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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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LA FORMACIÓN DEL CLERO

P.L. sacerdote, 12 de octubre de 2003

(Nota del autor: "Firmo con iniciales para poder seguir viviendo en este mundo y en esta Iglesia católica, muy controlada por la Obra". Nota de la web: También se han utilizado las iniciales para mantener el anonimato de las personas mencionadas.)

Conocí a un sacerdote del Opus Dei al cual le manifesté mis deseos vocacionales. Él quiso que fuese seminiarista en el Colegio Bidasoa de Pamplona, un seminario regentado por sacerdotes del Opus dei para seminaristas diocesanos que luego de la formación volverían a sus diócesis.

Gentilmente le dije que no lo haría así y me fui al Seminario diocesano. Luego este sacerdote sin anunciármelo fue destinado a otra ciudad y a otro país.

Pasado a un año fui a estudiar a Roma en un Colegio que abriría el Opus Dei del mismo estilo del anteriormente nombrado, llamado Colegio Sedes Sapientiae (fecha de erección canónica por parte de la Santa Sede es el 9 de enero de 1991, quien fue de la Obra entiende). Pensé que Roma no era Pamplona y que allí actuarían de forma diferente. No fue así.

Aunque allí no sufrí ningún acoso para integrarme en la filas de la Obra, pude observar a otros seminaristas con graves crisis provocadas por los superiores. Hoy con 10 años como sacerdote puedo decir que fueron vocaciones apuradas y en muchos casos arruinadas.

Uno de ellos, llamado "el P...", de una ciudad de Colombia pero de otra diócesis cuyo obispo era de la Obra, quería volverse a Colombia. Llegaron a inventar un “improvisado” encuentro con Mons. Álvaro del Portillo que le hablaba de su diócesis y de su ciudad natal como si no supiera quien era su interlocutor. Ésto provocó una subsiguiente crisis en el muchacho quien devolvió su pasaje a Colombia y continuó el año en el Colegio. Siguieron crisis menores pero fueron superadas. Yo traté de ayudar a este muchacho pero me vi imposibilitado por sus idas y venidas y sus cambios constantes de determinación. Al final, debo reconocer, que cuando me pedía ayuda lo mandaba a conversar con el director espiritual de la casa. Ya había corrido peligro 2 veces por ayudarlo a conseguir un pasaje para retornar a su patria. Cuando llegó el período de vacaciones de verano le dijeron que al irse a Colombia se llevara consigo todas sus cosas (el resto dejaba la mayoría de sus pertenencias en el Colegio) pues las obras a realizarse en el Colegio podrían hacer que se perdiesen. Cuando llegó a Colombia se le comunicó que no regresara a continuar sus estudios (no sé en qué términos). Este seminarista no era agregado.

Un agregado colombiano, L.E., se enfrentó a ellos, pero tenia casi 40 años y personalidad. Después de las vacaciones no regresó.

Había un seminarista de una región de Francia que para que lo dejasen ir, durante toda una tarde leyó una resvista con una mujer desnuda en la tapa, en su habitación (rigurosamente de a 3) para provocar escándalo y conseguir la rápida dimisión.

C. C., un argentino no agregado pero muy simpatizante, hoy sacerdote de una arquidiócesis de Argentina, hizo de espía a los superiores durante todo el año académico 1990-1991. En el 1992 fue dimitido porque no podía dormir. Sigue simpatizando con el Opus dei y hasta usa una agenda muy típica de los sacerdotes de la Obra (negra de cuero, con un tamaño particular).

R. F., de una región de España pero de una diócesis francesa, era agregado, pero tenía las cosas más claras. Tenía una cartera que declaraba a la Obra y otra con dinero “en negro” para sus gastos (quiero aclarar que no eran inmorales, sino libros, etc. pero estaba cansado de tener que renunciar a ellos). Para recibir ese dinero utilizaba una cuenta de otro compañero que no era de la Obra. No volvió al siguiente curso académico y se incorporó a una diócesis en España.

Ninguno de los irrecuperables para los planes de la Obra volvió después de las vacaciones de verano, aunque ninguno (salvo el de la región de Francia) pudo irse o fue dimitido antes de las vacaciones de verano. Creo que solo volvió de la vacaciones un tercio de los del año anterior.

Cuando se veía algún vídeo el rector había ya visto las partes indecentes y sabía cuando vendrían para cambiar de canal haciéndose el distraido. Fue divertido cuando se le trabó la máquina y al querer volver podía contemplarse la imagen congelada de una mujer desnuda y el pobre rector nervioso queriendo quitarla mientras la pasaba en cámara lenta. La imagen de 4 segundos duró 20. Los que rieron de la situación graciosa fueron luego corregidos severamente.

Hay varios casos más pero ya no los recuerdo, gracias a Dios. Dejo de lado la visita al Colegio de Mons. Álvaro del Portillo porque repite los hechos contados en diversos testimonios de este sitio.

También dejo de lado el grupo homogéneo que los formadores pusieron pues es igual a los relatos de las casas de la Obra. La corrección fraterna tiene el mismo mecanismo que el de la casas de la Obra (aclaro que contradice directamente el texto del Evangelio pues Jesús nunca dice que antes de hablar en privado haya que hablar con un superior para corregir a alguien).

Aunque estábamos en Roma y se vivía hablando del amor al Papa, no era bien visto asistir al Angelus o Audiencias pontificias, sí a las del Prelado.

Había 2 formadores que habían sido ordenados sacerdotes hacía 3 meses, pero quien “manejaba” realmente la casa era el director espiritual, no el confesor, que realmente creo que era sincero y que no revelaba lo que oía en confesión ni mucho menos el rector que se ocupaba de labores domésticas. El
director espiritual usaba de su ciencia sin nigún escrúpulo. Su nombre es A.B., según decían era pariente de Mons. Escrivá.

Ahora diré algo que parecerá extraño y tal vez soberbio, pero quien vivió en el Opus Dei (yo no fui miembro del Opus Dei) podrá comprenderme. Yo no era miembro de la Obra pero era educado, estudiaba, tenía buenas calificaciones y no era hereje. Eso y al mismo tiempo no ser de la Obra era imperdonable. Según los formadores del Colegio no se podía ser bueno sin pertenecer a la Obra, no se podía ser estudioso sin pertenecer a la Obra ni se podía ser fiel a la Iglesia sin pertenecer a la Obra.

Mi Obispo fue a Roma en el mes de junio. Hablando con él y visto que no estaban de acuerdo, le dijeron que me retirara del Colegio. El Obispo le dijo al rector que él mismo me lo comunicara. El rector me dijo que el Obispo quería que me fuera y yo le dije varias cosas que pensaba del Colegio, de él, etc. y me fui inmediatamente. El Obispo me contó la verdad de las cosas. Luego el rector le dijo que yo era irrecuperable, que debía dejar Roma para siempre porque iba a traicionarlo cambiando de diócesis (el rector 7 meses antes me había dicho que si el Obispo no quería que continuara en el Colegio me encontraría otra diócesis dispuesta a incardinarme para seguir en el Colegio). Cuando el Obispo le dijo que eso que realmente era la primera acusación grave que de mí se hacía y que debió decirselo la primera vez, éste dijo que lo había escrito en un informe que le había enviado (recordar que el Obispo no me conocía y no tenía modo de comprobar si eso era cierto o no, sólo que le resultaba extraño que no se lo hubiesen dicho en la conversación anterior). Luego vimos el informe con fecha atrasada y el sobre con el matasellos del Correo Vaticano que tenía la fecha del día siguiente al de la conversación con el Obispo. Esto hizo que el Obispo perdiera la confianza en ellos pues vio claramente la mentira, y buscara otro Colegio (seminario) en Roma para que yo continuara los estudios. Cuando estaba todo concretado en el Colegio irlandés el Obispo recibió una negativa extraña de parte del superior.

Después supimos que se trataba de un informe que no nos quisiseron mostrar que le habían enviado del Opus Dei.

El Padre A.D., uruguayo y numerario del Opus Dei, comenzó a decir a mis amistades que yo no había rendido suficientemente bien los exámenes y que por ese motivo habían tenido que alejarme del Colegio, visto que era demasiado “cortito” para el nivel de estudios que se daba en Roma. No voy a entrar aquí en expliaciones de cómo preparaban examenes los numerarios del Colegio Romano de la Santa Cruz: algunos se copiaban, otros reprobaban o sacaban calificaciones bajísimas, pero sí puedo decir que rendí todos los exámenes con un promedio de 9/10. Llamé al Padre A.D., y le dije que si continuaba calumniándome mostraría a alguna personas las cartas que mostraban que el Rector había mentido en los informes pues las fechas de las cartas y de los sobres se contradecían (en una decía “el informe que ya mandé” y ese informe salió del correo con carácter de urgente al día siguiente) en modo patente. Él me juró por la Virgen (literalmente) que no había hablado de mí con nadie, que ignoraba lo sucedido y que en un mes hablaría conmigo para aclarar todo. Yo insistí en que dejara de hablar porque mostraría todo. Dejó de hablar pero conmigo nunca aclaró nada.

Volví a Roma y continué mis estudios normalmente aunque ex professo no me acerqué a nada que tuviera que ver con el Opus Dei para evitar represalias.

Luego el sacerdote del que hablé al principio se encontró con mi madre y le dijo que quería hablar conmigo pues no sabía nada de lo sucedido. Mi madre mucho no le creyó pero apuntó un número no controlado por el Opus Dei. Me comuniqué con él, hablé con él, me pidió disculpas por lo sucedido pero me dijo que no tenía fuerzas para salir de la Obra.

Poco tiempo después fue trasladado y nunca más supe de él, aunque le escribí a una nueva dirección suya que me había dado un Obispo.

Colorario

Había un sacerdote del Opus Dei italiano. Era profesor de filosofía de la Universidad de la Santa Cruz en Roma. Dejó la Obra y el sacerdocio y con dispensa de la Santa Sede obtenida antes de los 40 años (la praxis de la Santa Sede es no concederla hasta los 40) se casó y se fue a vivir a los Estados Unidos (el lugar de residencia era parte del pacto). Como tenía poco dinero quiso ir a Chile a dar clases de filosofía y se presentó con el apellido materno por miedo a la Obra y como profesor de la Universidad Santo Tomás de Aquino de Roma (pues tiene prohibido invocar a la de la Santa Cruz del Opus Dei). Dio la casualidad que un padre dominico se enteró y dijo que con ese apellido nadie había enseñado en la Universidad S. Tomás. Éste no mandó desde Estados Unidos nada que certifique sus curso en dicha Universidad y no se presentó a dictar los cursos programados. Pero llamó al sacerdote dominico y le dijo quién era, que había usado el apellido de la madre por temor a la Obra y que como tenía prohibido invocar la Universidad de la Santa Cruz, cuando le preguntaron dónde había enseñado dijo que en Roma (lo que era verdad) al pretender saber su interlocutor el centro de estudios mintió por miedo a la Obra y pensando que nadie se daría cuenta. Aludiendo a este penoso hecho dijo asimismo que lamentaba que ni siquiera el español aprendido en la Obra le servía pues ni en Chile había podido dar clases.

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