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 Tus escritos: El Sitz im Leben del Opus Dei.- Gervasio

110. Aspectos jurídicos
Gervasio :

  

El Sitz im Leben del Opus Dei

Gervasio, 17/04/2023

 

            Perdóneseme este extranjerismo, que puede traducirse por puesto —en el sentido de sitio o de espacio— que algo o alguien ocupa en la vida. Sitz im Lebem está tan incorporado al lenguaje común, que se entiende mejor en alemán que en castellano. Quiero resaltar que, al día de hoy —en trance de reelaboración de sus estatutos—, lo que el Opus Dei necesita, no es tanto aclarar a sus propios miembros lo que el Opus Dei es o cómo deben actuar —que también—, sino sobre todo aclarar, a los que no son del Opus Dei, lo que el Opus Dei es y cuál va a ser su modo de actuación. Ese es, a mi modo de ver, el gran tema que el Opus Dei tiene planteado en el momento actual. Tiene que ubicarse…



            Me ha gustado una frase que he leído recientemente y que dice así: no hay texto sin contexto. O lo que es lo mismo: un texto no se entiende sin su contexto. Lo que el Opus Dei es, no se entiende sin el contexto de lo que los demás entienden por Opus Dei. Además no se está ya en los comienzos. El Opus Dei ya ha sido experimentado. No es un “ya se verá”. Nos encontramos ante una institución centenaria. Ya sabemos lo que ha sido y en consecuencia lo que puede dar de sí. Cambiar mucho no podrá. No cabe hacerse ilusiones.

El Opus Dei tuvo su luna de miel con la figura “instituto secular”. Fue felizmente proclamado el primer instituto secular; pero luego se rompió el hechizo de aquella felicidad. No somos de hecho un instituto secular, empezó a decir el fundador. Tuvo posteriormente otra luna de miel con la figura “prelatura personal”, luna de miel que también se ha ido al garete. En este caso fue la Santa Sede —ya en tiempos de Juan Pablo II y de su código— quien rompió las buenas relaciones que el Opus Dei tenía con la figura prelatura personal. Ese fenómeno llamado Opus Dei, como declaró la Congregación para la Doctrina de la Fe, no forma parte de la jerarquía eclesiástica, sino que es un fenómeno carismático más. Mi gozo en un pozo.

            El desajuste entre realidad y lo que realmente el Opus Dei es —o quiere ser– resulta cada día más notorio. No me refiero tanto a esos desajustes derivados de que se habla mucho de fraternidad, caridad, libertad, santificación del trabajo, etc. y luego no hay tanta fraternidad, caridad, libertad y santificación del trabajo. No voy a referirme a ese tipo de desajustes, sino a que el Opus Dei no ha logrado superar el modo de entender la santidad y el apostolado propios de los religiosos: los hoy llamados institutos de vida consagrada. Ha caído en lo mismo que les criticaba.

Empezó proclamándose como algo novedoso y rompedor. Reprochaba a los religiosos que ellos practican el contemptus mundi, el desprecio del mundo; pero ellos, aunque aman el mudo apasionadamente, en expresión de su fundador, han caído en algo parecido: el metus mundi, en tener miedo al mundo. Tienen miedo a los intelectuales y a la Universidad, a que en ella se lean y escuchen doctrinas poco sanas, a la televisión y los espectáculos públicos y hasta al internet. Tienen miedo a muchas cosas.

Han caído, como consecuencia, en promover lo que en estas páginas de OpusLibros se ha llamado “guarderías de adultos”. El miedo al mundo circundante los ha llevado a tener colegios de segunda enseñanza propios, alguna Universidad propia — sólo alguna, porque la tela no da para más— y muchos clubs juveniles. Eso no era lo previsto en los Reglamentos de 1941, sino todo lo contrario. En ellos se pretendía huir de ese tipo de actividades. Se pretendía trabajar y valerse de las actividades organizadas por otros, especialmente las actividades civiles y sobre todo estatales. Acceder a puestos estatales está tirado; pero les originan temor. Esas formas de apostolado y proselitismo basadas en poner colegios de segunda enseñanza y otras instituciones educativas, como colegios mayores y residencias de estudiantes, ya estaban inventadas y requeteinventadas y practicadas por los religiosos. Tampoco voy a entrar a valorar la ascética del Opus Dei: si sus normas de vida y sus medios de formación son o no semejantes a la de los religiosos. Ese tema ya ha sido suficientemente tratado y examinado en OpusLibros.

Lo que deseo resaltar es que muchos institutos de vida consagrada han entrado en decadencia. Apenas tienen vocaciones. El estilo de vida de los religiosos con sus exigencias de pobreza, castidad y obediencia no encuentra seguidores. Con el Opus Dei sucede lo mismo. No han logrados superar eso de la pobreza, castidad y obediencia como modo de llegar a Dios. Lo mismo acontece con la dinámica de las “regiones” dependientes de una casa central con sede en Roma. I have a friend in the Pentagon. Esas “regiones” se van reagrupando y reduciendo en número. ¿Qué hacer? Ante la falta de personal se pone a personas muy mayores a ocuparse de clubs juveniles y cosas así. A un chico que podría estudiar y ejercer una carrera universitaria cualquiera, se le orienta para que se dedique a ser profesor de segunda enseñanza en un colegio cuya “dirección espiritual” está confiada al Opus Dei. Se ha perdido el sentido de vivir en medio del mundo, para sustituirlo por dedicarse a la “enseñanza católica” y a actividades parecidas. Se ha perdido el sentido apostólico y ascético basado en el ejercicio de una profesión cualquiera. No creen en ello. O si creen no lo practican.

El papa Francisco ha formulado así el peculiar carisma del Opus Dei: la Prelatura del Opus Dei, bajo la guía de su Prelado, lleva a cabo la tarea de difundir la llamada a la santidad en el mundo, a través de la santificación del trabajo y de los compromisos familiares y sociales. El fundador estableció: hay que santificase en la propia profesión, santificar a los demás con la profesión y santificar la profesión misma. Todo un programa de actuación ascético y apostólico. En la profesión se pueden y deben ejercitar las diversas virtudes cristianas a la par que no se saca a nadie de su sitio y se puede servir a la Iglesia y a la Humanidad y a concretas personas. Pero no se le saca jugo a eso. Eso da un sentido mucho más hondo y atractivo al trabajo que el simple ora et labora de los benedictinos. La santificación en el trabajo es mucho más que poner una imagen de la Virgen sobre la mesa o lugar de trabajo e intercalar jaculatorias.

Muchos hemos sido captados, al hacernos del Opus Dei, ante el panorama de la continuar con la misma profesión que habíamos elegido. El propio fundador decía que es parte de nuestra vocación divina. Y en las constituciones de 1950 dejó establecido: 15. En cuanto a los miembros laicos numerarios, asumen o conservan funciones o cargos, ya de Administración pública, ya de la enseñanza en las universidades o instituciones civiles, o también profesiones privadas de abogados, médicos y otras similares; asimismo también se ocupan de comercio o de asuntos financieros. En el ejercicio de todas estas funciones han de procurar proponerse antes que nada una verdadera actividad apostólica, que justamente realizan con un perfecto cumplimiento de su profesión o cargo, con el ejemplo, con la amistad, o con el trato.

 Eso no puede quedar relegado a supernumerarios y agregados, por aquello de que, como no les corresponde desarrollar tareas internas y de dirección, pueden disponer de más tiempo libre. Lo de encontrar la santificación en el trabajo también es propio de los laicos numerarios. Subrayo lo de laicos numerarios. No es una cuestión de tener más o menos tiempo libre, sino vocacional.

En fin, el Opus Dei tiene que encontrar su Siz im Lebem, que ha de ser distinto del de los religiosos —¿o no?— y ha de desarrollarse en medio del mundo, en instituciones ya existentes creadas por terceras personas. Crear y gobernar instituciones católicas o de inspiración católica resulta fácil y sobre todo muy atractivo para los jefes del Opus Dei. Les da la oportunidad de gobernar a su antojo y sin trabas. Pues que se abstengan.

Gervasio

 




Publicado el Monday, 17 April 2023



 
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