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Ojalá

Enviado por Flavia el 9 de agosto de 2003

 

Una alegría que estén de nuevo por las procelosas aguas de la Red. Lamento la resolución negativa del litigio con el Opus Dei por el dominio de la WEB. No es nada nuevo, pero gente que afirma que Dios ha pensado al Opus Dei hasta en el dobladillo de los manteles del oratorio, parece sentirse dueña de todo lo que le venga en gana. ¿Qué no harán estos propietarios patentados de la voluntad de Dios, y de las conciencias de las personas, entre otras "propiedades"?. No los para ni San Benito, ni toda la historia del monaquismo occidental, al fin y al cabo, ellos han sido destinados desde siempre por Dios... qué caraduras, 20 siglos de cristianismo, para que llegue el buen Escrivá a ordenar la "tropa".

A mí me gustaría mucho no tener en mi recuerdo, en mi alma y también en mi cuerpo, las huellas del Opus Dei. O que la Obra fuera una institución de la que se sale porque no es para uno y chau, o en la que uno sabe a qué estará sujeta cuando entra, y a la que no se ingresa en los comienzos de la adolescencia, o sea que al entrar se tenga capacidad de elegir, como conviene a la vocación entendida como una respuesta comprometida a Dios.

En la Obra el asunto no es así, se pueden confrontar los testimonios que se consignan en esta WEB para comprobarlo, el mío propio también, de hecho yo entré a los 14 y medio. Nunca termino de asombrarme de esa barbaridad.

Ojalá yo pensara que el espíritu de la Obra es uno de los modos de la experiencia cristiana, que no coincide con mi modo de experimentar la fe, y nada más, ojalá no hubiera conocido jamás la manipulación de mi conciencia, el control de mi vida, la mentira encubierta, la discriminación, el fanatismo. Todo eso no coincide con el mensaje de Jesús, y en la Obra sucede.

Cuando pienso y recuerdo lo nefasto de la Obra, me siento apenada por las personas que conocí allí y eran buena gente, pero eso no cambia las cosas. La Obra tiene doctrinas y prácticas negativas, que hacen mucho mal, es así. Luego, nadie puede pensar que la oración mental, la oración vocal, la frecuencia de los sacramentos, la formación doctrinal, el apostolado, la creación de buenos hábitos, etc. pueden ser malos.

Yo no pienso que lo negativo de la Obra sea lo antes dicho. Al contrario, al entrar a la Obra eso es lo que se valora, junto a la calidad humana y cristiana de muchas personas, y al salir, eso es lo que uno se lleva, o lo que se puede balancear positivamente.

El problema es que rezar, formarse, ser fraternos y hacer apostolado, no es un invento del Opus Dei, inclusive el Opus Dei podría vivir estas cosas de un modo normal, como otras instituciones de la Iglesia. ¿Qué pasa entonces?. Que estas cosas buenas en la Obra se retuercen y se manipulan de un modo atroz.

Yo recuerdo con mucha felicidad esas tardes de oración, en una Iglesia cercana a mi colegio, a los 15 o 16 años, de hecho esa experiencia de intimidad con Dios me marcó positivamente, más allá del Opus Dei. Pero cuando en la oración yo veía con claridad las mentiras y contradicciones de la Obra, la sensación era de desorientación total. Si lo hablaba con las directoras, el problema era mío, cuando estaba a las claras que entre muchos "criterios" que se viven en la Obra, y el Evangelio, hay abismos.

Recuerdo textos bíblicos puntuales que me causaron problemas de conciencia mayúsculos, recuerdo la "enfermedad" del alma que causa vivir en la mentira, y mintiéndose con el pretexto de "hacer la voluntad de Dios". A una le queda un terror indescriptible a la apelación a "la voluntad de Dios", pues sabe que detrás de ese argumento, se puede cocinar "cualquier guiso".

Otra cosa que la Obra vulnera en las personas, es la confianza, es muy difícil volver a confiar serenamente, después de tanto manoseo y de tantas falsedades. La fraternidad termina siendo la vía y la excusa para asfixiar a las personas, para volverlas una mera pieza de engranaje. Ni quiero pensar en lo que puede haber significado ésto para quienes han estado dentro muchos años más que yo, y para quienes han tenido roles de gobierno.

Otra cosa: si una como socia del Opus Dei, se siente y es parte de la Iglesia, no se entiende por qué nunca se fraterniza con el resto de los grupos o instituciones de la diócesis, porqué se los critica todo el tiempo, por qué en la Misa parroquial uno parecía un bicho raro con el Misal, cuidando que el cura no se saltara nada de las rúbricas... recuerdan: "el cura honrado lee lo colorado". No se sabía si estábamos en Misa o haciendo inspección litúrgica. Otro de los efectos del anticristiano "complejo de superioridad" preconizado por Escrivá.

El tema apostolado: la evangelización no tiene que ver con hacer crecer a tal o cual institución. Francamente, a no ser en las pocas instancias de compartir humanamente con otras personas, nunca hice apostolado mientras estuve en la Obra, siempre hice proselitismo para que pitaran, o para que la gente no se apartara de la "buena doctrina", que terminaba siendo planteada como cualquier doctrina humana, con el mero afán de imposición.

Recién "pitada", para que se vean las pavadas que pueden decirse, llegué a aconsejarle a una amiga, de mi misma edad, por supuesto, que cambiara la fecha del festejo de su cumpleaños de 15 años, pues caía en cuaresma. Obviamente que, además, yo no iba a ir a ese, ni a ningún cumpleaños de 15 años, en cuaresma o en el tiempo ordinario, pues ya se sabe cómo es el asunto de las fiestas sean amistosas o familiares: no se va a ninguna. En definitiva, jamás les hablé verdaderamente de Dios a mis amistades, no del modo en que nos enseña Jesús en el evangelio.

Finalmente: respecto de la formación. Sí, aprendí muchas cosas en la Obra, pero de un modo tan fanático y cerrado, que para mí adquirieron significación mucho después, cuando las comprendí en su marco real.

En la Obra no tuve contacto con la riqueza de la tradición católica, con los Padres de la Iglesia, los místicos, el significado de la liturgia, etc. Todo eso y muchas cosas más, las aprendí después, por mi contacto con una congregación de religiosas dominicas.

Un asunto llamativo es lo poco que en el Opus Dei se lee la Sagrada Escritura, y la escasa formación bíblica de sus miembros. En mi opinión, no es casualidad.

La Biblia es una fuente permanente de cuestionamiento, movilidad y conversión, es el "libro de una peregrinación", como dice Orígenes en el comentario al Éxodo. En la Obra uno leía apenas unos minutos del Evangelio por día, y en la formación general, los temas bíblicos eran pocos y pobres.

Reitero, a mí me hubiera gustado que las cosas en el Opus Dei hubieran sido distintas y fueran distintas, pero no, lo que ocurre en la Obra ocurre y ha ocurrido; mis casi 6 años allí me lo mostraron de sobra. No me hizo falta más, y le agradezco a Dios que me haya sacado del Opus Dei, así veo mi salida: como una manifestación de la misericordia de Dios.

La Obra no es un buen lugar para buscar la santidad, contrariamente a lo que allí se dice. Tampoco es un buen lugar para ser persona.

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