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Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 22 de Diciembre de 2017



Próxima actualización.- Agustina

 

PRÓXIMA ACTUALIZACIÓN: VIERNES, 29 DE DICIEMBRE

 

Os deseo, de todo corazón, una muy feliz Navidad.

Agustina L. de los Mozos





El chivateo del Opus Dei.- Bonnet

He leído en la prensa que el Papa está pensando rehabilitar al jesuita Pierre Teilhard de Chardin quien, en su momento, fue denunciado y condenado por la Iglesia oficial. El actual parece ser un pontificado que quiere restablecer la justicia rehabilitando creyentes que, en el pasado, fueron condenados por una Iglesia intransigente.

Este hecho me ha recordado casos de sacerdotes y religiosos, muchas veces párrocos o teólogos españoles que, en las épocas de Juan Pablo II y Benedicto XVI, fueron denunciados ante sus obispos, sus superiores o incluso ante Roma por católicos que alegaban estar escandalizados ante expresiones o actos de los denunciados. Seguramente muchas de las acusaciones que entonces parecían graves y escandalosas, hoy las relativizaríamos desde la cultura de la tolerancia y el pluralismo y los nuevos valores cívicos y religiosos, tal como hace Francisco.

En aquel entonces, algunos denunciados afirmaban que los denunciantes habían sido miembros del Opus o el mismo Opus Dei como tal.

Justa o injustamente, el estigma del “chivateo” ha acompañado al Opus Dei durante decenios, al menos en España y en Roma, por su rigidez doctrinal y falta de discernimiento en distinguir lo principal de lo accesorio, por su acriticismo interno e hipercriticismo externo, por considerarse paradigma de toda la iglesia, por tener una visión eclesial principalmente legalista y nada carismática, por el poder acumulado recolocando a los propios y marginando a los ajenos, por el paroxismo de una corrección fraterna muy controladora y nada evangélica, por la adrenalina de saberse los mejores, por la impunidad de un superpoder que todos reconocían y casi todos temían, por defender una moralina que era más papista que el papa.

Supongo que las Curias o Nunciaturas conservan datos de los denunciantes y que estos archivos serán públicos en el futuro.

Quizás los denunciantes actuaron a iniciativa personal y no de manera institucional. Es posible, pero ¿qué mensajes (directos o subliminales) recibieron en los medios de formación del Opus Dei? ¿Hubo criterios o directrices sobre cómo debían actuar supernumerarios y agregados en casos de “malos” párrocos o teólogos con “mala” doctrina o “malos” hábitos? ¿Consultaron en sus Centros las denuncias que pensaban hacer y qué consejos recibieron? Si fuera el caso, ¿comentaron en el Centro las denuncias interpuestas y qué reacción encontraron? ¿Se animó u obligó a miembros a que denunciaran a título propio para evitar verse involucrada la institución como tal?

En cualquier caso, quiero elevar mi oración por los que han sufrido calumnias y depuraciones eclesiales. Cuando la Iglesia o una de sus instituciones muta genéticamente el servicio evangélico por una cuota de participación en el poder instituido está traspasando una línea invisible en la que todo vale, sin valer las personas.

Bonnet





Otra vez Pandora y su cajita.- Zartan

Salypimienta nos ha clavado a los náufragos con su agudo análisis (al menos eso dice mi hermana chica). Yo estoy bastante de acuerdo con su análisis aunque tendría que decir que no todos los puntos o no en la misma intensidad se dan en todos los ex pero si no es al 100% debo admitir que bastante cerca le anda.

Hay conceptos que pueden matizarse, por ejemplo cuando habla de falta de apego y que rompemos totalmente con una persona por algo que haya hecho mal, o no que no se ajusta a lo que esperábamos, puede ser que no sea “culpa” de esa tercera persona y que el responsable de la ruptura sea uno mismo por haber creado una crisis de celos en alguien querido. Pero si, podemos romper totalmente con alguien, aunque eso no es exclusivo de los ex. Conozco una señora que rompió una amistad de años porque su amiga se presentó con un vestido blanco al matrimonio de su hija (todavía no entiendo la gravedad del asunto, debe ser por lo primitivo que soy pero os aseguro que no había forma de confundir la novia de veintitantos con una señora bastante entradita en carnes y en años).

Entrando a lo personal he de reconocer que el último punto “no estamos dispuesto a entregarnos para que nos vuelvan a destruir” me salgo de la campana de Gauss: no me apunto a nada (ni siquiera a una rifa) me da un repelús enorme si alguien me pide mi nombre para inscribirme en… lo que sea. También se me queda chica la campana con eso de “la poca generosidad para con nosotros mismos” al punto que -y ya me han caído varias broncas de mi mujer por hacerlo- no soy capaz de asaltar el frigorífico sin pedir permiso o que ella tenga que tirar mis zapatos viejos a la basura para que no los siga utilizando.

Otros puntos no me son para nada aplicables, por ejemplo el que dice que “no hablamos, pontificamos”. De esto nada, yo tengo muy claro que hay dos formas de pensar: la mía y la equivocada. Normalmente no pontifico porque soy infinitamente humilde y sé respetar muy mucho la opinión de los demás.

También por experiencia personal puedo añadir que hay cosas en las que, con un poco de buena voluntad, podemos mejorar bastante. Me refiero en concreto a eso de que “nos da miedo expresar nuestro afecto abiertamente”. Yo, después de años de esfuerzo, consigo decir al menos una vez al semestre “te quiero un montón” y -de verdad, creedme- no se me ha caído una oreja ni nada por el estilo, simplemente no pasa nada. Es sorprendente, increíble, probad.

Hay uno de los puntos que creo que merecería la pena sondear sociológicamente (aquí me pongo serio -en la medida en que puedo hacerlo-) y es en lo de la sexualidad. No sé si es que a mí me ha tocado solo la esquinilla de la famosa campana, pero conozco bastantes ex que han tenido nefasta experiencia matrimonial, vamos, que han durado menos que un chocolate en la puerta de una escuela. El récord es de una convivencia de solamente dos días lo que todavía para mi es un misterio ¿cómo consigues en 48 horas mandar a tomar viento un matrimonio?

Ojo, no estoy hablando de gente tipo Quasimodo (Jorobado de Notre Dame), Jack (el destripador) o alguien resumen andante de todas las patologías ideadas por don Sigmundo (Freud). Estoy hablando de personas normalitas, con buena estampa (no se porqué pero siempre la de ellas mucho mejor que la de ellos), listos y algunos en forma extracampana, alegres, deportivos, serviciales, generosos, top del top pero que -increíblemente- al poco tiempo de casados … cada uno por su lado. Yo le echo la culpa a esa prisa por hacer lo contrario que se hacía antes y las hay que se casan con el primero que pasa y ellos con lo primero que ofrece el mercado sin analizar a fondo la mercadería, sin valorar que es lo que hay detrás de esa apariencia del sueño idealizado. El príncipe azul destiñe enseguida y la princesa se vuelve a convertir en rana croante, muy croante, como la mayoría de las ranas.

Mi optimismo visceral me obliga a señalar que la mayor parte de los ex que lo están, están felizmente casados incluso después de años, después de canas, calvas, arrugas y curva de felicidad. Pero creo que, al igual que es mas frecuente la psicoproblemática entre los “colaboradores orgánicos” que entre el resto de la población, también creo que es mas frecuente la ruptura matrimonial entre la población ex. Si alguien puede aportar datos científicos me quedaría mas tranquilo con mi opinión.

Bueno, si has conseguido llegar hasta este punto de mis selváticos pensamientos pensarás que estoy de acuerdo al 100% con Salypimienta y es así pero creo que le faltó algo.

Como con la famosa Pandora, queda algo mas en su caja, también hay que rascar el fondo de la caja de Salypimienta que, como dicen en mi tierra “ajonde, ajonde que en el cu.. está lo mejor”. Han salido todo tipo de trancas y barrancas negativas, que si esto y que si lo otro pero, como con la famosa Pandora (seguro que familia de Pan d’Oro), si ella se guardó la esperanza para el final, nosotros también tenemos una sorpresa (gorda) que tenemos que valorar y es el cariño verdadero que encuentras en todo naufrago que se precie. Puede que no sea capaz de decírtelo pero te quiere a fondo.

Esto lo tengo más que experimentado. En mi bastante ajetreado movimiento para llegar a final de mes y sacar adelante mi tribu, he tenido la oportunidad de conocer y tratar a náufragos en los sitios mas variopintos. Gente de todos los colores, sabores y edades, cada uno hijo de su madre y su padre pero todos con un denominador común tan marcado que, aunque no lo conocieras hace cinco minutos ya te encuentras con esa persona como si hubiésemos ido a primaria juntos. No hay diferencia de edades ni de países, estás en sintonía desde el primer momento. Te da igual estar en un pueblecito del Lazio, con un polentone de Milano o una napolitana. Es igual estar en la Rambla de Barcelona tomando un chocolate, que en Antigua con una piña colada, en Bariloche o en Quito. De pronto te encuentras con alguien que se hace doscientos kilómetros para llevarte un poco de txistorra o, simplemente, para tomarse un café contigo en una estación de tren.

Este año que se va he tenido la suerte de recibir visitas en mi árbol, han pasado como una semana con nosotros dos insignes juristas, otro par de semanas dos preclaros filósofos (suponiendo que los filósofos puedan ser preclaros ya que para mi son mas bien preoscuros) y, para terminar, el otro día vinieron a almorzar con nosotros un canadiense y su mujer que es más alemana que yankee. Esto me ha permitido ampliar mi observación sociológica también a las respectivas contrapartes. Mi contraparte y yo no tenemos nada de filósofos, de juristas o de yankees y -sin embargo- la sintonía entre ellas ha sido perfecta.

Esa extensión de acuerdo entre personas, que no tienen nada de náufragos, no sé a qué se debe, tal vez por aquello que dicen los filósofos de que el bien -de suyo- es difusivo o por lo que dicen los químicos que igual disuelve a igual. No lo sé, lo que sí sé es que mi neska ha enganchado inmediatamente con los nuevos conocidos (náufrago/a y su contraparte) y tan felices todos. Tal vez es que haya en las contrapartes también un denominador común de tener que soportar las manías y trancas del náufrago de turno, deben ser abiertas de mente tanto como para poder lidiar con temas incomprensibles por no haberlos vivido, tal vez por ser personas que han conseguido superar la lista que nos ha ilustrado Salypimienta y ayudarnos a mejorar en cada uno de esos puntos. Tal vez.

No se cual es la razón, pero de verdad que calienta el corazón observar el fenómeno, ¡¡viva este rejalgar!!

Desde mi selva y esperando nuevos visitantes a mi árbol un abrazo enorme para cada náufrago, para su respectiva contraparte y para su tribu. Feliz Navidad a todos y un buen 2018.

Zartan de los Nomos





Deseando estoy quedar contigo.- Fueraborda

¡Solitudine!

¡Qué buen encuentro nos espera en breve! Deseando estoy.

Como tú bien adivinas, tendremos que esperar a mi regreso, pero pasado Reyes te llamo.

(Hablando del día de Reyes: ¡qué liberación! ¿Recuerdas que agobiantes vacaciones con las tediosas" bromitas"?) Pero ya paso todo...

Me llena de tristeza que sólo seas feliz en momentos puntuales, pero tengo el convencimiento de que saldrás muy pronto de esa fase oscura y fría de tu vida para dar un salto a una esperanza cálida y acogedora, que es lo que te mereces, y lo que Dios y todos los que te conocemos deseamos para ti.

Hasta muy pronto, Solitudine

Tengo la esperanza de que pronto puedas dejar de firmar así.

¡Un abrazo y Feliz Navidad! Para ti y para todos

Fueraborda





Libro de E.B.E en inglés.- Agustina

Hoy 22 de diciembre y hasta el día 26 inclusive, se podrá bajar gratis el libro de EBE “Opus Dei as divine revelation” desde Amazon (la versión en inglés solamente, la otra en español no es posible, Amazon no lo permite de momento).

 

https://www.amazon.com/dp/B01D5MNGD2





No fracasamos.- Salypimienta

            Hace unos días me vino a visitar una amiga ex-opus. Por lo visto se enteró por aquí que estaba metida en mi casa de tiempo completo y amablemente se animó  a hacerme pasar un buen rato. Teníamos años de no vernos, y aunque no estamos completamente desconectadas, no nos vemos muy seguido.

            Entre muchas de las cosas que platicamos, salió el tema de lo difícil que es llevar una vida completamente normal fuera de la Obra. En algún momento me preguntó así, directamente como es ella: ¿no te sientes como una fracasada? Mi respuesta inmediata y casi gritando fue un rotundo ¡NO! ¿Cómo podría ser una fracasada si cada cosa que emprendo resulta ser un éxito mayor o menor pero éxito al fin y al cabo? Nunca en mi vida he sentido que he fracasado, tan sólo he tomado las experiencias como enseñanzas positivas o negativas, “fracaso” es una palabra con la que no me identifico para nada. Tampoco me esperaba esa pregunta de una mujer que en todo lo que emprende triunfa.

            Ante mi cara de asombro comenzó a explicarse:

-          A ver Salypimienta, tú estudiaste para una cosa a la que te dedicaste durante algún tiempo, te iba bien y te ibas labrando un prestigio profesional. Te casaste y seguiste en ello hasta que nació tu primer hijo y en ese momento te encerraste en tu casa a cuidar niños. Cuando tu hijo menor fue a la escuela, la Obra te comenzó a llenar de encargos apostólicos, a tal grado, que estabas en todos lados. Eras un ejemplo para las supernumerarias. Eras la mujer perfecta que tenía el matrimonio perfecto, los hijos perfectos y todo lo que hacías lo hacías perfecto. Sales de Casa y te divorcias y tu vida se vuelve un caos. ¿No es eso haber fracasado?

Quizá pueda parecer que son palabras muy duras de una amiga a otra, pero ella y yo somos muy francas y siempre nos hemos hablado tal cual. Además no sé de dónde sacó que mi vida se volvió un caos, yo creo que se volvió UNA VIDA REAL. Y siguió diciéndome:

-          Fíjate en mí. Cuando era de la Obra todo el mundo me estimaba porque a pesar de no haber podido tener hijos, tenía un matrimonio que de cara al público era perfecto, un prestigio profesional intachable (ella está dedicada a la salud) y aparentemente una vida de cuento de hadas. Se muere mi marido, salgo de la Obra y me quedo embarazada a los 45 años del primero con el que me metí a la cama buscando un poco de cariño. El hombre aquel, en cuanto se enteró del embarazo y de que la criatura venía con síndrome de Down salió por piernas y nunca he vuelto a saber nada de él. Mi vida profesional se apagó un poco porque no le puedo dedicar el mismo tiempo que antes porque primero que nada está mi hija que tiene necesidades especiales, y no hay en el horizonte ningún valiente que se anime a compartir la vida con una mujer como yo… Te aseguro que eso no le pasaría nunca a un hombre, ellos cuando salen, siguen igual que siempre, ellos nunca serán vistos como unos fracasados.

      En ese momento me vinieron a la cabeza algunas historias que mis amigos varones ex-opus me han contado… y caí en cuenta que muchos de ellos también se sienten unos fracasados o porque no han encontrado un trabajo que esté a la altura de sus conocimientos, o no han encontrado la mujer que desearían tener, o que tuvieron que regresar a la casa paterna siendo ya muy mayorcitos…

      La verdad es que yo no me siento una fracasada en absoluto, y tampoco veo a mi amiga como una fracasada, al contrario, me parece que es una mujer ejemplar. Y creo que todos (ellos y ellas) que han salido del Opus Dei son personas más exitosas que cualquier persona normal que yo conozca por el simple hecho de haberse atrevido a salir de la Obra y de recuperar su vida, porque recuperar tu vida cuando la has perdido es el éxito más rotundo que uno pueda tener.

      Para mí, una persona fracasada es aquella que le da la espalda a sus sueños, que se conforma con lo que tiene, que por miedo o pereza o por comodidad se repliega y se queda con lo más fácil, con lo cómodo, con lo que no le representa ningún esfuerzo. Esas son las personas a quienes yo considero unas fracasadas.

      Odio los estereotipos, y el hecho de que se considere como fracasada a una persona que se divorció, que dejó la Obra, que es madre (o padre) soltera, que no tiene el trabajo a la altura de sus conocimientos, que no ha encontrado una buena mujer (o un buen hombre) para casarse, o que no gana millones de pesos (euros, dólares, soles, francos suizos, etc.) me provoca mucho coraje. Creo que no existen las personas fracasadas, por el simple hecho de que el estar vivos ya es todo un éxito. Es por ello que me decidí a escribir esto, por si alguien se ha sentido en algún momento como un fracasado. El único fracaso que existe es el no haber intentado algo. Finalmente creo que los sucesos adversos o inesperados, al final sólo nos ponen en el camino correcto.

      Decir que una persona es una fracasada por las adversidades que ha tenido que atravesar me parece una reverenda estupidez que sólo puede decir alguien con una soberbia infinita. Creo que sólo se puede decir que una persona es una fracasada cuando renuncia a sus sueños y esconde sus talentos.

      …Y decir que alguien es un fracasado porque dejó el Opus Dei me parece además de una insensatez, una imbecilidad monumental.

      …Y que sepas M.T.M que si antes me parecías una mujer exitosa, ahora me pareces aún más y te admiro infinitamente.

Besos cariñosos a todos.

Salypimienta.

 

P.D. Añado otro dato al escrito de Casimiro: Don Pedro Casciaro falleció el 23 de marzo de 1995… justo en el 2° aniversario del fallecimiento de Don Alvaro. Curioso ¿no?




 

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