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CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 04 de Octubre de 2019



Contestando a cafeconsal.- La otra orilla

Respeto mucho tu opinión, (no olvidemos que aquí todos somos muy respetuosos de la opinión de los demás), pero me cuesta mucho creer que el opus es de Dios, o es un querer de Dios. La mayoría de las instituciones que hay hoy en día en la Iglesia, no pueden considerarse como queridas directamente por Dios, en muchas de ellas hay muchos motivos humanos y que de alguna manera Dios las ha permitido. Te contaré una historia.

Trabajando, hace años, en una diócesis X, hablando con el obispo de ésta, le pregunté acerca de una congregación de religiosas que él hacía unos años había fundado, de cómo había visto la voluntad de Dios para fundar dicha congregación. Me contestó inmediatamente, sin pensarlo dos veces, “yo más que la voluntad de Dios lo que vi fue la necesidad de tener un grupo de mujeres que trabajaran al servicio de las sedes episcopales, empezando por la mía y, si tenía suficiente personal las ofrecería a otros obispos”. Me quedó muy claro que efectivamente no era voluntad de Dios sino algo meramente administrativo y punto. A lo largo de los siglos han ido desapareciendo instituciones religiosas que en su época fueron muy florecientes, y recientemente el Papa Francisco ante la falta de “vocaciones” ha pedido a comunidades religiosas que tienen serios problemas para formar comunidad, que se unan a alguna de las ya existentes y que quizá su “carisma” sea semejante, pues como bien enseña el derecho es necesario que por lo menos haya 3 personas para formar comunidad.

Respecto al opus, yo tengo mis dudas que haya sido “voluntad de Dios” o “querer de Dios” su fundación, tal es así, que antes de hacerlo Escrivá estuvo oteando el horizonte a ver si había algo igual o parecido a lo que él “había visto”. El decía que desde ese 2 de octubre de 1928 había visto con toda claridad la obra y que curioso, después “vio” la sección femenina y años más tarde la sociedad sacerdotal de la Santa Cruz. Cómo, ¿No lo había visto todo? Bueno…

También eso de que está cambiando y de que hay un viraje constatable con hechos no lo acabo de ver. Sé que hoy hablan mucho de libertad, hay una carta pastoral del prelado escrita el 9 de enero de 2018 (pero no te dejan escoger a tu director espiritual ni a tu confesor fuera de la obra) y ha sido uno de los temas, junto con el del cariño humano entre los miembros, en los cursos anuales de numerarios y convivencias de agregados y supernumerarios.

Me hago una pregunta: para cambiar el opus ¿no se necesita antes tener un congreso general especial para modificar los estatutos aprobados por la Iglesia, y que a su vez la iglesia los sancione? Puede llegar un nuevo prelado y si en su percepción no le parecen bien esos cambios, los modifica sin más preámbulo al fin no hay que modificar los estatutos... Así que no os creáis eso de que las cosas están cambiando, es una tomadura de pelo. Y eso de que el Opus Dei es un bien de la Iglesia no lo entiendo y creo que no lo entenderé... Estuve más de 40 años en la obra y no lo acabo de entender, además, bastante tiempo esperé esos cambios que tanto se mencionan.

La otra orilla





El paso de los Pirineos: ¿botitas o alpargatas?.- Luxindex

Estimadísimo Zartán (tuve la suerte de que Zartán me preceptuase en un campamento de verano de hace un poquitín más de cuarenta años):

 

Sabemos quién tomó la fotografía de El paso de los Pirineos.

 

En aquellos tiempos, salvo los profesionales de la fotografía, nadie contaba con cámara ya fuese la aparatosa y tradicional de placa como la plegable de rollo, entonces novedosa y mejor portable. Y se sabe quién retrato a aquel grupo porque si volvemos a Foto histórica (el artículo de Ana Azanza que dio origen a este hilo continuado por Eamon, Daneel, Fueraborda y por ti) y se clica en el primer enlace que aparece veremos que en el pie de la fotografía se dice: «Escrivá de Balaguer en Andorra tras el paso de los Pirineos (Fundación ValentíClaverol/Editorial Crítica)».

 

La Fundación Valentí Claverol, según se describe en su página web, «toma el relevo de los Archivos Valentí Claverol que fueron fundados en 1970 por el fotógrafo Valentí Claverol Cirici y su hijo José Claverol Sesplugas. Hoy, la Fundación alberga la obra que Valentí Claverol y su padre, el pionero andorrano de la fotografía José Claverol [1854-1921], realizaron a lo largo de su vida». Por otra parte, Editorial Crítica es la casa editora del libro de Lino Camprubí Bueno (nieto del filósofo Gustavo Bueno Martínez): Los ingenieros de Franco: ciencia, catolicismo y Guerra Fría en el Estado franquista.

 

En fin, que a este grupo de primeros opusinos, en el fresco mediodía del 3 de diciembre de 1937, lo retrató Valentí Claverol Cirici (1902-2000), que era el fotógrafo, digamos, oficial de Andorra la Vieja. Para la instantánea sirvió de fondo el zócalo ciclópeo del ábside de la iglesia de san Esteban.

 

Y digo fresco porque observo que Botella lleva enfundados los guantes, pero no digo frío, y menos gélido, porque Alvira, entonces, no llevaría el ropón colgado del antebrazo sino puesto y abrochado de arriba abajo.

 

Siguiendo con lo mismo, también sabemos que en aquella larga y fatigosa marcha todos iban con simples alpargatas salvo el santo-Bala (canonización exprés) que llevaba, más pillo que nadie (santa pillería, claro está), las botas de cuero con suela de goma que para la ocasión le había comprado Juan Jiménez Vargas.

 

Lo anterior (que todos llevasen un calzado precario salvo él) demuestra, según nos aclaran sus hagiógrafos, la generosidad y reciedumbre por parte del que en el seminario era llamado con retintín Rosa mística

 

¿Que por qué lo demuestra? Pues porque sí. Punto.

 

Con lo anterior me refiero a los ridículos, por desesperados e inútiles intentos, que hicieron John F. Coverdale, Andrés Vázquez de Prada, Federico María Requena y Francisco Javier Sesé Alegre de acallar la comidilla de que, en aquella legendaria excursión, Escrivá iba más cómodo que niño en brazos tras mamar y cara a la siesta con la persiana casi echada del todo, diciéndonos que las costosas botitas con suela de goma del santo-Bala resultaron a la postre, ¡oh, qué cosas, qué paradojas, santas paradojas!, peores que las precarias alpargatas del resto de la pedestre y fanática comitiva. A estos tan esforzados como tontos intentos se les ha llamado, de toda la vida, querer hacer comulgar con ruedas de molino.

 

Porque tú, lector, para una travesía así, ¿qué preferirías, botas de cuero con suela de goma o alpargatitas con suela de esparto o cáñamo, apenas puntera y talón de loneta y cintas para anudarse a los tobillos o parte baja de las canillas?

 

Luxindex




 

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