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CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 14 de Noviembre de 2016



Dirección espiritual.- UBIVULT

No vendría mal llamar la atención de la gente de la Obra (que pretendidamente ejercen de "director espiritual") sobre la finura que se necesita para secundar eficazmente la acción del Espíritu Santo en una alma.

Traigo a continuación la experiencia de San Juan de la Cruz. Al leerlo, uno comprueba que la inmensa mayoría de los directores no saben nada de dirección de almas; mucho peor: no hacen más que estorbar porque están guiados por sus intenciones y motivos personales como, por ejemplo, presionar a la gente para que pida la admisión en las filas del OPUS.

Si eso no es pecar contra el Espíritu...

 

 UBIVULT





Háganlo por sus hijos, y también por los hijos de los demás.- Vega

Hace mucho que no os escribo, aunque a temporadas entro en la web y me pongo al día, o voy navegando por historias que ya leí, en las que aprendo siempre algo nuevo o materia para alguna reflexión.

La principal razón es que no creo tener mucho que aportar. Como comprobaréis en mis (pocas) aportaciones antiguas, el Opus me rondó en mi adolescencia, algún curso, retiro y reunión incluidos, pero nunca entré.

Mis padres eran muy religiosos y fueron cortejados intermitentemente durante años, pero (según he sabido mucho después) fue mi madre la que clavó talones en el suelo y se negó en redondo tanto por ella como por mi padre...



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María del Carmen Tapia, de superdirectora a persona.- Jiménez

Quiero dejar sentado que en ningún caso con estas letras pretendo menoscabar el relato –y mucho menos a su figura- que María del Carmen Tapia hace de su historia en la Obra en su libro “Tras el Umbral”. Pero al leer las preguntas que se hace Zartán en su correo del miércoles sí quisiera expresar lo que opino. Son ideas que he madurado durante años, desde que allá por los 90 me hice con la primera edición del libro cuando vio la luz en España.

María del Carmen Tapia, una persona de fuerte personalidad y carácter, según ella misma reconoce, entra en la Obra a finales de los años 40. Tras tener diferentes destinos en casas del Opus Dei en España en los que se foguea, su estilo debió gustar tanto a las directoras –y a Escrivá- que es escogida nada menos que para desempeñar el cargo como una de las secretarias de Escrivá para la sección femenina en Roma, ocupando también varios cargos en la Asesoría Central. Parece que estos trabajos los desarrolló con la eficacia que demandaba la institución, lo que es igual a decir que a plena satisfacción del fundador. Lo que quiero hacer notar es que hasta ese entonces Tapia fue y ejerció como una superdirectora plenamente identificada con las directrices del “Padre”. Un eficaz e importante tornillo dentro de la maquinaria que dio pruebas de escoger lo institucional antes que lo que el sentido común indica: por ejemplo, fue capaz de estar muchos años sin relacionarse con su madre, que jamás aceptó el hecho de que se hubiera metido en la Obra.

No tengo datos, pero creo que no me equivoco mucho si afirmo que María del Carmen en ese periodo hubiera reaccionado con idéntica insensibilidad, frialdad y falta de caridad que esos altos directores que a menudo salen en los escritos de Opuslibros. No creo que Tapia, en esa etapa, hubiera brillado por su comprensión ante, por ejemplo, el abandono de la obra por otros miembros.

El cambio de María del Carmen Tapia se opera en Venezuela. No al principio, cuando ella misma reconoce que, mediante informes, pone verde a la anterior directora de la Región. Es una transformación paulatina. Posiblemente no fue un factor ajeno a ello la sustitución del consiliario Doctor Molés por Roberto Salvat. Este último, según relata en el libro, manifestaba un carácter frío y un cierto desdén por las iniciativas de la sección femenina; a ello se sumó además una falta de empatía personal con María del Carmen, que desembocó en numerosos choques, amén de reportes del Consiliario a Roma sobre una actitud crítica de Tapia para con las directrices del “Padre”. Entiendo además que María del Carmen encontró en Venezuela esa “pradera” de la que habla Antonio Esquivias en su libro: un espacio autónomo (o eso pensaba ella) en el que desempeñar el trabajo de las mujeres en la Región queriendo y siendo querida y donde las componentes de la dirección de Venezuela eran “su” equipo. Tremendo error de perspectiva cuando se refiere a algo tan férreamente jerarquizado como el Opus Dei.

Posiblemente la madurez que da la edad también contribuyó a “humanizarla”, que es lo mismo que “desinstitucionalizarla” y erosionar su pátina de fanatismo. Errores de bulto -vistos a toro pasado, claro- fue la "ingenuidad" intentar aplicar lo que dicen los propios reglamentos internos: elegir al confesor “suplente” entre los dos previstos, reclamar el uso de manga corta en clima tropical como los demás cristianos corrientes, o hacer excursiones a la playa a falta de campo… Sí, sí, todo ello tiene su sentido e incluso figura por escrito, pero ¿cómo convencer de su conveniencia y oportunidad a una institución que tardó más de 20 años en aplicar los cambios litúrgicos establecidos por el Concilio en la misa o que permitió los pantalones -y bien anchitos- para las numerarias a mediados de los 90, cuando ya no le quedó más remedio? Evidentemente, Tapia "olvidó" que la libertad en la Obra ornamenta los escritos pero que en realidad libertad, lo que se dice libertad para hacer y deshacer, el único que la disfrutaba era Escrivá. Con esa actitud María del Carmen no podía seguir como directora.

Por supuesto, llegaron las represalias con el secuestro en Roma de varios meses. Pienso que, al margen de la aberración que supone el encierro y anulación de la libertad de la persona ¡en nombre de Dios!, la intención de los mandamases de la Obra era “retornar” a María del Carmen Tapia a la numeraria que había sido antes de partir hacia Venezuela. Creo que pensaron que con las palabras del “Padre” y una buena dosis de presión de las directoras Morado y Kücking la volverían a formatear y lograrían reencauzarla para seguir aprovechándola porque tenía madera de dirigente. Pero ya era demasiado tarde y el final de la historia ya es conocido.

Jiménez





Los directores,- Rocaberti

Hola:

Muchas publicaciones que hemos ido escribiendo indican, en general, un malestar producido por el fracaso de nuestra relación con el Opus, un descontento porque esperábamos algo distinto a lo acaecido. Todos habíamos oído que la Obra tenía peculiaridades que la hacían peligrosa, pero, por las razones que fueran, consideramos que eran habladurías de gente con poco sentido sobrenatural, y así nos ha ido. Si intentamos analizar qué fallo cometimos, veremos que las circunstancias fueron múltiples, imposibles de comprender en el presente, pues hay muchos aspectos que ya no percibimos.

Sin embargo creo que sí hay uno común a todos nosotros: nuestra simpleza, nuestra falta de valorarnos como individuo, una carencia de amor y respeto a nosotros mismos. ¿Cómo pudimos ceder el control de nuestra vida a una institución? ¿Por qué motivos permitimos que nuestra intimidad fuera invadida y manipulada? ¿Cómo llegamos a la insensatez de renunciar a nuestra capacidad de juzgar y decidir, y dejamos nuestro bien más precioso en manos ajenas? Muchos nos responderemos que por motivos sobrenaturales, por una vocación; pero la realidad fue otra: no amábamos nuestra libertad, nos sentíamos más a gusto en una grey que solos, teníamos miedo a ser libres, y preferimos la seguridad de una obediencia, a tener que enfrentarnos a los retos de una vida sin paracaídas.

El catolicismo ha generado a lo largo de la historia estructuras contrarias a la dignidad humana, y la Obra es una de ellas. Es inadmisible que la dirección espiritual esté controlada por los directores. Hasta que cada fiel no sea libre de confesarse con quien le de la gana, y se respete la intimidad individual, podemos decir que el Opus Dei se opone a los derechos humanos y es una institución nociva, aunque reciba muchas bendiciones papales. Es malo beber de una sola fuente, y creo que dejar la dirección de la propia espiritualidad en manos ajenas en muy peligroso. Cada uno es responsable de sí y debe buscar en distintos manantiales una orientación que le sirva para decidir lo más adecuado, aunque se equivoque. No importa equivocarse, lo que sí impòrta es ser un pelele en manos de los directores espirituales.

Un abrazo. Rocabertí





Carta del Padre sobre el proselitismo.- Ramana

Queridísimos, ¡Qué Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!

Entro una vez más en vuestros hogares y centros luminosos y alegres, en ese hermoso ámbito doméstico de vida familiar adobado por el tesón de nuestras hermanas auxiliares. Antes de entrar en el propósito de la carta, os anuncio que he dado orden a la Comisión y a la Asesoría, que a partir de ahora se unifican en un solo órgano llamado Comisaría, para que a partir del 1 de enero de 2017, todos mis hijos oblatos o agregados menores de sesenta años se incorporen a la categoría de numerarios auxiliares y pasen a coadyuvar en la administración de los centros de numerarios en aquellas tareas (fontanería, albañilería, chapuzas varias) indignas para un hijo mío con carrera, y al mismo tiempo onerosas para esas hijas mías sirvientas, en tanto que ya tienen suficiente tarea con planchar, zurcir, barrer, cocinar, bregar, bruñir…



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Escritos recomendados.- Agustina

 

La copia y lo diferencial. Coplasuelta

Rosarios como autómatas. Simple-mente

Llorar. Hormiguita

«Camino»: La anulación del discernimiento. Por José María Castillo

Lenguaje y mentira en el Opus Dei. Flavia




 

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