Entre las muchas intervenciones de las últimas semanas, la mayoría de gran interés per distintas razones, quiero referirme a las últimas dos de Nocompensa: “Trabajos internos” y “Trabajos internos II” para matizar un aspecto que quizá hasta ahora se nos ha escapado.

Me refiero al hecho de que aquell@s numerari@s que en su vida trabajaron sin recibir un justo salario y sin abonar las relativas cotizaciones y cuotas fiscales, llegados a cierta edad, en los países que tienen esas medidas previsionales, piden y gozan de una pensión que aquí en Italia se llama “pensione sociale”, es decir una pensión mínima a cargo del Estado que se reconoce a quienes no tienen derecho a otra pensión y no gozan de bienes patrimoniales (en español creo que se llame "pensión no contributiva”).

De esta forma los miembros de la institución que sufrieron en su persona la injusticia de no verse dados de alta por sus trabajos internos, se vuelven a su vez cómplices de la enésima estafa de parte del Opus Dei que se aprovecha de bienes que el Estado destina precisamente a quienes ellos descuidaron,  sin haber aportado nunca a favor de los servicios sociales y de los menos favorecidos económicamente.

Todos estamos en mayor o menor medida acostumbrados a actuaciones más o menos delictivas en las relaciones entre ciudadanos y Estado, por parte de ciudadanos y por parte de gobernantes, pero sigo defendiendo, en la linea de otras intervenciones anteriores mías de los últimos tiempos y de muchos más en las páginas de OpusLibros, que el Opus Dei no puede justificarse con el argumento de atribuirse la misión de buscar la santidad en medio del mundo ya que tendría la responsabilidad de obligar al cumplimiento de las leyes justas, de los deberes de justicia, de la atención a los más débiles, y que por lo tanto cualquier falta en este sentido es mucho más grave que si fuera cometida por una persona singular o por otras instituciones.

De esa forma va a deteriorar cada vez más su credibilidad.

Aquilina (Elena)