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CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 02 de Julio de 2018



No se va de mi memoria (VI).- Dax

Preguntaba Alfonso Aguiló en un documental acerca de la Obra (quizá alguien pueda aportar la referencia), que qué inconveniente hay en que alguien use cilicio o disciplinas si, libremente, así decide hacerlo. Se esconde mucho detrás de esta frase. Antes que nada, es de poner en duda la libertad que supone Alfonso. Si leemos, una vez más, “De Spiritu”, podemos acercarnos al modo en que está expresado este mandato que, como traca final, cierra el libro:

125. Para mortificar y someter el cuerpo, los Numerarios y los Agregados del Opus Dei, de acuerdo con quien dirige su alma, practicarán fielmente la piadosa costumbre de llevar cada día, al menos por dos horas, un pequeño cilicio; además, una vez a la semana, usarán las disciplinas y dormirán en el suelo, siempre que no haya peligro para la salud.

La nota aneja tampoco tiene desperdicio:



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Opus Dei: Comentario crítico a una carta (XXI) y (XXII).- PlasticOnoBand

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (XXI)

El tiempo será cruel y el resultado amargo

Retomando el hilo de lo que decíamos anteayer, hemos hablado antes de esos certificados que no se extienden a quienes salen del Opus Dei. Una causa puede ser la económica, como hemos expuesto. Hay quien apunta otra causa que ya ha sido tocada en el foro: A pesar de la evidente crisis que padecen, no solo el Opus Dei, sino otras muchas instituciones de la Iglesia, en el sentido de pérdida de efectivos, el Opus Dei, a través de sus boletines de las Oficinas de Información del Opus Dei, nunca ha reconocido ir marcha atrás. Actualmente sostiene que son algo más de 92.000 miembros, lo que contradice la languidez que viene siendo patente desde hace años.

 

 

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Opus Dei: Comentario crítico a una carta (XXII)

San Josemaría no tenía la más remota idea de lo que es el discernimiento

En el foro de estos artículos hay quien ha recordado ese episodio de la vida de san Josemaría en el que este tuvo dudas sobre si lo que estaba llevando a cabo era algo de Dios o no. Creo recordar que fue en unos ejercicios espirituales en Segovia, hacia el año 1933. Ante esa duda, san Josemaría le dijo a Dios aquello de "si tú no quieres la Obra, destrúyela ahora mismo".

 

En uno de los próximos artículos tengo pensado hablar algo relacionado con esto, distinguiendo entre carisma e institución, ya que parece que el primero que no sabía distinguir esto era el mismo san Josemaría. El Opus Dei, como cualquier institución de la Iglesia que responda a un carisma, es una obra humana con un carisma divino. Las instituciones de la Iglesia que responden a determinados carismas podrían existir o no existir. De hecho, nacieron en un momento determinado de la historia de la Iglesia, luego no son estrictamente necesarias, porque en los años o siglos anteriores a ellas, ni existieron ni nadie las echó de menos.

 

 

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Comentario crítico a una carta (I) - Comentario crítico a una carta (II)

Comentario crítico a una carta (III) - Comentario crítico a una carta (IV)

Comentario crítico a una carta (V) - Comentario crítico a una carta (VI)

Comentario crítico a una carta (VII) - Comentario crítico a una carta (VIII)

Comentario crítico a una carta (IX) -  Comentario crítico a una carta (X) 

Comentario crítico a una carta (XI) - Comentario crítico a una carta (XII)

Comentario crítico a una carta (XIII)Comentario crítico a una carta (XIV)

Comentario crítico a una carta (XV)Comentario crítico a una carta (XVI)

Comentario crítico a una carta (XVII)Comentario crítico a una carta (XVIII)

Comentario crítico a una carta (XIX)Comentario crítico a una carta (XX)

 

 





Los sanfermines en la Obra.- Pouis

Hay cosas en la Obra que nos sorprendieron a muchos. Una de ellas es la asistencia a espectáculos. Algo tan natural como ir al cine, partidos deportivos o a los toros está vetado para los miembros… aunque hay excepciones.

En mi primer curso anual en la Torre (ya os conté algo en el post anterior), con 14 años, una de las primeras actividades que hicimos fue acudir a un encierro de San Fermín. Alguien comentó en esta misma página que algún numerario se había escapado para verlos. En nuestro caso fue algo plenamente programado por el Consejo Local. Nos levantamos a las 4,30 de la mañana, a las 5,00 oración y luego misa y a las 6,00 estábamos en los autobuses camino del encierro. ¡Los cien asistentes! En aquellos años (principios de los 70), aunque había gente, no era tan masiva la asistencia como hoy en día. Ocupamos casi toda la barandilla que hay en la Subida de Santo Domingo (donde salen los toros). Un enclave genial para ver las primeras y más peligrosas carreras. El comienzo del encierre fue a las 8,00, como siempre.

Algún año después, ya viviendo en Torre 2, aprovechando el cumpleaños de un numerario (hoy sacerdote), el secretario (también sacerdote hoy) nos invitó a comer el 6 de Julio en un restaurante en pleno Casco Viejo de Pamplona. Para quien no lo sepa, “las torres” de Belagua carecen no solo de administración, ni siquiera tienen comedores propios y acudíamos a los servicios de restauración a los comedores universitarios. Antes fuimos a “tomar unos vinos” y, al coincidir con el “chupinazo” (inicio de las fiestas de San Fermín) nos quedamos en la plaza del ayuntamiento para verlo. Hoy en día veo impensable que un miembro de la dirección te lleve a ver el espectáculo con tanto gentío.

Estos hechos de “normalidad” chocan con el hecho que nos sucedió unos meses antes. La Universidad de Navarra había organizado un congreso. No recuerdo si era de Teología o una reunión de Amigos de la Universidad. Uno de los actos ludico-festivos era una corrida de toros. Había interés en que el aforo de la plaza fuese limitado y escogido. Nos repartieron entradas en el Colegio Mayor (y supongo que en todos los centros de Pamplona) para que invitásemos a quienes podían “dar buen tono” a la fiesta. Lo sorprendente es que nosotros, los numerarios no podíamos ir. Yo llevé a varios de mis compañeros de clase y a todos ellos les sorprendió que no los acompañase.

Cada fin de semana había cine en el Salón de actos de las Fases, en Belagua. Con frecuencia había conciertos (de clásica o de jazz). A estos espectáculos “privados” abiertos a invitados no había problema para asistir. Pero los públicos no. ¡Qué malo debí ser en la Obra!, nunca me quedaron claros los motivos.

Pouis




 

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