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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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MISTERIOS POR RESOLVER

MARYPT, 2005

El texto original, en portugués

1. Misterior por resolver (I) 3/6/2005
2. Misterios por resolver (II) 10/6/2005
3. Misterios por resolver (III) 1/7/2005
4. Misterios por resolver (IV). Algunas conclusiones provisionales 20/7/2005

 

Introducción

El secretismo de que el Opus Dei se rodea hace que, incluso aquellos que se aproximan a la institución y de la que forman parte, vivan en un estado permanente de semi-ignorancia en relación a la muchas realidades de la Obra. La semi-ignorancia hace nacer una sensación, a veces muy intensa, de “misterio” por resolver...

Ese estado de semi-ignorancia y esa sensación de enigma fueron constantes a lo largo de las décadas en las que estuve ligada a la Obra. Se traducen en decenas y decenas de “pequeñas” dudas, pero también en muchas otras ya no tan pequeñas... al punto de que personalmente me había acostumbrado a funcionar interiormente con algo parecido a un “espíritu de detective”:

- Observando siempre todo lo que sucedía, especialmente el comportamiento de las directoras;

- Estando atenta a lo que se decía, particularmente en los momentos de entretenimiento: en una tertulia, en una comida, en un paseo...;

- Aprendiendo a leer entre líneas los textos de la Obra –llamados “Noticias”;

- Relacionando hechos, frases e indicios aparentemente inconexos...

- Y, de vez en cuando -muy de vez en cuando- haciendo alguna pregunta a una directora, preferentemente una pregunta no muy directa en relación con los temas que pretendía esclarecer, para “no levantar sospechas”.

Debo confesar que esta actividad interior terminó por darme un cierto “gozo”, porque eran tantos los asuntos que nunca me fueron explicados y porque el sistema de vida de la Obra es tan complejo y totalizante que alguien que piense por sí mismo, tiene que ir “coleccionando” inquietudes y misterios aparentemente insolubles.

"Opuslibros" ha sido una preciosa ayuda para ir satisfaciendo esas inquietudes e ir resolviendo algunos de esos misterios. Aún así, me he decidido a pedir vuestra ayuda en el esclarecimiento de “misterios” que dentro de mí permanecen inexplicables.

Primer grupo de “misterios”

1. ¿Por qué una amenaza de un castigo colectivo en una convivencia?

En una de las primeras convivencias que hice ya como miembro de la Obra, sucedió algo bastante curioso:

- Se había organizado un picnic en el jardín y, al transportar la comida, a alguna de las más jóvenes se les calló un recipiente con comida, se cayó todo al suelo y se estropeó;

- Nos sentíamos incómodas como se queda una cuando sucede algo de este tipo; limpiamos la basura que hicimos y comimos los que se había salvado;

- Días después, al término de un retiro espiritual, una de las directoras nos dio una reprimenda porque no habíamos hecho un perdón colectivo por ese disparate; y que deberíamos cumplir igualmente una penitencia colectiva por lo que habíamos hecho.

Pasé el resto de la convivencia a la espera de ese “castigo colectivo” que nunca llegó... Y todavía hoy no he conseguido entender por qué se tenía que haber pedido perdón y ser castigado por un mero accidente, en el que nadie tuvo la culpa.

2. La existencia de grupos “aparte” de supernumerarias en función de su origen social

Después de algunos años de pertenencia a la Obra oí hablar de supernumerarias que se reunían en centros que eran a la vez, administraciones ordinarias de otros centros... Pensé que el motivo sería sólo “geográfico”, o sea que esas personas vivieran más cerca de esos centros-administraciones.

Pero, cierto año, al ver la lista de las convivencias anuales para decidir en cuál de ellas pregunté si podía ir a una convivencia que estaba marcada con una “B”. Me dijeron que no, porque esas convivencias eran para supernumerarias de centros “más modestos” que el mío... ¡Debía inscribirme en una convivencia que estuviese señalada con una “A”!

¡Me quedé sin palabras! Y nunca conseguí hablar a nadie de ese espantoso descubrimiento: ¡había supernumerarias tipo A y supernumerarias tipo B!

Pensé para mí: es comprensible que, durante algún tiempo, se tuviesen en cuenta esas tales diferencias sociales para que personas que por ventura tuviesen hábitos “más sencillos”, no se sintiesen fuera de lugar. Pero ¿Cómo se explica que en una institución presuntamente “fraterna” eso se mantuviera así para siempre?

Me quedé revuelta con este “descubrimiento” dentro del mundo secreto de la Obra. Pero había algo que todavía me atormentaba más: ¿Y si hubiera descubierto que yo era una supernumeraria de tipo B? Así podía imaginar mejor lo que sentirían las supernumerarias de tipo B al saber de la existencia de supernumerarias de tipo A...

Misterios por resolver (II)

Dedicatoria: Este texto es un texto muy simple pero muy “sentido”, porque revela lo más íntimo de mis inquietudes “vocacionales” entre los 14 y los 18 años. Quería, por eso, dedicárselo a tres amigos –Josgar, Miguel L. y Carr- que conocí a través de la web y del chat éxodo y que, como yo, fueron víctimas de uno de los mayores males practicados por la Obra: la práctica de “cazar” adolescentes (aún apenas salidos de la infancia) para sujetarlos a un periodo de “formación” integral.

¿Autorización de las directoras para pasar de Numeraria a Supernumeraria?

Esta vez decidí comenzar por el “misterio” del Opus Dei que más me intriga porque es el que mayor importancia tuvo en mi vida: intentar entender cómo fue posible que –por insistencia mía- las directoras de mi centro me permitieron pasar del estatuto de Numeraria al de Supernumeraria.

Quien haya tenido la paciencia de leer mi testimonio más íntimo ("Andando hacia atras en el tiempo") ya sabe qué sucedió conmigo y que aquí procuraré sintetizar:


- "Pité" cerca de los 14 años y medio, totalmente forzada por la numeraria que me “atendía” y por la presión global del club que frecuentaba;

- Naturalmente –como sucedió con tantos de vosotros-, nadie me dio más alternativa que pedir la admisión como “asociada numeraria” y mucho menos me explicó que en una primera fase todas éramos jurídicamente supernumerarias;

- Con 15 años hice la “admisión” como Numeraria (creo que es con la admisión cuando una persona es jurídicamente Numeraria, pero no estoy segura);

- A partir de los 16 años comenzaron a presionarme para hacer la “oblación”; por esa época hice mi primer curso anual y ahí “descubrí” parte de los horrores de la vida de numeraria.

- En esos momentos, ya se había pasado mi entusiasmo inicial (que más que nada era el resultado de la inmadurez de una adolescente) y había tomado conciencia de que no tenía ningún tipo de vocación hacia el celibato.

- Al oir hablar de los célebres “votos” que todavía se hacían entonces (estábamos al final de los años 70 y la Obra no era todavía prelatura personal), tomé una decisión muy firme: o pasaba a ser supernumeraria o tendría que dejar la Obra. Y comencé a vivir “libre” de las obligaciones de una numeraria (por ejemplo, viviendo en casa de mis padres, me resistía totalmente a participar de los momentos de “vida de familia” de las numerarias: meditación y misa por las mañanas, comida y tertulia, etc.);

- Pero mi pretensión (de pasar a supernumeraria) se encontró con fortísimas resistencias por parte de las directoras; durante casi dos años usaron todos los medios de presión para convencerme de “ser generosa y entregar mi vida entera a Dios”;

- Aún así, yo nunca desistí de mi postura: en conciencia estaba segurísima de que Dios no me pedía que siguiera una vida de celibato;

- Mientras tanto, de las decenas de jóvenes y adolescentes que habían pitado en los clubes, muchas pasaban a ser supernumerarias (de hecho, porque de derecho ya lo eran, por lo menos hasta la “admisión”), al cabo de algún tiempo;

- Por supuesto que yo utilizaba ese argumento para que conmigo también sucediera lo mismo. Las directoras insistían una y otra vez: en el caso de las otras personas tenían claro que el lugar de ellas era como Supernumerarias; pero en cuanto a mí, eso no pasaba, antes al contrario, todo indicaba (menos en mi conciencia, pensaba yo... ) que mi vocación era claramente de Numeraria;

- Los meses fueron pasando, yo no quería de ninguna forma romper las amistad que sentía y que había nacido con las personas de la Obra, pero me resistía a hacer la “oblación” y mucho menos a hacer los votos que querían que hiciese;

- Llegué a un estado de ansiedad tal que me negaba a volver a tratar de este tema. La vida iba transcurriendo y yo me comportaba como una adolescente normal de mi edad que –también digo-, procuraba vivir el plan de vida que me habían propuesto y participar en los medios de formación de la Obra;

- Cuando entré en la Universidad tuve la oportunidad de hacer un viaje al extranjero; las directoras me pidieron –como última tentativa- que en ese periodo fuera de mi país, frecuentase los medios de formación de las numerarias en el centro del país de destino;

- Estuve de acuerdo porque, estando sola fuera de mi ambiente normal, me pareció que “nada malo” me podría suceder. Y así fue: lo que presencié en el centro de la Obra de ese otro país me confirmó la certeza de que nunca, pero nunca, podría sobrevivir en tal ambiente artificial y de ausencia de libertad;


Semanas después de regresar, las directoras de mi centro me dijeron finalmente que podría hacer la “oblación” como supernumeraria. Me quedé muy contenta y debo reconocer que por lo menos los dos años siguientes fueron muy felices para mí. Sentía que podía acercarme más a Dios ¡sin estar forzada a tener una vida fuera de lo normal!

Ante esta mi experiencia personal, fue con gran admiración (sorpresa) que –al pasar de los años y sobre todo, después de leer tantos testimonios de ex numerarios/as en “opuslibros”-, me di cuenta de que nunca conocí u oí hablar de un caso idéntico al mio. Son muchas las personas que aquí en la web afirman que también hubieran preferido pedir la admisión como supernumerarios/as... pero ninguna dice que lo hubiera conseguido...

¿Será, pues, que mi historia es un caso tan aislado?

Y, si la respuesta fuera afirmativa, ¿cómo se explica que pura y simplemente las directoras que me orientaron no decidieron que –a pesar de mi resistencia- yo tendría que dejar la Obra?

Agradezco anticipadamente vuestra ayuda a la “resolución de este misterio”; para mí es crucial comprender lo que sucedió en mi vida para poder vivir con plena libertad interior, consciente de mi pasado y consciente de las cosas positivas y de las menos positivas que la Obra me hizo vivir!

Continuación:

2. Misterios por resolver (II) 10/6/2005
3. Misterios por resolver (III) 1/7/2005
4. Misterios por resolver (IV). Algunas conclusiones provisionales 20/7/2005

 




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