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 Tus escritos: La caridad en el opus con los enfermos: como cuerpo en velorio.- Yomerita

105. Psiquiatría: problemas y praxis
Yomerita :

 

La caridad en el opus con los enfermos: como cuerpo en velorio

Yomerita, 6/05/2024

 

Hace unas semanas se habló en alguno de los coloquios de tres personas concretas de la sección de varones en México, que se encuentran en sus respectivos centros cada uno con un fuerte estado depresivo.

Ese tipo de relatos me regresa a mis tiempos donde yo no era más que la que estaba todo el día encerrada en el cuarto.

El oír relatos así de actuales me llevó a pensar: en aquellos tiempos sin celulares y con el internet que solo estaba en una compu en la biblioteca, puedo comprarles el “no tenía idea de qué pasaba contigo”. Yo fui del opus de 1984 a 1999 así que la tecnología vino después. Pero en pleno 2024 ¿cuál es la excusa de los que viven con ellos? Me encantaría saber cómo le hacen para “ignorar” que en el cuarto de al lado hay una persona que literal le pide a Dios que ya se lo lleve, en esos pequeños momentos en que tiene lucidez. Entre pastilla y pastilla.

Decidí develar el misterio, quitar el curita, abrirles los ojos, hacerlos enfrentar al toro por los cuernos, y explicarles qué pasa detrás de esa puerta. Este escrito es para ti que estás todavía dentro del opus y vives en un centro o frecuentas un centro y ahí vive uno de estos “personajes”.

No me lo contaron y para que conste en actas y que nuestra amiga Isabelita luego no me salga con que “eso no pasó”, pues cómo le explico que estuve al menos 7 años en ese estado y mi título de “la encobijada de Alera” sustenta mis dichos. Es decir, hay testigos. Y a final de cuentas, que ella tenga otros datos solo refleja que vive en otro mundo (en el multiverso opusino vamos a llamarlo, donde todos son felices y no pasa nada) o que se niega a regresar a este planeta y a la realidad real del día a día de los centros.

El título de este escrito hace referencia a la manera en que el opus se hace cargo de este tipo de personas. Digamos que por toda interacción de quien esté “destinado” a hablar con el personaje encerrado en su cuarto, ésta consistirá en tratarlos como cuerpo en velatorio. Es decir: te van a rezar. Literal. Ni a un muerto le rezan tantos rosarios, partes del rosario, novenas. Las palabras más frecuentes que escuché durante esa eternidad de tiempo encerrada eran: ¿te rezo el rosario? ¿la lectura? ¿la oración? Y así diario. Además de esos actos heroicos de caridad (sarcasmo, caso que no lo noten), luego venía la puñalada semanal con la directora: ¡¡ofrécelo!!¡ Contamos con que lo estés ofreciendo! Y la puñalada mensual de la delegación: Dios te quiere así por algún motivo. Y el remate: ¡Ofrécelo!

Y uno esperaría que el paso por Roma cambiara el mensaje, pero no. Los padrecitos eran la cereza en el pastel con la misma canción, pero distinta tonada.

No, a nadie se le ocurrió mientras estuve ahí que lo último que quería era que me trataran como a cuerpo presente en velatorio. Que pasaran por un lado y guardaran silencio y no dijeran nada. Aferradas las directoras a lo que el famoso neurólogo les decía: es una depresión endógena, su cerebro está azul, no hay mucha actividad. Ya lo único que quedaba era que mis químicos cerebrales regresaran a los niveles básicos y mi cerebro regresara de sus vacaciones. Mientras, yo seguía encerrada, acostada sobre una minicolchoneta y suplicando al creador que la vida terminara. Y no, no me interesaba hacer “normas”. Mi interés era que llegara la noche para que pusieran fin a mi miseria y me dieran la pastilla mágica que lograría mandarme sedada a los brazos de Morfeo.

Entonces, ¿tienes a alguien en tu centro en ese estado? ¿Nunca lo ves? ¿Te dicen que “no lo molestes” ¿No te dicen qué le pasa? ¡Tienes la oportunidad por una vez en tu vida en el opus, de vivir la caridad, la verdadera! No lo que les enseñan.

Ofrécete a entrar en ese cuarto. Y no, no vas a rezar. Vas a leerle opuslibros. Le vas a leer muchos testimonios. Le vas a leer hasta que se dé cuenta de que no está deprimido porque sus químicos no están balanceados, sino porque su vida no fue lo que le dijeron que sería, porque la confianza que depositó en la obra no fue respetada y la sensación de vacío que tiene es porque piensa que él es quien traicionó y no es así.

Esos testimonios lo harán darse cuenta de algo (algo que nos pasó a todos al leer opuslibros): no soy el único que piensa eso; no soy al único al que le pasa aquello. Y es esa sensación de “no soledad” lo que le ayudará a salir del lugar donde está, y no hablo del cuarto sino de sus pensamientos.

La caridad en el opus tiene otra definición y no termino de encontrar el diccionario que usan ahí para ése y otros términos. Pero la definición que más duele es la que dan a esta virtud, pues por un lado hablan de ser familia, del cariño a los enfermos, y luego pasa lo que pasa, es decir, todos sentimos exactamente lo mismo mientras estuvimos en ese cuarto:

· Que estamos solos, aunque estemos en una casa con muchas personas más.

· Que no les importamos pues se olvidan hasta de alimentarnos.

· Que solo somos una oportunidad para poner “check” en alguna norma y en “viví la caridad”.

· Que definitivamente nuestra familia de sangre nunca nos trataría así.

· Que daría lo mismo si un día ya no estuviéramos ahí.

Sé el héroe que esa persona necesita. Entra a contarle chistes. A leerle la columna graciosa del periódico. A poner música, a cantar y llorar. A darle abrazos de 20 segundos que lo reinicien y generen un aumento de químicos de la felicidad.

Y si los directores dicen algo, diles que dice Isabelita que “eso” no pasa así que nadie tiene que saber nada.

Yomerita.
La encobijada oficial.

 




Publicado el Monday, 06 May 2024



 
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