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 Correos: ¿Qué supuso que yo falseara las cuentas para mejorar las comidas?.- Mediterráneo

120. Aspectos económicos
Mediterráneo :

Gervasio me hizo pensar en su escrito “De comidas y cenas”: La primera es que el arte de gobernar requiere, cada vez que se da una norma de conducta, tener muy en cuenta qué es lo que procede hacer en caso de incumplimiento de esa norma. Cuando no se hace así, como acabamos de ver, las consecuencias resultan un tanto caóticas, porque cada quisque resuelve a su manera lo primero que se le ocurre y en desbandada. Pues igual sí, Gervasio. Igual mis consecuencias fueron caóticas. ¿Sabes qué? Me da tan igual... “No perdí a ninguno de los que me diste” (Io, 18, 9). Nadie, ni una sola persona, nadie que vivió en centros/casas de retiro que yo administré pasó hambre. Nadie.

Dos anécdotas, Gervasio, que vienen a darte toda la razón en lo que dices. En el centro de mayores vivía una profesora de gimnasia. Daba clases en el gimnasio de una supernumeraria, empezaba las clases a las 13:00, a las 12:30 se marchaba del centro, a las 12:00 comía. Evidentemente, teniendo por delante 4 y 5 clases de gimnasia, no podía comer una comida de tres platos, comía un croissant con ensalada, con jamón york, con salmón ahumado. Ese croissant (que compraba yo de camino al centro, que calentaba para que estuviera crujiente) se llevaba la mitad (o el 75%) de la media. ¿Y? Yo añadía comensales a final de mes, pero N se iba encantada, sintiéndose querida y mimada. Pues ya está.

Cuando me dijeron que dejaba el centro de universitarias y me iba al centro de mayores (si me hubiera ido a Plutón el cambio hubiera sido más llevadero), en el centro de universitarias me sustituyó la sobrina de una secretaria de la asesoría, una talibán que deja chiquito al gobierno de Afganistán a fecha de hoy. Me llamó a los quince días, “mira, es que no me salen las cuentas, es que yo no sé cómo lo hacías tú...”, y yo pensando, “¿cómo te van a salir, alma de cántaro, cómo te van a salir?”, y le dije “mira, si quieres voy, te cierro el mes, y ya empiezas tú de 0”, “sí, sí, por favor, sí, sí”. Allá fui, le cerré las cuentas, le dejé el mes a 0 (Gervasio, nadie se preocupó de sumar el activo y el pasivo, nadie se preocupó de sumar las cantidades de las columnas y ver que 5+2=12, o 3, o 9, pero nunca 7) y a partir de ahí siguió ella tan feliz, y yo, más.

¿La asesoría central dejó de recibir dinero porque yo falseé las cuentas? Sí, por fuerza. ¿Qué supuso? Que el taburete donde el prelado apoya los pies tuvo tres capas de seda en lugar de cinco. Que la sacristía de las quince golondrinas (una por cada misterio del Rosario) no tuvo aire acondicionado hasta después de un mes. Que los bancos del oratorio del prelado no pudieron recibir la quincuagésima capa de barniz. Que en el pasillo que va del oratorio de los ocho burros hasta la sacristía de las doce rosas no se pulió el suelo hasta después de una semana. Que a la capa pluvial del prelado no se le añadió el recamado en oro y plata hasta tres semanas después. ¿Y?

Mi gente no pasó hambre. “No perdí a ninguno de los que me diste”.

Mediterráneo

"las cosas que aquí se ven/ ni los diablos las pensaron" - José Hernández, "El gaucho Martín Fierro" 




Publicado el Wednesday, 28 June 2023



 
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