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CORRESPONDENCIA

 

16-junio-2004


(de Rapelu) Tantos casos similares.

Cada relato que aparece en esta web me sorprende por lo de parecido y similar al resto de los publicados. Parece como si a todos nos hubiera ocurrido lo mismo. Los que de vez en cuando escriben insultando y negando la mayor debieran con tranquilidad al menos leer y tranquilamente descubrir tantas coincidencias.

Sin embargo, pienso (contra los que buscan la causa en la institución) que muchos de los errores y horrores que se comentan provienen más de las personas concretas que han ejercido de directores-as durante algún tiempo. Y es lógico. Todos recordamos la cantidad de personas buenas que hemos conocido y tratado al cabo de los años y es casi imposible discutir de la bondad de la prelatura como tal. Hay pocas instituciones que se puedan definir como malas de por sí.

También es cierto que una vez dejamos de ser “fieles-de” se hace un vacío alrededor cuanto menos, sorprendente, y esto afea en algo tal bondad. No existes. Y si por cualquier motivo, por tu trabajo, sigues con alguna notoriedad, te sigues relacionando con la gente, el como si no existieras curiosamente lo siguen intentando, y más sorprendente. Al final, la verdad, es que son pocos los que te siguen saludando con cariño.

Pero lo que ya, al cabo del tiempo, me sigue impresionando y veo que no se trata de un caso aislado, es que cuando decides irte te animen a ir al siquiatra. En mi caso me dejaron como una piedra, no me lo podía creer y menos que me lo dijera quien no me conocía de nada. Te dicen: “debes de estar mal, ya lo veía yo, pues es de locos irse al cabo de 27 años…”. Aunque nunca lo hayas necesitado y si Dios quiere no lo necesites… Y si no es eso, se busca, en el caso de hombres, una causa femenina (“seguro que no eras sincero…”, “¿como se llama ella?”). De hecho, mi consejo para evitar disgustos es decir que te vas y que te casas dentro de dos meses… y así te dejarán más tranquilo pues la locura del corazón hasta hay algunos que lo entienden… y evitar por todos los medios explicar la realidad de las cosas, lo que te agobia, lo que ves mal, etc.: pues hay que contar con que te enfrentas a mucha esquizofrenia, entre otras cosas. Y auténtica locura en otros casos, pero de los que no acuden al siquiatra pues son de los que “hacen cabeza”.

He vivido casos auténticos de estos “locos” donde no eran ni diez ni veinte los que iban a la delegación a decir que zetano estaba algo ido… pero ni caso: prima la aparente piedad y la loca obediencia a las notas recibidas antes que al raciocinio.

Han sido situaciones tan extrañas en tantos años que daría lugar a libros… pero pocos tienen la gracia y estilo de Satur. Y es cierto que si a alguien le tocó un loco por mucho tiempo es para volverse idem. Sin embargo he de reconocer que en mi caso en más de quince casas distintas y con más aún de directores, sólo dos fueron especialmente raros. Recuerdo unos de esos dires enloquecidos que obligaba a todo el centro a ver vídeos durante las tertulias… pero qué videos! A mí no se me olvidan algunos de un tal P. Lorin SJ que desde un teatro con telas color rojo fuerte de fondo gritaba y gritaba sobre el pecado. Cuando le comenté que no me gustaban y que no me quedaba me costó una bronca en público… y éste público por cierto no eran adolescentes, sino señores con profesiones liberales, y de más de 40 años… tremendo. O cuando se ponía en la puerta físicamente para que no salieras sin decirle dónde y con quién ibas… Las protestas en la delegación daban igual, lo llevaron a otro centro y punto.

Rapelu


(de Santi) Testimonio

Hola, soy un estudiante de 18 años.

Estoy haciendo primero de Ingenieria Informatica y voya estudiar varios dias a un colegio mayor que está por plaza castilla. No soy numerario ni creo q tenga voacion, aunq nunca se sabe, no sé, Dios sabrá.

El caso he tenido amigos que se metieron como aspirantes y que la obra les ayudo un monton. Luego vieron que no era su vocacion y se fueron. Pero siguen llendo por el club sin nigungun problema.

Es verdad que los numerarios a veces son un poco pesados empeñandose en que vayas a circulos y viendoa v er si tienes vocacíón. Yo estube algun tiempo pasabndolo mal porque no queria ir, pero no me atrevía a decirselo. Luego descubrí que solo es un problema de personalidad, lo unico que pasaba es que yo no sabia decir que no cuando no me apetecia o no tenia tiempo.

El caso es que ahora estoy superfeliz. A mi la obra me ha ayudado mucho y conozco a muchisimas personas como yo y creo q eso no sale reflejado en vuestra pagina. Poneis a los numerarios como seres malevolos y ellos solo tratan de ayudar. A mi me parecen unas personas acojonantes que dedican toda su vida a los demás. Ami me parece muy fuerte.

Tengo muchos amigos que han sido numerarios, que han lelgado a vivir en un club y que se han ido sin ningun resentimiento y que siguen llendo a emdios de formacion. Simplemente con toda tranquilidad vieron que no es su vocacion.

Si hay gente que ha salido rebotada es simplemente porq son un poquillo cortos y no se han dado cuenta de q no era lo suyo. Los del opus siempre te ayudan a ver tu vocacion y intentan logicamante que te hagas de la obra. Pero por mucho q lo intentes si no vales par ael opus no vales y siempre con total libertad. Si has tenido trastornos psicologicos no creo que sea por la obra sino porque no has tenido muchas luces o no has sabido hacer uso de tu libertad....

Bueno que me estoy enrollando mucho. Solo queria pediros que opngais tambien cosas positivas y que se refleje la buena voluntad de los numerarios, agregado y supernumerarios, y de los sacerdotes del opus dei.

Por cierto yo no hecho de menos a nadie del opus porq siempre estan ahi cuando les necesitas y curiosametne mucho ams disponibles q antes y mas pendientes de ti, con una entrega y con una caridad qeu a mi me deja pasmado.

Bueno, espero q este pequeño testimonio sirva de algo.
Saludos
Santi


(de Aspilcueta Navarro) Autora arrependida?
El correo original, en portugués

Salí del opus nada más volver de la canonización (aproveché que las maletas ya estaban casí preparadas). El paseo fue estupendo desde el punto de vista turístico (evité todas las actividades institucionales) y ha sido útil también para sentirme todavía más seguro y sereno acerca de mi decisión de irme.

Durante mis paseos por Roma, coincidi con otro numerário, del colegio romano y él ingenuamente me ha contado de várias "gracias extraordinarias" que fueron concedidas en aquellos dias. Una de ellas era la siguiente: dijo que le había oído al prelado decir que "una autora de libros calumniosos en contra la de la obra se arrependió y pidió perdón al prelado por las mentiras que escribió". Además de eso, esa autora había dicho tambien que "escribió el libro porque necesitaba ganar más dinero". Ese numerario no supo decirme quién era la autora arrepentida. En aquella época, yo solo habia oído hablar del libro de M. Tapia, y me imaginé que fue ella la Magdalena. Como salí poco despuése, no tuve la oportunidad de oír nada más sobre ese asunto "del lado de dentro".

Desde que he discubierto vuestra web y he conocido los diversos libros no-oficiales sobre la obra, quedé preguntándome quién sería esa Zaquea: por la cronología de los hechos, pienso que solo podrían ser M. Tapia o M. Angustias Moreno. ¿Lo más probable es que haya sido otra mentirita piedosa esparcida por los directores centrales del opus? ¿Alguien sabe algo más sobre ese asunto?

Aspilcueta Navarro


Caros Orejas,

Saí da opus logo após voltar da canonização (aproveitei que as malas já estavam quase prontas). O passeio foi ótimo do ponto de vista turístico (evitei todas as atividades institucionais) e foi útil também para me deixar ainda mais seguro e sereno com relação à minha decisão de sair.

Durante os meus passeios por Roma, encontrei outro numerário que estava no colégio romano, e ele ingenuamente me contou diversas "graças extraordinárias" que tinham sido concedidas durante aqueles dias. Uma delas era a seguinte: ele disse que tinha ouvido o prelado dizer que "uma autora de livros caluniosos contra a obra tinha se arrependido e tinha também pedido perdão ao prelado pelas mentiras que tinha escrito". Além disso, essa autora teria dito também que "tinha escrito o livro porque estava precisando ganhar mais dinheiro". Esse numerário não soube me dizer qual era a autora arrependida. Na época eu só tinha ouvido falar do livro de M. Tapia, e imaginei que tivesse sido ela a Madalena. Como saí logo depois, não tive a chance de ouvir mais nada sobre esse assunto "do lado de dentro".

Desde que descobri a vossa web e tomei conhecimento dos diversos livros não oficiais sobre a obra, fiquei me perguntando qual seria a tal Zaquéia: a julgar pela cronologia dos fatos, penso que só poderiam ser M. Tapia ou M. Angustias Moreno. O mais provável é que tenha sido outra mentirinha piedosa espalhada pelos diretores centrais da opus. Alguém sabe algo mais sobre o assunto?

Grato,

Aspilcueta Navarro


(de Iván)

Lo que dice Julissa ha removido mis recuerdos, por lo que esta carta se la dirijo especialmente a ella.

Estimada Julissa:

Dices en tu carta las siguientes frases: "Por favor digan la verdad" [...] "voy a rezar mucho por ustedes para que no sigan haciendo daño" [...] "pero estoy segura que a nadie se le mintio, porque antes de entrar al Opus Dei, te dicen todo" [...] "definitivamente lo que mas se respeta en el Opus Dei es la libertad" [...]

Cuando un ciudadano realiza un contrato con persona física o jurídica, del tipo que sea, ambas partes leen aquello a lo que se comprometen hasta que quedan claros todos los términos de su compromiso y después, si están de acuerdo, firman quedándose cada parte con una copia de lo pactado. ¡Ah!, se me olvidaba, ningún menor de edad puede realizar contratos. A mí, ni a nadie que conozco a quien se le pidió hacerse de la Obra (y he estado dentro casi 35 años como agregado) se nos dio un documento que contuviera aquello a lo que nos íbamos a comprometer.

A mis 15 años, nada más acercarme a la Obra ellos me cerraron la posibilidad de poder oír otras campanadas distintas a las que tañía el Opus Dei (me hicieron cambiar el confesor que tenía en la parroquia por el del centro, me dijeron que como la vocación era una gracia tan importante y nueva nadie la entendía nada más que ellos por lo que no les consultara sobre mi vocación a mis padres ni a persona ajena a la Obra) y todo eso adobado con que el Fundador del Opus Dei (del que ellos decían con la boca abierta que era posiblemente el mayor santo de la historia) afirmaba que no daba un duro por el alma de aquel que tuviera vocación y dejara la Obra, de que quien dejaba la Obra además de perder la felicidad temporal casi seguro que también perdía la eterna, de que prefería que le dijeran de un hijo suyo que se había muerto antes de que había dejado el Opus Dei, etc., lo que aterrorizaba mi alma, recordemos que era el alma de un niño de 15 años; luego me acosaron a todas horas (desde el director al cura pasando por el amigo numerario que me había llevado al centro) para que diera el paso definitivo y me hiciera de la Obra; que saltara al vacío (decían), que después vería claro. Y agotado escribí la carta de admisión. Y todo eso lo hicieron con un niño de 15 años.

Años después me encontré en una convivencia con el numerario que me había llevado al centro, a quien me he referido antes, y riéndose me recordó algo que le conté cuando él me proponía pitar (pedir la admisión a la Obra) y que yo había olvidado. Te la cito porque creo que demuestra muy bien como era mi estado de ánimo en aquellos momentos; me dijo: "Antes de pitar me contabas que te sentías como una bola de billar que está tan tranquila en la mesa de juego y de pronto viene otra bola, choca con ella, y la obliga a dar tres rebotes, luego, cuando parece que va a pararse, llega una segunda bola y la golpea desde otro lado repitiendo el proceso... y así, una y otra vez, sin dejarla en paz, con choques sucesivos es llevada de un lado para otro hasta que la consiguen meter en el agujero".

Julissa afirmas que "antes de entrar al opus dei, te dicen todo".

Por ejemplo, a mí antes de hacerme de la Obra jamás me contaron que debía renunciar al derecho inviolable a la intimidad de la correspondencia. Cuando llevaba unos meses dentro (y ya me habían mentalizado lo suficiente de que la palabra del Padre era Vox Dei y de que lo que llegaba de él había que recibirlo de rodillas), durante mi primera convivencia me entregaron las cartas abiertas y me dijeron que las que escribiera se las tenía que dar al director sin cerrar; pregunto el porqué y "es una norma del Padre" y a obedecer o marcharse, lo que implicaba caer en el terrorismo espiritual antes expuesto de que el Padre dice que no da un duro por el alma de un hijo suyo que con vocación deje la Obra, de que el que deja la Obra además de perder la felicidad temporal casi seguro que pierde la eterna, de que prefería que le dijeran de un hijo suyo que se había muerto antes de que había dejado el Opus Dei, etc.; y eso cuando yo aún no había cumplido los 16 años. Y tragué en ese tema. ¿Cómo iba a dejar la Obra y ser infeliz eternamente a causa de algo tan insignificante como que el director pueda leer que mi madre me dice en una carta que el día anterior hizo unas rosquillas que estaban muy ricas?... y así actuaron con todo lo demás, siempre poco a poco, presentándome paulatinamente cada nueva exigencia (que yo desconocía al pitar), apretando las tuercas sin descanso hasta conseguir hacer de mí alguien a quien se le pudiera pedir lo que fuera... y así, pasito a pasito, permanecí atrapado durante casi 35 años hasta que providencialmente un día lo vi claro y me marché.

Con respecto al derecho inviolable a la intimidad de la correspondencia, no voy a ser yo quien "mienta" diciendo como se vive en la Obra, dejemos que sea la propia Prelatura quien nos lo cuente:

"Los Directores, por su parte, tienen el derecho y el deber de evitar que lleguen a los miembros de la Obra escritos, cartas, etc., que, de algún modo, puedan causar daño a quienes las reciben, vengan de donde vengan. Por esto, entregar una carta abierta, o haberla leído antes, no constituye nunca una prueba de desconfianza: manifiesta sólo el deseo de evitar un perjuicio, una razón ascética o una medida práctica de ayuda en la labor de formación espiritual.
[...]
"Quienes llevan poco tiempo en la Obra agradecen que los miembros del Consejo local se preocupen con cariño -es parte de la tarea de formación- de leer las cartas que reciban: para poder orientarles, y darles el oportuno consejo espiritual o apostólico.

"Estas mismas orientaciones se siguen con las cartas que envían los Numerarios y Agregados, fuera del ámbito de su tarea profesional: excepto las que escriban directamente al Padre, al Consiliario y al Delegado Regional, se entregan al Director abiertas."

Lo anterior es un extracto del capítulo titulado "Correspondencia", de las "Glosas sobre la Obra de San Miguel" en donde la Obra hace un verdadero alarde de justificaciones injustificables para que el fin de violar la intimidad de las personas parezca santificado (en este caso con la correspondencia enviada y recibida).

¿Quién daña a otros saltándose a la torera los principios más elementales de respeto a la juventud, a las personas y a su intimidad? ¿Dónde están nuestras mentiras? ¡Por el amor de Dios, Julissa, recapacita!

Julissa, te comprendo muy bien. Conozco ese estado de ánimo desde el que has escrito tu carta, yo lo he tenido cuando estaba dentro; me traslado años atrás y esa misma carta tuya la podría haber firmado yo. Todo lo que te he escrito arriba no es por resentimiento, afán de revancha, rencor ni nada parecido sino con el afán de ser útil y ayudar. Me ha costado una vida poder ver claro a través de las espesas corazas que colocaron a mi alrededor. No te escribo para convencerte de nada, por eso no te hablo con conceptos abstractos sino con realidades tangibles, para que al observarlas puedas ser tú misma quien saque conclusiones. En la Obra hay cosas buenas, desde luego, pero no es perfecta. Ahí radica todo el problema. Si la Obra fuera perfecta sería Dios (por definición Dios es la ausencia de mal). Esas imperfecciones suyas, que ella no quiere reconocer, son las que mostramos aquí.

Me dices que rezas por nosotros. Gracias. Quiero que sepas que yo también he rezado mucho por ti y posiblemente desde antes de que tú nacieras, desde hace 40 años. Durante mis 35 años en la Obra pedía por la felicidad y perseverancia de sus miembros y desde que me fui por su felicidad. Como ves llevo muchos años rezando por ti.

¡Julissa, qué seas feliz! Dentro o fuera de la Obra, eso no importa. Lo fundamental, lo que te deseo de todo corazón, es que siempre seas muy libre y muy dichosa.

Con cariño, Iván


(de Félix) Censurón.

Máximo Soberbio llevaba meses muy disgustado. Estaba locamente encaprichado de Prímula, una encantadora muchacha que no le prestaba atención; sus razones había, pues entre tantos cuantos la pretendían Máximo era el menos favorecido de todos: pequeñajo, raquitico, con chepa, de ojos bizcos y rijosos... pero, eso sí, pobre. Llevaba Máximo Soberbio días y días sin dormir, suspirando a todas horas, regando la cama con sus lágrimas y en una de esas veladas de pertinaz insomnio escuchó una voz que, como el eco de sus pensamientos, exclamaba: "¡Es tan fácil! ¡Es tan fácil!...

-¿Quién eres? -preguntó con un nudo en la garganta...

[...]

(Nueva entrega de Félix, "Censurón", a su escrito "Érase una vez...")


(de Maria)

hola a todos, leer vuestras experinecias dentro de la obra me dan fuerza. Mi nombre es Maria y tengo 29 años llevo en la obre desde los 14 años o mejor dicho desde siempre. Pertenezco a una familia que pertenece a la obre por lo que desde pequeña e estado en contacto con ella. Estudio en colegios de la obra y actualmente soy Ingeniera, aunque en todos estos años he pasado un poco de todo como vosotros.

tengo 8 hermanos y todos pertenecen a la obra, mi padre al igual que mi madre también, Yo la verdad es que daría cualquier cosa por salir de este mundo pero es muy dificil y casi imposible en algunos casos sobre todo cuando a parte de la presión del centro esta la de tu familia., y sobre todo la de mi padre, hombre de 65 años perteneciente a la obra desde joven y educado plenamente en colegios y universidades de la obra (aunque no deja de ser mi padre).

Hace tres años, di el paso de deciele a mi director experitual que no estaba segura de que tenía vocación y que queria hacer una vida normal como mis amigas además habia conocido a un chico en mi escuela que estaba muy a gusto con él. Lo primero que hizo fue perguntarme si este chico pertenecia a la obra, mi respuesta fue que No y además yo no se lo había comentado. Mi director experitual que hasta entoncés siempre habia tratada con respecto y bien, me hizo pasar la mayor verguenza de mi vida con la charla que me dio, me hizo llorar y despúes se fue cerrandome la puerta, hasta que a las dos horas mando a una numeraria que me abriese y me fui a mi casa.

Al llegar a casa mi padre ya lo sabia, con lo que la charla fue sonada y el castigo también no se dio cuenta que era su hija y tenía sentimientos, lo más duro no fue el castigo físico sino el psicologico. En esa época empezaba a trabajar y una persona me llevaba al trabajo y me iba a buscar no me dejaban hablar con nadie, así estuve durante casi diez meses, de casa al trabajo y la única salida al centro. Además mi padre se encargaba que cumpliese con todo lo que se debe hacer en la obra, mi asistencia a misa, mis oraciones, retiros, etc.....

Actualmente las cosas estan un poco mejor con mi familia, aunque en realidad me siento en una prisión donde mejor es no dar tu opinión por lo que te pueda caer encima. Mis hermanos al igual que yo viven esto aunque los mayores son igual que mi padre y en vez de ayudarte te controlan además soy la única chica con lo que el apoyo en ese sentido es nulo. Son unos machistas por que así fueron educados.

la verdad es que admiro tanto a la gente que fue capaz de salir de la obra, yo lo tengo bastante difícil o mejor dicho imposible, ya que se a ciencia cierta que mi padre nunca me lo permitirá. un saludo y gracias por escucharme, ya que necesita desahogarme con alguién

Maria


(de E.B.E.)

Walter, te animo a que hagas un experimento, para que seas tú mismo el que saque las conclusiones y no simplemente te sientas obligado a creer lo que aquí se dice: cualquier cosa que te haya chocado de lo que leíste aquí, contrástalo con la realidad y luego nos cuentas.

Tendrás que ser sutil para no ir de frente porque en seguida lo negarán todo en la Obra.

Por otra parte, no sería raro que la persona que te invitó no tenga nada que ver con las prácticas inmorales que aquí se critican (que vienen «de lo alto»). El tema es que sepas ver más allá de las apariencias, y eso lleva un tiempo.

Ciertamente muchas cosas sólo las observarías si fueras miembro de la Obra, y en particular, miembro célibe (agregado o numerario), cosa que nunca podrás ser porque ya eres casado.

Por lo cual, es posible que desde un principio todo sea simpatía y «buen ambiente», difícil de objetar. Te llevará tiempo descubrir que el paño finalmente destiñe.

Y en una de esas consigues tomar lo que te sirve y dejar lo que no te conviene.

En fin, tiene su complicación el experimento y casi te diría que no vale la pena –porque ya se sabe cómo termina- pero a veces es mejor formarse una opinión con la propia experiencia –aunque duela- para que luego las decisiones que uno tome tengan un fundamento bien sólido.

Saludos,
E.B.E.


(de José) Gracias a todos

Hola de nuevo Orejas,

Les quiero agradecer a todas las personas que han respondido a mi pasado mensaje (José 11/6). Todas ellas me han dado argumentos en que fundamentarme y más aún, me han dado ánimos para pensar mejor las cosas y reflexionar sobre lo vivído aqui dentro.

Ahora puedo pesar en una balanza tanto los aspectos positivos como los negativos, y así tomar la desición correcta y en el momento oportuno, sin mediocridades (quedar como supernumerario). Deseo hacer las cosas bien y siempre de la mano de Dios. Así seguro que saldrá todo adelante.

En cuanto pase algo concreto lo sabrán. Cualquier cosa, saben mi correo. Muchas gracias a todos, reciban un abrazo.

José


(de Brian)

El email de ayer de Dany (Dany, cada vez que te leo resuenan las campanas en mi corazón, las que nunca dejaron de sonar y no puedo evitarlo, ya te lo dije el día 27.4.04 y te lo repito) me parece que tiene una frase final antológica dirigida a un chaval, José (11.6.04), que lleva dos años con crisis de vocación (¿vocación o coacción?). Y esa frase es: "IDENTIFÍCATE CON CRISTO EN LA CRUZ". O sea, aguántate, sacrifícate y jó... ¿Pero qué tiene que ver Cristo en la Cruz con un pobre chaval que está siendo sometido a una terrible angustia por unos desalmados que sólo quieren aumentar el número de conquistas para que forme parte de esas 500 vocaciones que ha pedido el prelado a cada región? Cuando leo en la web a alguien que "da doctrina", que parece que no es del opus o ya no lo es pero que sigue dentro con la cabeza, me dan ganas de preguntarle a los orejas si no están teniendo demasiada manga ancha al colocar todos los correos (un día podríamos invitar al prelado para que nos dirigiera unas palabras y nos aconsejara, por qué no?)

Dany, amor, vuélvete al opus. Deja a los chavales que vivan, se sanen y se recuperen.

Brian


(de Frida)
el correo original, en italiano

He leído los testimonios sobre los psiquiatras del Opus y he quedado impresionada.

Por lo que me concierne, tengo que decir que he sido bastante afortunada. Como ya he escrito en otra ocasión, creo que le debo mi salvación precisamente a un médico de la obra, una neuróloga supernumeraria. A los primeros síntomas de depresión, fui confiada a esta mujer, muy seca en los modos pero también muy clara, directa. En la segunda entrevista (en la primera participó también, con mi consentimiento, la directora del centro), la doctora dijo que no creía para nada en mi vocación y que yo no habia elegido adecuadamente, que sólo estaba escapando de la vida a la que le tenía mucho miedo. Me sugirió que lo pensara durante dos semanas, hasta la próxima cita.

Sus palabras me supusieron una gran contradicción porque siempre había oído decir que la vocación no se pone nunca en duda, por lo que al mismo tiempo me sentía aterrorizada y a la vez, felíz. Por primera vez, en siete años, me fue permitido pensar solo en mi vida, sin interferencias y amenazas de condena eterna. Hablé de ello con el sacerdote del centro que, con gran sorpresa por mi parte, apoyó la línea de la doctora. Pero cuando llegué a la charla fraterna, recibí una bonita ducha fría. La directora se enfadó diciendo que la doctora no tenía ningún derecho a dudar de mi vocación y que no tenía que seguir en absoluto el consejo que me dio. Volví al sacerdote, confusa y desorientada, para entender qué es lo que estaba sucediendo y qué es lo que tenía que hacer. Pero él se desdijo de todo diciendo que había entendido mal y que no me dio nunca permiso para reflexionar sobre el tema propuesto por la doctora. Juro que me parecía que me estaba volviendo loca: ¿a quién debía creer? ¿A mis oídos o a sus palabras?

Moraleja: el argumento de la doctora no se volvió a tocar y yo empecé a deteriorarme hasta cuando mi malestar estuvo bajo los ojos de todos. Fue entonces que la buena neuróloga -a la que reprocho no haberse impuesto hasta el final la misma profesionalidad- me gritó para empujarme a reaccionar. Estoy segura, en cambio, que aquel grito había sido "autorizado" porque al Opus Dei ya no le servía, como comentó la numeraria que me acompañó al hospital en la última entrevista: "Frida, menos mal que has entendido que te tenías que ir porque en la obra habrías sido una inepta" (textual).

Ahora pregunto a las directoras del Opus que casualmente leyeran este escrito: ¿por qué mandáis una persona al psiquiatra si luego no le dejáis ejercer su profesión al psiquiatra? ¿Por qué os entremetéis en la relación terapéutica, si de veras queréis que vuestros adeptos sean libres en sus elecciones? ¿Dónde está la libertad si también los médicos (los vuestros, obviamente) tienen que anteponer la obediencia al bienestar del propio paciente?

De vuelta a casa de mis padres, volví a dormir y a comer pero todavía estuba muy deprimida porque, aunque no tuviera el ánimo de admitirlo, en mi interior me sentía una fracasada. Una amiga supernumeraria me aconsejó dirigirme a un psiquiatra de la obra para poderme desahogar con libertad. El psiquiatra en cuestión era un numerario del que tengo un bonito recuerdo (ha muerto, desgraciadamente). Me siguió con gran cariño, siempre escuchando mi punto de vista. Tanto que me pregunté cómo podría ejercer su profesión sin volverse esquizofrénico. También me sometió a una cura farmacológica bastante fuerte que quizás, en aquel entonces, resultó eficaz. Pero lo que más me ayudó fue la posibilidad de hablar, de contar, de sentirme creída. Y así poco a poco vacié el saco de piedras que llevaba sobre los hombros. Francamente, no sé si habría aceptado hablar con un psiquiatra "no opus" porque entonces estaba afectada por el "Síndrome de Estocolmo", grande como una casa y había hecho mío el dicho: "los paños sucios se lavan en casa".

El famoso síndrome se quedó dentro de mí como una hierba venenosa hasta que no tomé la decisión -diez años después de la primera terapia- de dirigirme a un especialista totalmente alejado del entorno opus. La depresión pasó pero tuve la sensación de que no había sido nunca dueña de mi vida. Creo, en realidad, que lo más difícil de reconquistar es la libertad interior. Esa que te dice decir SI o NO cuando tú lo sientes y no cuando lo decide otro por ti. Aunque esos otros fueran Dios.


Ho letto le testimonianze sugli psichiatri dell'Opus e ne sono rimasta impressionata.

Per quanto mi riguarda, devo dire che sono stata abbastanza fortunata. Come ho già scritto in precedenza, credo di dovere la mia salvezza proprio a un medico dell'Opera, una neurologa soprannumeraria. Ai primi sintomi di depressione, fui affidata a questa donna, molto asciutta nei modi ma anche molto chiara, diretta. Nel secondo colloquio (al primo partecipò, con il mio consenso, anche la direttrice del centro) la dottoressa disse che non credeva affatto nella mia vocazione e che io non avevo scelto un bel niente: stavo solo scappando dalla vita di cui avevo una gran paura. Mi suggerì di pensarci su per due settimane, fino al prossimo appuntamento.

Le sue parole mi sembravano in netta contraddizione con quanto avevo sempre sentito dire (la vocazione non va mai messa in dubbio) per cui ero terrorizzata ma allo stesso tempo felicissima. Per la prima volta, in sette anni, mi era stato consentito di pensare alla mia vita da sola, senza interferenze e minacce di condanna eterna. Parlai di quel colloquio con il sacerdote del centro che, con mia grande sopresa, appoggiò la linea della dottoressa. Ma quando arrivai al colloquio fraterno, ricevetti una bella doccia fredda. La direttrice andò su tutte le furie dicendo che la dottoressa non aveva alcun diritto di mettere in dubbio la mia vocazione e che non dovevo assolutamente seguire il consiglio che lei mi aveva dato. Tornai dal sacerdote, confusa e disorientata, per capire cosa stesse succedendo e cosa dovessi fare. Ma lui si rimangiò tutto dicendo che avevo capito male e che non mi aveva mai dato il permesso di riflettere sul tema proposto dalla dottoressa. Giuro che mi sembrò di diventare matta: a chi dovevo credere? Alle mie orecchie o alle loro parole?
Morale: l'argomento non fu più toccato e io incominciai a deperire fino a quando il mio disagio non fu sotto gli occhi di tutti. Fu allora che la brava neurologa - alla quale rimprovero di non aver fatto valere fino in fondo la propria professionalità - mi gettò un urlo in testa per spingermi a reagire e a chiedere le dimissioni lo stesso giorno. Sono certa, però, che quell'urlo fosse stato "autorizzato" perché all'Opus Dei ormai non servivo più, come commentò la numeraria aveva accompagnato all'ospedale per l'ultimo colloquio: "Frida, meno male che hai capito di dovertene andare perché nell'Opera saresti stata un'inetta" (testuale).

Ora chiedo ai vertici Opus che dovessero casualmente leggere questo scritto: perché mandate una persona dallo psichiatra se poi non gli lasciate fare il suo mestiere? Perché vi intromettete nel rapporto terapeutico, se davvero volete che i vostri adepti siano liberi nelle loro scelte? Dove sta la libertà se anche i medici (i vostri, ovviamente) devono anteporre l'obbedienza al benessere del proprio paziente?

Tornata a casa, ripresi a dormire e a mangiare ma ero ancora molto depressa perché, sebbene non avessi il coraggio di ammetterlo, sotto sotto mi sentivo una fallita. Un'amica soprannumeraria mi consigliò di rivolgermi a uno psichiatra dell'Opera per potermi sfogare con libertà. Lo psichiatra in questione era un numerario del quale ho un bel ricordo (è morto, purtroppo). Mi seguì con grande affetto, prendendo sempre le mie parti. Tanto che mi domandai come potesse fare il mestiere che faceva senza diventare schizofrenico. Mi sottopose anche a una cura farmacologica piuttosto massiccia che forse, in quel momento, si rivelò efficace. Ma quello che mi aiutò di più fu la possibilità di parlare, di raccontare, di sentire che venivo creduta. E così pian piano svuotai il sacco di pietre che mi sentivo sulle spalle. Francamente, non so se avrei accettato di parlare con uno psichiatra "non opus" perché allora ero affetta da una "Sindrome di Stoccolma" grande quanto una casa e avevo fatto mio il proverbio che "i panni sporchi si lavano in casa".

Il punto però è che la famosa "sindrome" mi era rimasta dentro come un'erba velenosa fino a quando non presi la decisione - dieci anni dopo la prima psicoterapia - di rivolgermi a uno specialista totalmente estraneo all'ambiente opus. La depressione mi era passata da un pezzo ma avevo la sensazione di non essere mai davvero padrona della mia vita. Credo infatti che la cosa più difficile da riconquistare sia la libertà interiore. Quella che ti fa dire SI e NO quando lo senti tu, e non quando lo decide un altro. Nemmeno se quest'altro fosse Dio.

Frida




NOTA: cuando el oreja que está de guardia contesta a alguno de los correos, en asuntos del opus, su comentario va en cursiva y es la opinión personal del oreja que contesta. Lo hace expresando su opinión como uno más de los que escribís, no como línea editorial de la web. Sus opiniones son igual de personales -y criticables y respetables- como las opiniones que se vierten en los correos que se reciben. Cuando el tema al que responde el oreja es una pregunta en relación a cuestiones técnicas, sugerencias, inclusión de nuevas secciones... etc., lo hace en nombre de los orejas que creamos la web, la mantenemos y la actualizamos.



 

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