Después de haber conocido por OpusLibros el final de la vida del P. Danilo, y leer otro artículo avisando de los intentos de suicidio de dos nax en México, escribo mi propia experiencia, por si a alguien le sirve, con un tema tan doloroso.

Fui n durante muchos años. A los pocos años de salir del centro de estudios, ya "exprimido como un limón" con varios cargos y trabajos internos diversos, empezó el empastillamiento. Durante más de veinte años la lista de psicofármacos iba variando y en aumento. Mi último diagnóstico antes de mi salida de la institución fue "depresión para toda la vida".

Tuve dos intentos de suicidio. Me ahorro los detalles. Recuerdo que, pasado lo peor, y en un momento de lucidez (entiendo que fue una ayuda de Dios) me vinieron a la mente unas palabras del prospecto, que algunos recomiendan no leer, pero a mí me salvó la vida recordarlas.

Fue una luz con la que identifiqué por su nombre qué psicofármaco de los que tomaba era el causante de aquellos pensamientos que se habían metido en mi cabeza, porque el "profesional de la salud" había doblado la dosis. En cuanto lo reduje, se acabaron las ideas suicidas.

Como triste anécdota recuerdo que, antes del segundo intento, avisé al director del centro en el que vivía de lo que pasaba por mi cabeza. ¿Me llevó a urgencias inmediatamente? ¿Puso algún medio para evitarlo? No. Me dijo que me encomendara al ángel de la guarda. Y se fue a dormir, porque era lo que tocaba. Al día siguiente sí que estábamos en el hospital por causa mayor. Gracias a Dios sigo con vida.

Hace tiempo que ya no necesito tomar aquella lista de medicamentos.

¿Se podían evitar tantas consultas al psiquiatra? ¿Diagnósticos equivocados? ¿Profesionales competentes? ¿Alguien se hace responsable de los múltiples perjuicios (físicos, psicológicos, de conciencia, familiares, laborales, económicos, etc.) para el "paciente"?

"El rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura"

            Salmo 103, 4

Sauce