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CORRESPONDENCIA

 

Miércoles, 01 de Mayo de 2019



Que esté dentro de la Iglesia no quiere decir nada.- La lectora

Hola JuanchoR,

Entiendo tu postura y es tan aceptable como cualquier otra que he leído en esta web. Quería solo expresarte algunas ideas que me han surgido después de leer tu texto.

Quizá porque venías de un entorno alejado del Opus Dei tu mirada es más libre y te permite marcar la distancia necesaria para reflexionar de forma autónoma (algo esencial para la construcción de la personalidad); además cuentas con la pasión del que descubre algo nuevo después de cierta andadura. Te aseguro que no es la misma situación para personas que toda su vida han estado en un entorno determinado como el O.D, por familia, por educación, por amigos, etc., y que se han hecho de la Obra, que para aquellos que llegaron de adultos a ese contexto.

Yo también, como tú, me hice del Opus Dei siendo adulta, en primero de carrera y hasta ese momento no sabía nada del O.D, solo de nombre. Y recuerdo que razonaba ante muchas circunstancias con la distancia e independencia que pareces manejar tú. Ante cosas que me parecían exageraciones razonaba marcando distancia con un “es normal que si ellas consideran la cultura como un parque temático pongan tantas restricciones, no pueden ver el valor”, o “esta forma de pensar es propia de familias del Opus Dei de educarse en círculos cerrados, o en colegios muy estrictos con una ideología muy marcada”, o “dado el origen del O.D y su contexto social se ha impuesto esto pero no tiene que ser así”. Al final, acabé justificando la falta de aire e ideas contrarias a mí mientras me iba asfixiando, por no hablar de cómo acabé físicamente. Y eso que reconozco que tuve bastante libertad, porque esa libertad ya estaba en mí antes de llegar. Nunca tuve la necesidad de dar muchas explicaciones. La verdad es que era un pez plantado en un huerto.

Te pongo un ejemplo un poco tonto, recuerdo que después de un examen de filosofía (me río ahora de la filosofía que daban) la persona a cargo de las clases me dijo: “ves a todas estas (y señaló a chicas que andaban por allí en el jardín) solo hace falta amueblarles la cabeza, es fácil, es como una habitación vacía; en cambio a gente como tú hay que ordenar los muebles que ya están en su cabeza, esa tarea es más difícil”. En aquella ocasión también me chirrió el comentario como en tantas otras pero decidí que era parte de esa forma de entender la realidad con la que no hacía falta que estuviera de acuerdo. Eso era fruto del entorno social pero no del espíritu. Una exageración más, total.

Las personas somos capaces de justificar hasta aquello que nos hace daño cuando nos aferramos a ello por alguna razón. Como esos matrimonios que jamás se separan a pesar de que no se quieren, se lesionan constantemente y arrastran a los que tienen alrededor; o los niños con padres o madres abusivos, manipuladores o maltratadores, que por necesidad no les queda otra que transigir y aceptar.

Pero hay una cuestión más importante que se puede observar a vista de pájaro: ¿de verdad hay que mantener una institución que en su praxis de origen e ideología pedagógica uniforma, encasilla, atenta contra la libertad de las personas, vulnera el derecho a actuar según la conciencia propia, genera cierta endogamia y causa lesiones a muchas personas?, ¿qué sentido tiene? Que esté dentro de la Iglesia no quiere decir nada. La Iglesia, como cualquier otra institución, ha cometido errores a lo largo de su historia y se ha tenido que desdecir. Muchas instituciones han existido y han desaparecido con el tiempo. Y personas empeñadas en santificarse, llevar a cabo una misión o que se muevan por una pasión buena las ha habido hasta dentro de situaciones tan traumáticas y dolorosas como fueron los campos de concentración, ¿pero hay que mantener y justificar por ello el campo de concentración?

Lo que quiero decir es que más allá de la experiencia de cada uno, de la visión que se tenga, de la ideología, creo que hay que buscar si el planteamiento de base funciona y es bueno. Y una casa si los cimientos no sirven o no son tan veraces como aparecen en los planos no se puede arreglar ni maquillar.

Un abrazo a tod@s

La lectora





No se puede cambiar nada desde dentro.- Condiciones

Querido amigo JuanchoR,

Tu escrito destila candor, candidez y un buenismo que me suena conocido. Ni los que hemos estado 50 años, repito 50 años dentro de la obra, nos creemos que se pueda hacer nada desde dentro. Por varias razones. Primera, cuando empiezas a observar las primeras contradicciones y las comentas en la charla, te dicen que reces más, que apartes esos pensamientos como si fueran perversas tentaciones de pureza etc. Segunda, cuando insistes notas las primeras desconfianzas. Tercera, si sigues insistiendo te apartan porque estás cansado, te llevan al médico y te empastillan. Una vez empastillado, y fuera de juego, dejas de rendir en el trabajo, la vida de familia es infumable así como los medios de formación. Si el asunto continúa la depresión termina en intento de suicidio o más depresión porque crees que estás en pecado mortal. Te han relegado por intentar AYUDAR.

Desde dentro, ya puedes ir a la delegación, comisión o escribir al prelado o padre. Todo es inútil porque no estás dentro de los cánones ortodoxos. ¿Qué te queda? Pedirle a Dios que te lleve al cielo o marcharte para intentar vivir lo que queda de tu vida saboreando lo que desde dentro te prohibieron. 

Ingenuo. Y te lo digo casi gritándote. Eres un ingenuo si crees que desde dentro puedes hacer más y mejor. Casi te digo que si ves tantas cosas y no las gritas, eres un traidor si te quedas. Además de una incoherencia, que al final de tu vida pagarás carísimo dentro de esa jaula.

ABRE LOS OJOS. NO SIGAS SIENDO INGENUO. 

Fuera hay vida. 

Dentro podredumbre.

Con cariño

 

Condiciones de viaje





Vacío canónico de los miembros y posible solución.- Ananaru

Querida Agustina,

Hace años que no visito la página, y no sé cómo va la cosa. Pero hoy, de pronto, se me ha ocurrido algo, y quisiera contártelo por si fuera de interés.

Un problema grave que veo en los miembros de la Obra (numerarios, agregados, auxiliares y supernumerarios) es el hecho de que la aprobación canónica existente es solo para los sacerdotes. El resto de miembros se encuentran, por así decirlo, en un limbo canónico. Eso no sería problema si no fuera porque, en nombre de la Iglesia (pobre Iglesia...) se impone a los miembros una carga insoportable. Y, al encontrase en ese limbo canónico, no pueden dirigirse a nadie.

Sin embargo, acabo de caer en la cuenta de que, cuando un joven pide la admisión como numerario, por ejemplo, si mal no recuerdo, automáticamente se le admite como supernumerario, y se le da de alta como cooperador. Es decir, que todo miembro está amparado por la Iglesia por ser miembro de una asociación pública de fieles (la de los cooperadores, no la prelatura: los únicos miembros que pertenecen a la prelatura son los sacerdotes), que depende del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, cuyo Prefecto, el cardenal Kevin Farrell, tiene una sensibilidad especial en lo que se refiere a libertad de las conciencias de los asociados pertenecientes a las nuevas formas de vida que han nacido recientemente en la Iglesia.

Por ejemplo, se puede presentar ante dicho Dicasterio, por ser miembros de la asociación de cooperadores, aquellos documentos que describan lo que se les pide (pienso en el catecismo, por ejemplo), y que la Iglesia juzgue. Sé que se está haciendo en otras realidades de la Iglesia, y cuando son varios miembros los que reclaman, se les está escuchando.

En fin, eso es todo. Os deseo lo mejor. Durante años esta página ha sido un bien grande para mí, y me ha servido para aclarar mi mente y mi vida. Sin embargo, ahora necesito una distancia, pero no significa que no os tenga un aprecio enorme, y que no os lleve en mi corazón y en mis oraciones.

Un abrazo a cada uno,

Ananaru





Confesión, charla y buen espíritu.- JuanchoR

Hola de nuevo.

Coincido con Pinsapo [Insólita entrevista al Prelado.- Pinsapo Miércoles, 27 septiembre 2017] en que los cambios no pueden ser de un día para otro (ya nos gustaría), por muchas y diversas razones.

Cuando D. Javier se entrevistó con Benedicto XVI y con ocasión de aquella "visita", no sé por qué, pero yo me olía por dónde iban los tiros. Y los acontecimientos que fui observando después me lo confirmaron.

He leído en algunos artículos (y si mal no recuerdo, en el libro de María Angustias o en algún comentario sobre el mismo) -perdonad si no doy las referencias exactas, pero he leído tantos artículos que me llevaría mucho tiempo buscarlos, no dispongo de demasiado tiempo para escribir-, que al menos en el pasado, no se daba la absolución sobre determinados pecados si no se contaban en la charla. No sé si esto era una praxis común, o la ocurrencia de algún o algunos curas de pocos escrúpulos. A mí, o no me pilló esa época, o simplemente no me ha pasado nunca.

Lo que he oído desde hace unos años -no desde el principio- es que "no es obligatorio contar en la charla lo que es materia de confesión". Las primeras veces, se añadía la coletilla "pero es de buen espíritu", etc. Últimamente, ni siquiera eso. Se trata de un tema capital y de especial gravedad en muchas de las experiencias narradas por diversos ex-miembros. Doy gracias a Dios por no tener que haber pasado por eso. Me indigna que haya habido personas dentro que hayan tenido que pasar por ese trance; yo, en su caso, hubiera actuado igual: ahí te quedas. Y, así las cosas, es una prueba más del bien que hace y la utilidad de esta página. No olvidemos que son muchas las personas que están dentro y que morirán dentro. Hijos de Dios somos todos, al fin y al cabo.

En cualquier caso, sí que parece que poco a poco se van produciendo cambios. Por supuesto, el hecho de que ya no sea necesario hincar la rodilla para besar al Prelado, que no sea obligatorio el uso de corbata en las tertulias con él y otros detalles de esta índole, son cosas que, si bien van en el camino de una mayor libertad de espíritu, no pasan de anécdotas superficiales con respecto al tema comentado.

De nuevo, gracias a todos aquellos que con su testimonio han ayudado a poner límite a la perversión de determinadas prácticas y siguen ayudando.

Un abrazo,

uanchoR





¿Espíritu del tiempo o abuso de poder?.- Ana Azanza

Hola amigos:

 

Unas  palabras con respecto a Benedicto XVI y la crisis de los abusos. 

 

Aunque haya pedido permiso a Francisco, con un Romano Pontífice hay de sobra, si se ha retirado que descanse, rece y se prepare para lo que todos hemos de prepararnos desde ya. Papas en activo hay uno, habla claro y tiene asesores que hacen sus declaraciones y dan conferencias sobre cómo enfocar el tema. Por ejemplo Hans Zollner.

 

Por otra parte, el tema de abusos de infantes, en efecto, parece ser como dice un contribuyente que es asunto que afecta a toda la sociedad, familias y ambientes. Pero esas familias no son un referente moral mundial como lo ha sido y sigue siendo la Iglesia católica. Es disonante total el abismo entre la predicación de la Ley Natural a la que todo hombre ha de estar sometido y luego hallar estos comportamientos clericales que hoy sabemos se solucionaban tradicionalmente con encubrimiento. La moral es para vivirla, no para escribir tochos. Y si no la vivimos deberíamos de cerrar la boca. Como ni he abusado ni he encubierto, pero sí han abusado de mí y toda una sociedad y una iglesia encubre, me siento con vela en este entierro. Aunque el abuso sufrido no sea sexual sino de conciencia y económico. Que ya decía el santo fundador que espíritu y dinero eran dos sustancias paralelas ¡qué razón tenía!... 



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