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CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 24 de Julio de 2020



Estuve 42 años perteneciendo a una entidad inexistente, un limbo.- Antonio Moya

Estuve 42 años perteneciendo a una entidad inexistente, a un limbo.

Antonio Moya Somolinos, 24/07/2020

 

Queridos amigos: Un lector de mi carta del miércoles me hace esta pregunta a la vista de cuanto dije en dicha carta:

¿Cuál es el vínculo civil que queda si no hay una relación formal con la Prelatura?

Creo que debo explicarme un poco mejor a como lo hice pues parece que no he logrado transmitir correctamente lo que he querido decir.

Creo que el lector se refería a que no se advierte la existencia de una relación formal FEHACIENTE con la prelatura, y que en esas circunstancias no queda claro cuál es el vínculo civil que adquieren los miembros laicos que se hacen del Opus Dei. Me imagino que se refería al hecho de que, en mi caso concreto, al irme del Opus Dei, aunque lo solicité, ni siquiera me extendieron un justificante escrito en el que constase que durante los 42 años anteriores había pertenecido al Opus Dei, algo insólito en lo que no cae ni la más humilde asociación o comunidad de vecinos. Y todo ello a pesar de que durante esos 42 años me habían insistido en que con la fidelidad se llegaba a la “incorporación jurídica definitiva” de los miembros del Opus Dei.

Mi respuesta ha sido la siguiente:



(Leer artículo completo...)




El perdón y la reparación del daño.- Antonio Moya

Perdonad que vuelva otra vez a daros la lata, pero hay un asunto sobre el que si no hablo, reviento. Se ha hablado mucho en estas líneas últimamente sobre el perdón y el caso Cociña. Estoy de acuerdo en que el perdón debe darlo el damnificado (o los damnificados) y los demás no tenemos nada que objetar o decir.

Ahora bien, noto que no me consta que el propio Manuel Cociña haya dicho esta boca es mía. Lo único que he visto es un comunicado RECÓNDITO en la página web de la prelatura en donde institucionalmente y por primera vez en la historia piden perdón. Con el caso McCluskey solo pidió perdón institucionalmente el vicario regional de los Estados Unidos de la prelatura de la Santa Cruz y consiliario regional del Opus Dei en ese país. Ahora se ha pedido perdón en la web oficial, aunque con diversas reservas, excusas y condiciones.

Mal está que la gente del Opus Dei nunca pida perdón a los hermanos y solo lo haga privadamente en el ámbito del confesonario, pero bueno, parece que se van animando a ser un poco cristianos además de pertenecer a la Iglesia Católica.

Voy a decirles algo que nos sirve a todos. Pedir perdón está bien, pero hay que actuar de tal modo que nunca necesitemos pedir perdón. Quiero decir, que en vez de pedir perdón a posteriori, es mejor amar en su momento. Cuando se pasa el momento de amar, ya todo son parches.

Pero si saben algo de moral (que lo saben), convendrán conmigo que no basta con derramar en la web unas pocas lágrimas de cocodrilo, darle dos palmaditas al damnificado y “encomendarle”. Una mínima razón de justicia exige una reparación INSTITUCIONAL del daño causado.

Ya dije en mi colaboración del pasado 22 que lo peor no son los abusos sexuales de un perturbado que se aprovecha de su condición de director espiritual de un colegio mayor para abusar de los chicos. Lo peor es el SILENCIO CÓMPLICE INSTITUCIONAL, poner una institución de la Iglesia al servicio de algo tan ruin.

Por una cuestión exactamente igual, el año pasado presentó su dimisión en bloque la totalidad del episcopado chileno en una reunión con el Papa en Roma.

Ocáriz: ¿A qué esperas para dimitir como prelado de la prelatura de la Santa Cruz y presidente general del Opus Dei? ¿A qué esperan para hacer lo mismo todos los directores de la Delegación de Sevilla, de la Comisión Regional de España y del Consejo General que apoyaron ese silencio cómplice durante años o que no se opusieron expresamente al mismo dimitiendo de sus cargos de gobierno en la prelatura o en el Opus Dei?

¿Qué no puedes dimitir porque el cargo de prelado de la prelatura de la Santa Cruz es vitalicio, según los estatutos? Muy sencillo: Le pides al Papa que los modifique y que permita, no solo que dimitas como prelado, sino que abandones la prelatura y te incardines en alguna diócesis. Entre las 3.500 que hay en el mundo, seguro que algún obispo te acogería incardinándote.

Lo que te digo no es un disparate: El Papa ya ha defenestrado a unos cuantos obispos por encubridores de abusos sexuales de sacerdotes de sus diócesis, concretamente en Estados Unidos. Tú no vas a ser más. Además, un poco de dignidad te llevaría a planteárselo tú mismo. El cardenal Barbarín así lo hizo a pesar de se probó su inocencia. El cardenal Pell actuó de modo parecido cuando el acusado fue él mismo.

No tengas tanto amor al cargo. Si de verdad amas a tu prelatura, deberías dimitir y abandonarla por haber causado con esa complicidad tanto daño a la Iglesia. Tú y todos los que habéis actuado de esa manera desde el gobierno de la misma.

No basta con pedir perdón y darle dos palmaditas al damnificado. Hay que reparar por propia iniciativa el daño causado. Si de verdad amas a la Obra, ahí tienes una oportunidad de demostrarlo, como decís vosotros, en latín, “opere et veritate”. Lo demás son músicas celestiales.

Antonio Moya Somolinos




 

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