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CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 18 de Febrero de 2019



Las almas muertas.- El Cid Campeador

“No fue la primera persona inteligente en volverse tonta por sus creencias”

András Forgách, El expediente de mi madre

 

Las almas muertas

El Cid Campeador, 18/02/2019

 

Las almas muertas, de Gogol, es uno de mis libros favoritos. Narra la historia de un comerciante ruso en el siglo XIX que compra siervos, con la particularidad de que esos siervos están muertos:

—Mi intención —explicó Chichikov— es comprar muertos, pero que en la relación del censo consten como vivos todavía.

 

Nadie lo entiende:

La peregrina petición que Chichikov le había hecho interrumpió de modo brusco el curso de sus ensueños. Por mucho que lo intentaba, era incapaz de comprender el sentido que se ocultaba tras todo aquello. Permaneció dándole vueltas y más vueltas sin conseguir hallar una explicación satisfactoria, y de esta manera se le pasó el tiempo, fumando la pipa, hasta que llegó la hora de cenar.

 

Creo que así me ha pasado con el Opus Dei. Le he dado muchas vueltas a la espiritualidad y a la historia jurídica hasta darme cuenta de que buscaba en el lugar equivocado (como el borracho que, a pesar de haber perdido la llave en otro lugar, busca al lado de la farola porque hay luz)...



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¿Homosexualidad en los clubs?.- PacoM

He leído hace poco la última aportación de Madurez. Y he de confesar que no estoy nada sorprendido.

Cuando desde la Obra se inculca una visión tan negativa de la sexualidad y nada se hace respecto de la afectividad (más bien, se tiende a reprimir), no sólo pasa lo que Madurez cuenta, sino que pasan también otras cosas. Y en los clubes, al menos en Altamira, donde yo estuve, también pasan cosas: conocí de muy primera mano el caso de unos chavales adolescentes de 14,5-15 que bajaban al cuarto de las duchas adyacentes al gimnasio del club -en el sótano- para meterse en el cuarto de baño, desnudarse y masturbarse juntos. Así fue, al menos, el caso de F., en los años 1992-1993, a pocos meses de haber pitado. No estaba muy integrado en el Colegio (que no era del Opus), no trataba apenas con chicas de su edad y se pasaba yendo todos los días al club. Según me confesó, se había liado con M., y, posteriormente, con G., chicos ambos que también frecuentaban el club.

F. habló con su director, J. G.V., quien le preguntó cuántas veces y qué hacía con M. y le sugirió que lo llevase a la confesión. Por su parte, el cura, don. L. R.P., del que os he mencionado en algún escrito anterior, después de preguntarle por los detalles de los sucesivos escarceos sexuales, le dijo que cortara con M. y con G. Estos acabaron yéndose del club. Y F., poco después. Altamira era eso. Fachada por fuera, secretos bien guardados por dentro. Y es que eran los años donde hervía el pitadero del club, y, posiblemente, haya habido otros casos. Además, la estructura del edificio del club se prestaba a pasillos oscuros y habitaciones cerradas. F. me confesaba que, en alguna ocasión, llegó a pasearse desnudo por el gimnasio y la leonera.

Teniendo un director técnico como J.E. -el cual trabaja o ha trabajado en la Comisión Regional- no me extraña nada de todo lo que haya podido pasar; aunque, como él, había mucho forofo que jamás ha querido ver las nefastas consecuencias: primero, de un proselitismo agresivo que se llevó por delante muchos jóvenes que pitaron en la buena fe de estar haciendo lo que Dios les pedía, cuando era, más bien, lo que les sugería el numerario de turno. Segundo, de una visión de las relaciones humanas privatizada ("esto es entre tú y el director") y puritana ("no puedes mirar el cuerpo de una mujer o de un hombre porque hay que guardar la vista"). ¿Es de extrañar la gran cantidad de gente que ha salido de Casa tarifando?

PacoM




 

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