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CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 04 de Agosto de 2014



Su sombra en la tierra, también en los altares.- Isabel de Armas

"SU SOMBRA EN LA TIERRA", TAMBIÉN EN LOS ALTARES

Isabel de Armas, 4/08/2014

Hace unos días, de paso por Soria, entré en la iglesia de San Francisco, que no conocía y, cuál fue mi asombro –no me lo esperaba-, cuando en la entrada nos recibe, pinchado en el corcho de anuncios, un gran poster del beato don Álvaro, con sonrisa beatífica (nunca nada más a propósito) y expresión etérea, inocente y bonachona. Comenté sorprendida: “Caramba, parece que jamás ha roto un plato…  Pero si fue todo un personaje en la historia y montaje del Opus Dei. A partir de ahora ya no solo el original, también el que fuera su sombra estará en los altares. ¿No es demasiado? Hasta casi da un poco de susto”. Entonces me dio por recordar, y a continuación narro lo que fui recordando...



(Leer artículo completo...)




Gracias por las respuestas sobre el confinamiento.- Josef Knecht

Agradezco las respuestas de Haenobarbo y Zartan a mi consulta sobre el confinamiento en Roma del miércoles pasado. Se me había olvidado el asunto del permiso de “soggiorno” o residencia que, por exigencias legales de la República Italiana, obliga a los frailes, monjas, sacerdotes y seminaristas, incluidos los del Opus, a estar confinados en la ciudad de Roma durante su estancia por estudios o por otros motivos. No sé exactamente si se me ha olvidado o quizá no me lo explicaron con suficiente claridad los superiores de Cavabianca en su momento. El Opus sólo sabe explicar con todo tipo de florituras la versión oficial de su institución, como la “mentalidad laical”, pero oculta de maravilla la realidad y el trasfondo de lo que es, de lo que hace y de por qué lo hace.

 

Una anécdota. El término “cavabiancota”, si no recuerdo mal, es una palabra compuesta o, más bien, un acrónimo que con sentido del humor inventaron los numerarios de la Región de Italia para denominar en la jerga interna del Opus a los alumnos del Colegio Romano. El acrónimo fusiona dos palabras en una: “Cavabianca” y “jota”, que es un fonema de la lengua castellana. A los italianos les cuesta pronunciar ese sonido, que suelen articular como “cota”, y, puesto que la mayoría de los residentes de Cavabianca éramos –y quizá sean también hoy– castellanoparlantes, los numerarios italianos crearon esa especie de gentilicio para denominarlos con graceco, mejor dicho, gracejo.

 

Para terminar, un consejo, aunque sea obvio. Merece la pena visitar Italia y disfrutar de ese país sin los agobios del confinamiento.

 

Josef Knecht





La cuarta pared.- Lizzy Babieca

En mi publicación anterior decía gratias tibi deus, gratias tibi, por haberme puesto y por haberme sacado del opus dei. Y es que uno está más o menos predispuesto a sacarle la punta al lápiz, independiente del lápiz y del sacapuntas. Es decir, que uno también puede encontrarle el lado bueno al haber estado, aún considerándolo una personal desgracia. Y es que se conoce gente bella, se aprende y hasta se cometen buenos actos. Además de que todavía uno puede seguir haciendo lo mismo con ocasión de haber estado, una vez fuera, siendo orejas.

Me dijeron cuando me fui del opus, como a tantos, que Dios tendría en cuenta mi generosidad en la obra. ¡Vale! Y es que los escribanos creen que allí dentro los buenos actos, deseos y pensamientos se elevan a la potencia del millón. La realidad que se han creado a partir de esta convicción es alucinante. Yo no sé de dónde sacaron aquel cheque en blanco ni quien lo firmó. Y lo peor es que uno a veces se puede confundir y creerse esas tonteras, por aquello de sacarle la punta al lápiz y buscarle el lado bueno a las cosas. Pues que no: que de verdad hubiese aprovechado mejor esos nueve años haciendo cualquier otra cosa. No niego ni vapuleo mi paso por el opus, pero el mundo es muuuuy graaande y este otro chiquito, por más que nos hayan querido hacer creer su alcance universal. Si nos pareció potente y santo en su momento, es porque lo juntamos en nuestra cabeza con la misión de la iglesia, con la persona de Cristo, con la tradición del país y hasta con nuestra propia misión personal. Y es que uno a los diez y algo está más que dispuesto a quemarse por un ideal. El opus de eso come y se aprovecha.

¿Conocen el recurso de la cuarta pared en el Teatro? Lo explicaba Kevin Spacey a propósito de una entrevista por su papel en House of Cards. Se trata de cuando en el teatro el actor "rompe" la cuarta pared y se dirige al espectador. Con ello abre un boquete a su realidad, admitiendo que hay otra en la cual existimos nosotros y le miramos. Algo así hizo Unamuno en su momento con sus nívolas. Es decir, que hasta en los mundos de ficción los personajes admiten lo limitado del cuadro. No son ni reales, y ya tienen un gran sentido de realidad. Pues que en el opus NO se abre jamás la cuarta pared, sino que sigue representando la obrita una y otra vez en el teatro que se han montado. Que eso es fidelidad: un teatro itinerante en el que reproduce siempre lo mismo. Pero si usted termina de ver la representación, y decide salir del teatro a caminar un poco por la cuadra, pronto se dará cuenta de que existen, en la misma calle, librerías, kioscos, tiendas, cines, restaurantes, y otras muchas cosas capaces de entregarle mejores contenidos que los que acaba de ver. Y pronto empezará a sentirse incómodo, con esa vaga sensación de haber sido timado. Y es que, al parecer, el precio por la entrada a esa obrita media desabrida, era excesivo.

La vida real, la caminata por aquella calle, es pródiga en bellezas, dulzuras y también en caca. Por ejemplo, hoy mismo: el menor de mis hijos, un verdadero chuqui, se hizo y hube de cambiarle el pañal. No se estaba quieto, de modo que empecé a reprenderlo: ¡Chuquito, quédate quieto, que nos cagas la ropa, que te quedes quieto, hijo...! No sé qué habría en mi tono, pero él se detuvo, me contempló, y con gran dignidad -toda la que se puede expresar con los pantalones abajo y el culete cagado- procedió a remedarme con total soltura: "¡chichicho, chechate chieto, che chos chachas...!¨. Acaba de cumplir dos años y el muy se permite reírse de mí, y en mi presencia. Meditaba yo esto, cuando le pedí a mi marido que sacara la basura. El encargo no fue recibido con una sonrisa. El interpelado se paró y salió reclamando por la escalera, creo que la interrupción de su lectura dominical. Claramente estaba haciendo una crítica interior -y exterior- a mí persona. Y estos son los tipos de faltas de delicadeza en el trato que uno debe soportar!!!Ay si pudiera consultarles unas correcciones fraternas!!!

Lizzy Babieca





Estoy perpleja.- Carmen Charo

Sé que no tengo derecho a juzgar a nadie ni a exigir nada, pero creo que sí puedo expresar en este foro mi estado de ánimo y mi perplejidad ante este colectivo de víctimas del Opus Dei. Sí, estoy perpleja, y necesito decirlo.

Somos decenas de miles (creo que más, pero vamos a dejarlo así) los abusados por el Opus Dei y que somos conscientes de ello. Antonio Esquivias ha lanzado una petición reclamando justicia públicamente, tras intentarlo de forma privada y por las buenas con la Prelatura. La petición lleva más de una semana y hasta este momento se han recogido 544 firmas. Yo doy fe de que muchas de esas firmas son de gente ajena a nuestra causa, amigos de amigos, la vecina del amigo del amigo, el marido de la dueña de la casa rural, el misionero que conoció hace 40 años cuando estuvo por tierras venezolanas…. Y ¿nosotros? ¿dónde estamos nosotros? Misterio! Debajo de las camas, escondidos buscando razones. A mí me duele y me deja perpleja.

Otro tanto con lo ya comentado muchas veces, el sostenimiento económico de opuslibros. Una se pone a razonar y no lo consigue. El caso es que se nos llena la boca con las virtudes, el amor a la iglesia….

Tercer motivo de perplejidad. Hace unos días pedí ayuda para una persona en la provincia de Cadiz. Jamás, ¡pero jamás! he visto destrozo semejante. Sólo una persona, que ni ha sido ni es de la obra, y de una provincia vecina me ha respondido. De verdad que no comprendo nada.

En estos últimos años, y tras infructuosos intentos de crear redes de ayuda, grupos de apoyo, o simplemente reunirnos para conocernos y estar comiendo juntos, me he preguntado, ¿realmente qué nos une? No sé responderme. Creo que sólo nos une el haber compartido el mismo agujero oscuro, al que cada uno hemos caído por motivos bien distintos, pero casi todos consecuencia de la escasez personal, de un vacío necesario de llenar. Por eso a hora no nos sabemos encontrar ni reconocer. No pretendo ninguna respuesta, sólo ha sido un desahogo mío.

Carmen Charo




 

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