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 Tus escritos: Mi experiencia adolescente en el Opus, una historia con final feliz.- Ayquemal

030. Adolescentes y jóvenes
ayquemal :

Conocí la Obra con 14 años, una vez hecha la confirmación. Corrían los 90 en una ciudad pequeña y a mis padres, que eran un tanto, aunque esté mal decirlo, "meapilas", les parecía que, una vez confirmada, con toda la catequesis terminada y (horror!) habiendo dejado el colegio de monjas y empezado en el instituto, seguía necesitando "un sitio al que ir por las tardes sin alejarme de mi formación religiosa" como única actividad fuera de casa y de mis estudios de música, todo lo que fuese con tal de no tener tiempo para "andar por la calle en esta edad tan difícil". Total, que me metieron en un Club. En principio a clases de guitarra y de inglés en "un sitio muy bueno en el que se honra a Dios pero desde la vida normal de personas normales y trabajadoras", como nos contaron…



A mí ya de primeras me pareció un poco extraño que para apuntarme tuvieran que llevar mis padres una fotocopia de mis notas, pero bueno, siendo "un sitio muy bueno" pues hasta sería comprensible. Y así empecé a ir a varias actividades. Había varias niñas de mi instituto y, entre las monitoras, todo el mundo simpatiquísimo hasta la mueca, etc. (esas cosas que todo el mundo ha contado por aquí ya varias veces). Al principio no conocía a nadie y sólo hablaba con una chica muy maja (llamémosle Josefina), cuatro o cinco años mayor, con la que tenía una relación muy buena y que no paraba de llamarme, pero nunca para quedar para hacer nada fuera del club, lo cual a mí me parecía un tanto raro; también hablaba con expresiones bastante, cómo diría, "prefabricadas" y se vestía como de señora mayor, pero bueno, cada uno es como es y nos llevábamos bien (quizás debí haberme planteado por qué una chica de 19 años estaba interesada en ser amiga de otra de 14 años, inocente de mí).

Pasó el tiempo y un buen día me llevó al oratorio del club, que yo no sabía ni que existía. Y a partir de ahí, mis idas a clases de inglés o de guitarra ya no eran para las clases sino para que me diesen charlas, confesarme, etc., y tenía que saltarme las actividades por las que mis padres pagaban, por cierto, bastante pasta. O sea, que o iba al club contando con un par de horas, o si sólo iba una hora, la actividad no la pisaba. Y a partir de ahí fue a más.

De repente mi mejor amiga del club ya no era Josefina sino Ángela, que ya tenía 40 años y me hablaba constantemente y sin venir a cuento de lo malo que podría ser si se me ocurriera masturbarme. Y venga a tratar de hacerme ir a charlas, retiros, etc. Se autoproclamó mi directora espiritual y empezó a pedirme cada vez más. En un principio solamente iba a las meditaciones y retiros mensuales, pero enseguida empezó a invitarme a círculos y a pretender sin éxito que días festivos que celebrábamos en mi casa (San José, etc.) los pasase en el club. Quizás precisamente porque mis padres eran demasiado estrictos (aunque no vinculados al Opus), no me dejaban salir de casa casi nunca y lo único que me dejaban hacer en todo el año era disfrazarme un rato en carnaval con mis amigas, su insistencia para que yo fuese a un retiro durante el finde de carnavales no cuajó. Mi pensamiento debió de ser: El único fin de semana que me dejan salir con mis amigas en todo el año??? MIS COJONES! Y así empezó un acoso y derribo en el que se me iban pasando como una patata caliente, muy dura de pelar al parecer!

En su día no me di cuenta hasta que años después lo vi desde fuera, pero el caso es que durante 3 o 4 años yo iba cambiando de persona que se "encargaba" de mí, me invitaba a círculos, me llevaba de romería, trataba de que pasase más y más tiempo en el club y, curiosamente, siempre me daba charlas "informales" sobre los pecadillos que hacía dos días le había confesado al sacerdote (casualidad???? NO LO CREO). Llegué a tener hasta cuatro "amigas/directoras espirituales/preceptoras" distintas. A la última le llamaré Nancy. Yo, ya con 18-19 años, seguía yendo al club porque para entonces ya había hecho amigas allí e íbamos a estudiar, a pasar el rato... en realidad yo era religiosa y tampoco me importaba ir a confesarme o a una charla; estaba el factor de mis padres que no me dejaban salir a ningún sitio pero si era para estar allí no les importaba que me quedase aunque fuera hasta las 3 de la mañana... Pero por alguna razón me hice bastante "impermeable" al proselitismo (aquellas reuniones con las directoras debían de ser un número, con ellas rompiéndose la cabeza pensando que yo era carne de pitar pero a la vez poniéndoselo difícil y pasándose la bola de unas a otras). Yo en serio pensaba que iba a poder controlarlo todo y de hecho controlaba bastante. Pero entonces Nancy empezó a ponerse nerviosa. Ya no eran todo fiestas, simpatía extremadamente artificial y alegría impostada cada vez que yo aparecía por el club. Ahora era acoso y derribo.

Malas caras cada vez que le decía que no quería ir a un retiro de fin de semana que coincidía con el cumpleaños de mi abuela o cualquier otra fiesta familiar. Malas contestaciones si después de ir a ver una peli no me quedaba al retiro. Una vez fui muuuuuy mala (me da la risa al recordarlo) y me marché en medio de un círculo que se alargó porque había quedado con alguien de la facultad para pasarnos unos apuntes. Menuda bronca por teléfono al día siguiente. Yo ya me sentía incómoda por tantas exigencias y empecé a darle cada vez más largas porque de nuevo, cada vez que acudía al club, era todo cada vez más presión, para mí ya no había actividades y eran todo broncas.

Nancy me llamaba tres o cuatro veces al día a casa, yo protestaba pero mis padres la defendían diciendo que era lo mejor para mí, que lo hacían con buena intención, etc. Hasta que un día Nancy explotó. Me llamó a casa para invitarme a algún retiro o algo que había un domingo. Y mis padres, aunque eran bastante capillitas, también eran muy de pasar tiempo en familia más que separados haciendo "actividades religiosas" cada uno por su lado. Así que los domingos eran sagrados porque nos íbamos a casa de mis abuelos y pasábamos el día todos juntos, eso era incuestionable. Y así se lo dije a Nancy. Además, sinceramente, me apetecía mucho más ese plan que un retiro (eso no se lo dije). Y le dije también que iría el lunes a la clase de inglés y que ya nos veíamos entonces. Su respuesta fue, a grito pelado, que casi me deja sorda, que "Aquí hay que venir a las duras y a las maduras y no sólo cuando a ti te conviene. Y una cosa más te voy a decir: si vienes aquí sólo por pasar el rato y no para honrar al Señor, el rato vete a pasarlo por la calle con tus amigos... SI ES QUE LOS TIENES!!!" Colgué el teléfono y así se acabó mi historia en el club del Opus, a donde no volví más. Y mis padres por fin vieron la luz también y empezaron a dejarme salir de casa.

Ayquemal

P.D. En cuanto a las del club, con todo lo "amigas" que éramos, después de tantas llamadas a todas horas, que me querían tanto que trataban de que todos mis días libres los pasara con ellas y no con mi familia, que se preocupaban tanto por mis éxitos en los estudios y celebraron mi entrada en la universidad, que se preocupaban tanto por mi vida espiritual y que les iba la vida en que yo no pecase... no volvieron a ponerse en contacto conmigo. Ni siquiera cuando dos años más tarde falleció mi hermana de una enfermedad muy grave que ellas conocían. Me consta que supieron de su fallecimiento porque, cosas de la vida, la mejor amiga de mi hermana estaba entonces y sigue estando hoy muy vinculada a ese club. Pero nada, la amistad se acabó para siempre. Y de paso, les vi muy bien el plumero.




Publicado el Wednesday, 30 September 2020



 
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