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CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 08 de Abril de 2016



Entrevista embajador Garrigues a Escrivá.- Agustina

NOTA: el original de este documento se encuentra en el archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Se trata de una carta del embajador de España Antonio Garrigues enviada en 1969 al Ministro de Asuntos Exteriores de España Fernando Castiella.

 

Imágenes de la carta (PDF)

 

TRANSCRIPCION

Roma, 5 de febrero de 1969

Excmo. Sr. Don Fernando Ma. Castiella Ministro de Asuntos Exteriores MADRID

Num. 18 SECRETO

Entrevista con Monseñor Escrivá.

Querido Fernando:

Me parece interesante darte cuenta del esquema de lo que me dijo Mons. Escrivá en una reciente entrevista. Me limito en esta información a dejarle hablar a él y, por consiguiente, todo lo que se dice a continuación no es más que el esquema de su pensamiento tal y como yo lo he recibido y entendido:

No quiero saber nada de política. Los curas no tienen que meterse en política. Eso es para los laicos, para los seglares, y éstos tienen que hacerla con toda libertad, sin inmiscuirse a su vez en las cosas de la Iglesia, es decir, en lo que está reservado dentro de ella a los obispos y a los presbíteros.

Yo he tenido y tengo mucha amistad con el Caudillo, el cual me llamaba con frecuencia y me hablaba con mucha confianza. Ello fué precisamente una de las razones, es decir, para no verme envuelto en la política española, de trasladar mi residencia de Madrid a Roma.

Un caso típico de la intervención de los seglares en la política es el de esos grupos y grupitos de laicos que se arrogan el derecho, y de hecho lo ejercitan, de intervenir en el nombramiento de obispos, presionan para ello a los Nuncios proponiendo a sus candidatos, que son sus amigos y sus correligionarios en tendencia política.

Todo esto debe desaparecer como debe desaparecer el derecho de presentación, que ha tenido su justificación histórica pero que hoy no la tiene. El Gobierno no debe gastarse en defender una cosa que es indefendible y que no le paga ningún dividendo.

El Opus De se ha anticipado al Concilio en muchas cosas, aunque nuestros enemigos no lo reconozcan y, al contrario, quieran poner a la Obra en contraposición y como antagónica del espíritu conciliar. Así por ejemplo en la exaltación de la vida seglar como fuente de santidad equiparable -cada uno en su estado- a la vida religiosa.

Asimismo en haber dado al amor humano todo su sentido y toda su grandeza. San Luis Gonzaga, propuesto como Patrono de la juventud por los Jesuitas, que ni a su madre miraba para evitar cualquier forma de impureza, es sencillamente un monstruo. Yo le digo al P. Arrupe, con quien tengo la mejor relación, que en lo que a mí respecta, en la relación con mi madre me la comía a besos sin que tuviera esto nada que ver con la pureza ni con la impureza, y que cuando llegue al Cielo y me encuentre con San Luis Gonzaga le pienso cantar las cuarenta por estas aberraciones.

El Opus Dei no está fundado sobre la "obediencia cadavérica" sino sobre la libertad. Odiamos esa disciplina regimentada de las Ordenes religiosas. La crisis de los Jesuitas es muy profunda precisamente por el concepto autoritario en que está fundada. Ahora se dice que el P. Arrupe puede ser nombrado Cardenal, lo que serla una forma de quitarle del medio, porque los Jesuitas tienen el cuarto voto, pero la realidad es que lo que practican ahora es la desobediencia.

En este espíritu, en el Opus Dei evitamos, en cuanto ello es posible, la vida en Comunidad que puede ser muy deformadora. La vida comunitaria en el Opus Dei es siempre de pequeños grupos y con un margen de libertad y de iniciativa individual.

La acusación que se hizo en las Cortes contra la Universidad de Navarra carece de fundamento. El Estado español ni ayuda ni ha ayudado a la Universidad del Opus. Sin embargo esta ayuda es necesaria. La Universidad de Navarra, así como otras universidades de ese mismo carácter pontificio que se han fundado o que se puedan fundar no hacen más que contribuir a solucionar un gran problema que tiene el Estado planteado como es el de la enseñanza. Lo lógico es que el Estado se haga presente y subvencione este esfuerzo.

Voy a ir a ver al Papa, con el que me une una gran amistad. Quiero darle ánimos. Había muchas cosas que cambiar en la Iglesia y el Opus Dei, como antes le he dicho, no ha hecho más que anticiparse al Concilio. Así, por ejemplo, se ha anticipado también en el ecumenismo. En nuestras Casas ha habido siempre gentes de todas las procedencias, de todas las religiones, gentes que han sido incluso admitidas como cooperadoras de la Obra.

Pero hay una gran crisis de autoridad en la Iglesia. El problema, como siempre, es el de distinguir el grano y la paja. Saber lo que hay que remover porque está anticuado y caduco y saber lo que hay que conservar y fortalecer porque es la sustancia inalterable de las cosas.

Yo estoy convencido que en este problema, tanto en religión como en política, conociendo como conozco la manera de pensar de usted, coincido en un 98 por ciento.

Y esto es todo lo que me dijo, incluso con esa sorprendente declaración final.

Un fuerte abrazo.

Antonio Garrigues





Club Juvenil.- R3d

Hola,

Llevo desde 1° de infantil en un centro de la obra del norte de España estudiando y rodeado de profesores numerarios, tengo 15 años (y medio) y voy al club juvenil en el que viven mis profesores, suelo ir a los planes y retiros pero desde que he leído algunos artículos de cómo es hacerte ascritos que es lo que me propuso el sacerdote/orientador espiritual, creo que no va a ser así, creo que hay muchas cosas ocultas, en mi Colegio nos obligan a ir a charlas con el cura una vez por semana a toda la clase incluso a mis amigos que le dicen que no quieren ir, se les obliga a bajar al oratorio en contra de su voluntad.

Llevo 6 meses en el club y me he encontrado con mucha gente muy buena y con la que hay feeling pero no con los profesores, un compañero (no amigo) de mi clase ha pegado un cambio muy grande desde que se hizo ascrito el día 19 de marzo, ya no me trata igual creo que no le gusta que haya rechazado lo de ser uno más pero yo no tengo vocación para eso, a mi me gustan las chicas no me gusta que se me prive de mi libertad.

Yo la verdad es que tengo mucho que contar y me gustaría desahogar todo lo mal que lo he pasado estos años en los que no me he dado cuenta pero me han lavado el coco.

R3d





Fumar o no fumar.- Ana Azanza

Con respecto al tabaquismo, vaya polémica estáis armando por tan poca cosa. Cuando salió mi autobiografía tuve la oportunidad de hablar con un profesor de filosofía de Zaragoza, claretiano por más señas, que me había conocido de numeraria por mediación de un cura numerario "muy mediador" que había en la facultad de teología de la Universidad de Navarra. Dicho profesor de Zaragoza se quedó sorprendido de que me hubiera ido del "Opus Dei" y uno de los primeros comentarios que me hizo al respecto de los numerarios fue que fumaban como carreteros, era un hecho que a él que conocía a unos cuantos le pareció relevante comentarme, a modo de crítica.

 

En efecto, ¡qué tiempos aquellos donde te podías encontrar un profesor fumando mientras daba una clase!

 

Si algo positivo hay en el machismo opusino es no permitir el fumeteo a las mujeres. Echar humo y tragar humo y sólo Dios sabe que otras porquerías, "Fumar mata", como rezan los paquetes de tabaco en España. Lo considero una pérdida de tiempo, dinero y salud.

 

Por otra parte el prurito de fumar y fumar mucho "para hacer ver que no somos religiosos", me parece una actitud institucional que denota superficialidad más propia de adolescentes con ganas de integrarse socialmente que de fundadores eclesiásticos canonizados con un carisma recibido del Espíritu Santo.

 

No es difícil aceptar que fumar mucho fuera parte del gancho con los adolescentes, lo mismo que jugar a fútbol, hacer tertulias nocturnas o las gansadas que ha contado "Satur" en las diversas convivencias y clubs de bachilleres que dirigió. A unos nos pescaban con la filosofía y los libros y a otros con el fumeteo y otros vicios, "lo que vienen siendo" vocaciones sólidas, duraderas y sobrenaturales. La cuestión era atraer inmaduros, aprovechando las debilidades de esa etapa de la vida en la que uno se cree mayor y en realidad no sabe por dónde le da el aire, además de mostrar una tendencia desaforada al gregarismo, necesidad de "ser aceptado" por el grupo obliga. Fumar es un acto social, que sea signo de secularidad es una ocurrencia "adolescente" impropia "del cargo y posición" de los que la idearon.

 

¿Alguien sabe si hay empresarios españoles supernumerarios forrados gracias al tabaco? Negocio lucrativo.

 

Envío link a la traducción que he hecho de un artículo aparecido a raíz de la edición del libro de Carmen Tapia en Francia

 

Ana Azanza





Venga tabaco…- Ramón

Hola,

La polémica sobre la adicción tabáquica en el Opus Dei (que no vicio) está muy bien: revela hasta qué punto un hecho trivial puede estar vestido de simbolismo oculto. Todo depende del lugar hermenéutico desde donde se mire.

Aunque no puedo negar la oportuna crítica que hace Supo, pues no soy psiquiatra o psicólogo, la verdad es que el razonamiento y evidencia de Josef Knecht me son bastante más próximos, aunque yo sólo puedo contar mi experiencia, muy similar en un colegio religioso, por los años 70-80.

En esa época, se sabía de sobra que el tabaco era malo. El problema era que nadie quería hacer nada, tanto por la presión mediática y publicitaria de las tabaqueras como porque nadie se atrevía por miedo a qué podría pasar. No olvidemos que los años 60-70 estuvieron llenos de transgresiones personales y negar una transgresión era poco menos que pecado en todos los órdenes (menos en el económico, me atrevo a decir): fumaban las mujeres, los jóvenes y los niños si me apuras. Se fumaba en cualquier lado y sin pedir permiso: antiguamente, cuando alguien iba a encender un cigarro o pipa se preguntaba si molestaba. Entonces la mala educación tomó carta de naturaleza y se fumaba a troche y moche, sin preguntar ni preocuparse si al vecino le sentaba mal el humo. Para más INRI, España estaba en plena ebullición y prohibir el tabaco podía resultar la guinda del pastel. Las mujeres fumaban para hacerse las iguales, los chavales para hacerse los mayores o para llevar la contraria a sus padres o la autoridad que velaba por su salud.

A lo que voy: yo iba a un colegio religioso, en el que se daban distintas paradojas hipócritas con respecto al tabaco. Por ejemplo, los alumnos no podían fumar en clase, pero los profesores sí e incluso había alguno que nos pedía que le trajéramos marcas de tabaco más baratas ("Bisonte") del estanco que hubiera cerca de casa. No se podía fumar en el patio, para no dar mala imagen a los pequeños, pero sí se podía fumar en los pasillos a partir de los 15 años. Como podéis imaginar, durante los recreos, las nubes de tabaco impedían ver a medio metro. Eran unas 100 personas fumando. Los chavales, ya digo, fumaban para hacerse los mayores, se gastaban en ello la paga. Claro que nadie obligaba a fumar. Pero la presión social era tal que los no fumadores éramos una isla - más bien islote - de raritos. Todo estaba a favor del tabaco: la semi prohibición y semi permiso, el esperar a llegar a 3º de BUP... Por no hablar de que el tabaco y el alcohol barato - y por tanto accesibles- son armas sociales de las dictaduras. Siempre se decía que por eso en España el tabaco y el alcohol eran más baratos que en Europa.

Añado que ningún religioso tiene prohibido fumar, ni los curas. Otra cosa es que no esté bien visto por voto de pobreza, austeridad o lo que sea. Pero prohibido, desde luego que no. El cura de mi parroquia fumaba como una chimenea.

Mi padre empezó a fumar a los 20 años adrede, para ser mayor. Mi abuelo no fumaba, y no le obligó nadie, pero en su trabajo era lo habitual: y si querías ser un tipo respetado en el taller, en los años 50 tenías que fumar, e incluso beber como un cosaco o te verían como un marica, con perdón.

Como dice Josef Knecht, la presión social es muy fuerte, el imitar o emular también. Si la gente ve el fumar como desenvuelto, adulto, elegante... su deseo será fumar, sobre todo cuando le permite destacarse negativamente de las prohibiciones paternas. En los años 60-80 fumar para unos chavales era lo más de lo más. Ojalá el Opus hubiera tenido media gota de sentido común y hubiera hecho entrar en razón a sus miembros, de la categoría que fueran para preservar su salud. Y estoy de acuerdo con Josef: el tabaco es un hábito que se ha usado y se usa como tranquilizante (¿se acuerda alguien del padre novel fumando un cartón de Ducados en la puerta del paritorio?). No es nada de extrañar que ese hábito ayude a sobrellevar la entregada y reglamentada vida del numerario. Es algo mucho más importante que la idiotez de que los frailes no fuman y hay que diferenciarse.

Claro, luego viene la adicción: el tabaco (y ahora hablo como médico) es una de las adicciones más duras de quitar, no sólo por la nicotina, sino por todos los factores psicológicos y sociales asociados a él. Probablemente para un agobiado numerario, el tabaco sea de las propias salidas que le queden. Vamos, que también para esto hay plano inclinado

En fin, ojalá ese hábito nefasto pase a ser expulsado de la vida social y se extinga como el humo. 

Que Dios os guarde

Ramón





El tabaquismo según el Opus Dei.- JaraySedal

Realmente Supo no ha leído los escritos del propio Opus, cuando en su página web figura la transcripción de un capítulo del libro "Opus Dei. Una investigación" de Vittorio Messori  bajo el título "Lo raro de no ser raros", donde se explican las virtudes del tabaco.

Dice lo siguiente (no lo transcribo entero):

"Y no hablemos de la aversión, rayana hoy en el histerismo, a una planta que incluso fue sagrada en muchas culturas, y que Jesús -que no pudo llegar a conocerla: faltaban quince siglos para el descubrimento de América- no pudo ni aceptar ni rechazar: el tabaco.

En el Opus Dei, al menos por lo que se refiere a la variedad de alimentos y bebidas, se come y se bebe lo que a uno le da la gana, con la salvedad de las prescripciones aún vigentes de la Iglesia, y el cuidado (confiado a la responsabilidad personal) de la salud, además de la preocupación por conservar la libertad frente a cualquier exceso, gula incluida, que es un precepto válido para todo creyente llamado a seguir la «virtud cardinal» de la templanza.

También en este punto -es preciso reconocerlo-, se busca obedecer al precepto evangélico: «Cuando ayunéis, no os finjáis tristes como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que la gente vea que ayunan (...) Tú, en cambio, cuando ayunes perfuma tu cabeza y lava tu cara, para que los hombres no adviertan que ayunas, sino tu Padre que está en lo oculto» (Mt 6, 16 y ss.).

Más aún: en el Opus Dei (escándalo máximo para los exaltados «religiosos» y también para tantos bienpensantes «laicos»), fuma quien quiere. En las mesas de los Centros se pueden encontrar esos ceniceros que el pequeño burgués «políticamente correcto» ha expulsado de su casa con horror fanático, desfogando la eterna necesidad de intolerancia no ya con los negros, los judíos, las mujeres o los homosexuales (muy a su pesar, la mentalidad dominante le prohibe hacerlo), sino contra esa única minoría indefensa que queda en el mercado del desprecio, el grupo superviviente de los zafios y malvados fumadores. El cigarrillo es visto como el enésimo sustituto del diablo, padre de todos los males (no hay enfermedad que no se le atribuya: desde la rodilla de lavandera a la pelagra); y se mira a su consumidor como a un poseso del Maligno, envenenador no sólo de sí mismo sino también de niños inocentes, vírgenes pudibundas, ancianos venerables...

Pues bien, para escándalo de los actuales moralistas intolerantes, hay en la vida del beato Escrivá un episodio en apariencia menor pero que me parece altamente significativo.

Lean con atención este suceso: el 25 de junio de 1944, el obispo de Madrid ordena a los tres primeros sacerdotes del Opus Dei. Los tres son ingenieros (y el fundador, como sabemos, es un arquitecto frustrado: conviene tener presente esta señal de espíritu concreto, poco dado a los «misticismos»). Estos nuevos sacerdotes podrán aliviar, por fin, el peso que recaía en exclusiva sobre los hombros de don Josemaría: la atención espiritual de los miembros. La misma tarde de la ordenación, el fundador pregunta si alguno de los recién ordenados fuma. No, ninguno fuma.

Entonces, aquel hombre benemérito dio una singular indicación. Esta fue su determinación liberadora: si ninguno de los tres fuma, uno al menos deberá comenzar a hacerlo. Que el Dios de Jesucristo -enemigo de puritanos y de su fariseísmo, que se convierte en «virtud» narcisista y persecutoria- le recompense también por este rasgo encantador, que lo aparta radicalmente de la triste mentalidad de los sectarios, del fanatismo «sanitario» de los gnósticos de siempre, del conformismo de los bienpensantes, de la hipocresía de la subcultura dominante. Hay quizá una parte de verdad en el antiguo refrán según el cual qui vitia odit, homines odit, quien odia los vicios odia a los hombres.

En efecto, Escrivá quiere gente «normal», gente dispuesta a cualquier sacrificio y a todas las renuncias, pero en privado («buscad mortificaciones que no mortifiquen a los demás», es una de sus enseñanzas), gente que conserve externamente la misma apariencia que sus semejantes. En la España y en todo el Occidente de aquellos años cuarenta, «normalidad» quiere decir que al menos la mitad de la población adulta es fumadora (como se dividían antes, fi fifty, los vagones de tren, espejo de la sociedad). Este hábito debía estar presente también entre los suyos, incluidos los sacerdotes.

El puro, la pipa, el cigarrillo -al menos de vez en cuando- servirán para mostrar que la vida en el Opus Dei no es rara, no es extravagante: es sencillez, normalidad, aun dentro de la radicalidad del compromiso cristiano. Quien asumió el encargo de «aprender» a fumar fue el ingeniero -desde pocas horas antes, «don»- Alvaro Del Portillo: mira por dónde, precisamente el que treinta y un años después sucedería a Escrivá. Y es curioso observar que el hábito adquirido por obediencia -tenía entonces treinta años- no debió disgustarle, ya que (como me dijo alguien que lo ha tratado y lo conoce bien), no hace mucho que el obispo-prelado del Opus Dei decidió dejar de fumar. Es decir, tras muchos años de filial obediencia a la invitación del fundador; para ayudar, también de ese modo, a entender qué es la vida «normal» de quien tiene vocación en esta Obra.

Decía que esta anécdota no me parece en modo alguno insignificante, sino una confirmación de que en la Obra no se da ese clima de fanatismo que favorece, entre otras cosas, fenómenos de credulidad «mística». «Visiones» y «mensajes divinos personales» incluidos"

(...)





La apatía en los centros del Opus Dei.- Yo

Queridos lectores: me place, si no os aburro, das un pasito más en los niveles de conciencia de las personas y, dentro de ellas, a los miembros de la obra. Esta pequeña aportación va dirigida tanto a varones como a mujeres, pues, dejando aparte la caracterología de género, las respuestas emocionales actúan por igual en unas y otras.

El pasado miércoles os hablé de los dos niveles más bajos en la escala de la gestión de las emociones: la vergüenza y la culpa.

Antes de afrontar el nivel superior, dos consideraciones...



(Leer artículo completo...)




Escritos recomendados.- Agustina

Gallina Clueca – Tabancura. Andino

Los fines ocultos de los proyectos sociales del Opus Dei. Tammy DiNicola

Padre de familia numerosa y pobre. Gervasio

Laicos indocumentados. E.B.E.




 

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