Querida GD, me sentí totalmente identificada con tu escrito “Yo era una niña”. Viví las mismas cosas, limpié los cubiertos de plata a mano, lavé las vajillas de la Asesoría a mano. Y cuidando de no pedir tantas veces un par más de guantes de goma para no descuidar la pobreza. Claro, las señoritas tenía todo lo mejor y el mejor servicio.

Las numerarias auxiliares siempre trabajando a mil para todas ellas. ¿No les da vergüenza no reconocer el trabajo gratis que hicimos? Se pasan diciendo que están dispuestas a escucharlas y pedirles perdón. Sólo Dios perdona, ustedes señoras deben pagar la deuda económica que contrajeron con las nax, eso no es cosa de Dios, es obligación legal de ustedes. Basta de buscar excusas. Fuimos engañadas, fuimos usadas para el servicio gratis. Dejen de mentir, dejen de decir una cosa por otra. Llamen a las cosas por sus nombres. No tengan miedo a la verdad que es lo que les dará esa libertad de amar y vivir, vivir en la verdad y en la luz de Jesucristo. Si es que creen.

Muchas veces me pregunto a quién rezan y a quién ofrecen esas misas diarias a las que asistí muchas veces obligada, porque había que ir ya que, si no, venía una del Consejo local y te preguntaba si estabas en pecado porque no fuiste a misa o porque no comulgaste...

Todas sabemos lo que hemos vivido. La que lo haya pasado bien, la que le hayan pagado un sueldo para disponer de él y para, por ejemplo, ayudar a sus padres, la que pudo viajar a verlos sin numeraria para controlar lo que hablaban, la que se podía echar en un sofá para descansar cinco minutos… que me escriba un email. Se lo pueden pedir a Agustina.

Un abrazo.

Lgracem