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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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ENTRAR EN EL OPUS DEI FUE UNA EQUIVOCACIÓN
Merche, España

 

Me llamo Merche y tengo 29 años, yo pite a los 17 como agregada y estuve hasta los 20. Como parece ser que no tenia suficiente (soy un poco masoca), volví a los 21 (de San Rafael con "derecho a ciertas prácticas", me confesaba con pax, y cumplía con todas las normas, leía publicaciones internas, la carta mensual, noticias...) hasta los 26 que "definitivamente" me aparté (tengo alguna amiga supernumeraria pero bueno... no todo puede ser perfecto) .

Conoci a la obra por culpa, suerte o destino de mi vecina a la que le cuidaba los niños (era supernumeraria); me gustaba ese matrimonio: eran la pareja perfecta y me hubiera gustado ser como ellos. Tres meses después de conocerlos me invitaron, a traves de una chica de mi edad, a un centro de jóvenes, y me informaron de "lo bien" que se lo pasa la gente en Torreciudad en semana santa, y de cabeza fui. Aprovechando mi buena voluntad, pité allí, sin ni siquiera saber qué era el Opus Dei porque no fui ni de San Rafael. Pité de agregada. Yo sólo conocía a mi vecina supernumeraria y a la persona que se me colgó a la espalda toda la semana en torreciudad que era numeraria y que la conocía de unos dias antes. Por cierto, cuando pité de agregada no sabia en qué consistía, pero claro tampoco sabia en qué consistía ser numeraria. Lo que más claro tenía era lo de ser supernumeria: casarse y tener un monton de hijos. Y eso era lo que yo queria, pero, como me explicaron muy amablemente, "esa no era mi verdadera vocacion".)

De los tres años primeros años tengo que agradecer varias cosas:

-haber perdido a mis amigas del colegio (las "quemé" tanto de invitarlas a meditaciones y confesiones que algunas de ellas no me quieren ni ver todavia a dia de hoy)

-haber tenido un depresion de caballo (a raíz de la cual me explicaron también muy amablemente "que ahora ya no tenia vocación")

-proporcionarme una serie de complejos que me han costado años quitarme (llevar camisetas de tirantes y bikini en la piscina o en la playa, faldas cortas o ropa ajustada... etc., que, según te fomentan, va contra la pureza.

-broncas con mis padres por ducharme con agua fria, y demás mortificaciones que me hicieron cambiar de forma de ser y que mi familia no entendía, por lo que se metían contigo un dia si y el otro también.

La única cosa positiva de esos años es que, como no salia ni tonteaba, saqué mi carrera. Todo un logro para mí, ya que nunca he sido una lumbrera en el estudio.

Durante esos tres años dejé de tener, prácticamente, relación con mi hermano y con mis primos: "pobrecitos ellos que no entienden lo buena que es la obra" y por no discutir...

No se si les pasará a los demás en los casos de abandono por propia iniciativa de la obra, (a mi, como me recomendaron que me fuera por lo de la depresión...), pero, por mi propia experiencia puedo decir que cuando salí me encontré super confundida, sin amigos. La gente de la obra, cuando me veía por la calle, se cruzaban para evitarme (ahora ya no lo hacen pero al principio si). Seguí haciendo lo mismo que cuando era "de casa", iba todos los dias a misa, me confesaba "como podía" con el primer sacerdote que encontraba y que no entiende nada de los pecados que tu te confiesas, -"¡que no has vivido el minuto heroico!, ¿pereza eso?... ¡que tonteria!", hacía las dos medias horas de oracion en la iglesia de la esquina -que había nadie, toda oscura, casi sin ventilacion-, y donde una vez me llevé un susto de muerte cuando un viejo verde se puso detrás del banco y de repente, me dijo una guarrada. Salí corriendo del susto y volví a mi casa llorando... etc.

Pero ¿cómo iba a dejar de hacer las normas si eso "no está bien"?

Y pasó ese "magnifico año", por llamarlo de alguna forma. ¡Eso hay que vivirlo! Y volví a ir por un centro (no recuerdo cómo acabé allí, imagino porque estaba mas sola que la una), y la directora de turno que al principio me parecio maja, (al paso de los años se le vio el plumero), me comentó que podía ser de San Rafael y, con el tiempo, pitar de supernumeraria (gracias a Dios no llegue a pitar).

Y como vas creciendo, también empiezas a ver las cosas de otra manera (y yo ya estaba mucho mejor, no tomaba medicación). Empecé a ver intereses, ves lo pesadas que se ponen con las meditaciones y los circulos, con los retiros, semana santas y demas convivencias que montan (es el privilegio de estar en el otro lado durante 5 años), y ves, sobre todo, mucha hipocresia: son amigas por interés.

Del tiempo que estuve en la labor de San Rafael, conocí a mi otra amiga supernumeraria y a otra chica que también iba por el centro; por lo menos saqué algo bueno, amigas (aunque la primera sólo lo es cuando le interesa). Curiosamente durante esos 5 años, la nueva obsesión fue conocer a un chico majo que fuera a misa todos los dias, a poder ser, supernumerario (parece un anuncio). Gracias a Dios aunque conocí a alguno, no me quedé con ninguno, o mejor dicho, yo no era de su estilo: tonta, pija y supernumeraria.

Y bueno por fin, me separé de la obra. Las secuelas que me quedaron son: me agobian las iglesias, me entra claustrofobia nada mas entrar y no practico nada, y aunque creo, me siento confundida en muchos aspectos de la religion.

Tengo novio, soy muy feliz, gracias a Dios encontré por fin el hombre de mi vida; no tengo muy claro cómo me casaré, si por lo civil o por la iglesia, pero bueno... No tengo a día de hoy ningún rencor al Opus Dei y respeto a la poca gente con la que tengo contacto. Pero sí que me da, pena los chicos jovenes que ingresan en la obra porque pierden la adolescencia que yo perdí, y que ya no recuperaran jamás.

De aquellos ocho niños que yo cuidé, hijos de la vecina supernumeraria que me introdujo en la obra, y que ahora el mayor tiene 19 años y el pequeño 5, la chica segunda pitó de numeraria y el mayor, de numerario, cosa que me entristeció mucho. Espero que puedan conservar (si les dejan) un poco de esa personalidad tan bonita que tenían cuando eran niños.

Por ultimo quiero decir que sí que es verdad, que entre los que se salen hay gente que no lo pasa tan mal, (yo los envidio de veras), pero hay que tener en cuenta que no todos somos iguales ni tenemos la misma sensibilidad para ciertas cosas. Yo empecé a llorar a los 17 años y prácticamente no terminé de hacerlo hasta que, a los 26 años, dejé de ir de ir por un centro a los 26 años.

Para un persona sensible la obra perjudica mucho tus sentimientos, incluso te puede arruinar la vida (por ejemplo, mi vecina, desde que la conozco hace 12 años, está con depresiones y estuvo ingresada en una clinica, pero eso sí, la obra no la deja, y para mas "inri" su ilusión es que su hijo mayor, se haga sacerdote numerario claro..)

Tengo que decir que he conocido a gente muy buena alli, que no todos son iguales, y aunque tienen de vez en cuando algun ramalazo típico, algunos si que conservan un poquito de su propia personalidad.

Merche
España

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