿y por qué será?)

Tampoco puedo descartar mi impresión formada los años siguientes a 1990 de que algunos numerarios-de-barrio (por el muy divertido escrito “numerario de barrio” de Ddeperalta 02-julio-2021, analizando un esfuerzo reciente de la Prelatura por presentar como un tipo normal lo que es un numerario en videos de youtube en Méjico) que estaban bien al tanto quién era yo, si me veían, por ejemplo en el transporte público (sólo autobuses, ya que jamás me enteré de un numerario que haya bajado a una estación del metro, y esta ciudad tiene los metros más antiguos de latinoamérica; ¿por qué será? ni idea), harían todo lo posible por evitarme, cambiando la línea de autobús en futuros viajes.  Un par de veces eso me ocurrió, y fue raro. 

Algo así como lo que ya conté que pasó en mi año y medio de trabajo en la IBM, donde había un numerario trabajando en el mismo edificio (que tenía un comedor para empleados bastante copetudo y gratis) donde estaba yo y que sólo me lo crucé una vez; encuentro sobre el que no puedo descartar que fuese algo planeado por él para hacerme una pregunta específica sobre cuáles eran mis planes a futuro en esa empresa. (y luego, reportarlo...)

Así que santo remedio, ellos querían evitarme y yo no iba a gastar esfuerzos en perseguirlos. 

En otro artículo en la web ("no os perdonarán la salida" de Guillermez, 20-marzo-2020) leí que a alias Guillermez lo llamaron para ofrecerle con gran entusiasmo una posición en una universidad corporativa sólo para luego comunicarle un destemplado rechazo, de modo que se entendiera que era en pago por no querer volver a asistir a medios de formación en el opus; algo similar a la situación con la misión/convivencia en Santo Tomé a la que primero me invitaron insistentemente en 1992 para luego y a último momento comunicarme marcialmente que yo no podía ir por ser un ex, y que "era tiempo que yo lo entendiera...";  es como que hay alguna regla interna tácita por la cual al que se va sin que lo echen, hay que fabricar una situación para que el opus pueda pagarle con la misma moneda del rechazo, del desplante. No sé si ese es el rollo pero de afuera pareciera que sí; no sé si alguien tiene algún caso parecido para contar en una colaboración...

Qué sé yo...; tal vez, como lo que son las reglas de permanencia y desvinculación están en documentos en latín, inaccesibles y secretas incluso para aquellos para quienes estas reglas obligan ...

(estoy pensando en obligaciones que hasta los directores de consejos locales se enteran en el fragor de la batalla, como la regla de que el numerario que duerme fuera de un centro sin permiso comete pecado mortal, y en la explicación que Haenobarbo hace en “Dormir fuera de Casa” el 1-febrero-2008 sobre cuál es la regla de la vida de clausura con lo que esto se relaciona directamente; además de la muy interesante observación de que el Círculo Breve es idéntico al Capítulo de Culpas de las comunidades de clausura papal en las que se recitaban las Reglas, tal como se hace con el plan de vida en el círculo.)

... entonces, tal vez, existe cierta discrecionalidad para los directores y en mi caso ellos mantuvieron una ventana de unos meses para que yo renovara la oblación después del 19M y me fuera a vivir al centro de mi ciudad natal; ¡difícil enterarse si no te lo dicen! Pero yo, lo más feliz en mi ignorancia...

A propósito interpongo en este punto un comentario con mi opinión sobre la alergia en el opus dei a ser confundidos con los religiosos: ¿cómo se concilia la afirmación de Escrivá de que vio algo nuevo, recibió un carisma/s nuevo/s pero a la vez tan sencillo y tan de siempre como la llamada universal a la santidad - que no es nada nuevo precisamente, es lo que Dios espera de cualquier cristiano corriente - y que no es la vía de los religiosos; no obstante lo cual todo lo que es el plan de vida en el opus no difiere en nada con lo que hacen los religiosos!!!??? 

En los escritos recomendados por Agustina esta semana se propone el escrito de alias Desconcertado del 17-agosto-2012, donde se comenta un texto de la web oficial y se llega a la misma conclusión que cualquier cristiano que se pregunte ¿cuál es el carisma particular del opus? La respuesta de la página oficial es “alcanzar la santidad en la vida ordinaria” a lo que Desconcertado responde: “Si esta es la misión de la prelatura, entonces es una iglesia paralela, porque esa es precisamente la misión de la Iglesia universal. ¿Dónde está la especificidad de la prelatura y su misión? 

Mi impresión es que la pretensión de Escrivá y del opus no es fundar una iglesia paralela, sino cooptar desde adentro todas las estructuras de la iglesia, que nada quede que no sea opus dei… excepto los religiosos y sus institutos/monasterios.  Sin embargo, contradiciendo lo anterior, todo el ascetismo que diseñó Escrivá para su fundación, inamovible en el tiempo, escrito en piedra, es calcado de los religiosos; ¿entonces? ¿su pretensión real era, efectivamente, crear un nuevo estado de perfección, disimulado en gente que aparentaba ser secular, por no usar hábito de religioso?

Escrivá tendría que haber aprovechado, mientras duraba la tal visión/revelación divina que recibió, para distinguir aquello que haría del opus dei una fundación original; o al menos tendría que haber rogado que se extienda la visión un ratito más, seguramente unas cuatro o cinco campanadas más hubieran alcanzado, así aprehendía cuáles eran los medios de santificación "originales" que Dios le confería al opus dei.  Pero lástima, se habrá obnubilado memorizando “las caritas” de cada uno de los que estaban llamados a esa “vocación” nueva. 

No obstante, si algo tan central para la propia ascética no la vio en la primera revelación del 28, bueno, cuando llega la del 30 y más tarde la del 43 ya tendría que haber tenido la pregunta lista para hacer – es comprensible que una vez se te pase el tren, pero que se te pase tres veces, ya hay que empezar a desconfiar.  

Y si no, no le habrá faltado alguna otra revelación no oficializada como las anteriores pero que presuntamente tuvo, posiblemente por los 50s, en la que "vio" que tenía que dejar el opus dei para ser un obispo con pueblo propio en alguna importante diócesis española (como especula Gervasio en su escrito del 14-abril-2014 “tras ser obispo, ¿qué más? ¿qué sigue?”) ... (¿existiría una revelación lista para ser anunciada como las tres anteriores cuando lo nombraran obispo en España y dejara el Opus Dei en manos de Álvaro Portillo?)

Si la fundación de escrivá, el opus, no tiene nada de original como carisma, ya que el llamado universal a la santidad es algo a lo que todos los seres humanos estamos llamados, entonces debe ser una re-fundación de algo existente.  ¿de qué?  Bueno, nada tan universal como camino al cielo, como vía para la llamada a la santidad universal que el cuerpo místico de Cristo, la santa iglesia universal misma.  Es decir que la original fundación de escrivá es en realidad una re-fundación de la iglesia, particularmente para su jerarquía episcopal, para el presbiterio y para el laicado. (todo menos que para los religiosos...)

Una especie de pequeña semilla que crece adentro de la iglesia y que a la larga terminará siendo la iglesia misma; "padre, padre, ¿con quién haremos proselitismo una vez que todos hayan pitado?"  "jaja, las cosas tan locas que dices hijo mío; pero qué buen espíritu que tienes..."; y que conste que esta anécdota me la contaron en los medios de formación iniciales, así que algo había detrás...  

Tengo la íntima impresión de que la Iglesia Católica nunca estuvo en la búsqueda de un re-fundador, un Jesucristo II, y menos que el tal refundador fuese el tal escrivá que ya de joven sacerdote no paraba de hacer "lo que se me da la gana" porque para él era "la razón más sobrenatural" aun cuando eso fuese contrario a las directrices y los encargos de sus superiores "porque lo hacen para fastidiarme."  (cabos sueltos que quedaron, pistas que van apareciendo como las que revela Oráculo en “El oficio de José María Escrivá en Perdiguera”)  

Queda la fuerte impresión en quien lo vivió que el plan de vida del opus es en todo un "copy&paste" de reglas y constituciones de religiosos, con ligeros cambios de nombres; realidad que inoportuna históricamente y que choca de frente con la pretensión de que fue el cielo el que intervino para mostrarle al fundador algo nuevo y original.  

A eso hay que sumarle lo que vengo a enterarme leyendo escritos de esta web, que el registro del hecho fundacional sobrenatural, la "visión" del 2 de octubre, es una anotación al margen de lo escrito en 1930, agregada unas tres o cuatro décadas después... ¿Cómo que si escrivá tuvo una visión divina, algo realmente extraordinario, de la más alta relevancia sobrenatural en la historia de la cristiandad, no lo haya dejado por escrito ese mismo día, ni dos años después cuando registró en sus cuadernos la fecha de la fundación...?

Vaya uno a saber, cosas de un santo en su infinita modestia, o de embaucador que necesita nuevas mentiras para tapar las mentiras anteriores.  

En retrospectiva y volviendo al hilo de mi contribución, si hubiesen querido estos del opus seguir en contacto conmigo, para lo único que hubiesen podido llegar a ser de utilidad hubiese sido para presentarme algunas minitas, con las chicas tan lindas que se veían en las misas del 26 de junio, seguro que varias entre ellas con una vocación al noviazgo y a los arrumacos grande como una casa; no para ir derecho al altar, no, niet, não, nein!!!! Sino para ir aprendiendo, para ir sacándome tanto acartonamiento, digamos que para ir acostumbrándome a lo que es la proximidad con el sexo opuesto, aprender a sostener la mirada, a hacer contacto visual, a sonreír con ganas, sin incomodidad, a gravitar hacia una mayor proximidad, el irme descubriendo con la otra, a rendirme al genuino calor humano entre un hombre y una mujer... 

Bueno, volviendo a mi muy cordial y amena charla con alias Gustavo en una tienda de café, me pude poner algo al día en qué había devenido aquello en las tres décadas que pasaron. Él tenía un claro recuerdo mío que ya había volcado en una contribución en esta web hace dieciocho años (“Lo que el Opus se llevó”, cap.3, 11-febrero-2004), y que leí una vez de vuelta en mi casa. Esto es lo que alias Gustavo había escrito en relación a ese corto tiempo de convivencia como numerarios, que paso a transcribir entrecomillado:

"Me tocó compartir el cuarto con otro numerario y un residente. Del numerario no recuerdo su nombre completo. Nunca supe qué pasé con él, pero sé que dejó de pertenecer a la Obra, ya que después no lo vi más. Allí comencé a ver lo que era que uno "abandonara" la Obra. A uno lo "borran", nadie habla más de uno y no se pregunta más acerca de él. Cuando pasaban los años y uno no veía más a alguno por un tiempo, era preferible no preguntar. (Solo con Alex se podía hablar de estos temas...)

Creo que llevaba varios años en la Obra y parecía estar enfermo. Estudiaba ingeniería. Recuerdo que estaba muy deprimido -fue el primero que vi en ese estado, después me encontré muchos más, realmente el índice de numerarios deprimidos o con enfermedades psiquiátricas es altísimo-. Por las noches, dormido se sentaba y hablaba en la cama y demás. No era amigo de nadie en esa casa. A mí me daba mucha lástima, pero claramente la situación me sobrepasaba."

La verdad es que fue peculiar encontrar algo escrito sobre mí por otro numerario con un punto de vista objetivo, de vocación reciente aún no condicionado en sus percepciones por la montaña de criterios, bienintencionado, compasivo, acerca de cómo yo me veía a fin de 1990; una mirada sobre mí del momento en que yo estaba lidiando en una conversación estéril con directores y sacerdotes, y en el que íntimamente estaba llegando a comprender las últimas consecuencias de qué significa ser el único responsable de mi propia persona y de mi felicidad, que eso era algo indelegable e imposible de encorsetar en una obediencia ciega en otros, y que iba a tener que tomar yo las riendas de mi propia vida no renovando la oblación el 19M siguiente.  

Por eso es que pienso que yo me fui de la forma en que el Opus Dei no quiere que la gente se vaya, como el bebé alien destrozando el esternón de su huesped, como el desenlace de la película Labyrinth, cuando Sarah (Jennifer Connelly) recuerda al fin la última estrofa del poema que la liberaría: "you have no power over me" (no tienes poder sobre mí), haciendo desvanecer toda la ficción del rey Jareth (David Bowie) pergeñada para que Sarah claudique, se rinda, renuncie a recuperar a su hermanito.  

"you have no power over me" en este caso significa que el único que decide sobre mi propia vida soy yo, y no hay nada que puedas hacer o engaño que puedas armar para borrar esa capacidad mía como persona, ese derecho mío como cristiano: yo decido cómo quiero vivir de cara a Dios.  El “free will” irrenunciable de la persona, que es la falla fundamental en Matrix; el "porque se me da la gana" bien entendido y que está tan mal usado por escrivá para excusarse de tener que dar cuentas de decisiones que él tomó contrarias a lo que sus superiores eclesiásticos o su confesor le indicaban luego de ser ordenado sacerdote, o para excusarse de explicar prístinamente la lógica detrás de los sinsentidos que imponía a otros.

Eso de “porque se me da la gana” jamás lo entendí mientras estuve adentro. En la primera charla que escuché a los catorce años en el club se insistía que no había que hacer las cosas porque uno tuviera ganas, sino porque hay que hacerlas, y todo el rollo del capítulo de carácter del panfleto de máximas “camino.”  Y años más tarde una comisión de servicio que vino mientras yo estaba en el centro de estudios hizo girar todo alrededor de desterrar la palabra “maldita” que empieza con e y termina con e.  (esa palabra, entiendo yo, que es “embole”, algo similar a desgano, desinterés, aburrimiento en el lunfardo local.)  Y resulta que Escrivá terminaba justificando todo con su “razón más sobrenatural, porque se me da la gana”.  Bueno, yo no podía hacer absolutamente nada como numerario basado en mis ganas de hacerlo, sólo podía hacer lo estrictamente pautado, u otra cosa sólo si antes lo había consultado con los directores. 

“porque se me da la gana” bésame mis pelotas cuando estás dentro del opus.  Tan típico del opus: dime de lo que alardeas (libertad, hacer lo que uno quiere libremente, ser un cristiano común y corriente, las puertas para salir abiertas de par en par) y te diré de lo que careces. 

Pero sí, visto de afuera, como outsider, el “porque se me da la gana” sí tiene sentido y es la razón última que asiste a todo cristiano que quiera mandar al corno a pretendidos iluminados con pretensiones sectarias de robarle su derecho como hijo de Dios a elegir su propio destino entre las incontables alternativas que Dios puso a su disposición en su creación; todas buenas, todas santas. 

“porque se me da la gana” abarca con seguridad mandar a pasear al Opus Dei y a su parafernalia de normas monacales y a sus votos-novotos de pobreza, celibato y obediencia tan engañosos, que para colmo dejaron de existir como votos con la nueva figura jurídica de Prelatura Personal en 1982 y por lo tanto no hay justificativo jurídico para que se requiera dispensa para dejar de observarlos... 

Leer el texto de alias Gustavo claramente me afectó, y de la siguiente forma: sentí tristeza y compasión por ese chico de veinte años, al que tan injustamente, arteramente, de forma criminal, le habían robado siete años y medio de vida adolescente, aprovechando sus ganas de ser un mejor cristiano, aprovechando sus roscas internas de autosuperación, aprovechando su rebeldía reprimida contra sus padres (que en algún momento es natural y recomendable que en esos años de adolescencia aflore como proceso de maduración de niño a adulto) para separarlos de ellos, para romper todo lazo familiar con la excusa de que era "familitis" (o como corno se diga), aprovechándose de sus veleidades de adolescente. 

Recordé cómo los directores y sacerdotes, ante mi insistente sinceridad sobre lo mal que la estaba pasando y que ya iban varios años de intentar vivir como numerario y que eso me hacía profundamente infeliz, sobre mi necesidad de hacer un balance y arqueo de mi vida en el opus que cerraba con una pérdida fenomenal, su respuesta invariable era:  "vos no tenés ningún problema", "vos estás bien", "vos no estás enamorado de esa chica, o de la otra, o de la de más allá, porque lo que te pasa a vos no es estar enamorado", "listo, dejá de pensar en eso, hacé el propósito de nunca jamás volver a dudar de tu vocación y poné la cabeza en la labor de san rafael." 

Y una vez que hice clara mi determinación de irme, la admonición de "los años que vas a hacer que se retrase la obra de dios si te vás."  Tan en línea con la carta que acabo de leer que Escrivá le mandó a Francisco Franco sobre cómo el instituto secular podía avanzar o retrasarse medio siglo si el gobierno de España no contribuía económicamente para el colegio romano.

Es claro, viendo en retrospectiva, la disociación que yo estaba padeciendo; por un lado queriendo conversar sinceramente con alguien que se aviniera a escucharme, entenderme y eventualmente a aceptar lo que les decía, ya que sinceridad era lo que siempre estaban reclamando, la segura fórmula para resolver los problemas; y enfrente como una pared la falsedad institucional del Opus Dei, para el que le valía nada lo que a mí me pasara si no iba a perseverar, para la que sólo cuenta lo que a la organización le conviene. Por un lado, confiaba que si era sincero iba a recibir consejo espiritual adecuado; por el otro lado no podía ya ignorar las manipulaciones de las que era víctima como numerario/persona con dudas de vocación. Y caer en la cuenta que la tensión no podía resolverse sin que algo se rompiera me provocaba gran ansiedad; y que de alguna forma esa tensión iba a tener que resolverse... 

Para la teoría de la disonancia cognitiva la persona es sensible al hecho que los propios actos sean contrarios a las normas y creencias propias, y el reconocimiento de esta disonancia motivará al individuo a tomar acciones para resolverla, ya sea cambiando su marco de valores y creencias o cambiando sus acciones o, más sutilmente, cambiando la percepción de sus acciones. El efecto en la psiquis del individuo es un sentimiento de ansiedad. (Festinger, 1957)

En mi caso, y creo ser representativo de muchos en el opus, la ansiedad se resolvía o resignándome a ser un insider infeliz; o a quedándome adentro mascando mi descontento como un insider de mal espíritu; o cambiando el marco de mis valores y creencias, volviendo a mi eje y reconociendo que la decisión era exclusivamente mía, y que lo que yo decidiera iba a ser siempre bueno y lícito.  Respecto de la última opción, la de cambiar la percepción de las propias acciones, supongo que eso se dará en gente que sigue como insider con un importante componente de doble vida, tolerando esa doble vida como una situación mejor que irse y de la que serán perdonados en un último sacramento de la reconciliación en su lecho de muerte, manteniendo una relación de noviazgo, o en el caso de los varones frecuentando prostíbulos para descargar la propia libido (ni idea cuál será el análogo para las mujeres); pienso que no es este un caso tan excepcional. 

Ejemplo de que en nada les importaba mi salud psíquica y espiritual ni en tener una conversación sincera conmigo es que una preocupación central del director del centro donde yo vivía esas semanas era saber si a mí me había contactado no sé qué exdirector del colegio corporativo de varones Los Molinos, un exnumerario que se había escapado con la madre de un alumno, supernumeraria ella, causando gran escándalo; esto así me lo contó él. Aparentemente estaban inquietos de que este tipo estuviese contactando numerarios para convencerlos de ¿irse?. "no para nada fulano, ni idea lo que me estás diciendo." 

Hace un par de días leí en esta web (perdón lo regurgitativo de mi escrito, pero estuve leyendo mucho de opuslibros estas últimas semanas, y si lo estoy contando mal, por favor agradezco me lo indiquen) lo de un exnumerario con varios años en el opus que en el medio de una gran agonía interna, entiendo que la situación era una doble vida con una mujer, fue a Roma y pidió hablar con Echeve para tratar de cambiar; "por supuesto" le dijeron, como que era su derecho después de tantos años de servir como numerario.  Bueno, todo el encuentro, que se hizo esperar horas, sólo consistió en un cruce de pasillo en el que recibió un (¿cariñoso?) coscorrón y un mensaje de "déjate de melonadas, si te viera tu padre desde el cielo" (el padre de este ex había sido supernumerario y ya había fallecido siéndolo); ¿conversación? ¿sinceridad? ¿diálogo? ¿oportunidad para un hijo de abrir el corazón sinceramente con su padre y recibir su consuelo y consejo? claro que no, porque a Echeve le valía nada lo que el ahora ex necesitara decirle, le importaba nada escucharlo, porque o seguía en la noria (seguramente a cierta altura de la vida de un numerario en el opus ya saben que no quedan más razones en el tintero para tratar de convencer, así que para qué perder el tiempo en usar argumentos gastados), ó ni un minuto de su tiempo de prelado valía su cariño humano.  

Lo que alias Gustavo describe objetivamente, mi aspecto de alma en pena, de tipo profundamente deprimido, o incluso extremadamente cansado, era algo sobre lo que yo no estaba tan al tanto en ese momento porque no me permitía a mí mismo verme de esa forma; estaba muy ansioso y sintiéndome para el traste, pero no bajo de energía, ya que ese semestre fue exigente y particularmente bueno para mí en la facultad, tuve un muy buen desempeño.

Y la verdad es que aún no había comenzado con síntomas producto de la ansiedad como los muchos que leí en escritos de esta web (gente dopada con ansiolíticos, convertida en adictos a los narcóticos; y yo que siempre pensé que las drogas eran malas ¡curioso camino de santidad!) (entiendo el enorme daño que han sufrido personas sometidas a esos tratamientos; no desconociendo eso, creo que el humor siempre ayuda, así que para quien quiera reírse un rato quiero compartirle el siguiente video de youtube de Peter Capusotto y sus videos: https://www.youtube.com/watch?v=vL5BoRH_Zu4 ).

La profunda infelicidad que me provocaba mi condición de numerario terminaba por verse reflejada corporalmente y así es como me veía alias Gustavo. 

Pero una vez afuera de la secta ¡santo remedio a esa ansiedad y a tanta infelicidad! Cuesta arriba, seguro que sí, pero ya sin el parásito del opus dei en mi vida.  No había ninguna raíz personal en mis problemas ni existía un oculto y oscuro "vos y tu problema..." como me lo insinuó el director del centro; puras pamplinas, su intención minar mi confianza en una vida fuera del opus.  

Bueno, hasta aquí esta contribución.  Disculpas si les doy demasiada lata con este escrito que se apoya reiteradamente en otros escritos de la web, pero es que realmente en estos veinte años se ha juntado material muy relevante para los que pasamos ahí, y pienso también que para las autoridades de la Iglesia que necesiten entender algún problema en particular. 

Gracias Ramana por tu cumplido del 11-mayo a mis anteriores escritos, espero no aburrir con este.  También yo encontré que tus escritos no tienen desperdicio, que son muy profundos. 

En el próximo escribiré algo sobre ser un ex numerario y las mujeres, especialmente lo que significó ser padre de tres niñas. 😊 

Les mando abrazos y besos a granel, cada uno llévese cuantos quiera,

Rosarigasino

 

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