IGLESIA Y SOCIEDAD EN LA ESPAÑA FRANQUISTA. APUNTES PARA UN ANALISIS POLITICO.

Cuadernos Ruedo ibérico 36, 1972. Jean Vidal

 

 

Este interesante estudio aborda la historia de la iglesia en España desde la llamada “Cruzada”, la guerra civil de 1936-39 hasta los años setenta.

 

Pienso que es un marco imprescindible para comprender el fenómeno opus dei y la fuerte impregnación, también hoy 2006, en la sociedad española. Las “agarradas” del gobierno de Zapatero con la iglesia católica tienen hondas raíces, y nos pueden parecer anecdóticas, pero incluso fuera de nuestras fronteras se siguen estos acontecimientos con curiosidad, no es para menos. Supongo que todos los lectores de la web si han presenciado un debate televisivo sobre las cuestiones candentes que enfrentan al gobierno y a la iglesia española habrán observado y habrán reconocido a los opusianos “dando luz”, defendiendo “supuestamente” a la iglesia y a los católicos de las embestidas laicistas. Opino que es todo bastante falso, y una gran bola de aire, pues no es verdad que Zapatero persiga la religión, pienso que intenta superar la “etapa antiguo régimen”. Las fuerzas vivas del catolicismo deberían de darse cuenta de que la alianza iglesia – estado del franquismo fue un error histórico. El opus pretende que perviva ese error.

 

La historia de la iglesia en el período franquista se puede dividir en tres etapas:

  1. la etapa de la cruzada, que culmina en el concordato de 1953
  2. del concilio Vaticano II hasta 1970.
  3. Y desde 1970, cuando se empieza a revisar el concordato.

 

En esos cuarenta años la sociedad española, la iglesia universal y la iglesia española evolucionaron de manera notable.

 

  1. La etapa de la cruzada

 

El poderío económico de la iglesia española disminuyó con la desamortización agraria, pero no ocurrió lo mismo con su poderío ideológico. Otros países tradicionalmente católicos como Francia e Italia vieron surgir una burguesía cuyas ideas no eran especialmente religiosas, la iglesia perdió gran parte de su poder en la sociedad en esos países. No ocurrió así en España, de hecho es la diferencia del fascismo español de los primeros tiempos de Franco con el alemán y el italiano, la presencia y connivencia de la iglesia católica. Desde 1937 los obispos españoles en general apoyaron sin reticencias a Franco, y Pío XII también bendijo el régimen por “haber salvado España del comunismo.”

 

Los españoles todavía hoy podemos ver los monumentos que se erigieron en nuestro país “a los caídos por Dios y por España”, esa fórmula indica bien la alianza de la iglesia con el franquismo de la primera hora. La iglesia controla la educación y la cultura: la censura que ha sido inmortalizada en tantas películas españolas en las que vemos como el cura del pueblo cortaba la película cuando llegaba el beso por ejemplo, la religión como asignatura obligatoria en todos los grados de la enseñanza,  la depuración de maestros republicanos que se hizo tras la guerra (reflejada en el film de J.A Cuerda “La lengua de las mariposas”), y el control de las oposiciones para que no se “colaran” los no afectos al régimen y su ideología. Las leyes se basaban en el catolicismo, no existía matrimonio civil en España. ¿Y qué decir de la vida cotidiana? En los pueblos españoles, como durante siglos, se vivía al ritmo marcado por la iglesia. Por ejemplo, todos los días las mujeres acudían a rezar el rosario, para el que se daban sucesivos toques de campana tres cuartos de hora, media hora, un cuarto de hora antes. Las madres vigilaban que sus hijas no se hicieran las remolonas. ¿Y la misa dominical? Si alguien no acudía se señalaba socialmente, en según que pueblos y momentos, no ir a misa era demasiado peligroso.

 

Yo nací en los últimos años del franquismo, y en una zona de España muy católica, no reniego de ello, me criaron así, con las campanadas de la iglesia señalando el horario y el Corazón de Jesús bien grande en el comedor de la casa de mis tías. Por cierto que ellas fueron las que me enseñaron a rezar cuando pasaba por delante: “Sagrado Corazón de Jesús en vos confío.” Ahora comprendo mejor que si una persona no tiene esa creencia y esa fe todo esto puede ser una comedia o un fardo que te haga odiar la religión desde lo hondo.

 

Quiero decir, que la iglesia católica con esa alianza tan explícita con el poder no necesita enemigos que la hostiguen: los ha criado ella misma.

 

Los representantes de la iglesia tenían asiento en Cortes, en el Consejo de Estado, en el Consejo de regencia, en diversos organismos oficiales. Era la misma situación que en Francia antes de 1789, sólo que corrían los años 1940, lo que muestra lo obsoleto del asunto. La iglesia institucional queda incrustada en el estado, mucho más allá del papel de brazo de vigilancia teológica. Eso significa también una iglesia sometida a un régimen, y serán notables las servidumbres de la iglesia con respecto al estado, que debería de pasar por la historia de forma más alejada de la política. Por ejemplo el Caudillo intervenía en la designación de obispos.  ¿Recordáis la frase de Escrivá de que la iglesia no debía meterse en banderías políticas? Otra gran bola, si un grupo religioso ha estado mezclado en política es el opus dei como Ruedo Ibérico demuestra.

 

El problema de todo esto es que los eclesiásticos españoles se van a desenganchar notablemente de la evolución que sufrirán los obispos católicos en otros países. Muchos obispos eran supervivientes de la “cruzada”, y tomaron la ocasión para desquitarse con espíritu de revancha frente a las persecuciones sufridas en la república. Así que mostraran una hostilidad abierta a intelectuales católicos europeos como Mauriac, Maritain, Mounier y una cerrazón total a todo intento de “renovación” dentro de la iglesia.

 

Vemos pues que la España de Franco, en especial la de los primeros años tras la victoria de 1939, no era un país europeo, moderno, pese a estar geográficamente en Europa. Más bien se resucitaron viejas formas que hacía más de cincuenta años se habían superado en el resto de Europa occidental. El reloj de la historia atrasaba una vez más en España, todos los intentos de modernización que se habían hecho antes de la guerra, tanto políticos como culturales, por ejemplo la Institución libre de enseñanza, fueron enterrados y condenados como herejes. En ese “microclima español” es indudable que la institución Opus Dei tenía todas las de ganar, incluso en algunos aspectos externos el opusiano “parecía” más moderno que un miembro de otras organizaciones católicas como los Propagandistas. Señalo que en el debate de La Clave sobre el Opus Dei (1992), el cura numerario Illanes alude al hecho de que su padre formaba parte de esa asociación religiosa.

 

  1. 1953-1959. Un concordato tardío.

 

El concordato consagraba una situación que tenía sus raíces en 1936 y para cuando se firmó la sociedad española era otra que la de 15 años atrás. Para empezar la generación que en los años cincuenta se incorpora a la vida adulta no había participado en la “cruzada” y es el momento de los movimientos intelectuales y universitarios contrarios a la dictadura. En 1953 en España abundaban las vocaciones de curas, ser cura era una posición social para muchas personas que no podían pagarse unos estudios, y la mitad de los curas españoles no llegaban a los treinta años de edad. Esos curas resultaron no ser todos tan dóciles al “espíritu de cruzada”, no lo tenían tan claro y la guerra del 36-39 no había sido su guerra.

 

Además la iglesia española se abre tímidamente al exterior, lo que hará posible la autocrítica. Muchos curas se dan cuenta de los defectos del catolicismo al que representan: por ejemplo el distanciamiento de los obreros y de los intelectuales, las prácticas religiosas “quasi” supersticiosas, la falta de formación intelectual de los creyentes, las devociones que se quedan en lo folklórico y la nula incidencia de los católicos en los problemas sociales. ¿No se pueden achacar muchos de esos defectos a la religiosidad al uso en el opus? estos síntomas me resultan conocidos, aunque la gran diferencia una vez más, es que dentro de la iglesia española de los años cincuenta existió la autocrítica, jamás algo así en el opus. También es curioso que Escrivá observara la desafección de los intelectuales y “fuera a por ellos” tan decididamente, al tiempo que pasaba olímpicamente de la desafección de los obreros con respecto a la iglesia católica ¿por qué?

 

Los clérigos españoles “se desayunan” un poco tarde de las nuevas escuelas teológicas de Francia y Alemania, ¡qué curioso! Ratzinger era uno de esos avanzados…Las viejas asociaciones católicas se renuevan al estilo de movimientos similares europeos, incluso la iglesia “capitanea” movimientos de oposición a Franco como en el caso del nacionalismo vasco y catalán. Fue en entornos del partido nacionalista vasco, muy de católicos practicantes, donde surgirá ETA. Se inicia la polémica del uso del catalán y del euskera en la liturgia y la catequesis. Sacerdotes vascos y catalanes protestan sobre la situación política. Incluso sectores católicos pasan a la acción interviniendo en las huelgas obreras (1959-63) y hasta los obispos sacan pastorales en las que se habla del “problema social”.

 

Dos elementos se destacan en este período:

 

1. Algunos sectores del clero entregados a resolver las necesidades más acuciantes de los obreros llegan hasta al análisis de las raíces del problema. De esta forma la difusión del marxismo en España cobra vida por la polémica que entablan algunos autores católicos con el marxismo.

2.  El otro elemento es el nuestro. Copio el texto del artículo:

 

“La aparición a la luz política exterior (1953-54) y consiguiente penetración en el poder (1956-1959) de una nueva fuerza política confesional. Se trata de una corriente político-ideológica que, invocando una radical fidelidad al catolicismo, propone un nuevo camino en la dirección del capitalismo español y en su adaptación política. Su trascendencia será altamente importante, porque proporcionará a la larga el instrumento político o ideológico capaz de superar el impasse en el que el sistema se ha colocado.” 

 

Exactamente esa nueva fuerza política confesional es el opus dei. Es llamativa la falta de objetividad del opus cuando se presentan a sí mismos como una fuerza laica, en España todo el mundo observó el catolicismo a machamartillo de los opusianos, que les abriría tantas puertas en el gobierno. Ir de laicistas, a parte de no ser verdad, hubiera significado no poder progresar en la España de los años cincuenta.

 

 Mi comentario: ¿qué hubiera sido de los últimos años del régimen franquista sin los opusianos en el poder? Es política ficción, pero tiene interés pensarlo, porque lo que en este artículo se quiere decir es que una forma de ver la política y la religión que iba camino de ser un auténtico fósil, gracias al opus dei encontró un balón de oxígeno inesperado. Es decir, los opusianos aparentemente “muy catoliquísimos”, nadie les gana en misas, rosarios y retiros… darán su sello personal con su “presunta buena mano” para los negocios, para las cuestiones económicas.

 

No creo que sus métodos fueran tan beneficiosos para el conjunto de los españoles, más bien facilitaron el enriquecimiento de algunos ciudadanos y del propio opus al que representaban. Sin embargo, con opus y sin él, la resurrección económica de España llegó con los turistas y con los emigrantes, los turistas no vinieron a España a conocer el opus dei y los emigrantes tuvieron que salir de un país donde no había trabajo, así que está por demostrar que la gestión económica de los opusianos fuera tan crucial. Sí lo fue en que atrajeron capital extranjero y se dio por concluida la autarquía, es decir, todos los productos que se consumían en la posguerra eran españoles, pero en los años 50 España entró en el mercado internacional al menos como comprador.

 

Sigo con el texto de Ruedo Ibérico:

 

“Rafael Calvo Serer (nacionalista de tonos maurrasianos en sus primeras obras y numerario “de la primera hora”) lanza en 1953 el proyecto de “tercera fuerza”, cuyos perfiles se irán delimitando progresivamente, hasta desvelar el equipo y el programa preparado por el Opus Dei, que llega al poder en 1956-57.”

 

Rafael Calvo Serer es uno de los personajes un tanto payasetes del opus[1], porque escribir en 1949 un libro titulado “España sin problema” era no tener visión de la realidad de España: una dictadura militar de corte fascista, tras una guerra mundial en la que precisamente los fascismos acababan de ser derrotados y Europa estaba en plan “nunca mais” con el fascismo. Eran los años del aislamiento internacional, del hambre y el racionamiento todavía, para conseguir comida había unas cartillas donde te apuntaban lo que tenías derecho a consumir por familia. Y no se permitía ni un gramo más de lentejas estipuladas. Eran los años del llamado “estraperlo”, es decir, de los productos que pasaban la frontera de contrabando. En los pueblos del norte de Navarra no eran pocos los que vivían del contrabando con Francia. Tengo entendido que existía una “oficina de Abastos” que llevaba el control de las cartillas de racionamiento, casualmente mi padre trabajó en la sucursal de Pamplona para ganarse la vida mientras intentaba sacar sus estudios. En esas circunstancias penosas ¿cómo un “intelectual”, lo que pretendia ser Calvo Serer, puede ignorar de forma tan patente la realidad de sus compatriotas?

 

Calvo Serer quería con el libro “España sin problema” replicar al libro de, esta vez sí, un intelectual español Laín Entralgo titulado “España como problema”. Es probable que para los cuatro que se beneficiaban del franquismo y no tenían problemas de ir con su cartilla a por las lentejas, no había problemas, pero no eran la mayoría. Una vez más el problema de Calvo Serer es que era numerario y no se ocupaba de la administración, porque sé de buena tinta, se lo oí contar a una numeraria conocida, Marichu Orbegozo (murió en 2002, también en Pamplona), que tenían sus dificultades en esos años para comprar la comida y alimentar a los residentes.  En cualquier caso las dificultades de la administración del colegio mayor Moncloa en Madrid no serían tantas como las de otros.

 

Continúo copiando la explicación de la tercera fuerza:

 

“La liberalización de una economía autárquica, la modernización de la burocracia y la restauración de la monarquía (para reconquistar la confianza maltrecha por el interrogante sobre la continuidad del sistema) son los tres pivotes del programa de la “tercera fuerza”. Siempre bajo la dirección del Caudillo[2], se trata de decidirse abiertamente por la integración de la economía española en el sistema capitalista occidental, al precio político necesario y suficiente para hacerse aceptables a los aliados políticos, conservando, a la vez, el control del país. El nuevo equipo se propondrá, como objetivo, el desarrollo económico en una perspectiva neocapitalista, frenará las veleidades liberales –en el orden político-, ofreciendo un arma modernizada de recambio a las clases poseedoras, alarmadas ante la creciente ineficacia económica del aparato franquista. En esta operación, el Opus Dei constituirá la cantera de los nuevos técnicos, familiarizados con la moderna gestión económica y administrativa.

 

Proporcionará finalmente, un esquema breve, simple y, al mismo tiempo, suficientemente flexible, capaz de procurar una nueva legitimación ideológica para la dominación de clases. “Paz, desarrollo, bienestar, europeísmo moderado” son consignas sustitutivas de los lemas imperiales y nacionalistas de los viejos tiempos de la Cruzada. De este modo, el movimiento animado por el Opus Dei consigue, en circunstancias más favorables, lo que el Padre Ayala y Herrera Oria habían pretendido con su Asociación de Propagandistas, en la preguerra civil. La justificación católica de un orden capitalista que se caracteriza por su eficacia económica y pospone, en virtud de pretendidos razonamientos técnicos, la corrección de los efectos negativos del sistema en lo social y lo político, quedaba amparado por la invocación a manuales ascético-religiosos, entre los cuales destaca el libro de máximas del fundador del Opus Dei, Escrivá, el tantas veces reeditado Camino.”

 

¿Qué decir de este libro Camino que no se haya dicho ya? Aquí dice reeditado, y añadimos, y remaquillado, puesto al día como los investigadores del lenguaje utilizado en las sucesivas ediciones han puesto de relieve. Una vez más Estruch es la referencia, en Santos y pillos explica la dificultad de palabras que en la España franquista eran tan corrientes y molientes como “caudillo”, “cruzada” o “proselitismo”. ¿Cómo traducir esas expresiones para que no chocaran excesivamente en los ilustrados oídos franceses, ingleses y alemanes? No debió ser tarea fácil.

 

El catolicismo español de los años cincuenta se remodeló en dos bloques bien diferenciados: el de los que estaban al mando y el de los que estaban en la oposición antifranquista. En el primer grupo ya sabemos que la uniformidad es norma, en el segundo había más variedad de opiniones: desde los católicos de tendencia democrática-liberal hasta los revolucionarios, pasando por toda una gama de posibilidades. El articulista se hace eco de esa tan escolástica como poco operativa distinción que hacen los voceros opusianos entre el ámbito personal religioso y una acción política independiente y libre ¿cómo va a ser libre en política una persona que ni siquiera puede elegir sus amistades? Escrivá inventaba la cuadratura del círculo de vez en cuando.

 

  1. 1959-1970. Crisis interna.

 

En esta etapa tiene lugar el concilio Vaticano II que en muchos aspectos revolucionó la iglesia católica. Menos mal que ya en algunos sectores católicos españoles se había producido cierta apertura porque el Vaticano II proclamó la libertad religiosa, condenó la intervención política en la designación de obispos y señaló bastante más la iglesia comunidad frente a la iglesia institución tan cara al Opus Dei.

 

El cardenal Montini en 1962 se dirigió oficialmente a Franco solicitando clemencia para algunos anarquistas procesados, con hechos como este se vió que la actitud oficial de la iglesia frente a la política española cambió notablemente. La leyenda de que la guerra civil había sido una cruzada perdía base.

 

El clero joven de la etapa anterior accede a responsabilidades eclesiásticas, tampoco ellos se sentían cómodos con la “cruzada”. Surgen los primeros “curas-obreros” que tanto escandalizarían a las mentes bienpensantes, sin duda había crisis de identidad en los curas y se buscaban nuevos caminos.

 

“Las acciones clandestinas de movimientos obreros o políticos encuentran protección en el ámbito eclesiástico”. No he seguido muy de cerca la serie española “Cuéntame” que relata la historia de una familia española en los últimos años de la dictadura de Franco, pero me parece que hay algún episodio en el que el cura ayuda a los obreros que se quieren organizar prestando su multicopista o sus locales. Fue muy sonada la entrada de la policía en el convento de Capuchinos de Sarriá (1966) donde se estaba celebrando una reunión del Sindicato democrático de estudiantes.

 

Todas estas “moderneces” quedaban circunscritas a círculos reducidos. La tradicional clientela de la iglesia seguía con sus costumbres. Hubo represión dentro del estamento eclesiástico, algunos obispos condenaron la actitud de los sacerdotes huelguistas, la asamblea nacional de Acción Católica fue disuelta, ciertas publicaciones religiosas como Signo desaparecen…La iglesia española queda fracturada en dos: la “iglesia oficial” y la “iglesia marginal”. En la iglesia oficial están la mayoría de los obispos, amplios sectores del clero y la clientela burguesa clásica del catolicismo español. Con respecto a esta clientela acomodada en unas prácticas de “toda la vida”, el gran riesgo estriba en tranquilizar la conciencia por medio de las limosnas a las instituciones religiosas. No quiero decir que esté mal dar dinero a la iglesia, las misiones, las monjas u orfanatos. El problema es cuando en la cuestión religiosa se decide “que tu mano derecha no sepa lo que hace tu izquierda”, es decir, si tengo dinero de sobra lo puedo donar a cualquiera de esas instituciones y con ello silencio otros problemas morales de justicia que pueda haber provocado o ayudado a provocar con mi actuación. Creo que este tipo de “religión calmante a base de donaciones” es campo abonado para una institución como el Opus Dei.

 

Los que hemos estado en la llamada labor de san Gabriel hemos visto cómo se aleccionaba a los supernumerarios a pedir dinero, había que pedir “a lo grande”, el opus dei no se conformaba con una pequeña limosna como las monjitas de la caridad. Ni hablar. Los cheques que se pedían para la “clínica universitaria” o para la “universidad de Navarra”, tenían que ser de seis ceros (cuando se pedía en pesetas). Psicológicamente el empresario capaz de soltar la pasta en esas cantidades, se debería de sentir reconfortado en lo más hondo de su ser, ¡se me abren las puertas del cielo de par en par!

 

Creo que cuando al opus se le achaca ser un “calvinismo” dentro del catolicismo se quiere decir algo así. A mí siempre me ha costado entender que algunos cristianos hayan creído que tener dinero, capital, es signo de predestinación divina. Pero con el asunto de las donaciones millonarias entiendo mejor el subterfugio. Aunque si lo pensamos despacio ¿no es bastante necio pensar que puedo comprar la vida eterna con dinero? La salvación no está en venta, por mucho que el opus diga lo contrario.

 

El articulista dice que esta fractura de la iglesia española tiene un arranque sociopolítico, cosa que no ocurrirá en otros países europeos, donde la iglesia ya hemos dicho antes, había dejado el de ser un “estamento social”. En Latinoamérica la crisis eclesial también revistió este carácter “sociopolítico”, estamos hermanados en este aspecto, y por lo mismo el Opus ha encontrado en esos países un lugar ideal para su “apostolado”.

 

  1. Efectos políticos de la crisis de la Iglesia

 

Las consecuencias de esta fractura dentro del catolicismo español no se hacen esperar. En primer lugar, la iglesia no tiene ya la eficacia ideológica, no convence como en los años 40. Hay cristianos españoles que no aceptan la situación social y hasta piden una revolución de tipo marxista. Estando en el opus en algunas ocasiones tuve conversaciones sobre cómo el marxismo se había infiltrado en los seminarios españoles, para mí como opusiana era algo así como que el demonio estaba en forma de marxista convenciendo a los seminaristas para que abandonaran la “ortodoxia” católica y se dejaran llevar por una ideología atea. En Navarra fueron numerosos los seminaristas y frailes que se apuntaron al partido socialista, en los partidos de izquierda encontraron una preocupación por la justicia social inexistente en la esclerotizada iglesia del estilo “antiguo régimen”.

 

A partir de 1960 serán las autoridades políticas las que practiquen la censura y condena a los “eclesiásticos desviados”. Se citan varios casos: Franco en una arenga de 1962 a los alféreces provisionales, Carrero Blanco en sus discursos y un numerario de pro Alberto Ullastres, en tanto que ministro de comercio en junio de 1962, con motivo de la inauguración de la feria de Muestras de Barcelona hizo su “plan apostólico diario”, pues sospecho que ante el no excesivamente atónito público que le escuchaba perfiló la correcta interpretación de la doctrina social católica frente a los elementos eclesiásticos discordantes. Me parece que lo de “dar doctrina” era una de “nuestras pasiones dominantes” en el opus, hay que consultar la publicación interna Cuadernos 5. Fueron los grandes momentos del opus dei, ¡predicando desde el ministerio!: ¿se puede soñar algo más grande para un numerario fanatizado?

 

Algunas publicaciones como Pueblo o la revista Fuerza Nueva se especializaron en la crítica del “catolicismo progresista”. Así que los opusianos no estaban ni mucho menos solos en esta lucha contra las desviaciones, era una situación alucinante, en los años sesenta todos estos grupos leyéndoles la cartilla de la doctrina a los curas. Y desde luego sobre la convicción religiosa de los de Fuerza Nueva no puedo hablar, sobre la del opus sí puedo: ninguna, disfrazan de religión su afán de dominio. Ya he escrito mi historia para demostrarlo fehacientemente.

 

Se crearon grupos violentos como los “Guerrilleros de Cristo Rey” de los que yo recuerdo actuaciones y pintadas en las calles de Pamplona en los años setenta. También conocí algunos integrantes de esos grupos que se dedicaban a hostigar todo lo que “oliera” a progresista.

 

Hacía falta un recambio ideológico, puesto que la “cruzada” y la “desigualdad providencial” ya no convencían. El opus inventó ese recambio: “el fin de las ideologías”, el bienestar, el desarrollo, la salvadora renta per capita… De “los valores espirituales de la Cruzada” se pasó a los “bienes materiales del desarrollo”. Copio del artículo:

 

“La conversión de los valores espirituales de la Cruzada en bienes materiales de desarrollo constituye una operación que, coincidiendo con los nuevos métodos de persuasión (publicidad, televisión), ha ejercido un impacto nada despreciable sobre amplias capas del país.

Puede prescindirse, ahora, de la apelación directa a una doctrina religiosa que, en algunos casos, requeriría una incómoda adaptación. Llegado el caso, sin embargo, el trasfondo religioso puede seguir siendo invocado: una mística del esfuerzo y del éxito, un “valor divino de lo humano[3]” pueden traducir de nuevo la inspiración cristiana de la obra del régimen, aunque sea a través del rodeo del Plan y del desarrollismo. Se atribuye al Opus Dei, como movimiento, el éxito de esta operación de trasposición ideológica, que no se ha hecho sin provocar la oposición de quienes deseaban conservar la imagen “nacionalsindicalista” o de quienes intentaron, sin éxito, la misma reconversión de la justificación católica (por ejemplo, el diario Ya, como portavoz de un sector confesional del régimen.”

 

La existencia de nuevas corrientes dentro de la iglesia española reclamaba una revisión  del Concordato ya que:

 

“cuando crece el número de eclesiásticos procesados y condenados por delitos políticos, carece de sentido la conservación de un fuero jurisdiccional especial para los clérigos. Cuando de manera moderada, algunos obispos adoptan actitudes críticas con respecto al régimen, se hace difícil mantener un sistema de designación de jerarquías eclesiásticas, próximo a la “investidura” medieval. Por primera vez, desde la época republicana, el papa colocó a España entre los países en los que la situación político-religiosa presentaba un carácter difícil (alocución del 23 de junio de 1970).”

 

  1. Situación de la iglesia española en 1972

 

Como resumen y punto de llegada de todo el artículo se establecen varias conclusiones.

Primero que España ha sufrido un proceso de secularización, las motivaciones religiosas no pesan ya en las decisiones cotidianas de los españoles, el bienestar económico pasa a primer plano, España va camino de ser uno de los países ricos del mundo.

 

Segundo, dentro de la iglesia católica española hay que establecer la diferencia entre los que se preocupan más de “qué debemos hacer” como creyentes y los que siguen atados al pasado y a la “ortodoxia”. En este segundo grupo hay que incluir los grupos críticos y violentos (Fuerza Nueva, guerrilleros de Cristo Rey) y el opus como grupo en el poder:

 

“Para el grupo en el poder, el elemento religioso sigue sirviendo al efecto de controlar o forzar la evolución del régimen, en una perspectiva de adaptación a un capitalismo moderno. La burguesia del desarrollo ha acogido la formulación de lo religioso propuesta por la corriente “opusdeísta”. Señalando una división entre la inspiración última (lo religioso trascendente) y la motivación política (lo eficaz), se establece un nexo entre el afán por el resultado económico, al cual supeditan toda transformación social o política, y una discreta invocación a la religión (más directa, cuando ésta misma es invocada por posiciones divergentes).” Es curioso observar que incluso hubo católicos envidiosos del opus por sus éxitos en ese “ten con ten” económico – religioso.”, eran los del diario ,Ya, los propagandistas.

 

En el grupo del “qué debemos hacer” estaban otros católicos que miraban hacia el futuro, hacia una evolución “aperturista” del régimen apoyándose en un “socialismo humanista” de inspiración cristiana. En ese equipo estaría Ruiz Giménez que contaba con simpatías en el vaticano y con la democracia cristiana europea.

Y el último grupo de católicos eran los abiertamente hostiles a Franco, con cierto sentimiento de culpabilidad por la connivencia de la iglesia con la dictadura y simpatizantes del socialismo incluso de la revolución.

 

Tercera conclusión del artículo, la actitud de estos sectores del catolicismo español hacia el poder.

Los opusdeístas, los propagandistas y la democracia cristiana pugnan por hacerse con el aparato institucional e ideológico de la iglesia, querían hacerse con él para que la iglesia siga las pautas que ellos consideran correctas.

Por su parte al sector crítico, marginal o revolucionario, el poder eclesiástico no le interesaba, estaban los que “pasaban” abiertamente y los que intentaban minarlo.

 

La pregunta era ¿qué pasará con la iglesia española en el futuro? ¿quién se llevará el gato al agua en el futuro democrático del país? Treinta años más tarde deberíamos de poder contestar a todo esto. Pero ya sería objeto de otro artículo y otra reflexión.

 

Al menos hemos comprobado como el interés del opus por el poder eclesial y el poder político viene de lejos, es un hecho histórico comprobado, con nombres, datos, fechas, discursos y libros.

 

Ana Azanza

 



[1] Justificaré más adelante este calificativo que no lo invento, sino que es una apreciación de sus contemporáneos. En otros artículos de Ruedo Ibérico se explica más eventos de la biografía de este incondicional de Escrivá.

[2] El Caudillo era Franco. Es característico que algunos pueblos españoles recibieron el bautismo de apellidarse del Caudillo, como Ferrol por ser lugar de nacimiento de Franco. O Llanos del Caudillo que todavía existe en la Mancha.

[3] Tal es el título del libro del sacedote Jesús Urteaga del Opus Dei, publicado por la colección de espiritualidad de Rialp, que tuvo importante difusión en su momento.

 

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