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CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 19 de Enero de 2018



No comprendo cómo tardé treinta y dos años en salir.- MMZ

¡Hola Agus! 

 

Quería contarte que estamos felices, han sido diez años maravillosos y vamos por más.

 

 

Cada día más agradecida de haber seguido las luces del Espíritu Santo que me llevaron fuera de aquel lugar que solo me entristecía.

No comprendo cómo tardé treinta y dos años en salir.

¡Muchas gracias a vos y a Opuslibros que me acompañaron con tanto cariño! 

¡Mil gracias por todo! 

Besos

María (MMZ)





La neurosis institucional y un cuento de Cortázar.- Ramana

Las muchas noticias aventadas en estas páginas sobre el tan estalinista procedimiento de retocar fotos, textos, fechas y hasta fragmentos de películas del Mismísimo Fundador, trufados de comentarios que ya no se consideran adecuados o “religiosamente correctos”, me ha recordado una anécdota de mis tiempos escribáricos y un magnífico cuento de Cortázar publicado en ese mismo año de mi anécdota, relato que yo leí un par de años después, feliz y liberado ya del índice, o Index, escribariano postconciliar.

La anécdota se produjo durante la audición, arrobados todos bajo la meliflua proclama del Canciller General, con su impagable acentillo baturro y su deje afeminado, de la homilía “amar al mundo apasionadamente”, proclamada orbi et orbi en la Universidad pamplonica. En un momento dado, el mosén carraspea y se embrolla apenas medio segundo. Al terminar la audición y descendidos de nuestra levitación particular, recuerdo cómo la persona con la que yo hacía la charla, un buen periodista, muy brillante, JMV, encargado técnico de la audición, comentó en un grupito que esa vacilación fruto del carraspeo se iba a arreglar en el estudio con un pequeño corte de posproducción, y así quedaría “impecable” y nadie “se daría cuenta del fallo”. Es sabido que Nuestro Padre jamás yerra, jamás tose, jamás balbucea. Lo que oyeron nuestros oídos no constará en el producto final, perfecto, límpido: la imagen de un santo. JMV abandonó la obra pocos meses después.

Como yo me quedé sin charlero, me adjudicaron otro y me dijeron que JMV se había ido de director técnico a no sé qué obra corporativa. Vale, pues me alegro, pensé yo. Cuando supe que ya no era de casa, mi decepción por aquella zafia mentira causó en mí más mella de lo que entonces pude ver, que se sumó a un extraño e inconfesable sentimiento de decepción, pues reconozco que lo admiraba, por su entusiasmo, su curiosidad y por lo buen profesional que era; todo ello, sobre todo la tristeza de saber que me habían mentido y ocultado la marcha de mi “director”, me produjo una crisis (otra gotita, otro aldabonazo) de la que ya no me recuperé: gracias a Dios.

Vuelvo a la anécdota y al cuento de Cortázar “Queremos tanto a Glenda”, cuya lectura recomiendo vivamente. La neurosis institucional que padece la obra la ha llevado a un despeñadero de difícil marcha atrás consistente en pensar que dado que la obra es perfecta, todas su actuaciones (y no te digo las de su fundador) han de serlo también, por lo tanto cualquier mácula ha de ser erradicada ipso facto ad maiorem operis gloria. Esa neurosis genera un crescendo de operaciones profilácticas destinadas (síndrome Dorian Grey, podría llamarse, por el famoso retrato imaginado en la novela de Oscar Wilde) a mantener incólume la imagen de la Cosa, al margen de sus más que dudosas prácticas terrenales; ad intra, retocando las revistas internas y demás bibliografía, y ad extra, en sus múltiples comunicados, aopés y mentiras varias, aquí ya muy profusamente denunciadas. El mejor ejemplo ad intra y ad extra, la famosa carta del prelado sobre la dirección espiritual. Psicológicamente, la neurosis se basa en la dialéctica nociva que se genera constantemente entre la idea y el ideal que de sí quiere tener la obra y que, sin duda, obedece a claras y harteras pulsiones fundacionales. Esa misma dicotomía se desarrolla luego en cada uno: lo que se dice que la obra es, frente a lo que se hace, generando la consabida, lenta y destructiva disociación en cada miembro (y “miembra”) que culmina, en muchos y dolorosos casos, con la doble vida (el famoso doble-pensar), la hipocresía, las medias verdades y esa extraña desazón, ese runrún constante de vivir una enorme mentira de la que no te puedes desembarazar y que te va minando.

En el cuento de Cortázar, un grupo de admiradores de cierta actriz de cine llevan su paroxismo idealizador hasta sus últimas consecuencias. Obsérvese el lenguaje religioso que pespuntea todo el cuento para hacernos ver que lo que comenzó como el fanatismo venial y divertido de un grupo de fans, termina en criminal pesadilla neurótica. Acaso el mismo final que le espera a la obra escribariana, poseída de manera harto suicida por un síndrome de “perfección ideal” que terminará por colapsar, ya que la única salida que percibe la neurosis es la huida hacia adelante. Si no, al tiempo.

Ramana





Si me preguntas si una cascabel es venenosa, te lo digo.- Hondo

Estimado Merak:

Agradezco tu paciencia. Esperamos tu texto, si es que te apetece escribirlo, para que nos cuentes tu relación con la Obra y así entenderte mejor.

Si lees lo que publicó Agustina (“El grito inútil y de tardío arrepentimiento por el error irreparable”) y lo comparas con las declaraciones del actual prelado vas a notar melodías muy diferentes.

Dice el prelado a la periodista Teresa Gutiérrez de Cabiedes:

“San Josemaría solía decir que guardaba afecto a todas las personas que se acercaban a la labor formativa del Opus Dei, aunque fuese por una temporada. Imagínese el afecto que conservaba hacia las personas que habían llegado a pertenecer a la Obra. Él sentía una profunda paternidad espiritual: nunca se deja de querer a un hijo o a un hermano”

Doy fe que mientras estuve en el Opus Dei no hice NADA por ayudar a quienes se fueron ni se me animó a hacerlo nunca. Doy fe, también, que al dejar la Obra, recibí el mismo trato indiferente.

No me sorprendió. Estuve décadas en la noria. Eso es lo que se enseña y es lo que se hace, pero no lo que se dice. Hay excepciones, si. Y muy justificadas, la Obra no da puntada sin hilo.

El prelado le dice a quien lo entrevista:"Imagínese". Pues eso, a poner imaginación porque de realidad, nada.

Si quieres comprender todavía más, y me parece que eso deseas honestamente, te recomiendo leer el escrito “Mi vida: otra historia que tampoco valió la pena” (serie completa).

Claro que no soy dueño de la verdad, pero si me preguntas si una cascabel es venenosa, te lo digo.

Hondo





Toda la razón: Ser supernumerario no es patente de corso.- Class

Mediterraneo, aquí hay dos conceptos que mezclamos y no tienen nada que ver, a mi modo de ver. A ver me explico… las relaciones prematrimoniales no garantizan ni el éxito ni el fracaso de la relación matrimonial futura.

Nunca has oído el típico caso, de que viven felizmente rejuntados y cuando se casan fracasan… cada caso es cada caso.

Lo que sí aumenta las probabilidades de éxito, es la previa madurez de los sujetos, que esto se consigue fundamentalmente viviendo la vida fuera de una burbuja y estar acompañado de buenos padres y amigos que respeten las decisiones y utilicen el dialogo conciliador ante los posibles errores juveniles.

La relación de los padres hacia los hijos debe de ir cambiando en el proceso de maduración del hijo. Si bien, al principio, en la más tierna niñez, hay una relación de dependencia y obediencia, a medida que el hijo va creciendo y se le van abriendo las alas,  se le debe de enseñar a volar… una vez que vuele solo, que haga lo que crea conveniente…  a ser posible siempre con diálogo abierto con sus seres queridos.

En estos casos expuestos por tu parte, ya partimos de una madurez truncada de vidas burbujeadas… si se quedan solos o no obedecen… fracaso seguro. Y si obedecen, fracaso seguro, no viven sus vidas, los demás las viven por ellos.

Respecto los curas o célibes ¿pueden aconsejar sobre temas matrimoniales?… Pues sí… pueden estudiar sobre el tema y aconsejar, aunque no lo vivan. Un ejemplo tonto, un oncólogo puede curar y aconsejar sin haber sufrido cáncer...

Class





Ya lo había predicho en mayo...- Escudo de Roble

Vi el recorte de prensa del cual Compaq se había hecho eco. En el mismo se notaba que después de un año de su ascensión como Prelado, el innombrable todavía no era nombrado obispo.

Esto me hizo recordar que ya en mayo pasado, en mi escrito inicial, había predicho tal circunstancia. Posteriormente ratifiqué esta predicción.

En mi visión del culebrón vaticano, Bergoglio desprecia profundamente al Opus. Políticamente hablando, el Opus está muy mal parado, en una posición diametralmente opuesta a la línea política de Bergoglio. Este papa no extingue a la Obra por el costo político que ello implicaría. Los tiene en modo de supervivencia; sin alentarlos pero tampoco sin matarlos, reservándolos para el momento en que quizá pueda necesitar de ellos si es que antes no mueren producto de la imparable involución que están experimentando.

Sobre otro tema, sobre lo que Merak escribió quisiera decirle que mi experiencia ha sido opuesta a su argumento. Casi toda la gente que conocí en la Obra fue y sigue siendo muy buena, con una altísima calidad humana. A muchos los considero amigos de verdad. Pero eso no excusa la realidad: es la institución quien está muy, muy enferma y en aguda necesidad de una profunda reforma.

Nuevamente saludos a todos.
(P.D.: ¿alguien recuerda el día de Reyes y los regalos en los Centros...?)


 

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