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Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 12 de Agosto de 2016



Cosas pendientes.- Fueraborda

Querido Pensando:

Perdóname por la tardanza en mi respuesta.

Es que solo tenía claro el libro de la conversión del profesor García Morente, y como te merecías una respuesta más completa, esperé a que mi memoria respondiera a mi llamada, pero solo ha respondido muy débilmente, así que, aunque sin absoluta certeza, creo que otro era "El regreso del hijo pródigo", ya sabes, sobre el cuadro de Rembrand.

Y sobre el tercero, Tengo más dudas todavía: pudo ser el libro de Edith Stein, o el de André Frossard, "Dios existe, yo me lo encontré".

Ligeritos y amenos, pero no tienen por qué incitar a nadie a la salida del opus, aunque en mí si produjeron ese efecto.

Sé que Dios fue el que me inspiró el efecto que me tenía que producir. Y seguí su sugerencia. Así de sencillo.

 

Querida Serendipia:

Te agradezco las palabras cariñosas que me dedicas, pero lo de la admiración, o no te lo admito, o lo hacemos extensivo a todos los que han sobrevivido a la máquina de destruir personas, como la llamada opus dei.

Y aprovecho para mandaros a todos otro abrazo con todo mi cariño.

Fueraborda





La piedra filosofal.- Orange

Escriba tuvo la ocurrencia de decir (y los directores la repiten continuamente como papagayos), que si un miembro del Opus Dei está a punto de descubrir la piedra filosofal, y los directores le dicen que debe irse a otro país o comenzar cualquier otra tarea de la Obra y dejar inacabado el descubrimiento de la filosofal piedra, el buen espíritu exige (para ser fiel a la Obra y a la voluntad de Dios) , obedecer lo que le han mandado de forma inmediata.

Pues bien, imaginemos un ejemplo concreto : supongamos que un miembro del Opus Dei , científico de profesión, está a punto de descubrir un fármaco que va a curar definitivamente el cáncer y, como consecuencia, además de salvar la vida de millones de personas, le van a dar seguramente el premio Nobel de Medicina. Y estando en estas, lo llama un tronco de la Comisión y le suelta que tiene que irse con urgencia a Bratislava para dar allí círculos a chavales de San Rafael y organizarles convivencias en las montañas eslavas a ver si así pita alguien de una vez, porque algún gerifalte del Consejo ha dicho desde Roma que al Padre se le ha ocurrido (y por tanto es la Voluntad de Dios), que es vital que ese miembro apoye la labor de San Rafael en Eslovaquia.

La pregunta del millón: ¿Qué debe hacer ese miembro del Opus ? Pues según el Opus, ante el mandato opusino/divino, debe tomar el primer avión para Bratislava con los guiones de los círculos y el plan de convivencias de San Rafael en la maleta y olvidarse drásticamente de la curación de los enfermos de cáncer y del premio Nobel.

Si esa misma pregunta se la hiciéramos a las primeras 1.000 personas normales que nos encontrásemos andando por las calles, creo que unas 980 opinarían que ese tío debería dedicarse a conseguir cuanto antes ese fármaco para curar el cáncer y las otras 20 (las correspondientes al 2% de cabezas piradas que transitan por las calles y plazas con apariencia normal), dirían que se debería ir a Bratislava.

De modo que la peculiar ocurrencia de la piedra filosofal es uno de los muchos ejemplos del rudimentario nivel pastoral e intelectual de los argumentos que usaba Escriba (y que sus secuaces siguen usando), para mantener a flote la obediencia de su peña . Y a fe mía que los y las componentes de la peña (los pocos y las pocas que todavía no se han dado el piro), entraban y entran por el aro sin rechistar. A esta peña le encanta comportarse siempre como aquel famoso y pastoril "tan buen ganadico y mas en tal valle, placer es guardalle", pues tienen efectivamente, como grupo, un comportamiento análogo al de las ovejas.

Escriba dice por un lado que hay que acabar perfectamente bien el trabajo profesional para ofrecerlo a Dios, siendo ese el lugar especifico que el carisma fundacional ha previsto para conseguir la santificación y es el lugar ordinario de la acción apostólica y proselitista. Sin embargo, por otro lado Escriba también dice alegremente que está muy bien el abandonar las responsabilidades del trabajo profesional, dejándolo inacabado e imperfecto y la labor apostólica intrínsecamente ligada a él ,si lo manda un director, el cual está transmitiendo la voluntad de Dios... la voluntad del mismo Dios que según el mismo Escriba es que la vocación no mueve a nadie de su sitio y es la santificación trabajo ordinario profesional bien hecho con su inherente labor apostólica...

Ante esa pasmosa y radical contradicción, para un escribariano solo caben dos caminos:

1) No usar la facultad de pensar que Dios le ha dado. El Opus le aconseja reprimirla al máximo pues así se practica la humildad ya que el usarla seria actitud soberbia e inicio de descamino. Pero el sentido común más simple y elemental, del que el Opus carece, dice que las cosas que Dios nos da son para que las usemos. No nos da una boca para no comer ni hablar, unas manos para no tocar, una nariz para no oler, una libertad para no tomar decisiones, unos pies para no caminar, etc. Esto es vivir en la locura.

2) Largarse rápidamente del Opus antes de caer en la esquizofrenia o el suicidio.

Y sin embargo yo, que ahora me río tanto de esta y de tantas otras infumables majaderías del Opus, confieso que en mis años mozos lo de la piedra filosofal me dejaba fascinado, embobado, como flipando. Y estaba seguro de que era una sublime inspiración, llena de santísima e inefable sabiduría proveniente directamente de la divinidad.

En fin, en fin; nunca termino de asombrarme de lo rematadamente necio e imbécil que fui durante tantos años. A veces pienso que con este tipo de dislates, que prueban una vez más la naturaleza infinita de la estupidez humana, quizá Dios se divierta más que algunos seres humanos jugando al Pokemon Go.

Orange.   





Obediencia ¿ciega?.- Ramón

Hola amigos,

Con frecuencia salen en las comunicaciones de muchos ex referencias a los efectos que sobre su vida tuvo la obediencia ciega a las órdenes venidas de arriba, como si fueran mandatos divinos.

El concepto de obediencia viene de largo en la iglesia y como tantos conceptos grandiosos, se ha usado, por decirlo de alguna manera, de forma lamentable para mantener el orden y una falsa apariencia de unidad que al final de poco ha servido. Ha dado igual usarlo para mandar a gente de un lado para otro, en contra de su voluntad e incluso de sus aptitudes, para hacer callar a pensadores, a fieles, a todo el mundo. Hasta para cometer crímenes en la época más oscura de la Iglesia.

Evidentemente, nada de esto es evangélico, sino todo lo contrario. Jesús invitaba a la gente a seguirle, la enviaba con poder. No le machacaba sus expectativas, no le imponía destinos absurdos, no les impedía pensar por sí mismos.

La obediencia es un concepto peligroso aunque en cierta forma sea necesario. Las cartas de San Pablo están llenas de quejas a los cristianos porque en cuanto se daba la vuelta se ponían a hacer lo que les daba la gana, y no precisamente pecar, sino todo lo contrario. O a ensanchar las diferencias sociales, como pasaba en Corinto. Por tanto, si bien es cierto que debe haber Comunión y Unidad en Cristo, no quiere decir que eso sea tirarte por un puente si te lo dice tu director (como tantas veces decimos los padres a los hijos)

El concepto de voto de obediencia como obediencia a un superior (y que me corrijan los más doctos) toma forma con la regla benedictina. Es decir, a finales del siglo VI. Esto tenía sentido, dado que entonces se trataba de formar una comunidad evangélica en la que los monjes se sometieran al abad para la elevación de su alma. Esto tiene su miga, porque en aquella época muchos monjes provenían de la nobleza, y entre ellos había grandes diferencias sociales. Pudiera ser que el Abad fuera un hombre del pueblo, pero el fraile era hijo de un conde y no le iba a obedecer si le enviaba a limpiar los establos o a cavar la huerta. No en vano la regla contempla incluso castigos físicos para los frailes díscolos.

Posteriormente, este voto tan sencillo y racional fue pervirtiéndose y convirtiéndose en una herramienta al servicio de la autoridad eclesiástica, transformándose en voto de "obediencia ciega" e incluso de "obediencia anticipada". ¿La excusa? Nada menos que la obediencia de Jesús al Padre, o la de María y José, olvidando que en todos estos casos se trataba de obediencia razonada y entrega personal, no seguir ciegamente las ocurrencias, fundadas o no, de un superior y las necesidades más o menos apostólicas de una organización. Y ya la repanocha viene con los jesuitas y su obediencia militar y en especial al Papa.

La obediencia fue tomando carta de naturaleza y prestigio en la iglesia, y se usaba como herramienta para demostrar el compromiso personal, aunque diera lugar a estupideces mayúsculas.

- Por ejemplo: una tía mía era monja en una orden cuyo carisma era la atención de enfermos. Cuando acabó el noviciado, pensó que la enviarían a cuidar enfermos a misiones o así. Nada de eso: la dejaron de maestra de teología y gramática de otras novicias. Mi tía, todo hay que decirlo, era espabilada, pero sabía poco más que leer, escribir y las cuatro reglas. Durante años su vocación y capacidad sanadora se perdieron, con la excusa de santificarla llevándola la contraria.

- Otro ejemplo: en los tiempos de renovación carismática post concilio, se puso de moda que los laicos estudiaran teología. El gurú en cuestión convenció a varios jóvenes para que no estudiaran lo que sería su vocación natural (derecho, medicina, ciencias...) sino teología. Estas personas ahora, se tienen que limitar a ser profesores de religión en colegios públicos. Cada vez tienen menos clases y su trabajo está amenazado. Encima, los obispos actuales no quieren gente con estudios serios que les puedan llevar la contraria. Han perdido los negocios familiares por no poderlos atender profesionalmente. Algunos han tenido que hacer otra carrera para ver si así tienen otro trabajo mejor. Pero con más de cincuenta años... Y encima, como personas sensatas que son, acabaron rompiendo con el susodicho gurú que, eso sí, siguió de cura al servicio de una diócesis cualquiera.

En fin, esto son minucias con respecto a cosas mucho más graves como la prohibición de escribir a Gracián o incluso crímenes, como ya he mencionado. Por no mencionar aberraciones como la "obediencia debida" en el ámbito civil para ocultar crímenes de lesa humanidad tras las dictaduras militares.

Por tanto: la obediencia evangélica es la respuesta generosa a un ofrecimiento razonado, en la que lo primero es la persona a la que se le ofrece un encargo (como mandó Jesús a sus discípulos "Os he dado poder...."). Si esa obediencia da lugar a sufrimiento de las personas, a la pérdida de sus talentos y aptitudes, no es de Dios. ¿Se puede pedir a una persona que vaya a misionar? Claro que sí, siempre que haya un ofrecimiento abierto a todos, y un discernimiento sobre esa misión como hacían los Apóstoles.

Lo contrario son comidas de coco y lavado de cerebro que acaban como acaban, como hemos visto por muchos casos, incluyendo el de Fueraborda.

Mucho cuidado con la obediencia.

Que Dios os guarde

Ramón





Escritos recomendados.- Agustina

"Lo mejor": Caridad versus Servicio. D. Antonio Ruiz Rétegui

Fue en Torreciudad, en 1976… Satur

La falsificación del marquesado de Peralta. Ricardo de la Cierva

Carta al Cardenal Lucas Moreira Neves. Antonio Esquivias

La beatificación de Escrivá. María del Carmen Tapia




 

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