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Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 22 de Agosto de 2016



Otra aportación sobre la violación del sigilo sacramental.- Levantisco

Una cuestión que no veo muy comentada en Opuslibros, referente al sigilo sacramental, es el hecho, para mí inmoral, de que el sacerdote que confiesa a los componentes del Centro, asista a las deliberaciones del gobierno local del mismo (el director del Centro con su propio Consejo), denominado Consejo Local, que es el órgano que recibe la información obtenida en la dirección espiritual (confidencia o charla fraterna) de los que pertenecen al Centro.

Sí se ha escrito mucho sobre la práctica de negar la absolución si el penitente no cuenta al director del Centro aquello de lo que se está confesando. También sobre la pérfida proposición del confesor al penitente de hablar con él, fuera de la confesión, de los hechos confesados, con la intención de pretender soslayar lo que conlleva la violación del sigilo (una corrupta praxis del sacramento): “El confesor que viola directamente el sigilo sacramental, incurre en excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica; quien lo viola sólo indirectamente, ha de ser castigado en proporción con la gravedad del delito” (c. 1388 § 1.) Ya el hecho de que el confesor señale si fulanita, menganito o zutanita se ha confesado o no, parece estar prohibido por la Iglesia: “El sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo” (c. 983 § 1.) ¿Cuántos sacerdotes numerarios estarán libres de delito? Porque el director del Centro sabía quién se confesaba o no. Es verdad que no todos los sacerdotes son tan descuidados, y he conocido a algunos que se cabreaban bastante cuando se les preguntaba si algún chico de san Rafael se había confesado.

El que el confesor de los que están en el Centro asista a las deliberaciones del Consejo Local, donde los que ejercen la dirección espiritual vuelcan la información obtenida en la misma al resto de componentes, me parece una corruptela apropiada a la problemática personalidad de Escrivá que seguramente la calificaría como pillería, algo muy propio de su forma de ser. El disponer así las cosas facilita de forma mediata y en muchos casos inadvertidamente, aunque esto parece poco probable, la filtración o indicación de dónde puede existir un problema ocultado por el miembro al seglar asignado para recibir la charla fraterna de dirección espiritual.

He conocido a algún sacerdote al que al parecer no le causaba ningún problema de conciencia el preguntar, en la reunión del Consejo Local, sobre cómo vivía determinada cuestión sensible un miembro o cooperador orgánico de la prelatura personal, cuando el que recibía su confidencia no había dado ninguna información al respecto. Si la información sobre esta cuestión sensible la había obtenido el sacerdote en la confesión sacramental o fuera de ella, según el modo ya clásico de intentar sortear el sigilo, no lo sé.

Recuerdo cómo Escrivá sonreía con pillería cuando, refiriéndose al sigilo sacramental, comentaba que no se podía romper ni con un movimiento de los ojos. Sin embargo, dispuso que el confesor tuviera voz en las reuniones del Consejo Local, donde también es difícil evitar gestos involuntarios, como hacen los buenos jugadores de póquer, y donde es fácil hacer gestos voluntarios. Qué pretendió Escrivá al disponer que el sacerdote del Centro asistiera al Consejo Local si no posee voto en las decisiones... Puede que alguien le encuentre el sentido que yo no le encuentro...

Visto en conjunto la violación de la intimidad de la conciencia debida a la praxis de la dirección espiritual, las prácticas en la confesión señaladas más arriba y la facilidad que se da para que, inadvertidamente o no, pueda violarse el sigilo sacramental al introducir al confesor en las deliberaciones del Consejo Local, es difícil no concluir que todo se ha dispuesto así de forma deliberada para un determinado fin.

¿Cuál puede ser la finalidad de estas corruptelas? Apostaría que se trata del intento de que nada de los “cooperadores orgánicos” quede velado a los superiores. Entre otras cosas para que todas estas informaciones puedan servir como medio de presión, chantaje o coacción llegado el caso. Ya conocemos como se las gastan y los procedimientos institucionales: ¡Vaya católicos!

Levantisco





Aperitivos divinos.- supOmal

El motivo de algún recién escrito me ha despertado de un letargo participativo en esta extraordinaria web, a la que no se puede uno cansar de dar gracias a Agustina. Y a poco que uno la lea -si bien creo que no me he perdido ni una letra de todo lo que se va publicando hasta día de hoy- se va dando cuenta de que Opuslibros ha sido y sigue siendo un gran catalizador de cabos sueltos de la vida de miles de personas. Como si de una red neuronal se tratara, va tejiendo un entramado de testimonios, experiencias, estudios e informaciones que no sólo une a un inmenso número de personas con un denominador común, sino que además inter-conecta esas terminaciones aisladas que nos quedaron en el cerebro a la mayoría de los que un día salimos de este submundo empresarial y surrealista con pretensiones trascendentales conocido con la marca opus dei.

Esos cabos que quedaron incomunicados debido a fuertes condicionamientos y adoctrinamientos que recibimos en lo que hoy es prelatura, van encontrando su cauce para restablecer el tejido que irá recomponiendo la malla natural en una cabeza normal. Y a eso me refiero cuando, por ejemplo, narraba en "Pesadillas adolescentes" (13 Feb. 2012) el constante desconcierto cuando uno iba conociendo la praxis en ésta que es una de las grandes mercantiles de lo espiritual.

Y en ese escrito cito precisamente a Don Florencio, cuando confundo su coche -ignorante de mí- con el de entonces jefe del Estado español, el general Franco, en Torreciudad allá por el año 1975.

Este personaje en sotana al que hacemos mención, catalogado como altísimo ejecutivo de la multinacional durante muchos años y del que menciono el recuerdo cuando lo vi aquel día -vigilia de la inauguración de ese descomunal monumento al ladrillo y a la megalomanía-, me sigue resultando enigmático y siniestro. Evidentemente es una impresión subjetiva, pero constato que no soy el único, por algo será. Cómo encaja todo con un pretendida dimensión sobrenatural para superar tanta contradicción todavía lo ignoro.

Sigo, a pesar mío, sin percibir su imagen por tener que haberlo visto el día siguiente presidiendo la ceremonia, sí es seguro que yo estaba allí y muy cerca del altar, pero no hay forma, que no me acuerdo del jerarca. Como tampoco lo vi en las tres semanas que viví en Diego de León cuando él ostentaba todavía el cargo, cumpliendo en mi caso con un precepto corporativo, el fraternal curso anual con otros colegas. El último.

Lo que sí retengo bien claro son los aperitivos de aquella casa central de la capital: ¡qué delicia!. Y yo me preguntaba: ¿dónde estará el jefe que se pierde estas exquisiteces? Sabíamos que estaba viviendo esas semanas allí, que no estaba de correrías, pero no le vimos el pelo siquiera en una triste tertulia. Por lo que leo, nos perdimos el gran disfrute de su presencia, afabilidad y cariño inmenso. Quizás algún detalle edificante, canapés aparte. Aunque deberé considerarme afortunado, viví -sin verlo- muy cerca de él, pisé sus huellas sobre el impoluto mármol del palacio madrileño y hasta probablemente respiré su perfume. Y además, me quedará para siempre el consuelo de los piscolabis y vermús de su casa: ¡Divinos! (¿Cómo serían los de su aniversario?).

Lamento no poder aportar nada más del hombre del Mercedes con chofer, del todopoderoso hombre de la mayor filial, del hombre del santo presidente. Sé que es poco, pero así fue lo que yo viví y así lo cuento.

supOmal





La campaña contra Mª Angustias se realizó bajo el mando de D. Florencio.- Jiméne

Hola, amigos. Saludos después de mucho tiempo.

Con estas pocas líneas sólo quisiera añadir a lo ya escrito que bajo el mandato de D. Florencio Sánchez-Bella como máxima autoridad del Opus Dei en España se perpetró la terrible campaña contra María Angustias Moreno. Creo que vale la pena recordar, sobre todo para aquellos que albergan alguna duda sobre la catadura de la institución, que hacia finales de los años 70 varias parejas de sacerdotes con muchos años en la Obra y de alto rango fueron enviados a visitar a exsocios de España para difamar a María Angustias como venganza por su libro “Opus Dei, anexo a una historia”.

Evidentemente estos sacerdotes no actuaban fruto de una ocurrencia personal ni por cuenta propia, sino porque las autoridades del Opus Dei (evidentemente comandadas en España por D. Florencio y en Roma por D. Álvaro) las habían enviado a tan abyecta misión. Considero importante añadir esta pieza al currículum de Sánchez-Bella.

Saludos a todos.

Jiménez





Contestación a Inocencio.- Orange

Estimado amigo Inocencio: muchas gracias por enviar tus matizaciones (19-8-16) a mi escrito sobre Florencio Sánchez Bella de 17-8-16, las cuales leo con respeto. Únicamente quisiera comentarte que lo que yo escribí fue una simple opinión -como consta en el mismo título del artículo-, sobre un personaje público relevante y muy controvertido, sobre cuya actuación cada cual es muy libre de expresarse dentro de la diversidad de pareceres que conlleva la libertad de expresión. Al parecer tu opinión no coincide completamente con la mía, lo cual sinceramente respeto. Sin embargo, como muestra de esa diversidad de pareceres, nuestro común amigo Josef Knetch (19-8-16) nos dice que piensa que mi análisis del tema le ha parecido "muy bueno", en contraposición a tus matizaciones. Son opiniones al fin y al cabo, todas ellas muy validas y las acepto de buen grado.

Sin embargo, querido amigo Inocencio, en otro momento hablas de "condenas de conjunto sobre personas concretas" sugiriendo que yo me podría haber erigido en juez condenador del personaje. En este punto lamento no coincidir con tu matización. Bien claro tengo que ni yo ni ninguno de nosotros somos nadie para juzgar a nadie y que solo a Dios compete el juzgar moralmente y bendecir o condenar la conducta de cada persona. Los demás solo emitimos opiniones favorables o desfavorables según nuestros modestos y limitados criterios. Si tu opinión sobre esta persona no coincide con la mía yo no me atrevería a decir que tú estás transmitiendo un mensaje sesgado sobre el tema sino que diría que mantienes un criterio diferente. Perdona por si algo de mi escrito te haya podido molestar por la relación que hayas podido tener con Sánchez Bella, a quien solo deseo que Dios tenga en su Santa Gloria.

En cuanto a la opinión de que la mayoría de los directores son gente pérfida, querido amigo Inocencio, esa sí que la mantengo... y cuanto más altos los cargos, opino que mas pérfidos y fariseos son. No es el momento de detallar la larga lista de motivos que hay. Diré uno solo: ellos piensan que nosotros solo somos una escoria, unos miserables traidores y que nos merecemos ir de cabeza al infierno por haber dejado el Opus.

Aprovecho para reiterar mi petición de información a quien pueda poseerla -y se la agradezco de antemano- sobre las actividades que Sánchez Bella realizo en Roma desde que en 1984 fue cesado por Portillo como consiliario de España hasta que en 1991 el mismo Portillo lo envió/desterró a México. Estoy sumamente intrigado sobre el comportamiento de Sánchez Bella en Roma durante esos años, que tanto molestó a Portillo como para que no tuviera más remedio que quitárselo de encima y mandarlo bien lejos -a México-, sin cargo de gobierno alguno.

Sin otro particular, recibe un cariñoso y fraternal abrazo de mi parte y mi esperanza que estas pequeñas discrepancias solo sean el inicio de futuros y fructíferos diálogos si lo deseas.

Orange.





La objetividad y el término medio. Comentario a Inocencio.- Dionisio

El famoso historiador Hugh Thomas publicó en 1997 una historia de la trata de esclavos entre África y América. Es un libro que recomiendo mucho porque nos pone frente a las paradojas más absurdas del ser humano. A pesar de mi escasa memoria no me he podido olvidar que contaba como uno de los capitanes de esos barcos negreros llevaba en su camarote las obras completas de Rousseau y otros intelectuales de la Ilustración francesa. Seguramente la lectura sobre la dignidad humana, la libertad y la fraternidad universal le servían a este culto comandante para evadirse del esfuerzo de su empleo y descansar con una filosofía de altura. Que el capitán de un barco negrero llevara ese tipo de literatura a bordo es, por decirlo a lo bestia,una incongruencia análoga a que el Papa guardara en su mesilla de noche el último número de la revista Playboy. Más o menos.

Dicho en otras palabras, que nadie lo hace todo mal, que todo el mundo hace cosas encantadoras algunas veces, que es compatible ser un miserable y tener buenos sentimientos, que es compatible ganarse la admiración de todo el mundo y al mismo tiempo tener un lado tenebrosamente oscuro.

Yo tuve un conocimiento sobre don Florencio casi igual de profundo como el de Inocencio. Soy incapaz de evaluar las delicadezas de sus sentimientos, no puedo adivinar las lecturas que tenía en sus momentos de ocio. A lo mejor leía a Chesterton. Cosas peores han sucedido. No me cabe la menor duda de que sabía cumplir con las expectativas sociales en el aperitivo de su cumpleaños y que cuando iba a visitar a los chicos del centro de estudios mostraba sus mejores encantos.

Sin embargo, no le recordamos en estas páginas por el cariño que tenía a los pajaritos del jardín, sino porque durante su mandato muchos de nosotros fuimos “pescados” por su organización de unas formas criticables. Y en efecto, criticamos que su política era la de la red barredera, arrastrar todo lo que pillaban y luego ya con calma irían echando por la borda a los “peces” que no sirvieran.

Semejante política “proselitista” fomentada bajo su administración es la causante de muchos problemas que no vamos a enumerar, porque de eso se trata muy bien y por extenso en Opuslibros, e Inocencio lo conoce tan bien como yo o mejor. Eso nos autoriza a criticar sus hechos, por más haya hecho cientos de cosas buenas, que no soy quien para dudar. No fui yo el que dijo “por sus frutos los conoceréis”.

Inocencio: quizá haya gente que falte a la caridad con sus críticas, no soy quien para juzgarles, pero no es mi caso. En cambio, estamos usando la más fina caridad con las víctimas de personas como don Florencio a quienes les ayudamos a comprender que no tuvieron la culpa de que una organización desalmada les arruinara la juventud, o al menos les hiciera malgastar tontamente unos valiosísimos e irrepetibles años.  

Cuando hablamos, por otra parte, de víctimas y de victimarios no cabe el término medio. Algunos podrán pensar que no somos objetivos, pero entre el victimario y la víctima hay que tomar partido. Si vas de neutral estás perjudicando a la víctima presente y a las futuras. A los victimarios les encanta la neutralidad. “Usted no se meta donde no le llaman”. Ya sé que suena fuerte y que no es bonito en pleno verano hablar de víctimas. No tengo complejo de víctima, pero tengo muy claro que fui víctima por lo menos de engaño y manipulación. Eso sucedió durante el gobierno de don Florencio, por lo tanto, aunque él nunca llegara a conocer mi nombre, es responsable de los perjuicios que me causó el lado oscuro. Que yo los perdone, que no me afecte, que sea feliz en el presente y mire hacia el futuro con alegría es otra cosa, pero don Florencio no queda justificado conmigo porque en su camarote llevara las obras completas de Rousseau, metafóricamente hablando. Espero que Dios tenga misericordia de él, tanta como la que yo necesitaré en el día que me toque entregar el equipo y va a ser mucha. Pero su cooperación al mal activa y pasivamente no la voy a pasar por alto. No sería una buena cosa. Y quienes conociéndole mejor que nosotros, prefieran mirar para otro lado y cambiar de tema, no están ayudando a que el mundo sea mejor. Allá cada uno con su conciencia.

Respecto al prelado del lado oscuro, tras la información, valiosísima como acostumbra, que nos aportó Haenobarbo en su último escrito, parece que hacer referencia a su medicación es casi un chiste, o al menos una paradoja.

Con todo cariño,

Dionisio, el Areopagita.





La medicación del prelado.- Mediterráneo

Contesto al comentario de Inocencio sobre la medicación del prelado. No es, ni ha sido ningún secreto, que je (las minúsculas son a propósito) se medica porque está psíquicamente enfermo, es del dominio público desde hace largos, laaaaaargos años, así que no he desvelado nada que no se supiera.

El comentario no pretendía autoatribuirme la razón, sino reforzar el hecho de que alguien de 84 años, enfermo psíquica y físicamente (acaba de sufrir una intervención quirúrgica bajo anestesia total) no puede mantener el ritmo que quieren darnos a entender que mantuvo, nada más.

Una última cosa: si de verdad crees que los médicos en esa peña guardan el secreto profesional, y eso sí lo he vivido en primera persona y puedo dar nombres y apellidos, el nickname te viene al pelo. No podías encontrarlo mejor.

Mediterráneo





La personalidad de Don Florencio y su labor de gobierno.- Josef Knecht

En mi escrito de hoy me dirijo a Inocencio (19.08.2018), que ha hecho una llamada de atención para que en Opuslibros no se pierda la objetividad. Siempre es de agradecer que alguien nos recuerde que ser objetivos y no tendenciosos presupone reconocer todos los aspectos de la realidad humana, de suyo tan compleja. No cabe duda de que don Florencio Sánchez-Bella tenía grandes virtudes humanas. También yo lo traté de cerca y reconozco con Inocencio que aquel consiliario del Opus en España era afable, cordial, sonriente, alegre y cercano; así se me manifestó las pocas veces que coincidí con él. Eso sí, recuerdo que en una tertulia con directores de consejos locales corrigió a un numerario ridiculizándolo en público a raíz de un comportamiento de éste que le había disgustado durante la tertulia; entonces palpé la veta autoritaria y severa de don Florencio. Pero, siguiendo la línea argumentativa de Inocencio, es comprensible que un buen gobernante sea de vez en cuando exigente con sus gobernados, pues para eso manda. En principio, parece que Inocencio tiene toda la razón cuando critica a Orange (17.08.2016): deberíamos ser en Opuslibros más objetivos reconociendo con elogios las virtudes de las personas pertenecientes a la Obra de Escrivá, para no darnos la mala imagen de tendenciosos ante los lectores de esta página web.

 

Ahora bien, el escrito de Orange –al menos esta fue mi interpretación– no pretendía cuestionar la personalidad de don Florencio, sino su labor de gobierno como consiliario del Opus en España. Son dos enfoques diferentes, que Inocencio no ha sabido distinguir. Orange no atacó la persona de don Florencio ni negó sus cualidades personales, sino que criticó con toda la razón del mundo su labor de gobierno por haber impulsado un proselitismo intolerable y voraz, como si fuera un ogro (presuponiendo, por supuesto, que un ser humano nunca es un ogro).

 

Recomiendo a Inocencio que lea el artículo, bien suculento y repleto de sentido del humor, del escritor Juan José Millás, publicado ayer domingo, 21 de agosto de 2016, en El País Semanal (página 21) y titulado “Un fragmento de la prehistoria”, en que Millás habla del político estadounidense Donald Trump.

 

Después de leer con atención ese artículo, Inocencio sería capaz de escribir al periodista Juan José Millás recriminándole: “Señor Millás: usted ha denigrado sin objetividad alguna la persona de Donald Trump, faltando así a la caridad. Un multimillonario ha de tener a la fuerza muchas virtudes humanas, pues de lo contrario no habría llegado a esa posición social y política. Trump es un hombre de extraordinaria capacidad de trabajo, emprendedor y creativo, sacrificado y esforzado, un líder audaz a quien siguen millones de estadounidenses. No es justo criticar a nadie sin elogiar a la vez sus virtudes personales. Usted, señor Millás, ha sido tendencioso por poner a Trump casi al nivel de Hitler, Stalin y Pol Pot”.

 

Vamos a ver, y que quede claro. Ni Orange ni Millás entran a valorar las cualidades personales de don Florencio Sánchez-Bella ni de Donald Trump. Tan sólo se limitan a criticar sus respectivas actuaciones de gobierno y la ideología subyacente a ellas.

 

Por culpa de don Florencio, mi vida –y la de miles de españoles– se trastocó por completo cuando de joven caí en las redes de captación que don Florencio impulsaba cual ogro voraz. Desde la atalaya de mi edad madura reconozco que haber ingresado en el Opus fue el mayor error de mi vida. Sin embargo, no todas mis experiencias en la Obra de Escrivá fueron negativas: conocí a gente estupenda, y a varios de ellos les estoy muy agradecido por lo mucho que me enseñaron y lo bien que me sirvieron (como las numerarias auxiliares); también hubo bastantes momentos en que me lo pasé en grande y que me enriquecieron; los médicos de la Clínica Universitaria de Pamplona me atendieron siempre a la perfección. Esas cosas buenas se las debo a don Florencio, a quien, no obstante, nunca se lo agradeceré, porque todo el mundo sabe que bien y mal crecen a la par en la vida humana como el trigo y la cizaña en los sembrados; todo el mundo sabe que el mal absoluto no existe. No hace falta enfatizar en Opuslibros verdades elementales como esta, pues ya se da por sobreentendida. Lo que en Opuslibros se denuncia son los graves errores de la institución –sobre todo los del fundador y los de los directores y directoras, como fue don Florencio, que sembraron cizaña– sin entrar a valorar las cuestiones de tipo personal de esos dirigentes, pues se sobreentiende que para esparcir cizaña con eficacia se requieren muchas virtudes humanas (y también dinero y poder, pero este es otro cantar).

 

Josef Knecht





Mi vida en el Opus Dei. Ya pasó todo, y sin noticias del rejalgar.- Agustina

Mi vida en el Opus Dei. Ya pasó todo, y sin noticias del rejalgar

Fueraborda, 11 julio 2016


Yo era una niña de catorce años que acababa de descubrir la belleza de la vida, y tenía un enorme entusiasmo con el porvenir que yo creía que me esperaba.

Me enamoraba de todos los chicos de mi pandilla y explotaba de emoción al ser correspondida.

Era de natural buena, entusiasta, desprendida y generosa a veces hasta la heroicidad, -pensaba yo- creo que con un arraigado sentido de la justicia y de la lealtad (esto venia en los genes, y lo de la lealtad... ya veréis como lo de la lealtad sobrepasó la barrera de la lógica, y estuvo a punto de hacer de mi un trapo sucio en un rincón)…

Todo el testimonio en PDF





Escritos recomendados.- Agustina

Así habló Tiquismisquis. Heavy

Lo que desprestigia a la obra, es la verdad. Rafinosa

Rejalgar contra ciento por uno. Heraldo

La muerte de don Danilo Eterovic. Carta Abierta. Wilhelm Pfeistlinger

Un año fuera del Opus Dei. FML




 

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