LO DE LA ESTATUA (DE ESCRIVÁ) EN EL VATICANO

PEDRO, 5 de septiembre de 2005

Pero hombre, federer, no me glorifiques lo anecdótico.

A estas alturas, a nadie le chincha ni le rabia lo de que alguien tenga una estatua en el Vaticano. Cosas más gordas se han visto, y llevan ahí siglos.

Si el papa Pablo V, que es ‘de los que no fueron santos’ tiene su nombre escrito en grandes letras doradas en la mismísima fachada de la basílica de san Pedro (construida en su propio honor, según explicita la inscripción, cuando fue Julio II –quizá un poquito más mundano– el que tuvo la idea y comenzó a construirlo)...

...si el mismo diablo tiene al menos dos retratos en la Capilla Sistina (y como te descuides en uno de ellos tiene un careto hasta simpaticote, para qué negarlo)...

...si sin irte tan lejos, si aquí mismo, en la basílica de El Escorial, el emperador Carlos V, con una vida digamos... ‘así como un poquito más mundana’ dentro de su innegable fe (diversiones cortesanas, hijos naturales, todo un saqueo del Vaticano, e innumerables atropellos en Hispanoamérica a sus espaldas – entre muchas cosas buenas, claro que sí) tiene su propia estatua orante junto al altar mayor...

...y si las estatuas de nobles díscolos y los mausoleos y pinturas de obispos y papas ‘menos dignos’ salpican aquí y allá las iglesias de la Cristiandad (simplemente porque muchas veces eran ellos los que ponían el dinero para que se hiciera la iglesia y punto).

Y nadie protesta, porque es algo perfectamente circunstancial...

Entonces ¿a quién le va a preocupar que el fundador del opus tenga también su estatua en el Vaticano?

Ahora, que esta no sea de pasta flora ¿eh?

Y lo de las bombas a mí por lo menos no me va. Lo del terrorismo es como más... 'propio de otros', eso sí, más que con armas, con almas (y a ser posible, de críos, que son más maleables).

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