Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Correspondencia
Inicio
Quiénes somos
Correspondencia
Libros silenciados
Documentos internos del Opus Dei
Tus escritos
Recursos para seguir adelante
La trampa de la vocación
Recortes de prensa
Sobre esta web (FAQs)
Contacta con nosotros si...
Homenaje
Links
Si quieres ayudar económicamente...

Google

en opuslibros

Si quieres ayudar económicamente al sostenimiento de Opuslibros puedes hacerlo desde aquí.


CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 07 de Septiembre de 2018



El Romeriómetro: ¿Quién ganará?.- VincentVega

Hola a todos.

Soy Vincent. fui adscrito durante 4 largos años, concrétamente durante la década de los 90.  Llevo leyendo OpusLibros muchos años y jamás me había lanzado a escribir algo. Pero son tantas las cosas que tengo en común con la mayoría de vosotros, y tanto lo que me suena y me genera esa sensación rancia de Deja-vu, que yo también quiero aportar mi granito de arena. No soy de los resentidos. No soy de los que sufrió lo indecible, ni de los que quedó marcado para siempre. Gracias a Dios conseguí salir cuando era aún muy joven e inmaduro, y con todo por aprender y experimentar en la vida.

Y soy de los que realmente piensa que lo que no te mata te hace más fuerte, así que en cierta manera ser del Opus Dei durante esos años me ayudó a ser lo que soy hoy en día. De lo unico que me avergüenzo es de que a día de hoy son muchos los que aún están dentro o sufren las consecuencias de haberse salido, por culpa de mi propio proselitismo.

No quiero contar mi historia. Os aburriría. Pero sí quiero contaros una anecdota en la que más de uno o una se sentirá reflejado. Algo de lo que, a pesar de que desde entonces han pasado ya más de 20 años, aún sigue ruborizándome, por lo penoso de la situación. Ahí va:

Recuerdo que durante el mes de mayo, el mes de la virgen (mes que, por cierto, a día de hoy vivo con muchas más devoción que como lo vivía en aquellos años) el centro que yo frecuentaba tenía la "santísima y normalísima" costumbre de hacer un "Romeriometro". No sé si es práctica común en el resto de centros de San Rafael, pero en el mío no solo era costumbre, sino esperada y apreciadísima costumbre.

Los numerarios y adscritos del centro quedábamos agrupados en 3 o 4 grupos diferentes. El 1 de mayo era el pistoletazo de salida. El grupo que conseguía más romerías proselitistas (es decir, Romerías con otros chicos que no fueran de la obra) a 31 de mayo, ganaba. Ni recuerdo lo que ganaba. Seguro que era una chorrada, pero la gente se lo tomaba muy a pecho. Todos... menos yo (o al menos eso me parecía a mí). Cada domingo, en la tertulia de la tarde, se sacaba la cartulina del Romeriómetro y se hacía recuento de romerías realizadas durante la semana. ¡Ojo al dato! Si la romería se realizada con uno de los denominados "líderes" del curso (porque tenía moto, o novia, o dinero, o era el capitán del equipo de fútbol, o era el más guapo, o el que más corría, o el que tenía la familia de más alta alcurnia del barrio o el colegio) contaba x2!! Aún recuerdo esos gritos alocados y esperpénticos de los numerarios del grupo lider virtual de la prueba, las burlas (en broma... pero no tan en broma) a los otros grupos que tenían menos romerías, las congratulaciones para con el que había conseguido hacer 7 romerías en una semana (la semana perfecta, como diria Barney, de How I met your mother)... Todo era tan patético, que a día de hoy os juro que solo de recordarlo me pica todo el cuerpo...

Ahora me río, pero recuerdo que ese tipo de cosas son las que me ocasionaban más inseguridades e incomodidades. Yo era un chico más bien tímido, y con no muchos amigos. Y el listo del numerario capitán de mi equipo me obligada a llamar por teléfono a los jefecillos de mi curso del colegio. Dios! aún recuerdo esas llamadas, con la mano temblorosa y sudada (me ahorraré el tartamudeo, pero imaginadlo de forma exagerada durante toda la llamada):

(tuuuuu tuuuuu tuuuuuu) - alguien descuelga.
- ¿Sí, digame?
- ¿Hola, soy Vincent, puedo hablar con Firulais?
- Si, ahora le digo que se ponga (silencio... ruidos de fondo, espera eterna, y una incontrolable necesidad de colgar el teléfono, irme al baño, sentarme vestido en el plato de la ducha y llorar acongojadamente...).
- ¿Sí? (horror...).
- Hola Firulais, soy Vincent..
- Ehmmm, qué Vincet?
- Si bueno, eh.... Vincent Vega, de 2ºA...
- Eh, ah sí, vale. Dime...
- Oye, estaba pensando que igual querías hacer una romería conmigo...
- ¿Una qué?
- Una Romería. Ya sabes. Rezar el rosario y pedir cosas a la Virgen y eso...
- Ehmmm, ahh, eh... bueno... eh.... no, es que no puedo. Lo siento.
- Bueno, no pasa nada. gracias de todas formas.

Cuelgo el teléfono, con una sensación de ridículo absoluto a la vez que de liberación, porque ya lo había hecho, había obedecido salvajemente, y ya se había terminado... o eso creía yo... porque en cuanto iba a contarle al capitán de equipo que se olvidara de Firulais el muy listo me decía:

- Eso es que no lo has encomendado lo suficiente. Venga. Hoy no cenes y lo ofreces por Firulais, y mañana en el cole se lo vuelven a proponer...

TRUE STORY... con dos cojones!

VincentVega

P.D. Ni que decir tiene que después de la 5ª llamada a "chicos guays" de clase, me gané el inevitable San Benito de "rarito", y se corrió (también inevitablemente) el rumor de que era gay. Todo muy divertido.




 

Correos Anteriores

Ir a la correspondencia del día

Ir a la página principal

 

Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?