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CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 16 de Septiembre de 2019



Reflexiones sobre el control.- Cafeconsal

Como ya he dicho en anteriores ocasiones, frecuento asiduamente centros del Opus Dei y recibo acompañamiento espiritual por parte de sacerdotes de la Prelatura. Este acompañamiento me resulta de gran ayuda para mi vida personal y espiritual. Por eso lo frecuento. Gracias a Dios, las personas que me atienden son increíbles.

Sin embargo, llevo un tiempo aquejado por el control, allá donde voy. Todo se tiene que saber, todo está calculado, todo planificado, todo pensado. Y si no lo está, está previsto que se organice y se ejecute.

En contrapartida, no suelta ni prenda, oculta cosas y se justifica. No hay necesidad de justificación cuando está todo claro.

Pero yo sí lo tengo claro. Lo que motiva la ocultación y el misterio es la "necesidad" propia de aquellos desubicados miembros de meter en una amistad el denominado espíritu de San Rafael o de San Gabriel. De llevar gente a círculos, de que hagan la charla y de que piten.

Y me hago yo una pregunta: ¿por qué? ¿Quiénes son ellos para imponer a nadie una formación, un acompañamiento y una vocación?

Soy muy consciente de que esta situación, antes endémica, está siendo corregida y hay una conciencia de libertad sin coacción, pero noto esa presión de que todo numerario tenga que tener amigos que frecuenten medios de formación. Y me parece estupendo. Pero no lo impongas y no utilices la amistad. Eso es posesión. "Estos son los de mi círculo" (con posterior informe al que te lleva la charla y al Consejo Local). ¿De qué vas?

En fin, tenía la necesidad de expresarlo sin temor, tal y como lo pienso. Porque son contadas ocasiones las que puedo aprovechar para sacar este tema, con el único afán de ayudar a sacar adelante el proyecto Opus Dei y de vivir en paz.

El Papa Francisco lo repite una y otra vez: nada de proselitismo (amistad utilitaria). No. Los cristianos estamos llamados a vivir el apostolado por imitación. Y, en todo caso, que lo que vea la gente sea el amor de Jesucristo.

Cafeconsal



Nietzschepirina. Más de empatía.- Zartan

La otra noche llegué a mi casa bastante jobreído. Venía con la carga de dos amigos que lo están pasando mal (que la soledad es muy mala compañera), otro con su padre con una tremenda hemorragia cerebral y a la espera de que se marche al otro barrio, una amiga que no puede trabajar en lo que quiere por falta de recursos económicos,… total que me sentía un poco, o bastante, bajoneado. Le comenté a mi mujer y me dio un abrazo de esos que dicen un montón de cosas sin haber mediado palabra (te entiendo, reparte conmigo esa tristeza, etc.) y luego le mandé un mensaje por guasás a mi hermana chica quien, inmediatamente, me dijo que no pasaba nada, que siguiera queriendo a la gente y que ella podría rezar por mis amigos.

En realidad, lo que yo buscaba, era la típica pastilla que quitara los efectos secundarios de la empatía, la misericordia o el querer a la gente, pero parece que no han inventado todavía la nietzschepirina, así que me comí un trozo de chocolate que es bastante eficaz en estas situaciones. Algunos creen que eso es un invento de Jarry Potter pero no, científicamente está demostrado que su contenido en flavonoides estimula la formación de serotonina o, bueno… si no ayuda, por lo menos está rico. Y, mientras atacaba a los flavonoides, me vinieron a la memoria situaciones similares en mi anterior vida. La de veces que fraternalmente me correccionaron por dedicar tiempo a personas que jamás de los jamases llegarían a pitar ni siquiera como cooperadores budistas malcasados, muchas y eventuales. Pero es que, tengo la sospecha, que no terminé de entender la amistad como medio proselitista. La última vez en mi vida pasada no fue una corrección fraterna (creo que ya lo he contado por aquí) sino algo más sutil. Llegué, igual que la otra noche, a lo que yo entonces llamaba mi casa, pedí ayuda a uno que yo consideraba mi hermano y su respuesta fue clara: no puedo fumarme un cigarrito contigo, tengo que hacer puntualmente la oración. Lógicamente Dios es más importante que yo, infinitamente más, nadie lo pone en duda, pero esa respuesta significó mi salida. Ellos piensan (y dicen) que me marché después y por otros motivos, pero no, mi abandono de la maravillosa barca fue porque alguien cumplió estrictamente con el espíritu que había que tener en ella.

El chocolate, un abrazo y unas buenas consejas por guasap han hecho efecto y… a seguir pedaleando. Pero me avisáis si alguien inventa la nietzschepirina, será un acto cultural ya que creo que no valdría la pena tomarla.

Desde mi selva un abrazo a selváticos y asociados.

Zartan


 

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