Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Correspondencia
Inicio
Quiénes somos
Correspondencia
Libros silenciados
Documentos internos del Opus Dei
Tus escritos
Recursos para seguir adelante
La trampa de la vocación
Recortes de prensa
Sobre esta web (FAQs)
Contacta con nosotros si...
Homenaje
Links
Si quieres ayudar económicamente...

Google

en opuslibros

Si quieres ayudar económicamente al sostenimiento de Opuslibros puedes hacerlo desde aquí.


CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 29 de Enero de 2018



SUPERNUMERARIOS: Vivir en la calle de la amargura (I).- Salypimienta

SUPERNUMERARIOS: Vivir en la calle de la amargura (I)

Salypimienta, 29/01/2018

 

Si todas las ‘vocaciones’ que existen en el Opus Dei son por lo menos estrafalarias, la de supernumerario se lleva las palmas con honores. Los supernumerarios son y no son, pueden ser lo más llamativo de la Obra y también lo más inadvertido. Amados y odiados, envidiados y provocadores de grandes apegos. Tienen que hacer todo lo mismo que hace un numerario o un agregado, con la única diferencia de que los supernumerarios no viven el celibato, y eso es lo que los hace estar permanentemente acosados por todos cuantos tienen que ver con los andares de su alma.

Los supernumerarios fueron creados por el P. Escrivá para tres cosas fundamentales: dar dinero, dar ‘vocaciones’, y dar lustre...



(Leer artículo completo...)




¿Es radicalmente nula la canonización del marqués Escrivá?.- Cosmicom

La revelación pública de Cristo terminó con la muerte del último apóstol. Por lo tanto, la doctrina de la Iglesia consiste en mantener la tradición apostólica de forma ininterrumpida, sin introducir innovaciones.

La prerrogativa papal de la infalibilidad se aplica sobre asuntos doctrinales relativos a este depósito de la fe.

 

Una canonización no se basa en la revelación pública de Cristo, sino en los testimonios posteriores de particulares y de hechos milagrosos que certifican, por así decir, que una persona es excelente en virtudes heroicas.

 

Como estos testimonios y hechos milagrosos son posteriores, sobre ellos no recae la infalibilidad papal, ni han de ser creídos con virtud de fe, como corresponde a la misma revelación pública de Cristo, sino como mera creencia piadosa, que no obliga a la conciencia.

La doctrina católica sostiene que los santos forman parte del cuerpo de Cristo, y pueden servir como intermediarios en unos planos espirituales elevadísimos que escapan de nuestra comprensión; en particular afirmamos que la Virgen María es santísima y ejerce un importante papel en esta eclesiología.

Pero que una persona concreta sea santa o no, eso queda fuera del magisterio papal. Lo que le corresponde, es garantizar que el procedimiento de canonización es garantista con la verdad histórica, manifestando en lo posible que los hechos alegados se ajustan a la realidad material, de modo que en la piedad de los fieles no se introduzcan aberraciones como, por ejemplo, tener a un falsario estafador y narcisista en los altares.

Este procedimiento garantista se destruyen en el momento en que se elimina la figura del abogado del diablo, o se desoyen testimonios esenciales para conocer la verdad histórica.

En el caso de la canonización de Escrivá yo creo que es nula porque su procedimiento es intrínsecamente injusto e irrespetuoso con la verdad histórica, sin perjuicio de la perplejidad que produce y del inmenso daño causado a tantas almas, de las que alguien deberá rendir cuentas.

Cosmicom





Vocación y Dios. ¿Dónde queda la vocación al irse del Opus Dei?.- Merak

Desde que empecé a ser consciente de la gran cantidad de personas que dejaban el Opus Dei, me preguntaba qué era de su Vocación, qué pensaban y sentían ellos acerca de la misión que un día creyeron tener, por la que entregaban su vida a Dios para dedicarla en exclusiva al apostolado y a la formación de las almas. Me preguntaba, y sigo haciéndolo, si creían que nunca habían tenido esa vocación y todo había sido un engaño o un malentendido, o si creían en ella y pensaban que la estaban traicionando, abandonando. O consideraron una vocación dinámica, en la que un tiempo se te pide una cosa y al otro se cambia, también está la opción de los que dejaron de creer en Dios y por lo tanto, obviamente, dejaron de creer en la vocación cristiana.

Se que es un tema complejo, porque más allá de las opciones que a mí se me han ocurrido, existe una gran variedad de concepciones acerca de la vocación en general, y una por persona sobre la vocación particular de cada uno.

Pero me quedé desconcertado al constatar que nadie con quien he hablado sobre su paso por la Obra (tengo que admitir que tampoco son tantos) me mencionase su salida en relación con Dios, es decir, en clave de Vocación. Todos me hablaban largo y tendido sobre que hicieron allí, qué les decían, cómo vivian y sobre todo cómo entraron y cómo creyeron que estaban llamados a eso. También he escuchado un sinfín de historias sobre salidas del Opus Dei, que si uno se fue sin avisar, que si otro no sabía cómo alquilar un piso, este que fue acogido por un hermano, etc.

Pero nunca me han hablado de cómo se fueron desde el plano espiritual. ¿Qué pasó con su relación con Dios? A fin de cuentas, quien sigue cristiano, coincidirá conmigo en que es lo más importante en la vida. ¿Qué fue de su Vocación? ¿Desapareció? ¿Nunca existió? ¿Se transformó? ¿O da miedo pensar en eso, en algo tan elevado y profundo, en una decisión que implica al propio Dios, y la posibilidad de haberle fallado o de haber gastado unos años preciosos de la vida?

No sé cuál es la respuesta a esa pregunta en cada caso, ni soy un experto en Vocación, pero sí me parece que no es normal que tantas personas que han pasado tantos años pensando en la vocación, rezando para que hubiese más vocaciones, y en definitiva, dándole vueltas a esa idea, se olviden de ella tan fácilmente o la omitan tan descaradamente. Porque a las pocas personas que me he atrevido a preguntarles por este tema me han respondido con otras cuestiones, o cambiando de tema o sin dar una respuesta coherente.

Y por lo que he visto en Opuslibros parece que la posición mayoritaria es la de los que creen que la vocación a la Obra es una invención y un engaño para captar más miembros. ¿Se asume con esta postura que nadie tiene esa vocación, que es un invento? o ¿es compatible pensar que a alguien le engañaron para creer que tenía vocación, mientras para otros era su vocación de verdad? No sé si me explico bien.

Me pregunto, ¿Qué pasa con la Vocación cuando te vas de la Obra, después de haber prometido servir allí toda tu vida? ¿En qué queda esa promesa hecha a Dios? Es verdad que no hay un sacramento, como en el caso de los sacerdotes, o del matrimonio, estos son temas aparte, porque un sacramento son palabras mayores. Pero, aun así, cuando se hace la fidelidad al Opus Dei se promete ser fiel, como ya indica el propio nombre. Fiel a Dios y al camino que Él marcó. ¿Existió verdaderamente esa llamada? ¿Fue todo un engaño? ¿La marcha de la Obra fue con Dios o sin Él? Y más allá de la existencia o no de esa vocación, ¿Qué significa y qué implica comprometerse para toda la vida en una institución, después de muchos años de pensárselo (ya que la admisión definitiva no se realiza hasta 5 años después de entrar en la Obra)? ¿Todo ese tiempo fue engañoso, sin ver la realidad, sin pensar con claridad?

No sé, las opciones son muchas, y complejas, pero me parece una cuestión de vital importancia, y que además me intriga mucho, porque no creo que todo el mundo piense que es un simple engaño.

Yo supongo que los que habéis pasado por la experiencia de iros del Opus Dei habéis pensado en esto, en el día en que os decidisteis a ser de la Obra y en el porqué, luego en el día en que decidisteis dejarla y también en el porqué. Lo que ya no tengo tan claro es si en ese análisis suele salir Dios. De primeras apostaría a que sí, pero mi experiencia me indica que hay bastantes personas que se pierden en los comentarios y críticas sobre la vida dentro y olvidan (quizá conscientemente) el plano espiritual y a Dios.

También he leído bastantes experiencias de numerarios/as que al salir se casan y viven muy felices con su familia. Mi pregunta aquí es, ¿Se ha descubierto una vocación al matrimonio y a formar una familia o ya no se piensa en clave de vocación, solo se quiere ser feliz y servir a Dios lo mejor posible?

En mi opinión todos tenemos una vocación, sea a sacerdote, monje, casado, célibe. Lo que sea, pero todos tenemos y ninguna es igual que otra. Aunque esto se me figura como una simplificación, ya que la misión personal fluye a la par con la vida, y no se limita al “estado civil”, sino que abarca los ámbitos de la vida donde podemos llevar a Dios, es decir, todos.

Aunque sea un tema difícil y doloroso, no creo que deba ser un tabú, en esta web no lo es, pero en el trato personal parece que sí. Pienso que hay que abordarlo con delicadeza y respeto, pero abordarlo.

Y si alguien se animase a contar su experiencia personal o a opinar sobre el tema, se le agradecería. O bueno, indicar algún testimonio que ya exista en esta web, que estoy seguro de que son muchos y muy interesantes. (pero, sobre todo, en el que aparezca Dios, el gran protagonista)

Un saludo,
Merak


 

Correos Anteriores

Ir a la correspondencia del día

Ir a la página principal

 

Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?